Bloque II. Tema 6. Tipos de comunicaciones orales y sus

Anuncio
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
BLOQUE 2. LA LENGUA ORAL
Tema 6. Tipos de comunicaciones orales y sus técnicas
expositivas
6.1. El monólogo y sus formas
El monólogo es un tipo de comunicación oral en el que la persona que habla se
dirige a sí mismo, normalmente en primera persona, aunque también puede hacerse
en segunda persona. En cualquiera de los dos casos, emisor y receptor son la misma
persona. Por tanto, podríamos decir que el monólogo es una especie de diálogo hacia
dentro, un diálogo interiorizado o, como dijera Miguel de Unamuno, un “monodiálogo”.
“El monólogo es la intracomunicación, el diálogo que cada uno mantiene
consigo mismo. Por esa razón resulta una comunicación muy especial, ya que es la
más utilizada (hablamos más con nosotros mismos que con los demás) y también la
más desorganizada, porque encuentra su coherencia automáticamente. En el
monólogo se fraguan nuestros pensamientos, que podemos dar a conocer tanto con el
habla como con escritos (confesiones, epístolas, etc.)” (Escudero Martínez y
Hernández Valcárcel: 2005, 58).
El monólogo se puede dar en forma oral, aunque lo más habitual es que se
encuentre en textos escritos, especialmente en la narrativa y en el teatro. Si se emplea
en la narrativa, se suele hablar de monólogo interior o de flujo de conciencia; mientras
que, si se empela en textos dramáticos, se prefiere hablar de soliloquio. No obstante,
también es cierto que los términos monólogo y soliloquio se suelen usar
indistintamente.
“En la narrativa, el monólogo interior se presenta convencionalmente como un
proceso de expresión, como forma de una actividad interior que es una corriente de
conciencia que fluye en forma espontánea, sin pretender dirigirse a nadie y sin esperar
que nadie la interprete. Apurando las cosas, podríamos decir que el monólogo interior
no es ni siquiera un proceso expresivo porque convencionalmente no se exterioriza.
Desde la convención de interioridad y la consiguiente falta de interlocutor, queda
justificado en el monólogo interior narrativo cualquier modo de asociación ilógica,
absurda, cualquier expresión incorrecta gramaticalmente […] Es normal también desde
la ausencia convencional de un interlocutor, que el monólogo presente enunciados
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
1
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
incompletos, referencias que exceden el marco de presuposiciones del discurso o del
contexto, frecuentes anacolutos, etc., es decir, referencias que sólo puede completar
el emisor como receptor de su propio discurso, pues está en posesión de todas las
claves, de todas las implicaciones previas, de todas las referencias” (Bobes Naves:
1992, 69-70).
En el teatro son muy conocidos soliloquios o monólogos tan famosos como, por
ejemplo, los del príncipe Segismundo en La vida es sueño, de Calderón de la Barca o
los que podemos encontrar en Hamlet, de Shakespeare. Tanto en estos casos como
en los de los llamados “apartes” (el personaje habla consigo mismo, con una voz que
no oyen el resto de personajes en escena, pero que sí escuchan los espectadores que
asisten en directo a la representación), los personajes dejan traslucir sus más íntimos
sentimientos, reacciones, sorpresas, etc.
En este sentido, es interesante observar lo expuesto por Antonio García del
Toro a propósito de la existencia de tres tipos fundamentales de monólogos. “El
primero presenta a un personaje que hace un relato de acontecimientos pasados que
no pueden ser representados directamente. El llamado monólogo lírico escenifica un
momento de reflexión o de emoción en el que el personaje deja ver su alma al público.
El último presenta a un personaje que, ante un dilema, expone a sí mismo los diversos
argumentos y razones.” (2004, 71).
De estos tres tipos señalados por García del Toro, los dos más frecuentes e
importantes son el primero y el tercero. El primero de ellos es el llamado “aparte”, esa
forma de monólogo que, como antes hemos comentado, el personaje no dirige a su
interlocutor en escena, sino al público. El tercero, sería el llamado monólogo o
soliloquio.
Y, también, podemos hablar de la existencia de monólogos líricos, que son los
que aparecen en los poemas líricos, aquellos en los que un poeta da rienda suelta a
sus sentimientos más íntimos, como es el caso de las conocidas églogas de Garcilaso
de la Vega, por citar uno de los ejemplos más conocidos.
6.2. El diálogo y sus implicaciones funcionales
El diálogo es una forma de comunicación oral en la que existe una
interrelación entre dos o más personas. En este sentido, el Diccionario de la Real
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
2
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
Academia Española de la Lengua define el diálogo como la “plática entre dos o más
personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”.
El diálogo, cuando se lleva a cabo entre dos personas, constituye una de las
mejores técnicas de comunicación oral porque, gracias a él, se exponen las opiniones
y los puntos de vista de ambos interlocutores para hacerse entender.
El diálogo se puede hacer, también, en forma narrativa, tanto en la lengua oral
como en la escrita. Entonces, podemos encontrarnos con tres variantes en cuanto al
estilo utilizado. En primer lugar, tenemos el estilo directo, que es cuando se reproduce
exactamente el diálogo entre los personajes. En este caso, la parte correspondiente al
diálogo debe aparecer en primera persona y, en su forma escrita, cada una de las
intervenciones debe ir entrecomillada y precedida por un guión.
En segundo lugar, cabe la posibilidad de que el narrador introduzca el diálogo,
dentro de su propia narración hecha en tercera persona, gracias al empleo de los
llamados “verba dicendi” (decir, contestar, afirmar, etc.). En este caso, las
intervenciones de los dialogantes van precedidas por la conjunción completiva “que” y
los tiempos verbales aparecen en tercera persona. Hablamos, entonces, de estilo
indirecto. Ej.: “Juan dijo que no estaba seguro de lo que iba a hacer”.
También existe lo que se llama el estilo indirecto libre, en el que el narrador
pone en su boca las palabras que hubiera dicho el personaje si hablara en estilo
directo. Ej.: “Juan dijo no estoy seguro de lo que voy a hacer”.
El diálogo, en su versión oral, implica un tipo de lenguaje directo, en el que
intervienen signos de varios sistemas o códigos. Así, como es lógico, se usan códigos
verbales junto con otros signos pertenecientes a otros tipos de códigos, según tuvimos
ocasión de ver en el tema 2 del bloque 1.
Tal es el caso de los llamados códigos expresivos, emitidos de forma
espontánea y que revelan un cierto estado de ánimo, como puede ser el temblor de
manos, el nerviosismo, el sonrojo, etc. Y, también, el de los llamados códigos no
verbales, dentro de los cuales están –recordémoslo una vez más los códigos
paralingüísticos (aquellos elementos que acompañan a una comunicación y que son
de naturaleza acústica, aunque no son articulados, pero que transmiten algún tipo de
información, como ocurre con la risa, el llanto, el bostezo, el silbido, el carraspeo…);
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
3
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
los códigos kinésicos (aquellos que se refieren a gestos, maneras y posturas
corporales, como es el caso de los movimientos de abanico, señales en los juegos de
cartas, reverencias, maneras de sentarse, etc.), y los códigos sociales, como son, por
ejemplo, las normas de conducta y las reglas de educación o cortesía.
Como bien señala María Victoria Reyzábal, para que el diálogo sea eficaz, “la
relación entre los interlocutores no debe ser tensa ni desconfiada, sino que permitirá
compartir ideas, en las que se note el interés y el respeto mutuo. Estas actitudes se
manifiestan de muy diversas maneras y no sólo mediante la palabra, sino también en
el tono de la voz, el énfasis puesto en ciertas frases, la expresión fácil, los gestos, la
atención…” (1993, 152-153)
En muchas ocasiones, se emplea indistintamente los términos diálogo y
conversación para referirse a un mismo acto de comunicación. La verdad es que,
muchas veces, ambos términos resultan prácticamente sinónimos, aunque no es
menos cierto que, en determinados contextos las connotaciones semánticas del
término diálogo no son las mismas que las del término conversación.
En este sentido, podemos observar que el Diccionario de la RAE define la
conversación como la “acción y efecto de hablar familiarmente una o varias personas
con otra u otras”.
La conversación, por tanto, sería una variante del diálogo en la que participan
un mayor número de personas, tanto en grupos pequeños como grandes. En ella se
habla de una forma más coloquial y espontánea que en el diálogo y se puede cambiar
de tema.
Al respecto, afirma Antonio García del Toro que la conversación es más abierta
que el diálogo. “No tiene requisitos previos, puede improvisarse y también tratar sobre
cualquier tema que surja espontáneamente, y puede comenzarse, a iniciativa de un
sujeto. El diálogo es más cerrado, deberá mantener una unidad temática y sus
condiciones no son impuestas por los interlocutores, sino que son inherentes al
proceso dialogal. Una conversación no termina porque se agote el tema, puede ser
interrumpida en cualquier momento […] Por el contrario, el diálogo termina cuando se
alcanza la avenencia, o cuando se consigue la información solicitada. Si se
interrumpe, es preciso reanudarlo en el punto donde se ha interrumpido, ya que el
tema es más importante que la actividad interlocutiva” (García del Toro: 2004, 57).
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
4
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
Por su parte, Luis Alberto Hernando Cuadrado y Alberto Hernando GarcíaCervigón señalan, entre otros, los siguientes rasgos propios de la conversación:
1. La práctica de la conversación contribuye al empleo de las palabras
pertinentes, la eliminación de muletillas, la ordenación sintáctica correcta, el
incremento de vocabulario, la concentración de la atención y la captación
de los diferentes aspectos de la comprensión oral.
2. Dado que la conversación exige el mantenimiento de la atención para no
perder el hilo del discurso, favorece el concurso de la memoria y el cultivo
de la imaginación.
3. La práctica de la conversación aumenta el grado de sociabilidad de los
alumnos, afianzando el campo de las relaciones humanas, y cultiva hábitos
sociales, como, por ejemplo, el respeto de las actitudes y opiniones ajenas.
4. El momento y el tiempo dedicados a la conversación han de ser flexibles,
aprovechando los momentos oportunos y terminando cuando se observa
que comienza a decaer por falta de argumentación o de interés por el tema.
5. Es necesario evitar que se produzca un clima agresivo, manteniendo un
espíritu de tolerancia, apertura e interés hacia las opiniones de los demás.
6. También es necesario organizar las ideas, de modo que sea posible ceñirse
al tema propuesto, evitando incurrir en digresiones inoportunas, y así lograr
la claridad y la precisión en la expresión (Mendoza Fillola: 2003, 270-271).
A la vista de todo lo anteriormente expuesto, resulta evidente que, tanto en el
diálogo como en la conversación, los hablantes deben evitar monopolizar el uso de la
palabra. Igualmente, han de expresar sus ideas u opiniones de forma alternativa, con
claridad y precisión, con libertad y de forma no beligerante.
Además, ocurre que diálogo y conversación tienen en común otros varios
rasgos: “son actividad semiótica, son actividad social, son actividad lingüística, se
realizan en directo, por turnos, cara a cara, en presente, y dan lugar a discursos
segmentado” (Bobes Naves: 1992, 107).
Ahora bien, tal y como apunta Bobes Naves, la conversación “es más abierta,
no tiene requisitos previos, puede improvisarse y puede tratar sobre cualquier tema
que surja espontáneamente, y puede comenzarse, a iniciativa de un sujeto. El diálogo
es más cerrado, mantiene la unidad temática, y las condiciones no suelen estar
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
5
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
impuestas por los interlocutores sino que son inherentes al proceso dialogal. Podemos
verificar estas características del diálogo y de la conversación en algunos usos
concretos: puede decirse que se mantiene una conversación sobre el tiempo, pero es
difícil que alguien afirme que ha mantenido un diálogo sobre el tiempo” (1992, 112).
Y, por último, otra importante diferencia radica en la finalidad que se persigue
en cada uno de estos dos modos de comunicación oral. “Una conversación, en
general, no se termina porque se agote el tema, se interrumpe en cualquier momento,
porque se acaba el tiempo, la oportunidad o las ganas de hablar de los interlocutores,
y puede reanudarse en otro momento y por cualquier punto, o puede dejarse en
suspenso, sin terminar, lo cual indica que es más importante la actividad interlocutiva
que el tema, el intercambio que la información que puede derivarse de la
conversación.
Por el contrario, el diálogo se acaba cuando se alcanza la avenencia, o cuando
se termina la información solicitada, y si se interrumpe, es preciso reanudarlo en el
punto donde se ha interrumpido. Es debido a que es más importante el tema que la
actividad interlocutiva” (Bobes Naves: 1992, 113-114).
Finalmente, señalemos que, según Reyzábal, se puede hablar de dos tipos de
conversación: la espontánea, que supone un tipo de charla con un mayor o menor
grado de informalidad, y la que ella denomina “polemista”, que se asemejaría a la
discusión o el debate, “cuya función consistiría en intercambiar diferentes puntos de
vista para llegar a una conclusión válida, y que haría uso de la argumentación más o
menos sistemática. En cualquiera de los dos casos hay que recordar que nunca debe
convertirse en un interrogatorio ni en una superposición de monólogos” (1993, 155).
6.3. El discurso: sus partes y funcionalidad
El término discurso hace referencia a un tipo de comunicación, tanto oral como
escrita. Así, en el Diccionario de la RAE podemos encontrar, entre otras, las siguientes
acepciones:
5. m. Serie de las palabras y frases empleadas para manifestar lo que se piensa o
siente. Perder, recobrar el hilo del discurso.
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
6
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
6. m. Razonamiento o exposición sobre algún tema que se lee o pronuncia en
público.
8. m. Escrito o tratado de no mucha extensión, en que se discurre sobre una
materia para enseñar o persuadir.
Por tanto, a pesar de que este tema esté incluido dentro del bloque dedicado a
la lengua oral, vamos a referirnos al discurso en su conjunto, de forma que el estudio
del mismo nos sirve tanto para el apartado de la lengua oral como para el de la lengua
escrita.
En un acto de comunicación, el emisor utiliza palabras, las cuales se unen para
formar unos enunciados oracionales que, a su vez, se integran en unidades mayores
de tipo significativo, que es lo que se llama texto o discurso.
Una primera duda surge a la hora de ver si se deben diferenciar los términos
texto y discurso o, por el contrario, se trata de términos más o menos sinónimos. En
este sentido, son varias las interpretaciones. Hay quienes se refieren al discurso como
el método o proceso utilizado para llegar al texto, que sería el producto resultante de
dicho proceso. Y hay quienes afirman que se podría hablar de discurso para una
comunicación de tipo oral y de texto para una escrita.
Por nuestra parte, vamos a considerarlos términos sinónimos y, por tanto,
podremos hablar, indistintamente, de textos o discursos orales y de textos o discursos
escritos.
Ahora bien, lo que sí es fundamental es considerar que un texto o discurso es
un conjunto de enunciados oracionales unidos por unos principios de adecuación o
corrección gramatical, coherencia semántica y cohesión sintáctica. Aunque en el
bloque tercero existe un tema cuyo título hace mención a estos principios,
consideramos que lo más oportuno y conveniente es estudiarlos en este momento.
De ese modo, cuando consideramos las cualidades que debe tener un texto o
discurso, no podemos perder de vista la completa y precisa información que nos
ofrece Félix Sepúlveda Barrios, quien las define en los siguientes términos:
“La coherencia es una propiedad interna del texto o discurso que afecta tanto
a la selección como a la ordenación de la información y hace que los contenidos estén
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
7
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
dispuestos de tal modo que el destinatario (oyente o lector) los pueda percibir y
entender con claridad.
Un texto es coherente:
a) Cuando tiene un tema bien definido y delimitado.
b) Cuando todas las oraciones que lo componen apuntan con claridad a ese
tema, lo desarrollan de un modo ordenado y no se oponen entre sí por el
significado.
La cohesión es una propiedad que afecta a la forma externa del texto o
discurso y hace que las oraciones que lo componen estén bien conectadas y
enlazadas entre sí. Se consigue por medio de una serie de procedimientos lingüísticos
de que disponen las lenguas para relacionar la información que aportan las oraciones
del texto. Son procedimientos que sirven como de `señales de tráfico´ colocadas en
lugares estratégicos del texto para ayudar al oyente o lector a seguir con fluidez y
facilidad la secuencia de ideas.
La gramaticalidad (o corrección gramatical) es una propiedad que se
contempla dentro de los límites de la oración, sea esta simple o compuesta. Un texto
es gramaticalmente correcto cuando todas sus oraciones están bien construidas y
todas las palabras que las componen están usadas con propiedad. Las leyes más
importantes que afectan a la buena construcción de la frase son la concordancia y el
régimen verbal. Hay que atender, además, a la correlación de tiempos en la oración
compuesta, a la corrección morfológica y, por fin, al orden de los elementos de la
oración.
La adecuación. La adecuación tiene que ver con el uso del texto en un
contexto concreto de comunicación. En toda comunicación, oral o escrita, hay un
emisor (hablante o escritor) que construye y emite un discurso o texto en el que
desarrolla coherentemente y con buena conexión un tema. El emisor tiene una
finalidad al emitir su discurso: informar, interrogar, divertir, convencer… El discurso va
dirigido a un destinatario (oyente o lector), que lo recibe e interpreta. Además, la
comunicación se da en un contexto determinado, que condiciona tanto el contenido
como la forma del discurso. En el contexto entra todo: las circunstancias de lugar y
tiempo que rodean el acto de comunicación, la personalidad de los intervinientes, su
edad, sus caracteres, los conocimientos que tienen sobre el tema, sus intereses, la
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
8
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
relación más o menos estrecha que mantienen entre sí, etc.” (Mendoza Fillola: 2003,
482-483).
Tras esta detallada exposición sobre las cualidades que debe tener un texto,
Félix Sepúlveda aconseja que la mejor forma de elaborar un discurso por parte de los
alumnos es la de ir de lo conocido a lo desconocido. Así, este método implica que, en
primer lugar, habría que buscar la gramaticalidad del texto, para lo cual se construirían
adecuadamente las oraciones, mediante la morfología y la sintaxis.
A continuación, se pasaría a buscar la cohesión, mediante el empleo de los
conectores o nexos oracionales y de los llamados “ordenadores del discurso”, que son
aquellos que se utilizan para estructurar y enlazar las distintas partes del discurso.
Acto seguido, pasaríamos a trabajar la coherencia del discurso y,
posteriormente, la adecuación del mismo dentro de un contexto determinado (2003,
483-484).
Y, por supuesto, no podemos perder de vista que tanto la coherencia como la
cohesión atienden a la forma como las oraciones se integran dentro de un enunciado,
los enunciados dentro de los párrafos y los párrafos dentro del discurso.
Por último, otra interesante aportación de Félix Sepúlveda es la que se refiere a
los criterios de clasificación de los textos o discursos, que es la siguiente:
Criterio 1. Por el número de intervinientes
a) Textos
producidos
por
dos
o
más
interlocutores:
los
discursos
conversacionales
b) Textos producidos por un emisor único, que a su vez se pueden subdividir
en:
•
Narrativos: se caracterizan por presentar una secuencia de sucesos
con dimensión temporal.
•
Expositivos: carecen de dimensión temporal y se caracterizan por
presentar ideas de forma clara y ordenada. Se les llama también
informativos, ya que su finalidad esencial es la de transmitir información.
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
9
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
•
Argumentativos: en cuya estructura se distinguen unas hipótesis, unos
argumentos y unas conclusiones.
Criterio 2. Por las funciones que realizan
a) Informativos:
en
los
que
predomina
la
función
comunicativa
o
representativa del lenguaje, paralela al referente: se pretende la transmisión
de información.
b) Expresivo-imaginativos: en los que predomina la función expresiva,
paralela al emisor: se busca la expresión de los propios pensamientos.
c) Apelativos: con predominio de la función apelativa o conativa, paralela al
receptor: se intenta que éste reacciones de algún modo ante el mensaje.
d) Fáticos: en que predomina la función fática o de contacto, paralela al canal:
se emplean para comprobar que la comunicación se está realmente dando.
e) Metalingüísticos: en que predomina la función metalingüística, paralela al
código: en ellos se emplea el lenguaje para hablar del propio lenguaje.
f)
Poéticos: en que predomina la función poética, paralela al mensaje: en
ellos el emisor intenta la mejor construcción posible de dicho mensaje.
Criterio 3. Por la intención estética
a) Literario: con intención explícita de crear un texto literariamente bello.
b) No literario: sin esa pretensión explícita.
Criterio 4. Por su relación con la realidad
a) Ficcional: los hechos son inventados por el emisor.
b) No ficcional: sobre hechos reales.
Teniendo en cuenta que uno y otro pueden ser, a su vez, literarios o no
literarios.
Criterio 5. Por su diagramación o apariencia externa sobre la página
a) Prosa corriente
b) Verso
c) Diálogo
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
10
MANUEL CIFO GONZÁLEZ
DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
Un texto o discurso concreto puede ser clasificado atendiendo a varios criterios
a la vez. Así, por ejemplo, puede ser prosa, narrativo, ficcional y con intención literaria
(2003, 487-488).
Para la perfecta realización de un discurso se deberían tener en cuenta las
siguientes recomendaciones, que presentamos a modo de decálogo:
1. Elección de un tema atractivo, atendiendo particularmente a la delimitación
del contenido que se va a desarrollar y al enfoque o punto de vista con que
se va a tratar dicho tema.
2. Recogida de materiales, acudiendo a la información proveniente de
distintas fuentes bibliográficas: libros, estudios, trabajos previos ya
existentes, internet, etc.
3. Selección y organización de dichos materiales, de cara a la estructuración
del discurso.
4. Realización de un guión que sea claro, conciso y en el que se recojan todos
los puntos o apartados a desarrollar. En dicho guión, debería figurar una
introducción, un desarrollo expositivo y una conclusión.
5. Búsqueda de un estilo ameno y de un planteamiento original en el
desarrollo del tema.
6. Uso de un estilo elaborado en todos los niveles de la lengua, cuidando, por
tanto, la pronunciación, la morfología, la sintaxis y la semántica.
7. Empleo de las figuras retóricas que se consideren necesarias, tales como
símiles, metáforas, hipérboles, etc.
8. Uso de todo tipo de recursos que permitan una mejor recepción del
discurso o texto por parte del público receptor: ejemplos, anécdotas,
detalles, experiencias personales, etc.
9. No perder de vista, en ningún momento, que el objetivo del discurso es
exponer nuestro punto de vista y, sobre todo, persuadir a los oyentes. Por
consiguiente, hay que tener muy presente el auditorio o los lectores a los
que va dirigido.
10. Elaboración de una conclusión convenientemente razonada y motivada, en
la que debe figurar, de forma clara y precisa, el punto de vista del orador,
así como una especie de frase, lema o cita en la que se resuma esa
conclusión.
Comunicación oral y escrita
en Lengua Española
Grado de Primaria
11
Descargar