El juego y sus orígenes

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CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V.
Magister Comunicación y Educación
PHD Profesor Titular Universidad Libre Seccional Pereira
EL JUEGOS Y SUS ORIGENES
LOS PRIMEROS JUEGOS LÚDICOS
El primer juego lúdico del niño intrauterino se relaciona con el goce y el placer
que le causa el movimiento rítmico y sosegado que este adquiere dentro de un
buen ambiente intrauterino. De esta forma natural y espontánea descubre la
movilidad de su pequeño cuerpo, al ritmo y al compás con el movimiento del
líquido intrauterino. Este primer impulso o placer, acompañado de
incertidumbre y asombro constituye la primera relación inconsciente entre el
movimiento lúdico y los procesos cognitivos. Posteriormente surge uno de los
más grandes placeres lúdicos, de carácter kinésico, como son los que se
refieren a los saltos y a las volteretas que hace el niño intrauterino dentro de la
salinidad del líquido amniótico, debido a su densidad le permite hacer esta
acción. Proceso este que será replicado en los periodos de la infancia cuando
el niño se ve en la necesidad de saltar o de brincar para compensar al sistema
homeostático o de equilibrio químico que requiere el cerebro y el cuerpo del
niño.
El niño dentro del ambiente intrauterino lo primero que escucha son los ruidos
de los sonidos peristálticos y del movimiento del líquido intrauterino, luego a
nivel infantil los trata de imitar a través de sonidos y de lenguaje
onomatopéyico, de movimientos con su cuerpo y permanentemente utiliza
gestos inconscientes. De esta forma natural surgen los primeros lenguajes del
ser humano que se complejizan cuando se encuentra con el contexto parlante
de su cotidianidad. Por otra parte cabría señalar que si la movilidad del niño
intrauterino es activada por la ansiedad o el estrés de un mal útero, surgen las
patologías tanto físicas como síquicas, por ejemplo, el síndrome de la
hiperactividad con o sin déficit de atención.
Cuando el niño juega con su cuerpo prolonga su vida síquica y mental debido a
que el placer que producen dichas prácticas actúa directamente con la ternura
de su universo amniótico, con el eros de su cuerpo y con el amor que recibe de
su madre que se manifiesta en los primeros susurros del lenguaje y sus
caricias que le permiten sentir con su cuerpo, así no tenga los sentidos muy
desarrollados. Es así como el juego con el cuerpo también le permitirá
satisfacer muchos de sus impulsos instintivos.
De esta manera jugar con sonidos y moverse dentro del líquido amniótico
constituyen las primeras expresiones lúdico creativas del ser humano, lo hace
porque emocionalmente el feto actúa por el placer que le causan dichos
sonidos que hacen que el niño intrauterino segregue los primeros
desprendimientos de moléculas de endorfinas que le permitirán sus primeras
fases de goce y de placer, para poder soportar el contexto inhóspito de su
oscuridad intrauterina. El juego en este sentido es un actividad que le permite
al niño un proceso de distensión, similar a un estado de trance como el que se
vive en el yoga o en el vudú. De esta manera le facilitan al niño intrauterino
estar en un proceso intermedio entre la ilusión y la realidad, entre su cuerpo y
el cuerpo de su madre.
Todos los comportamientos que se producen en el desarrollo emocional, como
los gestos del rostro, la respiración de la madre, el latido del corazón, las caricias,
los masajes, los olores y colores de la piel, la mirada cara a cara (el bebé se ve a
sí mismo en la cara de su madre), los abrazos, el juego con su cuerpo y
movimiento, las canciones de cuna, los susurros del lenguaje y otra cantidad de
formas silenciosas de comunicación, son indispensables para el proceso de
desarrollo posterior de los procesos psicológicos superiores.
Después de la utilización del lenguaje "instrumental" para satisfacer necesidades
materiales, el niño empieza a actuar con los objetos, que en cierta forma le suplen
las demandas biológicas, psíquicas y sociales que tiene, cuando comienza a
enfrentar el mundo por sí solo. De la interacción del niño con los primeros
objetos, comienza la creatividad, pues la capacidad del niño para reconocer el
objeto como no-yo permite los primeros actos cognitivos de ideación, de
imaginación, de comparación y de independencia con respecto a la madre.
El reflejo genético de succión del niño, ya aparece desde la fase fetal dentro del
vientre de la madre, (chupa su dedo pulgar, traga y expulsa líquido amniótico), se
encuentra predispuesto genéticamente al nacer para succionar el pecho
materno, sin que se necesite enseñárselo. Posteriormente vuelve a chupar el
dedo, luego el puño y después objetos de diferente textura, a los cuales les da
significados diferentes de acuerdo con el contexto donde realice la acción. Estos
objetos reciben el nombre de objetos transicionales, ya que le permiten al niño
llenar el vacío que surge de la amenaza de abandono que hace la madre en el
proceso de destete, cuando se ausenta por cierto tiempo y el niño no recibe la
satisfacción de las demandas.
Para Winnicott1 el objeto transicional o primera posesión es un objeto que el bebé
ha creado, aunque al mismo tiempo que decimos esto sabemos que es, en
efecto, un pedazo de frazada o el fleco de una manta o un pañuelo. La próxima
posesión le será dada al bebé por una tía y a cambio de ella él le dirá "ta",
reconociendo así una limitación de su control mágico y la dependencia que tiene
respecto de la buena voluntad de las personas del mundo externo. (Winnicott,
1996:153). Los objetos transicionales se dan en los niños desde los cuatro
meses, no existiendo una diferencia apreciable entre los varones y las niñas en
su uso de la primera posesión "no-yo".
CONSTRUIR LOS SUEÑOS
La relación sin traumas de la primera posesión de un objeto lúdico depende en
gran medida de la capacidad creadora de un sujeto. Estas primeras experiencias
van acompañadas de la formación de pensamientos y fantasías, proporcionando
el material ideal y la experiencia para la construcción de los sueños. En el bebé
no podemos hablar de zonas del inconsciente, sino de zonas de fantasía lúdicas,
ya que su aparato psíquico se encuentra en proceso de construcción.
El proceso natural de destete consiste en una serie de actividades cotidianas de
desilusión que la madre hace en forma intuitiva y graduada, con la única finalidad
de que el niño pueda actuar por sí solo frente a su mundo. A decir de Tagore "El
niño grita cuando la madre le aparta de su pecho izquierdo, pero un instante
después encuentra consuelo en el derecho".
El paso de la subjetividad a la objetividad, o del principio del placer a la realidad,
conllevan una serie de procesos naturales que la madre ha tomado de la
cotidianidad vivida por ella, cuando fue bebé, o jugó como tal. Cuando la madre
ofrece una serie de ambientes facilitadores a las necesidades biológicas y
sociales del niño, para solucionar sus demandas instintivas se produce en el niño
la ilusión de que existe una realidad exterior que corresponde a su propia
capacidad de crear. De esta forma la interacción del niño con los objetos
transicionales constituye la base de la iniciación de la experiencia humana frente
a los objetos, hechos inevitables para la construcción del conocimiento y, por
consiguiente, de la creatividad humana.
Estas experiencias se encuentran en una zona intermedia que constituye la
mayor parte de la experiencia que tiene el bebé (4-12 meses), con los objetos y
las primeras manipulaciones lúdicas. Los anteriores procesos se conservan a lo
largo de la vida fortaleciéndose con las experiencias culturales que desembocan
1
Psicoanalista y pediatra inglés del grupo independiente de la sociedad psicoanalítica británica,
perteneció también al grupo de Melanie Klein. Sus aportes principales alrededor del juego se refieren
específicamente a la construcción de los conceptos “objetos transicionales”, “espacio potencial”, “tercera
zona”, “zona de distención”, “subjetivación”, entre otros.
en actividades altamente imaginativas y creadoras. Winnicott resume así lo dicho:
"dichos objetos fueron adoptados, no creados. Pero para el bebé (si la madre
ofrece las condiciones correctas), cada uno de los detalles de su vida es un
ejemplo de vivir creador. Cada objeto es un objeto "hallado". Si se le ofrece la
posibilidad, el bebé empieza a vivir de manera creadora, y a usar objetos reales
para mostrarse creativo en y con ellos. Si no se le da esa oportunidad, no existe
zona alguna en la cual pueda jugar o tener experiencias culturales". (1971:136)
LA MADRE Y LOS JUEGOS
Los ritmos sonoros del corazón de la madre, los susurros de su lenguaje, sus
caricias, sus miradas, sus colores y olores permiten potenciar la creatividad que le
permitirá persistentemente actuar en sus juegos tales como: balancear su cuerpo
en infinidad de formas, succionar objetos para jugar o suplir ausencias psíquicas,
articular fonemas que luego se convertirán en holofrases (ma, pa, ga etc.),
imaginar y fantasear que una sombra es un monstruo, o una caja una nave
espacial. Lo mismo ocurre cuando la muñeca se convierte en su madre,
desbaratar juguetes para conocerlos, dibujar círculos, triángulos o figuras amorfas
o sin sentido. Lo anterior permitirá al niño relacionar su corporalidad con su
movimiento a través del uso de sus manos para poder descender al mundo de la
lúdica.
Los juegos anotados (ritmos, movimientos, patrones dinámicos, dibujos en
papeles, configuración de movimientos), son los que se deben potenciar en los
primeros años del niño y en las madres, para que a través de un proceso de
replicación o de volverlos a vivir en forma combinada (madre-bebé) (niñoeducador), se pueda tomar conciencia de su aplicación cotidiana. También a
través de este proceso se podrán evidenciar en forma práctica todos los
elementos existentes a nivel de desarrollo evolutivo de los esquemas que
intervienen en el proceso de "gatear" y de "levantarse" que en términos
ontogenéticos fueron determinantes para la socialización humana y la
reproducción de nuestra especie viva.
En los talleres lúdicos con madres de la doctora Verden-Zoller es donde se hacen
este tipo de prácticas, acompañados con interrogantes como: ¿Pueden ustedes
mostrarme qué es lo que un niño mira, huele, escucha, toca o siente cuando
gatea? Después de este proceso de inducción las madres imitan el gateo,
simulan las formas y los ritmos que ellos han visto en sus hijos y que también
vivieron cuando fueron bebés. Al respecto la doctora nos dice: "Como resultado
de esto, las mujeres se ven a sí mismas como parte de una historia más
fundamental que sus circunstancias particulares, y se atreven a intentar nuevas
aventuras en experiencias corporales"(1995:96).
EL PRIMER AÑO LÚDICO
En el primer año de vida de un bebé, existen una serie de necesidades sutiles
que pueden ser satisfechas por el contacto humano directo que tiene con la
madre, en los primeros procesos de “dependencia afectiva” que existe entre
los dos. En esta el niño necesita sentir nuevamente el ritmo respiratorio y
circulatorio de su madre, también requiere, entre muchas otras cosas, percibir
el olor y todo una serie de sonidos y colores naturales que escuchó o sintió en
su ambiente intrauterino, los cuales de una u otra forma le indicaban al bebé
que existía vida, es decir, actividad, movimiento y acciones que le
proporcionaban seguridad o inseguridad, dependiendo del útero y de la matriz
perinatal en que se encontraba.
La capacidad lúdica-intelectiva del niño es ciertamente muy limitada debido a
que su cerebro, a pesar de tener su sistema nervioso formado, todavía no tiene
la neuroplasticidad suficiente para un completo desarrollo de todas las
inteligencias humanas que se requieren para solucionar todo tipo de problemas
de su entorno cotidiano. Las necesidades que tiene inicialmente el bebé, son
solucionadas en forma natural por la madre que posee una capacidad inicial de
identificarse con el bebé para saber qué necesita en un momento dado. Estas
capacidades de comprensión de la madre son, en cierta forma, un modelo
mental del mundo lúdico que la madre ha interiorizado, debido a que cuando
fue niña, jugó a ser bebé durante muchas oportunidades, como también jugó “a
papá y mamá”, lo que le permitió aprender en forma natural ideas y conceptos
sobre lo que es bueno y malo para un bebé.
De esta manera lúdica la madre desciende hasta los diferentes modos y usos
infantiles de la experiencia del bebé, relacionados en muchos casos, con
necesidades corporales primarias como la de alimentarse, defecar, necesidad
de ser cambiado de posición o de tener ropa más fresca, necesidad de querer
sentir contactos con el cuerpo, con la lana. Además, necesidad de que se le
consienta y se le mime por tener dolores o cólicos, ante lo cual el bebé
necesita ser abrazado, tocado o sostenido por su madre.
Otros mecanismos que utiliza la madre para suplir las necesidades del bebé es
a través del juego o de un interjuego como por ejemplo cuando la madre
balancea el niño, sincronizando o adaptando sus movimientos a los del bebé,
para que este pueda sentir el latido de su corazón, cuyo sonido era bien
conocido por el bebé en su vida intrauterina, ya que con este jugaba, dormía,
parpadeaba o pataleaba dentro del vientre materno. Cuando la madre mece al
bebé, lo hace de atrás hacia adelante, simulando la velocidad del ritmo
cardíaco, que era lo que mantenía contento al bebé dentro del vientre materno.
Algunos psiquiatras contemporáneos utilizan el balanceo a través de hamacas
u otros mecanismos para calmar a sus pacientes con desórdenes mentales, sin
necesidad de utilizar los tradicionales compuestos de sales de litio.
Es así como se puede establecer un puente comunicativo natural entre la
madre y el infante, el cual no necesita de las palabras, sino de los gestos y de
los silencios, en los cuales el bebé se ve a sí mismo en la cara de su madre.
De esta forma, natural y espontánea, se desarrolla mucho más la vida psíquica
del bebé, ya que la madre está feliz y se ríe; el bebé también se encuentra feliz
y sonríe. Por el contrario, si la madre está angustiada y deprimida, lo único que
ve el bebé es una cara o una máscara y, de esta manera, entra en llanto o
depresión.
Desde este punto de vista…podemos concluir inicialmente que el bebé se
comunica inteligentemente con su madre y a medida que se va desarrollando a
nivel cerebral y cultural, adquiere la capacidad de utilizar lo que el bebé ha
descubierto a partir de esas primeras formas silenciosas de comunicación,
cuando comienza a elaborar modelos mentales de la relación afectiva con su
madre, de esta forma comienza a “comprender”.
SU PROPIO LENGUAJE
Esta acción se evidencia al cuarto mes de vida del niño cuando comienza a
balbucear, es decir, comienza a construir su propio lenguaje, se apoyan en el
lenguaje que tenía desde su vida intrauterina (voz de la madre, sonidos del
contexto), y en todas aquellas voces que lo acompañaron desde su nacimiento.
Para Cabrejo: “Entonces entra a utilizar una forma de tiempo socialmente
organizada: se escapa de la naturaleza, creando al interior del tiempo físico el
tiempo de la cultura. Eso es lo que el lenguaje permite al hombre: salirse de la
naturaleza y crear nuevas modalidades del tiempo”(2004:8).
En los primeros juegos también existen una serie de manifestaciones
corporales y faciales tanto de la madre como del bebé y son de particular
importancia para suplir las necesidades del desarrollo de la integralidad
humana. Se refieren, específicamente, a cuando el bebé y la madre juegan
natural y espontáneamente con sus cuerpos en forma sincrónica.
Expresiones faciales como la sonrisa, las de carácter burlón de la madre, de
enojo, de preocupación o de simpatía contienen elementos altamente lúdicosinteligentes que determinan, en gran medida, los primeros juegos que hace la
madre utilizando los elementos naturales de su cuerpo y de su inteligencia. Es
así como las madres se adaptan instintivamente a las necesidades del bebé.
De este modo, los padres son un espejo biológico para sus niños, de ahí se
desprenden el afecto y el amor. Cuando la madre le sonríe al niño o se coloca
intuitivamente a 22cm de distancia, para verlo, lo estimula con su mirada de
amor.
El primer juego social de un niño es con el pezón de la madre cuando lo toca,
lo succiona o lo muerde, le causan placer y felicidad. En consecuencia, los
primeros actos lúdicos entre la madre y el bebé se hacen por parte de ésta,
exagerando las expresiones de su rostro, haciendo muecas y asumiendo
posiciones faciales
aparentemente tontas o lúdicas que satisfacen
enormemente a los niños de todas las culturas, ya que logran proporcionar
vínculos comunicativos de carácter lúdico, muy diferentes de los que puede
proporcionar un rostro serio o en reposo. El propósito de las primeras
interacciones cara a cara, son de carácter lúdico, persiguen diversión, goce,
placer, felicidad y, básicamente, el deseo tanto de la madre como del bebé de
estar uno junto al otro.
En estos primeros juegos sociales no hay metas, ni objetivos, ni mucho menos
tareas cotidianas para cumplir (alimentación, pañales, baño, etc.); lo único
existente es un acontecimiento humano, ligado a la vida y a la cultura, en el
cual la lúdica, como experiencia cultural, no puede ser considerada como un
estado, como un proceso, ni mucho menos como un estadio. Por eso mismo,
la existencia humana se encuentra atravesada por la lúdica. Stern, en su libro
la primera relación madre – hijo, afirma que: “Somos animales sumamente
juguetones. Jugamos con cualquier cosa, incluyendo nuestro propio
comportamiento. Encontramos absorbente y divertido jugar con nuestras voces,
nuestras caras y nuestros movimientos, en el sentido de experimentar placer
en la creación de nuevas variaciones, elaboraciones y combinaciones de
comportamientos sencillos” (1983:119).
En consecuencia, cabría destacar que las madres colombianas, venezolanas,
mexicanas, norteamericanas, japonesas y casi todas las de los demás países
juegan exactamente de la misma forma con sus bebés, en las primeras fases
de desarrollo humano; es decir, con los instrumentos biológicos de su cuerpo
que le ha proporcionado la naturaleza humana. Sin embargo, todo indica que la
causa de la risa es de enorme satisfacción para el bebé, las cosquillas, por
ejemplo, no solo son un fenómeno físico, sino social. Ahora bien, es necesario
aclarar que a nivel neurológico la risa libera endorfinas cerebrales y es un gran
estimulante síquico que, por su acción sobre el sistema neurovegetativo,
combate la ansiedad y la tristeza en que se ve sumergido el niño en ausencia
de su madre. Para Rubinstein: “Las funciones intestinales y hepáticas mejoran,
el aparato cardiovascular se regulariza, el entendimiento intelectual aumenta, el
nerviosismo y el insomnio disminuyen (1989:78).
Por otra parte, recordemos que el ser humano, además del sueño, requiriere
de otros procesos para dar rienda suelta al inconsciente. En este sentido la
risa, el juego, la fiesta, el sentido del humor sirven para descargar las
tensiones generadas al yo por su posición al ello, que también es inconsciente
y personal
CARLOS ALBERTO JIMENEZ V.
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