El tribunal del jurado - Biblioteca de la Universidad de La Rioja

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TRABAJO FIN DE GRADO
Título
El tribunal del jurado: evolución histórica en España
Autor/es
Javier Esteban Loza
Director/es
Isabel Martínez Navas
Facultad
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Titulación
Grado en Derecho
Departamento
Curso Académico
2015-2016
El tribunal del jurado: evolución histórica en España, trabajo fin de grado
de Javier Esteban Loza, dirigido por Isabel Martínez Navas (publicado por la Universidad
de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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titulares del copyright.
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El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones,
publicaciones.unirioja.es
E-mail: [email protected]
Javier Esteban Loza
Grado de Derecho
Universidad de La Rioja
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
-GRADO EN DERECHO-
EL TRIBUNAL DEL JURADO: EVOLUCIÓN
HISTÓRICA EN ESPAÑA
TRABAJO FIN DE GRADO
Curso Académico: 2015-2016
Javier Esteban Loza
Directora: Dra. Dña. Isabel Martínez Navas
Javier Esteban Loza
Grado de Derecho
Universidad de La Rioja
ÍNDICE
I. RESUMEN/ABSTRACT………………………………………………………………....……pág. 3
II. APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DEL JURADO………………………………...….. pág. 4
III. LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL JURADO EN ESPAÑA….…………………........pág. 4
1) El Estatuto de Bayona: Las bases del futuro Jurado.………………………..…….pág. 4
2) El Jurado en las Cortes de Cádiz de 1812……………………………………..……pág. 6
3) El tratamiento de la figura del Jurado en el Trienio Liberal…..…..……..…..…....pág. 9
4) El Jurado en la codificación del Trienio………………………..........................…..pág. 12
5) La era Isabelina: El Jurado y la Libertad de Imprenta……...………………...….pág. 15
6) 1868-1875 El Sexenio: El Jurado en materia Criminal………….……..............….pág. 19
7) 1875-1886 El Jurado como un objetivo de la política española………………...…pág. 25
8) 1887-1823: La consecución y desarrollo de la Ley del Jurado……..…….………pág. 30
9) La última etapa: El Jurado en la Dictadura 1931-1939…………………...…..….pág. 36
IV. EL JURADO ESPAÑOL A PARTIR DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978…………......pág. 40
1) Adopción del artículo 125 en la constitución de 1978: Puerta abierta al Tribunal del
Jurado…………………………………………………………………………...….. pág. 40
2) Debate en las Cortes sobre la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado de 22 de mayo de
1995…………………………………………………………………………….…… pág. 47
3) Modelo de Tribunal del Jurado adoptado: Sajón o Escabinado……….………... pág. 52
4) Conclusiones de 20 años de experiencia del Jurado: 1995-2015………………..pág. 57
V. CONCLUSIONES……………………………………………….………………...…….......pág. 61
VI. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………....………pág. 63
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I) RESUMEN / ABSTARCT
1) RESUMEN
El objetivo de este trabajo es el análisis de la evolución del Jurado en España. En la actualidad es
una figura jurídica de la que prácticamente la totalidad de la población española conoce su
existencia, pero no tienen las nociones suficientes de su funcionamiento dentro de nuestro sistema
de justicia español. También se estudiará cual ha sido su evolución a lo largo del tiempo y los
procesos y dificultades que han tenido lugar hasta conocer la institución tal y como está instaurada
hoy en día.
El estudio se inicia desde del Estatuto de Bayona hasta la Constitución de 1978 y sus desarrollos
legislativos que regulan la institución en la actualidad, el análisis de las dificultades con las que se
encontraron los legisladores, tanto desde los planos sociales, como los políticos. Las circunstancias
que afectaron a su instauración y que en algunos sectores del Derecho, aun se ven como un escollo
para la aceptación del Jurado, como un órgano que tiene como fin la implicación de la población en
la Administración de Justicia.
Se incorpora al mismo la bibliografía jurídica especializada en la evolución del Jurado en España,
añadiendo y haciendo referencia opiniones y argumentos de las Actas de las Sesiones del Congreso
y del Senado, además de las Memorias fiscales y opiniones de prestigiosos juristas de cada época.
2) ABSTRACT
The objective of this final year dissertation is to study the evolution of the Jury Tribunal throughout
Spanish history. Currently is a legal institution, that the majority of population ignorant it, so they
don’t have the necessary knowledge about the position of this institution into the Spanish justice
system, as has been it evolution and the process and difficulties has happened to know the Tribunal
in the present.
I’ll begin the study from the Bayona’s Statute to Spanish Constitution in 1978 and it lawyer
developments. I’ll look the difficulties with the legislatives found as in a social as politic level. The
particulars concerned it establishment and the different opinions that the lawyer sectors are a
problem to accept the Jury as a legal body. The objective of Jury is to motivate the population and
they participate in the justice administration.
I have used special Spanish Jury bibliography and make mention to opinions and arguments of the
certificate of the Congress and Senate sessions, as well as Fiscal Memories and lawyer opinions of
prestigious lawyers.
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II) APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DEL JURADO
Antes de entrar en la evolución del Jurado a lo largo de la historia de España, estamos obligados a
tener unas nociones básicas de lo que es el Tribunal del Jurado y cuáles son sus funciones.
Para ello podemos acudir inicialmente a la definición recogida en la RAE sobre la institución del
Jurado:
“El Tribunal no profesional ni permanente, de origen inglés, introducido luego en otras naciones, cuyo
contenido esencial es el de determinar y declarar el hecho justiciable o la culpabilidad del acusado, quedando
al cuidado de los magistrados la imposición de la pena que por las leyes corresponda al caso”.
La Jurisprudencia, por su parte, define al Jurado como:
“El órgano jurisdiccional predeterminado por la ley para el enjuiciamiento de alguno de los tipos delictivos
determinados, del mismo modo que el tribunal Penal lo es, como norma general, para el enjuiciamiento de los
delitos menos graves y las audiencias para el enjuiciamiento de los delitos graves no atribuidos al Tribunal del
Jurado. Las sentencias dictadas por el Tribunal del Jurado, no son menos, pero tampoco más, intangibles frente
a los recursos que las dictados por las Audiencias: Los limites esenciales de su revisión se encuentran en el
respeto del órganos sentenciador para la valoración en conciencia de la prueba practicada en el juicio oral”.
A partir de estas definiciones se puede concluir que el Tribunal del Jurado es un tribunal no
permanente, es decir, que conoce una causa determinada siempre que esté recogida en la ley
correspondiente, compuesto por personas legas en derecho, elegidas por sorteo entre la comunidad
local. El número de los electos está recogido en la ley especial del Tribunal del Jurado y estos
resolverán a través del veredicto, teniendo en cuenta las pruebas y manifestaciones de los acusados.
Se determina la culpabilidad o no, ante la jurisdicción penal. El veredicto será la base para la
posterior sentencia.
Una vez vista la definición del Jurado expongo la larga y tortuosa vida de la institución durante su
fase de introducción dentro del sistema Judicial Penal de España, desde sus primeras apariciones
con el Estatuto de Bayona en 1808, hasta su consagración y estabilidad por medio de la
Constitución de 1978.
III) LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL JURADO EN ESPAÑA
1) EL ESTATUTO DE BAYONA: LAS BASES DEL FUTURO JURADO.
El primer texto que hace referencia al Jurado en la historia de la administración de Justicia en
España es el Estatuto de Bayona. En su artículo 106 menciona por primera vez de forma expresa el
Jurado:
“En las primeras Cortes se tratará de si se establecerá o no el proceso por Jurados”.
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Tras la invasión Napoleónica, en 1810, aparecieron en Bayona los primeros intentos por dotar a
España de un Tribunal del Jurado. Napoleón tenía la intención de dotar al Estado de un nuevo
régimen jurídico. Para ello se basará en el modelo francés. El resultado es la elaboración de un texto
fundamental que tiene como raíces la Constitución Francesa del siglo VIII 1. El problema que surgió
en la esfera política fue que la instauración de este nuevo ordenamiento resultó excesivamente
extraño para la sociedad, provocando reticencias y oposición dando lugar a un bloqueo en el
sistema político.
La solución fue la de someter a revisión por medio de un informe. El objetivo era conseguir una
conciliación para una mejor integración del Estatuto, que se acoplase al carácter de la nación
española, a través de los ministros del Antiguo régimen y sujetos destacados del Consejo de
Castilla, ya que estaban en tal posición social que sus opiniones eran lo suficientemente relevantes.
”En las primeras Cortes se examinara si será conveniente admitir el proceso por jurados”2.
El artículo se mantuvo inamovible, tal y como se redactó por primera vez. La explicación a esta
estabilidad podríamos encontrarla por un lado, en la falta de conocimiento de los consultados en
relación a la Institución, debido a que ignoraban tanto los resultados como de la problemática que
conlleva. Por otro lado, la insistencia de Napoleón de introducirla en España. La Junta convocada
en Bayona comenzó sus sesiones el día 15 de Junio. El proyecto se imprimió y distribuyó a los
Diputados, para que realicen por primera vez sus observaciones, que deberían ser expuestas de
forma pública en la sesión. Entre los días 27 y 28 de junio, la Junta decidirá que enmiendas serían
tomadas en consideración para remitirlas al Emperador, que tenía la última palabra y decidiese la
solución final.
Las primeras opiniones acerca de la figura del Jurado, eran breves y escasas, pero lo
suficientemente importantes como para conseguir un aplazamiento de la implantación de la figura
en el ordenamiento español. Entre estas voces nos encontramos las del Consejero de Su Majestad Y
Alcalde de su Casa Real, Luís Marcelino Pereyra. Con palabras sensatas advirtió:
“En España, un país sin tradición juradista, la opción más preferible sería la de reformar los tribunales e
intentar eliminar los abusos que se venían produciendo en la justicia histórica, antes de meterse en otro
problema más, que era la introducción del Jurado, el cual era una novedad para el sistema, cuyo resultado era
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 80. “En la primera redacción del citado proyecto se
insertaba un artículo, el número 61, concordante con el 62 de la Constitución francesa, en el que establecía que el
procedimiento criminal seria público y tendría lugar por las formas del juicio por jurados”.
2
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de Jurados.
Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 81. Palabras de Antonio Romanillos, Ministro del Supremo
Consejo de Hacienda.
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dudoso y sus referencias no eran muy recomendables ya que venía precedida históricamente de atrocidades y de
errores”3.
La solución de Pereyra pasaba porque debería ser el Consejo de Estado el encargado de llevar a
cabo la decisión de reformar las leyes criminales vigentes y sobre la organización de los tribunales.
Si este organismo consideraba oportuno el juicio por jurados, debería ser él mismo, quien
propusiera a las Cortes la reforma de las leyes penales y procesales. Caía sobre el Poder Legislativo
y no el Constituyente, la conveniencia o no de una regulación del Jurado. Tal importancia tuvieron
las observaciones de Pereyra, que en la novena sesión de la Junta, se promovió la discusión sobre
quién debía tener la decisión de adoptar la figura del tribunal del Jurado en el sistema de Derecho
español. Al final de la sesión, se llevó a cabo la votación, que dio como resultado una suspensión
momentánea de la introducción del proceso por jurados.
Napoleón acató la decisión de la mayoría, debido al miedo que tenía el adoptar cualquier decisión
que provocase una quiebra en las costumbres del país.
El resultado de todo el proceso detallado, fue el artículo 106 del Estatuto de Bayona, en el cual se
recogía que el proceso criminal tendría carácter público. Además las Cortes, serían las encargadas
de tomar la decisión de establecer o no, el proceso por jurados.
El precepto constitucional no tuvo mucha efectividad ya que no se recoge como norma, sólo se
establece que las Cortes se ocupen de ello y decidan sobre la conveniencia o no del establecimiento
de la institución. Se podría destacar que por primera vez sirvió de instrumento para que se produjera
un intercambio de opiniones en torno al problema que entrañaba la implantación del Jurado en
España.
El Estatuto de Bayona no tuvo una importancia práctica de consideración. Las razones: el rechazo
absoluto de los españoles a la propuesta por el odiado emperador Napoleón y el conflicto bélico
que enfrentaba a España con Francia. El texto perdía su consistencia e importancia a medida de que
los españoles conseguían derrotar al ejército napoleónico. Desde un principio la propuesta estaba
destinada al fracaso.
2) EL JURADO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
Constituidas las Cortes de Cádiz en 1810, se vio como una ocasión de volver a abordar la
instauración del Jurado en España. Comenzó con la discusión sobre la Ley de Imprenta4 y los
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de Jurados.
Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 81.
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Mediante el decreto del 10 de noviembre de 1810, que dio lugar a la Ley de Imprenta de 1810, se reconoció en España
por primera vez la libertad de imprenta.
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delitos que se cometieran en base a esa ley. El artículo 5 del proyecto de ley, encomendaba a los
tribunales ordinarios la competencia de conocer de estos delitos5:
“Los jueces y tribunales respectivos, entenderían en la averiguación, calificación y castigo de los delitos que se
cometan por el abuso de la libertad de imprenta, arreglándose a lo dispuesto por la ley y en este reglamento”.
En ningún momento se menciona el término “Jurado”, ni tampoco se suscitó la posibilidad de un
debate sobre su implantación. Ya no se otorgaría de manera expresa a los tribunales ordinarios, la
competencia de conocer sobre los delitos de imprenta, sino que se menciona a los jueces y a los
tribunales respectivos.se daba la posibilidad de incorporar los tribunales con jueces de hecho.
Los posibles obstáculos o impedimentos para discutir el tema del Jurado, parecían haber
desaparecido, en 1811. Este síntoma se vio reflejado en la discusión en el pleno sobre el artículo
que aludía al Jurado. Fue presentado por la Comisión de Constitución con el número 305. Número
que pasaría a ser el 3076 en el primer texto Constitucional Español, promulgado en marzo de 1812:
“Si con el tiempo creyeran las Cortes conviene haya distinción entre los jueces del hecho y del derecho, la
establecerán en la forma que juzguen conducente”-
El tema del Jurado se trató con excesiva prudencia en las Cortes gaditanas. El proyecto hacía
mención a la justicia popular, que parecía obligada en el contexto político del momento, y como ya
ocurriese en 1808, se sugería un aplazamiento hasta un futuro sin una fecha concreta7.
“Si con el tiempo creyeran las Cortes que conviene que haya distinción entre los jueces de hecho y del derecho,
la establecerán de forma que juzguen conducente”.
Para el diputado José Martínez8, el artículo era un consejo a las Cortes futuras donde el objetivo
primordial era el de establecer unas leyes efectivas y consistentes que dieran lugar a un panorama
legislativo consistente y fiable. No todas las opiniones iban por el mismo camino. Muñoz Torrero,
Presidente de la Comisión constitucional, consideraba el artículo como una declaración positiva de
las facultades que deberían tener las cortes. Una defensa del poder legislativo como punto de apoyo
que aportaría la fuerza vinculante necesaria para que sus decisiones no fueran criticadas9.
“Para que, sin embargo, de los que aquí se establezca en orden al sistema judicial estén autorizadas para
variarlo en la forma que indica el artículo”.
Pensamiento rebatido por el también Diputado y Ministro de Guerra Francisco Fernández Golfín,
que pidió que el texto debería redactarse en un tono imperativo, de modo que fueran las Cortes
quienes deberían expresar la diferencia entre los jueces de hecho y de derecho. Pidió un cambio de
Conviene saber que el artículo 5 del proyecto de ley quedo redactado tras la el debate.
El texto que recogía el artículo 307 de la Constitución Española de 1812".Si con el tiempo creyeran las Cortes
conviene haya distinción entre los jueces del hecho y del derecho, la establecerán en la forma que juzguen conducente”
7
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de Jurados.
Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 83.
8
Véase Diario de Sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias, de 1811, Pág. 2420.
9
Diario de sesiones de las Cortes constituyentes, sesión del 1 de diciembre de 1811, pág. 2420, recogían las palabras
del diputado Muñoz Torrero.
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redacción del texto para que tuviera esa fuerza y carácter imperativo que tanto demandaba. En
palabras de Golfín10, expresó:
“Las Cortes sucesivas establecerán en tiempo oportuno la diferencia que deba haber entre los jueces del hecho
y del derecho”.
El punto y final sobre la conveniencia o no de las Cortes a la hora de regular el Jurado y su
introducción lo puso Agustín Argüelles11, manifestando que no era el momento preciso para discutir
esa cuestión. Sólo bastaba con eliminar obstáculos a las futuras Cortes, para que la Constitución les
autorizara a introducir en el sistema judicial español la novedad del Juicio por Jurados. Debía ser
por lo tanto la nueva Constitución quien diera competencia a las Cortes a introducir en el sistema
judicial la novedad que suponía el Tribunal del Jurado.
Finalmente el artículo se aprobó tal y como se ofreció en el proyecto. En la redacción del artículo se
destaca el reconocimiento de la existencia de tribunales colegiados y perpetuos y la facultad que se
les atribuía a los jueces de clasificar ellos mismos los hechos sobre los que deberían fallar. Al
mismo tiempo también se facilitaba el camino a las sucesivas Cortes para que pudieran hacer las
mejoras oportunas si lo creyeran conveniente en materia de Administración de Justicia.
Una cuestión difícil de resolver fue, cuándo los legisladores de la época asimilaron la necesidad de
instaurar el Jurado y el ideal de justicia popular. Habría que centrarse en el tema de la tradición
escrita que existía respecto a los procesos. Para el profesor Gilbert 12, no debe minusvalorarse la oral
respecto a la escrita. Se centró en la idea de que el Tribunal del Jurado podría ser una manifestación
más de la intervención del pueblo en las Tareas del Estado, de acuerdo a los principios liberales que
surgían en la época. Serían las manifestaciones y textos venidos desde Europa, los que hacían
referencia a la figura del Jurado y de las experiencias que pudieran aportar personajes de la vida política
que hayan recogido de vivencias en otros países europeos.
El resultado de todo el trabajo constituyente quizás no se vio del todo recompensado en el tiempo.
La nueva etapa que establecía la Constitución de 1812 no tuvo un largo recorrido. En 1814, apenas
entrada en vigor y con la vuelta de Fernando VII, tras la firma del Tratado de Valençay, supuso la
ruina del texto constitucional y de toda la obra llevada a cabo por las Cortes de Cádiz. El Decreto
del 4 de mayo lo dejó sin efecto. El resultado fue el no desarrollo del citado artículo 307 de la
Constitución de 1812.
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, sesión del 13 diciembre de 1811, Pág. 2420.
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, sesión del 13 diciembre de 1811, Pág. 2420.
12
Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de Jurados.
Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 85.
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3) EL TRATAMIENTO DE LA FIGURA DEL JURADO EN EL TRIENIO LIBERAL
En el año 1820 tuvo lugar el alzamiento del Teniente Coronel Rafael del Riego en Cabezas de San
Juan, con el objetivo de reactivar los proyectos hasta entonces aplazados. Se volverían a oír
opiniones sobre el Jurado, en este nuevo periodo constitucional. El detonante fue la presentación y
discusión de otro proyecto de ley de imprenta.
Los políticos españoles tenían nociones suficientes sobre la Institución del Jurado y no presentaba
un escenario desconocido. Los años que mediaron entre 1814 y el Trienio, hubo oportunidad
suficiente de estudiar la institución y aparecieron las primeras publicaciones especializadas. Un
ejemplo de ello fue el libro de Santiago Jonama en 1820, “De la prueba por jurados o sea, consejo
de hombres buenos”. Las obras que provenían de otros países con una tradición juradista arraigada
como Inglaterra o Francia, detallaban sus ventajas, defectos, detalles de su aportación a Francia y
las diferencias entre los dos modelos. Tuvieron un papel importante en la concienciación social en
torno a la figura del Jurado. Los políticos, jurídicos y parlamentarios (muchos de ellos exiliados),
fueron la herramienta y el soporte físico de los conocimientos adquiridos.
Respecto al proyecto de Ley de Imprenta aprobado por el Decreto de 22 de octubre de 1820,
conviene dar importancia al documento de presentación del proyecto expuesto en las Cortes por
Martínez de la Rosa13. El Título VII “Del modo de proceder en estos juicios”, recoge en 38 artículos
(del 36 al 74), todo lo referente a los jueces de hecho y sus actuaciones. Se destacan las ventajas que
tienen los jueces de hecho, por ser la única institución que pone en relieve la libertad individual,
corrige las posibles aciagas consecuencias de una mala legislación y consecuentemente hace menos
terrible la idea de dejar en manos de los hombres, la propiedad, la honra y las causas de sus
semejantes. Servir en el cargo era obligatorio y se renovaba cada año.
Trasladada esta opinión al proyecto de ley, justificada en el hecho de que los delitos cometidos a
través de las opiniones escritas y su calificación, amén de conservar la libertad de imprenta, debía
ser calificado no sólo por las reglas fijadas por la ley, ya que se añade el juicio particular de cada
hombre. Debe haber un análisis crítico de cada situación y contexto. Opción muy coherente, ya que
el lenguaje como rico en significado que es, un enunciado puede tener diferentes acepciones según
el contexto en el que pueda darse. Esa valoración no se puede hacer de una forma objetiva desde
unos puntos tipificados en la ley. Una visión subjetiva, permitiría dar un punto de vista más
acertado en la calificación de una causa criminal respecto anteriormente mencionados.
El objetivo principal que tenía esta Ley de Imprenta era el de la libertad. Debían tomarse ciertas
precauciones para que los escritores no sufrieran ninguna denuncia de su obra o de cualquier
13
Diario de Sesiones de las Cortes de 15 de septiembre de 1820, pág. 1024.
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autoridad. La solución optada fue la elección de 18 ciudadanos que compondrían una lista de
carácter anual, elaborada por las autoridades encargadas de conservar el orden público. Por primera
vez se depositó, la confianza en el pueblo. Aparecieron las primeras instituciones con caracteres de
Jurado14. Su función principal sería la de decidir con imparcialidad y por medio de una votación por
mayoría sobre si da lugar o no a la formación de la causa. Si la decisión fuera positiva, sería el juez
quien tomara las medidas necesarias respecto al impreso y al autor del mismo, quedando sometido a
un proceso judicial. Ya en el proceso judicial, de los 13 componentes restantes de la lista originaria,
deberán ser elegidos 7, para la formación del Jurado de calificación. Presidido por el juez letrado, el
juicio se desarrollará a puerta abierta oyéndose las declaraciones y alegatos, debates y resumen del
presidente, tras el cual se emitirá un veredicto.
La disconformidad de algunos diputados en torno a la primera experiencia del Jurado en España,
dio lugar a un interesante debate en las Cortes. El Diputado José María Calatrava15, partidario de la
introducción de este nuevo método, expresó su creencia a que en los casos en los que la Comisión
proponía su aplicación, podría ser perjudicial para los fines que se pretendía asegurar como eran: la
libertad de imprenta y la represión de los abusos. No le parecía oportuno el momento ni debía
precisamente tomar los delitos de imprenta como ensayo del jurado:
“La institución del Jurado tan ventajosa en Inglaterra, podrá tal vez no serlo en España¸ no se debe introducir
entre nosotros, no sin antes hacer una prueba de los efectos que causa prácticamente y de cómo es recibida por
el pueblo… es muy peligroso hacer esta prueba precisamente en una materia de las más difíciles y delicadas
que hay en la legislación criminal, cual es la calificación de ideas y opiniones manifestadas por escrito.”
Otro punto en el que se asentaba el argumento de Calatrava era el relativo al Código Penal. Creía
que hasta que el país no tuviese un Código Penal, no debía ponerse en práctica el Jurado. Aún
teniendo el anhelado Código Penal, la mejor prueba para el Jurado sería su conocimiento de
supuestos más fáciles como: el asesinato, homicidios o robos. La razón era muy básica, todos los
ciudadanos se interesarían mucho más y tendrían una mayor implicación a la hora de no dejar
impunes a los delincuentes.
El argumento crítico de Calatrava concluía centrándose en el reducido número de componentes de
las listas y en la toma de decisiones por mayoría de votos y no por unanimidad. Respecto al primer
punto, el argumento aportado estaba centrado en dar lugar a una limitación de las opciones de
Para más información del lector, componían por personas residentes en la capital de la provincia, mayores de 25 años
y serían elegidos 5 de los 18 que formaban la lista original. El modelo estaba inspirado a imagen y semejanza en el
modelo inglés, el Jurado de Acusación. Un detalle importante es la prestación de Juramento, tal y como se hacía en
Inglaterra.
15
Diario de Sesiones de las Cortes, de 26 de septiembre de 1820, pág. 1259. “Me parece que no habrá español ilustrado,
un hombre que sepa pensar, que no esté convencido de que la mayor salvaguardia de la libertad civil es el
establecimiento de los jueces de hecho, o llámense jurados”.
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recusación. Si atendemos al caso de la mayoría, creía que la influencia del modelo francés no era
recomendable y el patrón más aconsejable era el modelo inglés.
La contestación en el pleno del Diputado Martínez de la Rosa16, justificó el ensayo del jurado en los
delitos de imprenta escudándose en que tales, no pueden ser definidos por las leyes. Eran delitos no
sujetos a unas reglas inmutables y fijas, que dependían del mencionado aspecto subjetivo, una
opinión, valoración. Respecto al tema de la unanimidad, la respuesta de Martínez de la Rosa iba en
la línea de que tal decisión sólo podría darse en un público que tuviera una cierta formación y donde
hubiese tal fuerza de opinión, que fuera capaz de unificar consideraciones particulares. España no
podía ser ejemplo de ello, y la solución de la mayoría se justificaba en que no debería dejarse
impune un delito sólo por la divergencia de opinión de un solo jurado. Aun así no cerró la puerta a
la unanimidad siempre y cuando, la ilustración aumentara y las costumbres mejorasen. Pero si una
opinión debemos tener en cuenta es la del diputado Álvaro Flórez Estrada17. Contestó a todas las
oposiciones que llegaban por el sector crítico de los diputados de las Cortes:
“Mientras no tengamos Jurado, considerare a mi Patria sin verdadera libertad”.18
La ley, aprobada el 22 de octubre de 1820, fue el primer paso de la andadura del Jurado. Los medios
estaban asentados, la ley aprobada y todas las posturas claras. Pero la invasión francesa volvió a
traer la derogación de la Ley de Imprenta, y con ella la interrupción del funcionamiento del tribunal
del Jurado.
No se puede evaluar esta primera experiencia juradista, porque el tiempo de funcionamiento de la
Ley de Imprenta fue demasiado breve como para emitir un juicio sobre su eficacia. Pero sí podemos
concretar el fin por el que se aprobó la Ley de Imprenta. España, durante en el Trienio Liberal, era
una nación dividida en ideologías irreconciliables. Los jueces de hecho que salían elegidos desde un
determinado partido, siempre manifestaban su desacuerdo con las ideas de los escritores contrarios
a sus pensamientos. Por lo que el escrito no sería puesto en duda en el caso de que el escritor
profesara la misma ideología que los jueces de hecho.
El periodo es muy breve como para emitir una opinión sobre su éxito o sobre su fracaso. La
diferencia ideológica entre los diputados conservadores y los más liberales y su distancia de
posturas en torno a la introducción de la institución, los distintos niveles de conocimiento dentro ya
no sólo de la sociedad, sino de las Cortes, y por último los veredictos cargados de alto contenido
partidista, hacen que del primer intento saliese una institución contaminada y sin una base
sostenible. Los diputados no manifestaban una línea unificadora, y por lo tanto no se veía trasladada
Diario de Sesiones de Las Cortes, de 26 de septiembre de 1820, Págs. 1266-1267.
Diputado asturiano, exiliado en 1814 a Inglaterra por la reacción absolutista, buen conocedor de las instituciones
inglesas y defensor apasionado del jurado.
18
Diario de Sesiones de Las Cortes, de 26 de septiembre de 1820, págs. 1266-1267.
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a los jueces de hecho. El resultado fue un funcionamiento deficiente mostrando muchos más
defectos que virtudes. Se debe añadir la inestabilidad que reflejaban las condiciones socio-políticas
de la época, con la nueva invasión francesa. La institución no tuvo tiempo para desarrollarse, ni
pulir los errores propios de cualquier novedad. El arraigo entre los políticos españoles sobre esta
figura, tendría que esperar.
4) EL JURADO EN LA CODIFICACIÓN DEL TRIENIO
Iniciado el funcionamiento del Jurado con competencia para conocer de los delitos de imprenta,
quedó patente que el interés por el Jurado era evidente. La aparición de nuevas obras especializadas
en él y la atención que algunos diarios prestan a sus incidencias, son prueba clara de ello.
Por entonces, dos comisiones legislativas, habían empezado a trabajar en la elaboración del Código
Penal y del Código Procesal, con el propósito de dotar al país de una legislación más moderna
acorde a la época. Pretendía ponerse al mismo nivel al que iba avanzando la sociedad y actualizarse,
para tener una legislación útil y racional. Los códigos penales y de enjuiciamiento criminal, debían
ser las dos parcelas jurídicas en las que se ubicara la Institución del Jurado. Se vio como una
oportunidad de introducir en los respectivos proyectos la figura de los jueces de hecho, regulando
sus competencias y actuaciones.
El proceso de elaboración de ambos códigos sería el mismo.19 La ubicación del Jurado como
institución procesal se situaba en el código de procedimiento, pero su competencia sobre asuntos
penales, justificaba su regulación en el Código Penal. La línea de actuación conducía al propósito
constitucional de dotar al país de leyes modernas. Dentro del Código Penal se regulan varios
artículos que aluden a los jueces de hecho, aunque de una forma circunstancial. Casi era una
mención de pasada y por encima sobre la figura del juez lego. La razón era que no correspondía
propiamente al Código Penal ni la creación ni definición del sistema de jurados.
La comisión de elaboración concluyó su trabajo admitiendo el Jurado como una figura de ensayo y
sólo en los términos que recogía la Ley de Imprenta que ya hemos examinado. El ambiente era
favorable pero se buscaba la forma más ventajosa por la cual pudiera acoplarse al sistema judicial
español, que sería el Código Penal. Otorgó al Jurado amplias competencias. Una vez aprobado el
Código Penal, la polémica suscitada en torno al Jurado y Código Procesal Criminal, se hubiera
reducido al máximo.
Para más conocimiento del proceso de elaboración de los Códigos, Penal y de enjuiciamiento criminal, he de añadir
que una comisión de las Cortes se encargaría de redactar un anteproyecto que posteriormente sería sometido a un
informe de las Audiencias, Colegios de abogados, Universidades y otros centros cualificados relacionados con el
Derecho, con cuya contribución se les comprometía moralmente en la tarea legisladora. Las observaciones recogidas y
formulados por la comisión, el texto que resultase, sería objeto de discusión y aprobación en las Cortes.
19
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El Proyecto de Ley del Código Penal, centra en el tema de los jueces de hecho en los artículos: el
104 y el 11020. Las referencias hechas tanto a los jueces de hecho como a los de derecho, respecto al
conocimiento de cualquier causa criminal en general, tienen su eco en la observación hecha por la
Audiencia Territorial de Castilla la Nueva:
“Sin que preceda en el Congreso el examen y aprobación del Código de procedimientos en los juicios
preliminares, en el que deberá ocupar un lugar muy principal la determinación de si se ha de establecer o no el
Jurado en todas las causas criminales, mal podrán aprobarse ni aun discutirse leyes algunas que supongan
establecidos los jueces de hechos distintos de los de derecho, pues eso sería ya prevenir el juicio, y dar por
adoptada una institución que aún se duda si se aprobará”.21
Por lo tanto, si las Cortes llegado el momento de discutir el Código de Procedimiento Criminal,
estimasen que aún no procedía la admisión del Jurado respecto a las causas penales, las
disposiciones del Código, serían innecesarias. Si en caso contrario lo aceptasen, se establecería el
Código del Procedimiento Criminal como contenido de desarrollo de la figura del Jurado,
conteniendo las reglas de elección, cualidades y facultades, incluyendo la regulación en la misma
línea en la que es recogida por el Código Penal.
El Código siguió su marcha hacia su aprobación. Entre los días 28 y 31 de diciembre de 1821, se
trataron en las Cortes los artículos 104 y 110. Durante los debates se volvió a poner de manifiesto la
falta de preparación del país y surgieron las voces que advertían de la peligrosidad de incluir la
figura del Jurado en el proceso penal español. El Diputado González Allende consideró que los
medios no eran los adecuados para garantizar un correcto funcionamiento del Jurado. Además alegó
a la situación de defensa partidista que daría como resultado un clima violento, al utilizar la figura
del Jurado como un instrumento de persecución22:
“Los jurados que por una inevitable fatalidad pertenezca a un partido cualquiera, serán los
instrumentos de persecución se todos los que pertenezcan a otros partidos, aunque no tengan
otro delito que el de pensar de otro modo”.
La visión del Diputado Felipe Navarro, criticaba la falta de ilustración, estableciendo que un país, si
de verdad se siente capacitado para llevar a cabo, todas las líneas de actuación y de cambio que
requiere para un Estado Liberal, debe haber interiorizado y saber cómo actuar conforme a los
principios que exige este determinado Estado:23
Si profundizamos en que dicen los artículos, debemos aclarar que el artículo 104 no detalla que los jueces de hechos
están encargados de conocer un delito que lleve una sanción indeterminada, para especificar el grado de la pena
atendiendo a la gravedad de aquel y a las circunstancias que expresa el mismo Código Penal. A su vez el artículo 110 da
permiso al juez de derecho a suspender la aplicación de la pena y a obligar a los de hecho a emitir una segunda
declaración cuando la primera, contraria al resto, resultara manifiestamente injusta.
21
Observaciones hechas por la Audiencia territorial de Castilla la Nueva al Proyecto de Código penal remitido por el
Gobierno, de orden de las Cortes, el 18 de junio de 1821, Madrid, pág. 13.
22
Diario de Sesiones de las Cortes, de 28 de diciembre de 1821, pág. 1512.
23
Diario de Sesiones de las Cortes de 29 de diciembre de 1821, pág. 1514. En esta acta podemos encontrar las
declaraciones del diputado Felipe Navarro.
20
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“Una nación que se considere con capacidad necesaria para recibir un sistema
absolutamente liberal debe considerarse con igual capacidad para manejar todos los
principios en que se funda este sistema liberal”.
El Código Penal, fue aprobado y sancionado por el Rey, en 1822, entrando en vigor el 1 de enero de
1823. Pero justo antes de la puesta en práctica del Código Penal, fue derogado por la nueva
restauración absolutista.24
Respecto al proyecto de Código Procesal, no se volvió a hablar de él. ¿La causa?, el tiempo en el
cual se concibió no fue el más propicio para que pudiera ser desarrollado y se convirtiese en una
Ley. La llegada del periodo absolutista y su tardía y lenta elaboración, hicieron que ni siquiera se
tuviera tiempo de ser discutido en las Cortes.
Si examinamos su contenido, tal y como hemos hecho con el del Código Penal, recogía una
regulación del Jurado en torno a la atribución de competencias para conocer sobre procedimientos
en negocios graves (artículos 279 al 545). La catalogación de los delitos fue muy complicada
debido a que el Código Penal que debía establecer los delitos y las penas que el Jurado debía
atender, fue derogado, tal y como hemos detallado.
Respecto a la parte que nos interesa del proyecto de Código Procesal Criminal, se contemplaba un
doble Jurado de acusación y calificación. Ante ellos se desarrollaría un juicio oral siguiendo las
pautas que fueron marcadas en la Ley de Imprenta, ya vistas en páginas anteriores. El modelo inglés
era el elegido para desarrollar la institución.25Por primera vez se concebía un Jurado que entendiese
de los delitos graves. El límite de sus competencias era el de los delitos cometidos por las
autoridades y ciertos delitos públicos.
Hay que tener presente que la decisión de los jurados se basaba siempre en una valoración según su
conciencia. Los acuerdos que se adoptasen serian por mayoría de los votos. La unanimidad estaba
presente como posibilidad, pero se veía requisito demasiado exigente como para exigirlo a una
figura aún demasiado joven y con poco desarrollo, que estaba dando sus primeros pasos. Por ello, se
La entrada en España de los Cien Mil Hijos de San Luís, cumpliendo lo establecido en el Tratado de Verona, supuso
el nombramiento según las prerrogativas, como monarca absolutista al Rey Fernando VII. Su Decreto del 1 de octubre
de 1823 dejó sin efecto y sin valor no solo la Constitución de Cádiz de 1812, sino también, todas las leyes y decretos,
promulgados desde el triunfo del General Riego. Por lo tanto lo establecido para la actuación de los jueces de hecho
quedo totalmente anulado.
25
Para más información del lector, debemos hacer un resumen del procedimiento de actuación de la institución, según
las reglas recogidas en el proyecto del Código procesal criminal. El Jurado se constituiría en cada distrito, que abarcaba
entre tres o cuatro partidos judiciales. Se componía por ciudadanos mayores de 30 años, vecinos, alfabetizados, no
inhabilitados ni imposibilitados, y destacar además que debían ser contribuyentes por rentas de más de 1000 reales, o
universitarios, oficiales del Ejército o profesionales con un sueldo superior a más de 4000 reales. El Ayuntamiento
intervenía en la elaboración de las listas de cada partido, siendo los jefes políticos y a las Diputaciones provinciales los
que elegían a los jueces de hecho. El Jurado de acusación, tenía la misión de declarar si había lugar o no a la
prosecución de la causa, en virtud del sumario de la acusación del Fiscal, examen de testigos y documentación
presentada por ambas partes. El Jurado de calificación, presidido por el Magistrado de la Audiencia, será el encargado
de emitir, tras un juicio oral, un veredicto de calificación de la pena.
24
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estableció que la declaración de culpabilidad por dos tercios de los jurados, era medida suficiente
para salvaguardar la inocencia del acusado.26
Detallada la pretendida codificación que se quiso realizar para recoger el Jurado, debemos prestar
atención a las opiniones relevantes desde las voces más expertas sobre el derecho, Las Audiencias,
siempre con el fin de lograr el funcionamiento más justo posible del Jurado.
Relevante es la opinión de la Audiencia de Castilla la Nueva, tras el análisis del proyecto, en base a
una Real Orden de enero de 1822. Su petición se centraba en que en el caso de establecerse la
institución, las competencias fueran de la menor extensión posible27. Pretendía alejar al Jurado de
los conocimientos de delitos que requerían cierta visión y valoración subjetiva, como los delitos de
conspiración y maquinación que tuvieran que ver con ideas políticas. No veían al pueblo con el
suficiente conocimiento y capacidad como para valorar cuestiones que requirieran un nivel de
preparación y cultura, muy alejado a la formación que tenía el pueblo llano por aquel entonces.
“En la situación de la España, al establecerse el Jurado, deben nuestros legisladores caminar, a juicio de la
Audiencia, a paso lento y en observación de todos los peligros que puedan exponerse en su marcha”.
Además, la introducción del doble Jurado entorpecía el procedimiento y lo alargaba, suponiendo un
aumento de los gastos. La solución que propuso fue la eliminación del Jurado de Acusación28. El
Juez que presidía el Jurado de Calificación sería suficiente como para conocer en base al sumario
del fiscal y las pruebas y testimonios presentados por las partes, decidiendo si el procedimiento
debía o no continuar.
Todas estas opiniones no muy favorables sobre el Jurado, venidas desde los estamentos judiciales,
no influyeron en el ánimo de los miembros de la comisión legislativa. Los comisionistas seguían
con la intención de que el proyecto fuera presentado y discutido en las Cortes. Había costado que en
la política española se introdujese la figura del Jurado, pero parecía que por fin se había logrado.
Ahora el problema pasaba a ser cual es el medio de llevarlo a cabo. En principio, la codificación de
las normas penales, fue un elemento esencial. Se había encontrado una vía que parecía razonable
seguir para lograr la futura implantación del Jurado en el proceso penal español.
5) LA ERA ISABELINA: EL JURADO Y LA LIBERTAD DE IMPRENTA
La Restauración Absolutista de 1823 supuso un nuevo freno para los intentos de establecer e
integrar el Jurado. Trece años después, en 1836, volvió a renacer la idea de libertad de imprenta y
Debemos añadir que también existía la posibilidad de revisión del veredicto del Jurado de calificación, en el caso de
que el Magistrado, encontrase infundada la calificación de culpabilidad dada por los jueces de hecho. El recurso de
nulidad se formalizara en el caso de que hubieran faltado alguna de las formalidades que establecida el Proyecto.
27
Observaciones de la Audiencia de Castilla la Nueva sobre el Proyecto de Código de Procedimiento Criminal, Pág. X.
28
Observaciones de la Audiencia de Castilla la Nueva sobre el Proyecto de Código de Procedimiento Criminal, Pág.
XII.
26
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por lo tanto, que los delitos cometidos por este medio fueran conocidos y juzgados por jurados
populares conforme a la forma prevista de la ley de imprenta de 1820 y 1822.
La Constitución de 1837, manifestó en su artículo 2 de forma expresa, el conocimiento por medio
de los jurados, de los delitos cometidos por imprenta29. El artículo sacaba de cualquier duda.
“La calificación de los delitos de imprenta corresponde exclusivamente a los jurados”.
Se miró con más recelo la extensión de sus facultades para poder conocer sobre toda clase de
delitos. El medio político y legislativo sí que había dado un paso más con el artículo 2, pero aún no
consideraban suficiente la madurez social de la época, como para hacer extensible a todas las causas
penales la actuación del Jurado. La solución sería el artículo 65 de la citada Constitución de 183730.
Podemos interpretarlo como una vaga promesa futura, de que el jurado podrá conocer de todos los
delitos en un tiempo ulterior, pero hasta entonces, debía mantenerse la cautela, y ceñirse sólo a las
normas y supuestos que recogían las leyes, respecto a la actuación del Jurado.
“Las leyes determinaran la época y el modo en el que se ha de establecer el juicio por jurados para toda clase
de delitos”
Este articulo 65 no dejo indiferente a las opiniones de la clase política. El Diputado Vila expresó de
forma tajante su opinión a favor de un establecimiento inmediato del Jurado. Se basaba en el retraso
que sufría España, con respecto a los países de su entorno en el tema de la Administración de
Justicia Penal. Consideraba que España estaba ya obsoleta daba una imagen de ignorancia y poca
voluntad de evolución y adaptación a los tiempos.31
“Siento, señores, el honor nacional humillado, cuando apenas podemos salir de nuestras fronteras sin que
pisemos terrenos de otra nación vecina, en la que si delinquimos, seremos juzgados por jurados, ¿Y en España
no ha venido el día para establecerlos? ¿Sabéis, señores, lo que vais a decretar? Que España es la más
ignorante, la más desmoralizada de cuantas naciones la rodean…”
La respuesta en la misma sesión, por el Diputado Antonio González32, e puso de manifiesto que la
tardanza en admitir la figura del Jurado, no era debida a la desconfianza hacia aquél como
institución. Si no la falta de oportunidad y de elementos institucionales necesarios para que el
Jurado tuviese una función útil y reconocida dentro de la sociedad. Apelaba al marco poco
apropiado que suponía la larga Guerra Carlista como gran impedimento. No había dudas respecto al
jurado como institución pero debía solucionarse la situación de inestabilidad provocada por los
continuos conflictos bélicos.
El artículo 2 de la Constitución de 1837.
El artículo 65 de la Constitución de 1837 establecía.
31
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes de 27 de abril de 1837, pág. 3041. En esta acta podemos encontrar las
palabras dichas por el diputado Vila durante su intervención en el debate de las Cortes.
32
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes de 27 de abril de 1837, pág. 3042.
29
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Resultado de todos los debates fue la aprobación del artículo 65. El Jurado no fue aún establecido,
pero se reconoció constitucionalmente de forma expresa. Las Cortes ordinarias serían la clave,
teniendo la última palabra al respecto.
En cuanto a la Ley de Imprenta, hemos ido observando que es una relación prácticamente de
conveniencia siempre que se trata el Jurado. Una ley del 17 de octubre de 1837 la restableció y con
ella, el Jurado restringido, tal y como preveía la Constitución de 1837.
En 1844, la regulación en torno al jurado sería alterada debido al Decreto 10 de abril. Estas
modificaciones serán un preludio a lo que veremos a partir de 1845, ya que el carácter moderado de
la Constitución de 1845 volvió a suprimirlo. Las reformas introducidas por el Decreto de 1844,
impulsado por González Bravo afectan a la confección del Jurado, convirtiéndolo en una institución
selecta a la vez que clasista.33Se consideraba que los que tenían que formar parte de la composición
del Jurado debían ser miembros de las clases más altas. Los constitucionalistas consideraban que las
clases más altas estaban dotadas de mayores conocimientos que les permitieran encontrar el nivel de
certeza necesario en los hechos. Daban una garantía sostenible e imparcial que tuviese una
repercusión social tal, que la figura del Jurado fuera considerada como un instrumento adecuado.
Con ello se pretendía conseguir que el Jurado estuviera en manos de unos pocos.
La labor de formación de los Jurados correspondía a las Diputaciones Provinciales que eran las
encargadas deformar las listas, sólo compuestas por profesionales y contribuyentes con un
determinado nivel de renta. Se elevó además la edad de 25 a 30 años para ser jurado.
Tras la caída de Espartero surgió una ideología más conservadora, comenzando una etapa de
carácter moderado. Desde el sector más conservador, eran más reacios a la entrada del Jurado, tal y
como lo veremos reflejado en la Constitución de 1845.
El Jurado seguía sólo centrado en los delitos de imprenta, aunque por poco tiempo, porque la
Constitución de 1845, sancionada por Isabel II el 23 de mayo de 1845, lo ignoraba. Este Texto,
declaraba como lo hizo su predecesora: “Los juicios en materias criminales serán públicos, en la
forma que determinen las leyes”. Pero a diferencia de la Constitución de 1837, ni se aludía al
Jurado ni para los delitos de imprenta, ni dejaba ninguna puerta abierta hacia una futura
incorporación de la institución para los delitos restantes.
Para más información del lector y darnos cuenta de este carácter, es conveniente leer lo que expresa el Preámbulo de
este Decreto:”Si las personas que lo componen no ofrecen a la sociedad las condiciones de propiedad y de saber que son
necesarias para asegurar el acierto y la independencia de los fallos, el juicio por jurados en vez de ser una garantía de
moderación y de imparcialidad en el delicado uso del derecho de emitir el pensamiento, se convierte en una ficción
tanto más funesta cuanto que tiende a dejar impunes los delitos conservando las formas y los ignorantes los que pueden
ser jueces en las graves cuestiones que la imprenta suscita, y triste y desastroso fuera su porvenir si bajo tan débil
amparo se acogiese. Recogido en Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica:
Los tribunales de Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 105.
33
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El Decreto de 6 de julio de 1845, suprimía el Jurado aún en vigor. El gobierno no creía en las
competencias de éste para conocer los delitos de imprenta y consideraba que mientras siguiese así,
no se podrían contener los abusos sometidos a aquella jurisdicción. En su lugar estos delitos los
conocería un Tribunal especial de imprenta, integrado por un magistrado y 5 jueces de primera
instancia.
Un Decreto de 1852 presentado por el Ministro Juan Bravo Murillo, restauró al Jurado para conocer
sobre los mismos delitos. Se impondrían ciertos límites a su composición y competencia y no sería
hasta el 21 de diciembre de 1855, cuando se elaborase una ley que confirmaría la competencia de
éste respecto de los delitos de imprenta. La restauración completa se llevaría a cabo en 1856 por
medio del Acta adicional a la Constitución de 1845, por la cuál se subsanaría el olvido de ésta
respecto al Jurado.34
”La calificación de los delitos de imprenta corresponde a los Jurados, salvas excepciones que determinen las
leyes”.
Los resultados fueron prácticamente efímeros y sin tiempo para su actuación, un Real Decreto de
1856, volvió a dejar sin efecto el Decreto de 1852, rigiendo sólo lo que se regulase y recogiera la
ley de 1845.
Intermitencia y poca estabilidad de la Institución durante este periodo. Pero al menos pudo servir
para que se mantuviera y madurara un poco más la idea de la administración de la justicia por los
jueces de hecho. Empezó a vincularse la idea de implantación y regularización del Jurado, con la
coincidencia de los periodos políticos liberales.
La idea de un Jurado con amplias competencias no había desaparecido. En 1854, el Partido
Democrático reclamó el derecho a ser juzgado por el jurado popular. Aunque en un clima de tan
reiterados y frecuentes cambios, era difícil encontrar algún periodo de tranquilidad y calma que
fuera oportuno para que la institución pudiera desarrollarse y arraigase. Puede ser una justificación
valida, para seguir respaldando el apoyo al Jurado en esa época y que todavía quedasen partidarios
de la Institución. Defensor de este argumento fue Ortiz de Urbina, que ofreció un testimonio ante el
Congreso de los Jurisconsultos celebrado en 1863:
“Hemos visto los inconvenientes del Jurado en la corta época en la que desgraciadamente vivió semejante
institución entre nosotros, cometiendo injusticias, absolviendo a grandes culpables y condenando por venganza
a muchos inocentes. Para ejercer el cargo no hay en todos los ciudadanos igual aptitud… En muchos casos la
calificación y apreciación de los hechos es más difícil que la aplicación del derecho”.35
El artículo 1º del Acta de 1856
Referencia de Saldaña, Quintiliano, “La Ley del Jurado comentada. Estudio Preliminar”. Glosas. Madrid, 1935. Pág.
36.
34
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6) 1868-1875 EL SEXENIO: EL JURADO EN MATERIA CRIMINAL
En 1868, con el triunfo de la Revolución, a la Reina Isabel no le quedó otra opción que la de
exiliarse a Francia. Dio lugar a una situación de vacío en el Gobierno, constituyéndose una Junta de
gobierno provisional en Madrid, presidida por Serrano, estando entre sus miembros una figura tan
destacada como la del político liberal Juan Prim y Prats, gran impulsor de la Revolución, ayudado
por su posición de Ministro de Guerra. En su programa llamado “De Conciliación”, se establecían
los pilares en los que estaría sustentado su gobierno. A través del Manifiesto del 25 de octubre se
destacaban como principios fundamentales: soberanía nacional, sufragio universal, los derechos y
libertades, la unidad de legislación y de fueros y el tema más importante para el presente trabajo, la
instauración del Jurado.
El Jurado se reivindicó como una institución democrática imprescindible. Esa oportunidad llegó con
la Constitución de 1869, denominada “La Gloriosa”, que dio lugar a la etapa llamada “Sexenio
Revolucionario”. En enero de 1868, el Gobierno presentó a las Cortes un proyecto de ley36 para
formar la orgánica de los tribunales y del procedimiento en materia criminal que se iba a llevar a
cabo. Implicaba introducir modificaciones y reformas que permitieran la adecuada y correcta
aplicación del Código Penal de 1848, que aún estaba vigente. Pretendía elaborarse una ley que
contemplara el juicio oral y público concentrándolo en una única instancia. En este punto surgía un
“pero”, el tema del Jurado no fue mencionado en ningún momento.
El 3 de febrero, la comisión que se encargaba de informar sobre el proyecto de ley, emitió un
dictamen donde tampoco el Jurado fue mencionado. Llegado el proyecto de Ley a su aprobación en
el Senado se produjo un intercambio de impresiones sobre el Jurado. Fue un hecho significativo que
el Jurado no estaba desaparecido en la idea de los legisladores y que aún seguía latente.
El Senador Sebastián González Nandín37, expuso la relación que existía en Europa el juicio oral con
el Jurado. Aún con todo, no era partidario del juicio oral. La razón era el conocimiento que tenía
sobre el atraso moral y la influencia de pasiones que sobre los ciudadanos de las provincias recaía,
lo que le hacía tener un cierto grado de desconfianza de la actuación oral y pública de los testigos.
Un miembro de la comisión, García Gallardo, intentó contrarrestar su argumento, convenciéndole
que el juicio oral era independiente del Jurado. Fue una declaración de la que podemos destacar el
interés de la comisión por el juicio oral, y no por el Jurado.38
Diario de Sesiones del Senado de 17 de enero de 1686, apéndice del diario Nº 7, Proyecto presentado por el Gobierno
de Su Majestad para formar la Ley Orgánica de Tribunales y la del procedimiento en materia criminal, reformando las
que ya existían entre tanto.
37
Diario de Sesiones del Senado de 17 de febrero de 1868, pág. 158.
38
Diario de Sesiones del Senado de 17 de febrero de 1868, pág. 158, en la cual se detallaban las palabras de García
Gallardo.
36
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“El Jurado tiene dos conceptos: de garantía política y de institución judicial. Bajo el aspecto de garantía
política me parece muy eficaz contra ciertos atentados en los pueblos donde hay siquiera condiciones normales;
donde se anda con trabucos, no puede haberlo, se viene al estado natural, no hay otra que la justicia prebostal,
pero donde no es así, me parece una buena institución judicial y mucho más en España. Así lo cree la Comisión
de Códigos, antigua y moderna, que se compone de hombres de todos los colores políticos, aun mas exagerado,
que creen como yo que será una calamidad para España el Jurado”
Parece que la Constitución de 1869 no distaba mucho de lo que figuraba en los textos de 1812, 1837
y 1856. Sí que habría una diferencia, y es que se conseguiría el propósito de ejecutarlo. El ambiente
político era favorable, para dar el paso arriesgado de apostar por una figura inmadura. Entre los más
convencidos se encontraba el juradista Tomás Rodríguez Pinilla, quien el día 28 de noviembre de
1869, presentó ante las Cortes una proposición de ley estableciendo las bases para una organización
judicial y la reforma de las leyes del procedimiento civil y criminal. Consideraba al Jurado como
una figura para alcanzar la verdad.
“prenda de seguridad para el ciudadano, estímulo para su enaltecimiento, elemento de orden, condición de
libertad”39.
Planteaba un Jurado ideal, para que pudiese ser aplicado no sólo al procedimiento criminal, sino al civil
también. Se respetaría el espíritu de la institución, pero adaptándose a las circunstancias que requiriese el
país. Esas circunstancias exigían un Jurado especial, donde los miembros no serían nombrados por una u otra
autoridad, sino que debían ser elegidos por medio de sufragio entre todas las clases que pagasen sus
correspondientes impuestos al Estado. Esa pertenencia y sentimiento a un Estado, debía conllevar un
derecho/deber de poder colaborar y participar en la administración de justicia.
La estructura del Jurado propuesta se componía de doce jurados, presididos por un juez de derecho. Los
jurados resolverían sobre cuestiones de hecho, emitiendo un veredicto que sería inapelable y sólo cabría
recurso de casación contra la sentencia, alegando vulneración de cualquier formalidad durante el proceso.
Hubo otro reconocimiento que daría aún más consistencia al efectivo establecimiento del Jurado, que sería la
“Ley provisional” sobre la organización del poder judicial, promulgada el 15 de septiembre de 1870. El
contenido de la ley establecía el juicio oral y público, ocupándose del Jurado en su artículo 276 y
reconociéndole competencia sobre todos aquellos delitos que le correspondiese por ley. Conocerá de los
delitos con penas superiores a las de presidio mayor, añadiendo los de lesa majestad, rebelión y sedición, en
cualquier grado de penas establecidas para ellos. Estas facultades de conocimiento provocaron discrepancias
y temores. Entre las opiniones que van desde mantener el Jurado en el conocimiento sólo exclusivamente de
los delitos de imprenta, hasta los que ampliarían a lo sumo a los delitos políticos. Se ponía de manifiesto,
que aún quedaban resquicios de desconfianza.
La instauración siguió su rumbo, quedó patente como figura que conformaría parte de las instituciones
judiciales del país, en el discurso de apertura del Presidente del Tribunal Supremo en 1871, don Pedro
Gómez de la Serna:
39
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, de 1 de diciembre de 1869, apéndice 1, núm. 172.
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“…había pasado el tiempo en que por sistema se prescindía llevar a efecto los principios capitales escritos en
la ley fundamental del Estado…”.
Aludiendo al Manifiesto del 25 de octubre de 1868, consideraba al Jurado como un pilar básico en
el que se sustentase el sistema del Estado, y tal como estaba instaurado, debía obedecerse y
cumplirse. Aún así pedía que se adoptasen las máximas precauciones sobre capacidad,
imparcialidad e independencia de los llamados a constituirse como jueces de hecho. Se pretendía
garantizar de esta forma el mayor acierto y respeto, asegurando así una adhesión general,
convenciendo a la población de la utilidad del Jurado.
Otro punto importante de esta etapa, es la Presidencia del Gobierno de Juan Prim. Encargó al
Magistrado Gil Sanz, la elaboración personal de un proyecto de ley del Jurado. Esta elaboración del
proyecto duró hasta 1872, tiempo en el que el Ministro de Gracia y Justicia, Montero Ríos, disolvió
la comisión legislativa, optando por unas comisiones especiales que se encargarían de desarrollar lo
contenido en la Constitución de 1869. Uno de estos propósitos incluía al Jurado y su instauración
dando lugar a un proyecto de procedimiento criminal.
La comisión inició su estudio aprovechando el proyecto ya comenzado por Gil Sanz, concluyéndolo
y remitidiéndolo al Ministro Montero Río. En su discurso de apertura de los tribunales el 15 de
septiembre:
“El Jurado se impone a la administración de justicia de nuestra época, como en otra anterior se impusieron los
tribunales de derecho y el procedimiento escrito. Es, pues, El Jurado una necesidad inevitable en estos tiempos,
es una condición de vida de un pueblo libre, que recibimos con aplausos los que política y científicamente somos
sus decididos defensores, y a la que tendrán que resignarse sus adversarios como se resigna siempre el hombre
ante la fatalidad de los hechos”.40
Todo el trabajo realizado por la comisión se quedó en un proyecto nuevamente. El Ministro
impulsor lo modificó y redujo la extensión de muchos artículos y suprimió lo relativo al recurso de
casación. El resultado de todas las reformas, fueron 128 artículos insertados en la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, que sería promulgada el 22 de diciembre de 1872, ocupando el Título IV
del Libro II. Con la promulgación de la ley “provisional” de Enjuiciamiento Criminal, se dotaba de
un marco legal a la institución. Había nacido en España el Jurado amplio y sólo quedaba ponerlo en
funcionamiento meses después. Era una figura nueva y frágil, carente de las lecciones que pudieran
haber dado experiencias anteriores.
El mismo 22 de diciembre, el Ministro Montero Ríos, comunicó que el Jurado empezaría a regir en
la Península, Baleares y Canarias desde el 15 de enero de 1873. Se compondría por 12 jurados y tres
magistrados. El presidente de la sección de derecho lo será del tribunal. Se reconoce a los
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 118.
40
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magistrados ciertas facultades sobre los jurados, concediéndoles cierto grado de preponderancia a
otorgarles un derecho de inspección y de veto.
Cuestión más complicada fue la de delimitar y concretar las funciones y competencias del Jurado.
Se fijó que los jurados deberían establecer la declaración de culpabilidad o inculpabilidad del
procesado y los jueces de derecho tendrían la función de fijar las penas correspondientes sobre los
delitos en los que se hubiera declarado culpable al acusado. Serían además los jueces de hecho los
que cargaran con la responsabilidad de considerar los agravantes y atenuantes, así como, diferencias
entre los delitos frustrados de los de tentativa. Hemos de decir que la separación entre derecho y
hecho, parece confusa y no muy clara, debido a que puede percibirse cierta intromisión por parte de
los jueces legos en la función de los magistrados. Si lo observamos en cambio desde otra
perspectiva podemos entenderlo como una compensación a la preponderancia y superioridad de
estatus que podría darse por parte de los jueces de derecho, que son responsables de instruir a los
jurados en la doctrina jurídica.
Por lo tanto los magistrados tenían en sus manos el juicio y en cambio los jurados salvaban lo que
establecía el mandato constitucional. El Jurado sería una especie de visión de la conciencia pública,
considerando como un derecho lo que era una obligación. Este factor condujo a una política de
elección de los jurados más flexible y amplia, exigiendo menos condiciones: ser español, mayor de
30 años, alfabetizado y cabeza de familia. Eliminando de este modo la exigencia de un determinado
nivel de rentas.
Debemos hacer referencia a un aspecto que no se puede dejar pasar por alto, como es que el Jurado,
tal y como se detalló en el “proyecto” de ley de Enjuiciamiento Criminal, es único. Es decir, se
prescinde del criticado Jurado de acusación, por parte de las opiniones políticas ante la posibilidad
de que supusiese una dificultad y complicación en torno al sometimiento de los jueces de hecho a
cuestiones de tipo jurídico, que son más propensas a conocer los jueces de derecho.
Merece especial atención al carácter gratuito, obligatorio e irresponsable del cargo de jurado. Se
pretendía elevar y enaltecer el prestigio de la institución por medio de los caracteres de gratuidad y
de obligatoriedad. Había conciencia de que tal responsabilidad debía de imponerse para preservar su
importancia y estatus. Al igual que el carácter de gratuidad, porque si hubiera una prestación
económica de por medio, sería rebajarlo a la altura del egoísmo que podría darse entre las personas
que debieran ejercer el cargo.
No haremos referencia al funcionamiento y formación del Jurado debido a que el sistema de
elección y de procedimiento varía muy poco conforme a lo recogido en épocas anteriores. Por lo
tanto sería un tema que nos detendría y no llegaría a aportarnos nuevas cosas. Es preferible
centrarse en las primeras reacciones que surgieron durante la puesta en práctica de la institución. Ya
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antes incluso de conocerse el texto definitivo de la ley de Enjuiciamiento Criminal en lo referente al
Jurado, aparecieron artículos de prensa y voces críticas contra lo que se estaba gestando. Las
actuaciones de los jurados constituidos en algunas provincias darían lugar, a algunas lecturas en
torno a la institución y su funcionamiento.
Una de estas reacciones la encontramos en la Revista de los Tribunales, que se publicaba el 28 de
junio de 1873, donde bajo el título “Fatales consecuencias”, centrado en un posible malgasto del
presupuesto y falta de provisión de fondos. Se llegaba a pedir la disolución del Jurado, apelando a
que la situación económica del país no estaba preparada para soportar sobresueldos de los
magistrados y funcionarios del ministerio fiscal.41
Tomando este artículo de referencia como una de las tantas voces críticas que propiciaron una
atmósfera negativa y de oposición de la ley. Aún con esto, centrándonos en las opiniones más
importantes como son la de los fiscales ante las actuaciones de los jueces de hecho, fue considerada
como una aportación y contribución hacia una mejor administración de justicia, permitiendo llegar a
donde inicialmente el procedimiento y la justicia tradicional no podían.
Pero el elemento principal y de referencia que hará ver la efectividad y eficacia del Jurado es la
opinión pública. Los ciudadanos son los actores susceptibles de comprobar el funcionamiento del
Jurado, ya sea de forma activa o de forma pasiva. No eran tiempos fáciles para el desarrollo y
afianzamiento de la institución como hemos ido manteniendo a lo largo del trabajo debido a la
inestabilidad que provocó la Guerra Carlista de 1872 que afectaría a más de la mitad del territorio
nacional. El 11 de febrero de 1873 abdica el Rey demócrata, Amadeo de Saboya y se proclama la
República, terminado con la restauración borbónico-alfonsina que triunfará al terminar 1874.
Debía hacerse un seguimiento del funcionamiento de la institución y los primeros informes que lo
reflejaron vinieron desde las Audiencias. Las Audiencias expresaban informaciones y sugerencias
con el fin de una mejora en la función de la institución. Los resultados reflejados de los informes
fueron casi unánimemente negativos acerca del funcionamiento. Aún así eran informes individuales
de la experiencia de cada una. Esa era la razón que manifestaba la dificultad de hacer por este
medio un estudio global, debido a que cada Audiencia contaba sus propias experiencias.
Interesa también conocer la opinión general sobre aspectos más concretos de la Ley. Así lo creyó
necesario el nuevo Ministro de Gracia y Justicia, Manuel Alonso Martínez, tomando un papel
protagonista en las posteriores alteraciones que sufriría el Jurado. Mandó elaborar una encuesta de
doce puntos sobre el Jurado para que fueran contestadas por los Presidentes de las Audiencias y de
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 127.
41
Diario de Sesiones de las Cortes de 20 y 22 de mayo de 1882, respectivamente págs. 3641 y 3614.
41
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los Fiscales. Esta encuesta podría dar una imagen de no haber un pleno convencimiento de los
beneficios que suponía la institución.42El resultado de los datos reflejados al analizar la encuesta
repartida fue nuevamente adverso y volvió a suponer un obstáculo. Se frustraban de cierto modo las
ilusiones puestas por los defensores acérrimos de la institución y complicaban su futuro. Entre los
distintos motivos de las Audiencias, algunas por su corta experiencia y casi nula práctica de la
institución y otras influenciadas por la Guerra Carlista, impidieron una normal aplicación de la ley
al influenciar en un torpe desplazamiento de los jurados y testigos y en las comunicaciones.
No todas tuvieron esta nota negativa. La Audiencia de Madrid destacó la sensatez y la cordura de
los jurados, ya que deben ser el mayor exponente del espíritu de la institución. Algo que discrepaba
con las opiniones del resto de las Audiencias, ya que lamentaban una irresponsabilidad de los
jurados, al no ser puntuales y al desapego de sus funciones, provocando una imagen de falta de
seriedad y de institución no tomada en serio. Ante este clima de dejadez y de tratar de burlar el
deber que se concedía a los jurados elegidos, se llegó a proponer por primera vez multas de arresto.
Pese a los intentos, otro obstáculo apareció. La dejadez del pueblo ante sus funciones como
partícipe de la Administración de Justicia, dejaba mucho que desear. Parecía que había una falta de
motivación y que no se había llegado a concienciar a la población de que era un deber y derecho
constitucional.
A juicio del diputado Moreno Rodríguez 43, el Jurado como institución jurídica y como instrumento
para la administración de justicia es un fracaso, precedido de la experiencia sufrida en el país, dando
la imposibilidad de unos veredictos justos siendo incapaz de poder llevar a cabo la acción de juzgar.
El único aspecto positivo que concluye, es su defensa como garantía de las libertades públicas.
El ambiente revuelto en torno a la figura del Jurado había vuelto a primer plano de la escena
política, debía buscarse una solución urgente. El 3 de septiembre de 1874, se forma el nuevo
Gobierno presidido por Práxedes Mateo Sagasta, siendo el nuevo Ministro de Gracia y Justicia,
Eduardo Alonso Colmenares. Encontrándose ante las respuestas negativas como resultado de la
encuesta, que revelaron las dificultades de funcionamiento del Jurado y dando lugar a un clima de
descontento, frustración y de división judicial respecto a su figura. Aparecieron las primeras
peticiones de suspensión. Debía buscarse alguna solución al respecto, por lo que el Ministro optó
por elaborar una reforma sobre la organización de los tribunales y el establecimiento del juicio oral
y público con el Jurado. Hasta entonces se adoptó una nueva suspensión de la aplicación de éste.
43
Diario de Sesiones de las Cortes de 23 de mayo de 1882, pág. 3676.
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El proyecto de reformas llevado a cabo por Alonso Colmenares, quedó en papel mojado y no llegó a
promulgarse, debido al cambio de Gobierno que se produjo. El jefe del partido conservadoralfonsino, Antonio Cánovas del Castillo, se hizo cargo del poder, tras la renuncia del último
Gobierno provisional de La República. El Ministerio de Gracia y Justicia pasaría a las manos de
Francisco de Cárdenas, encontrándose en su entrada en el Gobierno, el proyecto de Decreto
suspendido por el Gobierno precedente.
Tal y como observó el nuevo Ministro, la necesidad de modificar la organización de los tribunales,
unida a las anteriores dificultades, aconsejan suspender la práctica de la institución, así como del
juicio oral y público. Las causas que al tiempo estuvieran pendientes de ser sometidas al Jurado o
ante los Tribunales de derecho en juicio oral y público, serían remitidas a los juzgados de primera
instancia y sustanciadas conforme a las disposiciones vigentes antes de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal.
Cárdenas, dejó claro que él no quería suspender el ejercicio del Jurado, pero las circunstancias le
obligaron a ello:
“No fui yo quien derribó el Jurado; éste sucumbió bajo el peso de la opinión pública”.44
El Jurado volvía a sucumbir en España. Era nuevamente víctima de la política del momento, la
conservadora. Sólo un cambio futuro en la orientación política del Gobierno, sería un factor
determinante para favorecer su retorno.
7) 1875-1886 EL JURADO COMO UN OBJETIVO DE LA POLÍTICA ESPAÑOLA
Martínez Campos, llevó a cabo bajo su mando un golpe de estado, El Levantamiento de Sagunto,
devolviendo la Monarquía como forma de Gobierno. La dinastía Borbónica vuelve al trono, por
medio del Rey Alfonso XII. La Constitución de 1876, relacionada con la de 1845, debido a su
carácter moderado y conservador, ignoró de forma tajante el Jurado. Incluso fue más allá, olvidando
también el juicio oral y público.
El Decreto de 3 de enero de 1875, promovido por el Ministro de Gracia y Justicia Francisco
Cárdenas, supuso el fin del funcionamiento del Jurado al suspender su parte y la relativa al juicio
oral y público. En cuanto a la ley de Enjuiciamiento Criminal, su revisión con vistas a suprimir el
articulado referente al sistema judicial fue suspendida. Se produjo una desaparición total de una
figura que hasta hace un año estaba vigente. Esto no hizo decaer el ánimo de los partidarios del
Jurado que aun creían en su retorno. Tanto los partidos progresistas como los liberales, tendrían una
gran importancia en el mantenimiento de la esperanza de que la Institución volviera a ser tenida en
44
Diario de Sesiones del Senado, de 4 de abril de 1883, pág. 1397.
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cuenta dentro del sistema judicial español. El jurista, Gumersindo Azcarate45, defendía que el
Jurado era la imagen que representaba un fundamento racional del autogobierno y el espíritu de tal
Institución era el de despertar el sentimiento de responsabilidad, fomentar la moral e
intelectualidad, popularizar el Derecho entre los ciudadanos y revestir a cada ciudadano como si un
magistrado de carrera fuera.
En palabras del político y presidente del Congreso, Cristino Martos, que en su discurso de 1878 en
la Academia matritense de Legislación y Jurisprudencia, apeló al espíritu del Jurado como un alma
necesaria para cualquier pueblo:
“¡Hagamos, señores, fervientes votos por el regreso de instituciones jurídicas, cuyas virtudes peculiares dan
satisfacción perfecta a la justicia, mantienen y arraigan el orden social y son firme garantía de aquellos derechos
sin los cuales no es completa ni digna la vida moral de los pueblos!”. 46
La institución volvía a ser recordada con signos de añoranza y propósitos rehabilitadores. Ya en
1879, otro impulso al restablecimiento del Jurado fue la supresión de una de las trabas que cuatro
años antes había sido un motivo fundamental de su suspensión como supuesto del coste elevado que
suponía el mantenimiento de la Institución. Signo de este cambio fue la propuesta del Ministerio de
Hacienda, aceptando la ampliación del presupuesto en Justicia, por lo que se volvía a abrir la
posibilidad de implantar los tribunales de partidos, como puerta a un posterior establecimiento del
Jurado y del juicio oral.
Tras el Gobierno formado por Sagasta en 1881, cuando el Partido Fusionista Liberal llegó al poder,
el Ministro de Gracia y Justicia, Alonso Martínez, manifestó su preferencia por el procedimiento
oral y público, en detrimento del escrito. No mencionó en ningún momento al Jurado como tal, pero
sí que le hizo referencia con frases como “una institución jurídica acreditada en toda Europa” o
“procedimiento reclamado por los progresos de la civilización”. Su voluntad siempre fue la de
moverse en torno al juicio oral. La organización de los tribunales en torno a este método dependía
de superar dos obstáculos previos como eran: La Hacienda, que quedó muy debilitada por todas las
situaciones de inestabilidad provocadas por las revoluciones y no contaba aún con una capacidad
de inversión apropiada para tal remodelación pretendida; y los ciudadanos, que deberían
concienciarse en la cooperación con la justicia.
Su reforma empezaría por la presentación de un proyecto ante las Cortes, donde se pretendía la
modificación del artículo 2º, de la reciente ley de 11 de febrero de 1881, proclamando en su
preámbulo que el juicio oral y público era indispensable para el establecimiento del Jurado. A este
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 148.
46
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 149.
45
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proyecto se le uniría una enmienda, firmada por el senador Vicente Romero Girón, presentada ante
la Secretaría del Senado el 9 de noviembre de 1881, en la cuál se pedía la creación de Audiencias de
lo Criminal y Tribunales del Jurado, en todas las provincias de España, componiéndose de 12
jurados y un magistrado.47
Esta enmienda supuso el primer gran debate en torno a la figura del Jurado. Girón, en su defensa de
la enmienda, intentó suavizar el choque con el bando conservador de la Cámara, haciéndoles ver
que no era una figura con sentido democrático, sino conservador. El Jurado sólo pretendía educar,
concienciar y difundir el conocimiento jurídico y legislativo entre la población.48
“… porque el Jurado, entre muchas de las ventajas que tiene, produce la difusión del conocimiento de leyes, el
mayor respeto a las leyes y la mayor dignidad por parte del ciudadano. Por eso es eminentemente
conservador.”
La respuesta de Alonso Martínez se basó en el detonante político que Girón le dio a la institución.
Sí que coincidía con el Senador en que era un medio de difusión del conocimiento de derecho entre
los ciudadanos y como garantía frente a las barbaridades del poder. Además el Ministro también
expresó su desacuerdo en la idea de que un tribunal de jueces de hecho fuera más efectivo que un
tribunal de jueces peritos49.
“No quiero tomar sobre mí la responsabilidad de despertar en el país esperanzas que luego la esperanza haya
de defraudar. A mí no me gustan las exageraciones, y no he de venir aquí a hacer una defensa apasionada del
Jurado, suponiendo grandes ventajas que no resultasen después que se haga el ensayo”.
Por las experiencias anteriores, aunque creía en la utilidad del Jurado, no quería ser la cabeza visible
que apostara todo por él. Esa incógnita la generaba el pueblo, siendo consciente que no estaba
preparado para asumir tal figura ni tampoco para el juicio oral y público, por lo que no les creía con
capacidad para formular veredictos condenatorios. Además añadía que no creía que fuera una figura
democrática y tampoco creía que el Jurado, sirviese para separar el hecho del derecho.50
“Yo no puedo aceptar que el Jurado nazca, de la teoría que se podría llamar Hombre-Estado; yo no puedo
aceptar la teoría que en cierta ocasión ha predicado el Sr. Castelar diciendo que cada una de las facultades
humanas, de las facultades del espíritu, corresponde una institución jurídica o política, y que, por ejemplo en la
voluntad se encuentra el origen y la fuente del sufragio universal, y en la conciencia el origen del Jurado”.
“Creo que el Jurado no es una institución democrática, ni filosófica, ni históricamente considerada.
Históricamente, ¿Cuál es la suma del Jurado en Europa? ¿No es Inglaterra? ¿Pues hay un pueblo más
democrático que el inglés?”.
El jurado se impondría en un futuro, pero se pedía tiempo para esperar a que la sociedad estuviese
lo suficientemente preparada y formada, produciendo un cambio de costumbres en el pueblo
Diario de Sesiones del Senado, de 9 de noviembre de 1881, Apéndice 4º. Al diario 34.
Diario de Sesiones del Senado, de 18 de noviembre de 1881, pág. 561. Las palabras utilizadas en su argumento
Romero Girón.
49
Diario de Sesiones del Senado, de 19 de noviembre de 1881, pág. 598, recoge las palabras de Alonso Martínez.
50
Diario de Sesiones del Senado, 19 de noviembre de 1881, págs. 599 y 600, en palabras del Ministro respecto a la
figura democrática y separación de hecho y derecho que representaría el Jurado.
47
48
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español. Antes de llevar una instauración de tal magnitud como la del jurado, debería darse una
organización de los tribunales permanentes y colegiados en las provincias ya que serían la pieza
clave donde saldrían los magistrados que presidirían los jurados. Debía sumarse el establecimiento
de un sistema procesal y penitenciario de garantías que eliminase cualquier sentimiento de temor de
los ciudadanos hacia una posible venganza futura de los reos condenados. Resultado de todo lo
expuesto, el Ministro Alonso Martínez se comprometió a presentar una propuesta de ley de
restablecimiento del Jurado, y pidió la confianza al Parlamento en el propósito que quería llevar a
cabo para evitar caer en los errores de épocas anteriores.
El 9 de enero de 1883, otra crisis en el Gobierno presidido por Sagasta, llevó a Romero Girón, a
sustituir a Alonso Martínez, al frente del Ministerio de Gracia y Justicia. Girón, conocido por su
postura a favor de la implantación del Jurado, presentó el 8 de febrero ante la Secretaria del Senado,
un proyecto de ley para el establecimiento del Tribunal del Jurado en materia criminal. Las
novedades que se introdujeron en el nuevo proyecto trataban de evitar los errores de experiencias
pasadas, influido por legislaciones extranjeras, como el modelo francés. Aunque el modelo inglés
no se dejó de lado, aprovechandose algunas características suyas, referentes al equilibrio que fue la
clave de su éxito.
Hay una mejora técnica de la regulación del Jurado que se irá perfeccionando de forma progresiva.
Uno de los objetivos es la efectiva separación del hecho y del derecho, atribuyendo al juez un
derecho de intervención más amplio. Al igual que en el modelo francés, el juez tenía la facultad de
resolver en su veredicto, no sólo sobre la culpabilidad o inculpabilidad, sino también sobre una
calificación del delito y fijación de las circunstancias agravantes y atenuantes, dando lugar a una
confusión de competencias. Por ello al sector popular sólo le quedaba la apreciación de los
elementos constitutivos del delito.
Otra novedad es el abandono de la cuantía de la pena, como medida determinante de la competencia
del Jurado. Seguía los criterios de Bélgica, Francia e Italia, donde se basaban más en una
diferenciación de los crímenes de los delitos. En España al haber sólo una distinción entre delitos
graves y menos graves, no podía establecerse como un criterio útil de diferenciación. Se optó por el
conocimiento del Jurado de los delitos políticos, electorales y de imprenta, sin limitaciones en
función de la pena de cada delito, por lo que se ampliaba la competencia de conocimiento.
En cuanto a la capacidad para ser jurado también es modificada. Se produce una reducción de los 30
a los 25 años, y se reconoce a las personas que por desempeño de un cargo que conlleva el
desempeño de la administración de intereses públicos, se supone capacidad para administrar
justicia. Por último sólo se exige el requisito de domicilio legal, eliminando el concepto jurídico de
vecindad.
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Podemos observar que el proyecto de Romero Girón, heredado del propuesto por el Ministro de
Gracia y justicia saliente, Alonso Martínez, seguía la línea de lo establecido en la Ley provisional
de Enjuiciamiento Criminal de 1872. Antes de ser discutido en las Cortes, debía ser dictaminado
por las comisiones del Senado y del Congreso. La del Congreso no llegó a emitir dictamen. Sí que
lo hizo la del Senado, cuyo dictamen final redujo en uno, el número de artículos del proyecto,
quedando 132 y 3 Disposiciones Transitorias.
La discusión del proyecto comenzó el 28 de marzo de 1883. Una de los turnos en contra de este
proyecto de establecimiento del Tribunal del Jurado, fue el del Mena y Zorrilla, Fiscal del Tribunal
Supremo, que apeló que la administración de Justicia era una función propia del Estado, y como tal,
de éste debería emanar la organización y los nombramientos de los funcionarios que la ejercieran,
que tendrían una cualificación y conocimientos superiores, más propios para conocer de las causas,
que no estarían al alcance de la sociedad, a la que se pretendía dar el mando de intervención en la
Justicia51.
En el mismo sentido iba la opinión de Manuel Silvela52, senador conservador, que el día 3 de abril,
se apoyó en que ni el Estado ni el país necesitaban el Jurado, y más aún cuando se percibía que
entre los ciudadanos, no se quería asumir la supuesta carga de ser investidos, para su función. Para
él, que España fuera una de las naciones sin Jurado, no suponía ningún retraso ya que no debía
existir ninguna envidia respecto a las instituciones inglesas.
El proyecto fue aprobado en el Senado. Pero otro revés aparece en el camino. Al final de la
legislatura, el nombramiento de un nuevo y breve Gobierno presidido por Posada Herrera, llevó a
Francisco Cárdenas al cargo de Ministro de Gracia y Justicia. El efecto fue la paralización del
proyecto, aunque la llama del Jurado seguía permaneciendo encendida. Los grupos políticos de
ideología liberal, se mantenían firmes en la restauración de la figura procesal. Un acuerdo de los
partidos Fusionista e Izquierda Dinástica para su integración, hizo aparecer el Partido Liberal.
Tras la muerte de Alfonso XII, el 25 de noviembre de 1885, y consecuencia del acuerdo entre los
líderes liberal y conservador, por medio del “Pacto del Pardo”, Sagasta fue llamado a formar un
Gobierno bajo la Regencia. El discurso que Sagasta pronunció 8 de mayo de 1886 ante los
Senadores y Diputados liberales, mostró su propósito de presentar un proyecto de Ley del Jurado.
El 2 de diciembre de 1886, ya con el Ministro de Gracia y Justicia nuevamente, Alonso Martínez, se
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 161.
52
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 161.
51
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llevó a cabo la presentación del nuevo Proyecto de Ley del Jurado, que fue aprobado. Una vez más
quedó demostrada la estrecha relación entre el Jurado y la vida política.
8) 1887-1823: LA CONSECUCIÓN Y DESARROLLO DE LA LEY DEL JURADO
El Ministro de Gracia y Justicia en 1886, Manuel Alonso Martínez presentó el proyecto de Ley del
Jurado, que en 1888 dará lugar a la que sería le primera Ley española que regulaba de forma
exclusiva la Institución. El texto sigue el orden de materias que fueron recogidas principalmente por
Romero Girón, verdadero impulsor del nuevo proyecto. Se configura un tribunal integrado por doce
jurados, tres magistrados y dos jueces de hecho suplentes. Los jurados tienen la función de declarar
la culpabilidad o inculpabilidad de los procesados, en referencia a los hechos considerados como
delictivos por la parte acusadora. Además deberán manifestar la existencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad. En cambio los magistrados harán las calificaciones jurídicas de
los hechos que fueran probados y aplicarán la pena a los culpables. Se extiende la competencia del
Jurado al conocimiento de todos los delitos que afecten al orden social y que mayor alarma
produzcan, afectando a derechos individuales como son la vida o el honor, siendo cometidos por
imprenta o por delitos electorales.53
Otra nota característica del contenido, es la Disposición especial que autorizaba al Gobierno para
suspender el juicio por Jurado en una o dos provincias y en relación a algunos delitos sometidos a la
competencia de aquel, por medio de un Real Decreto que fue acordado por el Consejo de Ministros.
La suspensión no excedería el tiempo de un año, y si afectase a más de dos provincias, sería
necesaria previa autorización por medio de una ley.
Aunque El 24 de diciembre la legislatura del Gobierno terminó el 24 de diciembre, la Comisión
continuó con su trabajo y el día 10 de marzo de 1887 presentó en la Secretaría del Congreso un
dictamen. Se introdujeron algunas modificaciones respecto al texto original. En lo relativo a la
capacidad, suprime la exigencia de pago de una cuota de contribución directa al Tesoro y señaló
que no podrían ser jurados los que hubieran sufrido condena, sin haber transcurrido los 5 años desde
que se hubiera cumplido. También se añadieron las exclusiones de amistad o enemistad con una de
las partes o de interés directo o indirecto en la causa. Además se reconoció el abono de dietas para
Si entramos en aspectos de composición y procedimentales, decir que se introduce la condición de que debe ser
contribuyente directo al Tesoro, y se vuelve a elevar la edad a os 30 años, como nuevos requisitos para ser jurado, a
parte de los que ya estaban recogidos: ser cabeza de familia, alfabetizado, estar en pleno uso de derechos políticos y
civiles, y ser vecino del término municipal. Las Juntas Municipales formarán las listas entre los que reuniesen los
requisitos esenciales, que tras las reclamaciones y recusaciones generales, saldrán 36 jurados. Cada trimestre, se
produciría un sorteo, del cual saldrán los 14 miembros definitivos. El primer nombre sacado de la urna será el
presidente de la sección del tribunal. El veredicto se formará por la mayoría absoluta de los votos y en caso de empate
se entenderá votada la inculpabilidad.
53
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los jurados que las reclamasen54. Se modificó la Disposición especial antes comentada,
estableciendo que no podrían suspenderse si no se hacía a la vez o estaban ya suspensas en el
mismo territorio. Por último en lo relativo a las partes acusadoras, dado que si retirasen la acusación
y una persona la seguía manteniendo, el nuevo acusador sería representado en los trámites
siguientes al juicio.
“No para remunerar un servicio que la ley exigía a los ciudadanos, sino para que nadie pueda rehusarlo
pretextando penuria ni dolerse, con razón del quebranto que sufran sus intereses privados al cumplir uno de los
más nobles deberes de la ciudadanía”.
Las discusiones en el Congreso sobre las bases del Dictamen no se hicieron esperar. El diputado
andaluz, Lorenzo Domínguez, aludió a las incongruencias que representaba este tipo de sistema
judicial que pretendía una imposibilidad: la separación entre el hecho y el derecho y a sus
dificultades en la puesta en práctica55, haciendo referencia a la posición y tesitura en la que se ponía
al pueblo llano al juzgar a sus iguales, lo que daría lugar a veredictos injustos o viciados, movidos
por las pasiones y a su inoportunidad56.
“Poner a discusión el Jurado en los mismos días en que se disputa sobre si los escapados de las cárceles son 90
o 900… es realmente la broma más pesada que puede dar al país el Gobierno del señor Sagasta”.
También dirigió sus críticas a la Comisión, a la que acusó de destrozar y alterar el proyecto de Alonso
Martínez, a lo que el secretario de la Comisión, Juan Rosell, le contestó:
“Si se entiende por el hecho el acto material, no hay posibilidad de separarle del derecho. Pero es que el acto
material es una parte del hecho, el verdadero hecho en el sentido en que él ha de conocer el jurado, es el hecho
con todos los elementos morales y jurídicos que lo completan…”57
Las innumerables intervenciones respecto al texto apenas afectarían a su contenido. debemos
quedarnos con el discurso del ex Ministro de Fomento, Alejandro Pidal y Mon58, quien hizo una
crítica a la Institución esgrimiendo argumentos que en otra época utilizó Alonso Martínez en contra
del Jurado. Según su criterio, el Jurado se basaba en 4 contradicciones: que fuera invocado en una
época donde ya no había desigualdad de ciudadanos ante la ley, la supremacía del lego sobre el
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 170. Donde aclara respecto al abono de dietas.
55
Diario de Sesiones de las Cortes, de 21 de abril de 1887, pág. 1938. El diputado Lorenzo Domínguez, se refería en
estas palabras respecto a las dificultades de su funcionamiento: “Vosotros que conocéis la vida de nuestros campos y de
nuestros pequeños, podéis formaros idea exacta del trance apurado en el que se encuentra el pobre aldeano, teniendo
que enviar al presidio o al garrote, a aquél cuyos padres, hijos o hermanos se encuentran en la plaza y calles del pueblo,
en el tortuoso sendero del monte, o en el solitario y profundo barranco que tiene que atravesar diariamente para labrar la
tierra con la que sustentar a su familia. No hay que exigir heroísmo a los hombres que nacieron para las medianías de la
vida”.
56
Diario de Sesiones de las Cortes, de 21 de abril de 1887, pág. 1939. Respecto a la inoportunidad. se refería.
57
Diario de Sesiones de las Cortes, de 22 de abril de 1887, pág. 1964.
58
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 173.
54
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perito, la idea de escuela de instrucción y por último la idea absurda de separación de Hecho del
Derecho.
La aprobación del artículo 1º por votación nominal se llevo a cabo el 7 de mayo de 1887, por 206
votos a favor frente a 50 de la minoría conservadora. Se demostró que la mayoría seguía siendo
favorable al Jurado. Entre los días 12 y 13 de mayo se admitieron los demás artículos. Aprobado en
la Cámara baja, fue remitido al Senado nombrándose la Comisión que debía dictaminarlo. La
función de la acción de la Comisión, iba enfocada a la aclaración y desarrollo de algunos puntos con
el fin de eliminar dudas y contradicciones que pudieren surgir, debido a la posibilidad de que no se
expresasen de forma clara los pensamientos e ideas que se querían transmitir.
El 10 de enero de 1888 se iniciaron los debates de los 122 artículos, 18 capítulos, tres disposiciones
especiales y un artículo adicional que estructuraban el proyecto. Desde el bando conservador
podemos encontrar las opiniones de Durán y Bas y Hernández Iglesias. El primero basaba su
argumentación en la oposición del Jurado al texto constitucional y que no era el espacio de tiempo
apropiado como para llevar a cabo una reforma judicial.59Pretendía que antes hubiese un cambio de
mentalidad y que se crearan unas bases estables que partieran desde la conciencia del pueblo y sea
éste quien lo reclame cuando crea que está preparado para asumir el cargo.
“Creo que primero debería prepararse el terreno por medio de la formación de las costumbres para implantar
la institución, que establecer la institución para que se formen las costumbres”.
Hernández Iglesias pretendía que el Jurado no debía conocer de los delitos de rebelo y sedición,
debido a que se corría el riesgo en caer en pasiones que lleven a cada uno a su verdad individual y
no a la que realmente se buscaba, a la vez que discrepaba del sistema de elección de jurados
propuesto, que estaban al arbitrio de los funcionarios que se posicionaban a favor de elegir a los
mayores contribuyentes de cada distrito.60
Romero Girón, como defensor del Jurado, recordó algunos fundamentos ideológicos y políticos de
por qué el planteamiento del Jurado en España. Su defensa se justificaba en el éxito de la institución
en los diferentes países europeos, ensalzándolo como una notable ventaja frente a los jueces
profesionales, su independencia respecto del Poder Ejecutivo y su libertad de criterio. Además el
Senador Aldecoa61, que defendió el papel del Jurado en la competencia de conocer los delitos
políticos, ya que la sociedad tenía especial interés en el conocimiento de este tipo. Además pidió la
exclusión respecto a delitos electorales, por la influencia que la opinión pública pudiera ejercer
sobre los jurados perturbando su decisión.
Diario de Sesiones del Senado, de 20 de enero de 1888, pág. 582.
Diario de Sesiones del Senado, de 4 y 11 de febrero de 1888, págs. 839 y 974.
61
Diario de Sesiones del Senado, de 4 de febrero de 1888, pág. 835. En su defensa del Jurado.
59
60
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Universidad de La Rioja
“Allí donde hay Jurado no deben encomendarse los delitos políticos a los tribunales de justicia para evitar que
las iras populares se vuelvan contra ellos, porque por la fuerza de las circunstancias, los jueces y magistrados
activos o pasivos, se ven envueltos en la política y en un torbellino de sus pasiones.”
Terminados los debates y las discusiones en la Cámara Alta, el resultado que se obtuvo fue una
nueva redacción de 8 artículos por medio de la fórmula propuesta por la Comisión62 y se añadió uno
adicional que hacía referencia a la creación de una Audiencia en la capital canaria. La nueva
propuesta respetó casi en su totalidad el texto aprobado en el Congreso de los Diputados. Sólo
modificó el tiempo que se requiere tras cumplir condena, de los 5 a los 15 años y se redactó un
nuevo artículo referente a la competencia del Jurado. Se presentó el 20 de marzo de 1888, publicado
al día siguiente en los correspondientes Diarios de Sesiones, para que la Asamblea tuviera un
conocimiento previo a su votación. Ya el día 24, el nuevo Dictamen fue aprobado en el Senado y en
el Congreso, el día 27, concluyendo esta etapa tan larga y farragosa el 20 de abril, con su
promulgación como ley.
Conseguido el objetivo, la pretensión del Ministro era que la ley empezase a funcionar lo antes
posible. La fecha clave fue el 1 de enero de 1889. Con la ley del 20 de abril de 1888 volvió a
renacer el Jurado. Como veremos, la ley tendrá una vida de 35 años y sólo podrán sacarse
conclusiones por medio de la experiencia.
La siguiente fase de esta nueva ley, conlleva un análisis crítico. Como se ha expuesto, la Ley va
desde 1888 hasta 1823 y para ello, como en etapas anteriores, debemos observar los dictámenes e
informes que harían las Audiencias y el Tribunal Supremo. Constituyeron una constante llamada de
atención sobre los defectos de la ley que eran necesarios corregir. Entre los defectos que los
dictámenes de las Audiencias denunciaban, podemos encontrar el referido al tema de la absolución
injustificada, cuyos datos estaban recogidos estadísticamente. Los informes de las Audiencias
servían al Tribunal Supremo para la elaboración de sus Memorias, demostrando que el
funcionamiento del Jurado no era todo lo satisfactorio que se deseaba. La nota diferenciadora
respecto a etapas anteriores, era que se seguía creyendo en el Jurado, pero que tal y como estaba
regulado no podía seguir actuando. Algunos representantes del sistema judicial, creían que sería
conveniente una reforma de la regulación. En cambio otros no creían en ella y confiaban en que la
propia experiencia hiciera que sus efectos se corrigieran sin necesidad de variaciones.
Un Decreto de 1889 de 24 de septiembre ordenó el cumplimiento estricto de la ley del Jurado,
achacando los defectos en el funcionamiento a la difícil comprensión de algunos de los preceptos y
la falta de diligencia por parte del Gobierno. Pero nada mejoró y parecía que el efecto había sido
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 184.
62
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escaso. El 8 de marzo de 1897 se introdujeron algunas ligeras reformas y se insistía en la revisión
de la legislación sobre el Jurado.
También la ley misma suponía un gran escollo para un funcionamiento correcto del Jurado. Era una
ley que a vista de los conservadores omitía aspectos que debían ser importantes y carecía de
claridad en la forma. Era una regulación que se aproximaba más a las voces partidistas de los
creadores de la ley, que a la razón.
Conforme a las Memorias hasta entonces emitidas, en 1899 se concluyó como causa principal de la
poca efectividad del Jurado, la falta de preparación del pueblo español. Se centró la crítica en la
rebaja de requisitos exigidos en la elección de jurados, siendo elegibles personas con un déficit de
preparación, que harían insuficiente su función a la hora de conocer y valorar las pruebas escritas.
El fiscal Salvador Viada y Vilaseca en sus Memorias, se lamentaba diciendo:
“Es doloroso que los más intricados problemas de hecho que entrañan un proceso tal vez gravísimo, se
entreguen a un Jurado compuesto de gente ignorante e inculta, que ni siquiera comprende el lenguaje del juicio
en el que se habla y cuyo entendimiento se embarulla y confunde con las pruebas que se practican y con los
recursos que se emplean”.63
Ante esta situación se intentó atajar el problema mediante un mayor control en la formación de las
listas, pretendiendo crear unos filtros más exigentes y limitando así la entrada a la formación de
cualquier persona con una experiencia insuficiente. Las Memorias de 1909 y de 1910, abogaban
por la atribución a las Audiencias, de la elaboración de las listas de jurados sobre la base del censo
municipal. Si nos colocamos en la visión de los ciudadanos, observamos una dejación y falta de
compromiso hacia la responsabilidad y el cargo, que hacía que mostrasen un desinterés que
incrementaría aún más los efectos nocivos. A esta falta de dejadez se unieron los intentos de ser
excluidos de las listas para no ejercer el cargo. Los problemas siguieron creciendo, se imponían
soluciones, pero la mejora no era visible. Ante los escasos recursos económicos de los jurados,
unida al retraso habitual del pago de las dietas correspondientes, dio lugar a la aceptación por parte
de estos de cantidades de dinero con el fin de comprar los votos de inculpabilidad. Eran acciones
muy difícilmente demostrables y, que además, la ley no establecía nulidad en el veredicto afectado
por este vicio.
Poco a poco seguían creciendo los detractores en base a la denuncia que se hacía de la excesiva o
inadecuada atribución de competencias sobre determinados delitos, la complejidad de su
constitución y las excesivas cautelas que en ocasiones adoptaba la ley, produciendo interrupciones o
dilaciones que retrasaban los procesos. También en torno al veredicto viciado, aprovechándose de la
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 189. Salvador Viada y Vilaseca, Memoria Fiscal de
1899, pag.95
63
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falta de formación de las preguntas que podían manipular o variar la decisión llegando a confundir
la visión de los jurados sobre el hecho, el argumento económico…
Pese a todo, el Jurado seguía funcionando y aun gozaba de defensas apasionadas. A lo largo de todo
el periodo diferentes partidos políticos (Partido Socialista Obrero, Anarquista, Republicano
Federal…) siguieron mostrando su fidelidad y confianza hacia un Jurado conocedor de toda clase
de delitos. Estos apoyos ayudaron a ampliar la vida del Jurado pero no evitaron que la insatisfacción
y desconfianza siguiese aumentando respecto a su figura.
El punto de inflexión que llevo a la suspensión del Jurado, fue la preocupación creciente por la
impunidad que existía respecto a los delitos de terrorismo, que cada vez eran más frecuentes en la
geografía española. La sociedad se encontraba en este aspecto carente de una protección judicial.
De nada serviría introducir reformas a la ley debido a que sólo el mero hecho de que una persona
tuviera que deliberar sobre este tipo de delitos, exigía un grado de heroicidad, que los llamados no
estaban dispuestos a demostrar. La respuesta del Gobierno ante esta situación fue la de sustraer del
conocimiento del Jurado en las provincias de Girona y Barcelona, de los delitos llevados a cabo
mediante explosivos, por medio del Decreto de 4 de febrero de 1907. Esta obligada medida se tomó
en parte, por la crítica situación de Cataluña a comienzos de 1907.
La situación, sin embargo, no mejoraba. La violencia terrorista se incrementaba y el Jurado seguía
considerando inculpables a sus autores. En 1920, con el apoyo de la Audiencia Provincial de
Barcelona, Tribunal Supremo y Consejo de Estado, emitieron informes favorables para que se
procediese a la suspensión en esta provincia. El asesinato del ex Gobernador Civil de Barcelona,
Maestre Laborde, en un atentado el 4 de agosto de 1820, fue la gota que colmó el vaso y que
impulsó de forma definitiva a la suspensión de las funciones del Jurado.
No fue hasta 1923 para que una Orden del Ministro de Gracia y Justicia64, del 15 de enero,
reflejando que la formación de listas de jurados se estaba llevando a cabo de forma deficiente y fijó
unas reglas para su mejor cumplimiento. El desempeño hasta ese momento, bajo su punto de vista,
estaba siendo deficiente pero también reseñaba que el poder político se preocupaba por su
perfeccionamiento y eficacia de la institución.
Con el golpe de estado del 13 de septiembre de 1923, llevado a cabo por el Capitán General de
Cataluña, Miguel Primo de Rivera y su consiguiente sublevación, fue el punto y final del Jurado. Al
día siguiente del levantamiento, el Gobierno legítimo pidió al monarca, Alfonso XIII la destitución
inmediata de los cargos militares sublevados y que participaron en el golpe de estado, Sanjurjo y
Primo de Rivera, pero la respuesta del Rey no fue la esperada y apoyó abiertamente el golpe,
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 218.
64
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declarando la formación de un Gobierno formado por un Directorio Militar. Se nombró presidente a
Primo de Rivera, el cual suspendió la Constitución, disolvió los Ayuntamientos, prohibió los
partidos políticos y se declaró el estado de excepción. El Real Decreto del 21 de septiembre,
suspendía la institución del Jurado, cuyo artículo único establecía: “Se suspende el juicio por
jurados en todas las provincias del reino”.
Una vez suprimido de nuevo el Jurado, se volvía al punto de inicio, otra vez España no gozaba de
un Jurado. El único aspecto positivo, es que en estos 35 años, fue un tiempo reseñable para sacar
algunas conclusiones de su actuación. Pero lo que realmente importaba era si la Institución llegó a
arraigar en la vida jurídica del país. En 1931, el Fiscal Supremo José Franchy y Roca, respondía
afirmativamente, a pesar de los defectos de su funcionamiento.
9) LA ÚLTIMA ETAPA: EL JURADO EN LA DICTADURA 1931-1939
El Directorio Militar se limitó solamente a llevar a cabo la suspensión del Jurado, pero sin atreverse
a suprimirlo en su totalidad. El Jurado no había desaparecido, sólo permanecía latente y apartado de
sus funciones. El deseo de extinción de los más radicales contra la Institución no se llevó a cabo.
Aún así, la suspensión fue bien acogida en los sectores jurídicos y como muestra la opinión en la
primaria Memoria Fiscal de la Fiscalía del Tribunal Supremo tras el Decreto de Suspensión, donde
el Fiscal Galo Ponte, respaldó tal decisión al creer que se había llegado a tal grado de descrédito de
la Institución que ya no inspiraba la confianza depositada en ella65.
“Una de las medidas que más confianza en la actuación del Directorio Militar inspiraron”.
Los partidos de izquierdas en 1929, siempre más cercanos a la incorporación del Jurado al sistema
procesal español, debido a su identificación con las ideas de democracia y libertad, empezaron a
hacer públicos sus pensamientos sobre una Justicia que representase la participación del pueblo y
sirviese como signo identificativo de él. El Partido Republicano Socialista abogaba por una justicia
popular, humanizada y sensibilizada por la opinión, aludiendo indirectamente al Jurado.
Ante este creciente clima de pensamiento y las reticencias que había hacia el régimen instaurado, el
restablecimiento del Jurado se veía como una ocasión para rebajar esas tensiones. Se tomó como
una medida que apuntalase o al menos retrasase el hundimiento de la Monarquía. Ante ello el
Ministro de Gracia y Justicia, García Prieto, presentó ante el Rey, un Decreto para el
Galo Ponte y Escarpín, Memoria Fiscal de 1924, Pág. CVIII.
65
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restablecimiento del Jurado, siendo sancionado el 11 de abril de 1931. Manifestó66 como medida de
urgencia con el fin de que fuera una tramitación ágil que llevara a cabo la vuelta de la Institución.
“No sólo por la urgencia del mismo, sino por su deseo de que cuanto antes pudiera tener efecto la disposición,
de la que nadie se había acordado”.
El Decreto establecía los plazos para permitir que el Jurado verificase su primera reunión desde el 1
de enero hasta el 30 de abril de 1932. El problema del citado Decreto, es que no hubo tiempo de
observar las reglas que establecía, debido a que cuatro días más tarde, caía la Monarquía y se
proclamaba la República. Este hecho propició el restablecimiento del Jurado con una regulación
distinta a las normas de 1888, introduciendo novedades más propias del momento y tomando como
referencia las experiencias pasadas para no cometer los mismos errores.
La proclamación de La República, el 14 de abril 1931, conllevó una rápida puesta en práctica y
restablecimiento de instituciones que eran consideradas indispensables para todo sistema
democrático. El Jurado era una de ellas, restablecido el 27 de abril, mediante el Decreto del
Presidente del nuevo gobierno provisional, sin necesidad de hacer previa reforma de la legislación
procesal ni penal. El Decreto del 27 de abril dio lugar a importantes cambios, con la pretensión de
depurar la institución popular de los vicios que históricamente cargaban al Jurado en España. Entre
estas medidas podemos destacar la eliminación de la competencia del Jurado: los delitos de
falsificación, falsedad y duelo. Se respondía a razones de equilibrio procesal, exigencia de
tecnicismos que no estaban al alcance del nivel cultural de toda la población e intentar eliminar el
duelo como una práctica social. Se reducen el número de jurados de doce a ocho, con el pretexto de
agilizar de este modo su funcionamiento y a la vez, economizar el proceso, disminuyendo sus
costes. Por último, se establecía que todos los jurados recibiesen sus dietas al término del juicio.
El problema de la falta de interés y la resistencia del desempeño de la función del jurado, se
abordará con un aumento en la cuantía de las multas en los casos de inasistencia a los juicios sin
una justificación. Los casos de corrupción y sobornos en las actuaciones de los jurados, se imputara
por cohecho, llevando a cabo la revisión de la sentencia. Otro vicio que se abordo fue el tema de la
recusación sin causa justificada, limitando a dos por cada parte, el número de jurados recusables.
Pero uno de los temas claves y más difíciles de tratar, por ser el de mayor debate y más viva
oposición de los opositores fue la separación del hecho del derecho. Para poner fin a esta confusión,
se tomó la medida de que los jurados valorasen la participación de los acusados en los hechos y no
sobre la culpabilidad. Así se aportaría más serenidad y libertad a los jurados a la hora de emitir su
Entrevista al periódico “El Imparcial” de 12 de abril de 1931 “La Restauración del juicio por jurados”, el Ministro
García Prieto.
66
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fallo. Además de templar el rigor de la pena sometida a juicio de la conciencia popular por medio
de una votación sobre si la sentencia emitida por el juez de derecho es justa o excesiva.
Por último, la admisión de la mujer en la participación de la justicia popular. Conocerá sobre delitos
donde el móvil pasional fuera el amor, celos o fidelidad. En tales casos el tribunal tendría una
composición igualitaria, formándose la mitad por hombres y la otra mitad por mujeres.
Dadas todas estas reformas, sólo cabía responder una pregunta, ¿Son suficientes estas
modificaciones para hacer frente a los anteriores vicios y que cambiase la mentalidad de las
personas a una actitud más responsable para que el Jurado fuese eficaz? En la Memoria Fiscal de
José Franchy67, advertía que no sólo dependía de las nuevas reformas legales que se estaban
produciendo, sino de una mejora y concienciación de las costumbres locales y sobre todo del
asiento definitivo de las instituciones democráticas.
Esta reforma buscaba una aceptación general. Si no se lograse, al menos, se pretendía conseguir
una acogida sin prejuicios. Objetivo bastante difícil de alcanzar, debido a que se seguían tocando
puntos que tenían que ver con ideología y política de las personas.
Como resumen, el Decreto perseguía la claridad y congruencia del veredicto, con el fin de otorgar
una veracidad a las conclusiones de los jurados y la institución fuera creíble y aceptada. Se optó por
una relación y delimitación de las preguntas dentro de cada proceso, que debían dirigirse
exclusivamente a los hechos, sin apelar a aspectos jurídicos. Así se garantiza la verdadera
separación entre el hecho y el derecho.
Estas reformas serían llevadas al texto base sobre el Jurado, la Ley de 1888, modificando los
correspondientes artículos de ésta y corregir los vicios que hemos señalado anteriormente. Durante
su debate en las Cortes, se presentaron algunas enmiendas como las de la Diputada Clara
Campoamor, quien reclamaba una composición paritaria de los jurados en el conocimiento de
cualquier cuestión y no sólo en los delitos pasionales68. No hubo lugar a la defensa de esta y demás
enmiendas, ya que el 1 de diciembre, el Ministro de Gracia y Justicia, Fernando de los Ríos,
presentó un nuevo proyecto aún más completo, que incluía todas las modificaciones del Decreto de
27 de abril.69
Tampoco este proyecto fue discutido. El día 31 de marzo de 1932 llegaba a las Cortes una
comunicación del Ministerio de Justicia, en la que se detallaba que el Consejo de Gobierno deseaba
volver a revisar el proyecto para reformar varios artículos de la Ley del Jurado. Finalmente el
José Franchy y Roca, Memoria Fiscal de 1931, Pág. XX. En la cual se hace el desglose del contenido del Decreto de
27 de abril de 1931.
68
Diario de Sesiones de las Cortes, de 11 de noviembre de 1931. Apéndice 10 al diario numero núm. 72.
69
Diario de Sesiones de las Cortes, de 1 de diciembre de 1931. Apéndice 3 al diario núm. 83
67
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Decreto no llegaría a convertirse en ley en las Cortes, ya que lo que se esperaba no eran unas
reformas, sino una ley especial sobre el Jurado. España volvía a estar sin nada.
Se presentaron enmiendas sobre el primero de los proyectos de Ley de reforma del Jurado. Se
discutía en las cortes en torno al artículo 103 de la Constitución de la República, que establecía:
“La organización y el funcionamiento del Jurado serán objeto de una ley especial”70.
No todas las opiniones eran favorables en relación a la formulación de dicho artículo. La de Alberto
Quintana junto con otros Diputados, pretendía no sólo que la Constitución reconociese la
participación del pueblo en la Administración de Justicia. El funcionamiento del Jurado sería
regulado por una ley especial, extendiéndose su competencia a toda clase de delitos. Además criticó
la actitud del Gobierno, considerando que habían puesto todas las trabas posibles para impedir su
restablecimiento. También manifestó su inconformismo con comportamiento de la Comisión de
Justica, por haber impuesto la unidad del acto que daba una imagen de desconfianza hacia el pueblo
en su función juzgadora.71
Otra opinión relevante es la de Eduardo Barriobero, que exigía que en el texto del articulado se
reconociese de forma expresa la competencia del Jurado para conocer los delitos que la ley del
Jurado le atribuyese, siendo sólo suspendidas dichas atribuciones en caso de condiciones de guerra.
Además añadió la extensión de su conocimiento a asuntos mercantiles y civiles.
Quintana realizo una propuesta alternativa sobre la redacción del artículo 10372:
“El pueblo participará en la administración de justicia mediante el tribunal del Jurado, cuya regulación y
funcionamiento será objeto de una ley especial”.
Los ánimos para la reinstauración del Jurado eran muy favorables. El problema estaba que no había
un criterio único uno por el cual apostar.
El día 1 de febrero de 1833 se daba lectura en las Cortes al citado proyecto del entonces Ministro de
Justicia, Álvaro de Albornoz73. Lo que motivó al Ministro para promover la ley, se exponía en el
preámbulo. Una razón fue el entender el Jurado como instrumento del pueblo para la lucha y
protección ante los viejos monárquicos que estaban en contra de la voluntad popular y contra los
terroristas, que perturbaban la estabilidad social haciendo propaganda por medio de sus actos. Se
pretendía potenciar la idea de que el Jurado era para la ciudadanía, y no para quien se rebela contra
ella con el propósito de destruirla. Añadió a su defensa un “pero”, que el conocimiento de estos
delitos podría llevar a coaccionar a los jueces del pueblo. No se pretendía obligarlos a convertirse
Diario de Sesiones de las Cortes, de 18 de agosto de 1931. Apéndice 4 al diario núm. 22
Diario de Sesiones de las Cortes, de 18 de noviembre de 1931, pág. 2441. Se recoge la aceptación de la propuesta
alternativa que realizaba Quintana de que el artículo fuese redactado en los diferentes términos.
72
Diario de Sesiones de las Cortes, de 19 de noviembre de 1931, pág. 2476.
73
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, de 1 de febrero de 1933, apéndice 7 al diario núm. 287.
70
71
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en héroes y por ello debían ser sustituidos por jueces de carrera que sí estaban obligados a afrontar
los riesgos de su oficio. Estas razones llevaron a excluir del conocimiento del Jurado: los delitos
contra las Cortes y Consejo de Ministros y sus individuos, contra el Gobierno, la sedición y
rebelión; asesinato, homicidio y lesiones cometidos a través de terrorismo y los definidos a través
de la Ley de Explosivos del 10 de julio de 1984.
El proyecto de Ley inició su discusión el 7 de junio. Entre todo el intercambio de criterios y de
posturas, la única enmienda que prosperó fue la del diputado Baeza Medina74, en la que reclamaba
la agregación a los delitos excluidos, el de incendio con móviles terroristas.
Todos los artículos del proyecto fueron aprobados por unanimidad75 el 27 de julio. La ley especial
del Jurado no había llegado a realizarse, pero sí al menos se recogió una regulación vigente, en
cuanto se refiere al funcionamiento del Jurado. El Presidente del Tribunal Supremo, Diego
Medina76, aunque destacó la escasa relevancia, sí que manifestó una esperanza de que fuera una
inspiración para las tendencias políticas.
En el intervalo desde 1934 hasta 1936, el funcionamiento del Jurado fue acorde a las
modificaciones introducidas por la vía de los decretos, aunque tales actuaciones, como hemos
manifestado en el párrafo anterior, no despertaron ni las críticas ni los elogios que indicasen una
mejora u otra clase de problema en su funcionamiento. Puede ser que esto fuera un síntoma de
estabilidad. Las actuaciones comenzaban a ser mejor vistas e interiorizadas por la opinión social.
Entre los partidos políticos, desde el sector de izquierdas, seguían invariables respecto a su defensa
acérrima ante la figura del jurado, siempre presente en sus programas. Sin embargo los fiscales de
las Audiencias seguían expresando su rechazo, aludiendo que el Jurado seguía adoleciendo de los
mismos defectos denunciados en años anteriores. La Memoria de la Fiscalía del Tribunal Supremo
en 193477, revelaba que sólo un fiscal se mostraba partidario de la Institución y otros confirmaban
su función teórica pero censuraban sus actuaciones, y la gran mayoría abogaba por su desaparición.
En la Memoria fiscal de 1935, Lorenzo Gallardo González, afirmaba:
“Cuando una institución no arraiga en el organismo social, cuando los ciudadanos llamados a su participación
la rehúyen en cuanto pueden, cuando la marcha en contra de las corrientes sociales y de las necesidades
nacionales, esta institución o muere o vive una vida artificial y agonizante, incapaz de producir fruto alguno
útil. Pero si, además la institución se desprestigia a si misma por su actuación, entonces la muerte es definitiva,
aunque perdure escrita en los códigos, mas como un epitafio que como un precepto. Esto es lo que ocurre con la
institución del Jurado en España, según la opinión autorizada, imparcial y acertada de la mayoría, ya que de
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes de 27 de julio de 1933, Apéndice 6 al diario núm. 378.
Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, de 29 de junio de 1933, pág. 13746.
76
Diego Medina García, Discurso de apertura de los Tribunales, leído el 15 de septiembre de 1933, pág. 23.
77
Lorenzo Gallardo González, Memoria Fiscal de 1934, pág. 23.
74
75
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todos ellos solo tres no execran sus funcionamiento ni desean su supresión, aunque también alguno de ellos
estima necesaria su radical reforma”.78
La intención de mantener un Jurado sin influencias externas que lo manipulasen, estuvo muy lejos
de conseguirse. El alzamiento del bando Nacional dio lugar a una inevitable politización de este
organismo, lo que implicaría a corto plazo consecuencias negativas para su supervivencia. Un
hecho fundamental que incidirá en la transformación del Jurado, será su utilización como
instrumento de represión política. Un Decreto del 23 de agosto de 1936, creaba un Tribunal
especial, compuesto por tres jueces de derecho y catorce jueces de hecho, encargados de juzgar
delitos de rebelión y sedición y los cometidos contra la seguridad del Estado. La nota característica
fue, que los jueces populares serían designados entre los miembros de los partidos integrantes del
Frente Popular y organizaciones sindicales que simpatizaban y pertenecían al mismo. Con el tiempo
el número de jurados se reduciría a ocho. Parece una incongruencia que el Jurado, de tendencia
izquierdista y liberal, fuera compatible
con la idolología del nuevo régimen surgido del
Alzamiento. Este hecho particular se aclaró el día 8 de septiembre de 1836, cuando el Presidente de
la Junta Nacional Española, Miguel Cabanellas79, dictó un Decreto suspendiendo el tribunal del
Jurado en todo el territorio nacional:
“Los defectos inherentes a la institución del Jurado, cuya enumeración no es precisa al ser sobradamente
conocidos, acrecentados en España por la labor disolvente realizado por el mal llamado Frente Popular que,
por todos los medios ilícitos hizo presa en muchos de sus componentes al objeto de sustituir la recta
administración de justicia por una notoria parcialidad en los asuntos atribuidos a su competencia, beneficiosa a
sus bastardos intereses, aconseja, en forma indeclinable, la necesidad de suspender el funcionamiento del
Jurado para que los tribunales de derecho restablezcan el imperio de la justicia misma, única e imparcial,
columna básica en que ha de sustentarse toda la sociedad organizada”.
Esta situación bélica, dividió el territorio español en dos zonas. En el territorio Nacional, el sistema
procesal estaría centrado y basado en una exclusiva competencia de los tribunales de derecho. En
cambio en la zona Republicana, el Jurado seguía actuando y evolucionando. Sera en el sector
Republicano, cuando el día 5 de octubre de 1936, el Ministro de Justicia, Mariano Ruiz Funes 80,
amplió la competencia del conocimiento de los Jurados a los delitos militares o comunes cometidos
por militares. Al siguiente día se volvieron a ampliar las competencias de estos tribunales
especiales, conociendo de los delitos de traición y espionaje. La actuación de estos jurados
destacaba por su clara parcialidad, influenciados por las circunstancias en las que habían nacido. En
la España Republicana, la justicia estaba administrada bajo un apreciable condicionamiento
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág.239. Lorenzo Gallardo González, Memoria Fiscal de
1935, pág. 20-21.
79
Véase Alejandre, J.A. “La Justicia Popular en España” Análisis de una experiencia histórica: Los tribunales de
Jurados. Editorial Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 241
80
Mariano Ruiz Funes, discurso de Apertura de los Tribunales, leído el 5 de octubre de 1936, Pág. 8.
78
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político. Aspecto reflejado en los medios de comunicación, como el periódico ABC, el cual
redactaba diariamente noticias de veredictos de culpabilidad de los tribunales del pueblo, de las
condenas a muerte que conllevaban y del “cumplimiento de la Justicia”81.
El avance del bando Nacional y el consiguiente retroceso de las tropas Republicanas, hizo que la
llamada “zona roja” se redujese, dando lugar a la Guerra Civil Española de 1939, dejando de
funcionar el Jurado. Fue una época difícil, donde se cometieron los mayores errores, abusos e
injusticias, porque el peso de la justicia cayó en manos de ciudadanos con ganas de venganza y
cegados por el partidismo. Además se le asoció el estigma de ser el sistema judicial de los
“vencidos”, lo que fue una piedra demasiado pesada de cara a una futura reaparición y
reimplantación de los Tribunales Populares en el sistema de justicia, como estandarte de la
imparcialidad y de un mejor orden judicial.
IV) EL JURADO ESPAÑOL A PARTIR DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978
Una vez vista la tortuosa, larga e inestable vida del Jurado a lo largo de toda la historia española,
vamos a pasar a conocer la regulación actual del Jurado y como se llevó a cabo. Para ello, debemos
hacer un análisis de la acogida del Jurado en la actual Constitución española de 1978 y qué bases
fundamentaron la Ley Orgánica especial del Jurado de 1995.
No debemos olvidar la continua relación que hemos ido haciendo entre el concepto de democracia y
la Institución del Jurado. La conexión ha sido continua como hemos podido observar a lo largo de la
historia, pero, ¿Es correcta esa relación tan estrecha? Para el Magistrado Ruiz Vadillo82, considera
que la institución del Jurado es un instrumento positivo que colabora en la instauración de la
democracia, pero no constituye un elemento esencial, el cual sin él, no habría democracia. Como
base para su pensamiento manifestó en 1995:
“…Desde que el verdadero Estado de Derecho, democrático y social se estableció, afortunadamente en España
no ha habido Jurado y me parece que sería temerario por no ser cierto, afirmar que en la actualidad no hay
democracia en España”.
Consideró que para que hubiese democracia en España, eran más importantes unos pilares básicos
que no pueden faltar como son: la igualdad ante la ley, soberanía popular, sufragio universal, que
son garantizados por los Poderes Públicos, sin excepción y garantizados por los Jueces y
Magistrados.
ABC, de 18 de septiembre de 1936.
Véase Burgos Ladrón, J. “I Jornadas sobre el Jurado”, en el que encontramos la ponencia del Magistrado Ruiz
Vadillo, E. “La Constitución y el Jurado”, pág. 163.
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Debemos partir de que el Jurado es una exigencia constitucional, pero no una recomendación,
permitiendo la implantación del Jurado puro o mixto y dentro de cada una, las infinitas
posibilidades que la práctica y la doctrina muestran.
1) ADOPCIÓN DEL ARTÍCULO 125 EN LA CONSTITUCIÓN DE 1978: PUERTA
ABIERTA AL TRIBUNAL DEL JURADO.
Para comenzar nuestra exposición debemos hallar el precepto constitucional en el cuál se aborda
esta figura dentro de nuestro ordenamiento español. Es el artículo 125 de la Constitución de 197883,
que regula la participación en la justicia de los ciudadanos a través de la institución del Jurado. Su
entrada en el Texto Constitucional se ha llevado de una forma que podemos calificar como confusa
a la vez que improvisada. Se intentó hacer un borrón y cuenta nueva a los antecedentes históricos de
la figura en España, debido al poco conocimiento que los Diputados demostraron durante su
discusión.
Si nos retrotraemos al artículo 115 del Anteproyecto de Constitución de 5 de enero de 1978, se
reconocía que:
” Los ciudadanos participarán en la administración de justicia en los casos y formas que la ley establezca”.
El problema es que sólo con lo recogido en este artículo, se daba lugar a unas contradicciones con
otros artículos del Anteproyecto, como era que sólo a los jueces y magistrados se les reconocía la
facultad de administrar justicia o con el principio de unidad jurisdiccional de los tribunales84. Por
lo tanto uno de los dos criterios estaba mal formulado y se esperaba una compatibilización entre
ellos que, sin embargo, nunca llegaría.
Las enmiendas formuladas respecto al artículo 115 del Anteproyecto, se introdujeron con el fin de
obtener una mayor clarificación y una mejor clasificación de la participación de los ciudadanos en
la administración de la justicia, con exclusividad de la magistratura. El Grupo de Alianza Popular
comprendió este artículo 115, un instrumento de introducción del Jurado en el sistema judicial
español de una forma sigilosa e indirecta, que haría que todos los grupos asumieran de forma tácita
la posibilidad de adoptar la justicia popular. Prueba de esta disconformidad del grupo
Para más información del lector es conveniente exponer de forma textual el articulo recogido en la Constitución
Española 1978, en el cual se dice: “Los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la Administración
de Justicia mediante la institución del Jurado, en la forma y respecto a aquellos procesos penales que la ley determine,
así como en los Tribunales consuetudinarios y tradicionales”.
84
Contradicción con el artículo 107.1 del Anteproyecto, el cual plasmaba:”la justicia emana del pueblo y se administra
en nombre del Rey por los jueces y magistrados integrantes en el poder judicial…”.
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parlamentario, fue la enmienda presentada por el Diputado José Antonio Carro Martínez85, dónde
mostraba su reticencia a reintroducir el Jurado:
“Debe suprimirse. Si lo dejado en el Derecho procesal español”. Que se quiere establecerse es el Jurado, puede
hacerse por ley ordinaria, a pesar del mal recuerdo que había”
Otros diputados del grupo popular, como Gonzalo Fernández de la Mora86, también fueron en la
misma línea, pero apelando a la duda que generaba la eficacia del Jurado:
“Debe suprimirse el artículo 115, porque si supone la instauración del Jurado en el procedimiento penal, es un
procedimiento de eficacia no probada en España. Si se trata de algo distinto, habría que precisarlo”.
Para Antonio María Lorca Navarrete desde un primer momento, durante los debates parlamentarios,
el antijuradismo del grupo Popular siempre estuvo presente. Para ello, se basaba en una ponencia
durante la sesión de las cortes del diputado popular Padilla Carballada 87, donde directamente se
muestra sin tapujos la postura de rechazo ante la adopción de esta institución dentro del sistema
judicial español, amparándose en la falta de consenso dentro de la Cámara y en la no idoneidad de
la ley que se estaba discutiendo:
“…Nosotros queremos dejar claro que este proyecto no sirve para los fines que realmente debe una norma
como ésta enderezar su contenido, que es una institución como es el Jurado quede definitivamente implantada
en nuestro sistema Judicial. Creemos que este no va a ser el texto que permita la integración del Jurado en la
España del Siglo XX o lo consolide… La nula capacidad de pacto y de aceptación, del grupo mayoritario de la
Cámara y de quienes de alguna manera han coincidido con él, pondrá en relieve, que este no va a ser, sin duda,
un texto que salga cono todos los apoyos con que debió contar, con los que nosotros hubiéramos querido que
contara… hemos de decir que tampoco es la mejor ley del Jurado que quieren otros. Creo que la mejor Ley del
Jurado es aquella que hubiera podido merecer el apoyo de todos…”.
Pero la cosa no quedo ahí, ya que el tono de defensa de la postura de la oposición a la adopción del
Jurado por medio de esta ley fue subiendo por parte del diputado gallego del grupo Popular, Pillado
Montero88:
“…Sí al Jurado, pero esta ley no es nuestra ley, es la de ustedes, y no tiene por qué ser necesariamente la
nuestra. No tenemos por qué identificarnos con ustedes… Tiempo al tiempo, y ya veremos en qué queda esta
ley”.
Pillado Montero achacaba que la ley no se comprendería, en base según él, a una pésima gestión de
la Administración de Justicia hasta ese momento y que sólo había ido a mejor una vez rectificada la
misma.
Otros grupos como el Socialista, pretendían otros métodos para poder conseguir esa participación
ciudadana en la justicia. Para ello pretendían introducir un inciso en el citado artículo 115 del
Cortes. Congreso de los Diputados Anteproyecto de Constitución. Enmienda núm. 2; Por la que el diputado de AP,
Carro Martínez expuso.
86
Cortes. Congreso de los Diputados Anteproyecto de Constitución. Enmienda núm. 2; Por la que el diputado de AP,
Gonzalo Fernández de la Mora.
87
Lorca Navarrete, A, Mª. “El Jurado Español: La Nueva Ley del Jurado”, Ed: Dykinson, 1996, pág. 20. Donde recogía
un fragmento del discurso dado por el diputado popular Carballada.
88
Lorca Navarrete, A, Mª. “El Jurado Español: La Nueva Ley del Jurado”, Ed: Dykinson, 1996, pág. 21.
85
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Anteproyecto de la Constitución del 78, el cual tratara que no hubiese limitación en la participación
ciudadana en los asuntos de interés público89:
“Añadir el siguiente inciso: En los asuntos de interés público, la acción popular no estará sujeta a
limitaciones”.
Además, los socialistas no estaban solos en esta propuesta ya que el grupo Mixto a través de su
portavoz, Raúl Morodo90, apoyaba la propuesta socialista manifestando:
“Deberá decir: 1. Los ciudadanos podrán participar en la Administración de Justicia por medio de la acción
popular en los delitos públicos, así como en los asuntos y procedimientos que afecten a los intereses generales.
2. La ley regulara la institución del Jurado y la incorporación de los ciudadanos a los tribunales cuando el
interés social debatido lo requiera”.
Por último, hay que poner también atención a lo que proponía el grupo de Unión de Centro
Democrático, los cuales eran partidarios de la justicia popular, pero creían que los ciudadanos que
interviniesen en ella, debían ser elegidos por sufragio de los jueces y fiscales de los Juzgados de
Paz, otorgando la responsabilidad de elección de los ciudadanos a estas figuras que ya estaban
dentro del esquema de sistema judicial ordinario. Aunque esta era la postura mostrada por este
grupo parlamentario, no cerraban las puertas tampoco a una supresión del artículo 11591:
“La participación de los ciudadanos en la administración de justicia se verificará mediante la elección por
sufragio directo de los jueces y fiscales que sirvan en los juzgados de paz”.
Todas las propuestas fueron desestimadas. Todos menos las del grupo Mixto, que sí tuvo relevancia
sobre la nueva redacción del artículo, que pasó a convertirse en el 117 y que manifestaba:
“Los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participación en la administración de justicia en los casos
y formas que la ley establece”.
Se reconocía por lo tanto el poder aceptar la participación ciudadana en la Administración de justicia, pero
no había un alcance especificado que manifestara hasta que punto podría llegar esa participación. No
obstante, la nueva redacción seguía sin mostrar claramente el propósito de introducir el Jurado.
El nuevo texto se presentó a la Comisión de Constitución del Congreso, teniendo lugar la defensa de las
enmiendas el día 8 de junio. Desde el grupo de Alianza Popular, Licinio De La Fuente92 defendió las
enmiendas presentadas por su grupo y escudaba su defensa de la no integración del Jurado, que cualquier
forma de adopción de éste, podría conducir a un riesgo de caer en la politización de la Administración de
Justicia. Además seguía insistiendo en la posible contradicción que había entre los artículos 109 y 117.
“¿Quién administra entonces la justicia? Si son los jueces y magistrados ¿Qué sentido tiene esa participación
ciudadana? Si participan será para administrar, luego lo que se está diciendo en el artículo 109 se está
contradiciendo realmente el artículo 117”.
Cortes del Congreso de los Diputados, enmienda núm. 444, donde el Grupo Socialista en el Congreso presento en su
enmienda esa intención de forma. “Añadir el siguiente inciso: En los asuntos de interés público, la acción popular no
estará sujeta a limitaciones”.
90
Cortes del Congreso de los Diputados, Enmienda núm. 553 de Raúl Morodo, en la cual fue a más en la propuesta
socialista aportando unas nuevas propuestas hacia el artículo 115 del Anteproyecto.
91
Cortes del Congreso de los Diputados, enmienda núm. 779, en la cual UCD expreso:
92
Diario de Sesiones del Congreso, Comisión de Constitución, de 8 de junio de 1978, Pág. 3091. Licinio De La Fuente
se preguntaba durante su intervención.
89
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Gregorio Peces Barba93, del grupo socialista, no veía que la posible politización fuera peligrosa y
perjudicial para el sistema de justicia. Al contrario, consideraba que podría ser beneficiosa y
saludable. Su defensa del artículo 117 se basaba en que no se estaba estableciendo nada inmediato,
sólo se proponía una nueva forma de organización judicial. Recalcó que en ningún caso establecía
el Jurado de forma categórica y sólo se limitaba a amparar la participación de los ciudadanos en los
tribunales económico-administrativos o en los jurados mixtos.
Finalizadas las intervenciones, el nuevo texto pasó a ser adoptado, siendo el artículo 119 del
proyecto y sobre el cual se abrió debate en el Pleno del Congreso el día 13 de julio, con la
intervención del diputado popular De La Fuente94. El diputado proponía una nueva redacción del
texto, excluyendo el posible camino hacia el Jurado. Continuaba con el argumento de sospecha de
que el artículo planteaba el restablecimiento del Jurado y rebatió a los diputados favorables a la
adopción. Su defensa de sus argumentos se basaban en que el Jurado sólo era válido para épocas
revolucionarias antiguas y que no era eficaz en la época moderna. Aun así, la experiencia histórica
había arrojado unos resultados nefastos de la institución.
El Diputado socialista, Pablo Castellanos95, intervino con un argumento que iba en otra dirección.
Abordó de pleno lo que decía el precepto y sin formular hipótesis. Solamente habló de la
participación ciudadana, que como tal principio democrático, debía mantenerse de forma básica
para la futura constitución. Puso en relieve, que la supresión del artículo 119 podría dar lugar a un
grave conflicto con el artículo 1, que afirmaba que la soberanía correspondía al pueblo.
“Los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la administración de justicia mediante la
institución del Jurado para determinados casos de naturaleza penal, cuando así se establezca por ley y también
en los Tribunales consuetudinarios y tradicionales”.
Resultado de toda esta discusión parlamentaria, fue el rechazo de la enmienda de Alianza Popular y
una nueva aprobación del nuevo texto. Sólo correspondería al Senado manifestarse sobre ello.
El Senador Pedrol Ríus96 consideraba fundamental y necesaria una referencia concreta al Jurado y a
la vez que se debía conciliar el artículo constitucional 119, de forma que no se produjese o se
entendiese una vulneración y conflicto con el artículo 107, que confería el monopolio de la
administración de justicia a los jueces y magistrados, teniendo el ejercicio exclusivo de la potestad
jurisdiccional de los tribunales y juzgados. Como solución, creía que se debía considerar la
participación ciudadana como algo excepcional.
Requería una concreción que mencionase el
sistema del Jurado. Matizaba que el Jurado aun estaba en una fase primaria y experimental, debido
al lastre histórico que suponían las insatisfactorias experiencias pasadas.
Diario de Sesiones del Congreso, Comisión de Constitución, de 8 de junio de 1978, Pág. 3092-3.
Diario de Sesiones del Congreso, Pleno de Constitución, Pág. 4245 y ss.
95
Diario de Sesiones del Congreso, Pleno de Constitución, Pág. 4249 y ss.; donde expreso las palabras.
96
Diario de Sesiones del senado, Comisión de Constitución de 1 de septiembre de 1978, Pág. 2440 y ss.
93
94
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La enmienda formulada por Angulo Montes sería la finalmente aprobada, convirtiéndose en el
artículo 124 de la redacción del Senado97. El pleno del Senado aceptó la redacción sin tener en
cuenta las correcciones formuladas por la Comisión Mixta senado-Congreso y definitivamente fue
propuesto y aprobado por el Parlamento el 31 de octubre de 1978. Se convirtió en el definitivo 125
del texto constitucional promulgado el 27 de diciembre de 1978. De este modo, la puerta a la
incorporación del Jurado seguía abierta, pero limitado a los asuntos criminales, que debían
determinarse por una futura ley reguladora de la institución.
Una vez aprobado el artículo 125 y la posibilidad de reconocimiento del Jurado dentro del sistema
Judicial español, la repercusión que tuvo esta novedad fue muy diferente a la esperada. La
indiferencia de los medios de comunicación, daba constancia de que la institución había quedado en
el olvido. La falta de comunicación e información a la sociedad sobre sus derechos de participación
en la administración de justicia era muy preocupante. Apenas hay ninguna referencia al
acontecimiento político en ningún diario de tirada nacional.
Para concluir este apartado, debemos reflexionar teniendo en cuenta que, aunque el Jurado haya
sido adoptado por la constitución vigente, todavía existe una contradicción vigente con el artículo
117, que reconoce la exclusiva administración de justicia a los jueces y magistrados. Según Fiaren
Guillén98, la solución hubiera sido, añadir a ese artículo 117, un inciso que apelara a que la
exclusividad, a parte de los jueces y magistrados, también deberá recaer sobre la figura del Jurado
popular. Llegado a este punto, el Gobierno ya está en disposición de poder proponer a las Cortes,
una ley que regule propiamente la Institución del Jurado, que como veremos en paginas posteriores,
se culminara en 1995.
“que en realidad son “jueces”, aunque solo sea parcialmente. La excepción de la magistratura que conoce y
juzga totalmente a favor de aquellos tribunales en los cuales se manifestando una no única, sino doble actividad
jurisdiccional (Jurado y jueces de derecho), debió hallarse al menos, indicada y seguida de la definición de los
jueces técnico-totales. El error de Pedrol Ríus fue de semántica”.
Por lo tanto, lo que queda claro es que el artículo 125 de la Constitución Española aprobada,
permite la incorporación a nuestro sistema jurisdiccional, la participación de los ciudadanos en la
Administración de Justicia por medio de la figura del Jurado. Pero no dice más. No se establece
como debe ser ese Jurado. Es por eso, que se ve la imperiosa obligación de desarrollo legislativo de
la figura del Jurado basándose en que el artículo 125 de la Texto Constitucional no establece si el
modelo escogido es Escabinado o Sajón. Tampoco establece la estructura, ni funcionamiento ni
competencias del Tribunal del Jurado, ni los delitos de los que conocerá. El legislador
constitucional lo que sí ha hecho es limitar la competencia jurisdiccional especifica del ámbito del
Boletín Oficial de las Cortes, núm. 161, de 13 de octubre de 1978, Pág. 3570.
Víctor Fiaren Guillén, “los Tribunales de Jurados en la Constitución de 1978”, Ed. Civitas, Madrid, 1979, Pág. 103104.
97
98
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Tribunal del Jurado al del Derecho Penal, excluyendo su ampliación a cualquier parcela del
Derecho.
2) DEBATE EN LAS CORTES SOBRE LA LEY ÓRGANICA DEL TRIBUNAL DEL
JURADO DE 22 DE MAYO DE 1995
Como hemos podido observar, el artículo 125 de la Constitución Española,
es un mandato
constitucional establecido en 1978, pero que como tal no iba a tener la eficacia necesaria ni
funcionamiento alguno hasta 1995, lo que supuso la aprobación de la Ley Orgánica del Tribunal
Jurado. Por lo que hasta entonces podemos concluir, que el citado artículo no ha gozado de
efectividad. Lo que pretende aportar la Ley Orgánica del Tribunal Jurado, es una respuesta
legislativa al mandato constitucional que recoge el artículo 125 de la Constitución Española de
1978, que da cabida a la incorporación del Jurado. Se pone de manifiesto por lo tanto, permanecer
fiel a los principios de soberanía nacional que emanase del pueblo retornando nuevamente al pueblo
El primer problema que nos encontramos es el de determinar si la ley que regule el funcionamiento,
organización, estructura y competencia del Jurado, deberá ser especial o de carácter más genérico.
Históricamente han existido normas destinadas a la regulación exclusiva del Tribunal del Jurado
(Decreto 1810, Ley de Libertad de Imprenta de 1820, Ley de 23 de junio de 1870, y la Ley del
Jurado de 1888), pero también normas no destinadas específicamente, han regulado la Institución
(Proyecto de Código de Procedimiento Criminal de 1821). Por lo que se han usado las dos formulas.
El profesor Pérez-Cruz Martín99 es defensor de la forma de regulación actual, debido a que debe ser
una ley específica por la complejidad que abarca la materia y la necesidad de esa regulación global.
Debe llevarse a cabo un tratamiento detallado de todos y cada uno de los aspectos de la Institución.
En cuanto al rango normativo de la disposición legal que lo debe regular, no queda aclarado en la
Disposición Adicional Primera de la Ley Orgánica del Poder Judicial, ya que la interpretación
sistemática de ella nos lo incluiría a favor del carácter ordinario del texto que lo regule. La Doctrina
ha sido partidaria de su regulación orgánica. También defiende su regulación orgánica, por ejemplo,
Davo Escriva100 basándose su argumento:
“…en primer lugar, el Tribunal del Jurado constituye una de las formas especificas de estructuración u
canalización del derecho de todos los ciudadanos a participar en las funciones públicas; en segundo lugar,
porque el Tribunal del Jurado constituye un Tribunal ordinario de justicia; en tercer lugar, porque el Tribunal
del Jurado quedara investigado de carácter del Juez ordinario predeterminado por la Ley y, por ultimo por
necesidad de asegurar la propia seguridad jurídica…”
Pérez-Cruz Martín, A-J. “La participación de en la Administración de Justicia: El Tribunal del Jurado”, Ed:
Montecorvo, Madrid, 1992, pág.: 326
100
Véase Pérez-Cruz Martin, A-J. “La participación de en la Administración de Justicia: El Tribunal del Jurad”, Ed:
Montecorvo, Madrid, 1992, pág.: 329.
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Las sesiones de las Cortes sirvieron para discutir todos los aspectos sobre la futura Ley Orgánica del
Tribunal del Jurado. Los objetivos marcados estaban destinados a poder conseguir una ley especial
que trate la institución de forma única y que su desarrollo legislativo sea lo más acertado y
conforme a las necesidades del sistema judicial español.
Debemos hacer referencia al 11 de mayo de 1995 para observar el primer debate de las enmiendas
introducidas por los distintos grupos y remitidas a la comisión del Senado con el fin de aprobar el
proyecto de Ley Orgánica. La sesión sobre la discusión sobre el proyecto de Ley Orgánica del
Tribunal del Jurado fue iniciada por el grupo parlamentario de Coalición Canaria, concretamente
por su Diputado Mardones Sevilla101, donde su postura favorable a favor a cada enmienda estaba
basada en la idea de necesidad de una regulación especial de la institución. Se pretendía posibilitar
la participación del ciudadano de forma activa y directa en la justicia.
“… nos sentimos plenamente satisfechos de que se alcance este proyecto de ley orgánica, así como de las
mejoras que introducen las enmiendas del Senado, fundamentalmente porque ya era hora de que, pasados tres
lustros desde que nuestro texto constitucional conociera y diera constancia explicita de la institución del
Tribunal del Jurado, lleguemos por fin al cumplimiento de este mandato y compromiso constitucional y
político… posibilitar la participación activa y directa de los ciudadanos en la Administración de justicia…”.
Para el diputado del PNV, Olabarría Muñoz102, la aprobación de este proyecto de ley iba a ser un
avance en la democratización de la justicia y por lo tanto un compromiso firme de cumplimiento
eficiente y efectivo de los mandatos constitucionales de los artículos 23,24 y 125 de la CE de
1988103. Fue tal el apoyo de este grupo parlamentario que retiraron todas las enmiendas presentadas
y confiaron de pleno en la aprobación del proyecto como tal, dejando al descubierto su tendencia
projuradista y mostrándose favorable a cualquier propuesta que supusiera un establecimiento y
desarrollo de Jurado. Sólo se recalcó por parte de este grupo, el punto de que el Jurado conozca de
los hechos no sólo de forma fáctica, sino que también se les diera la competencia de valorarlos. El
Jurado entraría en cuestiones como el error o no, grado de participación, atenuantes y agravantes,
porque al ser ciudadanos legos en derecho, a los cuales esto debería resultarles muy difícil,
pudiendo emitir un veredicto equivocado o confuso, no logrando el grado de justicia pretendido.
También se puso en relevancia la confusión que había al no admitir que los jurados conocieran de
los delitos conexos en algunos casos y no en otros, como el de prevaricación, pero no se entró tanto
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, del día 11 de mayo de 1995, pág.7740, diputado de Coalición
Canaria Mordones Sevilla.
102
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, del día 11 de mayo de 1995, pág.7740, diputado de PNV
Olabarría Muñoz.
103
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, del día 11 de mayo de 1995, pág.7741: “El 23 consagra el derecho
de los ciudadanos a participar en los asuntos públicos y el 24, el derecho igualmente importante en el ámbito de la
justicia, cual es el derecho a una tutela judicial efectiva para todos los ciudadanos de carácter universal, por parte de los
jueces y tribunales”.
101
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en el fondo al ser aspectos más técnico-jurídicos. Pero lo esencial y con lo que nos quedamos es con
la defensa a ultranza de la institución por parte de este grupo.
“…nuestra voluntad projuradista la hemos manifestado en diversas legislaturas mediante la proposición de
múltiples iniciativas parlamentarias para conseguir una implantación efectiva del Jurado”.
El grupo parlamentario de CIU, por medio de la diputada Alemany i Roca, también defendió la
instauración del Jurado, basándose en los valores democráticos que este presenta, como instrumento
de democratización y acercamiento de la Administración de Justicia a los ciudadanos. Por lo que se
consolida el sistema democrático.
IU también se mostró favorable a dar este paso y aprobar el proyecto de ley, como un instrumento
de democratización y desarrollo de un precepto constitucional que hasta ese momento estaba
incumplido por omisión, que es la previsión de la existencia de un Jurado. Se entendía como una
reforma progresista. Proponen que este paso será un cambio en la mentalidad de los ciudadanos ante
la Administración de Justicia104.
“… habrá un cambio en la actitud de la sociedad respecto a la justicia… la aprobación del Jurado tiene que
ayudar a disipar ese recelo que tienen muchos ciudadanos, a veces con razón en cuanto a su participación en la
Administración de Justicia. Por tanto, me parece que la aprobación de esta ley va a ayudar a un compromiso
mayor de la ciudadanía con la justicia…”.
En una línea diferente fue el grupo del PP, donde dicho proyecto no era de su agrado desde el punto
de vista técnico, aunque estaban comprometidos y con voluntad de apoyar el proyecto de Ley del
Jurado, por ser un desarrollo de la Constitución Española. El apoyo estaba condicionado a corregir
los errores que ellos creían que el proyecto que se iba a aprobar llevaban aparejados. Por lo tanto,
eran partidarios de la introducción del Jurado en el sistema Judicial Español, pero de no apoyar en
conjunto el texto105.
“… nosotros no nos hacemos responsables ni coparticipes de la introducción en el ordenamiento jurídico de los
gazapos procesales…”.
Por último el grupo socialista, por medio de su diputado Valls García, abogó por la importancia de
lo que se iba a aprobar, denominándolo como la medida más importante de la legislatura. Se ponía
en práctica el artículo 9.2, 23 y 125 de la CE en materia de Administración de Justicia. Entró en el
ámbito de competencias que tendría el Jurado, manifestando que algunos grupos apostaban por
dotarle de más, pero lo que se pretendía inicialmente era un buen funcionamiento para cuando se
produjera una estabilización de sus actos, poder ampliarlas. Quedó plasmada su prudencia a la hora
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, del día 11 de mayo de 1995, pág.7743, diputado de IU López
Garrido.
105
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, del día 11 de mayo de 1995, pág.7743, diputado de PP Padilla
Carballada.
104
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de ponerla en funcionamiento y solicitó paciencia en torno a los resultados. Por último se destacó
también la ampliación del número de jurados para una mayor seguridad jurídica del Tribunal.106
“…ampliar el número de jurados de siete a nueve, por considerarlo de mayor pluralidad a la hora de la
discusión e igualmente defendemos que la votación no sea por unanimidad”.
Posteriormente la ley Orgánica del Tribunal del Jurado del 22 de mayo de 1995, será modificada
por la ley Orgánica 8/1995 del 16 de noviembre, debido a que en la sesión celebrada el 11 de mayo
no se incorporaron al texto las enmiendas aprobadas por el Senado. El motivo fue que la votación
en conjunto de esas enmiendas fue rechazada, aunque hubieran sido valoradas por el congreso de
forma favorable anteriormente. Por ello se introducen en la Ley Orgánica ya aprobada el 11 de
mayo, las modificaciones que sean acordes al contenido de las enmiendas que en su momento
fueron formuladas por el Senado. El fin era conseguir una regulación más precisa y eficaz de la
institución.
En cuanto a la determinación de los tipos delictivos incluidos en el texto legal aprobado, debemos
detenernos en a los dos sistemas a escoger para definir el ámbito competencial del Jurado. Para
Francisco Escriba107 hay un criterio delimitador al recoger todas y cada una de las figuras delictivas
que tienen competencia de conocer. Es un criterio utilizado constantemente en nuestro derecho
histórico porque permite identificar fácilmente una figura delictiva concreta. El inconveniente de
este método, es la dificultad de conseguir una estructura coherente, conforme a la naturaleza de los
delitos asignados a su conocimiento. Por otro lado, el criterio de las penas, otorgando competencia
exclusiva al tribunal del Jurado, conforme a las penas previstas en el Código Penal respecto a los
diferentes delitos. Es un sistema utilizado con menos frecuencia en nuestro sistema ya que aunque
permitiría establecer una estructura coherente de enjuiciamiento para el tribunal, ya que todos los
delitos tendrían una respuesta similar y tendrían una gravedad o relevancia social parecidas, daría
lugar a un aumento del coste económico en la Administración de Justicia.
La solución nos la encontramos en la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado, optando por el primer
modelo. Pero la complejidad se traslada a la elección de los tipos penales sujetos a la competencia
del Jurado. La vía por la que se mueve la citada Ley, es la incorporación progresiva para poder
acomodar el nuevo sistema de enjuiciamiento al grado de aceptación que demanda la sociedad,
ampliando el marco competencial a medida que la figura se vaya asentando entre la ciudadanía. Tal
y como expresa la Exposición de Motivos del Texto:
“La experiencia y consolidación social de la Institución”, permitirá esa ampliación de competencias.
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, del día 11 de mayo de 1995, pág.7743, diputado de PSOE Valls
García:
107
Francisco David Escriba, “El Tribunal del Jurado Reflexiones acerca de su desarrollo constitucional”, editorial
Colex, Madrid, 1988, Pág. 103.
106
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Si pasamos ya a un análisis más profundo de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado, nos
encontramos que los apartados 1º y 2º del artículo 1 regulan los tipos penales que conocerá el
Tribunal del Jurado, estableciendo las figuras delictivas de una parte y los delitos concretos que van
a conocer. No será hasta el artículo 5, donde se delimitara el ámbito competencial, estableciendo
normas complementarias en materia de conexión con otros tipos delictivos. Inicialmente fueron
incluidos los delitos contra la vida humana, recogiendo expresamente el homicidio y el infanticidio,
siempre y cuando hayan sido consumados. También se incluyen delitos relativos a la infidelidad de
la custodia de documentos y presos, el cohecho y malversaciones de funcionarios públicos, fraudes
y exacciones legales y tráfico de influencias.
Respecto al ámbito competencial se amplía de forma enorme, adoptando los delitos de omisión de
deber de socorro, contra la intimidad, contra la libertad y el medio ambiente. Por último, la norma
de cierre competencial del artículo 5, delimita y regula toda materia complementaria, que pudiera
referirse a temas de concurso. En este sentido se establecen unas determinadas reglas: donde se
tendrá en cuenta el grado de ejecución de la participación del acusado para valorar la competencia
de conocimiento del jurado, excepto en los delitos contra la vida humana ya consumados, que
directamente entrarían dentro de la esfera de conocimiento del Jurado. Se excluyen los supuestos de
varios delitos imputados a la misma persona.
Como conclusión a este apartado sobre el artículo 125, debemos hacer referencia a lo que significa
implícitamente para un ciudadano tener este tipo de derecho. Tal y como manifiesta Gimeno
Sendra108, para él, este articulo manifiesta el derecho que todos los ciudadanos tienen a participar en
los asuntos públicos, apoyado en el artículo 23 de la CE, y que se enfoca concretamente en el
espacio de la Administración de Justicia. Es un derecho tal y como él lo manifiesta de “status active
civitatis”, mucho más perfecto que los que contemplan igual participación en otros Poderes del
Estado, ya que el acceso a los Poderes Legislativo y Ejecutivo, debe realizarse de una forma
indirecta a través de una representación. Es un derecho que asegura una mayor participación
ciudadana, ya que se ha configurado al Jurado como una “Escuela para la ciudadanía”.
Gimeno Sendra, además añade que no es solo un derecho sino, que también manifiesta un deber, ya
que se constituye como una obligación del ciudadano de prestar la colaboración requerida a los
Tribunales en el curso del proceso. Por tal razón, el Ordenamiento procesal contempla medidas
coercitivas para asegurar el cumplimiento de esta prestación de hacer.
108
Gimeno Sendra, V. “El Articulo 125 de la Constitución”. I Jornadas sobre el Jurado, Universidad de Sevilla, 1995.
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Por último el artículo 125 de la Constitución Española, manifiesta un derecho cívico, activo y
fundamental, sometido al principio de igualdad, donde la palabra “Todos” del artículo 23.2 de la
CE, lo iguala a los derechos fundamentales que parten desde el artículo 14 de la CE.
3) MODELO DE TRIBUNAL DEL JURADO ADOPTADO: SAJÓN O ESCABINADO.
Una vez visto la adopción del artículo 125 a la Constitución de 1978 y la posterior aprobación en
1995 de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado, debemos detenernos en qué modelo ha sido el
adoptado y el elegido, para que forme parte del sistema judicial español. Observando el propio
precepto 125 nos alude a una ley. Una ley que deberá regular todo lo relativo a la figura del Jurado
y por lo tanto debe darse un desarrollo legislativo. Esto llevó a un debate sobre qué modelo de
Jurado era el idóneo a adoptar. La tendencia, fue la de inclinarse ante el supuesto teórico que
presenta el modelo sajón y su concepto de separación entre el hecho y el derecho. Pero fue una
decisión polémica, debido a las discrepancias que se dieron sobre la constitucionalidad o no de la
instauración del Escabinado.
Antes, debemos hacer una pequeña diferencia entre lo que es el Jurado Sajón o puro y el Jurado de
Escabinos.
Para Escriche109, la definición de Jurado Puro es:
”La reunión o junta de cierto número de ciudadanos, que sin tener carácter público de Magistrados son
elegidos por sorteo y llamados ante el Tribunal o Juez de derecho para declarar según su conciencia si un
hecho esta o no justificado c, a fin de que aquel pronuncie su sentencia de absolución o condenación y aplique
en este caso la pena con arreglo a las leyes”.
En cambio el Tribunal de Escabinos, refiriéndonos como Escabinos, a los miembros-jueces
populares de un órgano colegiado. Es un tribunal integrado por Jueces Letrados y por ciudadanos
comunes, que se pronunciaban tanto de las cuestiones de Hecho como las de Derecho. Para una
definición más detallada, podemos recurrir a la definición dada por Francisco de Asís Pacheco110,
que lo define como:
”El Tribunal de Escabinos no es como el del Jurado, un Tribunal compuesto por dos secciones, de las cuales
una estima las pruebas y declara los hechos, y la otra califica los hechos y les aplica el Derecho con arreglo a
la Ley penal, sino que el Tribunal de Escabinos examina toda cuestión planteada en una causa y así estima las
pruebas como califica los hechos que de ellas resulten y aplica la ley a esos resultados”.
El artículo 125 de la Constitución, la mención que hace no es hacia el Escabinado de forma expresa,
sino hacia “la Institución el Jurado”. En una primera impresión podemos deducir que lo que está
aceptado es el Jurado en su modelo sajón, pero no hay que confundirlo con el Tribunal de
Escabinos. Los partidarios del Jurado tradicional, afirman que el término “jurado” es literalmente el
Escriche. J. “Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia”, Madrid, 1847, tercera edición, tomo segundo,
pág. 392.
110
De Asís Pacheco, F. “La Ley del Jurado”, Madrid, 1888, pág. 235.
109
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consagrado en la vigente Constitución Española (lo que es cierto), por lo que si se hubiese
pretendido otra cosa, el legislador constitucional lo hubiera hecho constar. No se produce una
temida influencia de los jueces Técnicos sobre los legos, cosa que si pasaría a juicio de ellos, en el
Tribunal de Escabinos.
En cambio, los defensores del Escabinado argumentan a su favor, que el modelo adoptado es el que
ellos defienden, basándose en que en el modelo español, no se produce una separación entre el
conocimiento de los hechos y del derecho. También argumentan la necesidad de la motivación de la
sentencia, con los hechos probados consiguientes, produciendo una mayor participación popular
que se produce a la hora de aplicar el derecho y fijar una pena. Por último, la conexión e
intercambio de conocimientos y sentimientos entre los Jueces Técnicos y los legos.
Un autor como es José Luís Manzanares111, ya en 1981, defendía la figura del Escabinado. Opinaba
que la forma de aplicación de la justicia debía seguir este modelo, y no la del jurado estricto. Lo que
aportaba el jurado Escabinado, era un intercambio de experiencias y una retroalimentación de
conocimientos entre el juez profesional y los legos. Atendiendo a palabras suyas:
“Evitará que en la valoración de las pruebas se llegue a decisiones precipitadas, emocionales o adoptadas bajo
la influencia excesiva de algún miembro concreto del jurado”.
Por lo que los jueces de carrera, centraran y asesoraran a los jueces legos, mientras que estos
aportarán opiniones del ciudadano medio, que los jueces de derecho no hubieran podido tener en
cuenta.
En esta línea de opinión nos encontramos la de Serrano Alberca112, que se refería a que el modelo
instaurado en el sistema procesal, era el Tribunal del Jurado como tal, estableciendo una separación
de Hecho y de Derecho. El veredicto se refería por ello, a la conclusión obtenida del conocimiento
de hecho y el juicio de derecho, en la sentencia que fue motivada por el veredicto, que da lugar al
fallo.
“En cuanto a la forma de participación… se impone necesariamente el establecimiento del Tribunal del Jurado;
en consecuencia, un procedimiento basado en el juicio de hecho y de derecho, en el que el veredicto se refiera al
primer aspecto y la sentencia motivo, basándose en el veredicto, el fallo que pronuncie”.
Frente a ellos, López-Muñoz y Larraz113, rebatió el argumento de Manzanares, que apela a que sólo
la mera interpretación literal del artículo 125, alude al Jurado y no al modelo Escabinado.
Argumenta que el Jurado puro, manifiesta una imagen más clara de lo que representa la soberanía
popular y huye de la profesionalización del poder judicial.
José Antonio Manzanares Samaniego, “apuntes sobre el nuevo Jurado español”, Boletín de información del
Ministerio de Justicia, núm. 1233, del 15 de marzo de 1981.
112
Citado por J.V. Gimeno Sendra: “La acción popular, el Jurado y los Tribunales de Escabinos”; tomo I, Edersa,
Madrid, 1982, pág. 347. Conforme a lo que expone el artículo 125 de la Constitución.
113
Véase, Antonio Narváez Rodríguez, “El Jurado en España: notas de la Ley Orgánica del tribunal del Jurado”,
Granada, Comares, 1995, Pág. 4.
111
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Debemos también conocer la opinión de Martín Ostos114, que no tiene muy claro cuál es la forma
adoptada, refiriéndose a la ambigüedad del precepto y por lo tanto permitiría una interpretación
muy variada y nada fija. Si hay algo que puede establecerse con seguridad, es que el constituyente
apostó de verdad y de manera firme, por la participación en la justicia popular, pero, sin especificar
cuál es el modelo adoptado.
“El precepto aprobado es ambiguo y permite una flexible interpretación. Ceñirse, exclusivamente, a la letra es
desconocer amplias posibilidades de redacción (…). No puede afirmarse que nuestro constituyente apostó
decididamente por el modelo sajón de Jurado puro. Se aprobó la participación popular en la Justicia,
sencillamente”.
Criterio que es compartido por Gimeno Sendra115, ya que no cree que haya inconstitucionalidad
respecto al Escabinado, basándose en el hecho de que no está incluido en el tenor literal del artículo.
“Mediante la inclusión del término “Jurado”, únicamente intentó desterrar el legislador constituyente los
“tribunales populares”, pero no el Escabinado, que en momento alguno fue previsto (y no se puede reputar
inconstitucional una institución sin al menos haber sido prevista por el constituyente).
El apoyo hacia Jurado Escabinado de Gimeno Sendra116 se basa en que los jurados recibirían un
asesoramiento jurídico por parte de los magistrados, permitiendo aplicar la doctrina legal del
Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo. Así se da la posibilidad de motivación de la
sentencia penal, donde plasmará el razonamiento seguido por este Jurado de Hecho y de Derecho
con el fin de obtener una convicción mayoritaria.
En definitiva, el tema central que se quiso tratar era el de optar, o bien, por el Jurado clásico, el
puro, donde el juez lleva a cabo una valoración de los hechos y proporciona su veredicto en base a
los hechos observados, o entre el jurado mixto o Escabinado, en el que el juez dicta también la
sentencia, participando en la discusión de los fundamentos jurídicos del caso y aplicando derecho.
Como veremos, la Ley se inclinará por la del Jurado puro, detallándolo en su exposición de
Motivos, justificando la elección del sistema puro en razones históricas.
En opinión de Narváez117, la opción del Jurado puro no es la mejor elección debido a que no
responde a las necesidades de la justicia española, razonando que el artículo 125 permite la
implantación de un sistema de Jurado Escabinado, sin que pudiera producirse un conflicto con la
voluntad expresada por los constituyentes. Por lo tanto para Narváez, la propia dicción del artículo
permite la opción de adoptar el sistema mixto, en referencia a lo que dice el artículo 125: “la
forma… que la Ley determine”. Además la tesis de Narváez está apoyada también en las referencias
José Martín Ostos: “El Jurado: entre la tradición y la renovación”; Jornadas sobre el Jurado, Universidad de
Extremadura, Cáceres, 1989, pág. 114.
115
J.V. Gimeno Sendra: “El artículo 125 de la Constitución Española”; 1ª Jornadas sobre el Jurado, Sevilla 1995, 26-28
de abril, pág. 161.
116
Gimeno Sendra, V. “La participación popular en la Administración de Justicia”, El poder Judicial Volumen II,
Madrid, 1983 pág. 609.
117
, Antonio Narváez Rodríguez, “El Jurado en España: notas de la Ley Orgánica del tribunal del Jurado”, Granada,
Comares, 1995, Pág. 5 y ss.
114
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del derecho comparado respecto al Jurado, donde todas las tendencias iban en el camino del sistema
de tribunales Escabinados, sin que ello hubiera supuesto una modificación del las respectivas
constituciones. Se seguía utilizando el término Jurado y no el Escabinado, por lo que no presentaría
en el plano actual español, ninguna inconstitucionalidad.
Otro argumento de Narváez era que el Jurado puro no era un sistema actual, ya que es rechazado
por la mayoría de las tendencias legislativas modernas. Excepto en los países anglosajones o alguno
como Bélgica o Suecia, la tendencia al cambio ha sido relevante. O bien se adoptaron medidas de
instaurar desde un principio el Escabinado o bien se han visto obligados a sustituir el Jurado puro
por otros tribunales de naturaleza mixta, como son los casos de Alemania, Francia o Italia.
Por último Narváez, aporta que los Jurados populares contribuyen a una mayor legitimidad
democrática, gracias a la participación popular en la Administración de Justicia. Aun así pueden
llegar a surgir algunos inconvenientes que derivan de un desconocimiento del derecho, que en
determinados casos es esencial para la observancia de determinados tipos penales. Además el
sentimiento emocional y el entorno social pueden afectar al equilibrio psicológico de estas personas,
debido a la presión pública que están destinadas a soportar en casos de especial relevancia social.
Además otro factor importante al que debemos sumar, es el desinterés en la participación en la
Administración de Justicia de los ciudadanos.
Debemos también tener en cuenta una pieza fundamental en el ámbito del derecho, que es la
opinión de la Doctrina. En nuestra Doctrina ha habido opiniones de toda clase, desde las que
abogaban por la supresión del Jurado, hasta los que se han manifestado a favor de su
mantenimiento, bien en su versión tradicional, o bien adaptándolo a las circunstancias del los
tiempos que corren. Francisco de Asís Pacheco118, planteaba que el Jurado Tradicional era una
preparación del Escabino, siempre y cuando hubiera una experiencia positiva del primero. Si nos
fijamos en opiniones más próximas, Adolfo García González119, defendía que:
“el Jurado tiene que sufrir una transformación esencial…”.
Ya que los tribunales precisan del Jurado, pero no el que actualmente conocemos, sino de otro
completamente transformado en su esencia y en su forma.
En la actualidad podemos afirmar, que la mayoría de la Doctrina se decanta por la forma moderna y
evolucionada del Jurado, frente a los que se mantienen fieles a un modelo Puro. Pero seguimos sin
saber qué modelo establece la Constitución Española de 1978. Para ello vemos que son varios los
preceptos que destacan el carácter participativo de los ciudadanos como el 9.2, “participación de
De Asís Pacheco, F. “La Ley del Jurado”, Madrid, 1888, pág. 237.
Véase Burgos Ladrón, J. “I Jornadas sobre el Jurado”, en el que encontramos la ponencia del Catedrático de la
Universidad de Cádiz, Martin Ostos, JdS., “El Escabinado como Jurado”, pág. 45.
118
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todos los ciudadanos”, el artículo 23.1, “derecho a participar en los asuntos públicos”, y el ya
estudiado articulo 125 con la “participación en la Administración de Justicia”. El problema es que
en todo momento se deja claro la facilitación al ciudadano en la participación en la Administración
de Justicia, pero no cuál es la modalidad elegida para ello. Como hemos dicho se recoge el término
Jurado, pero sin especificarse ninguna modalidad, y por tal, admitiendo cualquier tipo de este.
Podemos concluir este apartado diciendo que lo que ha pretendido la Ley Orgánica del Tribunal del
Jurado, es la instauración en nuestro sistema Judicial, de un modelo mixto intermedio entre el
Jurado tradicional y el Escabinado. No vemos que se abogue por el Escabinado de forma clara, pero
tampoco se pronuncia a la usanza clásica por el Jurado Sajón. Se consigue un hibrido entre ambas
modalidades, un Jurado que podríamos denominar de una categoría especial, por lo que será un
modelo que continuamente recibirá las críticas de los partidarios de una y otra posición.
4) CONCLUSIONES DE 20 AÑOS DE LA EXPERIENCIA DEL JURADO: 1995-2015.
En 2015 se cumplieron 20 desde la implantación en el sistema judicial español de los Tribunales del
Jurado y la celebración de juicios por medio de este sistema. Viendo algunos datos de relevancia,
podemos decir que Canarias es la Comunidad Autónoma con más porcentaje de este tipo de juicios,
con 33 por cada 100000 habitantes, según datos del Consejo General del Poder Judicial.
El letrado de la Administración de Justicia en la Oficina del Jurado en Sevilla, Luis Revilla120,
razonó que el inconveniente más importante tras estos 20 años de implantación del Jurado era el
carácter económico del mismo. Manifestaba que una de las reticencias de los opositores al Jurado
era que los juicios resultaban muy caros, debido a los67 euros que cobraba cada jurado al día.
Además debía añadirse a esa cantidad: desplazamientos, desayunos, comida, cena, hotel…
estimando que un juicio por Jurado que durase en torno a 5 o 6 días, podía elevarse hasta los 6000
euros.
Además Revilla, cree que otra desventaja era que la LOTJ tenía muchos vacios legales y constituía
un texto legal muy farragoso. Contenía muchas fases del proceso que no están completamente
reguladas y hay situaciones en los juicios que no están previstas. La solución a estos casos es la
aplicación del sentido común y la lógica. Por lo que el opina que la solución que se debería tomar,
es la de simplificar la Ley.
No todo son desventajas. Como punto positivo a la acción del Jurado, es que se está cumpliendo la
Constitución, porque se facilita la participación de los ciudadanos en la Administración de Justicia.
Luis Revilla, Magistrado de la Administración de Justicia en la Oficina del Jurado en Sevilla, conferencia en el
Colegio de Abogados de Tenerife, el 20 de enero de 2016. Recogido en el Diario Digital “Eldia.es”, el 24 de enero de
2016.
120
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Se ha observado que los ciudadanos responden a la misión que se les dispone de una forma
responsable y profesional. Cada vez se alegan menos excusas para evitar ser jurado y se atribuye a
la mayor concienciación respecto al derecho-deber de los ciudadanos.
Aún así, Revilla expresa que se ve como una figura intrusa y ajena a nuestra legislación después de
pasados 20 años desde su implantación. Los jueces y abogados aun la ven con mucho respeto. Pero
no debe ser un problema este escepticismo, ya que la implicación a la hora de llevar a cabo el
proceso es máxima desde todas las partes. Como resultado del éxito es que los Tribunales
Superiores de Justicia cambian menos sentencias de los magistrados que presiden los Tribunales del
Jurado, que las dictadas por los jueces profesionales.
Si ofrecemos una visión cuantitativa de los resultados del Tribunal del Jurado durante estos 20 años
de existencia en nuestro país, debemos considerar diferentes variables. Debemos atenernos a los
datos estadísticos recogidos por la Sección de Estadística del Consejo General del Poder Judicial. El
número de asuntos tramitados por la Ley del Jurado se han reducido a la mitad desde finales de los
años 90.
Para don Juan Calparsoro121, Fiscal Superior del País Vasco, fue crítico con la Institución, ya que no
ocultó que en estos 20 años de vigencia ha habido errores, como fueron los casos de Mikel Otegui y
Rocío Wanninkhof. Pero defendió que con el paso del tiempo se ha mejorado el funcionamiento,
destacando la Institución como un instrumento que acerca la Justicia al pueblo. A diferencia de
Revilla, no la considera una Institución cara desde el punto de vista presupuestario, haciendo
referencia a que el número medio de casos al año en el País Vasco no alcanza los 9 procesos.
Ofreció una autocritica hacia los propios fiscales, achacándose el uso de un lenguaje demasiado
técnico en sus intervenciones que podía dificultar el seguimiento del juicio a los jurados. Debían
contribuir entre el estamento Fiscal a utilizar una exposición más simple y menos técnica para los
jurados legos.
Desde el estamento de la abogacía, podemos recoger las opiniones del abogado Javier
Beramendi122. Se mostró muy crítico ante la actual Ley. Cree a su juicio que el número de procesos
ante este Tribunal en referencia al País Vasco es tan escaso, que no puede dar la sensación de
cercanía de la Justicia a la sociedad. La actual regulación puede dar lugar a que el Jurado se
convierta en una Institución sin funcionalidad y es partidario de recuperar el espíritu de la Ley y dar
lugar a un procedimiento habitual guiado por el principio acusatorio. Centra su crítica en la
Juan Calparsoro, Fiscal Superior del País Vasco: “XX años del Tribunal del Jurado”, Conferencia en la Academia
Vasca del Derecho, 26 de marzo del 2015.
122
Javier Beramendi, “Algunas consideraciones sobre el procedimiento del Tribunal del Jurado. Limitaciones para la
selección de los miembros del Tribunal del Jurado”, Conferencia en la Academia Vasca del Derecho, 26 de marzo del
2015.
121
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discordancia existente entre el artículo 24 de la LOTJ123 y la praxis. Manifiesta que no se cumple y
que en la práctica el efecto es el contrario. La transformación del procedimiento para las causas que
conozca el Tribunal del Jurado sólo se produce cuando la instrucción está muy avanzada o
prácticamente acabada. Por lo que se produce una contrariedad conforme a lo regulado en la Ley.
Para comprender mejor la evolución en estos 20 años de las actuaciones ante el Tribunal del Jurado
analizaremos las estadísticas realizadas por el CGPJ. Centrados en los Juzgados de Instrucción,
Primera Instancia e Instrucción y Violencia contra la Mujer, desde 1996 hasta 2004, han conocido
de un total de 10407 procedimientos conforme a la Ley del Jurado. Solo en los primeros años de
vigencia de esta ley (1996,1997 y 1998) se ha dado un aumento de este tipo de procedimientos,
siendo a partir de 1999 cuando empezó la tendencia decreciente. Han seguido la siguiente evolución
temporal124:
Hay un descenso a partir de 1999 que podía achacarse a la restrictiva interpretación de las normas
de conexión y de la competencia, dando lugar a que no se produzca una inmediata incoación de los
procesos como competencia del Jurado.
Si hacemos una visión global del procedimiento ante el Tribunal del Jurado por Comunidades
Autónomas desde 1996 hasta 2014:
Articulo 24 LOTJ: “Cuando de los términos de la denuncia o de la relación circunstanciada del hecho en la querella,
y tan pronto como de cualquier actuación procesal, resulte contra persona o personas determinadas la imputación de un
delito, cuyo enjuiciamiento venga atribuido al Tribunal del Jurado, previa valoración de su verosimilitud, procederá el
Juez de Instrucción a dictar resolución de incoación del procedimiento para el juicio ante el Tribunal del Jurado, cuya
tramitación se acomodará a las disposiciones de esta Ley, practicando, en todo caso, aquellas actuaciones inaplazables a
que hubiere lugar”.
124
Todos los datos y graficas han sido extraídas del informe estadístico Nº 40 del 14 de julio de 2015 del Consejo
General del Poder Judicial, sobre los 20 años de vigencia del Tribunal del Jurado.
123
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El siguiente grafico muestra los procedimientos incoados ante los TSJ en estos 20 años por cada
100000 habitantes:
Como hemos comentado al principio del apartado, es Canarias la Comunidad en donde más juicio
por jurado se ha llevado a cabo por cada 100000 habitantes.
Cuando analizamos los datos de las Audiencias Provinciales, observamos la siguiente evolución:
En el 89.2 % de los casos las sentencias del Tribunal del Jurado han sido condenatorias:
60
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Si hacemos un estudio de los delitos conocidos por las Audiencias Provinciales, el año 2012 permite
ver una primera aproximación:
Si hacemos un balance de estas estadísticas, se observa que a finales de los años 90 se produce una
tendencia decreciente en el número de procedimientos ante el Tribunal del Jurado. Canarias y
Galicia han sido los TSJ con más número de procedimientos ante el Jurado por cada 100000
habitantes. El porcentaje de 89,2% de sentencias condenatorias es superior al porcentaje de
sentencias condenatorias de los procesos sumarios, con un 84,7% y de los abreviados, con un 80%.
Este porcentaje del casi el 90% se ha mantenido estable, ya que desde 1996 no ha bajado del 86% ni
subido del 91,6%.
IV) CONCLUSIONES
Del estudio realizado sobre el tema de la evolución e historia del Jurado en España, podemos sacar
las siguientes conclusiones:
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Primero debemos hacer referencia a las dificultades y problemas que ha tenido a lo largo de la
historia de España, la instauración de la figura del Jurado, dentro del sistema de la Administración
de Justicia española. Estaban motivadas tanto por acontecimientos sociales, como por ideologías
políticas y culturales. Las diferentes guerras civiles y conflictos bélicos, producidos siempre en
momentos clave para el arraigo y asentamiento del jurado, produjeron un retraso en su implantación
y una dificultad añadida a la hora de poner en funcionamiento el órgano, con las posibles
valoraciones que se pudieran hacer en torno a sus efectos y actuaciones.
En el plano político hemos podido observar que el Jurado es una figura estrechamente relacionada
con las ideologías liberales y democráticas. Sus máximos impulsos de introducción en España,
coincidieron con las épocas donde los gobiernos de izquierdas estuvieron presentes en España. Eran
gobiernos donde se pretendía un cambio social y una evolución del país que estuviese a la altura de
las influencias políticas y culturales que procedían del resto de Europa. El Jurado era visto como un
símbolo de libertad y de democracia.
Otra de las conclusiones que se extraen de este trabajo, es el fin del Jurado. El ánimo por
instaurarla, era el acercamiento de la Administración de Justicia al pueblo. Se pretendía que
entrasen en contacto con la Justicia y que tomaran conciencia y compromiso con el Estado, siendo
parte de las decisiones judiciales. Se apela a la responsabilidad de los ciudadanos y a su sentido
subjetivo, que va más allá de los métodos técnicos a los que se ciñe cualquier juez de Derecho. Es
un derecho de todo ciudadano español, pero también es un deber que implica compromiso con el
mantenimiento del orden social de España.
En cuanto a su adopción conforme a la Constitución Española actual, se ha reflejado como todos los
grupos políticos eran favorables a la incorporación del Jurado, aunque en diferentes medidas. Como
el artículo 125 del Texto Constitucional recoge la incorporación del Jurado dentro de nuestro
sistema judicial pero que necesita un desarrollo legislativo especial. Ese desarrollo se llevará cabo
mediante la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado.
Reseñar que la Constitución actual, ya reconoce expresamente en su artículo 125, el derecho de los
ciudadanos a la participación en la administración de Justicia por medio del Jurado. Pero como
hemos visto, el Jurado español es un Jurado especial, ya que su base es el modelo anglosajón, con
procedimientos del modelo francés, convirtiéndose en un sistema especial. Por eso hay una
discrepancia para ubicarlo dentro de algún sistema, siendo un Jurado único.
Por último si analizamos las graficas y estadísticas que recoge el Consejo General del Poder
Judicial, se puede concluir que es una Institución que en sus primeros cinco años de funcionamiento
tuvo un gran auge. Pero los últimos 15 años, el número de procesos se ha disminuido
considerablemente. Las causa como han expuesto los juristas nombrados pueden ser: la falta de
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concienciación de la sociedad aun puede no ser suficiente respecto a la figura, los costes de los
procesos de los que conocen los jurados, el farragoso y complicado texto de la Ley del Jurado…
Bajo mi punto de vista, después de haber elaborado este trabajo, he observado que es una
Institución que es muy positiva tanto para los juristas como para los ciudadanos legos. Los juristas
se ven enriquecidos desde otros puntos de vistas a los que llegan los ciudadanos legos y éstos, ven
un acercamiento a la Administración de Justicia, haciéndoles ser una figura clave para el
funcionamiento de la Justicia en España. Pero aún llevando 20 años de funcionamiento, el trabajo
no está concluido. Se debe seguir con el desarrollo del Jurado adaptándolo a los tiempos para que
no quede desfasada, quedando en el olvido. Debe educarse tanto a ciudadanos y juristas sobre la
importancia de este tipo de Justicia, para que la tendencia no siga a la baja y el número de procesos
vuelva a aumentar.
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PÉREZ-CRUZ MARTIN, A-J. “La participación de en la Administración de Justicia: El Tribunal del
Jurado”, Ed: Montecorvo, Madrid, 1992.
REVILLA, L., Magistrado de la Administración de Justicia en la Oficina del Jurado en Sevilla, conferencia
en el Colegio de Abogados de Tenerife, el 20 de enero de 2016. Recogido en el Diario Digital “Eldia.es”, el
24 de enero de 2016.
SÁENZ BERCEO, Mª.C.: “Apuntes sobre la institución del Jurado en España: El Jurado en el Siglo XIX”,
Jornadas sobre el Jurado, Universidad de La Rioja, Logroño, 2006.
M. SERRA DOMÍNGUEZ, M, “El Estatuto jurídico del Jurado”, Jornadas sobre el Jurado, salamanca,
1989.
1) TEXTOS LEGISLATIVOS:
ESTATUTO DE BAYONA DE 1808.
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1812.
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1837.
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1845.
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1869.
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1876.
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1831.
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978.
LEY ORGÁNICA DEL TRIBUNAL DEL JURADO 5/1995 DE 22 DE MAYO
LEY ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL.
2) DIARIOS DE SESIONES Y BOLETINES OFICIALES:
Diario de Sesiones de las Cortes Españolas.
Diario de Sesiones del Senado Español.
Boletín Oficial de las Cortes Españolas.
Discurso de Apertura de los Tribunales Españoles.
3) JURISPRUDENCIA CONSULTADA:
STC 124/84 de 18 de diciembre 1984.
STC 154/87 de 14 de octubre de 1987.
STC 78/88 de 27 de abril de 1888.
STC 201/89 de 30 de noviembre 1989.
STC 349/93 de 22 de noviembre 1993.
STC 326/94 de 12 de diciembre de 1994.
4) FUENTES ELECTRÓNICAS:
DIALNET: https://dialnet.unirioja.es/
CENTRO DE ESTUDIOS ESTADISTICOS DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL:
http://www.poderjudicial.es/portal/site/cgpj/menuitem.0cb0942ae6fbda1c1ef62232dc432ea0/?vgnextoid=dd
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