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Lise Meitner (la madre de la energía nuclear)
La fisión nuclear, esto es, la ruptura de los núcleos atómicos al ser
bombardeados por neutrones, generando una fantástica energía, supuso un
descubrimiento no esperado. En aquel año de 1938, cuando la fisión salió a la luz, no
existía ninguna teoría que explicara el extraño acontecimiento y mucho menos nadie
podía imaginar que llevaría al nacimiento de la Era Atómica con la explosión de las
primeras bombas de fisión en 1945. Preguntemos a muchos hombre de ciencia ¿quién
descubrió este fenómeno?
Muchos desconocerán la respuesta o
atribuirán el logro a algún insigne científico del
pasado, seguramente con alto grado de acierto.
Pero, lo más probable, es que pocos se acuerden de
su gran descubridora real, Lise Meitner. Tras haber
trabajado muchos años en el tema de las
desintegraciones atómicas, y en colaboración con
dos químicos alemanes, Otto Hahn y Fritz
Strassmann, Lise, como judía en medio del Berlín
nazi, escapó de la policía que se encontraba
deteniendo a todos los judíos que localizaban.
En ese triste año de 1938, con Lise
huida, los dos químicos publicaron el resultado final
de tantos años de trabajo: la fisión nuclear se desveló
al mundo. Meitner publicó poco después, desde el
exilio, el modelo explicativo completo, pero el Premio
Nobel de química del año 1944 le fue concedido en
solitario a Hahn, olvidándose la academia por
completo de Lise Meitner. La explicación a esto se basó en la versión de Otto Hahn,
quien dijo que “su” descubrimiento se basó por completo en experimentos realizados
tras la huida de Lise. El otro químico, Strassmann, discrepó seriamente, pues sabía que
Lise había liderado el grupo incluso después de su partida, cuando siguió en contacto
por medio de cartas. El jurado del Nobel no tuvo en cuenta el trabajo la científica por
culpa de la situación política en la Alemania nazi.
Las leyes contra los judíos impidieron que Lise, ya huida para evitar
terminar en un campo de exterminio, firmara el artículo capital sobre el descubrimiento
de la fisión, junto con Hahn y Strassmann. Por otra parte, Hahn, presionado por el
peligroso estado de las cosas “olvidó” que Lise hubiera investigado nunca en su
laboratorio. Dada esta situación, el comité Nobel no tuvo datos suficientes sobre la
importancia del trabajo de Meitner, asumiendo que el descubrimiento se debía casi en
exclusiva a Hahn. Terminada la Segunda Guerra Mundial, que Lise pasó en Suecia
como refugiada, no se hizo nada para reparar la injusticia.
Se mantenía todavía entonces la idea de que las mujeres de ciencia no
eran más que segundonas bajo la sombra de insignes hombres sabios. Hahn tampoco
hizo nada por recordar la amistad entre ambos, que llevó al crucial descubrimiento.
Lise Meitner nació en Viena en 1879, donde recibió toda su formación. En
1907 se trasladó a Berlín donde se dedicó a investigar la radiactividad acompañada del
que sería gran amigo, Otto Hahn. De esta colaboración obtuvieron grandes logros,
como el descubrimiento en 1918 del protactinio, un elemento pesado radiactivo. En su
laboratorio del Instituto Káiser Guillermo de Química, desarrollaron sus grandes logros,
él centrado en las cuestiones químicas y ella en las físicas. Cuando Hitler llegó al poder
en 1933, Lise no fue despedida de inmediato por ser judía, debido a su gran prestigio
como científica y a su nacionalidad austríaca. A pesar de lo complicado que todo se
empezaba a poner, no dejó de centrar su atención en la física, más en concreto en los
nuevos experimentos de vanguardia, como los que el italiano Fermi realizaba en Roma
bombardeando con neutrones diversos elementos. Lise se encontraba por entonces en
la cima de la física nuclear, una de las primera mujeres en alcanzar el reconocimiento
en un área de la ciencia tan complejo.
Para verificar la aseveración de Fermi sobre la existencia elementos
nuevos más allá del uranio, Meitner formó equipo con Hahn y Strassmann. El primero
como radioquímico resultaba muy útil y el segundo, muy joven pero experimentado en
analítica, también resultó ser una pieza fundamental en las investigaciones de Lise.
Durante esos años el equipo certificó la presencia real de los elementos trasnuránidos,
lo que hizo aumentar el prestigio de la institución en el mundo, otro motivo para no
despedir, de momento, a Lise. Pero los datos experimentales no se mostraban muy
conformes con las teorías físicas al uso, así que la científica comenzó a buscar nuevas
alternativas a todo lo conocido hasta entonces. Fue así como, tras varios años de
actividad sin freno, logró, junto con sus dos compañeros, descubrir el proceso de fisión
del átomo. Tras la huida de Lise a Estocolmo, continuó el contacto con Hahn por medio
de cartas casi diarias, además de reunirse en secreto con otros científicos, como la
visita que realizó a Niels Bohr en Copenhague durante 1938.
Hahn, como gran oportunista, siempre dijo que la partida de Lise facilitó
“su” descubrimiento, al haber sido ella una interferencia, siendo incapaz de aportarle
nada nuevo en sus cartas. Finalmente, en el artículo clave sobre el descubrimiento,
Hahn no hizo ninguna referencia a Lise. Siempre se ha pensado que fue para que la
investigación llegara a buen término, pues era inconcebible incluir a alguien no
perteneciente a la raza aria como autor de un avance tan grande para la ciencia. En
realidad parece que Hahn se aprovechó de la situación para quedarse oportunamente
con todo el mérito, y de paso con el gran premio. Es curioso que el término “fisión” fue
propuesto por Lise y su sobrino Otto Frisch, también físico, quedando como una
palabra imborrable de la cultura universal.
La vida de Lise en Suecia se basaba en el anonimato, se encontraba
demasiado cerca del régimen nazi, era zona peligrosa. Muchos piensan que si hubiera
emigrado a Inglaterra o a Estados Unidos su trabajo hubiera sido reconocido a tiempo.
En 1943 rechazó la oferta norteamericana para trabajar en el desarrollo de la
bomba atómica, basada precisamente en el principio de la fisión nuclear. Pasada la
guerra Meitner se trasladó a Cambrige, donde murió a los noventa años de edad, en
1968. Nunca escribió una autobiografía ni realizó grandes declaraciones a la prensa
para defender su autoría en el descubrimiento de la fisión, su carácter reservado se lo
impidió. La vida de Hahn fue muy diferente. Tras la victoria aliada, con las bombas
atómicas de moda, se convirtió en un personaje famosísimo. En Alemania se le
consideró un héroe que no había cedido a las presiones nazis para construir la bomba.
Hasta su muerte, ocurrida también en 1968, no mencionó ni una sola vez en todos sus
múltiples escritos la crucial aportación de Lise Meitner en el descubrimiento de la fisión.
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