VOTO CONCURRENTE QUE FORMULA EL MINISTRO EN REVISIÓN 348/2012

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VOTO CONCURRENTE QUE FORMULA EL MINISTRO
JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ EN EL JUICIO DE AMPARO DIRECTO
EN REVISIÓN 348/2012
1. En el asunto citado al rubro, la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación estaba llamada a determinar si la interpretación
efectuada por el Tribunal Colegiado sobre las instituciones de la patria
potestad (específicamente en cuanto a su pérdida por abandono) y de
la adopción es acorde con el interés superior del menor, previsto en el
artículo 4° de la Constitución.
2. La Primera Sala, por unanimidad de cuatro votos, decidió revocar la
sentencia recurrida y amparar a los recurrentes. Si bien estoy de
acuerdo con el criterio mayoritario en general, pues este asunto
establece importantes lineamientos respecto de la operatividad del
interés superior del menor en casos de adopción, no comparto algunas
de las consideraciones expresadas en la resolución, específicamente
las que sostienen: a) que en el caso concreto se actualizó un supuesto
para decretar la pérdida de la patria potestad y b) la conclusión sobre la
firme y absoluta irrevocabilidad del consentimiento externado para dar
en adopción a un menor, por quien ejerce la patria potestad sobre él.
I. Antecedentes del caso
3. En dos mil siete, una mujer embarazada contactó a una de los hoy
recurrentes —quienes tenían la pretensión de ser padres adoptivos—,
durante el último periodo de su embarazo con la finalidad de dar a su
hija en adopción. El día del alumbramiento, ante un agente del
Ministerio Público y mediante un acta circunstanciada, la madre
biológica externó su voluntad de dar en adopción a la menor por
cuestiones económicas y por ser el producto de un abuso sexual. Ese
mismo día la menor quedó al cuidado de quienes pretendían su
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adopción, pues fueron ellos los que salieron del hospital con la recién
nacida.
4. Cuarenta y siete días después del nacimiento de la niña, los ahora
recurrentes promovieron un juicio especial de adopción. Casi dos
meses después de iniciado el proceso, el abogado de la madre
biológica contactó a la hoy recurrente para discutir la situación de la
pequeña. Las versiones sobre esta comunicación son contradictorias.
5. Ciento cinco días después del nacimiento de la menor, la madre
biológica se apersonó al juicio de adopción a manifestar su oposición y
dos meses después promovió el juicio privilegiado de recuperación de
guarda y custodia.
6. Por su parte, la actora en el juicio de adopción, en su calidad de tutora
por ministerio de ley, promovió juicio ordinario de pérdida de la patria
potestad en contra de la madre biológica.
7. Después de una serie de resoluciones judiciales y habiéndose
acumulado los tres juicios civiles (juicio especial de adopción, juicio de
pérdida de la patria potestad y juicio de recuperación de la guarda y
custodia) el Juez de lo Familiar tuvo por desistida a la madre biológica
de la demanda de recuperación de la guarda y custodia y, en cuanto a
las otras dos pretensiones, resolvió tener por no probada la acción de
adopción y desestimó la de pérdida de la patria potestad en oposición a
los intereses del matrimonio. Esa decisión fue impugnada en apelación
y, posteriormente en amparo, lo que finalmente concluyó con el dictado
de una nueva sentencia en la que el juez del conocimiento acogió tanto
la pretensión de pérdida de la patria potestad, como la de adopción.
8. En la apelación interpuesta por la madre biológica, la sala responsable
revocó la sentencia del juez de primer grado. Los argumentos que
sustentaron su decisión fueron: 1) que la niña nunca fue abandonada y
que, por lo tanto, no puede estimarse que la madre biológica haya
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perdido la patria potestad, 2) que el consentimiento
para la adopción no puede ser otorgado ante el agente
del Ministerio Público y 3) que el interés superior de la menor radicaba
en crecer al lado de su madre biológica.
9.
El Tribunal Colegiado que conoció del juicio de amparo esgrimió
argumentos similares a los de la Sala para confirmar que en el caso no
se demostró causa alguna de pérdida de la patria potestad ni que la
permanencia con la madre biológica pusiera en riesgo el desarrollo de
la menor. Asimismo, el órgano colegiado concluyó que el solo acuerdo
de voluntades entre la madre biológica y los quejosos es ineficaz para
declarar la adopción, pues en el caso, ésta se constituye por la
declaración judicial. Con estas consideraciones, el Tribunal Colegiado
resolvió confirmar la sentencia de la Sala Civil y negar el amparo
solicitado por los demandantes de la adopción.
10. Contra esta resolución, dichos interesados acudieron al recurso de
revisión, en donde impugnaron la interpretación constitucional realizada
por el Tribunal Colegiado.
II. Consideraciones de la Primera Sala que sustentan el fallo
11. La Primera Sala estimó que la interpretación realizada por el Tribunal
Colegiado era errónea a la luz de la Constitución y formuló
sustancialmente las siguientes consideraciones:
11.1. Respecto de la actualización de algún supuesto legal que trajera
como consecuencia la pérdida de la patria potestad, la Sala
resolvió que el Tribunal Colegiado no tomó en cuenta el interés
superior del menor al determinar el significado del abandono de
un menor, en la especie, una recién nacida. De conformidad con
la sentencia, el abandono de un menor constituye el más radical
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incumplimiento de los deberes inherentes a la patria potestad,
incluso en el caso de que las necesidades del menor queden
cubiertas por la intervención de otras personas. Ésta es la pauta
interpretativa que deben tomar en cuenta los órganos judiciales al
analizar las causales de privación de pérdida de la patria potestad
previstas en la legislación de Puebla que hacen referencia al
“abandono de un menor”, ya que estos supuestos denotan una
situación de absoluto desprecio a las obligaciones parentales más
elementales y primarias y que implican el abandono voluntario del
menor. Así las cosas —se afirmó en la sentencia—, corresponde
reiterar la pérdida de la patria potestad de la madre biológica.
11.2. Respecto de la figura de la adopción, la Primera Sala estimó que
el interés del menor es el punto de partida y eje central en la
figura de adopción, por lo que para su valoración deben seguirse
diversos lineamientos, atendiendo siempre a las circunstancias
específicas de cada caso para poder llegar a una solución
estable, justa y equitativa, especialmente para el menor.
11.3. Sobre el consentimiento de quienes ejercen la patria potestad
para que se inicie el trámite de adopción de un menor, la Primera
Sala consideró que el agente del Ministerio Público sí era
autoridad
competente
para
recibir
la
declaración
y
el
consentimiento de la madre biológica. Por ello, en la especie, el
consentimiento de la madre biológica otorgado en el hospital ante
el Ministerio Público se estimó válido.
11.4. Ahondando sobre el tema del consentimiento, la mayoría sostuvo
que cuando éste es otorgado por quienes ejercen la patria
potestad del menor dado en adopción tiene el carácter de
irrevocable. Lo anterior con el argumento de que el ordenamiento
busca dotar a la adopción de la mayor estabilidad y, para ello,
sustrae la continuidad de la misma de la voluntad de los
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implicados. Por una parte—afirma—, con la
irrevocabilidad del consentimiento se pretende la
estabilidad y la seguridad de que deben gozar las cuestiones
relativas al estado civil y, por otra, se busca garantizar la
utilización coherente de la institución, dotando a las relaciones
entre adoptantes y adoptados de la solidez y la firmeza de la que
gozan las relaciones paterno-filiales por naturaleza.
11.5. Finalmente, la Sala estableció que el principio de mantenimiento
del menor en la familia biológica no es un absoluto cuando se
trata de adoptar medidas de protección respecto de un menor
desamparado y tampoco tiene carácter de derecho o interés
preponderante, sino de fin subordinado al fin al que debe
atenderse de forma preferente, que es el interés del menor.
12. Con base en estas razones, la Primera Sala consideró que el Tribunal
Colegiado se apartó de las directrices establecidas en el artículo cuarto
constitucional, así como en los artículos 3.1 y 21 de la Convención
sobre los Derechos del Niño, por lo que revocó la sentencia y reiteró la
constitución de la adopción de la menor de edad a favor de los
recurrentes, al señalar que se colmaron todos los requisitos para
decretar la adopción de conformidad con la legislación del Estado de
Puebla.
III. Motivos de disenso respecto a las consideraciones del fallo
13. Como expresé líneas arriba, coincido con el criterio mayoritario en
varios de los argumentos que llevaron a conceder el amparo a los
recurrentes. El interés superior del menor es el punto de partida y eje
central en la figura de la adopción y los lineamientos señalados en la
sentencia para la operatividad de dicho principio como pauta
interpretativa me parecen adecuados.
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14. Sin embargo, como adelanté, existen dos cuestiones fundamentales
con las que difiero de la posición mayoritaria.
III.1 Actualización de la pérdida de la patria potestad
15. Mi diferencia central con las razones de la mayoría se refiere a la
consideración consistente en que, en la especie, se actualizó la pérdida
de la patria potestad por acreditarse el abandono de la menor.
16. En efecto, la mayoría de la Primera Sala afirmó en la página setenta
de la sentencia que el abandono de un menor por sus padres en su
acepción amplia está “vinculada al más radical incumplimiento de los
deberes inherentes a la patria potestad incluso en el caso de que las
necesidades del menor queden cubiertas por la intervención de otras
personas” y como tal “debe ser valorada como de extrema gravedad por
los órganos judiciales”. Con este preámbulo justificatorio, la Sala señaló
que “los tribunales, en aras de proteger al menor, deberán analizar en
cada caso concreto las causas de abandono, la edad del menor y su
madurez y autonomía, ya que en aquellos supuestos en los que el
abandono se realiza al momento mismo del nacimiento, resulta patente
el radical desinterés de los progenitores respecto del menor”.
17. De ahí que sea incorrecta —sostienen mis compañeros—, la
conclusión del Tribunal Colegiado en el sentido de que el abandono
requiere necesariamente la comprobación de un peligro real para el
menor, ya que la posibilidad de despojar a los titulares de su potestad
paterna puede hacerse depender tanto de un resultado, como de la
creación de una situación de riesgo.
18. En conclusión —sostuvo la Sala—, la cuestión que debe evaluarse
para la privación de la pérdida de la patria potestad es la creación de
una situación de riesgo, ya que “el daño al menor se ha de derivar no
tanto de la situación en la que éste se encuentra (en el caso concreto la
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menor fue atendida desde el primer momento de su
nacimiento por la recurrente) sino de que la conducta
de los progenitores puede resultar lesiva para los intereses prioritarios
del menor, al no revelarse como adecuadas para su futura formación
personal” (página setenta y dos de la sentencia).
19. No comparto la conclusión de la mayoría ya que, a mi juicio, dicha
posición implica pasar por alto e inobservar, de manera velada, lo
dispuesto en el Código Civil para el Estado de Puebla.
20. En efecto, la legislación civil del estado de Puebla vigente en el
momento de la controversia, aplicable para la resolución de esta
controversia, contempla taxativamente los supuestos en los que los
derechos de la patria potestad pueden perderse por abandono.1 En
efecto, de conformidad con el artículo 628 del Código Civil para el
Estado de Puebla,
el padre, madre, abuelo o abuela perderán los
derechos de la patria potestad cuando, en su caso: 1) abandonen a su
hijo o nieto por más de tres meses, si éste quedó a cargo de alguna
persona; y 2) abandonen por más de un día a su hijo o nieto si el menor
no hubiere quedado al cuidado de alguna persona y el abandono sea
intencional. De los antecedentes del caso, narrados en la propia
sentencia, se desprende que ninguno de los dos supuestos se actualizó
en la especie.
Artículo 628.- Los derechos de la patria potestad que se confieren a quien o a
quienes la ejercen, se pierden:
[…]
IV.- Cuando el padre, madre, abuelo o abuela, en su caso:
a) Expongan a su hijo o nieto;
b) Abandonen a su hijo o nieto por más de tres meses, si éste quedo a cargo de
alguna persona;
c) Abandonen por más de un día a su hijo o nieto si el menor no hubiere quedado al
cuidado de alguna persona y el abandono sea intencional.
d) No Permitan de manera reiterada que se lleven a cabo las convivencias
decretadas por autoridad competente o en convenio aprobado judicialmente.
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21. La construcción justificatoria ofrecida por la mayoría tiene como
premisa un juicio de valor: “el abandono es una abdicación total,
voluntaria e injustificada de los deberes inherentes a dicha función”. Al
respecto, debo decir que independientemente de lo que como persona
yo pudiera pensar acerca de otra que abandona a un menor, las
consecuencias legales que de ello se derivan no se encuentran en el
reproche moral del hecho sino en el ordenamiento jurídico que prevé los
supuestos objetivos de su procedencia, sin otorgar discrecionalidad al
juzgador, quizá por la gravedad de la decisión. De ahí que no pueda
compartir el enfoque de mis compañeros ministros.
22. A mi parecer, en el caso de que la Sala hubiera estimado que la ley
aplicable no era adecuada o que sus disposiciones son insuficientes
para lograr la plena observancia al interés de los menores o incapaces,
hubiera podido analizarse la constitucionalidad de la disposición del
código civil estatal que prevé la figura del abandono como causal para
la pérdida de la patria potestad. Dicho análisis tendría que abarcar un
estudio sobre la posible infra-inclusión o sobre-inclusión de las posibles
medidas de privación de la patria potestad, a la luz del interés superior
del menor. Incluso podría proponerse una interpretación conforme de
dicha disposición con la Constitución. Sin embargo, nada de ello se
realiza en el estudio mayoritario sobre la actualización de la pérdida de
la patria potestad. Simplemente, se sostiene que la conducta de la
madre biológica fue tan grave que el Tribunal Colegiado, en aras del
interés superior de la menor, debió de haber reiterado la pérdida de la
patria potestad.
23. Por estas razones, considero que, en la especie, no se actualizó el
abandono de la menor por su madre biológica y, por ende, esta última
nunca perdió la patria potestad. Lo anterior —y debo ser enfático al
respecto— resulta perfectamente compatible con la aseveración de que
la adopción se constituyó debidamente, toda vez que fue el
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consentimiento de la madre biológica otorgado ante el
Ministerio Público (estimado válido por esta Primera
Sala) el que permitió la tramitación de la adopción de la menor.
III. 2. Firme y absoluta irrevocabilidad del consentimiento de
quienes ejercen la patria potestad del menor dado en
adopción
24. La segunda cuestión con la que no concuerdo es la afirmación
absoluta sobre la irrevocabilidad del consentimiento de quienes
ejercen la patria potestad del menor dado en adopción (página
noventa y nueve del proyecto).
25. A mí parecer, la posición mayoritaria confunde el consentimiento para
el trámite de la adopción con la adopción misma. Me resulta claro que
una vez decretada judicialmente una adopción, la misma adquiere la
condición de irrevocabilidad en aras de la estabilidad y la seguridad
que deben revestir la figura. Sin embargo, me genera dudas extender
dicha irrevocabilidad al consentimiento que se exige de los que
ejercen la patria potestad durante el proceso de adopción y hasta
antes de que ésta se constituya legalmente, sin que en el caso se
admita la posibilidad de analizar cada caso concreto para determinar
la existencia de excepciones, sustentadas en las circunstancias (tanto
de la persona como de su entorno) en que tal consentimiento fue
otorgado y que, eventualmente, pudieran derivar en una posible
revocabilidad de la voluntad de quien ha decidido dar en adopción a su
hijo.
26. Por las razones apuntadas, disiento respetuosamente de las
consideraciones expresadas en la sentencia.
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MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ
SECRETARIO DE ACUERDOS DE LA PRIMERA SALA
LIC. HERIBERTO PÉREZ REYES
MMA/LHOV
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