11. Y., P. E. c G. DE R., M. E. y otros s/ Acción de reducción

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DeCyT 2010‐2013 ‐ Facultad de Derecho ‐ UBA
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Acción de reducción
AUTOS: Y., P. E. c/G. DE R., M. E. Y OTROS s/Acción de reducción
TRIBUNAL: CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO CIVIL, SALA H
FECHA: 12/05/1998
TEXTO COMPLETO:
En Buenos Aires, a 12 días del mes de mayo del año 1998, hallándose reunidos los señores
Jueces integrantes de la Sala "H" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital
Federal, a los efectos de dictar sentencia en los autos: "Y., P. E. c/G. de R., M. E. y otros
s/acción de reducción" y habiendo acordado seguir en la deliberación y voto el orden de
sorteo de estudio, el Dr. Kiper dijo:
Contra la sentencia dictada en primera instancia (fs. 109/11)), que hizo lugar a la excepción de
falta de legitimación pasiva respecto a una codemandada y rechazó la demanda de reducción
con relación a las restantes codemandadas, la actora expresa agravios (fs. 130/5), cuyo
traslado no () es contestado.//Sostiene la apelante, respecto de la excepción acogida por el a quo, que legitimados pasivos de
la acción de reducción son los "favorecidos por el causante", sin que corresponda distinguir
entre donaciones hechas a extraños y a herederos, pues lo importante es proteger al heredero
omitido. En cuanto al rechazo de la acción respecto de las restantes codemandadas, expresa
que la acción de reducción tiene efectos reales (art. 3955), y que el desconocimiento de sus
efectos reipersecutorios significaría permitir que los legitimarios fuesen burlados. Añade que
resulta sospechosa la venta efectuada por la obligada a colacionar, que la restitución debe
hacerse en especie, y que los terceros adquirentes carecen de buena fe, lo que les impide
ampararse en el art. 1051. Finalmente, cuestiona que se le hayan impuesto las costas.Antes de comenzar el examen de los agravios vertidos debo hacer referencia a lo resuelto en
los autos caratulados "Y., P. E. c/G., M. F. T. y otro s/colación", cuya sentencia se encuentra
firme, y luego precisar que alcance tiene dicho fallo en las presentes actuaciones.Comisión Nº 9351 Derecho de Familia y Sucesiones.
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La actora, nieta de C. G. (fallecido en 1991), promovió las acciones de colación y de
reducción contra sus tías e hijas del causante, M. F. T. G. y M. E. G., por haber sido éstas en
vida del causante donatarias de diversos inmuebles, en desmedro de su porción legítima,
teniendo en cuenta lo que le hubiera correspondido a su madre (hija del primero y hermana de
las segundas), también fallecida.El a quo, a fs. 51/51 vta de dichos autos, consideró que era improcedente la acción de
reducción, al entender que ésta era improcedente contra herederos forzosos y, además, por
ser uno de sus requisitos la existencia de un testamento. Concluyó en que la incorporación de
terceros a la litis era improcedente.En cambio, tras advertir la existencia de una importante desproporción entre los valores
asignados por el causante a sus dos hijas y los recibidos por la actora, hizo lugar a la demanda
de colación, y condenó a las referidas codemandadas a colacionar en la sucesión "los valores
de los bienes inmuebles que recibieran en vida del causante, en concepto de donación con
reserva de usufructo" (fs. 205/8 del expte agregado).Teniendo en cuenta que los inmuebles donados a M. G. y que debían ser colacionados no se
encuentran en su poder por haber pasado al dominio de terceros, la actora inició la presente
acción de reducción con el objeto de que se resuelvan tales transmisiones y se restituyan los
inmuebles a la sucesión. El rechazo de esta acción motiva los referidos agravios.En lo que hace a la excepción de falta de legitimación pasiva, los agravios de la recurrente
encuentran un escollo insalvable: la cosa juzgada. Como ya señalé, respecto de M. G., en otro
proceso el a quo -aclara que es el mismo juez que interviene en las presentes actuacionesdesestimó la acción de reducción por entender que era inadmisible entre herederos forzosos,
y ésta decisión fue consentida por la aquí apelante. Rever aquí esta decisión, entre otras
consecuencias, podría significar un escándalo jurídico.Tampoco puede justificarse un temperamento diferente en el hecho de que los inmuebles
hayan sido enajenados a terceros, ya que este hecho era conocido por el a quo al momento de
resolver en la forma en que lo hizo. En efecto, la actora acompañó en su momento los
informes del Registro de la Propiedad Inmueble y solicitó la citación de los terceros
adquirentes (fs. 40/50 del mencionado expediente), lo que fue expresamente denegado por el
juez, quien sólo dispuso la inhibición general de bienes de la heredera después condenada a
colacionar (v. fs. 51 vta, expte cit.).-
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La colación es una acción que en nuestro derecho se da a un heredero forzoso
contra otro heredero de igual rango, para que éste incluya en la masa sucesoria, el valor de
donaciones que el causante le hubiere efectuado (conf. arts. 3476 y ss.;; Borda, G.,
"Sucesiones", I, p. 453, nº 639; Zannoni, E., "Derecho de las sucesiones", I, p. 723, nº 724;
Maffía, "Manual de derecho sucesorio", I, p. 396, nº 332; Perez Lasala, "Derecho de
sucesiones", I, p. 710, nº608; Fornieles, "Tratado de las sucesiones", I, p. 369, nº 298; Goyena
Copello, "Tratado del derecho de sucesión", III, p. 333; entre otros). Su finalidad consiste en
impedir la desigualdad de los herederos de igual rango, que se produciría si el donatario
recibiere más que los coherederos, al agregarse lo que recibiera en donación a lo que recibe en
la partición de la herencia.Consecuencia de este sistema es que, como señala el propio codificador, ese dominio no se
revoca por la muerte del donante, y el donatario ha podido disponer de las cosas donadas
como dueño. Los bienes donados no están sometidos a esa suerte de dominio imperfecto (art.
2663), confiriendo certeza a los derechos adquiridos por el donatario (Zannoni, ob. y lug. cit.).Cabe a esta altura preguntarse si la reducción puede comprender las donaciones efectuadas
por el causante al legitimario, o si por considerarse éstas un anticipo de su porción hereditaria
sólo estarán sujetas a colación, es decir que se imputarán a la cuota de legítima del heredero
como valor ya recibido (art. 3477). Es indudable que este es el principio, pero como muy bien
explica Zannoni, la aplicación de esta regla depende de que el valor de la donación "exceda o
no la cuota de legítima del heredero forzoso beneficiario de la donación" (ob. cit., II, p. 236, nº
1000).Los obligados a colacionar son solamente los herederos forzosos o legitimarios (arts. 3476/7 y
3714), es decir los derecho habientes de legítima, y deben aportar al sucesorio sólo "el valor"
del bien o bienes donados (Compagnucci de Caso, R., "Acción de colación", LL, 19/7/95). Esto
significa que la integración no se hace en especie. Ocurre que nuestro Código adoptó el
sistema según el cual el bien donado o el crédito transferido se consideran definitivamente
adquiridos por el beneficiario desde que se verifica la donación (Borda, ob. cit., p. 486, nº641;
Rébora, "Derecho de las sucesiones", II, Bs. As., 1952, p. 102, nº 399; Zannoni, ob. cit., p. 728,
nº 731). Uno de los efectos de este sistema es que no se deben los frutos de la cosa donada, ya
que en virtud del derecho de dominio ingresó al patrimonio del donatario (conf. Compagnucci
de Caso, ob. cit.).-
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En el caso, en la sentencia dictada en el juicio de colación, se estableció que,
descontada la porción disponible del causante (1/5, art. 3593), la que sería imputada a mejorar
a las legitimarias, la cuota legítima de cada heredera tenía un valor de $xxxx (fs. 207 vta, expte
agregado). La porción disponible se estableció en la suma de $ xxxxx y, al haber sido dos las
beneficiarias, cabe precisarlo en $ xxxxx para cada una.A la legitimaria M. E. G. el causante le donó dos inmuebles ubicados en la calle Quito xxx y xxx,
respectivamente. Tales inmuebles fueron tasados en $xxxxxx y $xxxxxx cada uno, lo que hace
un total de xxxxxx (v. peritaje de fs. 154).Por ende, la coheredera M. G. recibió en vida del causante, por donación, inmuebles cuyo
valor fue calculado en $xxxxx, lo que excede a la porción disponible ($xxxxx) y aún más a lo que
podía haber recibido en concepto de mejora ($xxxxx). También supera lo recibido su cuota de
legítima ($xxxxx), todo lo cual hace que el NB exceso esté sujeto a reducción.Citando nuevamente palabras de Zannoni, "el principio de que las donaciones no están sujetas
a reducción se aplicará siempre que su valor no exceda la cuota de legítima individual del
heredero beneficiario, ello es, que pueda atribuírsele en su hijuela como valor recibido
imputándolo a su porción hereditaria. Pero si, en cambio, la donación superase esa cuota de
legítima individual la colación sería imposible por el excedente y de tal modo sería viable la
restitución a la masa o acervo, mediante la reducción de esos valores excedentes" (ob. cit., II,
p. 237, nº 1000).En un muy interesante trabajo, expone Di Lella una serie de razones que permiten sostener
que en nuestro derecho no se ha creado una colación sui generis que prive al legitimario de la
acción de reducción frente a otro heredero forzoso. Señala que la colación no tiene por objeto
proteger la legítima pues no late la idea ni la sospecha de inoficiosidad o extralimitación del
causante; que ninguna norma al conceder la colación niega la reducción, lo que tampoco
ocurría en las fuentes del codificador; que los autores como Lafaille Y Maffía que sostuvieron la
tesis contraria no brindan explicaciones; que sólo Fornieles intentó fundamentar dicha tesis
intentando hacer prevalecer al art. 3477 sobre los arts. 1830/1/2, 3600/1 y 3955; que hay
supuestos en los que el heredero forzoso no puede entablar la acción de colación (vgr. arts.
3477 y 3484); que es la solución adecuada cuando -como ocurre en principio en este caso- el
heredero es insolvente ("Reducción de la donación a heredero forzoso", JA, 1995-IV-687). La
colación procura la realización de una operación contable que, en el presente, no es posible
realizar, de modo que negar la de reducción implicaría dejar sin ninguna protección al
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heredero forzoso cuya legítima no fue respetada por el causante. Puede verse en el
caso "Correa c/Cappa", en que la Sala F admitió que la procedencia de la colación es sin
perjuicio del eventual ejercicio de las acciones de reducción que pudieren resultar pertinentes
(sent. del 27/4/94).Claro que, como señalé, se encuentra sujeto a reducción el exceso. Tratándose de dos
inmuebles, cuyos valores son dispares, entiendo que con la restitución del ubicado en Quito
xxx sería suficiente para recomponer igualitariamente la situación de los tres herederos y en
especial la legítima de la actora por lo que, en principio, con ese alcance debería prosperar la
acción.Si bien la acción de reducción es prima facie admisible, debo examinar si concurren otros
recaudos para determinar su procedencia.Coincido con la doctrina que visualiza en estos supuestos un caso de dominio revocable (art.
2663), una de las tres clases de dominio imperfecto que regula nuestro Código Civil (art. 2661).
Toda donación está sometida a la condición tácita de no ser inoficiosa (art. 1831), y hay
dominio revocable tanto cuando las partes estipulan expresamente una condición resolutoria,
como cuando la condición es tácita, esto es, impuesta por la voluntad de la ley. Se trata de
supuestos en los que el dominio se transmite en forma temporaria, pues al acaecer el evento
resolutorio la cosa debe retornar al primitivo enajenante (Alterini, J.H., "Resolución de los
contratos y dominio revocable", ED, 50-633; Papaño-Kiper-Dillon-Causse, "Derechos reales", I,
p. 202 y ss.).Explica con mucha claridad Guastavino que "La vicisitud que afecta a las donaciones inoficiosas
determinando su ineficacia no es la nulidad propiamente dicha, sino la resolución de los actos
que la originaron. Tales donaciones no presentan en el tiempo de su otorgamiento un vicio
susceptible de causar su nulidad. La inoficiosidad y, por ende, la ineficacia de las donaciones,
depende de un acontecimiento futuro e incierto que puede o no ocurrir, como es la
circunstancia de existir al tiempo de la muerte del donante sucesores habilitados para
promover la demanda de reducción por surgir, recién al momento de la muerte del donante,
que se ha dispuesto más de lo que permite el respeto a la legítima. Sólo por el inventario de
los bienes del donante fallecido puede determinarse la inoficiosidad y sólo por la existencia de
legitimarios habilitados para la promoción de la acción procederá la reducción, todo lo cual es
incierto al momento de efectuarse la donación" ("La protección a terceros adquirentes de
inmuebles", JA, Doctrina-1973-93).Comisión Nº 9351 Derecho de Familia y Sucesiones.
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Al producirse el evento resolutorio -cuando se trata de una condición el hecho
puede o no ocurrir-, se aplica el art. 2670, del que emerge una suerte de acción real si la cosa
pasó a manos de terceros (Papaño, R. y Kiper, C., "Algunas cuestiones que suscita la acción
reivindicatoria en los supuestos de dominio revocable y fiduciario", LL, 1985-B-794). Se trata
de una aplicación del principio del "nemo plus iuris" consagrado por los arts. 3270 y 3278,
entre otros. La resolución, por ende, sobre todo cuando se trata de inmuebles, opera con
efecto retroactivo incluso respecto de terceros, quienes difícilmente puedan justificar su
buena fe, como advierte Velez en la nota al art. 2663. De modo que aquellos actos de
disposición realizados por el dueño imperfecto quedan sin efecto y no deben ser respetados.Es cierto que, como señala la apelante, no se trata aquí de un supuesto de nulidad sino de
resolución, circunstancia que impone analizar si resulta aplicable el art. 1051 del Código Civil,
que deja a salvo los derechos adquiridos por terceros subadquirentes de buena fe y a título
oneroso. Fuera de alguna opinión equivocada que sostiene la necesidad de la constancia
registral de la cláusula resolutoria (Adrogué, M., "El tercero registral", Fides, Año II, nº 15, ps.
245/9), que además deja sin resolver los supuestos en los que la condición resolutoria es
implícita, la mayor parte de la doctrina se inclina por la aplicación específica del art. 2670
(Quintas Jornadas Sanrafaelinas de Derecho Civil, 1978).De todos modos, no difiere mucho este sistema del previsto en el art. 1051, ya que en ambos
casos cabe examinar si el tercero es de buena fe. Como adelanté, si la condición es expresa, es
casi imposible que medie buena fe; son terminantes las explicaciones del codificador en la
nota al art. 2663, en el sentido de que el tercero no pudo desconocerlas.Ahora, si se trata -como en el caso- de una condición resolutoria implícita, el asunto es más
complejo ya que en cada situación hay que examinar si el tercero conoció, o pudo haber
conocido actuando con diligencia, los hechos que justifican la procedencia de la resolución.
Aún para quienes adhieren a la tesis de aplicación del art. 2670, suscita dudas el caso de
reducción de las donaciones (Guastavino, E., "La protección a terceros adquirentes de
inmuebles", JA, Doctr., 1973-111).Por mi parte, considero que la solución es la misma, corresponde verificar si el tercero es de
buena fe para que pueda quedar a salvo de las consecuencias de la resolución. Ello porque
entiendo que el sistema emergente del art. 2670 también gira en torno a la buena fe, cuya
configuración por regla descarta pero no impide absolutamente. Confirma esta idea lo
dispuesto en el artículo siguiente para las cosas muebles (2671), donde la solución es la
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inversa, dadas las dificultades existentes para los subadquirentes de tales cosas
para conocer la existencia de modalidades resolutorias, aunque deja a salvo los casos de mala
fe. La norma coincide, a su vez, con el principio sentado por el art. 2412.No obstante, es especial el caso de la reducción regulado especialmente por el art. 3955, en el
que por estar interesado el orden público en la protección de la legítima, los efectos
reipersecutorios no pueden ser evitados por los terceros (Guastavino, ob. cit.).Sin perjuicio de todo lo expuesto, aún cuando se aplicase en el caso el art. 1051 o un sistema
similar, se arriba a la misma solución, como explicaré seguidamente.En tal hipótesis, cabe apreciar si la actora ha demostrado la mala fe de la codemandada que
adquirió el inmueble mencionado.Antes de ello, debo aclarar una cuestión que señalé al inicio. La presente acción de reducción
no procede contra la donataria demandada pues, cualquiera sea el punto de vista sobre
algunas cuestiones de fondo, el a quo la rechazó en otro pleito con el alcance de la cosa
juzgada. Sin embargo, ello no impide la procedencia de la acción frente a terceros, ya que en
nuestro Código Civil no existe una norma como la del Código francés en su redacción original
(art. 930) que exige, con carácter previo, la excusión de los bienes del donatario. Al no mediar
una exigencia de este tipo, es posible deducir la demanda directamente contra el tercero
subadquirente del donatario (arts. 3955 y 585; conf. Borda, ob. cit., II, nº 998); de lo contrario
se podría frustrar la restitución en especie propia de la reducción. Ello con independencia de la
responsabilidad del donatario ante la heredera forzosa por el equivalente de la cosa donada
(Zannoni, ob. cit., ps. 232/3, nº 995).Pues bien, examinando la situación del tercero adquirente del inmueble, con carácter previo
cabe advertir que toda donación está sujeta a la condición implícita de ser válida si no afecta la
porción legítima de los herederos forzosos (conf. Di Lella, P., ob. cit.).En segundo lugar, es menester señalar que la buena fe implica diligencia. Si bien la buena fe se
presume (art. 2362), esta presunción se limita a la posesión y a la prescripción adquisitiva corta
(art. 4.008). En cambio, quien pretende resistir a una reivindicación debe acreditar su buena
fe, dado el carácter de excepción al principio sentado por el art. 3270, que hace su apreciación
más restrictiva (Papaño-Kiper-Dillon-Causse, ob. cit., III, p. 132). La referida diligencia se
conecta, en primer lugar, con el estudio de títulos (conf. Alterini, J.H., "Importancia del estudio
de títulos", Gaceta del Notariado, nº 88, año 1982) y, en el particular caso bajo examen, el
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tercero debería acreditar que, después de un adecuado estudio de los
antecedentes del derecho transmitido, no pudo advertir que se violaba la legítima de la
actora.Se suma a lo expuesto que el error de derecho no es excusable, y el tercero que no pudo
ignorar la existencia de la donación sabía, por ende, los riesgos a los que estaba expuesto.Del informe del Registro de la Propiedad Inmueble surge que M. G. de R. transmitió el dominio
del inmueble sito en Quito xxx en setiembre de 1992 a la codemandada D. D. de I. en la suma
de $xxxxx (v. fs. 42 vta del expediente sobre colación que corre agregado). La copia de la
escritura pública se encuentra agregada a fs. 163/5 de dichos autos.En el citado expediente se realizó una constatación judicial a través de un Oficial de Justicia,
del que surge que dicho funcionario fue atendido por M. J. R. y que el inmueble "se lo
arriendan a la señora D. D. de I., según contrato de locación de fecha 2 de febrero de 1993..." y
que se exhibieron 15 recibos de alquiler. "Los ocupantes son la madre de la que nos atiende,
su esposo que se incorpora al acta Sr A. H. R.", mientras que la planta baja es alquilada por la
firma ARDEN SA, que alquila esta parte a D. D. (fs. 134 y vta, expte cit.).Finalmente, en los presentes autos, la codemandada D. D. de I. no contestó la demanda y fue
declarada rebelde (fs. 44). Lo mismo aconteció con la otra codemandada P. (fs. 54).Pues bien, señalé anteriormente que, en la mejor de las hipótesis, el tercero debe acreditar su
buena fe. En el caso, existen indicios que, por el contrario, permiten presumir la mala fe del
subadquirente. En efecto, se compró en $xxxxx un inmueble que fue tasado en $xxxxx; la
vendedora sigue ocupando el inmueble con su familia en el carácter de locataria, pero
tampoco se acompañó a estos autos un contrato de locación con fecha cierta que permitiese
encuadrar la situación en el denominado "constituto posesorio" (art. 2462, inc. 3). De la cédula
de notificación cursada en autos también surge que G. de R. habita en el inmueble enajenado,
ya que su marido firmó la recepción (fs. 23 vta). A lo expuesto se suma la declaración de
rebeldía, con las consecuencias que ello implica y que no es menester destacar.Por lo tanto, los elementos señalados son suficientes para admitir la acción reipersecutoria de
reducción respecto del inmueble señalado en perjuicio de la codemandada D. de I.. La
adquisición de ésta última es inoponible a la actora y corresponde hacer lugar a la demanda
que pretende la resolución del contrato.El referido inmueble debe ser devuelto a la masa hereditaria para que se realice la partición
(art. 3469), en la cual deberá hacerse la operación contable dispuesta en la sentencia que hizo
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lugar a la colación y que se encuentra firme, todo lo cual se realizará mediante las
anotaciones respectivas en la etapa de ejecución de sentencia.Apela también la actora la imposición de costas. Sin duda, éstas deben ser impuestas a las
terceras codemandadas por su condición de vencidas. En cuanto a la excepción de falta de
legitimación pasiva, teniendo en cuenta que ésta prospera por argumentos diversos a los
expuestos por la excepcionante a fs. 25, y que la actora tuvo fundadas razones para demandar
a la vencedora, propongo que las costas se impongan en el orden causado.-
Por todo lo expuesto, propongo que se revoque la sentencia apelada con el siguiente alcance:
1) Que se haga lugar a la acción de reducción intentada por la actora contra los terceros
subadquirentes, con costas de ambas instancias a las vencidas; 2) que por las razones
expuestas sólo se resuelva -sin perjuicio de que eventualmente se amplíe en caso de ser
necesario- la venta del inmueble sito en Quito xxx; 3) que las costas derivadas de la excepción
de falta de legitimación pasiva, en ambas instancias, se impongan en el orden causado.-
Los Dres. Achával y Gatzke Reinoso de Gauna, por las consideraciones expuestas por el Dr.
Kiper, adhieren al voto que antecede. Con lo que se dió por terminado el acto firmando los
señores Jueces por ante mí, que doy fe.-
Fdo.: Marcelo J. Achával - Elsa H. Gatzke Reinoso de Gauna y Claudio M. Kiper
Buenos Aires, 12 de mayo de 1998.-
Y VISTO, lo deliberado y conclusiones establecidas en el acuerdo transcripto precedentemente
por unanimidad de votos, el Tribunal decide revocar la sentencia apelada con el siguiente
alcance: 1) hacer lugar a la acción de reducción intentada por la actora contra los terceros
subadquirentes, con costas de ambas instancias a las vencidas; 2) por las razones expuestas
sólo se resuelve -sin perjuicio de que eventualmente se amplíe en caso de ser necesario- la
venta del inmueble sito en Quito xxx;; 3) las costas derivadas de la excepción de falta de
legitimación pasiva, en ambas instancias, se imponen en el orden causado.//-
Fdo.: Marcelo J. Achával - Elsa H. Gatzke Reinoso de Gauna y Claudio M. Kiper
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