...el clown es una experiencia que sólo puede ser comprendida en

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Aziz Gual
…tal vez son las ideas como mariposas invisibles
y uno tiene un mango con trampa y lo agita
guiándose por el oído hasta que cae una,
o son ellas las que lo encuentran a uno
para darse a la vida…
después se hacen libres y se van
y se vuelve parte de un lenguaje sin fronteras,
parte del mundo de la vida y del tiempo.
Por eso no existen las recetas para ser clown,
ni para ser persona, cada quien descubre
el lugar en donde habitan tesoros…
Aziz Gual (Fragmento de una biografía inédita)
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...el clown es una experiencia
que sólo puede ser comprendida
en una forma individual, porque
involucra la personalidad toda del
artista de la comedia; por ello su
efecto en el público es siempre
auténtico, único, implagiable.
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REVISTA MEXICANA DE TEATRO
n clown nunca escribiría de un clown, y no lo haría porque el clown es, antes
que una identidad, la vivencia, la experiencia, el momento del encuentro con el
público. Así, el clown es una cualidad fugaz, irrepetible, renovadora. Cuestionarme
por escrito acerca de mí mismo como clown es una experiencia ajena a mi trabajo;
de manera que lo único que puedo decir es lo que no soy: escritor. El clown revela su
verdad sobre sí mismo a partir de su “lenguaje”, en el amplio sentido de la palabra.
Verbalizar al clown es limitarlo, por eso yo, como clown, sólo puedo hablar desde mi
experiencia, expresarme a partir de los códigos del clown.
Nadie por el sólo hecho de tomar un tallercito de clown es ya un clown ni puede
hablar de este género como lo hace la gente de teatro cuando se refiere a su propia
actividad. Y repito, no soy escritor, y un clown nunca escribiría acerca del clown; de
hecho, me parece que sería la última forma en que abordaría un discurso. El clown no
es textual, porque las letras no son herramientas en su lenguaje artístico; en todo caso,
el clown desarrolla cada una de sus ideas mediante unos cuantos dibujitos trazados a
la manera de un cómic o de un storyboard. El clown escarba en su propia dialéctica
y en ella encuentra su verdad acerca de sí mismo.
Así pues, el clown deja de lado las palabras porque se manifiesta de otra manera:
es vivencia, se gesta y nace a partir del ejercicio de la comunicación física y psicológica con el público, del conocimiento de sí y de su entorno. ¿ Y entonces, qué me
tiene aquí sentado frente al teclado de la computadora escribiendo acerca del clown?
¿Es acaso la necesidad de salir en defensa del niño interior? No lo sé, mi única certeza
se refiere a lo que siento: una gran curiosidad e interés por el clown.
En mis reflexiones he descubierto el grave error que comete quien aborda el discurso del clown desde una perspectiva ajena a este discurso o bien lo interpreta.
Hasta hoy nadie ha logrado diseñar una fórmula precisa para construir este personaje
extraordinario: el clown es una experiencia que sólo puede ser comprendida en una
forma individual, porque involucra la personalidad toda del artista de la comedia; por
ello su efecto en el público es siempre auténtico, único, implagiable.
El término clown no constituye propiamente un anglicismo, porque no tiene un
equivalente preciso en otras lenguas y, por lo tanto, es una palabra universal. Se le ha
traducido indebidamente como “payaso”, pero el clown no es un payaso.
En la médula de la comedia, existen tres tipos de payasos, el clown no corresponde a ninguno de ellos. No es el carablanca del circo tradicional, que va parodiando
y representando a la aristocracia; tampoco el payaso rojo, augusto, el idiota que no
cabe en un corazón tan grande como el suyo; ni el payaso negro, el “trampa”, cargado de ironía y de olor a muerte, sin prejuicios. No, el clown es el carácter, algo más
que un maquillaje o un momento de diversión: es un “concepto”, como se le nombra
en el universo del circo y la comedia; es acendradamente humano, un comunicador
excepcional, un observador de la fenomenología de Homo sapiens sapiens, un investigador que sucumbe a la pasión por la transgresión, un subvertidor de la pasividad,
un ocioso que pasa la mayor parte de su tiempo explorando las vetas de aquello
ENERO / FEBRERO / MARZO 2011
DOSSIER
que nos humaniza: nuestra flaqueza, nuestras verdades
absurdas, nuestras contradicciones, un arquitecto de la
improvisación.
El clown ejercita día con día todas las posibilidades
del virtuosismo humorístico. Para fortalecer su lenguaje,
reflexiona en torno de un discurso simple en el cual
quepan verdades que todos puedan comprender. Con
este propósito recurre a la metáfora, presencia de lo
invisible que cobra forma en un instante propio: el instante poético del clown. En él pone fin a sus fantasmas
y se confronta valerosamente con el público. Lo hace
de frente, desnudo, vulnerable. Viste, por única indumentaria, un manojo de llaves capaces de abrir todas
la cerraduras que median entre él y los espectadores,
hasta llegar a ellos de manera genuina, humana, verdadera, desenmascarada. En ese momento se juega todo,
siguiendo las reglas de su propia naturaleza de no morir
en el intento: hacer reír a toda costa, conmover, provocar placer y acortar al máximo las distancia entre los
seres humanos; pervertir la risa, como la traición misma, o lograr con ella un efecto de consumación divina,
de totalidades tangible, como experiencias autotélicas y
perecederas pero intransformablemente real.
Paradójicamente, el clown sabe que la regla para
ENERO / FEBRERO / MARZO 2011
provocar reacciones estriba en la neutralidad, en la precisión de la pausa, en el secreto de la comunión con los
comensales, pues él no es más ni menos que los otros,
es simplemente el mecanismo de la transcripción, el
que le da el tiempo preciso a cada acción, a cada gesto,
a cada respiración.
El clown es música, la trae adentro. En su caminar se
integra una coreografía cotidiana que alegra el ambiente, lleva la magia implícita en sus extremidades y en sus
gestos. Parece espontáneo. Pero nada existe por milagro. El clown conjuga el talento con un entrenamiento
físico mental y psicológico; se enfrenta a muy diversas
verdades y, a veces, crueles lecciones de su egocentrismo. Pero el clown, con el paso del tiempo, domestica
el ego y sobrepasa los abismos de la existencialidad:
encuentra su propia verdad, una verdad singular, que
no le puede ser robada, porque en la esencia del clown
existe una relación estrecha con el tiempo, y es éste el
que le apremia para que desarrolle su oficio verdadero.
TEATRO PARA
público joven
El clown es música,
la trae adentro.
En su caminar
se integra una
coreografía
cotidiana
que alegra
el ambiente...
Parece espontáneo.
Pero nada existe
por milagro.
Aziz Gual.
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