UNIDADES TEXTUALES

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Cátedra
Teoría de la Comunicación
II Unidad
Guía
5
Semántica Textual
Unidades Textuales
Profesor
Iván Pizarro
UNIDADES TEXTUALES
Aunque no es nuestro objetivo adentrarnos en los niveles lingüísticos
superiores
a la oración, si abordaremos brevemente las unidades
supraoracionales o textuales que se reconocen por su autonomía semántica:



unidad mínima de enunciación - enunciado;
unidad intermedia formante de textos - parágrafo;
unidad superior de comunicación –texto (monológico
dialógico).
o
.1. Enunciado
De acuerdo con los planteamientos de D. Maingueneau, desde un punto
de vista sintáctico se opone, con frecuencia, enunciado y oración. Se puede
definir el enunciado como “la unidad comunicativa elemental, una secuencia
verbal dotada de sentido y sintácticamente completa” (1999:43). La oración
sería sólo un tipo de enunciado desde este punto de vista.
Desde una perspectiva enunciativa, los lingüistas conciben la oración
como una estructura desvinculada del uso y la oponen también al enunciado.
Para los teóricos de la enunciación:
La oración es considerada como
una
entidad
abstracta
independiente del contexto, por
cuanto no tiene ningún vínculo con
un tiempo y un lugar determinado;
es
una
unidad
gramatical
desvinculada
del
aspecto
situacional de la comunicación.
El enunciado se concibe como la
manifestación
particular
u
ocurrencia
de
una
oración;
designa el producto del acto de
enunciación;
es
la
mínima
manifestación con sentido de un
hablante a un oyente en una
situación
concreta
de
comunicación.
Así, O. Ducrot afirma que “el enunciado debe distinguirse de la oración,
que es una construcción del lingüista y que permite dar cuenta de los
enunciados. Establecer la gramática de una lengua es especificar y caracterizar
las oraciones subyacentes a los enunciados realizables por medio de esta
lengua”. (1984:177)
1.1. Estructura del enunciado
En cuanto a la estructura del enunciado, el hablante elige la estructura
gramatical de su enunciado de acuerdo con su intención comunicativa y lo
acompaña de un entorno melódico que termina en una pausa mayor.
Según C. Fuentes (1996b:13), la base de un enunciado está en el
punto de vista del hablante, en la actitud subjetiva que toma frente a lo que
enuncia; este componente que es fundamental en el enunciado, corresponde al
concepto de modalidad de C. Bally(1965) quien sostenía que “la modalidad es
el alma de la oración” .
La modalidad es un contenido semántico pragmático, inseparable
del enunciado, que depende del contexto enunciativo y que apunta a
los interlocutores del acto comunicativo.
Los medios para expresar la modalidad son diversos:

signos entonativos:
(interrogación)
¿Vas al cine mañana?
2


intensidad en la pronunciación: ¡Pero, María, por favor no te
enfades!
signos morfemáticos:
Esto está sin controlar (morfema
negativo).
Yo creo que está en casa (morfema
verbal).
Nació una niñita (diminutivo).
Quizá acepte (adverbio).
La estructura de un enunciado equivale a:
Enunciado = + Modalidad + Oración u Proposición
Ejemplo: “A mí, me parece que va a llover.”
La modalidad explicitada por a mí, me parece expresa el grado de
conocimiento del enunciador frente a su propósito. En cuanto a su estructura
gramatical, el enunciado está formado por una oración compleja que termina
con una pausa mayor. El enunciado constituye, pues, una unidad completa,
homogénea y lingüísticamente estructurada.
Ahora bien, un conjunto de enunciados puede constituir una unidad
funcional mayor, el parágrafo, unidad textual intermedia entre el enunciado y el
texto.
.2.
El Parágrafo
2.1. Concepto de Parágrafo
De acuerdo con su etimología (del griego "para graphè" = cerca-letra), el
parágrafo o párrafo es una unidad lingüística muy vinculada al lenguaje escrito.
Comenzó siendo un signo de puntuación (§) que se utilizaba para separar las
partes de un escrito correspondientes a determinadas unidades temáticas.
Aunque la unidad parágrafo ha estado siempre relacionada con el escrito, hoy se
la considera igualmente en los textos orales bajo el nombre de "párrafo del habla"
o "paratono”.
Una de las primeras teorías lingüísticas interesadas en el estudio del
parágrafo es la tagmémica, que sitúa esta unidad más allá del límite de la oración.
Los seguidores de esta tendencia consideran el discurso como totalidad y el
3
parágrafo como la unidad de desarrollo del discurso; el parágrafo forma parte de
la estructura del texto y se puede decir que está a medio camino entre la oración
y el texto, así como la oración lo está entre la cláusula y el parágrafo.
Actualmente, hay diversas posiciones respecto a la noción de parágrafo;
por el momento, distinguiremos entre parágrafo tipográfico u ortográfico
(identificado mediante marcas como signos de puntuación, sangría y espacio) y
parágrafo semántico (que considera el contenido y las relaciones semánticas
entre cláusulas y/u oraciones). Desde un punto de vista temático, el parágrafo es
una convención compleja que no tiene límites absolutos; no siempre se
corresponde con el párrafo tradicional, pero sí debe presentar coherencia textual,
principio fundamental y definidor de un texto, junto a una adecuada organización
sintáctica
Como nuestra intención es realizar una descripción semántica del
parágrafo, nos corresponde revisar los elementos que constituyen esta unidad de
análisis textual.
.2.2. Componentes del parágrafo
Un parágrafo estructural o semántico está configurado por los mismos
componentes que la oración: por un núcleo temático, por elementos marginales
y elementos de enlace. Según C. Hernández, “... oración... es una unidad
lingüística con estructura propia (+ Núcleo + Márgenes), unidad gramatical y
textual o de enunciado, componente regularmente de parágrafos que tiene
autonomía y autosuficiencia semántica, independencia gramatical y unidad
fónica.” (1995:68)
Parágrafo
Premárgenes
Posmárgenes
4
Núcleo
Enlace
s
Enlace
s
Enlace
s
El núcleo es obligatorio y corresponde al tema central en torno al cual
gira el resto del contenido. Suele manifestarse por una oración o grupo de
oraciones, y aparecer al principio o después de un premargen; en ocasiones, se
sitúa al final del parágrafo y sintetiza los márgenes que lo preceden.
Según el objetivo comunicativo, hay diferentes tipos de núcleo
Los márgenes enmarcan al núcleo. En un mismo parágrafo, podemos
encontrar múltiples márgenes, distintos y sucesivos, de ahí que conviene
distinguir entre premargen y posmargen. En un parágrafo hay mayoritariamente
posmárgenes, pero hay también premárgenes que expresan las circunstancias
que preparan al núcleo temático.
Según la función semántica que expresan, los posmárgenes pueden ser:
5
Los ilustrativos aportan un mensaje innecesario y no relacionado con el
contenido nuclear; los expositivos amplían, extienden el contenido del núcleo
temático; los contrastivos indican una desviación referente al tema nuclear; los
especificativos delimitan el contenido del nudo temático; los amplificativos
desarrollan el contenido nuclear; los reiterativos reformulan el contenido del
núcleo temático; los de equivalencia lo identifican de manera absoluta; los
antitéticos expresan la oposición al nudo temático; los resultativos expresan el
resultado de lo precedente y los conclusivos reformulan lo enunciado
anteriormente, llegando a lo más importante o conclusivo.
El tercer componente del parágrafo es un elemento gramatical de
enlace que suele desempeñarlo un conector textual o una frase que marca la
transición y que anuncia el desarrollo, la implicación, la confirmación o cualquier
otro contenido relacionado con el del parágrafo en cuestión. Por ejemplo, ahora
bien sirve para expresar una transición o una oposición; esto es, señala una
equivalencia; por supuesto, en vista de lo cual precisan una consecuencia. En
cuanto a la posición que estos elementos tienen dentro del parágrafo, podemos
señalar que pueden aparecer encadenando dos parágrafos o introduciendo ya
sea el núcleo, los márgenes o premárgenes.
En suma, concebimos el parágrafo como un
conjunto de oraciones relacionadas semánticamente
por un núcleo temático y como constituyente de
unidades textuales superiores; es decir, como un
macrosigno con sus formantes, siendo a la vez
formante de otras unidades por encima de él, a
saber, los monólogos.
Veamos algunas muestras para identificar los componentes de un
parágrafo
“Lo que más importa en un sistema científico es que sea
verdadero. Pero / la exposición de un sistema científico
impone a éste una nueva necesidad: además de ser verdadero
es preciso que sea comprendido./ No me refiero ahora a la
dificultad que el pensamiento abstracto, sobre todo si innova,
opone a la mente, sino a la comprensión de su tendencia
6
profunda, de su intención ideológica, pudiera decirse, de su
fisionomía".(J. Ortega y Gasset: 1955 11).
Estructura: Nu (exp.) + Pero Mg. (contr.)
En este fragmento, el núcleo es de carácter expositivo, asertivo y está
representado por la primera oración. El margen posnuclear es de carácter
amplificativo con respecto al núcleo y está formado por dos oraciones: la
primera que expresa una relación amplificativa contrastiva: “Pero la ....
comprendido.”; y la segunda que precisa el contenido de la primera : “No me
refiero.... fisonomía”. En cuanto a los elementos de enlace, sólo encontramos el
nexo “pero”, elemento polivalente que en este contexto expresa un contraste
restrictivo. La aplicación de este enlace en posición inicial es un recurso que
utiliza el escritor para enfatizar y dar autonomía a su idea de “sistema
científico”.
"Antes de abocarnos al primer punto quisiéramos hacer
algunas consideraciones: Se concederá que, desde el punto de
vista del significado, todo nombre es un discurso ya hecho;
cuando pronuncio esta palabra, "carnaval", tengo presente una
serie de "contenidos" asociados a aquel término, y que
implícitamente afirmo de él: que el carnaval es alegría callejera,
música, baile, desfile, disfraces, etc. Es lo que podríamos
llamar "la connotación psicológica" de un nombre. Así, pues,
en este discurso actual, en esta información: "iremos al
carnaval de Río" hay un enriquecimiento ('iremos a Río') de un
discurso común "ya hecho".... (iremos a participar de) este
espectáculo de alegría callejera, de baile, de disfraces, etc.".
(loc. cit.:25).
Estructura: Premg (temp.) + Nu (exp.) + Mg1(ampl.) + Así, pues Mg2 (ilustr.)
En esta muestra, el parágrafo se inicia con un premargen formado por
la primera oración que anuncia el contenido del núcleo "se concederá ... ya
hecho"; el núcleo es de carácter expositivo, aseverativo y va seguido de un
primer posmargen que amplifica el contenido del parágrafo y que está formado,
a su vez, por dos oraciones en las que se identifica la palabra “carnaval” a "la
connotación psicológica de un nombre". El segundo posmargen, "Así, pues, ...
disfraces, etc.", de carácter ilustrativo, está introducido por el enlace "así" con
valor de causalidad, seguido del conector "pues" que lo enfatiza y que expresa
igualmente la consecuencia.
7
En relación a la estructura del parágrafo, debemos señalar que, en
general, de la combinación de parágrafos se configura esa unidad de intención
comunicativa, el texto (monológico o dialógico); no obstante, la ley de la
recursividad permite utilizar un parágrafo, un enunciado o una palabra como
unidad textual de mensaje. A continuación, presentamos la unidad textual del
monólogo.
3.
3.1.
El Monólogo
Concepto de Monólogo
Con un planteamiento estrictamente lingüístico consideramos el
monólogo como un nivel de lengua superior al parágrafo. De hecho, un
monólogo es una unidad textual que corresponde a la combinación de
parágrafos con estructura, objetivos y condiciones contextuales propias.
Reconocemos un monólogo cuando estamos frente a un texto acabado; es
decir, cuando el emisor lo considera plenamente elaborado y terminado a
diferencia de las intervenciones conversacionales que pueden verse
interrumpidas por causas ajenas a los propósitos semántico-pragmáticos de los
participantes. Paradojalmente, la investigación ha privilegiado siempre los
textos monológicos; el diálogo y en particular la conversación en su forma
espontánea, constituye un objeto de estudio desde hace sólo algunas décadas,
especialmente de parte de la sociolingüística.
En una primera aproximación al análisis de un texto, conviene distinguir
entre textos dialogales y monologales. Esta distinción tiene relación con el
hecho de que los textos pueden ser producidos en una situación comunicativa
interlocutiva o monolocutiva (Charaudeau, 1992)
8
Ahora bien, en cuanto a los términos monologal y monológico, algunos
lingüistas lo emplean de manera indistinta. Observemos, por ejemplo, los
planteamientos de D. Maingueneau, para este autor el término monológico
se aplica a
“- los discursos dirigidos a uno mismo;
- los discursos que, aunque están dirigidos a un auditorio no
esperan
respuesta, ni alternancia (por ejemplo, un discurso de un jefe
de Estado);
- los textos escritos cuyo enunciador no está en contacto con el
coenunciador (una crónica periodística)” (1999: 73) .
C. Kerbrat-Orecchioni (1990:15) y otros investigadores prefieren hablar
en estos casos de discurso monologal. Para Batjin, monológico
correspondería a un texto no polifónico.
Por su parte, Francis Jacques (1985), en su modelo tipológico de
estrategias discursivas, denomina al monólogo alocución, discurso monológico
en el cual el destinatario se mantiene en el papel de receptor del mensaje y
nunca se vuelve locutor. La alocución aparece como la única estrategia que
forma parte del discurso de constitución alocutiva. Otros definen el texto
monológico como un conjunto de frases, estructurado hipotácticamente y que
emana de un solo destinador; en el diálogo, por el contrario, se alternan los
papeles de destinador y destinatario. Hay quienes dicen que en la medida en
que un texto monológico constituye un acto de comunicación, se vuelve
implícitamente dialógico. Así, monólogo sería un término carente de sentido,
puesto que todo texto conoce varias instancias de habla, solamente varían su
grado y su modo de manifestarse.
En una situación monolocutiva,
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Romper el silencio es en cierto sentido hacer un esfuerzo para inscribirse en un devenir
social, en una acción simbólica que me proyecta hacia el ‘otro’ y que tendrá un efecto
en él. Romper el silencio es ‘tomar la palabra’, así comienzan la acción y los
acontecimientos. Tomar la palabra es atribuirse algo que no nos pertenece
completamente y que existe fuera de nosotros. El que habla no se basta a sí mismo
puesto que recurre a un instrumento que comparte con otros. En consecuencia, se trata
de no separar el mundo interior del mundo exterior, éste forma el interior, dado que lo
privado sigue a lo público.(A. Kibédi Varga,1989)
De acuerdo con la teoría de la comunicación, toda comunicación
descansa en un conjunto de reglas. La comunicación supone una intención
cuyas modalidades se perciben en el nivel de los tres llamados de la retórica
tradicional:



Transmitir un saber, enseñar, es una intención referida al logos.
Suscitar emociones es apelar al pathos.
Hablar para hacerse amar es privilegiar el ethos.
La intención no es pues necesariamente una voluntad consciente de
persuasión: la más breve charla, una broma sin gracia tiene una intencionalidad
compleja, al menos de parte de quien rompió el silencio. Ganar la simpatía de
alguien, confirmar una cita recíproca son objetivos comunicacionales mucho
más comunes que los propósitos propiamente persuasivos que tratan de
manipular los comportamientos.
En efecto, el acto de comunicación no puede ser definido en cuanto tal
sin tomar en cuenta al otro, aquel a quien se dirige la comunicación. La
intención tiene un objeto, se trata de conocerlo antes de la menor tentativa de
modificarlo. El discurso está precedido por reflexiones de orden psicológico. El
carácter y el comportamiento del interlocutor integrado en el acto de
comunicación deben ser estudiados previamente con el fin de hacerlos
previsibles. Por así decirlo, son las premisas psicológicas del éxito de dicho
acto comunicativo. Es preciso conocer al interlocutor, conocer su grupo social,
su situación anímica. Ya Aristóteles en su Retórica insistía sobre la necesidad
de adaptar el discurso al sexo, las diferentes edades, la condición social, como
también al estado de ánimo del destinatario. Estos preparativos psicológicos
pueden permanecer puramente intuitivos: un orador político que prepara una
entrevista televisada se prepara en forma diferente a alguien que siente el
deseo de contar una anécdota divertida en una reunión informal. Sin embargo,
estas preparaciones no son gratuitas ni inocentes, ellas dejan huellas en el
discurso y permiten al locutor elegir lo que va a decir o suprimir, de allí que el
discurso no es simplemente la expresión de lo que el emisor tiene la intención
10
de comunicar: el texto corresponde siempre a una doble perspectiva y
posiblemente a múltiples.
3.2. Textos monológicos
Si tomamos los ejemplos concretos del “texto dramático” y del “diario
íntimo”: el primero es un artificio pues se dirige a un público, pero una vez que
aceptamos dicho artificio, podemos considerarlo como una categoría textual en
la que destinador y destinatario se constituyen en una sola y misma persona. El
que habla se dirige a sí mismo, busca proyectarse, a constituirse como ese
otro. En su origen es doble, es la razón de ser del monólogo que utiliza todos
los medios psíquicos y retóricos de la (auto)persuasión. Cuando logra
persuadirse se vuelve una sola y misma persona: la oposición al interior de una
persona entre destinador y destinatario ha desaparecido. Estas mismas
consideraciones podrían elaborarse en relación con el diario íntimo con el fin de
demostrar el carácter fundamentalmente dialógico del género (A. Kibédi Varga,
1989).
3.3.3. Propiedades de un texto monológico
(a) Diversa extensión: estar configurado por un conjunto de parágrafos o a veces por uno
sólo, conformando un micromonólogo (ejemplo, un silogismo).
(b) Orden de los enunciados: progresivo, de construcción continua y jerarquizada.
(c) Puede presentar un carácter:
 narrativo (predominio de la 1ª y 3ª personas verbales);
 expositivo (lo cronológico no es fundamental);
 poético (uso de la 1ª y 2ª personas verbales);
 prescriptivo( con cualquiera de las personas gramaticales);
 exhortativo (contenidos de mandato, sugerencias, consejos etc.).
11
Al igual que en el parágrafo, la estructura interna del monólogo está
conformada por un núcleo temático (o secuencia de subnúcleos); elementos
marginales (pre y posnucleares) y marcadores textuales o elementos de
transición . El análisis de un texto monológico presenta una gran complejidad .
Veamos un ejemplo:
//“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató
a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y
que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona //
[Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la
gente, ni por qué. En realidad, siempre he pensado que no hay memoria
colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana.
La frase «todo tiempo pasado fue mejor» no indica que antes sucedieran
menos cosas malas, sino que -felizmente- la gente las echa en el olvido.
Desde luego, semejante frase no tiene validez universal; yo, por ejemplo,
me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así,
casi podría decir que «todo tiempo pasado fue peor», si no fuera porque
el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas
calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones,
que la memoria es para mí corno la temerosa luz que alumbra un
sórdido museo de la vergüenza. ¡Cuántas veces he quedado aplastado
durante horas, en un rincón oscuro del taller, después de leer una noticia
en la sección policial! Pero la verdad es que no siempre lo más
vergonzoso de la raza humana aparece allí; hasta cierto punto, los
criminales son gente más limpia, más inofensiva; esta afirmación no la
hago porque yo mismo haya matado a un ser humano: es una honesta y
profunda convicción. ¿Un individuo es pernicioso? Pues se lo liquida y
se acabó.Eso es lo que yo llamo una buena acción. Piensen cuánto peor
es para la sociedad que ese individuo siga destilando su veneno y que
en vez de eliminarlo se quiera contrarrestar su acción recurriendo a
anónimos, maledicencia. y otras bajezas semejantes. En lo que a mí se
refiere, debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el
tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco.]
//Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita
demostración. Bastaría un hecho para probarlo, en todo caso: en un
campo de concentración un ex pianista se quejó de hambre y entonces
lo obligaron a comerse una rata, pero viva.
No es de eso, sin embargo, de lo que quiero hablar ahora; ya
diré más adelante, si hay ocasión, algo más sobre este asunto de la
rata.// (E. Sábato, El túnel,61-62)
12
COMENTARIO
En este texto, aparece un premargen que corresponde al primer
parágrafo tipográfico; este formante prenuclear contiene la presentación del
protagonista: “soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne”. El
núcleo coincide con el segundo parágrafo tipográfico, donde el autor expone la
escena; se trata de un parágrafo de carácter expositivo. Los diversos puntos
que aborda este elemento nuclear guardan una cierta unidad temática:
reflexiones acerca de lo que el protagonista siente al estar privado de su
libertad. A continuación, se presenta un posmargen, conformado por dos
parágrafos tipográficos que funcionan como epílogo del contenido temático: “el
mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración”. El último
parágrafo pone fin al monólogo agregando que del argumento de la
demostración se podría hablar más adelante. En cuanto al tercer componente,
el elemento de enlace, sin embargo, marca una relación semántica de
oposición entre los dos últimos parágrafos, que constituyen el posmargen del
monólogo. Cabe señalar que el resto de los enlaces que aparecen en este
monólogo tienen como función articular los diversos enunciados que lo
conforman. (en realidad, desde luego, por ejemplo, y, así, pero, la verdad es
que, pues, en todo caso)
.4. El diálogo
4.1. La relación con el otro
Ser humano significa ante todo estar en relación con el otro: el humano es
un ser de cultura, es decir, un ser social, que posee logos, que se reconoce en el
otro y se comunica con él, pues le reconoce las mismas capacidades de pensar,
de significar, de juzgar, de interpretar. De hecho, se reconoce el valor de la
persona humana, al reconocer la “alteridad” como esencial a la humanidad. En
consecuencia, el ‘tú’ es una realidad constitutiva del “yo”. Esta relación con el otro
es una condición necesaria de la consciencia humana. El encuentro con el otro es
pues una experiencia constitutiva del yo y es justamente el diálogo el que nos
hace vivirla y revivirla. “La vida dialógica auténtica es realización en cada uno del
hecho de ser humano, es decir, del hecho de ser una conciencia en relación con
otra”. (M. Buber, La vie en dialogue, 126).
Benveniste señala:
“No empleo yo sino dirigiéndome a alguien, que será en mi alocución
un tú. Es esta condición de diálogo la que es constitutiva de la persona,
pues implica en reciprocidad que me torne tú en la alocución de aquel que
por su lado se designa por yo. Es aquí donde vemos un principio cuyas
consecuencias deben desplegarse en todas direcciones. El lenguaje no es
posible sino porque cada locutor se pone como sujeto y remite a sí mismo
como yo en su discurso. En virtud de ello, yo plantea otra persona, la que
exterior y todo a “mí”, se vuelve mi eco al que digo tú y que me dice tú. La
13
polaridad de las personas, tal es en el lenguaje la condición fundamental,
de la que el proceso de comunicación, que nos sirvió de punto de partida,
no pasa de ser una consecuencia del todo pragmática. Polaridad por lo
demás muy singular en sí, y que presenta un tipo de oposición cuyo
equivalente no aparece en parte alguna, fuera del lenguaje. Esta polaridad
no significa igualdad ni simetría: “ego” tiene siempre una posición de
trascendencia con respecto a tú; no obstante, ninguno de los dos términos
es concebible sin el otro; son complementarios, pero según una oposición
“interior/exterior”, y al mismo tiempo son reversibles. Búsquese un paralelo
a esto; no se hallará. Única es la condición del hombre en el lenguaje”. “De
la subjetividad en el lenguaje”, en Problemas de Lingüística General I,
Capítulo XV, p.181, Siglo veintiuno editores, México, 1986.
.4.2. Convencer con argumentos
Si deseamos ser comprendidos por el otro, hacerle compartir nuestras
convicciones, debemos proceder paso a paso. Al tomar el punto de vista del
otro, damos un paso para ir más allá del punto de vista simplemente subjetivo.
La intersubjetividad, esto es, la comunicación entre las conciencias
individuales, es un avance hacia la objetividad y la universalidad de los
conocimientos. En el diálogo, no tratamos de persuadir, de hacer creer una
afirmación sin pruebas. Por el contrario, el locutor quiere convencer, vale decir,
utilizar argumentos racionales para llevar al otro a admitir los mismos
argumentos que él, fundados en la razón. En el diálogo nada está dado de
antemano, los dos interlocutores construyen conjuntamente un mismo saber,
que solos no habrían podido imaginar. En todos los casos, es la verdad la que
organiza la argumentación y que permite su evolución. Las virtudes del
conocimiento verdadero y compartido son múltiples, la verdad es catártica y
liberadora.
.4.3. Refutar
Uno de los elementos y de los momentos del diálogo es la refutación;
se trata de una acción que muestra el desacuerdo con los hechos, la falsedad
de los argumentos, las contradicciones de un interlocutor. Según Sócrates,
comprender nuestro error gracias al otro debería ser objeto de contentamiento.
Así, el propósito de iniciar un diálogo debe ser buscar la claridad de las
definiciones, tratar de buscar un acuerdo sin violencia, aceptar el hecho de
poder cambiar de opinión, tener curiosidad, saber alegrarse de aprender algo
nuevo, poner la verdad por encima de todo, saber reconocer si el interlocutor
participa de las mismas condiciones de ánimo y tratar de orientarlo como si se
tratara de un amigo.
14
4.4.
Diálogo: estrategia discursiva
El término "diálogo" es polisémico, así se habla de "diálogo social"
cuando se trata de una negociación salarial, por ejemplo. En enunciados tales
como: "entre ellos, no fue un diálogo, sino una simple conversación" o alguna
fórmula axiológica del tipo: "un verdadero diálogo excluye este tipo de práctica",
apreciamos que en el habla cotidiana se valoriza el diálogo en forma expresa.
Con este término, algunos cubren la referencia al registro completo de las
estrategias discursivas, para esto, otros prefieren el término conversación. Sin
embargo, más importa distinguir que preferir. De entrada, hay que circunscribir
los diversos tipos de estrategias discursivas. En los intercambios verbales
concretos, los diversos modos operatorios se mezclan, esto es, encontraremos
momentos de diálogo en una negociación o viceversa. Francis Jacques (1988)
saca los términos diálogo y conversación de su indistinción, al comparar tres
estrategias discursivas diálogo, negociación y conversación para evitar la
confusión entre ellas. Estas estrategias forman parte de su tipología discursiva
sobre la base de parámetros intrínsecos al discurso, tales como:
- La convención enunciativa, que distingue una estrategia de otra
según la determinación del destinatario, la participación de éste en
cuanto locutor o si ambos están en posición de igualdad de locutorauditor ideal o en posición alta o baja.
- La relación interlocutiva, que marca la simetría o asimetría de la relación
entre los interlocutores.
- La interacción comunicativa, que se muestra fuerte o débil si los
interlocutores participan de un objetivo unilateral o común.
- La función, si el discurso se ejerce en concordancia con una función
interna o externa a ambos interlocutores.
.4.5. Interacción comunicativa y estrategia discursiva
Importa elucidar los conceptos de interacción comunicativa y de
estrategia discursiva en la teoría de Jacques. Este autor sostiene que el
concepto de interacción verbal tal como se entiende tradicionalmente es
insuficiente dado que no considera los aspectos dinámicos y sistémicos que
nacen del acoplamiento relacional entre los interlocutores. Dicha interacción
siempre ha sido considerada como un conjunto de expectativas cruzadas entre
interlocutores. Sin embargo, él entiende que una interacción verbal efectiva ya
no será más una acción o reacción que pasa de un locutor al otro, como
tampoco la influencia mutua que los interlocutores ejercen sobre sus acciones
verbales, sino que será una actividad de producción conjunta. Se trata de un
cambio de perspectiva. Así, el hecho de comunicarse con alguien y de
comunicar algo a alguien es conjuntamente estar en relación y poner algo en
común. En esta interacción comunicativa, el acoplamiento verbal de los
interlocutores genera un sistema relacional superior, que permite que los
enunciados pertenezcan tanto al locutor como al destinatario. Los mensajes
15
son simultáneos para ambos sujetos en el sentido de que “yo me digo lo que yo
te digo”. Los mensajes son, en consecuencia, el resultado de iniciativas
conjuntas, aunque cada uno de ellos debe ser compensado por el interlocutor
para restablecer el equilibrio relacional, ya que nunca hay un recubrimiento
completo entre lo que se ha querido decir, lo que se ha dicho y lo que ha sido
comprendido. Por su parte, el autor llama estrategia discursiva a un conjunto de
interacciones comunicativas coordinadas que van construyendo poco a poco su
contexto. Para Jacques, una estrategia no es polemos, es decir, no supone
ninguna situación de enfrentamiento. Por ello, cuanto más comunicativa es una
estrategia, las estrategias son menos unilaterales y manipuladoras (1988:52).
El aspecto competitivo se articula a un aspecto cooperativo y depende de él.
Ahora bien, la mayor parte de las interacciones verbales transgreden la
constitución dialógica por la intromisión de la violencia en el discurso o la
relación asimétrica del poder. En la tipología de las estrategias discursivas,
ellas se materializan e institucionalizan en grados diversos, es decir, aparecen
más o menos mezcladas en el transcurso de la comunicación. Así, por ejemplo,
el diálogo cristaliza una configuración que incluye las características de un
discurso de constitución interlocutiva y bivocal, de objetivo común, de función
externa, de alcance teórico en el que los interlocutores se encuentran en
posición de igualdad y en relación simétrica.
Hay que señalar que las diversas estrategias tienen condiciones de
éxito propias que se agregan a las condiciones de éxito de los actos
ilocucionarios. De hecho, la teoría de las estrategias reposa en la teoría de los
actos ilocucionarios.
16
El hombre de diálogo sostiene o pone en tela de juicio una tesis bajo el
control aceptado e incluso solicitado por el interlocutor. Es una conducta de
apertura para las situaciones críticas del pensamiento, en la medida en que
estas requieren de significaciones nuevas. Una de las condiciones básicas del
diálogo es que uno no esté convencido de antemano. En el diálogo hay una
fuerte restricción argumentativa, cada enunciado está determinado tanto en su
estructura semántica por una puesta en común equitativa del sentido como en
su encadenamiento secuencial que está regido por reglas pragmáticas tanto
estructurales como estratégicas que aseguran la convergencia.
Las estructurales tienen que ver con el hecho de que una pregunta
obliga a una respuesta, una aserción no puede repetirse, etc., la pregunta está
tanto en relación con la respuesta como a la inversa. Las estratégicas rigen la
co-orientación de los argumentos para asegurar su progresión en relación con
el objetivo referencial. Por su mediación, los interlocutores controlan
mutuamente las operaciones semánticas necesarias para validar las tesis
planteadas. Ellas los obligan a inventariar los cursos de acontecimientos
envueltos por sus estados de creencia, y luego, a confrontar, mientras
intercambian información, sus mundos posibles respectivos, la manera como
están estructurados en cuanto individuos, predicados y relaciones. En la
demanda de información o en las concesiones, las relaciones entre referencia y
argumentación son muy estrechas, dado que una referencia común debe ser
construida o revisada de manera aceptable por todos los participantes del
diálogo.
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Dos personas que se violentan, no dialogan, aunque intercambien
insultos, se comunican, pero no dialogan. De hecho, la comunicación es un
concepto más extenso que el de diálogo, este es una de las formas de
comunicación. El diálogo no es solamente una ayuda en la afirmación del
pensamiento, es su estructura misma, puesto que pensar de manera
argumentada supone recurrir a argumentos expresados por palabras, frases y
oraciones.
Luego de presentar estas unidades textuales, nos referiremos de forma
breve a las diferencias entre textos orales y escritos.
. ORALIDAD Y ESCRITURA
De acuerdo con los planteamientos de la lingüística textual, cuando
hablamos o escribimos construimos textos y, para hacerlo, tenemos que dominar
un conjunto de conocimientos, habilidades y reglas. Dentro de ese conjunto de
conocimientos, el usuario de la lengua debe conocer las reglas fonéticas y
ortográficas, morfosintácticas y léxicas que le permiten formar oraciones
aceptables y, por otro lado, debe dominar las reglas de adecuación, coherencia y
cohesión que le permiten elaborar textos. Ahora bien, el texto como resultado de
la actividad lingüística puede manifestarse o exteriorizarse de dos formas: como
texto oral o como texto escrito. Esta característica externa de manifestación, en
función del canal elegido por el hablante, ha llevado a muchos autores a
reflexionar sobre el problema de la oralidad y la escritura.
No siempre es fácil distinguir los rasgos según los cuales coinciden o se
diferencian las lenguas oral y escrita. Aunque las normas gramaticales son, en
teoría, las mismas para ambas manifestaciones, no lo es el soporte material; la
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diferencia de este soporte tiene incidencia en la utilidad que la lengua presta al
usuario. Pues bien, para poder
explicar por qué no se pueden intercambiar las exigencias normativas del oral al
escrito, intentaremos precisar las diferencias fundamentales entre ambos tipos de
manifestación lingüística. Estas diferencias obedecen a dos razones primordiales:
a) no existe identidad entre la sustancia del código que se utiliza al hablar
con la del que se utiliza al escribir, lo que explica determinadas diferencias
a nivel de lengua ;
b) tampoco existe identidad entre las situaciones de la comunicación oral y
de la comunicación escrita.
Al presentar las diferencias entre el oral y el escrito, D. Cassany (1991)
concibe también estos dos puntos de vista. En primer lugar, se pueden comparar
las características gramaticales de los textos orales y de los escritos: las
estructuras sintácticas que se utilizan en cada código, su grado de complejidad, el
orden de las palabras, la longitud, etc. Estas características las denomina
textuales, porque hacen referencia al mensaje de la comunicación. Por otro lado,
en la elaboración de un texto hay que tener en consideración las reglas de:
adecuación: propiedad del texto que lleva a utilizar los recursos
lingüísticos propios de cada situación: variedad (dialectal /
estándar), registro (general / específico, oral / escrito, objetivo /
subjetivo, formal / informal);
coherencia: propiedad del texto que selecciona la información
(relevante / irrelevante) y organiza la estructura comunicativa de
una manera determinada;
cohesión: propiedad del texto que conecta las diferentes frases entre
sí mediante las formas de cohesión, asegurando la comprensión del
significado global del texto.
En segundo lugar, se pueden comparar las situaciones de comunicación,
en el oral y en el escrito: la comunicación oral es generalmente espontánea,
transitoria, inmediata en el tiempo, acompañada de señales paralingüísticas (tono
de voz, expresión facial, sistema de posturas y gestos), se apoya en el contexto
extralingüístico, etc.; en cambio, la comunicación escrita es elaborada, creada
para ser permanente, diferida en el tiempo y en el espacio (a pesar de que el
desarrollo tecnológico ha equiparado ambos códigos), autónoma del contexto, el
autor crea el contexto a medida que crea el texto. Este segundo grupo de
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características, D. Cassany las denomina contextuales, porque se refieren al
contexto de la comunicación (espacio, tiempo, relación entre los interlocutores).
Resumiendo, estas diferencias de tipo contextual y textual que presentan
ambas manifestaciones, nos permiten sostener que el oral y el escrito son dos
códigos autónomos y que las normas gramaticales que aplica el escritor no son
exactamente las mismas que las que aplica el hablante. A continuación
presentamos un cuadro que resume las diferencias entre ambos códigos.
ORAL
ESCRITO
A) Diferencias contextuales
-
Inmediata en el tiempo y espacio.
Canal auditivo.
Percepción sucesiva de los signos.
los signos.
Comunicación espontánea.
Utilización de códigos no verbales.
verbales.
Interacción durante la emisión del texto.
composición.
Apoyo en el contexto extralingüístico.
- Diferida.
- Canal visual.
- Percepción simultánea de
- Comunicación elaborada.
- Utiliza pocos códigos no
- No hay interacción durante la
- No apoyo en el contexto.
B) Diferencias textuales
Adecuación: - Uso frecuente de variedades dialectales.
- Uso frecuente
del estándar.
- Temas generales, menor formalidad, propósitos -Temas específicos
ormalidad,
subjetivos.
propósitos
objetivos.
Coherencia:- Selección menos rigurosa de la información:
de la información:
cambios temáticos, datos irrelevantes.
relevantes.
- Mayor redundancia.
redundancia.
- Estructura textual abierta: posibles cambios.
textual cerrada.
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- Selección precisa
datos
Menor
-
Estructura
Cohesión: - Menor uso de elementos gramaticales.
elementos gramaticales.
- Mayor uso de elementos paralingüísticos.
elementos paralingüísticos.
- Mayor uso de códigos no verbales.
de códigos no verbales.
- Referencias exofóricas (contexto).
endofóricas (texto).
-
Mayor uso de
Menor
uso
- Menor uso
-
Referencias
Gramática: - Uso de estructuras sintácticas simples.
Uso de
estructuras complejas.
- Alta frecuencia de frases inacabadas.
- Ausencia de
frases inacabadas.
- Orden variable de los elementos de la oración.
- Orden más
estable.
- Elipsis frecuentes.
Elipsis menos
frecuentes.
- Léxico informal.
- Léxico más formal.
- Pocos vocablos específicos y precisos.
Abundantes
vocablos específicos.
- Uso de muletillas.
Ausencia
de
muletillas.
- Uso de refranes, frases hechas - onomatopeyas.
- Uso muy
escaso.
Es indudable que estos dos tipos textuales comparten características
estructurales comunes, pero desarrollan funciones distintas y complementarias en
la comunidad lingüística. A menudo, ellos se interrelacionan; se escriben textos
que serán escuchados (conferencias, discursos) o bien se hacen intervenciones
que posteriormente serán leídas (entrevistas grabadas que se transcriben). M.
Gregory y S. Carrol (1978), reproducido en D. Cassany (1991), clasifican
minuciosamente este tipo de comunicaciones y distinguen, entre otras
posibilidades, "los escritos para ser leídos de los escritos para ser dichos"; cada
uno de estos textos utiliza recursos lingüísticos y estrategias comunicativas
propias. La propuesta de estos autores es la siguiente:
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de
Oral
espontáneo
no espontáneo
conversación monólogo recitado
Escrito
ejecución oral
de un escrito.
para ser dicho
para ser dicho
no
necesariamente
como si no fuera escrito para
ser dicho
para
ser
leído
para ser leído
como si fuera
(a) oído
(b) pensado
Extraído de Gregory y Carrol (1978);
reproducido en Cassany
(1991:45)
a) Escrito para ser dicho como si no fuera escrito : los guiones de televisión, las
obras de teatro (aunque se utilicen recursos del oral: riquezas de entonación,
inflexiones de la voz, frases inconclusas, tics, repeticiones, onomatopeyas,
sintaxis simple, etc., se conservan algunas características del escrito).
b) Escrito para ser dicho: los discursos de los políticos (sin improvisación, se
recurre a la redundancia y a las reiteraciones para asegurar la comprensión),
los boletines de noticias (que resumen al final de la edición los hechos más
importantes).
c) Escrito no necesariamente para ser dicho: los diálogos en una novela (textos
para ser leídos como si fueran escuchados), el monólogo interior de un
personaje en una novela o en un poema (textos para ser leídos como si fueran
pensados).
d) Dicho para ser leído como si fuera escrito: cartas dictadas en voz alta (texto
que se mantiene fiel al escrito).
e) Dicho para ser leído: entrevistas, discursos que se publican en periódicos y
revistas (textos que conservan las características orales originales).
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