Implicaciones de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio para

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ECOSISTEMAS SALUDABLES:
REQUISITO PARA ALIVIAR LA POBREZA Y
PROMOVER LA COMPETITIVIDAD ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA
- Una Lectura Regional de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio por
Eduardo Guerrero
Unión Mundial para la Naturaleza
“La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio representa una contribución sin precedentes a nuestra
misión de alcanzar el desarrollo, la sostenibilidad y la paz en todo el mundo”
(Kofi Annan, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas)
El alivio de la pobreza y la disminución de la desigualdad social no serán posibles y menos aún
sostenibles en el largo plazo, sin un manejo racional y socialmente equitativo de los sistemas
naturales que proveen bienes y servicios esenciales para el bienestar humano.
Esta afirmación se deriva del estudio recientemente publicado bajo el título “Evaluación de los
Ecosistemas del Milenio – Informe de Síntesis”, llevado a cabo por más de 1300 expertos de 95
países bajo el auspicio de un consorcio de organizaciones internacionales.
En el caso de América Latina, la salud de los ecosistemas es un factor clave tanto en términos
de desarrollo humano como de crecimiento económico. En esta región, la notable riqueza en
recursos naturales, en especial agua y biodiversidad, no ha sido aprovechada en todo su
potencial, pues persiste la idea errónea de que los asuntos ambientales son secundarios en los
planes de desarrollo.
Desde una perspectiva latinoamericana, dos temas que tienen enorme relevancia en la agenda
regional merecen una lectura especial a la luz de los resultados de esta Evaluación:
-
El alivio de la pobreza o, mejor, el alivio de una endémica inequidad socio-económica que
dificulta el desarrollo humano.
-
La competitividad económica que la región debe mejorar urgentemente para no seguir
debilitando su papel en la economía global.
Según la CEPAL en su informe “Panorama Social de América Latina 2004”, el 44% de la
población latinoamericana vive en pobreza, esto es alrededor de 220 millones de personas. De
ellas, cerca del 20% (unos 100 millones) se encuentran en condiciones de extrema pobreza o
indigencia. Lo preocupante es que el proceso de superación de la pobreza se encuentra
estancado en la región desde 1997.
La pobreza en esta parte del mundo se explica por una penosa falta de equidad en la
distribución del ingreso, la peor del planeta. Esto implica que políticas redistributivas deben ser
aplicadas más seriamente. Entre otras medidas, es necesario promover un acceso equitativo e
incluyente a los servicios ecosistémicos básicos como los recursos hídricos y el suelo fértil.
Por otro lado, en términos del desarrollo económico, el peso relativo de la economía
latinoamericana en el escenario mundial se ha reducido durante las últimas dos décadas. En
buena parte, esto se debe a un rezago en la competitividad, asociado al descuido en el
desarrollo del capital humano y el capital natural.
Un evidente factor de competitividad para América Latina son sus recursos naturales. Es la
región más rica del planeta en materia de biodiversidad y la segunda región en materia de
oferta hídrica. En efecto, alrededor del 40% de las especies vivientes se encuentran aquí, al
igual que la mayor reserva de bosques tropicales del mundo y más del 25% de la oferta de
agua dulce. Estas ventajas comparativas no han sido aprovechas a cabalidad. El problema es
que el patrimonio natural está en general sujeto a una atención secundaria dentro de las
políticas nacionales del desarrollo.
Podríamos decir que por atender las urgencias impuestas por los ajustes macroeconómicos, se
ha descuidado o atendido muy débilmente el capital social y el capital natural, sin los cuales no
es posible un desarrollo sólido y sostenible.
Como lo pone en evidencia el citado informe, la degradación de un buen número de
ecosistemas y biomas ha alcanzado niveles inquietantes a escala mundial. En América Latina,
genera preocupación especial la degradación de los bosques secos tropicales, del bioma
amazónico, de los bosques y pampas en latitudes templadas y de los ecosistemas marinocosteros (de manera particular manglares y arrecifes de coral).
La expansión desordenada de la frontera agrícola asociada a inequidades en la tenencia de la
tierra, frágiles esquemas de ordenación del territorio, distorsiones del mercado internacional y
desarrollo mal planificado de obras de infraestructura, es un fenómeno que amenaza el
patrimonio natural de la región. La seguridad alimentaria y la protección del capital natural
pesan mucho menos en la toma de decisiones de política agrícola que los intereses
comerciales de corto plazo que benefician a pocos.
Además, presiones como la sobreexplotación de recursos pesqueros, la introducción de
especies invasoras y el cambio climático afectan la estructura y funcionamiento de los
ecosistemas y deterioran sustancialmente la oferta de bienes y servicios ambientales.
La Evaluación de los Ecosistemas y los Objetivos de Desarrollo del Milenio
Según la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, la degradación de los servicios de los
ecosistemas podría aumentar significativamente durante la primera mitad de este siglo y ser un
obstáculo para el logro de los mencionados Objetivos de Desarrollo del Milenio adoptados en la
ONU.
Precisamente, el informe establece que las regiones del mundo con los mayores retos
asociados al cumplimiento de las Metas del Milenio tienden a enfrentar al mismo tiempo
problemas relacionados con el suministro sostenible de servicios ecosistémicos. Esto incluye a
muchas áreas de América Latina.
Lo importante es tener claro que las diferentes metas están estrechamente relacionadas. El
alivio a la pobreza depende, entre otras variables, de que el capital natural y en particular, la
diversidad biológica se conserven. La diversidad biológica, a su vez, es la base para que los
ecosistemas funcionen y provean servicios básicos para el bienestar humano. La simplificación
de la estructura de los ecosistemas reduce la capacidad que estos tienen de ofrecer bienes y
servicios.
Por ejemplo, la meta de llevar agua y saneamiento a la población no puede ser alcanzada de
manera sostenible solamente con base en desarrollo de infraestructura de acueductos y
plantas de tratamiento de aguas residuales. Es critico hacer un manejo integrado de cuencas
hidrográficas con enfoque ecosistémico para garantizar que los ecosistemas que proveen y
regulan el agua sean conservados. En esta perspectiva, los ecosistemas deben ser
considerados como parte de la infraestructura natural.
El reto es enorme para América Latina, lo cual es paradójico pues en términos generales no es
una región pobre en recursos naturales. El problema es que la falta de coordinación sectorial y
las presiones por crecer a como de lugar, están poniendo en peligro la oferta en el largo plazo
de servicios ecosistémicos estratégicos como la provisión de agua. Esto a su vez complica la
posibilidad de alcanzar los Objetivos del Milenio. Lo urgente no deja paso a lo importante.
Es evidente que necesitamos una visión de desarrollo que favorezca simultáneamente el
crecimiento económico, el desarrollo del tejido social y un manejo responsable de los servicios
ecosistémicos, sin los cuales el desarrollo en el largo plazo se vería comprometido.
Perspectivas y recomendaciones
La gestión integral de ecosistemas en un marco de equidad social y con visión estratégica en
términos de competitividad, puede contribuir de manera sustancial a aliviar las contradicciones
sociales en América Latina y a dinamizar su economía de una forma sostenible.
El gasto en desarrollo social, en investigación y en gestión ambiental debería representar una
inversión fundamental para romper el círculo vicioso de la dependencia y convertir a esta
región del mundo en un jugador global importante.
Es un error promover crecimiento económico a expensas de una degradación profunda de los
bienes y servicios ecosistémicos. La inversión nacional y extranjera debe ser estimulada con
reglas del juego claras y equitativas que resulten atractivas y que beneficien a las partes. Y, sin
embargo, no tiene por que ponerse en riesgo el capital natural ni afectarse derechos sociales
fundamentales. El sector privado responsable usualmente no exige condiciones que vayan
contra los valores y los derechos de una sociedad.
En el largo plazo, será una población bien educada y políticamente madura la que garantizará
el crecimiento, la estabilidad política y el bienestar social. Y, al mismo tiempo, serán unos
ecosistemas funcionales los que mantendrán la oferta de servicios estratégicos (agua, suelo
cultivable, aire limpio) que dinamizarán la competitividad económica y el desarrollo humano.
A manera de síntesis, tres reflexiones finales:
1. En materia económica, existen suficientes bases teóricas y prácticas para que los servicios
ecosistémicos dejen de ser considerados como simples externalidades. El desafío que se
impone es que estos sean conservados y aprovechados como un factor de competitividad.
Para América Latina, una región rica en agua y biodiversidad, se trata de una ventaja
comparativa mal gestionada hasta ahora.
2. En materia social, los ecosistemas, además de ofrecer medios de subsistencia y beneficios
para la gente en el campo y las ciudades, representan un espacio ideal para promover
equidad social, a través de políticas claras de acceso y distribución equitativa de
beneficios. Esto es clave si queremos un alivio a la pobreza que no sea simplemente
coyuntural.
3. La Evaluación de Ecosistemas del Milenio debe ser ampliamente divulgada en la región
mucho más allá de los ámbitos de la gestión ambiental, de modo que contribuya a
enriquecer las agendas del desarrollo. En particular, resultaría de gran utilidad promover la
incorporación de sus contenidos en los planes y proyectos que se desarrollan en el marco
de las instituciones regionales de integración y cooperación como el Mercosur, la CAN, la
OTCA, el SICA, además de iniciativas como el IIRSA.
Eduardo Guerrero
Unión Mundial para la Naturaleza
[email protected]
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