“La familia que reza unida, permanece unida”.

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Reflexiones Espirituales.
“La familia que reza unida, permanece unida”.
“Estén alertas, esperando confiadamente la gracia que van a recibir cuando se
presente glorioso Cristo Jesús” (Biblia-1P 1,13). Esta frase nos recuerda si al final de
estas vacaciones estamos en espera de vivir la vida con amor o con dolor y, lo que sería
peor, en la indiferencia de vivir solo por vivir.
¿El día de hoy tienes a Dios? ¿Te has preguntado qué hace Dios en tu vida? Es la
fuente del amor, de la paz y de la alegría, es esa agua viva que tanto necesitas. ¡La
ausencia de Dios hace tanto daño en nuestras vidas!
¿Piensas en Dios? ¿Vive Dios en tu hogar? No se te olvide: “Para mantener unido
lo que Dios ha unido, hay que mantenerse unidos al Dios que les unió”. Bien podríamos
orar con la esposa unos minutos antes de dormir, pero le damos más importancia a la
televisión. Podríamos dar gracias a Dios por los alimentos, antes de comer, pero
preferimos devorar la comida en vez de convivir y departir con la familia. Hemos sacado a
Dios de nuestra vida y ahora nos preguntamos ¿por qué hay agresión verbal? ¿a qué se
debe que no haya diálogo entre nosotros y se respire un malestar generalizado?. “Cuando
se ora juntos en el hogar, el amor humano es tocado por Dios, y se vuelve amor divino,
esto hace que tengamos un amor sagrado”.
Al finalizar estas vacaciones, podríamos llevar a Dios con nosotros y usar la
oración y la meditación y aplicarla en nuestros hogares. Con la oración tenemos a Dios,
que nos da la certeza del amor divino, y eso es cuando todo lo pedimos en su nombre.
Podríamos tener todos los días cordialidad, afecto, diálogo, respeto y un amor
incondicional, si nos conectamos con nuestro Creador, y aprendemos que “La familia que
reza unida, permanece unida”.
La dicha terrenal tiene dos partes: la divina y la humana. Si sólo estás buscando tu
felicidad en el tener, nunca podrás desarrollar plenamente ese ser que llevas dentro; ese
ser tiene sed de Dios, y hoy es tu alma que grita por saciar tus carencias espirituales, y
eso sólo te lo da la dicha divina de orar en familia.
Al finalizar estas vacaciones, Cristo quiere tocar a tu puerta y ofrecerte su amor, su
paz y la felicidad; desea convertir tus penas y sufrimientos en dicha y alegría; quiere hacer
otra vez el milagro de convertir el agua en vino, llenar con el vino del amor a tus padres,
esposa e hijos, con ese vino espumoso del perdón y de la aceptación; quiere dar un poco
del vino de la confianza en que vuelvas a vivir tus sueños y en hacerlos reales. “Lo que tu
cuerpo puede soñar, tu mente lo podrá realizar”.
No se te olvide: no existe ser humano que no sea capaz de hacer más de lo que
piensa que puede hacer. Si en tu hogar falta el vino de la paz, de la concordia y del amor,
sería bueno que acudiéramos a la Virgen María y le pidiéramos: “Madre, dile a tu hijo que
nos haga el milagro, al regreso de estas vacaciones, de convertir el agua amarga de
nuestro egoísmo, en vino generoso del amor, en amor a nosotros mismos, en aceptarnos
y perdonarnos, pues no hemos sido capaces de compartir nuestro amor y dar concordia a
nuestros seres queridos, en amor a nuestra familia y en ser portadores de la buena
nueva. Bien podemos, si queremos llenar nuestras vidas con “el vino del amor de Cristo”.
Dr. Roberto Díaz y Díaz.
Medico Pediatra. Conferencista.
Correo: [email protected]
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