STC 102/2004, de 2 de junio de 2004: Vulneración del derecho

Anuncio
STC 102/2004, de 2 de junio de 2004: Vulneración del derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva sin indefensión. El deber de emplazamiento procesal, el
emplazamiento edictal
Belén García Carretero
Becaria de Investigación FPU Universidad Complutense de Madrid
I.
DOCTRINA DEL TRIBUNAL
La falta de emplazamiento personal y directo de una persona vulnera el derecho
a la tutela judicial efectiva siempre que se cumplan ciertos requisitos: De una parte,
es necesario que quien no ha sido emplazo personalmente o lo ha sido
defectuosamente tenga, al tiempo de la iniciación del proceso, un derecho subjetivo o
un interés legítimo susceptible de afección en el proceso contencioso-administrativo.
Y, de otra, es igualmente necesario que el interesado, pese haber mantenido una
actitud diligente, se vea colocado en una situación material de indefensión, es decir,
haya sufrido un perjuicio real y efectivo en sus posibilidades de defensa.
II.
ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES
Sobre el derecho a la defensa que garantiza el artículo 24.1 CE: STC 144/1997, de 15 de
septiembre, STC 161/1998, de 14 de julio y STC 26/1999, de 8 de marzo. Sobre el derecho a la
tutela judicial efectiva: SSTC 16/1999, 63/1999, 157/1999 37/1982, 68/1983, 126/1984,
76/1996, 48/1998, 122/1999, 252/2000, 3/2001, 60/2002, 19/1983, 61/1984, 39/1999 259/2000.
y 177/2003. Sobre el deber de emplazamiento procesal: STC 9/1981, de 31 de marzo, STC
37/1984, de 14 de marzo, STC 156/1985, de 15 de noviembre, STC 36/1987, de 25 de marzo,
STC 157/1987, de 15 de octubre, STC 171/1987, de 3 de noviembre, STC 141/1989, de 20 julio,
STC 242/1991, de 16 de diciembre, STC 108/1991, de 13 de mayo, STC 81/1996, de 20 de
mayo, STC 29/1997, de 24 de febrero, STC 143/1998, de 30 de junio, STC 161/1998, de 14 de
julio, STC 26/1999, de 8 de marzo, STC 97/1999, de 25 de octubre, STC 12/2000, de 17 de
enero, STC 62/2000, de 13 de marzo, STC 23/2000, de 2 de octubre, STC 87/2002, de 22 de
abril, STC 20/2002, de 25 de noviembre, y STC 69/2003, de 9 de abril.
III.
SUPUESTO DE HECHO
El origen de los hechos generadores de la sentencia que comentamos, lo
encontramos en un procedimiento de apremio por impago de deudas tributarias seguido
contra el esposo de la demandante de amparo en el que la Administración dictó
providencia de embargo de un piso que, inicialmente era propiedad de ambos cónyuges,
como bien ganancial, pero que posteriormente pasó a ser privativo de la esposa en
virtud de escritura pública de separación de bienes.
Contra la citada providencia de embargo la recurrente en amparo formuló en vía
administrativa y en vía civil demanda de tercería de dominio. Ambas fueron
desestimadas continuando su curso, incluso antes de la tramitación del expresado
procedimiento civil de tercería de dominio, el procedimiento de apremio antes referido,
en el que, mediante providencia 25 de mayo de 1987 de la Delegación de Hacienda, se
acordó el anuncio de celebración de la subasta de la vivienda embargada procediendo a
la adjudicación de la misma a un particular.
La demandante de amparo, formuló recurso de reposición contra la providencia
de 25 de mayo de 1987. En contestación a este escrito, la Tesorería de la Delegación de
Hacienda de Madrid emite una resolución en la que rechaza la impugnación presentada,
este rechazo conduce a la demandante a formular reclamación económicoadministrativa ante el Tribunal Económico-Administrativo Regional de Madrid contra
la citada Resolución. En dicha reclamación, reiterando las alegaciones expuestas en vía
administrativa, solicita la anulación de la mencionada providencia de 25 de mayo de
1987, que acordó el anuncio de la subasta. Sin embargo, el Tribunal EconómicoAdministrativo Regional declara inadmisible la reclamación interpuesta.
La recurrente decide formular un recurso de alzada contra la resolución del
Tribunal Económico-Administrativo Regional, esta acción conduce a que el Tribunal
Económico-Administrativo Central dicte resolución por la que, estimando el recurso,
declara la nulidad tanto del Acuerdo del Tribunal Económico-Administrativo Regional
de Madrid como de la providencia de 25 de mayo de 1987, que tacha de extemporánea
por prematura, por haberse dictado sin esperar a la resolución del procedimiento de
tercería de dominio. Dicha resolución se notifica al adjudicatario del inmueble quien
interpone recurso contencioso-administrativo contra la resolución referida ante la Sala
de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional que, luego de admitirlo,
acuerda la reclamación del expediente administrativo con emplazamiento de quienes
figurasen como interesados en el mismo. Sin embargo, la Administración demandada no
procedió al emplazamiento personal de la recurrente en amparo, que tampoco fue
ordenado por la Sala, la cual se limitó a ordenar el emplazamiento por edictos de
quienes pudieran tener algún interés en el proceso, como así efectivamente se hizo.
El proceso señalado se tramitó sin la personación de la recurrente en amparo,
concluyendo por Sentencia de 27 de noviembre de 2001. Esta Sentencia, que estimó el
recurso contencioso-administrativo interpuesto por el adjudicatario de la vivienda, anuló
la Resolución impugnada y declaró ajustada a derecho la providencia de 25 de mayo de
1997, que había acordado el anuncio de la subasta. La expresada Sentencia fue
notificada a la recurrente en amparo que decide formular incidente de nulidad de
actuaciones, denunciando indefensión al no haber sido emplazada personalmente. La
Sección Séptima de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional
desestimó el expresado incidente de nulidad de actuaciones.
IV.
TIPO DE PROCEDIMIENTO
Se plantea un recurso de amparo por el que la recurrente denuncia la vulneración
del derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión, pide que se declare la nulidad de
las actuaciones habidas en el procedimiento seguido ante la Sección Séptima de la Sala
de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional, a partir del momento en
que se recibió el expediente remitido por el órgano administrativo impugnado y, solicita
mediante otrosí, la suspensión de la ejecución de la Sentencia.
V.
FUNDAMENTOS JURÍDICOS
El Tribunal comienza su fundamentación jurídica manifestando que los
legitimados pasivamente como parte demandada en un proceso contenciosoadministrativo deben ser emplazados directa y personalmente siempre que sean
conocidos o identificables a partir de los datos que figuren en el escrito de interposición
del recurso, en el expediente administrativo o en la demanda, y que, en estos supuestos,
la falta de ese obligado emplazamiento personal supone una vulneración del artículo
24.1 CE. El emplazamiento edictal sólo es admisible cuando no conste el domicilio de
quien deba ser emplazado o se ignore su paradero, y siempre que se hayan agotado antes
todas aquellas otras modalidades que aseguren más eficazmente la recepción por el
destinatario de la correspondiente notificación.
El hecho de que la Administración demandada no proceda, con carácter previo a
la remisión del expediente, a notificar la interposición del recurso a los posibles
interesados cuyo domicilio es conocido, es un defecto directamente imputable al propio
órgano judicial, porque es este órgano al que le incumbe el promover, en lo posible, el
ejercicio del derecho de defensa mediante la correspondiente contradicción. Con esta
finalidad, el órgano judicial deberá controlar y, en su caso, corregir la falta del debido y
oportuno emplazamiento.
El Tribunal Constitucional, tras manifestar en que casos procede el
emplazamiento personal y directo y de señalar cuál sería el órgano responsable de esta
ausencia de emplazamiento, índica que sin embargo es preciso que se cumplan ciertos
requisitos para que dicha falta de emplazamiento personal tenga relevancia
constitucional. De una parte, es necesario que quien no ha sido emplazo personalmente
o lo ha sido defectuosamente tenga, al tiempo de la iniciación del proceso, un derecho
subjetivo o un interés legítimo susceptible de afección en el proceso contenciosoadministrativo. Y, de otra, es igualmente necesario que el interesado, pese haber
mantenido una actitud diligente, se vea colocado en una situación material de
indefensión, es decir, haya sufrido un perjuicio real y efectivo en sus posibilidades de
defensa. Por esta razón, continúa señalando el Tribunal, no hay indefensión si el
interesado tuvo conocimiento extraprocesal del asunto y, por su propia pasividad o falta
de diligencia, no se personó en el proceso pudiendo haberlo hecho.
VI.
COMENTARIO CRÍTICO
En esta sentencia se pone una vez más de manifiesto la trascendental
importancia de los actos de comunicación procesal y, en particular, del emplazamiento
para garantizar el principio de contradicción que integra el contenido del derecho a la
tutela judicial efectiva sin indefensión.
El Tribunal reitera su doctrina ya consagrada en el sentido de que toda aquella
persona que tenga un derecho subjetivo o un interés legítimo susceptible de afección en
el proceso y sea conocida o pueda ser identificada, deberá ser emplazada de forma
personal y directa. Sólo en última instancia y tras agotarse todas aquellas otras
modalidades que aseguren más eficazmente la recepción por el destinatario de la
correspondiente notificación, si no constase el domicilio o se ignore el paradero de
quien deba ser emplazado, se podrá acudir al emplazamiento edictal. En la misma línea,
también recuerda que, cumpliéndose los requisitos anteriores, la falta de emplazamiento
personal tendrá relevancia constitucional si el interesado, aun manteniendo una actitud
diligente, se ve colocado en una situación material de indefensión. Al respecto, el TC
con buen criterio reitera que el derecho de defensa es un derecho formal consistente
prioritariamente en la posibilidad material de ejercitar la defensa, con independencia de
si de dicho ejercicio se deriva algún beneficio material a quien lo ejercita.
El traslado de esta doctrina jurisprudencial al ámbito tributario nos conduce al
estudio de la figura de las notificaciones y a la regulación que de la misma se recoge en
la sección tercera del capítulo segundo, título tercero, de la Ley General Tributaria.
Ciertamente la Ley General Tributaria, en su artículo 109, establece que el
régimen de notificaciones será el previsto en las normas administrativas generales, no
obstante, fija algunas especialidades. En concreto, consagra la libertad del medio de
notificación, siempre que permita tener constancia de la recepción del acto notificado y
prevé la notificación por comparecencia para los supuestos en los que la Administración
no pueda, por causas no imputables a la misma, notificar al obligado tributario o su
representante, lo que tendrá que haber sido intentado al menos dos veces en el domicilio
fiscal, o en el designado por el interesado, si se trata de un procedimiento iniciado a
solicitud del mismo, bastando con un solo intento si el destinatario consta como
desconocido en dicho domicilio o lugar.
La notificación por comparecencia consistirá en el empleo de anuncios que se
publicarán, por una sola vez para cada interesado, en el Boletín Oficial del Estado o en
los Boletines de las Comunidades Autónomas o de las provincias, según la
Administración de la que proceda el acto que se pretende notificar y el ámbito territorial
del órgano que lo dicte.
Una importante novedad introducida por la Nueva Ley General Tributaria en
este punto consiste en la relevancia que otorga a los medios informáticos, electrónicos y
telemáticos, ya que prevé el que la notificación practicada mediante la utilización de
alguno de estos medios pueda sustituir a la efectuada en los tablones de edictos.
Valoro positivamente la regulación contenida en la LGT respecto de la figura de
las notificaciones, califico como acertada la acción consistente en potenciar la
utilización de medios informáticos, electrónicos y telemáticos en la medida en que
permite acercar el procedimiento de gestión tributaria a la realidad circundante
caracterizada por una creciente utilización de las nuevas tecnologías. Sin embargo,
lamento la falta de especificación y consiguiente abstracción de los supuestos en los que
la imposibilidad de practicar una notificación deba considerarse real (Vid. en este
sentido PÉREZ DE AYALA BECERRIL, M.: “STC 158/2001, de 2 de julio: Nulidad
de las actuaciones de embargo practicadas por el órgano judicial por no agotarse los
medios de comunicación ordinarios”, en Comentarios de Jurisprudencia Tributaria
Constitucional. Años 2000-2001, dirigidos por Pedro M. Herrera Molina, Instituto de
Estudios Fiscales, Madrid, 2003, pp. 226 a 228).
VII.
RELEVANCIA PRÁCTICA
Nos encontramos ante un pronunciamiento cuya importancia radica en que
refuerza la obligación que tiene la Administración de intentar, en dos ocasiones a no ser
que el destinatario conste como desconocido, el efectuar la notificación al obligado
tributario o a su representante en su domicilio fiscal o en el designado por el interesado
si se trata de un procedimiento iniciado a solicitud del mismo. Sólo en aquellos casos en
los que, tras los intentos mencionados, no resulte posible practicar la notificación por
causas no imputables a la Administración, podrá acudir a la notificación por
comparecencia.
En definitiva, la sentencia objeto de comentario garantiza del derecho del
administrado a ser notificado fehacientemente de cualquiera de los actos administrativos
favoreciendo, en consecuencia, el respeto del derecho fundamental a la tutela judicial
efectiva sin indefensión recogido en el artículo 24.1 de nuestra Constitución.
VIII.
BIBLIOGRAFÍA
PÉREZ DE AYALA BECERRIL, M.: “STC 158/2001, de 2 de julio: Nulidad de las actuaciones de
embargo practicadas por el órgano judicial por no agotarse los medios de comunicación ordinarios”, en
Comentarios de Jurisprudencia Tributaria Constitucional. Años 2000-2001, dirigidos por Pedro M.
Herrera Molina, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 2003, pp. 224 a 229. PAGÉS GALTÉS, J.: “La
notificación tributaria: cuestiones de teoría general”, Revista de Derecho Financiero y Hacienda Pública,
Vol. 52, núm. 264, 2002. GARCÍA CALVENTE, Y.: Las notificaciones en el derecho tributario,
Editoriales de Derecho Reunidas, Madrid, 2002. GARCÍA NOVOA, C.: Las notificaciones tributarias,
Cuadernos de Jurisprudencia Tributaria, Aranzadi, Pamplona, 2001.
Documentos relacionados
Descargar