Voz: RESPONSABILIDAD PENAL PROCESO PENAL Autor/es: LOPEZ BARJA DE QUIROGA, JACOBO Titulo: El agente encubierto. LA LEY, 1999-2. Por Jacobo López Barja de Quiroga Vocal del Consejo General del Poder Judicial SUMARIO: I. Introducción.-II. La exención de responsabilidad: 1. Agente encubierto. 2. Consecuencia necesaria. 3. Proporcionalidad. 4. No provocación.III. La condición de procedibilidad: La autorización. 2. El contenido del informe. 3. El contenido de la resolución.-IV. Efectos derivados: 1. Naturaleza jurídica de la exención de responsabilidad. 2. La prueba obtenida. I. Introducción La Ley Orgánica 5/1999 de 13 de enero introduce en la Ley de Enjuiciamiento Criminal el art. 282 bis con la finalidad de regular la actuación de funcionarios de Policía judicial como agentes encubiertos con identidad supuesta. La regulación que nos proporciona esta ley merece unos comentarios críticos que, sin embargo, en este momento no podemos exponer, sin embargo, conviene aunque sucintamente detenernos en el ap. 5 del nuevo art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, pues, establece, al menos aparentemente, «el agente secreto 007 con licencia para transgredir cualquier norma del ordenamiento». II. La exención de responsabilidad El art. 282 bis 5.º párr. 1.º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal señala que «el agente encubierto estará exento de responsabilidad criminal por aquellas actuaciones que sean consecuencia necesaria del desarrollo de la investigación, siempre que guarden la debida proporcionalidad con la finalidad de la misma y no constituyan una provocación al delito». Así pues, este párrafo primero del ap. 5.º afirma la exención de responsabilidad criminal, cuya naturaleza jurídica de causa de justificación o de excusa absolutoria habrá que analizar, del agente encubierto por aquellas actuaciones que sean consecuencia necesaria del desarrollo de la investigación y siempre que guarden la debida proporcionalidad con la finalidad de la misma y no constituyan una provocación al delito. En otras palabras, la exención de responsabilidad exige la concurrencia de los siguientes requisitos: 1. Agente encubierto Ha de tratarse de un miembro de la Policía judicial autorizado como agente encubierto. Esto implica, por una parte, que la exención de responsabilidad no sería aplicable a cualquier funcionario de la Policía judicial que se encontrara en las mismas circunstancias que el agente encubierto y hubiera actuado de idéntica forma, pues, es preciso que formalmente le haya sido otorgada la licencia de transgresor legal. Por otra parte, ha de tratarse de la investigación de alguno de los delitos de la lista variopinta que que contiene el ap. 4.º del art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (1), dado que sólo en ese ámbito es posible la actuación de agentes encubiertos. 2. Consecuencia necesaria Las actuaciones realizadas por el agente encubierto que generan la responsabilidad criminal han de ser «consecuencia necesaria» del desarrollo de la investigación. Es decir, si no son una consecuencia necesaria no habrá la exención de responsabilidad. El examen sobre la necesariedad de la actuación ha de realizarse ex ante, lo que significa que aunque un examen ex post revelara la innecesariedad de la actuación, no por ello debe inaplicarse la exención si un examen ex ante pone de manifiesto lo acertado de la conclusión sobre la necesidad de llevar a cabo la actuación. 3. Proporcionalidad La ley no dice ni quiere que sea examinada la proporcionalidad de la actuación individualmente considerada, sino que el test de proporcionalidad ha de ser aplicado en relación a «la finalidad de la misma», siendo «la misma» la «investigación». Así pues, la proporcionalidad se averiguará tomando en consideración la actuación del agente encubierto y la finalidad de la investigación. Por ejemplo, si el agente encubierto mata por la espalda a un secuestrador (de la organización en la que se ha inflitradado) para liberar a 7 rehenes, no hay que examinar si la muerte se ha llevado a cabo justificadamente (legítima defensa) sino si es proporcionado matar (actuación del agente encubierto) para liberar a 7 rehenes bajo amenaza seria de muerte (finalidad de la investigación). También podemos pensar en el agente encubierto que se ha infiltrado en una organización y que para ganarse la confianza de sus «colegas» o para mantenerse infiltrado «tenga» que matar o ayudar a matar, o secuestrar o ayudar a secuestrar. ¿Son proporcionadas estas actuaciones en razón a la finalidad de la investigación? Ahora bien, lo correcto es pensar que la finalidad de una investigación es averiguar quién ha sido el autor y el participe del hecho así como las demás circunstancias del mismo, por lo que desde este punto de vista nunca será proporcional una actuación que tenga una finalidad distinta. Volviendo al ejemplo anterior sobre el secuestro, la propocionalidad aparecerá si la actuación del agente encubierto va dirigida a averiguar (investigar) las circunstancias del hecho y sus autores y, por ejemplo, para ello realiza escuchas telefónicas sin autorización judicial o entradas y registros sin el correspondiente mandamiento judicial (sin perjuicio de que la inadmisibilidad de esta forma de actuar la trataremos más adelante, pues, aquí sólo pretendemos ejemplificar para una mejor exposición de lo que tratamos de decir), pero no sería aplicable el art. 282 bis 5.º párr. 1.º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en lo relativo a la forma de liberar a los rehenes. Este último extremo deberá ser examinado conforme a las normas generales del Código Penal, es decir, analizando si concurre alguna de las causas de justificación establecidas en el Código Penal. Este punto de vista hace surgir una muy sutil e interesante diferencia basada en el término «investigación» y traslada la discusión al terreno de determinar si la finalidad de una investigación en un caso de secuestro abarca únicamente la averiguación del lugar de detención de los rehenes o, si también alcanza a evitar la continuación de la situación antijurídica generada por el secuestrador. Es posible mantener que averiguar hechos es propio de una investigación mientras que actuar para evitar la situación antijurídica no es investigación sino intervención. La Constitución en el art. 126 también separa la función de averiguación del delito de las funciones de descubrimiento y aseguramiento del delincuente, distinción que repetirá el art. 443 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. En el art. 11 de la Ley Orgánica 2/1986 de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad así mismo es apreciable que una cuestión es investigar delitos y otra distinta detener a los presuntos culpables. Aunque se acepte la diferenciación que propugnamos en razón al término «investigación», esto no quiere que el ámbito del ap. 5.º sea razonable. El ap. 5.º tiene un ámbito amplísimo que la indicada distinción ayuda a limitar, pero su tenor literal sigue siendo irrazonablemente extenso. No obstante, no debemos olvidar que afortunadamente existen límites constitucionales muy importantes que serán de gran ayuda a la hora de restringir el ámbito de aplicación del ap. 5.º. En efecto, interceptar comunicaciones telefónicas, telegráficas o postales, o realizar entradas y registros pueden ser consideradas consecuencias necesarias e incluso proporcionadas con la investigación que se lleva a cabo, pero, si el agente encubierto realiza esas actuaciones sin contar con la previa y específicamente motivada autorización judicial, estará llevando a cabo acciones delictivas que nunca podrán estar amparadas por la exención de responsabilidad criminal establecida en este ap. 5.º. Por suerte la Constitución impide que ciertas prácticas puedan resultar legítimas. Claramente la Constitución exige en todos estos supuestos la previa autorización judicial, pues temió que legislativamente pudiera prescindirse de dicha autorización. El legislador fue consciente de ello y ese es el motivo por el que, a pesar de lo que evidencia el ap. 5.º, el ap. 3.º del art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal señala que «cuando las actuaciones de investigación puedan afectar a los derechos fundamentales, el agente encubierto deberá solicitar del órgano judicial competente las autorizaciones que, al respecto, establezca la Constitución y la Ley, así como cumplir las demás previsiones legales aplicables». Entonces, ¿cuál es la razón de ser o, mejor dicho, la zona cubierta por el ap. 5.º? La razón de ser de esta nueva norma es fácil imaginarla, por lo que lo interesante no es expresarla ahora sino conocer el ámbito real del ap. 5.º. La respuesta aparente serán acciones que impliquen la vida, la integridad física, el patrimonio, etc. (esto es, homicidios, lesiones, daños, etc.). Pero, en relación con muchas de estas acciones habrá que tener en cuenta, desde luego, la distinción a que nos hemos referido con anterioridad en base a la utilización por la ley del término «investigación», por lo que su ámbito quedará de esta manera más restringido. También habrá que tener en cuenta que el derecho a la vida y a la integridad física son asimismo derechos fundamentales. 4. No provocación El último requisito previsto es que la actuación del agente encubierto para estar exenta de responsabilidad criminal no ha de constituir una provocación al delito. Este requisito es consecuencia de la dilatada jurisprudencia del Tribunal Supremo en relación con los agentes provocadores y pone de relieve algo discutido en la doctrina y defendido entre otros por nosotros, como es la responsabilidad criminal del agente provocador por tentativa. III. La condición de procedibilidad El art. 282 bis 5.º párr. 2.º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dispone que «para poder proceder penalmente contra el mismo (el agente encubierto) por las actuaciones realizadas a los fines de la investigación, el Juez competente para conocer la causa deberá, tan pronto tenga conocimiento de la actuación de algún agente encubierto en la misma, requerir informe relativo a tal circunstancia de quien hubiere autorizado la identidad supuesta, en atención al cual resolverá lo que a su criterio proceda». Este párr. 2.º del ap. 5.º del art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal contiene una condición de procedibilidad consistente en que para poder proceder penalmente contra el agente encubierto es preciso que el Juez competente requiera informe de quien hubiere autorizado la identidad supuesta. De manera que el informe aparece como una condición para que pueda perseguirse al agente encubierto. La mecánica de la cuestión es sencilla: el Juez competente para el conocimiento de las acciones delictivas, cuando tenga conocimiento de que el responsable de ellas es un agente encubierto, debe pedir el informe a la persona que ha autorizado la existencia del agente encubierto. Una vez con el informe en su poder resolverá lo procedente. Esta mecánica requiere analizar tres extremos: la autorización, el contenido del informe y el contenido de la resolución del Juez competente. 1. La autorización El Juez competente para el conocimiento de la causa debe examinar las circunstancias relativas a la autorización. Esto implica que debe comprobar que la persona que autoriza es competente para ello, el plazo y el delito en cuya investigación estaba trabajando el agente encubierto. La autoridad que puede autorizar es únicamente el Juez de Instrucción competente en relación con el delito que se investiga, o el Ministerio Fiscal dando cuenta inmediata al Juez (2). (2) No quiero entrar en este momento en el análisis de si los dos nuevos preceptos, arts. 263 bis y 282 bis, que la Ley Orgánica 5/1999 de 13 de enero introduce en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, suponen una reorientación en el sistema de investigación que casi monopolísticamente nuestra Ley Procesal atribuye al Juez de instrucción La Ley no dice expresamente que el Juez pueda revocar la autorización realizada por el Fiscal, sin embargo, se deduce del art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que el competente es el Juez y que éste podrá mantener o revocar la autorización emanada del Fiscal. La autorización da lugar a que el Ministerio del Interior otorgue la identidad supuesta, la cual será utilizable durante un período de seis meses prorrogables por períodos de igual duración. El delito ha de ser alguno de los que aparecen en la lista del ap. 4 del art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. 2. El contenido del informe El párr. 2.º del ap. 5.º parece restringir el informe a la «circunstancia» relativa al hecho de que tal persona está autorizada para tener una identidad supuesta y actuar como agente encubierto, sin embargo, si el informe abarcara tan sólo este extremo quedaría el Juez competente imposibilitado para aplicar el párr. 1.º del ap. 5.º, esto es, la exención de responsabilidad. En efecto, pues, con el informe el Juez competente debe decidir si prosigue o no la causa contra el agente encubierto y, por tanto, si procede o no la exención de responsabilidad. Para ello precisa examinar la concurrencia de los requisitos exigidos por el párr. 1.º del ap. 5.º a los que ya nos hemos referido con anterioridad y, desde luego, si el informe no los refleja el Juez de instrucción competente no podrá resolver de acuerdo con la exención y, por fuerza, acordará proceder contra el agente ecubierto. 3. El contenido de la resolución El contenido de la resolución del Juez de instrucción competente a la vista de las acciones delictivas realizadas por el agente encubierto y teniendo en cuenta el informe emitido por la persona que autorizó la existencia del agente encubierto, tiene que ir referido a determinar si se debe o no proceder penalmente contra el agente encubierto. Así pues, el Juez de instrucción dictará una resolución motivada en la que examinará la concurrencia o no de los requisitos precisos para que el agente encubierto quede, en su caso, amparado por la exención de responsabilidad criminal del párr. 1.º del ap. 5.º del art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Si considera que dicho agente está exento de responsabilidad (y no hubiera otras personas implicadas: claro que esto dependerá también de la naturaleza de la exención) acordará el archivo de la causa. Esta resolución es recurrible conforme a las reglas generales dependiendo de que se trate de procedimiento ordinario o procedimiento abreviado. Si, por el contrario, el Juez de instrucción considera que no concurre la exención de responsabilidad criminal acordará proceder penalmente contra el agente encubierto, sin perjuicio de que durante el juicio oral pueda suscitarse y examinarse nuevamente la concurrencia de la exención. IV. Efectos derivados Muy sintéticamente quiero referirme a dos efectos derivados del ap. 5.º del art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. 1. Naturaleza jurídica de la exención de responsabilidad Antes de entrar en esta cuestión, es preciso dejar constancia de la sorpresa que produce encontrar una exención de responsabilidad como ésta en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cuando parece más correcta su ubicación en el Código Penal, salvo que se piense que en el Código Penal, deben encontrarse exenciones generales, mientras que ésta es concreta y sólo aplicable en función de las características especiales del autor, esto es, únicamente es aplicable a aquellas personas que sean agentes encubiertos. No obstante, esta explicación no resulta demasiado convincente. Si consideramos que la naturaleza jurídica de la exención de la responsabilidad criminal contenida en el art. 282 bis 5.º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal es la de constituir una causa de justificación, esto implica que la exención ampara a los partícipes, tanto en el ámbito de la responsabilidad penal como en el de la responsabilidad civil, incluyendo en este extremo la responsabilidad civil subsidiaria del Estado. Por el contrario, si estimamos que su naturaleza jurídica es la de dar lugar a una excusa absolutoria, esta solución no tiene los efectos antes indicados y, por consiguiente, habrá responsabilidad penal y civil de los partícipes y la responsabilidad civil subsidiaria del Estado; salvo que se conforme como una excusa absolutoria de carácter objetivo, en cuyo caso la responsabilidad penal de los partícipes podría quedar excluida. En cualquier caso, es claro que la responsabilidad civil del Estado existe por el funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos. Es imaginable y, por consiguiente, previsible que la naturaleza jurídica que se le va a reconocer a esta causa de exención de la responsabilidad criminal sea la de constituir una causa de justificación. Sin duda, la ley debió ser más clara al respecto, pero, no obstante, a pesar de ello, se afirmará que dicha naturaleza jurídica puede deducirse de los principios a los que responde su existencia en el ordenamiento jurídico. 2. La prueba obtenida Es altamente discutible que la prueba proporcionada por el agente encubierto, para cuya obtención haya realizado acciones delictivas, tenga valor en el proceso penal correspondiente. Evidentemente no se plantean problemas en los casos en que exista transgresión de derechos fundamentales, pues, desde luego, en tales supuestos la prueba es ilegalmente obtenida y no puede ser utilizada. Cuando se declara que no debe aplicarse el párr. 1.º del ap. 5.º, esto es, cuando se afirma que el agente no está exento de responsabilidad criminal, la prueba obtenida tampoco es utilizable, pues procede de una obtención delictiva y, por consiguiente, ilegal. El problema surge cuando sin transgresión de derechos fundamentales se ha obtenido la prueba realizando una acción delictiva y se ha declarado que el agente encubierto está exento de responsabilidad criminal en relación con ella. Si se mantiene que la naturaleza jurídica de la exención es la de constituir una causa de justificación y, además, judicialmente ha sido declarada su concurrencia, esto quiere decir que la prueba se ha obtenido mediante una acción justificada, por lo que en este supuesto la prueba obtenida puede ser eficaz. El nuevo art. 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en el párr. 3.º del ap. 1.º con toda ingenuidad y arcaismo doctrinal dice que «la información que vaya obteniendo el agente encubierto deberá ser puesta a la mayor brevedad posible en conocimiento de quien autorizó la investigación. Asimismo, dicha información deberá aportarse al proceso en su integridad y se valorará en conciencia por el órgano judicial competente». Notas (1) Dispone este ap. 4.º que «a los efectos señalados en el ap. 1 de este artículo, se considerará como delincuencia organizada la asociación de tres o más personas para realizar, de forma permanente o reiterada, conductas que tengan como fin cometer alguno o algunos de los delitos siguientes: a) Delito de secuestro de personas previsto en los arts. 164 a 166 del Código Penal. b) Delitos relativos a la prostitución previstos en los arts. 187 a 189 del Código Penal. c) Delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconómico previstos en los arts. 237, 243, 244, 248 y 301 del Código Penal. d) Delitos contra los derechos de los trabajadores previstos en los arts. 312 y 313 del Código Penal. e) Delitos de tráfico de especies de flora o fauna amenazada previstos en los arts. 332 y 334 del Código Penal. f) Delito de tráfico de material nuclear y radiactivo previsto en el art. 345 del Código Penal. g) Delitos contra la salud pública previstos en los arts. 368 a 373 del Código Penal. h) Delito de falsificación de moneda previsto en el art. 386 del Código Penal. i) Delito de tráfico y depósito de armas, municiones o explosivos previsto en los arts. 566 a 568 del Código Penal. j) Delitos de terrorismo previstos en los arts. 571 a 578 del Código Penal. k) Delitos contra el Patrimonio Histórico previstos en el art. 2.1 e) de la Ley Orgánica 12/1995 de 12 de diciembre, de represión del contrabando». .