DOLOR MIOFASCIAL: TRATAMIENTO REHABILITADOR, MANUAL

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DOLOR MIOFASCIAL:
TRATAMIENTO REHABILITADOR,
MANUAL Y FISIOTERAPICO
INTRODUCCIÓN
El objetivo del tratamiento en el síndrome miofascial es la inactivación del punto
gatillo (PG) y la elongación del músculo hasta su longitud normal. El PG es la base del
edificio teórico del dolor miofascial: es el que produce los signos motores exploratorios
y el responsable de la neurotransmisión nociceptiva. Por este motivo cualquier
tratamiento específico dirigido hacia el punto gatillo puede y debe denominarse con
propiedad tratamiento miofascial (TM).
Se han realizado esfuerzos muy importantes en el entorno de la rehabilitación, la
osteopatía y la fisioterapia para desarrollar técnicas terapéuticas miofasciales basadas en
procedimientos físicos. Estas técnicas abarcan un amplio espectro, desde
procedimientos de masaje o presión, hasta la punción seca de los puntos gatillo, pasando
por diversos procedimientos electroterápicos. En este apartado se revisarán estas
técnicas individualmente.
Técnicas de Masaje
El masaje clásico ha tenido en cuenta la presencia de nódulos y bandas en los
músculos y, aunque la mayoría de técnicas han sido descritas antes del desarrollo
teórico del SDM, ya se han incorporado algunas como TM.
Masaje de deslizamiento profundo:
El masaje superficial de roce clásico permite detectar nódulos y bandas de
tensión específicos. Desde esta base se pueden aplicar tracciones o deslizamientos
dirigidos hacia ambas inserciones. Esta técnica de masaje es específicamente miofascial,
ya que consiste en el seguimiento de la banda tensa con los dedos desde la inserción
distal del músculo hasta la proximal, atravesando la zona del TP. En realidad se produce
un movimiento de “ordeño” progresivo de la banda tensa que poco a poco va
produciendo una disminución del tamaño del PG y su consecuente inactivación. El
deslizamiento es profundo, muy lento, y se repite aumentando la presión
progresivamente.
Además de la propia inactivación del PG, se han descrito beneficios en el área
autonómica, como la disminución de la frecuencia cardíaca o de la tensión arterial,
(Delaney, 2002).
Técnicas de fricción:
Alternativamente pueden realizarse fricciones longitudinales o transversales para
disminuir el tamaño del PG. Estas últimas fácilmente pueden aumentar la sensibilidad
del PG, por lo que deben realizarse con cuidado y acompañarse de crioterapia.
Técnicas de compresión
El tratamiento por compresión del PG figura entre los más recomendados en la
literatura actualmente. Se trata de oprimir estática o dinámicamente el PG durante un
tiempo variable, con el fin de conseguir su inactivación. En la descripción original de
Travell se designó este tratamiento con el nombre de compresión isquémica. Se suponía
que la fuerza ejercida ocluiría el aporte sanguíneo y produciría una hipoxia que, al
revertirse tras la liberación de la presión, contribuiría la inactivación del PG.
Esta idea inicial fue definitivamente abandonada y renovada por una teoría más
sencilla, puramente mecánica. Conviene recordar ahora que el PG está formado por un
gran número de sarcómeros en estado de contracción permanente a la altura de la placa
motora. Cada uno de estos sarcómeros forma un nodo de contracción. Estos nodos, si
reciben una fuerza externa adecuada, pueden relajarse progresivamente. Se considera
que esta fuerza externa transmitida al sarcómero es capaz de contribuir a su
normalización por un efecto mecánico directo.
Existen diversos modos de realizar este tratamiento:
Compresión plana: se realiza sobre músculos que descansan sobre hueso, simplemente
presionando sobre el PG.
Compresión rodada: se toma el músculo entre el pulgar y los otros dedos, situando estos
últimos en posición plana o curva, según el músculo a tratar. Una vez que se tiene el PG
entre los dedos, se presiona un dedo contra el otro para transmitir la fuerza mecánica al
punto.
Compresión más manipulación: una vez que se ha conseguido disminuir la tensión
regional inicial mediante la presión, puede añadirse un levantamiento o torsión para
conseguir mayor efecto.
Compresión más estiramiento directo: en esta técnica se aprovechan las cualidades de
compresión sobre el PG y también la elongación del sarcómero. Se realiza
comprimiendo primero el nodo y estirando pasivamente el músculo después,
convirtiendo la presión en tangencial. Se provoca un deslizamiento en forma de C (con
un punto de contacto), o en forma de S, (con dos puntos de contacto).
Compresión más termoterapia con frío: se ha recomendado el uso de presión con un
objeto frío (hielo), como método de inactivación de los PG. SE trata de aprovechar el
doble efecto de la presión y de la distracción aferente. Se recomienda una presión
aproximada de 2 Kg durante 1 minuto, seguido de un movimiento circular a lo largo de
la banda tensa (Jenson, 2002).
La cantidad de presión que debe ejercerse se define de un modo muy perceptivo,
y debe ser igual a la resistencia que percibe el explorador en el PG. Conforme la tensión
va reblandeciéndose y desapareciendo debe relajarse la presión. Es cierto que la
compresión del punto produce dolor, pero no debe nunca alcanzarse un dolor
insoportable. Si estuviésemos usando un análogo visual durante la práctica de la
compresión, no deberían sobrepasarse los 6 puntos. Debe establecerse, en este sentido,
una interrelación verbal y sensorial con el paciente para determinar el lugar justo y la
presión necesaria para conseguir el objetivo deseado de la inactivación del PG. El
tiempo de duración es muy variable habiéndose recomendado desde unos pocos
segundos hasta un minuto. Uno autor reputado recomienda duraciones breves entre 8 y
12 segundos y sucesivas repeticiones (Chaitow, 2004).
Técnicas de estiramiento:
Estiramiento con frío intermitente (EFI):
Este procedimiento fue uno de los preferidos por Janet Travell, hasta el punto de
ser considerado una de las señas de identidad del DM.
En esencia, se basa en la estimulación cutánea con frío procedente de un spray
mientras se realiza el estiramiento del músculo afecto. El estímulo aferente térmico,
actúa inhibiendo el ciclo de contracción y permite que se estire el músculo sin dolor.
Como gustaba decir la doctora Travell, el spray es la distracción y el estiramiento es la
acción.
Este fue el procedimiento físico miofascial original, de modo que se creó una
disciplina de estiramientos con frío para cada músculo específico, hecho que supuso una
complejidad creciente en el manejo terapéutico del síndrome.
La fuente de frío fue inicialmente el cloruro de etilo. Los afectos anestésicos de
esta sustancia aconsejaron el cambio a fluorometano. Sin embargo, el efecto deletéreo
sobre la capa de ozono de ambos cambió la orientación hacia el uso de hielo.
La aplicación se realiza, en general, sobre la zona cutánea que cubre el músculo
afecto y se dirige hacia la zona de irradiación del dolor, que también se enfría. Se
recomienda el enfriamiento en líneas paralelas con una separación de 1 a 2 cm. Si se usa
el spray nunca debe alcanzarse el escarchamiento de la piel. Las medidas recomendadas
para un correcto proceder son: angulación de 30º del spray sobre el plano cutáneo,
distancia de 45 cm y avance del riego a una velocidad de 10 cm/seg. En el caso del uso
de hielo se realiza con un borde afilado o circular para desplazarlo en paralelo sobre la
piel remedando la forma de la irrigación.
El EFI es un procedimiento que incluye muchos más pasos, que es conveniente
seguir cuidadosamente para conseguir el efecto deseado sin aumentar la incomodidad
del paciente. Estos pasos deben realizarse una vez realizado el diagnóstico y sentada la
indicación, y son los siguientes:
- Explicar detenidamente al paciente el EFI para obtener su colaboración y relajación
con el fin de evitar respuestas inapropiadas ante el frío como espasmo o huida.
- Anclar o fijar una de las inserciones del músculo a estirar.
- Iniciar el enfriamiento cutáneo sobre el músculo
- Estirar suave y progresivamente el músculo a tratar durante unos pocos segundos.
- Continuar el enfriamiento de la zona de dolor referido.
- Aumentar el estiramiento progresivamente.
- Regresar a la posición neutra.
- Contraer suavemente el músculo afecto movilizando el segmento.
- Repetir el estiramiento hasta conseguir alcanzar una elongación mayor que la anterior.
Debe existir un objetivo de estiramiento fijado para la sesión.
- Al finalizar las repeticiones previstas (normalmente entre 3 y 5), se debe aplicar calor
sobre la zona durante unos minutos, al menos hasta recuperar la temperatura cutánea
normal.
Estiramiento pasivo
Puede utilizarse un estiramiento pasivo puro en algunos casos con PG poco
activos. Sin embargo es poco recomendable usar esta técnica debido a que es
ampliamente superada por los demás modos de actuación. La mayor parte de las veces,
además, se desencadenará el dolor por un estiramiento puro, sin inhibición y sin
facilitación y sólo se conseguirá aumentar los síntomas del paciente. Recordemos que el
dolor al estiramiento pasivo es uno de los criterios diagnósticos de SDM.
Técnicas Neuromusculares
Se conocen como técnicas neuromusculares aquellas que se han desarrollado
siguiendo los principios neurofisiológicos de la función motora y de la contracción
muscular. Estos principios se basan en tres fundamentos principales: la relajación postcontracción, la inhibición recíproca y la facilitación central.
La relajación post-contracción hace referencia al periodo refractario. Este
fenómeno implica que tras la contracción del músculo existe un periodo en el que éste
no puede contraerse de manera que resulta más fácil estirarlo durante esta fase.
La inhibición recíproca sugiere que la contracción del antagonista facilita la
relajación del agonista, y viceversa, siguiendo la activación e inactivación por pares
flexores y extensores.
Para la facilitación central se utiliza fundamentalmente la relajación muscular
que se produce durante la fase espiratoria.
Existen muchos enfoques neuromusculares. Se presentan aquí dos modelos, uno
original, del que derivan los restantes (las técnicas de energía muscular), y uno
específico miofascial, la relajación postisométrica.
Técnicas de energía muscular
Las técnicas de energía muscular proceden principalmente de los trabajos del
osteópata F. Mitchell en los años 70. La osteopatía, más conocida por las
movilizaciones articulares de alta velocidad y baja amplitud (trust) que generalmente
producen chasquidos articulares, ha desarrollado también técnicas musculares y de
partes blandas de extraordinaria utilidad, aplicabilidad y difusión. Las más próximas a
los conceptos miofasciales son las denominadas técnicas de energía muscular. En
realidad la traducción que se ha impuesto no es muy afortunada, ya que sería mucho
más adecuado denominarlas técnicas con contracción muscular, ya que el paciente
realiza contracciones dirigidas por el clínico, con un fin terapéutico.
Se han descrito muchos tipos de TEM. Podemos destacar entre ellos, los
siguientes:
Contracción isométrica con inhibición recíproca:
Se contraen los músculos antagonistas con el objeto de relajar los músculos
agonistas acortados, con PG.
Contracción isométrica con relajación postisométrica sin estiramiento:
Se contraen los agonistas, aumentando poco a poco el arco articular, sin
estiramiento franco. Se aprovecha simplemente el hecho del periodo refractario, sin
producir un estiramiento deliberado.
Contracción isométrica con relajación postisométrica con estiramiento
Se contraen los agonistas y tras la relajación, se estira el músculo y se aumenta
el arco articular. Desde el nuevo punto de partida se repite el método hasta conseguir la
normalización.
Contracciones isotónicas concéntricas
Se utiliza la contracción clásica con acortamiento muscular (concéntrica) cuando
se detecta debilidad muscular.
Contracciones isotónicas excéntricas
Se estira el músculo mientras se está contrayendo. Para ello se debe aplicar una
fuerza mayor que la de la contracción. Este procedimiento debe reservarse para
situaciones especiales ya que, por sí mismo, puede agravar los síntomas.
La administración adecuada de esta información permite establecer planes
terapéuticos determinados para cada paciente en función de sus PG. Obviamente, las
técnicas son específicas para cada músculo, y también para su par antagonista, por lo
que el diseño y la ejecución de cada plan terapéutico se convierte en un reto de especial
complejidad, tanto en la evaluación como en la administración de la técnica.
Relajación Muscular postisométrica (RPI)
La RPI ha sido concebida desde la perspectiva miofascial, por lo que es un
procedimiento muy difundido. Se trata de una modificación del clásico contract-relax
que procede de las técnicas de facilitación neuromuscular, o de la técnica de Mitchell de
estiramiento postisométrico. En la RPI la contracción se ha suavizado y adaptado para la
obtención de los máximos efectos de inactivación con el menor dolor. Existen muchas
variantes, pero una de las más practicadas es la recomendada por Karel Lewit (1999).
Hay un concepto previo que es necesario definir antes de abordar la EPI: el
fenómeno de barrera. Este fenómeno es tan fácil de observar como difícil de explicar y
de interpretar, quizá por su propia simplicidad. Describe la resistencia que ofrecen los
tejidos a la movilización, hasta encontrar un tope o barrera. Esta barrera aparece en
cualquier movilización de tejidos, pero es especialmente patente en la movilización
articular que siempre presenta una barrera o limitación en el arco final de movimiento.
Con una detallada observación clínica se podrá confirma que en el SDM existe una
restricción sutil del movimiento articular, generalmente en un movimiento direccional
específico, como resultado de la puesta en tensión del músculo afecto por PG. Este
límite, o barrera, será la guía del inicio del tratamiento. A su vez, modificar esta barrera
ampliando el movimiento restringido, se convertirá en el objetivo del tratamiento.
Para realizar la EPI, debe llevarse a cabo el siguiente procedimiento, tras haber
identificado el músculo afecto:
- Se explica detalladamente el proceder al paciente, ya que su participación es
indispensable en todas y cada una de las fases del tratamiento.
- El operador lleva el segmento corporal a movilizar en la dirección adecuada, hasta que
se alcanza la barrera, generalmente atribuible a la puesta en tensión del músculo afecto.
- El operador fija el segmento en la posición de llegada a la barrera.
- Se pide al paciente que realice una contracción suave, isométrica, de aproximadamente
un 25 % de la fuerza total y de unos 10 segundos de duración (en caso necesario la
contracción puede durar hasta 30 segundos). Para conseguir que ésta sea isométrica, se
ha fijado antes el segmento por parte del operador.
- El paciente debe acompasar su ritmo respiratorio.
- Se pide al paciente que realice una inspiración máxima profunda y se pide un
momento de retención.
- Se anima al paciente a que exhale el aire retenido con los labios fruncidos para ofrecer
una ligera resistencia.
- Mientras se produce la exhalación se estira el músculo hasta conseguir alcanzar una
nueva barrera. En este momento el estiramiento está facilitado y es indoloro.
- Se repite el procedimiento entre 3 y 5 veces, hasta conseguir inactivar el PG, disminuir
la tensión del músculo y mejorar el recorrido articular.
Como se ha visto en la descripción, se usa también la facilitación central, ya que
durante los movimientos respiratorios se favorece la contracción (durante la inspiración)
o la relajación (durante la espiración) de la mayoría de músculos. Este es un fenómeno
neurofisiológico continuo que permite la realización de ejercicios de contracciónrelajación acomodados a las fases respiratorias.
Otro método muy interesante es la facilitación por la dirección de la mirada. Ésta
puede realizarse moviendo sólo los ojos o, posiblemente aún mejor, movilizado toda
cabeza. La base neurofisiológica es la facilitación para la contracción de los músculos
del lado hacia que se mira, y la relajación de los del lado contrario. Si el movimiento,
además de ocular, es cefálico, los músculos del lado nucal quedan más relajados y los
del lado facial más contraídos.
Técnicas de liberación miofascial
Bajo esta denominación se encuadran diversas prácticas de estiramiento de
partes blandas que pueden conseguir un efecto indirecto de inactivación de los PG.
De un modo muy resumido puede definirse el procedimiento como un
estiramiento del tejido conjuntivo y de la fascia subyacentes. Algunas de las maniobras
terapéuticas provienen de un tipo de masaje tradicional chino, denominado tuina (FU,
1994).
Para entender mejor estas técnicas conviene recordar el concepto de barrera, ya
mencionado más arriba. En este caso, la barrera se produce ante la tracción de la piel, de
los tejidos subcutáneos y de las fascias. El procedimiento se basa en detectar el punto de
resistencia a la tracción o barrera. Se espera que las zonas hiperalgésicas o las fascias de
los músculos afectos ofrezcan una resistencia mayor y una barrera más temprana a los
movimientos que las zonas asintomáticas.
Una vez detectadas estas zonas con mayor resistencia la movilización, se estiran
suavemente durante unos segundos hasta alcanzar una barrera más amplia y distante, y
se repite el procedimiento.
Pueden estirarse diversos tejidos según esta técnica. Una de las maniobras más
practicadas consiste en realizar pliegues de tejido celular subcutáneo en sentido inverso,
entre ambos pulgares estirando la zona a tratar en direcciones contrarias.
Para el estiramiento de las grandes fascias lumbares se utiliza la misma filosofía,
pero aquí el estiramiento se realiza con las palmas de las manos, en direcciones
opuestas, hacia el glúteo y hacia la escápula.
Si se alcanza la fascia con una presión un poco más profunda se estará
realizando, en la práctica, el mismo procedimiento descrito en las técnicas de
compresión profunda con estiramiento, hecho que subraya la gran vinculación de estas
técnicas manuales.
Pinzado rodado y despegamiento de tejidos:
Esta técnica se recomienda para fascias superficiales. Consiste en despegar la
piel y el tejido celular subcutáneo de los planos subyacentes mediante el simple
levantamiento o estiramiento o el pinzado entre el pulgar y el índice. Este tratamiento se
recomienda para PG superficiales y también para PG asociados a cicatrices dolorosas.
Técnicas de Electroterapia
Ultrasonido (US)
El US es, posiblemente, el método electroterápico más clásico en el tratamiento
del SDM. Es posible que su doble efecto físico, mecánico y térmico, haya influido en
su popularidad. Cuando se aplica el US por el método tradicional de movilización
continua del cabezal y se alcanza un PG se produce un intenso estímulo que reproduce
los síntomas de dolor local. Para mejorar la tolerancia pueden usarse dosis no muy altas
(1,5 wats/cm2) y el modo pulsado, en el que el efecto térmico es muy bajo (Plaja,
2003). Las aplicaciones se hacen directamente sobre el PG durante unos 3 minutos.
Pueden usarse cabezales-punto, para la localización precisa de la aplicación. Para la
transmisión de la onda sónica es necesario el uso de un gel transmisor que se sitúa entre
el cabezal y la piel para garantizar el acoplamiento. En ocasiones se ha mencionado que
el efecto puede mejorar utilizando un gel antiinflamatorio, anestésico o de esteroide,
procedimiento denominado sonoforesis.
Por otro lado, se ha descrito un nuevo modo de aplicación US en los PG. Se trata
del Ultrasonido de alta potencia hasta umbral doloroso. Se ha comunicado un efecto
superior en la inactivación de PG utilizando esta técnica específica. Consiste en aplicar
el US a dosis altas (2,5 wats/cm2) sobre el PG sin moverlo, justo hasta que el paciente
sienta el dolor (hasta umbral). En ese momento se desacopla el cabezal. Se repite la
operación hasta cinco veces. Se recomienda completar con estiramiento (Majlesi, 2004).
Estimulación eléctrica nerviosa transcutánea (TENS)
El TENS es una modalidad de electroterapia analgésica que goza de amplia
difusión. Se ha utilizado en numerosos cuadros de dolor crónico que pueden haber
incluido también el SDM, pero sin criterios estrictos de selección, hecho que dificulta la
interpretación de los datos. Con todo, se han propuesto diversas técnicas de
estimulación transcutánea, con y sin efecto motor, que han mostrado utilidad en el alivio
del dolor. Alguna de las modalidades sugeridas para el tratamiento específico de los
PG es un TENS de baja frecuencia (10 HZ), durante 20 minutos, con los electrodos
situados sobre la zona de irradiación del dolor (Hsueh 1997). Cuando se ha comparado
el TENS con la Estimulación eléctricas muscular (EMS) no se han encontrado
diferencias definitivas a favor de una o de otra. Sin embargo se han señalado mejoras
más tempranas con el uso de TENS (Ardic, 2002).
Estimulación eléctrica interferencial
Existen numerosas variantes de electricidad aplicada con objetivos analgésicos.
Uno de ellos es la terapia interferencial denominada así porque se produce un campo
eléctrico entre los electrodos de aplicación. Se ha sugerido también que esta corriente,
cuyo efecto analgésico es bien conocido, puede ser útil en la inactivación de PG
(Jenson, 2002). Una modalidad recomendada consiste en aplicar derivaciones bipolares
o tetrapolares con frecuencias de interferencia bajas (80-100 HZ), alrededor del PG, en
la dirección de las fibras musculares y con una intensidad umbral (Plaja, 2003).
Estimulación magnética periférica repetitiva
Se ha comunicado inactivación a corto y medio plazo de PG tras el tratamiento
con pulsos magnéticos superficiales, con 10 sesiones de estimulación repetitiva (4000
estímulos magnéticos en 5 trenes de 20 HZ durante 20 minutos), sobre puntos
miofasciales (Smania, 2003).
Galvanismo de alto voltaje
La aplicación de corriente galvánica de alto voltaje ha sido recomendada
inicialmente para el tratamiento del dolor miofascial del suelo pélvico. Después se ha
extendido a otros músculos y se han descrito mejoras tanto en la sensación de dolor
como en el umbral doloroso, en tratamientos combinados con ejercicios (Tanrikut,
2003).
Láser de baja potencia
El Láser, al igual que el TENS, se ha utilizado en un amplio abanico de procesos
doloroso crónicos. También ha sido recomendado en el tratamiento del SDM, con
indicaciones siempre controvertidas y gran variabilidad en la selección del tipo de láser,
la dosis y el modo de aplicación. Se han descrito mejoras del dolor y del umbral
doloroso con el láser de baja potencia combinado con el estiramiento (Hakguder, 2003).
Alguna de las pautas recomenadas sugiere la eficacia del láser infrarrojo de 820 nm, con
dosis de 1 a 5 J/cm2 (Plaja, 2003).
Iontoforesis
La iontoforesis consiste en la introducción de un medicamento a través de la piel
mediante la aplicación de corriente galvánica. Se realiza aplicando el electrodo activo
sobre la zona a tratar con un colector o una esponja empapada en el fármaco. El
electrodo opuesto se sitúa en la línea en la que se desea que se introduzca la
medicación. La migración de la corriente galvánica de uno a otro polo se acompaña de
la movilización iónica del fármaco, cuya ubicación en ánodo o cátodo dependerá de la
propia carga iónica del preparado.
Se ha utilizado la iontoforesis con anestésico local, concretamente con lidocaína
al 1 % y se ha descrito una mejoría estadísticamente significativa, pero con un tamaño
de efecto de dudoso valor clínico (Evans, 2001).
Parches de anestésico local
Se ha utilizado parches de procaína o de lidocaína situados sobre PG
superficiales. Se sitúa una cantidad de pasta anestésica (similar al volumen de una
avellana) sobre la zona a tratar y se encierra en un apósito oclusivo. Al cabo de 45
minutos el anestésico se absorbe por vía percutánea y, en caso de haber alcanzado el
PG, puede conseguir su inactivación (Dalpiaz, 2002). Se recomienda añadir
estiramiento posterior. Se ha sugerido también que parches de dimensiones mayores
asociados a antiepilépticos pueden mejorar también el dolor crónico de espalda (White,
2003).
Punción Seca
El tratamiento del dolor miofascial mediante la punción seca constituye uno de
los posibles nexos de unión entre la medicina oriental y la occidental. Obviamente, este
procedimiento no sólo se parece a la acupuntura oriental, sino que tiene unos vínculos
externos muy definidos con este tratamiento. La acupuntura se basa en el modelo
médico tradicional chino según el cual la enfermedad se produce por un desequilibrio en
la energía (el chi). Este chi circula por los meridianos y cuando existe un bloqueo o un
exceso de circulación se produce la enfermedad. Las anomalías del Chi puede regularse
mediante la estimulación con agujas de puntos concretos. Estos puntos pueden estar en
los meridianos de acupuntura, o fuera de ellos (Puntos As-shi).
La punción seca occidental se fundamenta en el modelo médico miofascial
occidental y se basa en la inactivación de los puntos gatillo por un estímulo mecánico
directo. Aún así es innegable la interrelación entre ambos procedimientos (Hong, 2000).
Se han descrito diversas técnicas para la inserción de las agujas, así como
algunas variaciones en el tiempo de duración del tratamiento.
El procedimiento básico consiste en insertar la aguja en el PG e intentar
provocar la respuesta local de sacudida (RLS), moviendo la aguja. Una vez obtenida la
RLS, se sigue estimulando hasta obtener un agotamiento en la respuesta, momento en el
que se extrae la aguja y se aborda otro PG.
Otro modo de realizar la punción seca, consiste en introducir la aguja en los PG
seleccionados y realizar estímulos de pistoneo o rotatorios hasta obtener una sensación
subjetiva de calor local referida por el paciente (los practicantes orientales identifican
esta sensación de calor local como la movilización de la energía interna o la llegada del
Chi).
Un modo alternativo de este enfoque consiste en una punción superficial, justo
hasta la fascia situada sobre el PG (Baldry, 2002). El tiempo de inserción de la aguja
varía ostensiblemente entre los diferentes autores, pero parece que existe una tendencia
a recortar los tiempos de inserción a unos pocos minutos, alrededor de 4 o 5.
En cuanto al mecanismo de acción de la punción seca, se ha destacado su
capacidad de inhibición de la actividad eléctrica espontánea (AEE) del locus activo del
PG . En un estudio realizado en animales de experimentación, se ha confirmado que la
estimulación del PG obteniendo repetidamente la respuesta local de sacudida conduce a
una disminución de esta actividad espontánea, detectable por electromiografía de aguja
(Chen, 2001).
Electropuntura
Algunos autores han propuesto la estimulación de las agujas una vez insertadas
para conseguir un efecto mayor. Este enfoque es superponible al descrito anteriormente,
con técnicas basadas o no en los meridianos de acupuntura. Un antigua forma de
estimulación de las agujas es el pase de una tea de artemisa cerca de la aguja
(moxibustión).
Estimulación eléctrica nerviosa percutánea (PENS):
En esta técnica se integra la técnica oriental con la neuroanatomía occidental.
Las agujas se insertan a lo largo de los dermatomas, miotomas y esclerotomas
incriminados en el dolor. Las agujas son estimuladas por corrientes de diversas
frecuencias para buscar un efecto analgésico. Este procedimiento se basa e en el
concepto de dolor miofascial neuropático (Gunn, Fischer), según el cual la aparición de
puntos gatillo se produce por una irritación segmentaria y radicular (Weiner, 2004).
Métodos de autotratamiento
Existe respaldo científico para el uso de programas domiciliarios, como
complemento del tratamiento miofascial específico (Hanten, 2000). En esencia, se trata
aprovechar el efecto de inactivación y estiramiento conseguido tras la aplicación de
alguna de las terapias descritas para prolongar su efecto mediante actividades de
autocuidado realizadas en el domicilio por el propio paciente.
Los métodos de auto-tratamiento, son muy parecidos a los descritos hasta ahora,
pero adaptados para una práctica individual. De hecho, una parte del TM debe ser
enseñado en la consulta para que el paciente continúe con la terapia, participando así de
modo activo en su proceso de mejoría. Gran parte del tratamiento se basa en el
entendimiento racional del problema por parte del paciente, en el conocimiento de los
PG, de su ubicación, de los síntomas que producen y del modo en que pueden
inactivarse los puntos y estirarse los músculos incriminados (Davies, 2004). A
continuación se describirán los procedimientos adaptados para la realización
domiciliaria.
Compresión
La compresión puede enseñarse para su práctica del paciente. Es posible
enseñar a comprimir con el pulgar u otro dedo sobre el PG concreto, en el caso de que
sea alcanzable por la mano del paciente. En caso contrario puede recurrirse al uso de
una pelota de tenis o similar, siempre que tenga cierta rigidez a la deformación y un
tamaño de contacto adecuado. La pelota se utiliza apoyándola en el PG y dejando caer
el cuerpo sobre el mismo, hasta alcanzar la intensidad umbral, que se mantiene durante
un tiempo suficiente. Cada músculo tiene su posición idónea para el uso de la pelota,
generalmente en decúbito (músculos de la espalda) o en BIP (músculos de la región
glútea, por ejemplo).
Estiramientos autoaplicados
Estiramiento con frío
Algunos estiramientos con frío podrían realizarse, teóricamente, en el domicilio.
Jamás debe recomendarse el uso de Cloruro de etilo en el domicilio, tanto por su
potencial explosivo junto a fuente de calor, como por su poder anestésico general.
Debido a que en nuestro país no está disponible el fluorometano para uso médico, las
posibilidades domiciliarias se restringen, exclusivamente, al uso de hielo para el
estiramiento o la compresión.
Estiramientos activos y pasivos
Pueden enseñarse ejercicios activos para el tratamiento de los PG, que serán
específicos para cada músculo. Pueden ser estiramientos activos (por ejemplo inclinar la
cabeza hacia un lado mientras se estira el trapecio del lado contrario), o pasivos (el
mismo ejercicio anclando el miembro superior, agarrando la mano de la lado estirado).
Siempre será preferible el uso de técnicas de facilitación mientras se realizan estos
ejercicios para evitar el dolor.
Puede realizarse un estiramiento activo del músculo afecto por parte del paciente
en determinadas circunstancias y siempre que sea indoloro. Cuando un músculo ya ha
sido previamente tratado y se encuentra en fase de mejoría, puede recomendarse el
estiramiento activo a cargo del paciente con ejercicios sencillos. Un modo muy práctico
y frecuente de realización es bajo una fuente de agua caliente. Es conveniente
comprometer al paciente en su propio tratamiento mediante estiramientos activos
específicos realizados en el momento de la higiene personal, bajo la ducha o en el baño
de agua caliente. Con frecuencia es posible realizar ejercicios domiciliarios cómodos y
seguros que mantendrán las mejoras de los tratamientos aplicados previamente.
Relajación postisométrica facilitada por la gravedad (RPIG)
Entre los TM que el paciente puede practicar por sus propios medios, destaca
por su fundamento neurofisiológico y por su inventiva el RPIG. Difundido también por
K. Lewit (1999), este proceder es muy semejante al RPI que ha sido descrito más arriba.
En este caso el estiramiento o la relajación no se consigue por la acción del clínico o el
terapeuta, sino por la fuerza de la gravedad que estira y relaja el músculo afecto si se
dispone el segmento corporal en la posición adecuada.
De modo muy resumido se trata de disponer el cuerpo de forma que el segmento
corporal a movilizar caiga en la dirección adecuada para estirar el músculo afecto. En
esta posición se realiza una contracción suave del músculo y se deja caer después para
que la gravedad ejerza su efecto tractor y estire el músculo deseado tantas veces como
se realice el ejercicio.
Por ejemplo, para estirar el dorsal ancho derecho, se sitúa el paciente en decúbito
lateral izquierdo. Se abduce el miembro superior derecho hasta que el aspecto bicipital
del brazo contacte con el pabellón auricular. El codo queda libre. Desde esta posición se
intenta elevar el miembro durante unos segundos y se deja caer después por detrás de la
cabeza. El propio peso del miembro superior estirará entonces el dorsal ancho con
facilidad.
Estos ejercicios pueden ser más útiles aún si se usan con las técnicas de
facilitación respiratoria y de movilidad ocular descritas más arriba, en el apartado de
RPI.
Combinación de varios procedimientos miofasciales
En la práctica los TM no suelen utilizarse de modo aislado. Generalmente se
aplican de modo conjunto, bien simultánea o bien secuencialmente. Parece probado que
el uso combinado de diferentes procedimientos puede mejorar los resultados de la
terapia (Hou, 2002).
El uso de una u otra combinación está determinado por diversos factores:
•
La formación del terapeuta: Debido a la complejidad de algunos TM y a la
necesidad de formación específica para su administración, parece obvio que
cada facultativo o terapeuta aplicará los procedimientos que conozca y domine y
que, en conciencia, considere más beneficiosos para los pacientes.
•
El músculo a tratar: Cada músculo, por sus características anatómicas
específicas o por la experiencia acumulada en su tratamiento, es más susceptible
a un TM determinado. Por ejemplo, el músculo trapecio ha sido tratado con la
mayoría de TM conocidos. Otros músculos son más accesibles a la compresión
(por ejemplo el romboides), al estiramiento con frío (por ejemplo el tríceps), a
las técnicas de energía (por ejemplo los aductores), a la RPI (por ejemplo el
piramidal), o a la RPIG (el subescapular). En otros músculos se ha acumulado
más experiencia con determinados procedimientos específicos, como la
galvanización de alto voltaje, empleada en el suelo pélvico.
•
El consentimiento del paciente: El paciente debe ser informado de las diferentes
opciones disponibles y ayudar a decidir el TM. El entendimiento, el apoyo y la
colaboración durante el tratamiento son indispensables para alcanzar el objetivo
terapéutico, especialmente en el caso de las modalidades más invasivas.
Programas terapéuticos
Tras la descripción genérica de las técnicas terapéuticas relacionadas con la
rehabilitación utilizadas en el SDM, y añadiendo la necesaria complejidad derivada del
hecho de que cada músculo tiene sus propias técnicas específicas, cabe preguntarse cuál
debe el ser el camino para programar o protocolizar un TM racional, riguroso y
proporcionado.
Deben tenerse en cuenta algunos factores inherentes a la historia clínica
miofascial, como son la duración de los síntomas, los grupos musculares asociados, las
enfermedades de base, los factores perpetuante y los tratamientos previos realizados,
tanto generales como miofasciales. Esta información es vital para determinar el camino
más correcto para el tratamiento específico de cada paciente.
Es posible que el entendimiento del mecanismo de acción de cada técnica
permita sugerir una recomendación racional. En este sentido sería conveniente utilizar
siempre, de modo combinado, una técnica de inactivación y una técnica de estiramiento
(Tabla 1). Es posible que puedan combinarse, además, con una técnica electroterápica
coadyuvante. Siempre y en todo caso, deberán recomendarse y enseñarse técnicas de
autotratamiento para su aplicación domiciliaria.
Tabla 1. Modalidades terapéuticas según su acción fundamental
ORIENTADAS A LA INACTIVACIÓN DEL PG ORIENTADAS AL ESTIRAMIENTO DEL
MÚSCULO
Ultrasonido
Masaje de deslizamiento profundo
Parches anestésicos
Compresión
Punción seca
Estiramiento con frío
Técnicas neuromusculares
Liberación miofascial
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