MARX: La ideología alemana, Introducción, Apartado A, [1] Historia [Introducción] [Marx escribió esta obra junto con Friedrich Engels entre los años 1845 y 1846, aunque no fue publicada completa hasta el año 1932. Pretendió con ella una doble crítica. Por un lado, a la filosofía alemana posthegeliana, particularmente a la izquierda hegeliana, personificada en Feuerbach, Bauer y Stirner; y por otro, al socialismo alemán y sus representantes. Según Marx, los filósofos alemanes y los socialistas utópicos no proporcionaban un conocimiento científico de la sociedad ni proponían su cambio mediante la revolución. En esta obra se presenta su pensamiento sobre la historia -el materialismo histórico- donde se critica el capitalismo y las doctrinas o filosofías que lo sustentan. Plantea a lo largo del libro un nuevo método de interpretación de la historia y pretende no quedarse en teorías sino pasar a la transformación práctica del futuro. Los filósofos, en su opinión, han sido idealistas, pues han considerado que la historia es historia de las ideas, es decir, se han dedicado a «interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». La historia debe descubrir las relaciones de producción dominantes (entre los dueños de los medios de producción y los trabajadores) para poder cambiar la situación existente. No acepta las reformas parciales del pensamiento de Hegel realizadas por la izquierda hegeliana, sino que se propone darle la vuelta: lo que antes era el espíritu absoluto ahora es materia o naturaleza. En la Introducción de La ideología alemana se critica directamente la concepción idealista de la historia, sostenida por los filósofos alemanes antes citados, y se presentan los siguientes temas del materialismo histórico: 1. La materia es la base de la historia, porque esta se explica a partir de las necesidades materiales, el trabajo, la familia, las relaciones sociales, los modos de producción, etc. 2. La conciencia, o espíritu, (es decir, ideas religiosas y filosóficas que tienden a justificar los modos de producción establecidos) no es más que manifestación de la materia y un producto social. 3. La división del trabajo es el origen de la propiedad privada y produce contradicciones: entre conciencia y materia, y entre interés particular e interés general. 4. Las alienaciones producidas por la división del trabajo solo se superan agudizando y universalizando la contradicción entre capitalismo y proletariado, y mediante la implantación del comunismo. [Requisitos necesarios para una explicación materialista de la historia (lín 8-101)] [(lín. 8-28) En primer lugar, Marx califica a los filósofos e historiadores alemanes como teóricos, porque no se atienen a los hechos históricos más elementales y no entienden, por tanto, la base materialista de la historia (“situados al margen de toda premisa”, “la historia jamás ha tenido en Alemania una base terrenal”). La mención que hace de “San Bruno” se refiere a Bruno Bauer, joven hegeliano al que critica por considerarlo idealista. Aparte de esto, señala que el primer requisito para que haya historia es que el hombre produzca a través del trabajo los medios indispensables para conservar su vida: comida, vestido, vivienda, etc.] [(lín. 32-42) El segundo elemento que constituye la historia es también algo material, pues para producir objetos que resuelvan las necesidades más urgentes, los hombres necesitan producir medios materiales cada vez más complejos, de modo que la vida humana y la historia se hacen más complicadas.] [(lín. 46-70) El tercer factor para que haya historia es la aparición de las relaciones sociales, cuyo origen se encuentra en la procreación y en la familia. Pero las familias viven por separado y esto da lugar a la propiedad privada (“cada familia tiene su propia caverna o choza”). Asimismo, la economía familiar se desarrolla mediante unas fuerzas productivas materiales, que incluyen la explotación de la naturaleza y la producción de numerosos instrumentos materiales que hacen posible la vida colectiva en las ciudades.] 1 [(lín. 76-89) Los tres aspectos antes señalados se dan históricamente uno tras otro, pero, a su vez, todos ellos están presentes en la historia actual. En toda producción (trabajo, procreación) se advierte una doble relación: natural y social. Natural, porque el hombre cuenta con la naturaleza, la materia, para transformarla y producir nuevos objetos (cosas o hijos); y, a la vez, social, porque el hombre produce (cosas o hijos) en colaboración con otros individuos. De lo anterior extrae dos consecuencias: 1) Existen unos determinados modos de producción, que engloban unas relaciones sociales (cooperación en el trabajo) y unas fuerzas productivas (las fuerzas físicas del trabajador y los instrumentos materiales que utiliza para la producción). 2) Las fuerzas de producción condicionan la relaciones sociales y la historia, es decir, hay una estructura económica (unos modos de producción) que es determinante para la explicación de la historia (“la «historia de la humanidad» debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y el intercambio”).] [(lín. 93-101) Vuelve a criticar a los filósofos e historiadores alemanes por ser idealistas y no ser capaces de captar la base material y experimental de la historia (“carecen (…) de la «certeza adquirida» a través de los sentidos”). A continuación, insiste en que el modo de producción (la estructura económica) condiciona las relaciones sociales de un modo materialista (“conexión materialista de los hombres entre sí”), y éstas configuran la historia ya que van cambiando en el tiempo (“conexión que adopta constantemente nuevas formas”).] [La conciencia humana es manifestación de la materia y un producto social (lín. 106-140)] [(lín. 106-140) Después de advertir que el ser humano produce medios para su subsistencia y nuevos seres humanos, cae en la cuenta de que tiene conciencia, que es expresión del espíritu humano. Pero este no es más una manifestación de la materia (“nace ya con la maldición de estar «preñado» de materia”), que se expresa en forma de lenguaje y tiene un carácter práctico (“el lenguaje es la conciencia práctica”). Pero tanto conciencia como lenguaje surgen de las necesidades materiales de los hombres y de sus relaciones sociales (“nace (…) de la necesidad, de los apremios del intercambio con los demás hombres”, “es ya de antemano un producto social”). Como se verá más adelante, la conciencia se convierte en algo teórico con la división del trabajo y con la propiedad privada. La conciencia, al principio, es conciencia de la naturaleza sensible (materia) que nos rodea y de las relaciones limitadas entre los hombres, pero luego se desarrolla cuando aumenta la producción, crecen las necesidades y se engendran más individuos.] [La división del trabajo separa la conciencia de la materia y hace que entre en contradicción con ella (lín. 140-172)] [(lín. 140-172) La división del trabajo en sus orígenes era algo natural, dependía de elementos materiales como las fuerzas físicas, necesidades, etc. Sin embargo, con el aumento de producción y la aparición de la conciencia, la división del trabajo se establece como separación entre trabajo físico e intelectual. A partir de aquí, la conciencia deja de ser algo práctico y de representar la realidad material (“algo real”) para dedicarse a la teoría (“teoría «pura», la filosofía y la moral «puras»”); surge así la superestructura en la historia, que se aleja de la infraestructura y la encubre. La división del trabajo causa que las fuerzas de producción, las relaciones sociales y la conciencia entren necesariamente en contradicción, porque lo espiritual y lo material se separan y se ponen en manos de diferentes individuos.] [La división del trabajo causa la propiedad privada (lín. 176-186)] [(lín. 176-186) La división del trabajo conduce a la desigualdad en el reparto del trabajo y sus productos, lo cual identifica con la propiedad privada. Los economistas definen a esta como “derecho a disponer de la fuerza de trabajo de otros”. División del trabajo y propiedad privada son nociones equivalentes, pues la primera hace referencia a la posesión de la fuerza productiva mientras que la segunda se refiere al dominio sobre lo que se produce.] 2 [La división del trabajo causa la contradicción entre el interés particular y el colectivo (lín. 191254)] [(lín. 191-221) La división del trabajo (la desigualdad que conlleva) causa además la contradicción entre el interés particular y el interés colectivo. Cuando el trabajo está dividido, cada individuo queda fijado en un tipo de trabajo que le es impuesto, que no puede abandonar, y que le enajena, porque está sometido a un interés común totalmente apartado de su interés particular. Esto se superaría en una sociedad (“la sociedad comunista”) en la que los individuos no realizarían un tipo de trabajo inamovible y contrario a su voluntad, porque sería la sociedad la que regularía la producción del conjunto, eliminando así la contradicción entre los intereses particulares y los generales. Cuando el interés común prevalece sobre el del individuo, aparece el Estado como una invención (“comunidad ilusoria”) ajena a los verdaderos intereses tanto de los individuos como de la colectividad. Sin embargo, se asienta sobre unas bases reales, que son las relaciones sociales existentes (familia, grupos sociales, división del trabajo), y en particular sobre las clases sociales, donde siempre hay una que somete a las otras.] [(lín. 225-234) Las luchas políticas en el seno del Estado encubren la verdadera lucha, que es la lucha de clases. Una clase social no puede obtener el dominio sobre sus oponentes si no alcanza el poder político, pues ha de presentar su interés particular como interés común.] [(lín. 240-254) Los intereses particulares y el interés general no siempre coinciden, por lo que el Estado trata de imponer un supuesto interés general ilusorio, que, en realidad, es algo ajeno a los individuos. Por ello, la división del trabajo conduce a la alienación (“algo «ajeno» a ellos”) política. Esta alienación política hace que la sociedad, (“el poder social, es decir, la fuerza de producción multiplicada”) aparezca como algo necesario (“natural”), extraño e independiente de la voluntad de los individuos, hasta el punto de que se vean dominados por ella. Frente a Rousseau, Marx no ve el origen de la sociedad como un pacto entre individuos libres, sino como una imposición ajena a ellos. Por consiguiente, la sociedad que se funda en la división del trabajo también aliena (“un poder ajeno”) a los individuos.] [Medios para suprimir la alienación derivada de la división del trabajo (lín. 258-310)] [(lín. 258-277) Para eliminar la alienación derivada de la división del trabajo, se hace necesario tomar dos líneas de acción. En primer lugar, lograr que haya una gran masa de desposeídos que entre en contradicción con un “mundo existente de riquezas”, de forma que tomen conciencia de que han de sublevarse contra “un «poder insoportable»”. En segundo término, hacer que el incremento de las fuerzas de producción se generalice de tal forma que la lucha contra el poder establecido se universalice y no se convierta sólo en una circunstancia local y pasajera (“instituye a individuos histórico-universales, empíricamente mundiales, en vez de individuos locales”). Estos individuos histórico-universales constituyen el proletariado. [(lín. 281-310) Para superar la enajenación del trabajo ha de implantarse el comunismo, pues con él desaparecerá la propiedad privada y el sometimiento de la producción y el intercambio a la ley de la oferta y la demanda. Con el comunismo los hombres serán de nuevo dueños de sus productos y del comercio, y dejarán de ser alienados de ellos. El comunismo no es una mera idea utópica sino un proceso real, que ha de eliminar y superar la situación actual. El responsable de implantarlo es la masa de los obreros (“el proletariado”), que lo debe hacer con un carácter mundial, ya que si se reduce a un hecho local puede ser fácilmente anulado por el capitalismo.] [La sociedad civil como sujeto de la historia (lín. 314-330)] [(lín. 314-330) Marx señala que la sociedad civil es el verdadero sujeto de la historia. Surge de la familia y consiste en la reunión de las fuerzas de producción y del intercambio (“abarca toda la vida comercial e industrial”). Constituye la base del Estado, pero se distingue de él, porque 3 “el intercambio material de los individuos” (relaciones capitalista-trabajador) y las diversas manifestaciones de la superestructura histórica (cultura, movimientos políticos, religión, etc.) pertenecen a la sociedad civil y no al Estado. Concluye que la sociedad civil “solo se desarrolla con la burguesía”, porque esta es la clase social dominante. Piensa que la lucha del proletariado se hace imposible dentro de la sociedad civil, porque si los trabajadores logran introducir sus reivindicaciones en la sociedad civil, la burguesía la abandona y recurre al Estado, que se convierte en represor de los movimientos obreros.] 4