Va l o r e s p a r a l a v i d a que los mayores se alegren también y lo feliciten. Por Rodolfo Bianciotti Superar los obstáculos En el artículo anterior vimos algunos aspectos generales sobre los valores y su propuesta gradual y progresiva. Veremos, hoy, dos valores algo desprestigiados entre los adolescentes: el sentido de lucha frente a las dificultades, Por un lado, y la perseverancia y fidelidad en las decisiones importantes, por otro. 16 s bastante común encontrar que los adolescentes no luchan frente a las dificultades y se desaniman pronto. Sea cual fuere la dificultad, se los debe incentivar a superar los obstáculos, no tanto para competir con sus amigos sino para superarse a sí mismos y prepararse para la vida. E Afrontar la dificultad Suele ocurrir que algunos adolescentes en vísperas de un examen decidan no presentarse. Desde ya que todo ser humano experimenta ansiedad y temor frente a un tribunal que debe evaluarlo, pero es saludable que aún con todos sus temores e inseguridades se presente, que corra el riesgo. Si no aprueba el examen, no es conveniente retarlo. Por el contrario, se lo felicita por la valentía que tuvo en afrontar una situación crítica y, después, en un diálogo amistoso se lo ayuda a individualizar las razones del fracaso (no le dedicó tiempo suficiente; le faltó distribuir mejor el tiempo; no logró concentrarse; se distrajo con la computadora o el celular...). No para condenarlo, sino para que pueda tomar los recaudos necesarios para la siguiente oportunidad. Pongamos un ejemplo positivo. Ariel tiene que resolver un problema de química. Tiene dificultades reales para comprenderlo, pero pregunta, consulta, busca ayuda y después de dos días de intentos tediosos y dolorosos encuentra el Hidrógeno que faltaba. Ese día, durante el almuerzo, no para de contar lo sucedido y de expresar su alegría. Es que la superación de una dificultad percibida como poco menos que inalcanzable, provoca una honda satisfacción. Es saludable y formativo, en un caso así, Recuerdo que, siendo formador en nuestro seminario, habíamos programado un paseo de todo el día por las sierras. Inesperadamente, ese día amaneció lloviendo torrencialmente. Un verdadero diluvio. «¿Se quieren echar atrás?». Como se miraban y dudaban, agregué: «Un joven jamás se echa atrás frente a las dificultades», y partimos.Y ese día lo disfrutamos mucho, porque tuvimos lluvia a cántaros, una nevada suave pero maravillosa y, por la tarde, un sol radiante. Llama la atención que en radio o en televisión cada tanto se sorprendan porque tales o cuales personas ya llevan ¡25 años de casados! o festejan sus Bodas de oro matrimoniales, cuando debiera ser lo normal. Por desgracia, situaciones similares ocurren también en la vida consagrada. Chicas o chicos que con generosidad y entusiasmo se consagran a Dios, de pronto, lo dejan todo... Nuestra tentación puede ser pensar: «Bueno, qué le vamos a hacer...Los tiempos cambian...». Es verdad que los tiempos cambian, pero los valores fundamentales siguen siendo los mismos. La fidelidad, la honestidad y la virginidad hasta el matrimonio son valores perennes, independientemente de los tiempos. En el próximo número concluiremos el tema de los Valores hablando más específicamente de la formación en los valores espirituales y morales. M Suele ayudar la sugerencia que, frente a las dificultades propias de la vida, se repitan a sí mismos: «Esto no me va a ganar», o lemas similares. Incluso, un cartelito colocado en un lugar estratégico de su mesa de trabajo, puede ser un buen incentivo, pero siempre y cuando los padres actúen también con ese espíritu de lucha. Perseverar en las decisiones importantes El segundo valor desprestigiado, diluido es el de la perseverancia y fidelidad frente a las decisiones importantes. Por ejemplo, fidelidad a toda prueba en la amistad; en los valores cristianos; en la honestidad en toda ocasión; en la solidaridad y, por supuesto, en el matrimonio. Reconozco que no es fácil porque, lamentablemente, algunos ejemplos que encuentra hoy en los medios y en la sociedad no siempre son los mejores. Actualmente casi no se habla de matrimonio. Es poco frecuente escuchar, hoy, que se hable de «mi esposa», «mi esposo», «mi marido» sino, de «mi pareja actual»... 17