“La Casación Penal”, por Carlos A. Chiara Díaz y Daniel H. Obligado Recensión de Enzo Finocchiaro Por Enzo Finocchiaro La obra que comentamos a continuación combina tres factores difícilmente hallables hoy en día en la literatura jurídica: la calidad del autor, la riqueza del tema junto a una prolija y distinguida elaboración y el aporte novedoso a la materia. El primero queda fuera de discusión cuando estamos ante dos abogados, docentes y académicos, de reconocido renombre a nivel nacional y regional, ya que tanto Chiara Díaz como Obligado han dictado y dictan regularmente cursos sobre materias relacionadas a la obra que presentan en más de una decena de altas casas de estudios a lo largo de la región. Asimismo, estamos ante dos funcionarios judiciales de renombre – en el primer caso, ante un Ministro del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos y miembro del poder judicial de dicha provincia desde hace más de treinta años; y en el segundo caso, ante el Presidente de un Tribunal Oral en lo Criminal Federal que, luego de haber accedido al cargo a través de un riguroso concurso público, desempeñó la Magistratura y la función judicial por varios años en la Provincia de Buenos Aires. En última instancia, y más allá de todas las distinciones académicas, docentes y profesionales, estamos ante dos constantes luchadores por la libertad, la democracia y el aporte necesario que debe hacer a ellas una Justicia honesta, rápida y efectiva. Ya pasando entonces al segundo tópico, estamos ante una excelente obra, compacta, completa, sin fisuras, muy bien presentada por Nova Tesis y con una homogeneidad envidiable por muchos, que desde el prólogo mismo nos desafía a profundas reflexiones sobre nuestros sistemas de proceso penal. Debe recordarse la fuerte discusión que rodeó oportunamente a la introducción de la institución de la casación en nuestro sistema procesal penal, allá por mediados de la década del noventa, discusión a la que los autores apelarán a lo largo de toda la obra. La defensa más fuerte que presentó este instituto fue su consagración explícita de aquella garantía de la “doble instancia” que tanto se preconizaba a nivel internacional y poco se hacía a nivel interno 1. Pero entonces debía hacerse una redefinición del instituto. En el primer capítulo y a modo de comienzo, los autores comienzan por poner en el tapete la imparcialidad que debe presentar el Tribunal, aunque se enfrente a sistemas peligrosamente mixtos (esto es, de juicio oral acusatorio y revisión inquisitiva) y cómo puede así soportarse la tensión que esto genera en el sistema, con tal de propiciar la revisión constitucionalmente establecida. La garantía de la “doble instancia” está reconocida en la Convención Americana de Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, fue receptada en el precedente “Herrera Ulloa”, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y en los fallos “Casal” y “Giroldi”, de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación, donde asimismo se redefinió el alcance del recurso de casación que tutelaría a aquélla garantía. 1 1 En un segundo espacio, se desarrolla el nuevo paradigma impugnativo presente en nuestro sistema de derechos humanos, particularmente desde la inclusión en este nuevo modelo de la casación. Aquí entonces, el nuevo recurso viene a cumplir con una función de adalid del debido proceso. Pero surge entonces que la casación, como antiguamente se la concebía, esto es, con una visión estrictamente ceñida a cuestiones de arbitrariedad o falta de fundamentación de las sentencias, no podría cumplir acabadamente con el propósito asignado de proveer una segunda instancia revisora de todas las cuestiones de la decisión de grado. Y allí es donde “Herrera Ulloa” y “Casal” entran a jugar su protagonismo y establecer una necesidad de amplificar al recurso y limitar el examen de admisibilidad y procedencia. En un tercer acápite, los autores examinan a los medios impugnativos en un ámbito práctico específico que se presenta como el mejor laboratorio posible: el Código Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires, que tan bien conocen y al que tanto han aportado – recuérdese que Chiara Díaz formó parte del grupo de expertos al cual se le encargara oportunamente la redacción original del mismo, luego establecido a través de la Ley provincial nº 11.922. Retomando un tema álgido que mencionáramos en el introito, los autores hacen un excelente repaso sobre el remedio casatorio en el estadio previo a “Herrera Ulloa” y las notables diferencias que presentaba al modelo que hoy se intenta aplicar. Nos llevan por un viaje que comienza por Roma, pasa por Francia, el proceso penal cordobés de fines de la década del treinta hasta la sanción del “nuevo” Código procesal penal nacional. Luego de ello, pasan a un profundo análisis de la redefinición que tuvo que darse respecto de este medio impugnativo como instrumento de legitimación y control, a partir del precedente interamericano. En un esfuerzo exegético notable, recorren uno por uno los criterios nacionales y de los máximos tribunales provinciales en la materia. En particular, se destaca la dificultad para distinguir – desafiamos al lector a que lo haga – entre cuestiones de hecho y de derecho en los fallos, que resultan luego transformarse en “cuestiones revisables” y “no revisables” por este instituto. En un punto aparte, que merece destacarse por su novedad, los autores examinan cómo juega la garantía de la doble instancia en la determinación de la pena. Ésta, se presenta como una de las aristas del derecho al recurso al que tiene toda persona que se somete a un proceso penal, y es por ello que la polémica “discrecionalidad judicial” juega un papel preponderante en su fijación. La casación aparece entonces como un medio idóneo para revisar la cantidad y calidad de aquella discreción, visible a través de la fundamentación de la sentencia. Luego, los autores examinan los principales precedentes jurisprudenciales sobre la materia. Así, encontramos brillantes análisis de “Herrera Ulloa”, “Casal”, “López”, “Albizatti”, “Martínez Areco” y “Salto”. Respecto de “Casal”, Chiara Díaz y Obligado se preguntan sobre la vigencia y actualidad de su mandato, a más de un lustro de su emisión, y nos muestran una proyección 2 integradora, tanto de las críticas – merece un comentario aparte la postura frente a la visión neuquina – como de los aciertos que los autores encuentran a la evolución del instituto. Ya en el décimo capítulo, se examina el principio constitucional de congruencia, la acusación como necesaria postura legitimante de nuestro sistema procesal y de este principio y cómo esto ha sido receptado por nuestros diferentes tribunales. Luego, Chiara Díaz y Obligado nos llevan en un viaje latinoamericano, revisando cómo ha sido receptado el doble conforme en nuestros procesos penales nacionales, analizando el rol que le cabe a la casación como medio impugnativo diferente y diferenciador – ha sido llamado el “recurso de los recursos” – y la ascendencia de éste sobre el fallo. A nivel superador, los autores efectúan una propuesta normativa, a través del esbozo de reglas mínimas de implementación amplia de la casación y es entonces que postulan la tan necesaria reforma legislativa, pues a través de la obra, si algo quedó en claro, es la disparidad de criterios, e incluso la diferencia de velocidad en la implementación de una misma postura y cómo ello atenta contra los principios constitucionales de igualdad, debido proceso y adecuada revisión de la sentencia condenatoria de una persona. Como corolario, creemos cumplidos con creces aquellos tres aspectos que mencionáramos al comienzo. A través de obras como la que presentamos aquí, se intenta que las nuevas generaciones de juristas – y aun la generación vigente – tomen conciencia de los nuevos – y ya no tan nuevos – vientos que marcan el paso de nuestro proceso penal y cómo ello debe integrarse a nivel de propuesta legislativa, pues los jueces no hacen sino advertirle al legislador lo que ellos en la práctica ven y aquéllos no pueden ver. Y allí radica el verdadero aporte de este libro, que no se queda en lo anecdótico o académico, sino que intenta superar la realidad que explica. Por ello, nuestra gratitud a Chiara Díaz y Obligado. 3