¡Error!Marcador no definido. CREADORES DE ESCASEZ: del bienestar al miedo David Anisi ¡Error!Marcador no definido. A la memoria de Antonio Herrezuelo, vecino de Toro, que un 21 de Mayo fue quemado vivo por decir no. ¡Error!Marcador no definido. INDICE Parte I. LA CRISIS DEL ESTADO DE BIENESTAR Cp.1 LA GENESIS DEL ESTADO DE BIENESTAR Cp.2 EL DESARROLLO DEL ESTADO DE BIENESTAR Y SU FRACASO Parte II.LA GESTION DE LA CRISIS Cp.3 LOS AÑOS OCHENTA Cp.4 HOY Y AHORA ¡Error!Marcador no definido. Tuve la fortuna de encontrar a D.F. el 6 de Marzo de 1981, a primeras horas de la mañana, en uno de los locales del Centro Comercial La Vaguada en Madrid. Desde entonces estamos juntos. Anduvimos meses y meses por la blanca Argel, vimos la pobreza y la riqueza de México, visitamos Cuba, comprobamos en Túnez las secuelas de la revuelta del pan, fuimos comerciantes en Estambul y místicos en Capadocia, recorrimos en tren todo aquello que fue la URSS, olimos Benarés y observamos el trabajo de los blanqueadores de ropa de Karachi, encendimos incienso en Nepal, pedaleamos en bicicleta por Pekín... Y vivimos en España, primero muchos años en Madrid, y ya llevamos unos cuantos en Salamanca. Varias veces he hecho que D:F: lea El Principito, pero no reacciona. Sigo sin saber cual es su origen, pero cada día que pasa me importa menos. Una noche estábamos silenciosos mirando las estrellas del Camino de Santiago en Rabanal cuando D.F., de forma un tanto brusca me preguntó: "¿Por qué creáis escasez?". No supe que contestar. Y cuando quise indagar sobre el sentido de su pregunta ya se había dormido. Nunca volví a hablar con él de ese asunto. Aparentemente incluso olvidó que hubiese estado nunca interesado por ello. Pero, acostumbrado como estoy a su intranquilizante intuición, no he dejado de interrogarme sobre su pregunta. En estas páginas se encuentran algunas de las limitadas respuestas. Y he aquí también la justificación del título. Salamanca, Enero de 1995 ¡Error!Marcador no definido. Parte I. LA CRISIS DEL ESTADO DE BIENESTAR ¡Error!Marcador no definido. Cp.1. LA GENESIS DEL ESTADO DE BIENESTAR El paso del tiempo Debo comenzar recordándome a mi mismo, y también a ti lector occidental, que en el caso de que el que lea estas páginas tenga alrededor de veinte años su memoria personal sólo podrá referirse a tiempos de crisis. Ese lector estará acostumbrado a convivir con el desempleo, con la marginación y la pobreza. Un trabajo fijo será para él una meta imposible, y probablemente ya habrá trabajado por cuenta ajena sin ningún tipo de contrato legal. Sabrá que conseguir una vivienda es algo que de momento no puede plantearse, y no se extrañará cuando vea cómo se privatiza la educación y la sanidad. Estará tan acostumbrado a los "vigilantes jurados" que no verá en ellos la privatización, también, de parte de lo que fue un importante servicio público. No se escandalizará cuando se hable de "flexibilizar el mercado de trabajo", puesto que él ya se encuentra suficientemente "flexibilizado" desde que tiene uso de razón. Y cuando oiga hablar de los problemas de las pensiones de jubilación le parecerá simplemente que el tema no va con él. ----Voy a tratar de contar aquí, a ese lector que las cosas no fueron así siempre. Que, como saben aquellos otros lectores que estén en los cuarenta, hubo una época en la que no se tenía miedo al paro ni miedo tampoco a no cobrar en su momento la jubilación, ni a que los hijos no tuvieran acceso a la educación o a la sanidad. Y trataré de explicar también que esa época de bienestar y crecimiento vino precedida de dolor y sangre, como bien recordarán los lectores que estén en los sesenta, y que tales épocas fueron a su vez anunciadas por las convulsiones ¡Error!Marcador no definido. sociales, también sangrientas - y todavía de ello tendrán memoria aquellos lectores que estén en los ochenta - de las primeras décadas de nuestro tremendo Siglo XX. Jerarquía, mercado, valores Quizá hoy en día sea la palabra "mercado" una de las más frecuentemente utilizadas en relación con la organización social y sus problemas. Parece que el mercado sea el ídolo de nuestros tiempos. A los jóvenes se les dice que "tienen que competir en el mercado", la falta de "un mercado transparente" es el diagnóstico que se ofrece para una larga colección de conflictos, en las Constituciones de diversos países se hace referencia a una "economía de mercado" describiendo con ello el orden económico que se supone aceptado, el desempleo parece poder combatirse con una adecuada "flexibilización del mercado de trabajo", se habla del "mercado de las comunicaciones", y así sucesivamente. También es verdad que nadie suele referirse, (¿todavía?), al "mercado de la Justicia", o al "mercado del Gobierno", o al "mercado de la Iglesia", o al "mercado del Ejército"...pudiéndose llegar a pensar que sólo aquellas instituciones que escribimos con mayúsculas se libran, (¿de momento?), de su vinculación a algún tipo de mercado. Se que todo esto a nuestro lector de veinte años le parece normal, puesto que sus sueños, querencias y descubrimientos personales han coexistido desde siempre con el ruido creciente de los "mercados de todo" y quizá se sorprenda cuando sepa que hubo épocas, conocidas por todos los lectores mayores, en las que "el mercado" era simplemente aquel sitio donde se iba a hacer la compra. El "mercado" parece que casi todo lo ocupa. ¿Será verdad que es tan importante en nuestras vidas? ¡Error!Marcador no definido. ----Consideremos el uso de nuestro tiempo para la realización de determinadas actividades. Diremos que el mercado dirige nuestro tiempo cuando atendiendo a su lenguaje modifiquemos la asignación de nuestro tiempo entre las distintas actividades que realicemos. El lenguaje del mercado es el sistema de precios. El mercado utiliza los precios para indicar el uso que debe darse al tiempo. Contemplemos la vida ordenada de un artesano de los que ponen un tenderete de adornos de cuero, pulseras y pasadores, en un mercadillo. Si a la gente le da por volverse loca con los pasadores y despreciar las pulseras nuestro artesano podrá elevar el precio de los pasadores y reducir el de las pulseras. Pero hará algo más que eso. Si antes dedicaba la mitad del tiempo de trabajo a la fabricación de pasadores y la otra mitad a la de pulseras reasignará su tiempo dedicando más ahora a la elaboración de pasadores y menos a la de pulseras. E incluso, si la pasión por los pasadores se acentúa y la gente está dispuesta a pagar precios elevadísimos por ellos, nuestro artesano probablemente dejará otras actividades, reducirá sus horas de descanso, comerá mas rápidamente y verá menos a sus amigos, aprovechando la situación que puede ser pasajera. El mercado influye sobre su vida. ----Pero está claro que la asignación de la totalidad de nuestro tiempo no depende exclusivamente de lo que interpretemos del sistema de precios. La actividad que realizamos durante la jornada de trabajo por cuenta ajena en una empresa está alejada del sistema de precios. La asignación de nuestro tiempo viene regulada por las órdenes que nos den, o los reglamentos que haya que cumplir, o por las rutinas establecidas que hay que realizar. ¡Error!Marcador no definido. Otra cosa muy distinta es que la finalidad del conjunto de la empresa puede quedar afectada por el sistema de precios, o que la motivación por la que aceptamos la disciplina del trabajo sea fundamentalmente salarial. Nuestra actividad concreta como trabajadores por cuenta ajena viene determinada fundamentalmente no por un Mercado y su sistema de precios, sino por una Jerarquía, o su sistema de órdenes. De la misma forma que poco importan los precios ni las órdenes en nuestras relaciones con familiares y amigos, en nuestra participación en organizaciones y asociaciones de todo tipo, en nuestra práctica de lo religioso o espiritual. Si alguien desea modificar nuestra asignación del tiempo en esos campos no recurrirá a un sistema de precios ni a una reglamentación jerárquica, sino a la utilización de persuasiones valorativas. Nuestra actividad como individuos queda regulada por una combinación de precios, órdenes y persuasiones; queda regulada por una combinación de Jerarquía, Mercado y Valores. -----Una cosa es la regulación de nuestro tiempo dentro de una organización y otra, desde luego, nuestra motivación para integrarnos en esa organización. Decíamos que dentro de una empresa nuestra actividad venía determinada fundamentalmente por las órdenes que aceptábamos de una jerarquía, aunque nuestra motivación para entrar en esa empresa fuera el salario que recibimos. Como también podemos aceptar la pertenencia a una organización como la Cruz Roja por una motivación valorativa aunque una vez dentro nuestra actividad se vuelva a regular de una manera jerárquica. O bien es la propia jerarquía la que nos obliga a pertenecer - caso del Servicio Militar Obligatorio - a una organización donde también nuestra actividad quedará regulada por órdenes. ¡Error!Marcador no definido. Las motivaciones que llevan a los individuos a incluirse en una organización resultan también una mezcla de jerarquía, mercado y valores. La actividad que realizan los individuos en eses organizaciones queda delimitada por otro conjunto de jerarquía mercado y valores que no tiene por qué coincidir con el conjunto existente detrás de la motivación. ----Y, por último debemos referirnos a la finalidad de las organizaciones. Un administrativo de la UNESCO trabajará en esa organización, que tiene una finalidad valorativa, por una motivación de mercado y su actividad quedará jerárquicamente regulada.1 Los hijos que ayudan a los padres en una empresa familiar con una finalidad de mercado, tendrán una actividad regulada por un sistema jerárquico y probablemente su motivación se basará fundamentalmente en cuestiones valorativas. La finalidad de una organización, la motivación de los individuos que ella se integran y la regulación de la actividad de esos individuos pueden pertenecer a sistemas diversos y contener elementos fundamentales, y la mayor parte de las veces combinados, de Jerarquía, Mercado y Valores. Y es precisamente esa combinación de sistemas la que logra articular de una forma estable a las sociedades. Nada bueno puede esperarse de una sociedad que regule jerárquicamente los adornos que deben lucir las muchachas en primavera, que confíe al mercado el cuidado de los más débiles y que aplique la ética a la determinación óptima del tamaño de los pepinos. Como también resultará un fracaso todo tipo de sociedad que use de forma totalizadora y excluyente el sistema jerárquico, o el de mercado, o el conjunto valorativo, para resolver sus problemas y conflictos. La mezcla de los sistemas está siempre presente en cualquier sociedad que no sea un caos. Como también esa mezcla está presente en la finalidad, la motivación o la actividad. Una cosa es que una empresa tenga una actividad ¡Error!Marcador no definido. fundamentalmente de mercado, y digo "fundamentalmente" puesto que sin esa finalidad la empresa dejaría de ser lo que es, y otra muy distinta que sólo tenga una finalidad de mercado. La empresa regula su propia actividad atendiendo al sistema de precios, pero también atenderá a otras cuestiones valorativas seguridad, imagen,... - como también tratará de ajustarse, y en la medida de lo posible transformar, al entramado jerárquico en el que se desenvuelve. En esa empresa la motivación de los individuos para integrarse en ella podrá ser fundamentalmente de mercado, puesto que exigirán un salario por ello, pero también aparecerán motivaciones valorativas - como el prestigio que puede conceder la pertenencia a una determinada empresa - e incluso jerárquicas. Como también en esa empresa, aunque la actividad de los individuos venga regulada fundamentalmente mediante un sistema de órdenes, no faltarán ni elementos valorativos - creencia en el propio trabajo -ni de mercado. ----Los cambios sociales, independientemente de cómo se originen, siempre significan una alteración de ese retículo de persuasiones, precios y órdenes que cubren, configuran y relacionan a las organizaciones. El desempleo, la marginación, la inflación, la pobreza son resultado de una mezcla concreta de Jerarquía, de Mercado y de Valores. Esto es, es el resultado de una forma temporal concreta en la que se ejerce el poder2. Porque valorativas los precios, actúan sobre las órdenes y las persuasiones la actividad de los individuos utilizando su tiempo en una dirección concreta. Si nuestro artesano dedicó parte de su tiempo a la confección de una pulsera, cualquiera de nosotros puede apropiarse de ese tiempo si es capaz de usar la Jerarquía, el Mercado y los Valores de la manera correcta. Podemos, desde luego, utilizar el sistema de precios y ¡Error!Marcador no definido. "comprar" la pulsera. Podemos también conseguirla con amenazas. Y también es posible que a base de persuasión consigamos que el artesano nos la regale. Organizaciones e individuos ejercen su poder sobre organizaciones e individuos utilizando órdenes, precios y persuasiones. Y la distribución de los poderes no es igualitaria. Si yo me dirigiera a aquellos que habitualmente me rodean, y señalando a una parte concreta del Tormes dijera: "¡Quiero aquí un puente!" empezarían a dudar de mi salud mental. Creo probable que si el lector hace esa misma prueba con su río más próximo la reacción de la gente será similar, y desde luego el puente no se construirá. Pero si Tiberio Cesar hubiese dicho lo mismo lo habrían construido esa misma noche. Nuestro poder y el de Tiberio es notablemente distinto. Todos partimos de una igualdad básica. Independientemente de nuestras coordenadas sociales el día tiene 24 horas para todos. Técnicamente el tiempo es algo improducible. Sólo el ejercicio del poder, al apropiarnos de tiempo de los demás, puede acrecentarlo. El poder se mide como la relación entre el tiempo obtenido de los demás y el tiempo necesario para conseguir esa movilización. Organizaciones e individuos compiten entre si por el poder. Es sencillo de comprender que los ricos traten de extender el mercado, los jerarcas traten de extender la jerarquía y los venerables traten de extender su sistema de valores. Podemos imaginarnos una secuencia en esa lucha de poderes: la génesis de uno de los sistemas, su extensión y su consolidación. El mercado como organización de poder se gesta a costa del poder que logra arrebatar a las organizaciones jerárquicas y valorativas que compiten contra él. En su extensión tratará de acabar con las organizaciones rivales combatiendo cualquier tipo de organización jerárquica o valorativa rival, tratando de que "todo sea mercado". Y en su consolidación, y dado que un sistema sólo es estable cuando se da una mezcla armoniosa, ¡Error!Marcador no definido. fomentará organizaciones jerárquicas que le complementen y sistemas de valores que le apoyen. En mi opinión la creación y crisis del Estado de Bienestar deben interpretarse en este contexto de génesis, expansión y consolidación del mercado como institución de poder. El auge del mercado Aprendimos muy pequeños que, en Occidente, la llamada Edad Media terminaba con el Descubrimiento de América, y que este hecho iniciaba la Edad Moderna, que tendría a su vez su final en la Revolución Francesa. Trataré de explicar cómo mi propia reflexión me lleva a aceptar ese período, al que nos referimos casi coloquialmente como "la Edad Moderna", como algo definido, concreto y sustantivo: aquellos años en los que el Mercado se consolidó como institución de poder. A grandes rasgos podíamos decir que el papel representado por el Mercado dentro del orden medieval era marginal. La organización económica se asentaba sobre un sistema jerárquico feudal y un retículo de valores con un fuerte peso de la Tradición y de las influencias de la Iglesia Católica. La solución al problema económico básico del "¿qué se producía?, ¿cómo se producía? y ¿para quién se producía?" se ofrecía recurriendo fundamentalmente a lo jerárquico y a lo valorativo. ----La conquista de América supuso el final del orden medieval y el comienzo del nuevo. En las tierras conquistadas, muy distantes de los centros de poder europeos y con las comunicaciones de la época, las órdenes perdían parte de su poder por el enorme lapso temporal entre su emisión, su recepción y su cumplimiento. Y ese lapso se incrementaba aún más en el caso de la represalia o el castigo si tales ordenes ¡Error!Marcador no definido. fueran incumplidas. Así, los antiguos centros de poder jerárquicos tuvieron que delegar su fuerza, ceder parte de ella, para poder instalar en los nuevos territorios sistemas subordinados. El sistema valorativo quedó también profundamente alterado en los Nuevos Territorios. Poco tenía que decir Tradición y Costumbre respecto a problemas y situaciones absolutamente novedosas. La presión social dejaba de funcionar como un elemento de control social en las nuevas tierras y la Iglesia Católica, análogamente que los Estados, tuvo que instalar allí mismo sistemas delegados. Pero si importante resultaba el resquebrajamiento de las instituciones de poder en el Nuevo Mundo no menos relevancia tuvo el "Descubrimiento" en el Viejo Mundo. Si las órdenes, en cualquiera de sus formas, es el medio utilizado por el sistema jerárquico para regular la actividad de los individuos, y las persuasiones, también en cualquiera de sus formas,es el medio propio del sistema de valores, los precios son los elementos básicos del mercado. El poder jerárquico se sustenta en la autoridad y en última instancia en la fuerza, el poder valorativo se sustenta en el respeto y en última instancia en la convicción, y el poder de mercado se sustenta en la capacidad de compra y en última instancia en el dinero. El dinero puede ser de varios tipos y tan acostumbrados estamos en nuestros tiempos a usar dinero jerárquico que casi no reparamos en su esencia3. Un billete de mil pesetas es dinero jerárquico puesto que su respaldo es la obligación de su aceptación en España para pagar deudas. No hay oro ni plata detrás de ese papel. De hecho ni siquiera hay "pesetas". En el billete puede leerse: El Banco de España pagará al portador mil pesetas, pero si uno se convierte en portador de ese billete y acude al Banco de España con él sólo conseguirá que le entreguen otro billete de mil pesetas. Y tendrá que hacerlo así puesto que es obligación legal su aceptación para cancelar deudas. El dinero jerárquico no es propiamente dicho dinero de mercado. No se acepta por lo que en si mismo es, sino por la ¡Error!Marcador no definido. jerarquía impuesta que así lo obliga. Consecuentemente solo tendrán validez en el espacio físico al que llegue la fuerza de esa jerarquía que lo respalda. Pero el oro, la plata, los metales preciosos tienen un poder de mercado independiente de cualquier jerarquía o de cualquier tradición. Y ese dinero de mercado, movilizador del tiempo de los demás a través del sistema de precios, comenzó a afluir en cantidades impensables entonces desde el Nuevo Mundo hacia el Viejo. El comienzo de la extensión del mercado como poder competitivo con la Jerarquía y los Valores, pudo tener su origen en esa afluencia de metales preciosos. Luego tuvo que, para asentarse, combatir al viejo orden jerárquico y a los valores de la época. Y se consolidó cuando logró una estructura jerárquica transformada adecuada a sus propósitos y un sistema de valores que le complementara. Y para esto último deberemos tener que esperar hasta el Siglo de las Luces, la Revolución Francesa. A lo largo de su lucha por la conquista del poder el mercado, en toda la Edad Moderna, eliminó las formas opresivas feudales y el oscurantismo religioso. Y en tanto que la Libertad no es otra cosa que la ausencia de miedo, al eliminar miedos instauraba libertades. Pero no todo era opresión y oscurantismo. Las relaciones feudales eran implacables con el infractor, y buena parte del tiempo de los vasallos, en todas sus formas, se utilizaba para atender los deseos o imposiciones del señor respectivo. Pero este señor les protegía realmente de cualquier otra violencia que no procediera de el mismo. Ese pacto de "yo me someto, tu me proteges" persiste, como un viejo aroma, en la base de los sistemas actuales occidentales. El poder, el Estado después, es siempre en alguna medida responsable del bienestar de los individuos. En ese sistema medieval, al que el mercado quiere eliminar, se dictan leyes que causan dolor y muerte, pero también otras que regulan el precio de los cereales, las tasas ¡Error!Marcador no definido. de alquileres, los intereses que pueden ser cobrados... Ese sistema medieval está profundamente penetrado de valores, creencias y tradiciones que no tienen naturaleza mercantil. El mercado, en su competencia, tratará de acabar con ellos. Y acabará con supersticiones y creencias paralizantes, eliminará parte de los miedos, suscitará la reflexión científica, pero también tendrá que transformar o eliminar los valores de solidaridad, de respeto, de diversión, de juego... No resulta extraño que sea precisamente en esta fase inicial del desarrollo del mercado tras el descubrimiento de América, cuando comiencen a manifestarse las opiniones de los que podemos catalogar como economistas primitivos: los escolásticos. Casi ya en el Siglo XXI, en esta nuestra época tan propagandísticamente dominada por la ideología del mercado, se suele confundir la Economía con el Mercadismo y en consecuencia se tiende a presentar a los Escolásticos como poco menos que unos acientíficos ignorantes y preocupados con unos temas como la "usura" o el "precio justo" que parecen mover a risa. Allá los que tal piensen. Los escolásticos son un conjunto de economistas4 que conocen que el mercado es sólo una de las formas en las que enfrentarse con el problema económico, que se percatan de la existencia del Principio Económico del equilibrio entre los tres sistemas, y que, sobre todo, están profundamente preocupados por lo que la extensión de un mercado salvaje puede destrozar. ----Hay tres cosas que los sabios dicen del tiempo que siempre me han impresionado. La primera es aquella de que "el pasado está dado y no se puede cambiar, el futuro es incierto y no se puede predecir". La segunda es aquella que hace referencia a la segunda Ley de la Termodinámica, integrando la primera, y que, en este lenguaje que deseo coloquial, viene a decir que "la energía ni se crea ni se destruye (1ª), pero siempre se degrada (2ª)". ¡Error!Marcador no definido. La primera me hizo aceptar para siempre que en nuestro planeta, donde el pasado está dado y no se puede cambiar y el futuro es incierto y no se puede predecir, incluso con el más perfecto posible de los mercados - al que llamamos atomístico en tales circunstancias - podría existir desempleo por más flexible que fueran precios y salarios.5 Este convencimiento fue un regalo que alguien me ofreció y con el que he podido resistirme, como buen escolástico que intento ser en mis días, a toda la propaganda trivial sobre la flexibilidad del mercado de trabajo que he tenido que soportar, y a, lo que para mi resulta más importante, toda la maraña de construcciones académicas que, con el marchamo de lo "científico" y publicadas en las más reputadas revistas y por prestigiosas editoriales me han asediado sin éxito en los últimos años. La segunda, aquella de que "la energía ni se crea ni se destruye, pero siempre se transforma", no solamente me ha ayudado a entender lógicamente el tiempo, sino también históricamente el mismo. La "degradación" nos hace solidarios de las flores al marchitarse, de los ancianos encorvados y de nuestro propio deterioro. Esa "degradación", la Ley de la Entropía para los más cultos, hace más relevante la lucha del ser humano contra el caos construyendo orden. Orden que será necesariamente transformado en degradación y en nuevos intentos de construir orden. Lucha contra el tiempo que los lectores con más años conocen y que los mas jóvenes intuyen. Shiva danzante en su rueda de destrucción creadora de la segunda ley, mientras Brahma mantiene la constancia de la primera y Vishnu simboliza la dirección y el sentido de esa energía que se crea, se degrada, pero que aún está a la espera del descubrimiento de una tercera ley que nos indique hacia donde. ----Y todavía no he hecho mención de aquella otra tercer cosa ¡Error!Marcador no definido. que los sabios decían sobre el tiempo y que me impresionaba. Se trata del hecho, psicológico parece ser, de que en ese tiempo en el que somos el "pasado se recuerda, pero el futuro se imagina". La frase tiene su enjundia. Pero debo reconocer que con la imaginación, me he sorprendido a mi mismo recordando el futuro y recreando el pasado a mi gusto. Uno, tal vez de forma muy estricta y vigilante, puede, disciplinariamente, recordar su propio pasado, pero no el pasado más remoto. Ese pasado en el que no estábamos, y del que sólo se pueden tener referencias por lo imaginado o por lo escrito, que es simplemente otra forma de imaginar. Así podemos imaginar a esas gente del "tenebroso medioevo"6 tratando de hacer, porque no son tan distantes en el tiempo cultural, cosas muy parecidas a las que tratamos de hacer nosotros: intentar que nos quieran, lograr que nos respeten, y buscar un sentido a nuestro leve paso por aquí. Y además, en semejanza con nuestros más inmediatos semejantes animales, evitando el dolor, buscando el placer, sintiendo miedo, teniendo ira, padeciendo vergüenza y, tal vez nuestra gran diferencia, pudiendo reírnos. No eran distintos en aquellos tiempos los olores de las cosas. Como tampoco lo eran las sensaciones del tacto o de la vista. Y se oían otros sonidos, pero se oía igual. La dieta alimenticia nos podría sorprender por la ausencia de patatas, de café o de azúcar, pero lo que sentían al comer se parecería a lo nuestro. Gentes vivas, con el mismo derecho a todo que nosotros, tejiendo sus ilusiones, frustraciones, dolores y logros, en un sistema, esta vez si, muy distanciado del nuestro. La mezcla de Jerarquía, Mercado y Valores es muy diferente, al menos en nuestra imaginación, entre nosotros y aquellos otros, tan próximos, habitantes del medioevo. Somos sus descendientes. América les transformó y el mercado destruyó sus formas jerárquicas y valorativas. Se defendieron de ese poder y, junto con todos los luchadores posteriores frente a lo mismo, recibimos hoy su herencia. ¡Error!Marcador no definido. El nuevo intento del mercado en nuestro casi Siglo XXI de acabar con nuestras formas jerárquicas, organizativas y valorativas, hace que, tras cinco siglos, en mucho nos parezcamos. Quizá, eso espero, el Siglo XXVI pueda inaugurarse en este planeta con un recuerdo respetuoso hacia todos aquellos que en los siglos precedentes se rebelaron contra una jerarquía, unos valores, o un mercado que sólo enmascaraban la explotación del hombre por el hombre. Transformaciones sociales El mercado necesitaba adecuar las instituciones jerárquicas y el retículo valorativo a sus propias necesidades. Y la historia del éxito en esa tarea es también la historia de la Edad Moderna. El Estado era un ente interventor y regulador de la producción y la distribución. El mercado sólo deseaba una institución jerárquica que afirmara y garantizara el derecho a la propiedad, en cuanto que el mercado necesita para su funcionamiento una definición clara de la propiedad de las cosas que no puedan ser arrebatadas. Y deseaba también que esa institución jerárquica garantizara la libertad para intercambiar los derechos de propiedad de las cosas entre los individuos. Como nos recordó hace ya bastantes años un reciente Premio Nobel de Economía7, es conveniente observar un mercado no tanto como un algo en el que se intercambian objetos sino como un algo donde se intercambian los derechos a la utilización de esos objetos. El intercambio de un melón por una gallina en un mercado libre garantiza a los nuevos "propietarios" de ese melón o esa gallina a hacer lo que les plazca con ellos: comérselos, tirarlos, volverlos a cambiar, regalarlos... La lucha de lo público contra lo privado es la mayor parte ¡Error!Marcador no definido. de las veces el intento de lo público de limitar los derechos de utilización - la compra de una moto no da derecho al propietario a utilizarla en un parque público, la compra de un terreno no da derecho al propietario a convertirlo en terreno urbanizable, la compra de una técnica no da derecho al propietario a contaminar con ella al ambiente - y el intento de lo privado por evitar esas limitaciones defendiendo la "libertad" de uso. Nuestra Edad Moderna se configuró, en primer lugar sobre esa lucha de poderes del mercado frente a la jerarquía; pero también sobre la lucha del mercado frente al retículo de valores. Y en este último sentido la pugna se centró en la bondad o maldad del egoísmo individual ----La generalización del mercado como sistema fundamental de asignación y distribución de la sociedad supone que individuos, instituciones y organizaciones toman sus decisiones y las comunican a los demás utilizando el lenguaje de los precios. En una sociedad equilibrada, donde el mercado ocupe una posición complementaria y equilibrada junto a la jerarquía y el sistema de valores, los individuos y organizaciones utilizarán ese mercado con una finalidad generalmente distinta a la del propio mercado. En el mercado se obtendrán adornos para lucirlos, o alimentos para comer, o viviendas para habitarlas, o libros para ser leídos.8 La generalización del mercado supone, por el contrario, que la finalidad del mercado es el mercado mismo. Se compra para ser vendido y se vende para comprar y ser vendido posteriormente. Los bienes no se estiman por su valor de uso, sino por su valor de cambio. La apreciación de un acto de intercambio deja de pertenecer a la esfera valorativa para integrarse en el dominio contable.9 Pero si la contabilidad sólo puede reflejar cuál es el precio que se pagó y cuál el precio por el que vendió, la posición moral ante un acto de compraventa sólo puede ¡Error!Marcador no definido. establecerse observando la diferencia de ambos precios. Las posturas escolásticas insistían en que esa diferencia debería o ser nula o lo menor posible. Pero ese mercado en expansión, utilizado para generar más mercado como única finalidad, sólo es consistente con una postura que busque en todo momento la mayor diferencia posible. La extensión del mercado supone la utilización del propio mercado para generar más mercado. Y para ello es necesario que los individuos participantes se guíen por el ánimo de lucro. Pero ese ánimo de lucro no sólo era contrario a la doctrina de la Iglesia Católica, sino que posiblemente tuviera que imponerse sobre profundas convicciones personales y sociales. El desprecio de sus convecinos y la amenaza de la condenación eterna no configuraban precisamente un buen "clima social" para el florecimiento de aquellos "amantes del lucro" que necesitaba el mercado para su expansión. La Reforma Protestante ya hizo bastante por ellos al desvincular la riqueza de la condenación. Pero tuvieron realmente que esperar hasta Smith para que los divulgadores de éste extendieran la idea de que el egoísmo individual conducía a un óptimo resultado social. Aquellos "egoístas amantes del lucro" se habían convertido en benefactores sociales. Y seguro que se quedaron satisfechos con el cambio de mentalidad. Y eso que murieron quedándose sin saber que posteriormente serían llamados "empresarios emprendedores", "innovadores tecnológicos", "creadores de riqueza", e incluso en la época en que escribo esto y tu, lector, lo lees, "creadores de puestos de trabajo". El paso de ser considerado "egoísta" a ser valorado como "creador" no es de ninguna manera pequeño. La Reforma Protestante y la Contrarreforma Católica modificaron profundamente el sistema de valores en el aspecto religioso, mientras que de lo laico de encargaba el espíritu del Renacimiento. Quedaba un baluarte que tomar para que el mercado pudiera extenderse de forma definitiva, y éste era el sistema jerárquico encarnado en el propio Estado. ¡Error!Marcador no definido. Y el final del Siglo XVIII y comienzos del XIX vio en Europa y en América la Revolución tan ansiada. Igualdad, Libertad y Fraternidad fue su lema. Pero la burguesía y el pueblo veían cada uno a su manera el enfrentamiento con el clero y la nobleza. Aquellos que trataban de consolidar definitivamente el mercado veían la Igualdad como un principio legal: la misma justicia para todos. Los otros la estimaban como el derecho a reír, vivir, comer y gozar como lo hicieron clérigos y nobles, y como también lo hacían los ricos. Si no se debe obedecer a alguien por el mero hecho de que sea un notable de la Iglesia o un noble, ¿por qué obedecer a alguien que meramente es rico? Los partidarios del mercado consideraban la Libertad como aquello que les capacitaba para poder intercambiarse los derechos de propiedad de las cosas sin ningún tipo de limitación o intromisión. Los otros veían la Libertad como el derecho a hablar, a expresarse, a organizarse... Los unos veían la Fraternidad como el resultado colectivo de su buen hacer individual. Los otros veían en la Fraternidad el final de la pobreza, la solidaridad, la cooperación... Es lógico que unos y otros no se entendieran y todo acabara en sangre. La de los otros fundamentalmente. El Estado asistencial Vuelven a decirnos, en esa historia que aprendimos de niños, que la Edad Contemporánea se extiende desde la Revolución Francesa hasta nuestros días. Y a primera vista mucha extensión puede parecer esa. Sin embargo, si contemplamos todos esos años como aquellos de consolidación del mercado, el período parece bastante coherente. Durante estos dos siglos, en Occidente, y en gran medida en el resto del planeta, se plantea la lucha entre el mercado como forma de poder y las otras alternativas. Es la historia de una consolidación progresiva del mercado ¡Error!Marcador no definido. y su lucha, bien con las organizaciones alternativas que compiten con el mercado para ejercer el poder sobre los individuos, bien con otras organizaciones de individuos agrupados para escapar de ese mercado y de sus leyes. Asociaciones religiosas, instituciones sin fines de lucro, sindicatos, partidos políticos, gobiernos, parlamentos...son organizaciones que de una forma u otra, con distinta amplitud de miras, y con distintas finalidades proponen soluciones al problema económico alternativas a las del mercado. El Siglo XIX se inicia con un sistema de valores no antagónico con el mercado y con un sistema jerárquico estatal acomodado a las necesidades del mercado. Pero, probablemente por las tecnologías de la época, el mercado no regula directamente mediante los precios la actividad de los individuos. Lo hace indirectamente a través del sistema de precios la finalidad de un tipo de organización específica: la empresa. La actividad de los individuos dentro de la empresa queda regulada jerárquicamente por un conjunto de órdenes, reglamentos, tareas o rutinas. El sistema de precios afecta a la finalidad de la empresa, quien claramente dirige su producción hacia el mercado, y también afecta a la motivación de los individuos para integrarse dentro de la empresa. Pues esa empresa del Siglo XIX tiene un rasgo característico: es una empresa capitalista. Mercado no es sinónimo de capitalismo. Cierto es que en nuestra historia la extensión y consolidación del mercado coincidió con la extensión y consolidación de la empresa capitalista. Pero quizá fuera sólo una coincidencia. El mercado sirve para lo que sirve. Y hay problemas que no puede solucionar. El mercado no tiende a satisfacer las necesidades humanas, sino aquellas necesidades humanas que están respaldadas con dinero. El mercado no puede proporcionar bienes públicos, sino sólo privados. El mercado no puede asegurar, en nuestro tiempo histórico en el que el pasado está dado y no se puede cambiar y el futuro es incierto y no se puede predecir, que todo lo ofrecido se demande. ¡Error!Marcador no definido. Tales problemas son del mercado, no del capitalismo. Las empresas podrían ser cooperativas, o propiedad del estado, la motivación de los individuos para dedicar a ellas su tiempo podría ser de cualquier índole, e incluso la actividad de los individuos dentro de la empresa podría no ser fundamentalmente jerárquica, pero mientras que la finalidad de esas empresas fuera el mercado subsistirían. los problemas asociados con el mercado ----Pero la empresa de nuestra Edad Contemporánea no sólo tenía una finalidad de mercado sino que también era una empresa capitalista. El capital es simplemente un dinero con el que se compra algo con la finalidad de obtener más dinero. Y la acumulación capitalista es lo anterior sólo que continuado: dinero que compra algo con lo que al ser vendido se obtiene más dinero con el que comprar algo y obtener más dinero... Confluye en el capital la necesidad de un mercado en el que comprar y vender, y de ese ánimo de lucro por parte de sus propietarios al que antes hemos hecho referencia. El capital fue el motor de la expansión del mercado. La empresa capitalista es simplemente un algo más que en un momento determinado compra el capital para obtener más dinero, vendiendo la empresa si fuera el camino más rentable para acrecentar el capital, o utilizando la empresa para lo mismo. El capital compra o instala la empresa, es decir, considera - aquí el papel del empresario-, que en este mundo incierto una cierta idea de producir algo puede ser lucrativa. Compra una tecnología incorporada a una maquinaria, compra materias primas y fuerza de trabajo, y compra incluso a directores o gerentes que se encargarán de llevar adelante la tarea. Poco debía importarle en 1840 a un picador de carbón que su empresa fuese capitalista o perteneciente al Sacro Colegio. ¡Error!Marcador no definido. Pero para nosotros, que tenemos que entender lo ocurrido, si resulta relevante. El capital es el motor de la expansión del mercado puesto que debe usar a este para sus fines de acumulación. Pero además el capital propone una distinción entre las riquezas. Un pobre nunca puede ser capitalista, pero un rico puede no serlo. Un rico, en dinero, puede utilizar éste y al mercado para satisfacer sus deseos: construir mansiones, practicar la beneficencia, organizar comilonas, o amasar el dinero en los sótanos de sus propiedades. Un avaro no es tampoco un capitalista. Capitalista es quien utiliza su dinero con el fin de obtener más dinero. Y afortunadamente para el progreso de la tecnología la empresa industrial ofrecía las características requeridas para la acumulación del capital. ----Y luego están los pobres. Aquellos sin capital para acumular, sin posibilidades de comprar algo que vender y de nuevo comprar algo que vender...Sin posibilidades de competir artesanalmente en un mercado frente a unas tecnologías que exigían, incorporadas en maquinaria, grandes cantidades de dinero para poder comprarlas. Pudiendo sólo vender su capacidad para trabajar, su fuerza de trabajo. El capital posee la empresa y eso significa dos cosas: que la propiedad de lo producido pertenece sólo al capital, y que la finalidad de la empresa quedará en función exclusiva de los deseos del capital. No se trata, aunque aquellos lectores que hayan leído algunos textos de economía se encontrarán en ellos con lo contrario, de una empresa que contrata en igualdad de condiciones "capital" y trabajo. El capital y el trabajo no son dos "factores productivos" sin más que se utilicen de forma conjunta. El "factor" capital posee la producción final, el "factor" trabajo no. La finalidad de la empresa capitalista es el mercado con el objetivo de maximizar los beneficios, no de ¡Error!Marcador no definido. maximizar la masa salarial. Ya dijimos que es el mercado y no el capitalismo quien no puede enfrentarse con determinados problemas, pero el carácter de la empresa capitalista, con las tecnologías de la época, acentuaban algunos de esos problemas: particularmente los del "factor" trabajo. Una empresa cooperativa matiza la finalidad de mercado con la estabilidad de sus miembros y suaviza la maximización del beneficio con los salarios asignados a los participantes. La empresa capitalista despedirá y contratará a su libre antojo con la única limitación de las leyes que deba cumplir y tratará de pagar el menor salario posible. ----Masas de individuos sin otra valía para el mercado que su capacidad de trabajar se afanaban en conseguir "un trabajo" remunerado miserablemente y en unas condiciones denigrantes. Los excluidos del festín recordaban aquello de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, y comenzaron a tratar de practicarlo comenzando por lo más elemental: combatiendo al mercado con la organización. Fraternidades, cofradías, restos de antiguos gremios, sindicatos incipientes fueron los grandes enemigos del poder de mercado. Ni siquiera trataban de competir por el poder de mercado, sino simplemente de defenderse de éste. Pero fueron combatidas a sangre y fuego con el apoyo de un poder jerárquico en sintonía con el de mercado. Es bueno el recuerdo. Y debemos recordar que hubo obreros fusilados por reclamar un embrión de seguridad social; que los sindicatos quedaban estrictamente prohibidos y que la muerte no natural era frecuente para el que no se limitaba exclusivamente a trabajar como un pobre animal, obediente y dócil. Los grandes músicos componía obras inolvidables, la ciencia avanzaba con pasos de gigante, se construían ciudades y el espíritu de algunos andaba ciertamente libre. Pero cuánta sangre y miseria y desesperación y el no entender para los más. ¡Error!Marcador no definido. El mercado no tuvo sólo que enfrentarse a organizaciones rivales, o mas que nada defensivas en este caso, sino que se encontró con el nacimiento de un sistema de valores cohesionado, potente y completamente antagónico: el marxismo. Las organizaciones obreras comenzaron a impregnarse de una ideología que superaba aquellos valores de libertad, igualdad y fraternidad que las habían mínimamente cohesionado. El marxismo ofrecía además una visión de la historia. De la historia general para los más cultos y de la historia del sufrimiento individual para los menos. Ofrecía una explicación del porqué y ofrecía un hacia dónde convirtiéndolo además en algo necesario, en un avatar. El mercado capitalista se encontró, en el lenguaje que entiende, con un serio problema de costes para el mantenimiento de su supremacía. No se trataba simplemente de que las organizaciones obreras elevaran los salarios y consiguieran condiciones de trabajo que se reflejaban negativamente en la contabilidad de los beneficios. Era también que el sistema jerárquico definidor y protector de la propiedad privada y de la santa libertad del comercio necesitaba cada vez más medios materiales, dinero en la visión del mercado, para mantener el logro en sus objetivos. Dinero para la represión del movimiento creciente, dinero para confidentes, dinero para armas, dinero para comprar la paz social en la que el mercado, temeroso y pacífico, puede desenvolverse. "Nada tenéis que perder excepto vuestras cadenas" había escrito junto con Federico Engels el señor Carlos Marx, y la verdad es que aquella gente poco tenía que perder. La miseria, la desesperación, el hambre no eran inventos de los revolucionarios. Allí estaban como caldo de cultivo de la insurrección. La moral religiosa cristiana, católica y protestante, junto con la herencia feudal de la responsabilidad del poderoso frente a los sufrimientos del indigente, y el miedo del mercado a lo que podía suceder confluyeron para instaurar una caridad laica y general que fue la base del Estado Benefactor. ¡Error!Marcador no definido. Por fin se volvía a admitir, tras el medioevo, que los problemas mas atroces de pobreza y miseria no debían dejarse sólo para que los solucionase la caridad privada.Lo jerárquico podía instaurar nuevas "leyes de pobres". El pacto keynesiano Aunque para susto, el que se llevaron algunos en 1917. El movimiento revolucionario había tomado el poder en las Rusias. Los diez días que estremecieron al mundo fueron más que el título del libro de John Reed. Lo estremecieron realmente. Y lo siguieron estremeciendo hasta finales de los ochenta. No se puede explicar el Estado de Bienestar sin 1917. El movimiento comunista había demostrado en un lugar extenso del mundo que era capaz de acabar con el sistema capitalista y con el poder de mercado asociado. En la nueva Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas el poder quedaba germinalmente en manos de la organización jerárquica. Y como cualquier organización de poder emergente se aprestó a eliminar el poder rival: el poder de mercado y el asociado al sistema de valores. Había que acabar con el mercado y con las viejas creencias religiosas o laicas. Acabar con ellos para volver a construir otro mercado y otro sistema de valores congruente con el poder jerárquico de la organización del Partido. Aquello funcionó. Y funcionó sobre todo militarmente como se comprobó en la segunda guerra mundial. Tras el final de la guerra el poder occidental tuvo necesariamente que reflexionar. El período entre guerras había sido suficientemente revelador en cuanto a la distinta eficacia de los sistemas económicos. El poder de mercado, en su forma capitalista, había tenido un trance revelador en cuanto a su eficacia como organizador social. Por si fuera poco con el efecto demostración que para los trabajadores occidentales podía suponer la emergente URSS, en 1928-32 la crisis económica ¡Error!Marcador no definido. se generalizó demostrando que ese sistema no sólo era incapaz de proporcionar bienestar a la mayoría, sino que además no generaba empleo en la medida necesaria. Ni tampoco, no lo olvidemos, beneficios seguros. La experiencia soviética, y el nacionalsindicalismo alemán, y el fascismo italiano proporcionaban un cierto nivel de bienestar y aseguraban el pleno empleo a costa de las libertades democráticas. Pero en Estados Unidos se había probado un sistema similar en cuanto los logros pero que resultaba compatible con el poder del mercado y con las libertades políticas: el New Deal de Roosvelt. Tras el final de la segunda guerra mundial la URSS, potencia guerrera, había logrado la adscripción al comunismo de media Europa. Las poderosas organizaciones cívico-militares que habían luchado eficazmente contra el fascismo y el nacismo y que representaban el auténtico poder de la Europa liberada eran básicamente comunistas. Y el país de las gentes numerosas, China, comenzaba en 1949 su larga marcha, también comunista. ----Llamamos Pacto Keynesiano al acuerdo social implícito que permitió la construcción en Occidente del Estado de Bienestar.10 De acuerdo con su diseño se permitiría el crecimiento de los salarios reales y del tipo de beneficio, de la masa salarial global y de los beneficios totales en un marco general de seguridad, y sobre todo de pleno empleo, sin cuestionar las libertades y afianzando, profundizando y extendiendo la democracia. Y todo ello se haría reduciendo a lo más mínimo la discusión distributiva y con estabilidad del peso relativo del sector público en la economía. En nuestros días esto se consideraría una especie de carta a los Reyes Magos e inmediatamente algún sabio nos hablaría sobre la imposibilidad de lograr conjuntamente esos objetivos bajo tales restricciones. Pero la base teórica para llevar ese experimento adelante existía, y lo que es lo mejor tal ¡Error!Marcador no definido. experimento funcionó dando lugar a las dos décadas prodigiosas. Y su espíritu, aunque a algunos les pese, aún vaga gimiendo por los despachos oficiales, las asambleas de trabajadores, en las salas de ordenadores de las multinacionales y en los pasillos de los hospitales de la Seguridad Social. El pleno empleo El núcleo del pacto keynesiano, la base sobre la que se asentaba todo el Estado de Bienestar era el pleno empleo. Por ello mismo cuando el pleno empleo desapareció en 1973 todo empezó a resquebrajarse. El mundo occidental bajo la vigencia del pacto keynesiano nunca volvería a vivir una crisis como la del 28-32. Si los trabajadores quisieran transformar profundamente el sistema iban a tener, ahora, mucho que perder: fundamentalmente su seguridad. Ese pleno empleo era completamente compatible con la innovación tecnológica. El conjunto de los trabajadores tenían asegurado su empleo, aunque esto no significó que el trabajador individual tuviera siempre el mismo puesto de trabajo. La destrucción creadora schumpeteriana11 seguía funcionando. Cerraban empresas y se creaban nuevas y los trabajadores expulsados de las primeras encontraban empleo en las segundas. El incremento de la productividad agrícola expulsaba continuamente mano de obra, pero el sector industrial y sobre todo el de servicios la absorbía. El pleno empleo suponía muchas veces para los trabajadores el cambio funcional o la movilidad geográfica dentro del propio país o, en el caso de los trabajadores de los países occidentales más pobres, la necesidad de la emigración. La vida no era sencilla y los costes del desarraigo eran importantes. Se debía renunciar a formas de vida y tradiciones. La familia ¡Error!Marcador no definido. se fue convirtiendo poco a poco en otra cosa. Pero el empleo, con esos costes, estaba asegurado. Había desaparecido el miedo a no encontrar empleo, había desaparecido el miedo a ser un inútil en la vejez, había desaparecido el miedo a no poder educar a los hijos, había desaparecido el miedo a no tener medios para enfrentarse con la enfermedad. Habían desaparecido muchos miedos y consecuentemente se había incrementado la libertad. ----El gobierno gestionaba la demanda para asegurar el pleno empleo, pero eso no significaba que todo el peso del crecimiento económico recayera sobre el gasto público. La demanda se sostenía y crecía debido parcialmente al incremento del gasto público - que no olvidemos tenía un límite impuesto en el pacto - pero también y sobre todo al aumento de la inversión privada y de las exportaciones. En la idea keynesiana el comercio exterior desempeñaba un importante papel. 12El relanzamiento conjunto de las economías estimularía en cada una de ellas las importaciones, que son siempre exportaciones para los demás. Bajo unas condiciones de tipos de cambio fijo y estables que permitieran la configuración de unas expectativas adecuadas en cuanto a los mecanismos de pagos internacionales, el sector exterior aparecería en todos los países como un elemento dinamizador de sus economías. El pleno empleo y unos salarios relativamente elevados aseguraban la demanda de consumo. La intervención activa del sector público como demandante a las empresas privadas de bienes y servicios, configuraba la cartera de pedidos generada por el gasto público. La confianza internacional generada por las instituciones correspondientes y el relanzamiento de las economías nacionales aseguraban asimismo los pedidos al sector exportador. Y, por último, el propio clima general, la confianza en el futuro y los sustanciosos tipos de beneficio ofrecidos, afianzaban una creciente inversión que incorporaba ¡Error!Marcador no definido. los últimos avances tecnológicos. ----Y todo ello se hacía sin vulnerar los términos del pacto. Mientras que los salarios reales creciesen al mismo ritmo que la productividad la distribución de la renta permanecería inalterada. Bien es verdad que la situación de pleno empleo posibilitaba una presión por parte de los sindicatos de trabajadores que podrían haber conseguido fácilmente incrementos mayores de los salarios reales. Pero el propio diseño del Estado de Bienestar limitaba esa presión salarial. El salario de un individuo tiene muchos destinos. Con el se compran los bienes de consumo, se paga la educación, la sanidad, se ahorra para algún "imprevisto" y se reserva para el futuro. En el Estado de Bienestar, para quien así lo desease, la educación de los hijos era gratuita o fuertemente subvencionada, e igualmente ocurría con la sanidad. El mantenimiento del pleno empleo, y el seguro de desempleo para cubrir los períodos en los que alguien era despedido de un trabajo y todavía no había encontrado uno nuevo, hacía que los posibles "imprevistos" no tuvieran que ver con el gran terror del pasado: el paro. Por último las pensiones de jubilación y las condiciones acordadas una vez transcurrieran los años de trabajo, no hacían necesario un gran ahorro para hacer frente a esos años finales. La sanidad, la educación, el seguro de desempleo y las pensiones de jubilación limitaban psicológicamente las reclamaciones salariales en un momento en que el pleno empleo hubiera posibilitado incrementos de los salarios absolutamente justificables. Y precisamente eso es lo que habría ocurrido si se hubiera tenido que seguir atendiendo individual y privadamente a todas aquellas necesidades presentes y futuras de las que ahora se hacía cargo el Estado de Bienestar. ¡Error!Marcador no definido. Tal mecanismo aseguraba el cumplimiento de una de las condiciones del pacto: la estabilidad de la distribución de la renta. La otra condiciónel no crecimiento del peso relativo del sector público - era consecuencia del propio crecimiento económico. Con una mayor inversión privada y el fomento de las exportaciones el sector público podía crecer sustancialmente en términos absolutos sin hacerlo en términos relativos.13 Un gasto público que además, de una forma indirecta siempre y de una directa la mayor parte de las veces, fomentaba la demanda efectiva de las empresas privadas. El Estado, artífice directo de una política económica intervencionista,aseguraba por una parte la demanda efectiva para las empresas, y por otra limitaba los costes de éstas posibilitando así un tipo de beneficio sustancioso y seguro. La actuación sobre los costes no sólo se daba a través de la limitación de los incrementos salariales derivada de la provisión pública de aquello que se hubiera tenido que proveer privadamente vía salarial. También se actuaba sobre los costes mediante los grandes planes públicos de educación. Las tecnologías de la época, derivadas en su mayor medida del paso al sector civil de invenciones militares de la segunda guerra mundial, exigían para su utilización de una gran masa de trabajadores con cierto grado de formación. El Estado, utilizando las economías de escala de una educación generalizada, podía proporcionar a las empresas la mano de obra cualificada que estas necesitaban sin tener que recurrir ellas mismas, con el coste asociado, a impartir esa educación. El Estado, transformado ahora en Estado de Bienestar, asume la responsabilidad del funcionamiento correcto del diseño social. Pero ese diseño no era exclusivamente para un único país. Era algo común a todo Occidente; ese Occidente que queda caracterizado por su historia y por su geografía, pero que sobre todo queda definido militarmente. El Estado y los Organismos Internacionales ¡Error!Marcador no definido. El Estado de Bienestar supone una mezcla de Jerarquía, Mercado y Valores sustancialmente distinta de la precedente. El mercado sabe que para continuar su consolidación tiene que, al menos temporalmente, aceptar un cambio profundo en el mundo jerárquico y en el valorativo. No basta con que lo jerárquico estatal defienda simplemente la propiedad privada y la libertad de comercio; ahora tiene que hacerlo de una forma más compleja. Debe constituir en primer lugar un fortísimo poder militar que defienda al mercado del demostrado poder militar del comunismo. En segundo lugar lo jerárquico estatal tiene que defender al mercado del mercado mismo. Debe diseñar una política económica que garantice el pleno empleo del capital para el mantenimiento de los tipos de beneficio, y el pleno empleo del trabajo para el mantenimiento de la paz social.14 Estos dos nuevos objetivos del Estado en su aspecto jerárquico exigían transcender al Estado nacional. Y la creación de distintas organizaciones internacionales debe examinarse bajo esa perspectiva. Del objetivo militar se encarga la OTAN. Del objetivo del pleno empleo diversas instituciones. El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento es el organismo encargado de iniciar el primer gran crecimiento de la demanda internacional, con planes de reconstrucción de lo destruido por la guerra en Europa, y de fomento de los planes de desarrollo nacionales. El relanzamiento colectivo se deberá traducir en un incremento del comercio internacional.Y de tratar de que tal cosa así suceda se encarga el GATT. Por último el FMI queda como institución que vela por el intento de mantener los tipos de cambio fijos entre las monedas, tan necesarios para la planificación de los cobros y pagos internacionales. En Yalta se habían diseñado las fronteras europeas - que no se modificaron hasta 1989 - y se habían determinado distintas zonas de influencia. Quedaba claro qué era y de qué ¡Error!Marcador no definido. países constaba el Primer Mundo y quedaba también claro qué era y qué países componían el Segundo Mundo. El Tercero quedó, entre otras cosas, para que los del Primero y el Segundo pudieran competir allí entre ellos, pudiéndose utilizar si resultara necesario las vidas y sangre de los del lugar. ----El Estado de Bienestar se construyó en Occidente en un momento en que el poder de mercado se sentía amenazado eficazmente por un poder rival: la organización comunista. A la amenaza externa se podía oponer un poder militar, pero con la amenaza interna había que proceder de otra forma. Había que eliminar de una vez por todas las lacras sociales de las que el mercado se sabía responsable y que eran el caldo de cultivo de las posiciones revolucionarias. Había que acabar con el desempleo masivo que aparecía de forma recurrente, había que acabar con la miseria, la ignorancia y la desesperación. Los trabajadores debían sentirse incluídos en un crecimiento común y tenían que dejar de sentirse desposeídos. Pero para ello había que hacerles partícipes de ese desarrollo y propietarios de bienes. Pero además, de esa participación y de esa propiedad las empresas deberían sacar beneficios. Con lo que era necesario reorientar la producción hacia el consumo de masas. El capital estaba dispuesto a transformar lo que hubiese que transformar para mantener su poder. Y como el poder del capital se mide en términos de mercado se especificó la condición bajo la que se daría esa transformación: el poder de compra de los beneficios debía mantenerse en relación con los salarios y el gasto público. Ni se debía alterar sustancialmente la participación de los salarios en el producto total ni el peso del sector público en ese producto debería incrementarse. El pacto keynesiano proporcionaba las bases para la edificación del Estado de Bienestar, la democracia política legitimaba formalmente el proceso, los organismos ¡Error!Marcador no definido. internacionales cuidaban de los aspectos globales, comerciales, financieros y militares, y los trabajadores occidentales se aprestaban a adentrarse en dos décadas de bienestar jamás soñadas ni por sus antepasados ni por ellos mismos. ¡Error!Marcador no definido. Cp.2 EL DESARROLLO DEL ESTADO DE BIENESTAR Y SU FRACASO Tiempo y técnica Según se consolidaba el Estado de Bienestar no sólo se producían las transformaciones jerárquicas necesarias para el nuevo mercado. También se dieron modificaciones importantes en el sistema de valores. Particularmente, en el ámbito familiar dos fueron los cambios culturales significativos: la desaparición progresiva del trabajo infantil y la incorporación de la mujer casada urbana al trabajo por cuenta ajena. Lo primero fue un fenómeno generalizado y continuo. La educación obligatoria se generalizó y fue incrementando paulatinamente el número de años que abarcaba. La pérdida de ingresos familiares como consecuencia de este hecho fue compensada con creces por los aumentos salariales de los miembros adultos. La incorporación al trabajo por cuenta ajena de la mujer casada necesita una explicación más extensa. Ya a principio de los cincuenta la generación de demanda efectiva resultaba de tal calibre que no solamente se había logrado el pleno empleo, sino que la fuerza de trabajo comenzaba a ser realmente algo escaso. En tales casos siempre se puede recurrir a la inmigración extranjera, y así se hizo aunque con cierto temor a complicar aún más una sociedad ciertamente compleja. La incorporación de la mujer casada podía aliviar el problema, pero eso no se produciría así como así. De momento existía un rechazo cultural a tal incorporación. Y además ese rechazo se asentaba en una sólida sabiduría económica. La sabiduría de la división del trabajo. En el hogar se efectúa un proceso de producción semejante al que se realiza en cualquier fábrica15. La familia obtiene bienes que compra en el mercado y, utilizando tiempo los transforma en algo que es al final disfrutado por sus miembros. ¡Error!Marcador no definido. Los bienes que se compran fuera, a los que habitualmente nos referimos como "consumo", son únicamente las materias primas de ese proceso de transformación. La división del trabajo había instituido culturalmente que fuera la mujer casada la que usara su tiempo dentro del hogar para "producir" limpieza, alimentos, comodidad...mientras que el marido utilizaba su tiempo para, trabajando por cuenta ajena obtener mediante dinero y en el mercado las materias primas que se utilizarían en la producción doméstica. Así, de la misma forma en la que hablamos de técnicas de producción, podemos referirnos a técnicas de consumo para hacer referencia a la tecnología utilizada en ese proceso de transformación que tiene lugar dentro del hogar.16 Las técnicas de consumo pueden ser intensivas en tiempo, cuando éste es el elemento fundamental y poca importancia tienen los bienes obtenidos en el mercado, o bien pueden ser técnicas intensivas en bienes, cuando la mayor parte de la transformación ya viene incorporada en el producto comprado y es necesario muy poco tiempo para su consumo final. Para que se elevase el número de individuos que tratasen de encontrar un puesto de trabajo, y una vez limitada la emigración, era necesario conseguir que alguien que antes no deseaba trabajar por cuenta ajena estuviera ahora dispuesto. Para ello, y tomando la familia como unidad familiar se hacía necesario tres cosas. En primer lugar, y una vez que los más pequeños se excluían de ese contingente dada la obligación de la educación, la unidad familiar tenía que desear elevar de forma sustancial su nivel de vida, compensando con ello el miedo al profundo cambio cultural que iba a experimentar. En segundo lugar era necesario una modificación en las técnicas de consumo que liberasen tiempo, es decir un cambio a unas técnicas más intensivas en bienes. En tercer lugar, y dado que esas técnicas que permitirían liberar el tiempo de la mujer de sus tareas domésticas, por ser intensivas en bienes eran lo suficientemente caras para casi absorber el salario que iba a obtener en el trabajo, había que convencer precisamente que el uso de esas técnicas era lo que ¡Error!Marcador no definido. determinaba la mejora generalizada en el nivel de vida de la familia. Los cambios en las formas de consumo y en las de producción supusieron un cambio general y profundo de las formas de vida de la época17. Se incrementó la intensidad en el consumo y se elevó la productividad. Y además esta última aumentó de tal forma que comenzó a no ser posible el sostenimiento del pacto keynesiano. ----El propio Keynes era consciente en 1936 que la gestión de la demanda para el mantenimiento del pleno empleo podía encontrase con problemas. Pero el vio venir esa dificultad de la presión demográfica18, y de donde surgió fue de lo que es el problema dual: la productividad. Si la población en edad de trabajar crece a un 5%, sin cambios en la productividad, ni en la jornada de trabajo ni en la eficiencia de éste, la producción debe crecer a un 5% para mantener el nivel de empleo. Pero si la población en edad de trabajar no crece, ni se modifica la jornada de trabajo ni la eficiencia del mismo, pero la productividad se incrementa en un 5%, la producción también deberá crecer a un 5% para mantener el nivel de empleo. Keynes parecía temer más a un crecimiento de la población que a un incremento de la productividad. Quizá porque no imaginara un mundo en que los incrementos de productividad fuesen constantes y significativos. Y esa falta de percepción suya le coloca, curiosamente, junto los más grandes economistas del pasado que nunca fueron capaces de prever los inmensos incrementos de productividad del trabajo que iban a tener lugar en nuestra historia más reciente. Y la productividad creció significativa y continuamente cambiando las formas de vida de los individuos. Con incrementos en la productividad del trabajo, para mantener la misma proporción de la población total como población potencialmente ¡Error!Marcador no definido. activa, esos incrementos deben de ser compensados con aumentos en la intensidad del consumo o con reducciones de lo que hemos denominado incompatibilidad de éste. Permítaseme un ejemplo trivial. Supongamos dos máquinas estrambóticas: una de ellas lanza pelotas a un contenedor y la segunda las recoge. La lanza pelotas trabaja la mitad del día y la recoge pelotas la otra mitad, y se ha conseguido que la segunda recoja en su tiempo de funcionamiento todas las pelotas que la primera lanza. Si ahora la lanza pelotas lanza el doble en el mismo tiempo y deseamos que siga funcionando la mitad del día, para que al final de este todas las pelotas estén recogidas, o la máquina recoge pelotas se las va tragando el doble de rápido en su mitad del día o, con su ritmo natural tendrá que estar funcionando el día entero: la mitad del día tragando pelotas mientras la otra las echa y la otra mitad del día trabajando sola.19 Siempre que se produce un incremento de productividad, sin modificar la jornada de trabajo y la eficiencia de éste, el mantenimiento del empleo exige que la producción crezca al mismo ritmo que la productividad. Si se incrementa la productividad, hay pleno empleo y se desea que las mismas personas sigan trabajando, existen dos posibilidades: o se incrementa la intensidad del consumo (tragar más bolas en el mismo tiempo), o se reduce la incompatibilidad del consumo (tragar bolas mientras se producen estas). El cambio de técnicas de consumo, en el sentido de utilizar en la transformación doméstica más bienes comprados en el mercado y menos tiempo, es una de las posibilidades para absorber el incremento de la productividad con pleno empleo. La otra es hacer más compatibles los actos de producción y de consumo. Veamos un poco el significado de esto último. Hay actividades de consumo que requieren un tiempo exclusivo incompatible con la producción, como por ejemplo dormir. Y hay actividades de consumo absolutamente compatibles con el trabajo, como por ejemplo vestir. ¡Error!Marcador no definido. Ya se que los lectores podrán poner ejemplos de alguien que compatibiliza el dormir con su tiempo de trabajo, y otros en los que precisamente el vestido es algo absolutamente incompatible con el trabajo que se realiza. Pero no es el caso general. Electrodomésticos, alimentos precocinados, ... son el ejemplo de técnicas de consumo poco intensas en tiempo. Comidas de trabajo - desde las que tienen lugar en restaurantes elegantes -hasta el taxista que toma un bocadillo mientras conduce, el uso del bien vestir en el trabajo,...son ejemplos de actividades de consumo compatibles con la producción.20 La aceptación social de esas nuevas formas de vida vendrá después, o incluso su valoración como "algo moderno". Pero son modificaciones necesarias si se quiere asegurar el pleno empleo para la misma proporción de población total que se declara potencialmente activa y bajo las mismas condiciones de jornada de trabajo y de eficiencia del mismo. El mantenimiento del pleno empleo El aumento de la productividad del trabajo, requiere, como hemos visto, el incremento de la producción para mantener el pleno empleo con las mismas condiciones de trabajo. Y, como también habíamos advertido, las elevaciones de la productividad del trabajo fueron sustanciales al incorporar, en las dos décadas tras el final de la segunda guerra mundial, tecnologías derivadas de buena parte de las invenciones elaboradas en el período bélico. La importancia de la inversión privada, estimulada por unas expectativas favorables sobre un crecimiento continuo, fue determinante en la incorporación de esa tecnología. Pero la necesidad de un crecimiento que absorbiera el incremento de la productividad sin causar desempleo, conducía a la necesidad de una mayor demanda efectiva, una mayor cartera de pedidos, para que las empresas pudieran, persiguiendo unos ¡Error!Marcador no definido. mayores beneficios, incrementar sustancialmente la producción. Ahora bien, la demanda de bienes finales o se deriva del consumo interno, o de la inversión privada, o del gasto público, o del sector exterior vía exportaciones. Además del buen comportamiento de la inversión privada, la demanda de esos productos de consumo de masas exigía el crecimiento de los salarios reales de los trabajadores. Un crecimiento que comenzaba a superar a aquel acordado en el Pacto Keynesiano original. El gasto público generaba demanda efectiva de forma directa e indirecta para las empresas. Pero el recurso al gasto público como creador de empleo podría también violar los términos del pacto en los que el peso del sector público debía mantenerse en determinados niveles. Y por último, en relación con el sector exterior siempre se podría conseguir un aumento de las exportaciones recurriendo a la devaluación de la moneda. Pero ello también violaba el espíritu inicial y la actitud cotidiana de las instituciones internacionales diseñadas para la transparencia del comercio y el mantenimiento de los tipos de cambio de las diferentes monedas. Tratar de mantener el pleno empleo podía comenzar a incumplir algunos de los términos del pacto keynesiano original. El sector público podría crecer por encima de lo deseado, los salarios reales podría elevarse por encima del incremento de la productividad, y los países podían verse tentados a recurrir a la devaluación de sus monedas para conquistar más cuota de mercado exterior. ----El crecimiento de los salarios por encima de la variación de la productividad no sólo redistribuía la renta en contra de los beneficios, sino que también, y precisamente por eso, contribuía a la reducción del tipo de beneficio empresarial. El cociente entre el salario real y la productividad del trabajo nos informa siempre de la parte de la producción que se ¡Error!Marcador no definido. destina a los salarios, esto es de la distribución21 de la renta a favor de salarios. Si un trabajador produce diez "cosas" en un determinado período de tiempo - su productividad es de diez - y su salario real - lo que puede comprar con el salario monetario que percibe en ese período de tiempo - es de cuatro "cosas", quiere decir que de diez "cosas" que se producen cuatro van a salarios. La distribución de la producción es del 40% a favor de salarios. La distribución a favor de salarios es el cociente de dividir el salario real entre la productividad del trabajo. De ahí que para que ese cociente se mantenga constante el tanto por ciento de variación del numerador debe ser el mismo que el tanto por ciento de variación del denominador. Si la productividad crece más que el salario real se redistribuye en contra del trabajo, y si los salarios reales crecen más que la productividad se produce una redistribución de la renta a favor de los trabajadores. Y la distribución de la renta es uno de los determinantes del tipo de beneficio. Sigamos con el ejemplo en el que la productividad del trabajo era de diez "cosas" y que el salario real del trabajador era de cuatro "cosas"; con la distribución a favor de salarios de un 40%, o bien la distribución a favor de beneficios del 60%. Supongamos ahora que el capital ha comprado una máquina que le ha costado 400 "cosas" y que esa máquina cuando está a pleno rendimiento produce 40 "cosas" en un determinado período de tiempo. El tipo de beneficio se calcula dividiendo los beneficios obtenidos entre el valor del capital. Si la máquina se usa a pleno rendimiento se obtienen las 40 "cosas", de las que se entregan como salarios 16 (el 40% de la producción) y se quedan como beneficios 24 "cosas" (el 60% de la producción). El tipo de beneficio obtenido sería el resultado de dividir los beneficios obtenidos, 24 "cosas", entre el valor de la máquina, 400 "cosas", esto es el 6%. La relación entre el valor de la máquina y la producción ¡Error!Marcador no definido. que de ella puede obtenerse se suele denominar relación capital-producto y es algo que, obviamente, depende extremadamente de la tecnología utilizada. Pues bien el tipo de beneficio, en el caso en que la máquina se esté utilizando a pleno rendimiento podría obtenerse simplemente también dividiendo la distribución a favor de beneficios - 60% - entre el valor de la relación capital producto - en nuestro caso 10 = 400/40 - obteniéndose nuevamente el valor del 6%. Claro que ese es el tipo de beneficio máximo que puede obtenerse con tal máquina si hacemos que funcione a pleno rendimiento. Pero si por cualquier problema, carencia de pedidos por ejemplo, la máquina sólo funcionase la mitad del tiempo o lo hiciese a la mitad de su rendimiento el tipo de beneficio no sería el 6%, sino el 3%. Por todo ello vemos cómo el tipo de beneficio queda afectado por los valores que adopten la distribución de la renta a favor de salarios (cuanto mayor esta menor el tipo de beneficio), la relación capital-producto (cuanto mayor esta menor el tipo de beneficio) y la tasa de utilización del capital (cuanto mayor esta mayor el tipo de beneficio). La tecnología usada, la distribución de la renta y la utilización de la capacidad instalada son los tres factores que determinan el valor que adoptará el tipo de beneficio.22 ----Las tendencias que antes se apuntaban de incrementos de los salarios reales por encima de los aumentos de la productividad no sólo alteraban la distribución del producto, sino que deterioraban el tipo de beneficio. El capital, que usaba al mercado como forma de poder, había consentido la reforma del Estado en parte por miedo a un cuestionamiento a fondo del sistema, pero también por interés. El pacto keynesiano se le había presentado de forma que no deterioraba su poder. Su poder de compra en el mercado crecería de forma absoluta aunque se mantendría, esa era su cesión, de forma relativa. ¡Error!Marcador no definido. La realidad del pacto cumplía con el objetivo de incremento de su poder de compra de forma absoluta, pero la redistribución a favor de salarios que comenzaba a apuntarse reducía su poder relativo. Y había algo más grave. De momento el aumento de la producción hacía que aunque la participación de los beneficios en la renta comenzase a disminuir, aunque los beneficios totales se mantenían crecientes. Pero el comienzo del deterioro del tipo de beneficio señalaba hacia una dirección en la incluso los beneficios globales podían comenzar a retroceder. Y si eso ocurría con los salarios, el comportamiento del gasto público resultaba también preocupante para el mercado. Su proceder comenzaba a apartarse de lo acordado en el pacto. Público y Privado Posiblemente el origen de la confusión actual sobre el significado de lo público y de lo privado tengamos que situarla en aquellos momentos de construcción del Estado de Bienestar. Hoy en día lo público parece asociado a lo estatal y lo privado vinculado al mercado. Trataremos de poner en claro esta confusión y de determinar su posible origen. Hay formas jerárquicas de actuar sobre los individuos, como también existe el mercado o los sistemas de valores. Cada sociedad, en su momento histórico utiliza la jerarquía el mercado o los valores para proporcionar tanto bienes públicos como privados. La satisfacción de necesidades o deseos privados puede ofrecerse a través de un sistema jerárquico, como cuando disfruto privadamente de un parque nacional; puede obtenerse a través del mercado, como cuando privadamente tomo un refresco en un bar; o puede obtenerse del retículo de valores, como cuando privadamente uso mi tiempo en una agradable conversación con un amigo. La satisfacción de necesidades o deseos públicos puede ¡Error!Marcador no definido. ofrecerse a través de un sistema jerárquico, como la seguridad o la justicia; puede lograrse a través del mercado, como cuando se compra una depuradora para limpiar las aguas de un río; o puede obtenerse a través del sistema de valores, como cuando las ciudades se embellecen porque sus habitantes gustan de poner tiestos en los balcones.23 Decíamos al comienzo del primer capítulo que convenía distinguir entre la actividad, la motivación y la finalidad en las organizaciones. Y conviene volver a ello para comprender la dimensión de lo público. Habíamos dicho que el mercado nada puede hacer ni con la pobreza ni con los bienes públicos. Con lo primero puesto que sólo satisface necesidades respaldadas con dinero, y con lo segundo por no estar los beneficiarios del bien dispuestos, tomados individualmente, a revelar sus preferencias en un mercado, esto es, a pagar por ello. Pero eso no significa que no pueda utilizarse el mercado en la solución del problema de la pobreza u en la provisión de bienes públicos. Una organización puede comprar en el mercado los bienes que necesitan los pobres y que no pueden conseguir por carencia de dinero. O bien esa misma organización puede entregar directamente el dinero a los necesitados para que ellos acudan al mercado a comprar lo que necesiten. De la misma forma, excepto un generoso altruista, ningún individuo acudirá al mercado solicitando los servicios de jardinería para unos terrenos que comparte con toda una comunidad de vecinos, ya que lo paga sólo él y lo disfrutan todos. Pero la Comunidad de Vecinos puede actuar como organización, distribuirse entre todos la cantidad a pagar, y acudir entonces al mercado. Con la pobreza y con lo público no puede tratar directamente el mercado. Pero las organizaciones de intermediación pueden conseguir esa relación. Las organizaciones de intermediación traducen a un lenguaje entendible por el mercado, la demanda, aquello que no era comunicable, bien porque las necesidades no quedaban avaladas con dinero, bien porque aunque existiera el dinero no ¡Error!Marcador no definido. había forma de proponer una demanda. Una cosa es que la comunidad de vecinos desee un jardín y otra muy distinta es que tengan que ser ellos mismos los jardineros - también podían intentarlo, con mayor o menor éxito -puesto que pueden recurrir al mercado constituyendo una organización de intermediación. Estableciendo un paralelismo, una cosa es que el Estado se haga cargo de la provisión de bienes públicos, y otra muy distinta que necesariamente tenga que hacerse cargo de la producción de esos bienes. Aquellos que se dediquen a la producción de bienes públicos no tienen que ser funcionarios estatales.24 El mercado nunca reaccionará a una necesidad pública, como tampoco reaccionará a una necesidad privada que no venga respaldada con dinero, pero las organizaciones de intermediación pueden lograr canalizar hacia el mercado ese tipo de necesidades. Y una buena parte del fracaso del pacto keynesiano se debió, a mi modo de ver, a la poca importancia que se concedió a esas organizaciones de intermediación. Sin ellas el mercado solo atenderá a necesidades privadas respaldadas con dinero y lo publico terminará confundido con lo funcionarial. ----El valor de todo lo que se produce en un país - el producto interior bruto a precios de mercado en la jerga de los economistas - puede siempre reducirse a tres componentes: trabajo, capital y materias primas importadas. Por ello, una vez deducido de ese importe el valor de esas materias primas importadas, lo que queda se reparte entre beneficios y salarios antes de impuestos. Tras eso, tres son los que compiten por la renta generada: el Estado con su derecho a la imposición, los asalariados con su derecho a la masa salarial y el capital con su derecho a los beneficios. Derechos todos respaldados en el poder jerárquico del Estado. ¡Error!Marcador no definido. A lo largo del combate ideológico, salarios, beneficios e impuestos se han visto como rivales y se han presentado cada uno de ellos como insustituibles. El capital ha propuesto la reducción de impuestos y salarios como algo conveniente para todos puesto que con unos mayores beneficios destinados a la inversión se promueve el crecimiento futuro donde no solamente se crearán más puestos de trabajo, sino que además con una mayor riqueza los salarios podrán ser mayores y también mayor por ello la recaudación de impuestos. Los trabajadores argumentan, cuando les dejan y pueden, que unos salarios mayores, a costa de reducir impuestos y beneficios significa de hecho una mayor demanda de productos, lo que constituye un incentivo para la inversión. Adicionalmente salarios elevados incentivarán a los empresarios a la incorporación de nuevas tecnologías ahorradoras de trabajo con lo que se fomentará la modernización tecnológica y mejorará la competitividad internacional del país. Unos mayores impuestos, arguye el Estado, proporcionan la base para acometer la transformación de las estructuras que necesita el país. Los impuestos de ahora se transformarán en crecimiento económico y en la mejora del bienestar de la sociedad. Son estos sin más, argumentos valorativos utilizados en la cotidiana lucha por el poder. Es lo que se dice aunque a menudo no se piense. El capital sabe, aunque sólo lo diga privadamente, que salarios y gasto público son fuentes de demanda, esto es de negocio. Unicamente si tiene en el horizonte la exportación no le importará que el gasto público se reduzca o que caigan los salarios; exportación, eso si, hacia un país donde el gasto público sea elevado y los salarios sustanciosos. Mirando al negocio interno el capital se muestra esquizoide. Lo interesante sería que el gasto público se elevase pero sin pagar mas impuestos y que los salarios de todas las empresas crecieran excepto en las que el tiene su capital arriesgado. ¡Error!Marcador no definido. Sabe que lo último es imposible y que un aumento del gasto sin elevar los impuestos o bien lleva a un aumento de la deuda pública que encarece los tipos de interés, o bien a un incremento de la cantidad de dinero en circulación que convierte en relativamente abundante algo que el quiere mantener escaso puesto que es la forma habitual de su riqueza: el dinero. La oposición a un mayor peso del sector público no significa que el capital ignore las posibilidades de negocio que ese mayor gasto puede proporcionarle, sino porque es una limitación a su propio poder sobre el mercado. El poder de mercado se basa en que a través de él, directa o indirectamente se controla la actividad de los individuos: el uso de su tiempo. El gasto público moviliza recursos, esto es tiempo de los individuos, independientemente de lo que ocurra en el mercado. No es el dinero lo que lleva a construir una escuela o una carretera, sino la "voluntad política" de que así se haga. El gasto público, determinado por otras motivaciones ajenas al mercado, moviliza recursos que el mercado no controla. Por ello, cuando se comenzó a gestar el pacto keynesiano en el que el Estado debía proteger al mercado del mercado mismo, se puso un límite al tamaño relativo de ese Estado. El mantenimiento del pleno empleo llevó al gasto público a crecer más de lo pactado, pero además vulneró uno de los principios que se daban por sobreentendidos. El Estado, como configurador del gasto público actuaba en el pacto como una simple organización de intermediación, canalizando hacia el mercado las necesidades públicas. Cuando dejó de comportarse como tal, dedicándose a la producción estatal y funcionarial de los propios bienes públicos demandados por la sociedad, cruzó el puente de no retorno. Para el capital, como hemos visto, el rechazo al incremento del gasto público se veía compensado por la satisfacción que le proporcionaba hacer buenos negocios. Pero cuando ese incremento del gasto público comenzó a excluir al mercado dejó de existir algo positivo en tal expansión de lo ¡Error!Marcador no definido. público. El gasto público había dejado de generar oportunidades de inversión en el sector privado. Y eso era un serio problema. El "clima social" Había un hecho objetivo: la caída del tipo de beneficio. Pero esa caída respondía a su vez a un funcionamiento autónomo del retículo jerárquico que en su comportamiento se había alejado de los términos del pacto. Esa autonomía del sistema jerárquico tenía su explicación en la profunda transformación del sistema de valores. Es más, me atrevo a decir que la crisis del Estado de Bienestar se debió a una modificación profunda del sistema de valores que se tornó paulatina pero crecientemente antimercado. De la misma forma que buena parte de los economistas clásicos, como Ricardo, Malthus o Marx habían manifestado, aunque por razones distintas a las que aquí hemos contado, su creencia en una tendencia hacia el descenso del tipo de beneficio en el capitalismo, otro economista más próximo en el tiempo como Schumpeter había pronosticado un progresivo deterioro del "clima social" que llevaría, según el, a la desaparición del capitalismo, o a su transformación en algo distinto.25 Tanto los economistas clásicos como Schumpeter se equivocaron en cuanto a la desaparición del capitalismo, y nuestros días son la prueba de ello, pero nos legaron un buen arsenal analítico para entender las razones de la crisis del Estado de Bienestar. Y ya que hemos explicado el porqué del deterioro del tipo de beneficio pasemos a examinar el otro deterioro: el del "clima social". Para Schumpeter el "clima social" resultaba básico para un desarrollo sostenido del capitalismo. La producción dependía, aparte del capital y del trabajo de la tecnología. La ¡Error!Marcador no definido. tecnología se incorporaba a través de la inversión. La inversión dependía del tipo de beneficio y de la oferta de empresarios. Y la oferta de empresarios quedaba en función del "clima social". Schumpeter distinguía claramente dentro de una empresa entre capitalista, director y empresario. El capitalista poseía la empresa y el director organizaba la producción, pero era el empresario quien inventaba la empresa. El empresario "veía el negocio". El empresario schumpeteriano es un empresario innovador, que ve posibilidades de incorporar nuevas tecnologías o promover nuevos productos o desarrollar nuevos mercados. Ese empresario ofrece esa oportunidad de inversión al capital, que buscando simplemente el negocio, se arriesga en esa empresa. Luego, basta con contratar a trabajadores y al equipo de dirección o gestión. La nueva empresa triunfante, desplaza a las antiguas - ese es el proceso de destrucción creadora - y es seguida en su innovación por un "enjambre" de imitadores que difunden el cambio técnico. La figura clave en el esquema de Schumpeter es esa empresario innovador, que busca las oportunidades de inversión y las ofrece al capital. Pero, seguimos con Schumpeter, para que aparezca ese empresario innovador es necesario un "clima social" favorable a su figura. Un "clima social" que promueva, incite, fomente y admire a ese empresario. Un "clima social" que también tiene mucho que ver no sólo con el mundo de los valores, sino con cosas tan tangibles como la distribución de la renta o el mismo tipo de beneficio. Pensaba Schumpeter que todo podía venirse abajo por dos factores: por un lado estaba la burocracia estatal que asimilando para si misma temas que sería propios de la producción de mercado termina limitando las oportunidades de inversión; y por otro los intelectuales críticos con el sistema que pueden, con sus ideas, acabar deteriorando seriamente ese "clima social" donde florece el empresario innovador. La verdad es que si no fuera porque ya había fallecido, ¡Error!Marcador no definido. parecería que Schumpeter estaba describiendo lo que llegó a ser la década de los sesenta en Occidente. ----A los lectores de más de cuarenta años poco tengo que contarles respecto a esa década de los sesenta. Y convendrán con que ese "clima social" donde florecen los empresarios innovadores estaba seriamente deteriorado. Si al mercado se le había ido de las manos la estructura jerárquica estatal, lo que había ocurrido con el mundo de los valores sólo podía calificarse de desastre. Basta con indicar que para la mayor parte de la juventud occidental, en aquellos años, la palabra empresario era poco menos que seudónimo de cerdo. Claro que estaba profundamente deteriorado el "clima social". De la misma forma que los jóvenes de ahora sólo han vivido en época de crisis, de contratos precarios, de dificultades para adquirir una vivienda, de desempleo...y no recuerdan, porque no vivían antes, la etapa del Estado de Bienestar, los jóvenes de los sesenta sólo conocían el Estado de Bienestar y no recordaban, porque no vivían entonces, las penalidades y el dolor precedentes. Aquel mundo de pleno empleo, de salarios crecientes, de educación gratuita, de trabajos relajados, de igualdad de oportunidades, que era la meta y el objetivo logrado para los mayores resultaba sólo el punto de partida para los jóvenes. Por supuesto que los intelectuales schumpeterianos realizaban la crítica del mercado y el capitalismo, pero de nada hubiese valido esa crítica si no se hubiera hecho eco de ella buena parte de la juventud. La ideología comunista, socialista, anarquista, trostkista, maoísta dominaba en aquella juventud occidental, cuando no eran los ideales del amor libre, la comuna hippie, o las nuevas experiencias. Se cuestionaba la familia, la religión, el estado, la policía, el ejército, las "buenas maneras", la ideología del ¡Error!Marcador no definido. triunfo, el individualismo...pero sobre todo el mercado, el ansia de lucro, el amor al dinero, el capitalismo en fin. Las películas criticaban el sistema, las canciones criticaban el sistema, y criticaban al sistema la novela y el ensayo y la poesía y el teatro y la pintura y la escultura. Las formas de amar y de vestir, de peinarse, comer, viajar...desafiaban al sistema. Esas gentes habían perdido el miedo y en consecuencia eran libres. Claro que estaba deteriorado el "clima social". Mercado y democracia Cuando un individuo con dinero compra un automóvil está movilizando el tiempo de los demás para satisfacer su deseo. Con su dinero ha determinado indirectamente el tiempo de los diseñadores, de los operarios, de los transportistas, de los distribuidores, de los publicistas... Los deseos de los individuos se trasladan al mercado respaldados por su dinero. El mercado se encargará de que se produzca aquello que se desee y que venga avalado con dinero. El sistema de precios traslada a las empresas esos deseos monetizados. Frente a la pregunta de ¿qué producir? el mercado propone un sistema de votación en que los individuos proponen el qué y el peso de sus votos se expresa en dinero. Los individuos acuden al mercado con sus votos monetarios y la regla fundamental es "una peseta un voto"26. De esta forma un individuo con muchas necesidades pero sin dinero no podrá votar el mercado y el mercado no podrá hacerse cargo de sus necesidades, mientras que el mercado siempre ofrecerá al muy rico aquello que desee - y que el mercado pueda proporcionar - puesto que sus votos son tantos como el número de pesetas que está dispuesto a ofrecer a cambio. El tiempo de los individuos se moviliza por el mercado y el mercado reacciona a los votos monetarios con el lema "una peseta un voto". Pero también cuando un Ayuntamiento decide ¡Error!Marcador no definido. ajardinar una zona se movilizan tiempos de los individuos: proyectistas, jardineros, guardas...Y el ayuntamiento ha sido elegido bajo un lema muy distinto: "un individuo, un voto". Los individuos pueden conseguir bienes públicos y bienes privados sin recurrir al mercado. Algunos llevarán a sus hijos pequeños a las guarderías de pago votando en el mercado; otros podrán conseguir guarderías gratuitas votando en las urnas. El rico y el pobre tienen distinto poder de mercado, pero el rico y el pobre tienen el mismo poder democrático. Y es de sentido común pensar que los pobres tratarán de obtener vía democrática lo que en el mercado no pueden conseguir. Como también usarán la vía democrática aquellos que desean cosas que saben que el mercado no puede proporcionar. ----El mercado-capital aceptó la construcción del Estado de Bienestar por miedo y conveniencia. Pero por su propia esencia ese Estado debería poseer una característica aparentemente irrenunciable: debía ser un Estado Democrático. La jerarquía estatal debía velar por el cumplimiento del pacto, y en la esencia del pacto estaba la protección al mercado. Pero no se podía, al menos formalmente, poner a la cabeza de esa jerarquía estatal a un dictador que velase por los términos del pacto. El mundo de los valores exigía que para la solución jerárquica de los problemas se utilizase el método democrático. Y la idea básica del método democrático, "un individuo, un voto", quedaba en clara contradicción con la idea básica del mercado: "una peseta, un voto". El cambio en los valores al que antes nos referíamos, el rechazo del mercado y del capitalismo, no había supuesto ninguna modificación en cuanto a las creencias democráticas. Estas estaban más afianzadas que nunca, e incluso buena parte de los partidos y movimientos más antisistema propugnaban exclusivamente la vía democrática para legitimar su ocupación del poder jerárquico. ¡Error!Marcador no definido. Y esa idea democrática, ese principio de que a la hora de tomar decisiones todos y cada uno de los individuos tienen el mismo peso, no se practicaba sólo cuando se acudía a elecciones generales o locales. Esa idea y esa práctica se usaba en sindicatos, asambleas de estudiantes, comunidades de vecinos, escuelas...e incluso en la propia familia. El derecho a opinar, a ser escuchados, a intervenir cotidianamente en los temas más próximos o en el diseño de la política internacional de los países, se imponía o demandaba en base al principio democrático. Nada más lejos de este ambiente que la creencia de que "una peseta un voto". Y no es en absoluto insensato describir a esos tiempos como los del combate entre mercado y democracia; o entre capitalismo y democracia si se quiere ser más precisos.27 1973 Veinte años después de la creación del Estado de Bienestar el sistema estalló. La década de los sesenta fue la década de las grandes convulsiones sociales en Occidente. La puesta en cuestión del capitalismo preocupó seriamente a sus defensores. En los propios Estados Unidos de América se vivieron tiempos turbulentos. Fue la lucha por los derechos civiles, el desarrollo del Poder Negro y los Hermanos Musulmanes, el motín de Attica, la revuelta de Berkeley, el Watergate... y el comienzo de esa guerra nunca declarada contra Vietnam del Norte. Y las mismas turbulencias se vivían en Europa. En España se luchaba contra la dictadura del General Franco, los "provos" holandeses peleaban contra la policía, la Universidad Libre de Berlín era algo más que un símbolo, y las mismas actitudes revolucionarias se encontraban en Oslo, o en Bolonia, en la Sorbona o en Liverpool. Algo importante estaba sucediendo. Pero las bombas de humo y las cargas policiales no se limitaban a Occidente. En América ¡Error!Marcador no definido. Latina las guerrillas urbanas o rurales desafiaban directamente al ejército, en la Plaza de las Tres Culturas se masacraba a estudiantes, Allende tomaba el poder en Chile. Y la misma insurrección se vivía en Africa, en el Congo exbelga, en Angola, en Guinea; y en Laos y Camboya e Indonesia... El Estado de Bienestar occidental no era capaz de controlar internamente a su juventud, y tampoco parecía que realizara una política internacional eficaz en la defensa de sus intereses. La crisis se inauguró oficialmente en 197328. En ese año ocurrieron dos acontecimientos sumamente significativos. Por una parte la OPEP elevó de forma sustancial el precio del petróleo. Por otra, salió de Vietnam el último soldado norteamericano. En 1973 dio comienzo la crisis económica de la que aún no ha salido Occidente. Y la crisis tuvo una explicación oficial: el llamado "shock de oferta". Los que manejamos habitualmente los modelos económicos sabemos que cuando sobreviene un aumento del precio de las materias primas importadas, a corto plazo, se produce una elevación de los precios y una reducción de la producción. De ahí que nada habría que objetar a una explicación que señalara a la inflación y al desempleo como resultado, a corto plazo y momentáneo, de la elevación de los precios del petróleo. Pero no hay que saber nada de modelos económicos para no creerse que los más de veinte años en los que el desempleo se enseñorea de Occidente sean la herencia de la elevación del precio del petróleo en 1973; aunque sólo sea porque los precios luego bajaron, luego volvieron a subir, luego otra vez a bajar, y el desempleo persistió. La subida de los precios de petróleo, para aquellos países occidentales que tiene que importarlo, que no son todos, hubiera momentáneamente generado un incremento de los precios, y creado desempleo. Y el esquema por el que los modelos predicen eso es muy sencillo. Los precios suben porque se repercute sobre ellos el incremento del coste derivado de un petróleo más caro. Y el desempleo se genera puesto que con unos ¡Error!Marcador no definido. precios más elevados se exporta menos y se reduce la producción en las empresas exportadoras.29 Pero insisto en eso sólo hubiese ocurrido momentáneamente porque, en primer lugar, la subida de precios fue común a todos los países, y el efecto negativo sobre las exportaciones de un país por la subida de sus precios puede compensarse con el efecto positivo sobre las mismas exportaciones debido que los precios en los restantes países también han crecido. Y en segundo lugar porque la capacidad de compra transferida a los países de la OPEP, en algún momento del tiempo se transformaría en un aumento de las exportaciones occidentales. Pero sobre todo, existía la política económica precisa para hacer frente a tal "shock de oferta" y combatir el desempleo causado. De hecho tales "shocks" de oferta o de demanda se habían aprendido a combatir en el Estado de Bienestar para mantener el pleno empleo. Pues bien, en 1973, por primera vez en veinte años los gobiernos realizan una política económica que no sólo no tiende a corregir el desempleo, sino a agravarlo. El pleno empleo había dejado de ser el gran objetivo de la política económica. Y como el pleno empleo era el núcleo del Estado de Bienestar comenzaba necesariamente el final de éste. ----Para simplificar las cosas los crisis de demanda o crisis de oferta. cuando las empresas se encuentran en de pedidos, es una crisis de oferta economistas hablamos de Hay una crisis de demanda dificultades por carencia cuando esas dificultades vienen del lado de los costes. La crisis de 1973 no podía ser una crisis de demanda puesto que los pedidos no habían sufrido ninguna merma. Luego tenía que ser de oferta. La verdad es que me resistí mucho tiempo a admitir que lo que pasó en 1973 fuera una crisis de oferta, puesto que como he explicado no había razón para que un aumento de los precios del crudo de petróleo generase tal desastre. Pero luego terminé ¡Error!Marcador no definido. admitiendo que bien podía llamarse a la crisis de 1973 una crisis de oferta, y bien podía decirse que tenía que ver con un problema de costes, aunque no los del petróleo precisamente.30 La oferta indica las circunstancias bajo las cuales una empresa está dispuesta a producir una determinada cantidad de algo. Y en la crisis de 1973 lo que se estaba planteando era que en las circunstancias del momento no se estaba dispuesto a seguir produciendo. Era una crisis de oferta, pero en el sentido más profundo del término. El capital estaba planteando su ruptura del pacto; afirmando que se negaba a continuar así. No se iba a continuar produciendo a menos que se cambiaran radicalmente las circunstancias. Las zonas de influencia de Yalta continuaban fijas y no se esperaba ninguna intervención militar soviética apoyando a los movimientos democráticos de Occidente. Incluso, entre otras cosas porque tenía sus propios problemas de los que ocuparse, la URSS se desvinculaba claramente de todo el movimiento. El pleno empleo y la seguridad habían actuado como caldo de cultivo para la explosión de los movimientos sociales. Había llegado el momento de disciplinar a los trabajadores. Y así se hizo. Esa fue la crisis. La crisis de Estado de Bienestar La crisis económica no puso en entredicho el Estado de Bienestar. La puesta en entredicho del Estado de Bienestar fue la crisis económica. El Estado de Bienestar se edificó sobre el pacto keynesiano. En el se propugnaba salarios reales crecientes, pleno empleo, seguro de desempleo para las situaciones "entre dos empleos", educación obligatoria y gratuita para tramos de edad cada vez mayores, acceso generalizado y sin costes a la sanidad, pensiones por incapacidad o jubilación. Todo eso, y más aún, se logró de forma efectiva. ¡Error!Marcador no definido. En el pacto se propugnaban tipos de beneficio estables o crecientes, se establecía el límite al crecimiento del sector público y la necesidad de la estabilidad en la distribución de la renta. Los tipos de beneficio decrecieron tendencialmente, el gasto público creció relativamente en relación al PIB, y se produjo una substantiva redistribución de la renta a favor del trabajo. La caída del tipo de beneficio y el deterioro del "clima social" fueron los determinantes de la ruptura del pacto. Fueron los determinantes del final del Estado de Bienestar. ----Pero tras este intento de explicación de lo que a mi modo de ver ocurrió, nos encontramos con el mayor de los problemas: el pacto no fue firmado por nadie, ni nadie lo denunció. Nos queda siempre el recurso de recurrir al "como si": es "como si" algunos hubiesen firmado ese pacto y "como si" algunos lo hubiesen roto. Pero intentemos aparte de esto, que de verdad no es poco, algo más. Lo narrado es una fabulación que se entreteje con hechos comprobados. Queda al alcance de cualquier lector interesado comprobar la tendencia a la reducción del tipo de beneficio, la redistribución de la renta a favor de salarios, el aumento del peso relativo del sector público, el crecimiento del salario real, el mantenimiento de los niveles de desempleo en cifras mínimas, el cambio de la legislación sobre pensiones, el número de personas cubiertas por la sanidad pública, las tasas de escolarización...31 También se puede uno aproximar a lo que aquí se ha denominado deterioro del "clima social". Pueden repasarse la información de hemerotecas, acudir a las editoriales para comprobar cuales resultaban los libros más vendidos en aquellos años, ver en las filmotecas las películas más divulgadas, repasar los catálogos de exposiciones, conocer el número de los conflictos colectivos y huelgas, saber las actuaciones de la policía o la guardia nacional...Podrán comprobar todo esto y ¡Error!Marcador no definido. verán que los hechos se corresponden siempre con las cosas aquí relatadas. Pero este es un relato en el que los protagonistas, o mejor el gran protagonista no sólo no tiene cara, sino que además los hechos que se le atribuyen nunca podrán ser probados, y ni siquiera mostrados. Porque cuando decimos: "el mercado aceptó el pacto por miedo y conveniencia", ¿quién es ese mercado?, ¿puede ese mercado tener sentimientos humanos como el miedo?, ¿cómo "acepta"?, ¿de qué espíritu, alma o sabiduría surge su "conveniencia"? ¿O es que vamos a terminar pensando que el mundo está regido por los Siete Sabios de Sión que conjuran en secreto y deciden nuestros destinos? ¿O quizá es que, y aquí estamos realmente en el filo de la navaja, existe un poder jerárquico que escapa a la democracia instituida?32 El Estado de Bienestar se instauró en Occidente en democracias constitucionales con la excepción de Portugal y España. Pero curiosamente, incluso en esos dos países no democráticos, la génesis, desarrollo y crisis del Estado de Bienestar se dieron de forma análoga a lo que sucedía en el resto. Por supuesto que el Estado de Bienestar de esos países fue mucho más humilde, pero también es verdad que se trataba de los países más pobres. Esto puede hacer pensar que quizá el gran pacto keynesiano no requería, al menos en su inicio, un sistema democrático, sino sólo un sistema anticomunista. O quizá estos países sólo fueron una curiosa excepción. No lo se. Lo he mencionado porque precisamente por su carácter no democrático podrían haber encarnado en ellos a ese dictador que en nombre de los intereses del capital, esto es, para ser más concretos, en nombre de los grandes propietarios de fortunas (cuyos nombres si que están a disposición del público) pudieran haber decidido instalar el Estado de Bienestar, y que, en nombre también de los mismos y renovados grandes propietarios de fortunas haber decidido acabar con el experimento. ¡Error!Marcador no definido. Pero ¿quién toma esas decisiones en un país democrático?. El poder jerárquico está instalado en nuestra historia desde hace miles de años, el poder de mercado está entre nosotros desde hace cientos, pero el control democrático es muy reciente. Los representantes democráticamente elegidos reciben presiones. Por una parte son representantes en tanto en cuanto son votados por el sistema "un individuo, un voto", por otra parte reciben influencias de un poder jerárquico ya establecido y de ese otro poder que se basa en "una peseta un voto". Estas influencias quedan claras en algunos países como los Estados Unidos de América donde los grupos de presión sobre los democráticamente elegidos están reconocidos: los "lobbies". Y en los otros países uno no puede suponer que por su no reconocimiento oficial no dejen de existir. En segundo lugar, en esta nuestra tan incipiente democracia, existen terrenos estatales absolutamente velados para el simple ciudadano. Están los llamados secretos de Estado, están los fondos reservados, están los sustanciosos presupuestos que distintas agencias estatales de investigación o inteligencia manejan para no se sabe exactamente qué fines. Pero nuevamente, y afortunadamente para nosotros tenemos hechos. Tras la segunda guerra mundial, los gobiernos occidentales, fuesen democráticos o no, fuesen del signo que fuesen, se aprestaron a construir el Estado de Bienestar en todos sus países. Tras 1973 los gobiernos occidentales independientemente de con qué siglas habían llegado al poder tendieron a practicar políticas económicas similares, siguiendo las orientaciones de la OCDE y el FMI. Y tras estas reflexiones volvamos a escribir sobre nuestros fantasmas tal vez un poco más materiales ahora. El Estado de Bienestar se creó basado en un pacto que el mercado firmó por miedo y conveniencia. La caída del tipo de beneficio y el deterioro del "clima social" terminó con la conveniencia, y la política de bloques hacía que el miedo fuera menor. Así acabó ese experimento social que había logrado las dos décadas de crecimiento estable más importantes de la historia y ¡Error!Marcador no definido. que había hecho a los hombres más libres en cuanto más alejados del miedo. ¡Error!Marcador no definido. Parte II. LA GESTION DE LA CRISIS ¡Error!Marcador no definido. Cp. 3. LOS AÑOS OCHENTA El restablecimiento del tipo de beneficio La crisis del Estado de Bienestar había sobrevenido por la ruptura del pacto keynesiano original. En particular, y a modo de resumen por la caída del tipo de beneficio y por lo que hemos venido a llamar deterioro del "clima social". Tras unos años de ambigüedad33, digamos desde 1973 hasta 1980, donde comienzan a probarse lo que después sería políticas definitivas, en la década de los ochenta se propone un intento de posición oficial, y tras la caída del muro de Berlín, ya en la década de los noventa se presentan sin ningún tapujo las nuevas reglas del juego. Son las otras dos décadas del restablecimiento. El restablecimiento del tipo de beneficio y el del "clima social". Las dos cosas pasaban por disciplinar a la mano de obra. Y la mano de obra quedó disciplinada. Hasta tal punto, otra vez los veinte años, que a los jóvenes que se incorporan al mundo del trabajo les parecen "naturales" las condiciones actuales. La expresión "disciplinar a la fuerza de trabajo" quizá le resulte demasiado fuerte a algunos. Dejémoslo en que se utilizó el desempleo para restaurar el tipo de beneficio. Y que para hacerlo había que conseguir que los salarios reales crecieran menos que la productividad, esto es, había que conseguir una redistribución de la renta en contra de los salarios. El desempleo se utilizó como una simple estrategia para lograr la moderación en el crecimiento de los salarios reales y conseguir así el aumento del tipo de beneficio. Y la base para esa estrategia era extraordinariamente simple. De la misma forma en que, en un mercado, cuando existe un exceso de oferta el precio tiende a bajar lo mismo debería ocurrir con el precio del trabajo si existiera desempleo: el salario debería bajar. Bajo esa concepción el trabajo es simplemente algo que se compra y se vende en un mercado. Y así se descubrió algo que ¡Error!Marcador no definido. hoy, debido a la propaganda, nos parece lo más natural: el mercado de trabajo. Tan acuñada está esta expresión, tan habitual nos parece, que creo que no tenemos más remedio aquí que considerarla entre nosotros a través de ese prisma conocido ya de lo jerárquico, lo valorativo y el mercado. El "mercado de trabajo" Quizá esté llegando el momento en que los economistas tengamos que pedir disculpas por haber hecho todo lo posible para ser malinterpretados. La imagen que de nosotros se proyecta ha dejado de ser de "economistas" y se ha tornado en simples "mercadistas".34 Parece así que los economistas sólo entendemos y hablamos del mercado. Y como sólo del mercado hablamos y entendemos, sólo podemos proponer al mercado como solución a los diferentes problemas que se nos presentan. Sin embargo los economistas sabemos que el mercado es simplemente una de las formas que la sociedad utiliza para resolver el denominado "problema Económico". No se piense que lo explicado anteriormente sobre jerárquía, mercado y valores constituye algo tremendamente novedoso. Cualquiera que haya comenzado a leer uno de los textos contemporáneos de INTRODUCCION A LA ECONOMIA se habrá encontrado con las famosas tres preguntas - "¿Qué producir?", "¿Cómo hacerlo?" y "¿Para quién ?" - a las que cualquier sistema económico debe dar respuesta. Y también se habrá encontrado en cualquiera de esos libros introductorios con las tres formas básicas usadas para contestar a esas preguntas: la jerarquía, o sistema de órdenes, el mercado, o sistema de precios, y los valores, o sistema de persuasiones. Ordenes, precios y persuasiones valorativas que se usan, complementan o excluyen para tratar de solucionar en cada ¡Error!Marcador no definido. sociedad concreta el conjunto del problema económico. Los economistas sabemos mucho sobre el funcionamiento del mercado. Y conocemos que existe una gran variedad de problemas económicos que el mercado puede solucionar de manera eficaz. Sabemos no sólo que el mercado no lo es todo y que por ello el ámbito de lo económico supera al mercado. Sabemos también que algunos de los problemas económicos más importantes en nuestras sociedades nunca podrán resolverse recurriendo directamente al mercado. Precisamente por conocer en profundidad el funcionamiento del sistema de precios sabemos que sin alguna corrección es absolutamente inaplicable a determinados temas. Como también hay que decir claramente que el mercado como sistema no se da nunca en "estado puro". No hay ningún mercado eficiente que pueda funcionar sin quedar inmerso en una estructura jerárquica y un sistema de valores. No tiene sentido hablar de mercado sin hacer referencia al retículo jerárquico y al sistema de valores asociado. ----Por todo ello, al hablar del "mercado de trabajo" debe hacerse con todo tipo de precauciones. Porque quizá el "mercado de trabajo" no pueda tratarse de la misma forma que el "mercado de repollos". La expresión "mercado de trabajo" es tan habitual que es necesario preguntarse qué se entiende por tal. En primer lugar, si tal mercado existiera sería porque el "trabajo" podría ser objeto de compraventa. El "trabajo" sería así una mercancía más. Y el "trabajo" como mercancía fue una de las ideas de Marx. Quizá muchos de los que hablan del "mercado de trabajo" ni siquiera se percatan que para que exista tal mercado es necesaria la aceptación de esa idea marxista. Pero, aún aceptando que el trabajo humano es una simple mercancía que se compra y se vende, ese mercado deberá situarse en un entramado jerárquico y deberá quedar vinculado a un cierto sistema de valores. ¡Error!Marcador no definido. Decíamos que la existencia de cualquier mercado es imposible sin un retículo jerárquico valorativo de referencia. Y tal vez es el momento de aclarar un tanto qué es lo que por eso entendemos. Un acto de compraventa es una actividad en la que se traspasa los derechos de propiedad sobre una mercancía. Y para que tal acto pueda realizarse es imprescindible tanto que la propiedad esté definida, como que los derechos asociados a tal propiedad queden asimismo definidos. Pero no sólo es necesario un sistema de reglas que defina claramente la propiedad. También es necesario un sistema jerárquico que permita el traspaso de la propiedad a través del mercado, esto es excluyendo el engaño, el robo o la violencia. Los mercados sólo pueden establecerse y funcionar dentro de rígidos sistemas jerárquicos que definan claramente las propiedades y regulen su traspaso. El sólo hecho de mencionar el derecho de propiedad del "trabajo" cedido y el significado del cambio de propiedad de esa mercancía, es algo que nos podría remontar a buena parte de la literatura económica, jurídica y social de los últimos siglos. Bástenos aquí con resaltar que, en nuestro hoy y ahora, resulta imposible hablar del "mercado de trabajo" abstrayéndolo de un conjunto de leyes, normas y juicios morales. Porque son precisamente esas leyes, normas y juicios morales quienes realmente configuran ese mercado. Hablar del "mercado de trabajo" es hablar de las normas jurídicas en las que se desenvuelve y de los valores éticos de la sociedad en la que se produce. Por supuesto que también es hablar de un sistema de precios. Y hablaremos de ello. Pero trataremos de hacerlo sin que lo inmediato como "mercadistas" nos oculte lo verdaderamente trascendente como economistas: la valoración y el significado del trabajo humano. ----Tomemos ahora la última de las preguntas habituales de ¡Error!Marcador no definido. esos textos introductorios a los que hacíamos referencia: ¿Para quién la producción?. Podíamos visualizar el sistema económico como un proceso en el que, de alguna forma, la sociedad conjuntamente produce un gran caldero de sopa. Y luego, de alguna otra forma, se van adjudicando a todos y cada uno de los individuos su derecho a participar del gran caldero. A unos simplemente se les excluye, a otros se les da cucharas pequeñas, a otros cucharas más grandes, a otros cucharones, a otros, finalmente, fuentes soperas. La vida, la electricidad, los alimentos, el vestido, el ocio, el respeto social, la seguridad...constituyen los elementos principales de la sopa que llena el caldero. Y unos comen de él con cazos y a otros ni siquiera se les permite oler el aroma que despide. No nos detendremos en los fundamentos de los derechos de algunos para usar los cucharones. Sólo diremos que en nuestro hoy y ahora, para la mayor parte de las familias de nuestras sociedades occidentales y democráticas, es exclusivamente su participación en ese llamado "mercado de trabajo" lo que les da derecho a una cuchara para participar del caldo colectivo. Para esa mayoría de la población, insisto que en nuestro hoy y ahora occidental y desarrollado, el éxito en vender su "mercancía trabajo" no sólo representa el derecho al uso de la cuchara presente, sino también - leyes, regulaciones - su derecho a usar esa cuchara en un futuro cuando no se participe en ese mercado. Cuando esté viejo o enfermo; cuando ya no se valore su "mercancía". Y también, y no es lo menor, representa el orgullo de "poder trabajar", de ser "útil".Eso es el respeto; el derecho valorativo a usar la cuchara sin recurrir a la mendicidad. ----El mercado de trabajo, su participación en él como oferente no rechazado es la principal fuente de legitimación del derecho a la "cuchara" para la mayoría de la población. ¡Error!Marcador no definido. Por ello, para esa mayoría no basta con ser individuo, súbdito o ciudadano para la adquisición de los derechos económicos; se hace necesario ser "trabajador". Es decir, haber conseguido en ese "mercado" que alguien se interese por su "trabajo". Así, si el derecho a usar una "cuchara" fuera de la limosna o la lástima se gana con el "trabajo", un principio valorativo elemental en nuestro tiempo no podría menos que concretarse en un "derecho al trabajo": todo el que quiera trabajar podrá hacerlo. Puestos de acuerdo en la existencia de tal "derecho al trabajo" se tratará entonces de establecer los mecanismos que permitan ejercerlo. Y ahí aparece en toda su dimensión el "mercado de trabajo". Para algunos el funcionamiento correcto del "mercado de trabajo" sería suficiente para garantizar el derecho al trabajo. Si ese "mercado de trabajo" funcionase de forma análoga al mercado de repollos el desempleo sólo podría surgir de la existencia de un salario superior al de equilibrio entre oferta y demanda. Y si el diagnóstico del desempleo - un salario "excesivo" - es tan sencillo, no lo es menos la configuración de la "solución" para ese desempleo: los salarios deben reducirse. Pero hay más, puesto que cabe preguntarse cómo es posible que exista persistentemente un salario superior al de equilibrio. Y la respuesta es asimismo sencilla: si existe un salario por encima del correspondiente al de equilibrio será porque el mercado de trabajo no funciona correctamente. Será, en definitiva, porque alguien está "metiendo sus manos" en ese mercado. Si existe desempleo es porque el salario que se paga es excesivo; para que desaparezca el desempleo ese salario debe reducirse; y para que se reduzca ese salario basta con que el mercado funcione correctamente. Así, eliminando todo tipo de interferencias con el funcionamiento correcto del mercado, haciendo desaparecer a los sindicatos, aumentando la ¡Error!Marcador no definido. transparencia...flexibilizando en fin el "mercado de trabajo" se habrá conseguido acabar con el desempleo. ----Hay muchos aspectos en los que el llamado "mercado de trabajo" se diferencia del mercado de repollos. Y uno de ellos es, como antes señalábamos, que es en ese mercado donde la mayor parte de las economías domésticas consiguen la legitimación del uso de la "cuchara". Esto es, precisamente es en ese mercado donde se genera una buena porción de la capacidad de compra que se convertirá en pedidos para las empresas productoras de bienes y servicios. Es suficientemente conocida la anécdota que relata la conversación entre H. Ford y un sindicalista. Señalando H. Ford las nuevas máquinas de la cadena de montaje le dijo: "Creo que tendrás problemas para que éstas te paguen la cuota sindical", a lo que el sindicalista respondió: "Creo que tendrás problemas para que éstas te compren tus coches". La anécdota refleja el problema que tratamos. Por supuesto esto es tan sólo inicialmente cierto si la producción de las empresas se canaliza fundamentalmente hacia la demanda interior. Unos salarios míseros pueden servir para competir vía precios en el mercado exterior, pero en ese caso sería necesario que el poder de compra se generase en ese exterior. Lo que lleva a la mundialización de la idea que estamos tratando: no todos los países pueden tener salarios míseros porque en algún país habrá que vender los coches de Ford. Los salarios representan un coste para la empresa, pero los salarios en su conjunto también representan una fuente fundamental de pedidos para las propias empresas. Así, bajo esa perspectiva, una reducción de los salarios, al disminuir la capacidad adquisitiva de los asalariados, y de aquí la caída de los pedidos de las empresas con el consiguiente despido asociado, puede traducirse en un aumento ¡Error!Marcador no definido. del desempleo. ----Existen como vemos ciertas razones para suponer que tras una reducción de los salarios pueda contratarse a más trabajadores, pero también existen otras razones para suponer que pueda darse el proceso contrario. Así que podemos de una vez por todas formular la pregunta: ¿Qué dice la teoría económica al respecto?; la reducción de los salarios ¿lleva a una mayor contratación de trabajo? La teoría económica no dice de por sí nada puesto que la teoría económica como tal no existe. No hay una única respuesta, sino que ésta depende de las escuelas. Así, para los neoclásicos una reducción del salario real conduciría a un mayor nivel de empleo; monetaristas y partidarios de la síntesis neoclásica acordarían que la reducción del salario monetario reduciría el desempleo; en cambio, fiscalistas postkeynesianos35 dudarían de que la reducción del y salario condujera a una recuperación sensible de los niveles de empleo. Cabría ahora, para tratar de complementar el panorama, realizar a esas escuelas económicas la pregunta alternativa: ¿Qué otras medidas de política económica, distintas de la reducción salarial, pueden llevarse a cabo para generar empleo. Los neoclásicos insistirían en que ninguna. Para ellos sólo la reducción del salario real puede elevar a corto plazo los niveles política de empleo. monetaria Los monetaristas expansiva; para los propondrían partidarios de una la síntesis neoclásica podrían utilizarse políticas monetarias y políticas fiscales postkeynesianos, en expansivas. fin, sólo la podría asegurar el incremento del Para política fiscalistas fiscal y expansiva empleo.36 ----Alejándonos un tanto de las políticas económicas más ¡Error!Marcador no definido. convencionales centrémonos en las que, tal vez porque ni siquiera se llaman así son las más profundas. Decíamos que todo mercado exige una definición jerárquica de la propiedad del objeto a intercambiar y de la forma de transmisión de esa propiedad. Hemos visto además cómo las peculiaridades del mercado de trabajo, al hacerlo socialmente relevante por muchos conceptos, impone necesariamente una mayor trascendencia en esas definiciones de la propiedad y su forma de traspaso. En primer lugar está el ya referido "derecho al trabajo". Y frente a éste las posiciones son nítidas y opuestas. O bien se piensa que el mercado de trabajo puede por si mismo, introduciendo todas las flexibilidades necesarias, garantizar ese derecho, o bien se piensa que no. Pero incluso si se piensa que si, la reglamentación jerárquica es imprescindible. Se trata en tal caso de regular la desregulación, de prohibir y limitar, de establecer penas y recompensas para los que se enfrenten con las leyes o las respeten. Un mercado, y más el de "trabajo", siempre está regulado. Las reglas delimitan el campo y la forma de actuación en él; fija las reglas del juego. Y esas reglas pueden ser distintas y cambiar, pero únicamente el poder jerárquico puede establecer tales reglas. Y las reglas de un mercado teóricamente perfecto, en nuestro hoy y ahora, sólo podrían establecerse mínimamente bajo una férrea dictadura política. Pero también resulta legítimo pensar, tanto teórica como valorativamente, que el mercado de trabajo no puede garantizar el derecho al trabajo. Y ese "no" debe ser doblemente matizado: hay quienes piensan que el mercado no puede garantizar el derecho a un trabajo digno; y hay quienes piensan que ese mercado no puede garantizar el derecho al trabajo sin más. La primera matización surge de la precaución de que ese pleno empleo conseguido por la reducción del salario conduzca a un mundo de miseria para los más. Una miseria no deseada ni incluso al precio del pleno empleo. La segunda matización surge de la precaución con la que ¡Error!Marcador no definido. puede estimarse que, por más flexible que sea el mercado de trabajo no se conseguirá el pleno empleo, aunque sí se logren reducir los salarios. Como hemos visto, razones teóricas existen para respaldar una u otra de las posturas. Y empatadas en lo teórico sólo puede avanzarse en un camino u otro tras una decisión política. Esa decisión supondrá necesariamente una reglamentación, aunque tal reglamentación sea precisamente la ausencia de ella. Pero esa decisión se sustentará en el poder que emane de las fuentes de la riqueza, imperante. la organización y el sistema de valores ----Dentro de una empresa los intereses de los trabajadores y de los propietarios son antagónicos. En el conjunto del sistema económico pueden no serlo. Por ello, la miopía de la microeconomía debe necesariamente corregirse con la visión macroeconómica. En principio, dentro de esa miopía, el trabajador tratará de ganar lo más posible, de trabajar lo menos posible y de obtener la máxima garantía de estabilidad, de seguridad, en su derecho a la "cuchara". El propietario por su parte tratará, también en su miopía, de pagar lo menos posible, de que se trabaje lo más posible, y que pueda, cuando lo desee contratar o despedir arbitrariamente con el mínimo coste. Ese es el antagonismo fundamental. Pero, como hemos visto, los salarios resultan globalmente el componente más importante de la demanda efectiva que se dirige hacia las empresas. Y las condiciones de trabajo resultan asimismo uno de los componentes básicos del bienestar social. Así, en la medida en la que el Estado se haga responsable del desempleo, esto es, de garantizar que las empresas tengan una cartera de pedidos suficiente para poder ofrecer los puestos de trabajo convenientes; y en la medida en que ese ¡Error!Marcador no definido. Estado, como garante y agente de los deseos de bienestar de los individuos deba establecer las condiciones de trabajo y los beneficios asociados a ese trabajo, presentes y futuros, no tendrá otro remedio ese Estado que intervenir en el mercado de trabajo. En uno u otro sentido, pero intervenir siempre. Y su forma de intervención dependerá entre otras cosas del modelo de sociedad que se desee en el presente y en el inmediato futuro.37 La racionalización económica La moderación en el crecimiento de los salarios reales no sólo era un objetivo para recomponer el tipo de beneficio. Formaba también parte de una nueva racionalidad que debería reforzar "científicamente" el restaurado "clima social". El mensaje en lo más elemental se reducía a decir: la moderación de los salarios creará empleo. Pero claro, ese era el mensaje más elemental. Cuando se había creado desempleo para reducir los salarios, decir que esa reducción crearía empleo solo podía ser o una artimaña estúpida o una creencia de aquellos que, sus razones tendrán, sueñan con un mercado de trabajo dibujable en una pizarra. La reducción de los salarios debería presentarse con un poco más de garbo. Y así se hizo. Primero, cronológicamente, se presentó como el precio que había que pagar por acceder a la modernidad, por mantenerse en las primeras filas de la tecnología y el desarrollo. Después, curiosamente después, el argumento fue mas de defensa numantina: Occidente frente al Tercer Mundo. Así el argumento de la "necesaria recuperación del excedente empresarial" propio de los primeros años de los ochenta dejó paso al de la "imprescindible competitividad" de los finales de los ochenta y principio de los noventa. Aquello del excedente empresarial tenía un fuerte sabor clásico. Clásico en el sentido que recordaba alguna de las ¡Error!Marcador no definido. ideas sustentadas por los economistas a los calificamos como clásicos; aunque hay que advertir que los anunciadores contemporáneos de esa propaganda del excedente empresarial se encontraban a años luz de distancia, en cuanto a inteligencia, elegancia y percepción social, de aquellos autores. Lo que para los autores clásicos resultaba una conclusión de un análisis de lo que ocurría en sus tiempos, para nuestros venerables voceros contemporáneos era sólo, y sólo en su opinión, un buen anuncio comercial. Para los autores clásicos los beneficios se convertían en inversión. Y esa inversión - que para ellos incluía también el adelanto de los salarios que se hacía a los trabajadores mientras que la producción no se había vendido; el "fondo de salarios" se denominaba - se traducía en progreso técnico, y en empleo. Bien es verdad que ninguno de los autores clásicos dio mucha importancia a lo del progreso técnico, y que si bien todos pensaron que la inversión se traducía en empleo, ninguno de ellos pensó que se traducía en más empleo. Si acaso en el mismo, o quizá, y ahí está el propio Ricardo, en menos.38 Y si tales eran las cautelas de los autores clásicos en cuanto la relación entre la inversión y el empleo, en nuestros días, donde ni siquiera existe la certeza de que los beneficios terminen convirtiéndose en inversión, esas cautelas tendrían que triplicarse. Pero, en fin, ese era el argumento de la "reconstrucción del excedente", que de hecho podría haber dado mucho más de sí, pero que se quedó en eso, quizá porque el capital, aunque paga bien a sus promocionadores, tuvo la mala suerte de encontrarse sólo con figurones algo zoquetes para predicar la nueva. Quizá deberían flexibilizar el mercado de "expertos" a ver si la próxima vez tienen mejor fortuna. ----Acabado aquello del "excedente" se empezó con lo de la "competitividad". Por supuesto que los salarios tenían que ¡Error!Marcador no definido. moderarse, pero esta vez era necesario por aquello de la competencia internacional; y además parecía que ahora no se trataba de los salarios reales, sino de los monetarios. A los proponentes de tan profunda teoría se les recordó que un país era más competitivo cuando había ordenado tan sabiamente sus relaciones que sus ciudadanos pudieran vivir en libertad en ausencia del miedo. Pero como en esto no había cifras lo clasificaron de no económico y prescindieron del argumento. Como parecía que todo lo que les preocupaba era el tema de la inflación se les indicó que los costes laborales unitarios no eran los responsables del crecimiento de los precios, sino que dependía de qué distribución de la renta acompañaba a tales costes. Pero hagamos un espacio para ese tema, ya que el lector puede ser ajeno al significado de tales costes laborales unitarios - se les abrevia como CLU - aunque estoy seguro de que con ellos se ha topado multitud de veces. Los costes laborales unitarios, CLU a partir de ahora, son el resultado de dividir el salario monetario entre la productividad. Veamos su significado porque es importante. Supongamos que un trabajador cobra 1000 pts por su trabajo en un determinado período de tiempo, y que en ese período produce 5 "cosas", esto es, su productividad es 5. La idea de los CLU consiste en proporcionar una información sobre cual es el coste de salarios por cada "cosa"que se produce. Y en nuestro caso basta con realizar una proporción: si cuesta mil pesetas el trabajo que proporciona cinco "cosas", cada "cosa"tendrá un coste salarial de 200: esto es el salario, dividido entre la productividad. Los CLU serían de 200. Sigamos con el ejemplo y supongamos que esas "cosas" se venden a 500 pesetas por unidad. El salario real del trabajador será de dos "cosas" - lo que puede adquirirse con el salario de 1000 - y la distribución de la renta será del 40% a favor del trabajo (Puede calcularse como ya dijimos en los capítulos precedentes como el cociente entre el salario real, 2, y la ¡Error!Marcador no definido. productividad, 5). Pues bien, supongamos que ahora, sin modificarse la productividad el salario del trabajador se multiplicase por dos y pasase de 1000 a 2000 pesetas. Los CLU serían ahora el doble -2000/5 = 400 - y tendríamos que ver que es lo que ocurre con el precio. Si el precio de las "cosas" pasase a 1000, el salario real seguiría siendo 2 y la distribución de la renta sería la misma. Pero si el precio pasase a 2000 el salario real sería de 1 y la distribución de la renta sería ahora del 20% a favor del trabajo. Y si el precio fuera de 500, el salario real sería de 4 y la distribución de la renta de un 80% a favor de salarios. Resumamos: los CLU se han duplicado, si la distribución de la renta permanece inalterada los precios pasan de 500 a 1000, si se redistribuye en contra del trabajo hasta un 20% el precio es de 2000, y se redistribuye a favor del trabajo hasta un 80% el precio se mantiene en 500. Y aquí el resultado: dado cualquier incremento de los salarios monetarios y cualquier variación de la productividad la inflación será tanto mayor cuanto mayor sea la redistribución de la renta en contra del trabajo. O bien: dado cualquier incremento de los salarios monetarios y cualquier variación de la productividad la inflación podrá ser nula con tal de que se produzca la oportuna redistribución de la renta a favor de salarios. En el fondo lo único que estamos planteando es que en la formación de los precios tanto significan los costes laborales como el margen de beneficios que se les aplica. Pero la verdad es, y es la verdad, que enunciado como que dado cualquier incremento de los CLU la inflación puede ser nula con tal de que se proceda a una redistribución a favor del trabajo, deja en un terreno extraño a los partidarios ingenuos de la competitividad. Tendremos que hablar de competitividad, e incluso tendremos que hacerlo en relación con el famoso excedente empresarial. Pero aquí han quedado dos ejemplos de lo que fue la racionalización económica de la reducción de los salarios. ¡Error!Marcador no definido. Afortunadamente para todos,y defendiendo a mi profesión, en las revistas económicas serias no se decían tales tonterías. El final del pleno empleo Se que decir que los grandes artífices de la política económica deseaban la aparición de desempleo es algo muy duro. Pero otra vez debo manifestar que al menos se comportaron "como si" lo intentaran. Y lo digo basado en tres razones: la primera porque teniendo los utensilios económicos para combatir el desempleo no se utilizaron, dejando de ser de hecho el pleno empleo uno de los objetivos de la política económica. En segundo lugar porque se anunció oficialmente que se entraba en un período de crisis y tal anuncio creó la crisis. Y en tercer lugar, aunque muy relacionada con la primera, porque se pusieron en práctica políticas económicas que de todos eran sabido producirían necesariamente desempleo. Consideremos la primera de las razones. El logro del pleno empleo en una economía de mercado es un objetivo que únicamente puede cumplirse con una política activa y continua practicada desde fuera de ese mercado. Como ya explicamos en su momento, por más flexibles que sean precios y salarios, por más transparentes que sean los mercados, en presencia de ese tiempo histórico en el que este planeta se desenvuelve y donde el pasado está dado y no se puede cambiar y el futuro es incierto y no se puede conocer, todos los mercados pueden estar en equilibrio excepto el "mercado de trabajo". En el momento en que se deja de practicar esa vigilancia y esa política activa, esto es, en el momento en que el pleno empleo deja de ser un objetivo de la política económica, lo más probable es que aparezca desempleo. La segunda de las razones tiene mucho que ver con eso de que "el futuro es incierto y no se puede conocer". Dada esa característica de nuestra condición humana el futuro sólo se ¡Error!Marcador no definido. puede imaginar. Y a esa imaginación del futuro la denominamos los economistas "formación de expectativas". Poco sabemos de cómo se forman estas, puesto que si lo supiéramos con rigor desplazaríamos de su labor a tantas brujas, videntes, profetas y adivinadores del porvenir que se ganan honradamente su sustento y nuestro respeto. Pero lo que sí está claro es que en economía existen una gran cantidad de profecías que se autocumplen. Si, por ejemplo, el gobernador de un Banco Central se dirigiera a los medios de comunicación diciendo: creemos que nuestra moneda se devaluará, no tengan la menor duda de que esa moneda se devaluará. Oído al gobernador todos aquellos que puedan tratarán de cambiar esa moneda nacional por otra extranjera con lo que perderá valor la nacional y se revaluará la extranjera; y al final tendremos la profecía autocumplida. Lo mismo ocurre cuando alguna autoridad económica, llámese FMI, OCDE, o responsables del gobierno, dicen - y eso se dijo en 1973 - que comienzan unos años de dura crisis económica. Cualquier empresario sensato que tal cosa oiga dudará de llevar adelante en tales momentos los proyectos de inversión pensados, y dejará de pensar en cualquier otro proyecto futuro, con lo que la inversión descenderá y aparecerá necesariamente la crisis profetizada. El anuncio en 1973 por parte de las grandes organizaciones económicas internacionales de los malos tiempos que iban a venir, o era una irresponsabilidad - cosa que nadie podría pensar de tan doctas y ponderadas instituciones - o era un deseo. No cabe otra explicación. La tercera razón tiene que ver con las políticas económicas practicadas. La crisis de 1973 fue, como explicamos una "crisis de oferta" - los que lo deseen que lo interpreten como consecuencia del "shock" petrolífero, y los otros que lo interpreten en el sentido más amplio del "así no se puede seguir produciendo" que aquí hemos esbozado - pero el cambio en las expectativas y la caída de la inversión la transformaron inmediatamente en una crisis de demanda en que las empresas cerraban o despedían trabajadores por carencia de demanda ¡Error!Marcador no definido. efectiva. Pues bien, ya en esa momento de caída de la demanda efectiva, esa propias organizaciones internacionales comenzaron a recomendar "para salir de la crisis" la reducción del gasto público y el fomento del ahorro (por cierto que hasta los noventa no se atrevieron a decir que la reducción del gasto público que se propugnaba era precisamente la reducción de los gastos sociales). Poco hay que saber de economía para entender que, en un momento en que la inversión privada se retraía, predicar la reducción del gasto y del consumo - que eso es el aumento del ahorro - solo podía traducirse en una caída mayor aún de la cartera de pedidos de las empresas. ----Las razones para esa actitud son un misterio que tenemos necesariamente que desentrañar para lograr entender el período. El pleno empleo no sólo es deseado por el conjunto de los trabajadores, sino que también en el pleno empleo se logra, como ya vimos, el máximo del tipo de beneficio. Pero recordemos que el objetivo era doble: había que restablecer el tipo de beneficio, pero también había que restaurar el "clima social". Para algunos autores lo segundo tiene prioridad respecto a lo primero. Decía Kalecki en el temprano 1943 lo siguiente: "...En realidad, bajo un régimen de pleno empleo, el "despido" dejaría de desempeñar su papel como medida disciplinaria. Se minaría la posición social del jefe o patrón y crecería la confianza en sí misma y la conciencia clasista de la clase trabajadora. Las huelgas para pedir aumentos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo crearían tensión política. Es cierto que bajo un régimen de ocupación plena las ganancias serían mayores que el promedio de las mismas bajo el laissez-faire (..) Pero los líderes del mundo de los negocios aprecian más la "disciplina de las fábricas" y la "estabilidad política" que las ganancias mismas. Su instinto de clase les advierte que la ocupación plena duradera es una situación enfermiza desde su punto de vista, y que el desempleo es parte integrante del sistema capitalista normal" pp. 161-16239 Bien podía tener razón Kalecki, pero es que hay más. Como vimos el tipo de ¡Error!Marcador no definido. beneficio dependía de la tecnología utilizada - lo que denominábamos relación capital producto - y de la utilización de la capacidad instalada, de modo que cuanto más elevada fuera esta tanto mayor el tipo de beneficio, y de aquí una razón para tratar de situarse en el pleno empleo. Pero el tipo de beneficio también quedaba en función de la distribución de la renta, de tal forma que cuanto mayor fuese la distribución de la renta a favor de beneficios tanto más elevado sería el tipo de beneficio. Así, aunque el pleno empleo consigue el mayor tipo de beneficio posible dada una distribución, si un grado de desempleo consigue una moderación en el crecimiento salarial de tal forma que los salarios reales crezcan menos que la productividad, la redistribución de la renta a favor de los beneficios puede compensar, o sobrepasar en su efecto positivo, el efecto negativo desencadenado por la reducción del empleo. Es más, si la producción se mantuviese, y la productividad aumentase, con las mismas condiciones de trabajo el empleo se reduciría, como vimos, en la misma medida en que se incrementa la productividad. Si en esas circunstancias, y debido a ese mismo desempleo, se consiguiera que los salarios reales no crecieran al mismo ritmo que la productividad se distribuiría a favor de beneficios. Con la misma producción y una distribución de ésta más favorable a beneficios los beneficios totales se incrementarían, con lo que, con el mismo capital tendríamos un tipo de beneficio superior. Sin embargo esto que hemos dicho supone que la producción no se modifica. Sin embargo hay razones para pensar que cuando se produce una redistribución de la renta en contra de salarios la producción cae puesto que la cartera de pedidos también lo hace.40 Las razones de este hecho son relativamente sencillas, y ruego al lector que disculpe esta disgresión y que tenga paciencia puesto que como verá las conclusiones tienen su importancia. Todo se basa en lo que denominamos propensiones a consumir, y suponemos que la parte que se dedica al consumo de la renta que procede de los salarios - la propensión media al consumo de las rentas salariales - es superior a la parte que al consumo se dedica de las rentas procedentes de los beneficios - la propensión media al consumo de las rentas del capital -. Si las propensiones de ambos grupos fuesen iguales, digamos del 50%, una redistribución de uno a otro grupo no tendría efectos sobre la demanda efectiva. Si, en este caso se detrayeran 10.000 pesetas a los beneficios y se pasaran a los salarios el consumo derivado de los beneficios se reduciría en 5000 y el consumo proveniente de los salarios se incrementaría en 5000, con un efecto neto nulo. Sin embargo si con la misma redistribución del ejemplo anterior la propensión a consumir de las rentas salariales fuera del 80% y la de los beneficios del 40%, el consumo derivado de los beneficios caería en 4000, pero el incremento del consumo procedente de los salarios se incrementaría en 8000, con un efecto neto positivo sobre la demanda efectiva de 4000. Esto significa que cuando, para mejorar el tipo de beneficio se produce una redistribución de la renta en contra de salarios, la producción desciende. Sin embargo, aún en este caso está probado que la tendencia a la reducción de los beneficios globales por el hecho de que hay un menor producto a repartir queda suficientemente compensada por la tendencia a su elevación al apropiarse de una mayor cantidad. Los beneficios globales se incrementan y, con el mismo capital, también lo hace el tipo de beneficio. ¡Error!Marcador no definido. Consecuentemente, el recurso al desempleo con el fin de reducir el crecimiento de los salarios reales, restaura el tipo de beneficio y es posible que también contribuya al restablecimiento de ese "clima social" en el que florecen los empresarios innovadores. El cambio en el "clima social" El mercado sólo atiende, excepto en los casos en que existan organizaciones de intermediación, a necesidades privadas avaladas con dinero. Y el mercado, en la fase del capital, necesita para su extensión el afán de lucro. Y ese mercado-capital, olvidándose de que los tiempos habían cambiado y de que tal vez se podría haber establecido una nueva relación con el conjunto social, volvió a plantear sus bases más estilizadas y menos civilizadas: la vuelta al individualismo, la crítica de lo público, y la admiración hacia un triunfo sustentado en un enriquecimiento monetario. Los años sesenta habían desarrollado unos valores basados en la solidaridad, la cooperación y el sentimiento de que uno no está sólo puesto que vive en compañía. La propaganda de los ochenta se basó, por el contrario, en la vuelta a un individualismo egoísta. Alguna vez he descrito esta época como la de los tutús y los yoyós41. El tú eres único, tú eres el que eliges, sólo tú decides, en tu mano está tu futuro... era el sonido recurrente del canto de los tutús. Y el contrapunto provocado de los yoyós rumoreaba en sintonía: yo he conseguido, yo he trabajado duramente, yo he luchado, yo he logrado... Por supuesto que estas lenguaje habitual de muchos expresiones, antes de que se incorporaran en el memos ingenuos, y de otros que no lo eran tanto y que terminaron posteriormente dando con sus huesos en la cárcel por ladrones, aparecieron por primera vez para el gran público en anuncios de televisión y en algunas películas. Pero también ocurría lo mismo en los bajos fondos de la intelectualidad. Los "nuevos" filósofos volvían a un individualismo que veía al Estado como el causante de todos los males. Y curiosamente, por las fechas del revival, en los núcleos duros de la investigación económica se insistía una y otra vez en lo importante que resultaba establecer los fundamentos microeconómicos de la macroeconomía. El individuo - hay que ver cómo nos aman - otra vez volvía a ser el centro de la historia, y de la ciencia. Muchas veces he contado a mis alumnos y en algún sitio he escrito que la influencia del individuo sobre los fenómenos depende sobremanera de cuales sean esos fenómenos. En algunos de ellos, aunque sean los propios individuos los implicados, la influencia del individuo es nula. Así, si desde lo alto de una torre lanzamos al vacío a un aguerrido general, un obispo místico, un banquero, un representante de la realeza europea y a un convicto criminal, todos, absolutamente todos llegarán al suelo con una velocidad que, si mis recuerdos de lo aprendido siguen siendo buenos, se iguala a la raíz cuadrada del resultado de multiplicar por dos el producto de la aceleración de la gravedad - 9,8 era en mis tiempos y no creo que haya variado - por la altura de la torre. ¡Error!Marcador no definido. En este caso, los sentimientos del individuo, su visión de la vida, sus apetencias y terrores no influyen en nada sobre el fenómeno que queremos estudiar. También es verdad que si lo tratamos de determinar es el número de muertos que puede haber en un incendio de un teatro, algo del comportamiento humano debemos tener en cuenta. En este caso hay que admitir que tal comportamiento se suele traducir en la actitud de pánico. Y con tal actitud, otra vez, el uso de un modelo de mecánica de fluidos puede informarnos y aproximar el número de víctimas, independientemente de que los espectadores estuvieran compuestos por generosos altruistas, envidiosos declarados, mezquinos o sinvergüenzas. Y, por último, si lo que tratásemos de dilucidar fuesen los movimientos de los invitados a una fiesta, está claro que en tal caso los sentimientos de cada uno de los individuos resultan imprescindibles a la hora de la explicación. El aficionado a la bebida tendrá el bar como punto de arranque y de regreso de sus idas y venidas; los que se odien trazarán una danza perfecta maximizando en cada momento la distancia que separa al uno del otro; aquellos que se gusten se desplazarán en una especie de fingido camino aleatorio que terminará siempre en un encuentro... Si lo que nos interesa es la velocidad de caída el comportamiento individual nada importa, si nuestro interés reside en las víctimas del incendio el comportamiento de los individuos algo influye, y si lo que queremos explicar son los desplazamientos en la fiesta casi sólo el individuo importa. Cuando se instala un teléfono público en un pequeño pueblo hasta entonces incomunicado el comportamiento de sus habitantes se altera en los tres niveles de jerarquía mercado y valores. Cuando se restringe el gasto público el comportamiento de las empresas suministradoras se altera en una dirección muy previsible. Cuando se cambia la legislación sobre los contratos, o cuando se recortan las pensiones el comportamiento de trabajadores y pensionistas se altera también en un sentido muy previsible. Lo siento de verdad por los buscadores de las últimas esencias pero algunos siguen un camino equivocado. En buena parte de los temas preocupantes no deben buscarse los fundamentos microeconómicos de la macroeconomía, sino, por el contrario los fundamentos macroeconómicos de la microeconomía. Resulta curioso, cuando no patético, que todavía en nuestros días pueda volverse a hablar de individualismo; que no de individuo, que eso es otra cosa. En un mundo totalmente interrelacionado del que ya el bueno de Smith - léase a Smith y no a sus voceros y el lector quedará sorprendido - se maravillaba42. En ese mundo en el que pisamos por calles que no hicimos, que utilizamos información que no ideamos, que incluso usamos un idioma que no inventamos, se volvió a predicar la canción obsoleta de los tutús y los yoyós. El ejecutivo agresivo fue el ídolo de la juventud culta, el dinero el máximo atractivo de los personajes, el pisar a los demás una estrategia, el aprovecharse de las situaciones un espíritu práctico... Se restauró un extraño "clima social", y en el floreció un esperpento. Como si el empresario innovador schumpeteriano fuese reflejado en los espejos del callejón de los hermanos Alvarez Gato, apareció renovado y estúpido el hacedor financiero, el mequetrefe imbécil con vista de lince para los negocios. La legitimación democrática ¡Error!Marcador no definido. Si los primeros años tras 1973 fueron de una cierta ambigüedad en cuanto la política económica a seguir, el comienzo de los ochenta ofrecía ya un perfil nítido de hacia donde se deseaba que se encaminara el sistema. Los países de Europa del Este , y la propia URSS, vivían una de sus peores crisis de valores, y Occidente se encontraba inmerso en su propia crisis económica. Fue entonces cuándo se produjo una curiosa concordancia en cuanto a los objetivos de unos poderes concretos agrupados en torno a tres nombres: el Papa Juan Pablo II, el Presidente de los Estados Unidos de América Reagan, y el Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética Gorbachov. De una u otra forma quedó pactado el final del denominado socialismo real, la orientación de la política económica de Occidente, y el abandono del Tercer Mundo a su suerte. ----En la URSS aquellos diez días que estremecieron al mundo quedaban ya muy lejos. En sus inicios la organización jerárquica, como todo poder jerárquico emergente, había comenzado con la destrucción de los poderes rivales: el mercado y el sistema de valores. Se instaló un sistema de planificación central que trataba de sustituir al mercado en cuanto a emisor de señales con las que indicar a las empresas la dirección adecuada en cuanto a producción, compra de materias primas o consumos intermedios y contratación de trabajo. Y se intentó borrar de las sentimientos de los individuos cualquier tipo de valor religioso o político que no estuviese en concordancia con el pensamiento del Partido. En una segunda fase, la de consolidación, y sustituido el mercado, mal que bien, por la planificación, se intentó llenar el vacío del retículo de los valores con la moral comunista. El Partido lo era todo: se trabajaba por el Partido, se creía en el Partido, se vivía por el Partido. La jerarquía del partido era quien interpretaba la historia pasada y quien iluminaba el glorioso futuro, era quien decidía sobre el bien y el mal, sobre las prioridades de la nación, sobre el desplazamiento físico de los ciudadanos, sobre la educación que cada uno debía recibir y el trabajo que debía desempeñar. Y hay que reconocer que el sistema tuvo éxito en su intento. A costa de muchos muertos, desaparecidos o desterrados, la férrea mano del poder jerárquico se impuso, y Occidente pudo contemplar con extrema preocupación que ese país, Rusia, que en 1917 conservaba una organización casi feudal y donde la inmensa mayoría de la población vivía en condiciones similares a las de los animales, se había convertido en una formidable potencia militar que como tal actuó en la segunda guerra mundial. Pero no sólo era una potencia militar. Era cierto que tras veinticinco años el socialismo eran los soviets mas la electrificación de la Unión Soviética. Se había generalizado la Sanidad, todo el mundo tenía trabajo y sobre todo se habían volcado los recursos hacia la educación. Los jóvenes de veinte años, otra vez esa edad, no recordaban otra cosa que no fuera comunismo y los valores en los que creían estaban en sintonía con la organización jerárquica. Y no sólo los jóvenes, también los mayores que habían sobrevivido a las carnicerías de la primera guerra mundial, de la guerra civil, de la segunda guerra mundial y de las purgas de Stalin, recogían en su mayoría aquellos nuevos valores, y ¡Error!Marcador no definido. aquellas creencias en la construcción del socialismo. La Unión Soviética era una potencia y sus ciudadanos estaban orgullosos de pertenecer a aquella nación que había logrado poner en órbita, en 1957, el primer satélite artificial en la historia de este planeta. No creo que sea posible explicar el desarrollo experimentado por la URRS sin hacer referencia al sólido sistema de valores que lograron establecer, como no creo que pueda explicarse su desastre final sin hacerlo precisamente por el deterioro de esos valores; el "clima social" del otro sistema. En los primeros tiempos se obedeció a la jerarquía por miedo, posteriormente por miedo y convicción, luego hubo un momento en que, observando el comportamiento corrupto de la nomenclatura desaparecieron las creencias, y al final ni siquiera había miedo. Si la planificación había mal que bien funcionado cuando las comunicaciones eran primitivas nada puede explicar, excepto el caos generalizado, que en la época de los ordenadores aquello terminase siendo un desastre. Nada excepto el escepticismo de una población culta, educada, instruida y muy preparada, que veía como se despilfarraban los recursos y como unos pocos se aprovechaban de la situación. ----- Pero regresemos al Occidente que es nuestro tema. Las políticas económicas que se presentaron con el claro objetivo de la reconstrucción del excedente empresarial obtuvieron su legitimación en las urnas. También es verdad que obtuvieron legitimación democrática aquellos otros programas, que, como en el caso de España y el Partido Socialista Obrero Español, se presentaban con otros objetivos. Pero al final unos y otros terminaron practicando la misma política económica, esto es, la recomendada por la OCDE y el Fondo Monetario Internacional. Otra vez todo Occidente, independientemente del color político de los gobiernos de turno, interpretaba la misma melodía. El Estado de Bienestar se creó tras la segunda guerra mundial en naciones democráticas y en dictaduras, la crisis de oferta - el "así no se puede seguir produciendo" - se dio en países democráticos y en dictaduras, y la reconstrucción del excedente empresarial, la restauración del tipo de beneficio, la redistribución de la renta a favor de salarios y el cambio en el "clima social", se produjo en Occidente en las mismas fechas independientemente de los partidos gobernantes Los años ochenta suponen una época de crecimiento económico en Occidente. Un ensayo de lo que puede dar de sí el nuevo sistema en el que al Estado de Bienestar se le ha extirpado uno de sus fundamentos: el pleno empleo. Es una etapa liderada por el crecimiento económico de los Estados Unidos de América que inicia su despegue pregonando una política ultraliberal y practicando en la realidad - el déficit público de los años ochenta es el mayor de la historia de los Estados Unidos - una política keynesiana que está vetada en Europa. Son los años del "keynesianismo en un sólo país". La década de los ochenta ¡Error!Marcador no definido. Cualquier programa de recuperación económica tiene que incorporar necesariamente la forma en la que se generará la demanda efectiva que haga participar a las empresas en tal programa. La creación de demanda siempre resulta la piedra de toque del programa. A las empresas se les podrán poner las condiciones más beneficiosas para que trabajen: se pueden eliminar la totalidad de impuestos y cotizaciones, e incluso pueden convertirse éstos en negativos con las subvenciones. Se puede reducir al mínimo el tipo de interés, e incluso los salarios pueden reducirse hasta los niveles de subsistencia, pero mientras que no tengan pedidos las empresas no contratarán a un trabajador ni realizarán ninguna producción. Para parte de los autores clásicos, para todos los neoclásicos y para escuelas actuales como la de las Expectativas Racionales o la Nueva Macroeconomía43, este problema de la generación de demanda carece de sentido, pero para los restantes economistas, los gobiernos y sobre todo las propias empresas el problema es crucial. Todos los economistas y escuelas mencionadas parten de la aceptación, en versiones más o menos sofisticadas, de lo que conocemos como Ley de Say según la cual, y en su forma más conocida se afirma que "toda oferta crea su propia demanda". Bajo esa creencia basta con producir cualquier cantidad de lo que sea para que el sistema de precios genere una demanda suficiente para absorberla. Algunos tenemos serias dudas teóricas sobre el funcionamiento de tal "ley", pero las empresas lo que tienen es serias dudas prácticas. Cualquier representante de ese grupo de economistas, vivos y difuntos, podría dirigirse más o menos a un empresario diciéndole: aunque en el momento actual no tenga ningún pedido, no se preocupe, ponga sus plantas a pleno rendimiento, contrate a los trabajadores necesarios, provéase de materias primas y realice la producción, que ya se encargará la Ley de Say de asegurar la venta de lo producido. Ya he dicho que algunos tenemos serias dudas de que tal cosa pueda producirse, pero es que aunque funcionase, muy crédulo tenía que ser el empresario para lanzarse a cometer tal desatino. Por ello resulta sumamente conveniente dejar muy claro cuales serán los mecanismos generadores de demanda y utilizarlos no vaya a ser que esa Ley de Say haya dejado de funcionar, o si quizá funcione, tarde demasiado tiempo en ofrecer sus resultados. El gran motor de la demanda en los comienzos del Pacto Keynesiano, tras la segunda guerra mundial, fue el plan de reconstrucción europeo acompañando a la elevación de los salarios que sostendrían el consumo interno y sin olvidar el cambio en las expectativas configuradas alrededor de una imaginación creíble de un crecimiento continuo. La recuperación americana de la era Reagan se produjo asentada sobre similares bases: una actuación pública, un estímulo privado y una configuración de expectativas. Pero la actuación pública, que podría haber consistido, por ejemplo en un gigantesco plan de desarrollo para el Tercer Mundo, tenía que tener otra orientación. El triunfo político del liberalismo económico sólo ofrecía un terreno en el que el incremento de gasto público fuera aceptado con fervor por la base conservadora de votantes: el gasto militar. Y hacia aquello se canalizaron inmensos presupuestos estatales con el fin de hacer posible aquello que fue conocido como "la guerra de las galaxias". El estímulo privado, nuevamente por el contenido ideológico del conjunto de la propuesta, no podría dirigirse al fomento del consumo de masas. Se trataba de ¡Error!Marcador no definido. restaurar el tipo de beneficio y fue el aumento de los beneficios globales el objetivo, conseguido, entre otras formas, por la reducción impositiva. Pero como ya explicamos en su momento nada hay que conecte de forma directa a los beneficios con una demanda efectiva de algún tipo. Parte de ellos se canalizaron hacia la inversión privada, aprovechando los planes de amortización de equipo puestos en marcha por el mismo gobierno, parte de ellos se destinaron al consumo suntuario, viviendas de lujo particularmente, y la parte restante, cuantiosa parte restante por lo demás, a la especulación financiera. Y en cuanto a la formación de expectativas nada podía igualar a aquella creencia de desarrollo a largo plazo sustentada en un pacto de finales de la segunda guerra mundial. Se sabía que la demanda creada por el dinero público sobre el sector armamentista generaría un cierto crecimiento directo e indirecto, se sabía que la redistribución a favor de beneficios estimularía la demanda de bienes de consumo suntuario, pero se sabía también que aquello duraría lo que durase el gobierno de Reagan, y de que, de lo que había en verdad llegado el momento era de tratar de enriquecerse no tanto con lo productivo sino con lo financiero. Los organismos internacionales y los bancos centrales La recuperación americana duró una década, y Europa, sin el mínimo diseño de alguna política económica, vivió a cuenta de la recuperación americana, cosa que exigía, entre otras la existencia de un sustancioso déficit de la balanza comercial americana, y unos tipos de interés elevados que trataran de compensar, por entrada de capitales, ese déficit. El paro comenzaba a ser abrumador en Europa, pero no parecía importar a los gobiernos e instituciones internacionales. Lo importante era la doble restauración del tipo de beneficio y del "clima social". E incluso se formuló por primera vez de forma clara la idea de que el desempleo ya no era el objetivo prioritario cuando se comunicó por parte de la mayor parte de los gobiernos que "el objetivo era combatir la inflación". Pero no sólo eran los gobiernos. Las organizaciones internacionales habían perdido el objetivo de su creación pero se mantenían inercialmente. Ningún cometido tenía el Fondo Monetario Internacional, en un mundo que desde 1972 vivía en una situación real de tipos de cambio flexibles; ningún cometido tenía el Banco Mundial sin grandes programas de reconstrucción o desarrollo, ningún cometido tenía la OCDE en tiempos en que la cooperación internacional había dejado de tener sentido, ningún cometido real tenía el GATT, cuando la intervención o los acuerdos sobre el comercio entraban en conflicto con el laissez - faire. Y, por si fuese poco, los Bancos Centrales de los países europeos reclamaban una independencia de los gobiernos respectivos para dedicarse exclusivamente a no se sabía bien qué asuntos. Organizaciones internacionales y Bancos Centrales, carentes de su sentido original pero no de los sustanciosos presupuestos, se prestaron a contribuir a la necesaria restauración del "clima social", convirtiéndose en los mayores difusores de la propaganda liberal y llegando a ser los grandes portavoces de esa ideología a la que se llegó a conocer como ortodoxia oficial. Propaganda difundida a través de los informes, cuadernos, publicaciones, ¡Error!Marcador no definido. documentos de trabajo, etc, procedentes de sus servicios de estudios y gabinetes de "expertos". Y propaganda convertida ya en imposición directa cuando, caso por ejemplo del FMI, se condiciona la ayuda concreta a la adopción de práctica derivada directamente de una determinada ideología o sistema de creencias. ----Me dedico desde hace más de un cuarto de siglo, entre otras cosas, a estudiar y a enseñar Teoría Económica. Y tengo que manifestarles mi perplejidad ante las recomendaciones de política económica que emanan de esas organizaciones desde los años ochenta. Perplejidad que surge de lo sencillo que resulta hacer una predicción sobre ellas. Antes de comenzar la lectura de cualquier informe o trabajo procedente de esas instituciones, e independientemente de su grado de complejidad formal, ya conozco de antemano cuáles serán las conclusiones. Y esto no es algo normal puesto que no me reconozco como especialmente dotado en cuestiones de percepción extrasensorial, visiones premonitorias, etc. En tales trabajos, estudios, o incluso declaraciones, y siguiendo el convencionalismo actual, se presentan en las primeras frases, o las primeras palabras los problemas sujetos a estudio. A continuación utilizando argumentos, o técnicas a veces extraordinariamente sofisticadas, se tratan los problemas y por fin, se ofrecen las conclusiones. Pues como digo, conocido el problema uno puede saber inmediatamente cuales serán las conclusiones independientemente del trabajo, a veces muy elaborado, intermedio. Pero además el arte que permite obviar ese trabajo intermedio está a disposición de cualquier persona medianamente culta tras algo menos de una hora de adiestramiento. Porque todo lo que nuestro aspirante a este curso acelerado de economía, que le permitirá actuar "como si" fuera un experto de tales instituciones sin que nadie pueda percibir la suplantación, es lo siguiente: 1. Todo lo que es relativamente abundante se abarata y todo lo que es relativamente escaso se encarece. 2. Individuos, inversión y familias uso de las y empresas tecnologías toman sus adecuadas, decisiones sobre consultando el consumo, sistema de precios que reacciona según el punto 1. 3. Cualquier problema económico surge de que: a. No hay un mercado en el que ese problema quede reflejado. b. Hay un mercado pero no funciona perfectamente porque alguien interfiere. 4. Para solucionar cualquier problema económico: a. Si la causa es 3.a, créese el mercado. b. Si la causa el 3.b, déjese de interferir, y flexibilícese tal mercado. El lector aventajado, una vez estudiada la teoría - los cuatro puntos anteriores - puede intentar una cuantas prácticas planteándose cualquier tema, con algunas excepciones que indicaré a continuación, y se encontrará al nivel de "experto". Puede pronosticar lo que pensarán tales expertos sobre el establecimiento de un salario mínimo o la existencia de sindicatos (aplíquese 4.b), sobre cómo se podría acabar con el desempleo consonancia, 4.b). (véase 1, conéctese con 3.b y aplíquese después, en ¡Error!Marcador no definido. Puede ensayarse inmediatamente que también todos sus con el problemas comercio se internacional deben a 3.b; y se también comprenderá llegará a la conclusión de que son mejor los tipos de cambios flexibles que fijos, que no debe existir restricción a la inversión extranjera, que el desarrollo económico se logra con más mercado, e incluso podrá predecir el cambio técnico, o las modificaciones en los hábitos de consumo, usando 2 y si no se cumple lo predecido acudir rápidamente a 3, y así sucesivamente. Claro que bajo esas visiones toda organización es en principio peligrosa para la libertad del comercio y para el bienestar de los pueblos, que el Estado nada debía controlar dejando a las sabias fuerzas de mercado que establecieran con libertad su magnitud, y que todo funcionario es en principio alguien sospechoso. Pero como decía antes, también hay excepciones. Las organizaciones en general interfieren con el mercado, pero curiosamente para los funcionarios del FMI - he dicho funcionarios - el propio FMI se salva de la quema, esa organización si es "buena". Lo mismo piensan los funcionarios - vuelvo a decir funcionarios - de la OCDE de su propia organización, y los funcionarios escribo funcionarios - de los Bancos Centrales hablan de la inevitabilidad y el beneficio de tal institución y la bondad económica que sobreviene de su laboriosísima tarea de controlar - he dicho controlar - la cantidad de dinero en circulación. Había que restaurar el "clima social". ¿Recuerdan? Nuevas tecnologías, un nuevo mundo Con el comienzo de los años ochenta hicieron también aparición las que en aquel entonces fueron designadas como "nuevas tecnologías44". Coincidiendo en el tipo de origen con las de la posguerra, esto es derivadas del paso a usos civiles de invenciones desarrolladas con objetivo militar, transformaron de forma sin precedentes el mundo de las comunicaciones, los servicios, la agricultura y la industria. Probablemente el paso a dominio público estuviese originado en la cancelación de los grandes programas de la NASA. Pero el hecho es que el mundo fue un lugar distinto tras su difusión. Y con importantes consecuencias sociales. Alguna vez he descrito a tales tecnologías como polarizadoras de conocimiento. El uso en Occidente de las tecnologías derivadas de la segunda guerra mundial exigía, como explicamos en su momento, una mano de obra educada y unas infraestructuras de comunicación y transporte de responsabilidad y ámbito estatal. Las necesidades de conocimiento y educación para su utilización podían ordenarse de forma piramidal, con una gran base en la que casi ningún conocimiento era requerido y una altura ganada paulatinamente con numerosos técnicos intermedios, una gran cantidad de técnicos superiores, menos pero todavía una cifra sustanciosa de investigadores generales y una cifra menor de científicos altamente especializados. Los planes masivos de educación estatal en todos los niveles fueron una consecuencia de ese estrato especial de necesidades. Las nuevas tecnologías para su diseño exigían una mínima cantidad de personal altísimamente cualificado, pero para su utilización en los sectores productivos sólo se exigía una mínima formación. Y este cambio real afectó, y afectará más aún, a nuestro Occidente como ¡Error!Marcador no definido. tendremos oportunidad de ver en el siguiente y último capítulo. La exigencia de altos niveles de educación y de una estructura de infraestructuras físicas para la comunicación y el transporte necesario para alcanzar los altos Bienestar, niveles había de productividad posibilitado el propios de mantenimiento las de tecnologías unas del condiciones Estado de de trabajo singulares. En efecto, aunque se hubiera establecido la más salvaje competencia de precios y tipo de beneficio entre Occidente y el resto del mundo las elevadas productividades obtenidas en Occidente por esas tecnologías sólo allí aplicables hacían posible salarios elevados, jornadas reducidas, y condiciones de trabajo relajadas. Pero si las tecnologías de los ochenta permiten que no sea necesaria esa alta cualificación profesional para la utilización de las técnicas, y el desarrollo de las comunicaciones informáticas hace menos imprescindible la infraestructura física, las consecuencias son inmediatas. La competencia internacional vía precios, en aquellos bienes a los que puedan aplicarse tales técnicas de producción, exige que o las condiciones de trabajo occidentales se asemejen a las imperantes en aquellos países donde se instalan con éxito formas de producción basadas en esas tecnologías, o que el tipo de beneficio obtenido en Occidente sea menor que el correspondiente a esas zonas. ----Este será el primer hecho objetivo con el que deberemos enfrentarnos en nuestro hoy y ahora. El segundo se deriva de la desaparición del socialismo real, de la emblemática caída del Muro de Berlín en 1989. Recordemos que hemos dicho más de una vez que el pacto keynesiano, base del Estado de Bienestar, fue aceptado por el mercado-capital por miedo y conveniencia. Y recordemos también cómo la conveniencia había desaparecido tras la caída del tipo de beneficio y el deterioro del "clima social", y cómo el miedo podía ir desapareciendo con una adecuada terapia de desempleo y cambio ideológico. El socialismo real bastante tenía con sus propios problemas en 1973, y no digamos nada en los ochenta envuelta la URSS en su propio Vietnám. No creo consecuentemente que los planteamientos de los noventa hubiesen sido distintos a los que se propusieron, aunque quizá no se hubiesen formulado tan crudamente. Porque no sólo se instó a convivir con el desempleo, sino que se deterioraron seriamente las condiciones de trabajo en aras de la flexibilización de ese mercado, se planteó claramente la privatización de la sanidad, y se afirmó que las pensiones de jubilación estaban en trance de desaparecer. Creo que de todas formas, expuesto de una u otra manera, tal planteamiento se habría dado por aquello de los veinte años. Los que fueron necesarios para que la juventud olvidase en los sesenta lo que ocurría antes de que existiese un Estado de Bienestar, y los veinte que tuvieron también que transcurrir hasta que los jóvenes de ahora no pudieran recordar lo que fue el Estado de Bienestar. Pero, desaparecido. a pesar El de gran lo dicho, triunfo de qué duda Occidente cabe que sobre aquel la miedo Europa había Comunista ahora era indiscutible. Parecía que no podía existir otra alternativa al sistema de mercado, que no podían erigirse barreras al poder del mercado. ¡Error!Marcador no definido. Y para colmo de insensateces a la compleja interrelación de problemas de la desaparecida URSS se la trató de convencer para que aplicase de forma mecánica la profunda sabiduría de los "expertos" occidentales recogida en los cuatro puntos del apartado anterior. Algunos hasta llegaron a predicar el fin de la historia. La pobreza crecía en las ciudades de nuestro mundo, las mafias se enseñoreaban de las nuevas Rusias, se cazaba a tiros en Colombia y en Brasil a los niños mendigos organizados, se acentuaba el bloqueo a Cuba, las hambrunas persistían en el Africa subsahariana, guerras y asesinatos en masa de razas contra razas. En nombre de los nacionalismos se mataban a hachazos europeos blancos y rubios; los distintos fundamentalismos, no sólo el musulmán, condenaban a la muerte a los disidentes; se utilizaban las nuevas tecnologías para masacrar "selectivamente" ciudades superpobladas, o se usaban los viejos métodos para enterrar vivos bajo la arena a miles de pobres y temerosos ingenuos. Quizá había acabado la lucha de clases, pero persistía la lucha de los pobres y los ricos. ¡Error!Marcador no definido. Cp. 4 HOY Y AHORA El pleno empleo A lo largo de éstas páginas hemos insistido una y otra vez calificando al pleno empleo como el núcleo del pacto keynesiano o el corazón del Estado de Bienestar. La estructura del pacto keynesiano se asemejaba al engranaje de un reloj, donde difícilmente puede funcionar a plena satisfacción el conjunto si se elimina alguna de las piezas. Pero siguiendo con el símil, la eliminación o el deterioro de alguna de las piezas puede dar como resultado que el reloj se retrase o se adelante, que no avise de las horas, los cuartos, las medias o los tres cuartos, que no funcione el segundero o el minutero...pero cuando lo que falla son determinadas piezas el reloj simplemente deja de funcionar. Y la pieza básica en nuestro caso es precisamente el pleno empleo. Tan es así, que aquellos que deseen la reimplantación en nuestras sociedades occidentales del Estado de Bienestar, y debo decir que me encuentro entre ellos y que estas páginas son parte de lo que deseo sea mi contribución45 a esa tarea, deben comenzar a diseñar el posible nuevo pacto sobre la necesidad del pleno empleo. No considero imposible, ni siquiera improbable, que pueda pensarse en otro tipo de estado, distinto al Estado de Bienestar, que logre un nivel amplio de satisfacción y de ausencia de miedo en los ciudadanos; pero a mi no se me ocurre. Si creo en la posibilidad de reconstruir el Estado de Bienestar, con una dimensión europea, solidario y cooperador con los países pobres, garante del medio ambiente y con una profunda responsabilidad sobre el planeta que legaremos a los que vengan después.46 Trato de colaborar en esa posible reconstrucción con mis conocimientos de economista, que no de economicista posibilidad de esa reconstrucción. o mercadista, planteando simplemente la Posibilidad que debe entenderse simplemente como la ausencia de incompatibilidades entre los objetivos. La posibilidad real, de la que también algo trataremos, se inscribe en los campos de la batalla entre poderes; no basta con que sea teóricamente posible y que fuera en su momento probado en la historia, hay que reimplantarlo y eso será una dura tarea. La experiencia de todo lo ocurrido nos ayudará en su rediseño. Y parte de esa experiencia nos indica, como ya apuntábamos, que debemos comenzar con el pleno empleo. La mayor parte de los problemas de nuestro hoy y ahora que se presentan sesgadamente como problemas del Estado de Bienestar, son precisamente problemas que han aparecido por desmantelar tal Estado: problemas derivados fundamentalmente de la desaparición del pleno empleo. ----El pleno empleo resulta básico por, al menos, dos razones: por ser el trabajo es el legitimador último de buena parte de los derechos para la mayor parte de los individuos, y por ser el empleo clave para ajustar el aspecto financiero de los movimientos de recursos. ¡Error!Marcador no definido. El Estado de Bienestar es algo más que un Estado Asistencial , Estado Providencia o Estado Benefactor. No es un Estado plagado de mendigos, indigentes o necesitados a los que por razones éticas o estéticas hay que atender; ni es un Estado de vagos, es un Estado de trabajadores. Es un Estado donde la mayor parte de los individuos utilizan la mayor parte de su tiempo en la realización de tareas útiles para el conjunto social. En el Estado de Bienestar, por oposición al Estado liberal, los derechos a la participación del producto social no se derivan exclusivamente de la propiedad. En tal Estado el retículo jerárquico de los derechos de propiedad permanece, y tal cosa permite a cierta cantidad de personas comprar en el mercado aquello que deseen y disfrutar junto con los demás de los bienes públicos y otros servicios libres. Pero también ocurre que un individuo, por el hecho de haber realizado, o incluso de poder realizar, durante cierto tiempo un trabajo socialmente considerado como útil, adquiere el derecho para el y sus familiares más próximos, de participar en ese producto social aunque no sea propietario. La propiedad deja de ser la única forma de mantener un derecho al producto. Este punto es de gran importancia. Los partidarios del Estado Liberal tratan en nuestros días de imponer su visión en la que los derechos, excepto los asistenciales, se derivan exclusivamente de la propiedad. Bajo esta visión liberal las pensiones de jubilación representan la devolución de un capital acumulado por el trabajador mediante sus cotizaciones sociales, y lo mismo cabe decir respecto a la sanidad. Esto es, nuevamente, el derecho a la participación en el producto social se deriva del hecho de la propiedad sobre un fondo obtenido mediante un proceso de capitalización a lo largo de los años. O bien, asimilando al Estado a una gran compañía aseguradora, sugieren la idea de que los servicios que se reciben dependen de los pagos efectuados según marca una póliza invisible, legitimando el derecho a recibirlos sobre la propiedad del capital acumulado corregido por el riesgo. En cualquiera de los casos, como se ve, los derechos vuelven a quedar vinculados exclusivamente con la propiedad. En el Estado de Bienestar el trabajo útil sostiene un conjunto de derechos que no se basan en la propiedad. La esfera de lo valorativo, que determina buena parte de lo jerárquico legislativo, concede al trabajo ese estatus. Siendo entonces el trabajo la base de la legitimación a la apropiación del producto de los no propietarios, debe quedar asegurada la posibilidad de trabajar. La inclusión en buena parte de las Constituciones del "derecho al trabajo" es la consecuencia de ese principio. El Estado de Bienestar garantizaba ese "derecho al trabajo", base para la legitimación de la apropiación. Nadie que lo desee debe quedar excluido, y de aquí la necesariedad del pleno empleo. Debe volverse a colocar el pleno empleo como el centro del nuevo pacto, puesto que la prestación por desempleo no es en absoluto equivalente. La prestación por desempleo se utilizó en el Estado de Bienestar para cubrir los períodos de tiempo en que el trabajador se encontraba "entre dos empleos". Por supuesto que en las situaciones de paro persistente el seguro de desempleo alivia parte de las necesidades del trabajador y su familia, pero tal situación sólo debería darse en muy contados casos. Aunque se percibiese el mismo sueldo, no es lo mismo la situación en la que se encuentra un perceptor del seguro de desempleo que un trabajador con su puesto de ¡Error!Marcador no definido. trabajo. La sociedad se configura mediante la interrelación y la mutua influencia de lo jerárquico, lo valorativo y el mercado. Y en el Estado de Bienestar, el conjunto de derechos a los que da acceso el desempeño del trabajo queda acompañado de una buena cantidad de elementos valorativos. El trabajador participa en la creación de la riqueza social. La motivación para aceptar la disciplina de una empresa no es sólo monetaria sino también valorativa: el trabajo dignifica socialmente. En el mundo del trabajo el individuo realizará esfuerzos y dedicará su tiempo a la finalidad de la organización en la forma en la que se lo indiquen, pero también compartirá muchas horas de su vida con otros como él, hablará con sus semejantes, se reirá o apenará también con ellos, aprenderá valores de solidaridad o simple compañerismo, se sentirá querido y respetado... El parado de larga duración llevará con él el estigma de la inutilidad. Siendo víctima se sentirá culpable. Deberá aguantar, como en nuestros días, la crueldad de los "expertos" económicos que pontificarán sobre la necesaria preparación para acceder a un puesto de trabajo y de la responsabilidad del trabajador en la creación de su propio "capital humano". Quizá tenga la desgracia de que sus hijos lleguen a considerarlo un inútil, y desde luego siempre provocará en la mayor parte de las gentes un sentimiento, que el no ha deseado ni merecido, de compasión. No es lo mismo "cobrar el paro" que trabajar legalmente. La reconstrucción del Estado de Bienestar pasa necesariamente por acabar con la crueldad del desempleo. La crisis fiscal y la Seguridad Social La segunda razón que ofrecíamos para considerar básico el pleno empleo en esa reconstrucción del Estado de Bienestar era porque precisamente el empleo resulta clave para ajustar el aspecto financiero de los movimientos de recursos. La denominada crisis fiscal es casi en su totalidad el resultado de eliminar el pleno empleo como objetivo prioritario de la política económica. La aparición de una tasa de desempleo significativa y persistente desequilibra necesariamente las cuentas del Estado: los gastos crecen y los ingresos disminuyen. La primera partida de gastos que experimenta un fuerte crecimiento es la debida al pago del seguro de desempleo. Y cuanto más importante el desempleo, mas voluminosos los gastos a él destinados. Pero el desempleo no sólo es fuente de gastos directos. Y ,como tantas veces, deberemos recurrir a lo valorativo para explicar parte de los cambios sucedidos. Desde el final del Estado de Bienestar el desempleo ha sido significativo, y sobre todo entre los jóvenes que se han encontrado con todo tipo de dificultades para acceder al primer empleo. En la política de restaurar el "clima social" mediante el recurso al desempleo se han ido progresivamente restringiendo los derechos a la percepción del seguro de desempleo. Quedan excluidos, "naturalmente" los que nunca han trabajado, y quedan excluidos progresivamente más y más colectivos según una matriz complejísima de tiempos de cotización, tiempos de trabajo, tiempos de percepción, y cuantía de tales percepciones. Pero la alternativa a un empleo legal, no es el paro, sino "buscarse la vida", ¡Error!Marcador no definido. porque, como en algún sitio he explicado, parados están sólo los muertos47. Es decir la alternativa al empleo legal es tratar de encontrar una ocupación ilegal. E ilegal, en este caso, no significa no admitida socialmente sino solamente eso, ilegal. Cuando no se encuentra una ocupación en el "mercado de trabajo" los individuos tratarán de encontrarse el método de buscarse la vida en trabajos extramercado. Muchos de ellos lo harán ilegalmente, pero con la aceptación social, en los servicios informales: cuidadores de niños, limpieza doméstica, chapuzas variadas. Otros trabajarán ilegalmente, pero también con la aceptación social en lo que hemos venido a denominar economía sumergida. Y otros buscarán una ocupación también ilegal, pero socialmente rechazada, en la simple delincuencia. Y buena parte de ellos también tratarán de escapar a la angustia de su situación personal recurriendo destructivamente al inmenso abanico de drogas, legales o ilegales, que nuestra vieja sociedad conoce desde siempre. La desaparición del pleno empleo, como decíamos, no solo se traduce en un incremento de los gastos directamente vinculados al pago de las percepciones de desempleo, sino a todos los otros gastos inducidos por tal situación. Situaciones de miseria y pobreza urbana, marginación, drogodependencias en la indigencia, delincuencia y criminalidad son objetivos bien para el Estado Asistencial o bien para el Estado Policial que sí son compatibles con ese Estado Liberal al que parece nos acercamos. Pero todo ello significa nuevos y crecientes gastos, "asistenciales" , de "seguridad ciudadana" o de "lucha contra el narcotráfico", que sumar a los derivados directamente de la cobertura del desempleo. Los únicos gastos que ahora se presentan como un problema y que sí estaban previstos, precisamente como un logro, en el Estado de Bienestar son los derivados de nuestros mayores. Y digo que estaban previstos como un logro puesto que uno de los resultados de las nuevas condiciones de trabajo y vida sería precisamente que una buena cantidad de trabajadores pudieran llegar a la edad de jubilación en condiciones de disfrutar de esos años en los que se encaminaban hacia la vejez. Que llegaran sanos, con dignidad, sin miedo, con las pensiones aseguradas y en condiciones de disfrutarlas junto con el respeto del resto de la sociedad. Pero de todo ello trataremos un poco más adelante. Al haber abandonado el objetivo del pleno empleo los gastos del Estado se incrementan, pero los ingresos también disminuyen. Caen en primer lugar los ingresos debidos al propio desempleo: quien no trabaja no cotiza. Caen los ingresos de los impuestos de aquellos a los que nada tienen para que se les impongan. Caen los ingresos porque el propio desempleo estimula la creación de una economía sumergida que, por su propia ilegalidad, queda al margen de todo tipo de recaudación fiscal. Y caen los ingresos con el cambio del sistema de valores hacia un individualismo a ultranza, buscador del lucro, que fomenta la evasión fiscal. ----En el Estado de Bienestar el derecho a la participación en el producto social no se deriva exclusivamente de la tenencia de propiedad. Hay que dejar completamente claro que el derecho a una pensión de jubilación, viudedad u orfandad o a una asistencia sanitaria global se deriva del hecho de haber trabajado legalmente, no del hecho de haber cotizado. En algunos países europeos donde se instaló el Estado de Bienestar este ¡Error!Marcador no definido. principio se reflejó en la propia financiación de la Seguridad Social. Los presupuestos generales del Estado atendían los gastos de esas partidas. Pero en otros, la Seguridad Social se financió parcial o totalmente mediante las cotizaciones sociales que pagaban en distintas proporciones empresas y trabajadores. Nada importaría la forma de financiación si esas cotizaciones sociales se entendieran como un impuesto específico sobre las relaciones laborales. Sin embargo la misma forma de financiación puede inducir a considerar el tema desde la perspectiva liberal de los derechos de propiedad y no desde el derecho vinculado exclusivamente a haber realizado un trabajo útil. Podría parecer que lo que hace el trabajador con sus cotizaciones a lo largo de su vida laboral es crear un capital, directamente o con la fórmula de una póliza de seguros, de tal forma que al final obtiene como pensiones lo previamente acumulado por él con la posible ayuda adicional de lo cotizado por las empresas. O bien, esa propia forma de financiación puede también sugerir la idea de que la Seguridad Social funciona como una Caja de Solidaridad en la que los trabajadores con ingresos, esto es lo que están en su vida laboral útil, se encargan de las necesidades de los ya retirados, en el entendimiento de que, a su vez, cuando ellos se jubilen recibirán la solidaridad de los que en aquel momento trabajen. Cualquiera de estas dos visiones entra en conflicto con el principio establecido en el Estado de Bienestar: las pensiones se derivan del hecho de haber realizado un trabajo útil. Y ese derecho ni surge de un proceso de capitalización ni de ninguna forma de solidaridad intratrabajadores. Es algo asumido por el Estado. Si como antes decíamos, el pleno empleo es el corazón del Estado de Bienestar la existencia de derechos económicos no vinculados a ningún tipo de propiedad es su espíritu. Por supuesto que el poder de mercado es opuesto a tal principio. Para él cualquier renta debería derivarse exclusivamente de la riqueza, esto es de la propiedad. La existencia de rentas monetarias con otros orígenes es algo que compite con su poder sobre el mercado. Y aquí sí estamos en una cuestión de principios. La insistencia del poder de mercado en vincular las pensiones con algún tipo de riqueza acumulada, el caso de la capitalización, o de observarlas como un simple proceso de transferencias monetarias entre individuos, el caso de la Caja de Solidaridad, tiene una doble finalidad. En primer lugar impone el principio de que la renta sólo surge de la propiedad, y en segundo lugar, y extraordinariamente importante en nuestros tiempos, permite anular o restringir el derecho aludiendo a problemas financieros. Y los problemas financieros, que no económicos, se presentan, a su vez, en una doble dimensión. Puede suceder que la capitalización realizada no alcance para cubrir las pensiones futuras en el nivel deseado. O bien puede suceder también - en el modelo de la Caja de Solidaridad - que las cotizaciones de los trabajadores activos no pueda cubrir las necesidades de los ya retirados. Y, continúa el argumento liberal, como cualquiera de estas cosas puede fácilmente suceder se recomienda la suscripción de planes privados de pensiones. Insisto en que el principio asimilado por el Estado de Bienestar es que las pensiones no asistenciales nada tienen que ver con capitalizaciones o transferencias intratrabajadores. Las pensiones se derivan del hecho de haber realizado un trabajo socialmente útil, y como la utilidad social, en un sistema donde existe un mercado y ¡Error!Marcador no definido. un sistema de precios, se mide por el salario percibido, las pensiones individuales se ajustarán al salario individual percibido por el trabajador en sus años activos. Como antes decíamos, el hecho de que en algunos países europeos se utilizara una forma diferenciada de financiación para la seguridad social, e incluso la propia expresión utilizada de "pensiones contributivas" para distinguirlas de las "pensiones asistenciales", ha proporcionado una excelente arma dialéctica a los partidarios de la desaparición de tales pensiones. En el Estado de Bienestar, por primera vez en la historia, se incluyó el derecho de los trabajadores jubilados a seguir percibiendo una renta, independientemente de la caridad de algunos, de la buena voluntad de las empresas, de lo que hubiesen ahorrado, o de lo que la solidaridad entre trabajadores pudiera ofrecerles. Su jubilación dependía del hecho de haber realizado un trabajo socialmente útil. Era el reconocimiento de la importancia del trabajo humano en la construcción y transformación de la sociedad; era el reconocimiento también de que la contribución del trabajo a la sociedad superaba la remuneración salarial: que algo había que no se les pagaba como salario y que podrían, al menos parcialmente, recuperar después. La reconstrucción del Estado de Bienestar comenzará con el pleno empleo, pero seguirá inmediatamente con el restablecimiento de ese principio tan combatido en nuestros días. Que los ingresos del Estado no logren cubrir todo lo inicialmente presupuestado no significa que deban reducirse precisamente las partidas de los "gastos sociales". Existen multitud de partidas que pueden recortase si se decide restringir el gasto público. Es más, es precisamente esa partida de pensiones la que nunca puede ser recortada pues es el resultado de algo irrenunciable: el reconocimiento histórico del valor del trabajo. La aritmética económica Tan complejo resulta a veces el lenguaje de los economistas que llega a encubrir más que a revelar verdades. Buena parte de las veces sólo es necesario saber sumar, restar, multiplicar y dividir para comprender buena parte de nuestra propia realidad económica. Así, como tantas veces he dicho, basta con saber dividir para poniendo en el numerador los alimentos producidos en el planeta y en el denominador el número de habitantes de éste darse cuenta de que hay para todos. Y que, consecuentemente, el hambre y las muertes por inanición no son resultado de algún tipo de escasez, sino que son sólo un problema de distribución. De la misma forma que sabiendo multiplicar, basta con tomar el consumo de petróleo por habitante de los Estados Unidos de América y multiplicarlo por el número de individuos que habitamos este planeta para darse cuenta de que la generalización del modo de vida USA es sencillamente algo totalmente imposible. Y por la misma aritmética económica48, mientras que la renta por habitante de un país continúe creciendo no hay ninguna razón para que no pueda crecer conjuntamente la de todos los ciudadanos. Sean cuales sean los problemas contables o financieros que se presenten, mientras ese crecimiento continúe no hay ninguna razón ¡Error!Marcador no definido. económica para que deben peligrar necesariamente las rentas de los pensionistas, los trabajadores, los pintores, los toreros o los buzos. Serán problemas financieros que financieramente se solucionarán si así se desea y punto. Y esta aritmética económica puede sernos extraordinariamente útil a la hora de elaborar las principales directrices de la reconstrucción del Estado de Bienestar. ----Dijimos que el corazón del Estado de Bienestar era el pleno empleo y con él precisamente empezaremos. Pero antes recordemos, para no volver a cometer los errores del pasado, lo que se debe ofrecer al mercado-capital para que acepte el pacto, y tengamos también en cuenta los hechos objetivos de los que partimos. Se trata de garantizar el tipo de beneficio y, tan importante o más que eso, ofrecer un conjunto completo de oportunidades de inversión procedentes de un gasto público que no sea competitivo sino complementario de la empresa privada. Y tenemos que tener también en cuenta la existencia de las nuevas tecnologías y de que partimos de una situación de desempleo masivo a la que habría que combatir de forma inmediata. Frente al fenómeno de ese desempleo masivo se han venido a perfilar dos tipos de soluciones relacionadas con la jornada de trabajo: una patrocinada por el mercadocapital y otra mantenida por algunos sindicatos y partidos de izquierda. La primera es un reparto simple del trabajo. La jornada se divide, digamos en dos partes, y el salario se divide también en las mismas partes. Claramente, sin alterar la masa salarial, el empleo se duplica. Por supuesto que tal propuesta, e independientemente de las complicaciones que podían sobrevenir, es sólo una operación contable. De hecho las modalidades de contratación a tiempo parcial podrían considerarse simplemente como una aproximación a tal solución. La segunda, de forma también esquemática, propone la absorción del crecimiento de la productividad con la reducción de jornada.49 En tal caso el salario real por hora efectiva de trabajo se incrementaría en la misma proporción en que lo hace la productividad técnica, manteniéndose la distribución de la renta - recuérdese que era el resultado de dividir el salario real entre la productividad - y no modificando el tipo de beneficio. El salario real del individuo se mantendría constante, cobrando lo mismo en términos reales por menos horas de trabajo, y la productividad por individuo también se mantendría estable, compensándose el incremento de la productividad técnica con la reducción de la jornada laboral. Por último el empleo, expresado en individuos contratados, si la población potencialmente activa no variase, se incrementaría en la misma proporción en que lo hiciera la producción en términos reales. Si el PIB real creciese a un, digamos 3%, el empleo también crecería en un 3%. ----Cabe una tercera posibilidad que me atrevo a exponer aquí y que no pasa por la reducción de la productividad intermediación. jornada para la laboral. Se trata generación de empleo de utilizar utilizando el las crecimiento de la organizaciones de ¡Error!Marcador no definido. En este caso, y análogamente a lo que ocurría en la propuesta anterior, el salario real por hora efectiva de trabajo crecería al mismo ritmo que la productividad, con lo que tampoco se alteraría la distribución de la renta ni el tipo de beneficio. Pero al mantenerse la jornada de trabajo el salario real por individuo contratado también se incrementaría, antes de impuestos, en la misma proporción en que también se elevaría la productividad por trabajador. Pero un impuesto específico sobre salarios mantendría el salario real tras esos impuestos en el mismo nivel anterior, y la totalidad de lo recaudado se usaría, para la provisión privada de bienes públicos gratuitos. La propuesta anterior mantiene el salario real y eleva el ocio. En esta propuesta la jornada se mantiene y también lo hace el salario real tras impuestos, pero se disfruta de una mayor cantidad de bienes públicos. La propuesta supone la congelación de los salarios reales disponibles tras impuestos, que no de los monetarios que crecerían en la misma proporción en la que lo hiciesen los precios, utilizando el incremento de la productividad técnica para la creación de empleo en un sector específico. La idea se sustenta en cinco razones: la sustitución existente entre los salarios y los bienes públicos en cuanto a alcanzar determinados niveles de bienestar; la necesidad de que lo público ofrezca oportunidades de inversión y de beneficio a la empresa privada; la existencia de nuevas tecnologías que permiten la entrada en la competencia internacional de determinados productos por parte de muchos países pobres; la importancia creciente de una visión planetaria que asimila como un coste el deterioro del medio; y, por último, la actual correlación de fuerzas, los poderes respectivos, que condicionan la forma precisa de financiación del plan. Salarios y bienes públicos Desde cierto punto de vista el plan puede contemplarse como una simple congelación salarial, puesto que el salario real tras la detracción de los impuestos específicos se mantiene estable. Pero perspectiva El que es la real. prefiero salario que real se crece contemple según se desde otra incrementa la productividad, pero ese salario queda dividido en dos partes: una con la que pueden comprarse los bienes que el mercado proporciona directamente y otra con la que pueden comprarse aquellos otros bienes que el mercado sólo puede proporcionar cuando existen organizaciones de intermediación. Con la parte estable del salario se seguirán comprando los habituales bienes y servicios, con la parte variable se adquirirá el derecho al uso de ciertos bienes públicos o semipúblicos. El salario real constante utilizable directamente en el mercado asegurará el mantenimiento del nivel de vida en cuanto a los objetos que habitualmente se compran en el mercado; la parte del salario canalizada mediante los impuestos hacia organizaciones de intermediación asegurará un mayor nivel de vida, o tal vez mejor dicho una progresiva mejora en la calidad de vida: transportes públicos cuidados, guarderías infantiles gratuitas y bien dotadas, atención domiciliaria a ancianos o discapacitados, parques y jardines atendidos y vigilados, mantenimiento del patrimonio artístico y facilidades en cuanto a su acceso, limpieza y adecuación de ¡Error!Marcador no definido. costas y ríos, peatonalización de los centros históricos, vigilancia sobre la emisión de sustancias contaminantes o ruidos...todo lo que aumenta en fin nuestra calidad de vida y refuerza nuestro derecho a la apacibilidad y a la relación humana y que no puede conseguirse en el mercado. La reivindicación de salarios monetarios cada vez mayores debe entenderse justamente en lo que significa: poder comprar cada vez más cosas de las que el mercado vende, y sabemos muy bien que hay un sinnúmero de cosas deseables que el mercado no puede atender de forma individual. Es el restablecimiento de lo público como algo que proporciona calidad de vida lo que se garantiza, junto con la creación de empleo en todas estas actividades, en esta propuesta. Las oportunidades de inversión Pero ese restablecimiento de lo público no debe entenderse en ninguna medida como un mayor peso del Estado. El Estado, de la forma en que se convenga y con el control que se determine en su momento, sólo debe actuar como una organización de intermediación que traslade la demanda de bienes públicos al mercado para que sea la empresa privada quien se ocupe de la producción de esos bienes. Los individuos que se dediquen a plantar árboles en un plan de forestación, o a la asistencia a domicilio, o a cualquiera de las actividades que hemos mencionado, y a cualquiera que vaya en esa misma dirección, no serán nunca funcionarios públicos. El Estado, como organización de intermediación, solicitará el cumplimiento de un determinado servicio asignándole una cierta cantidad extraída del fondo salarial, y serán las empresas privadas las que por el sistema de concurso, o cualquier otra modalidad que garantice la transparencia en la adjudicación y la eficiencia en la actividad, se encargue de la producción del servicio demandado. La razón para hacerlo así es inmediata. Se trata de no repetir los errores cometidos en la gestión del Estado de Bienestar cuando el Estado se encargó de la provisión de bienes y servicios públicos, compitiendo con la empresa privada y quitando a ésta oportunidades para realizar la inversión y hacer negocio. La probada eficiencia de la empresa privada podrá ponerse así al servicio de lo público, y el empleo creado en estas labores no elevará el número de funcionarios del Estado. Será un empleo al que se aplique los mismos criterios de selección y normativa legal que en el resto del "mercado de trabajo". Las nuevas tecnologías El avance en las comunicaciones, el abaratamiento de los costes de transporte y las nuevas tecnologías han posibilitado, como vimos, que buena parte de los países pobres puedan competir en condiciones de igualdad en un buen número de productos con los países occidentales. Debo advertir que como ser humano no puedo por menos de congratularse con el hecho de que esas nuevas tecnologías han supuesto para millones de individuos el paso de la miseria a la explotación. Y lo escribo sin ningún tipo de sarcasmo. ¡Error!Marcador no definido. Conocemos las condiciones de trabajo y los escasos salarios con las que, en esos países, se comenzó el proceso de la nueva industrialización. Y por ello no he dudado en introducir el término "explotación". Pero las condiciones de miseria de partida hacen que esa "explotación" se vea bajo otra luz. Y adicionalmente, siguiendo una curiosa regularidad histórica, pocos años después del comienzo, la actividad de unos sindicatos incipientes pero ya poderosos han comenzado a alterar sustancialmente en beneficio de los trabajadores las condiciones de trabajo y los salarios. Taiwan, Corea, o incluso la misma China no son hoy en día las mismas que a principio de los ochenta. Aún así, la disciplina en el trabajo, la jornada de éste, los derechos de los trabajadores y los salarios distan mucho de lo que es habitual en Occidente. Con la posibilidad de usar las mismas tecnologías y con un tipo de beneficio similar las condiciones generales de trabajo deben ser igual en todos aquellos países que compitan con esos productos. Esta realidad conservadora, se inducir a ha utilizado los en trabajadores Occidente para, occidentales a dentro de aceptar la un revancha deterioro sustantivo de sus condiciones de trabajo apelando a la competitividad. La realidad expresada es la que es y no puede obviarse. Pero deben considerarse también otras circunstancias también reales. En primer lugar la igualación de las condiciones de trabajo no tiene por que darse necesariamente "hacia abajo" en los países occidentales, puede también darse "hacia arriba" en los países emergentes. En segundo lugar tal planteamiento sólo puede aplicarse desde la mentalidad de la exportación. Cuanto más bajos sean los costes de producción más barato el producto y más posibilidades de ser exportado. Pero al menos un país tendrá que mantener salarios elevados para garantizar una capacidad de compra necesaria - recuérdese los coches de Ford - para absorber las exportaciones del resto. En tercer lugar, y muy ligado con lo anterior, las nuevas tecnologías han posibilitado la producción sobre todo de lo que conocemos como bienes de consumo de masa: textil, electrodomésticos, aparatos electrónicos de todo tipo...De esta forma, y dado el tipo de producción, se refuerza el argumento anterior: en algún país debe existir esa capacidad de compra para absorber ese consumo de masas. Y ese consumo de masas sólo es posible que se efectúe en países con unos salarios lo suficientemente elevados para que el conjunto de los asalariados y sus familias puedan optar a tal consumo. En cuarto lugar incluso las teorías más primitivas sobre el comercio internacional establecían que los países se especializarían en la producción de aquellos bienes en los que tuviesen ventaja comparativa. Y tal vez ha llegado el momento de aceptar que esa ventaja comparativa, en la producción de esos bienes de consumo de masas, la tienen esos países. La ventaja comparativa Occidental, por su realidad actual y por su historia, se encuentra en la producción de bienes públicos. Eso es lo que nuestros países pueden realizar con eficiencia y que pueden sustituir con ventaja a esos bienes de consumo de masas. Y es precisamente a la producción de ese tipo de bienes al que se dirige nuestra propuesta, a esos bienes en los que se tiene posibilidad de competir, en el más profundo sentido de la palabra competencia, la competencia por la calidad de vida, con esos otros países, dejándoles a ellos, que buena falta les hace, la producción de todos esos otros bienes. ¡Error!Marcador no definido. Nuestro planeta Hace tiempo recientemente que cuando sabemos hemos que habitamos comenzado a un percibir planeta pero realmente como ha sido sólo problemas su significado. Hemos hablado de bienes públicos y hemos visto como el mercado es, por su propia lógica, incapaz de tratar directamente con ellos. Tampoco es capaz, por razones análogas, de tratar con los males públicos. El mercado tiene su lógica y en ella es coherente e implacable. Si una empresa contamina un río, dentro de la lógica del mercado existen dos posibilidades, los perjudicados pueden pagar a la empresa para que deje de hacerlo - pagar por ejemplo el coste de la instalación de una depuradora - o bien la empresa puede pagar a los perjudicados para que soporten la contaminación. Y la lógica siempre se repite: los fumadores pagarán a los no fumadores para que acepten su humo, o los no fumadores pagarán a los fumadores para que dejen de hacerlo. Ya vimos en su momento que precisamente por esos problemas la jerarquía tenía que regular el mercado, puesto que los derechos de propiedad no son una patente de corso para hacer lo que se desee. La jerarquía regulará que la empresa deba costear su propia depuradora, sin esperar a que los perjudicados se la costeen, y sin admitir tampoco que se contamine pagando. Y la propia jerarquía impedirá fumar en determinados lugares sin permitir que los fumadores exijan una compensación económica por su derecho vulnerado, y se establecerán lugares en los que sea posible fumar sin tener que pagar a los no fumadores por la vulneración del suyo. Los valores sociales de cada momento, configuran una estructura jerárquica de leyes que regulan las transacciones del mercado en temas complejos. Pero en relación con lo que hemos venido a denominar ecológico la inoperancia del mercado es más que manifiesta, no sólo porque la distancia física entre donde se origina el daño y donde se percibe deja obsoletas a las fronteras nacionales, sino porque además la distancia temporal impide cualquier uso del mercado en estos menesteres. Y es imposible que el mercado pueda actuar puesto que para ello deberían estar presentes los propietarios del futuro. El día terrible en que comiencen a agrietarse y abrirse los contenedores de residuos radiactivos depositados en el fondo de los océanos -y se terminarán abriendo por que la ley de la entropía así lo exige - habrá que ver lo que pensarán de nuestra época los habitantes de este planeta en aquellos momentos. Y claro que hubiesen estado dispuestos a pagar, según la lógica del mercado, para que no les dejásemos tal "regalo". Pero no podían puesto que faltaban cientos de años para que nacieran. Quizá nosotros mismos hubiésemos pagado para que no se deterioraran las costas, o para que no se abandonaran pueblos, monasterios e iglesias; hubiésemos pagado para que no se utilizasen las piedras de las murallas romanas para la edificación; y hubiésemos pagado para que el trazado del ferrocarril no contribuyera ¡Error!Marcador no definido. a la deforestación de las tierras, hubiésemos pagado...pero no tuvimos ni siquiera la oportunidad puesto que no estábamos vivos. De nuevo es la existencia de tiempo histórico la que imposibilita al mercado para solucionar algunos problemas económicos. La lucha contra los males públicos exige una triple intervención de lo jerárquico. En primer lugar, porque como con todo lo público, el mercado sólo puede reaccionar si existe una organización de intermediación que ponga en comunicación el tema público con el lenguaje del mercado: ingresos y costes. En segundo lugar porque es posible que los receptores inmediatos del mal público ni siquiera tengan dinero suficiente para mantener una sociedad de intermediación. Y en tercer lugar porque es necesario que alguien asuma el papel de los propietarios del futuro, y actue en su nombre dentro de un sistema de precios. El Estado se ha ocupado de proteger al conjunto social de parte de esos males públicos. Y el cambio que parece apreciarse en ese sentido en el retículo de valores acentuará aún más esa tendencia absolutamente necesaria para nuestra supervivencia como especie. Pero nuestra propuesta supone que, independientemente de lo que pueda lograrse del Estado, existirá una partida de gasto creciente año tras año que generará un empleo dedicado de forma directa a estos temas. Nuestros herederos del futuro nos lo agradecerán. La correlación de fuerzas La propuesta concreta efectuada se deriva en primer lugar de la creencia de que la provisión de bienes públicos y la batalla contra los males públicos eleva la calidad de vida de los beneficiarios, no entra en competencia con los logros de los países pobres, vela por el futuro de nuestro planeta, propone unas oportunidades de inversión a la iniciativa privada, no cuestiona la distribución de la renta, crea empleo y puede aplicarse a nivel nacional y no necesariamente europeo. Pero en la articulación concreta de la propuesta sí se ha tenido muy en cuenta la actual correlación de fuerzas. Poco se podrá objetar desde el poder del mercado a un pago voluntario de unos impuestos específicos sobre salarios con el fin de obtener unos servicios públicos producidos, con beneficio, por el sector privado. Como nadie podrá objetar que, representando un pago voluntario con el objetivo de crear puestos de trabajo en sectores muy concretos, exista un control directo de la recaudación y destino de los fondos por parte de aquellos que los han generado. Pero debo explicar porqué se presenta como alternativa a la utilización de los incrementos de la productividad para reducir la jornada de trabajo. La primera razón es que tengo mis serias dudas de que una reducción de la jornada en función del incremento de la productividad, que es pequeño, no pueda ser absorbido fácilmente con un aumento de la eficiencia en el trabajo sin crear por ello empleo. Siguiendo ese planteamiento, una elevación de la productividad de digamos el 3% destinado a la reducción de jornada haría que, aproximadamente en lugar de trabajar 8 horas diarias se hiciera durante siete horas y cuarenta y cinco minutos. ¡Error!Marcador no definido. La verdad es que, como antes decía, y en las actuales condiciones de trabajo, dudo mucho de que un trabajador no se vea forzado a realizar el mismo trabajo que antes en un cuarto de hora menos de tiempo. Y de esa forma no se crearía empleo. Para que la eficiencia en el trabajo no compense la reducción de la jornada, está tendría que experimentar una reducción radical. Pero eso sólo es posible aceptando una reducción equivalente del salario, con lo que volvemos a la propuesta de las grandes patronales sobre el "reparto del empleo", o alterando significativamente la distribución de la renta y reduciendo el tipo de beneficio, cosa que simplemente me parece que en las actuales circunstancias el conjunto de trabajadores no puede lograr. No es que desdeñe la reducción de la jornada de trabajo como un objetivo a lograr en el largo plazo, pero ese tema tendrá que ser necesariamente debatido en el seno de la Comunidad Europea hasta conseguir un acuerdo que pueda aplicarse de forma general al conjunto de los países miembros, y eso puede tardar bastantes años. Pero es que, adicionalmente, aunque la reducción de la jornada se tradujera en una sustancial creación de empleo sería un empleo dirigido a proporcionar los bienes individuales que el mercado provee. E insisto en que muchas cosas creo que están en juego con la visión mercadista de la economía. La recuperación de lo público no sólo elevará nuestra calidad de vida, sino que cambiará nuestra concepción de las cosas. El nuevo Estado de Bienestar La propuesta sólo puede y debe entenderse como un punto de partida, una línea de arranque para la reconstrucción del Estado de Bienestar. Por algo hay que empezar y ese puede ser un punto conveniente ya que el mercado nada podrá objetar a este comienzo de un nuevo pacto. Sólo mentalidad es el que comienzo pero necesariamente puede ser un implicaría. buen Sería comienzo un sector por el cambio incipiente de pero profundamente transformador de las mentalidades y actuaciones. El mercado aceptó aquel pacto keynesiano, origen del Estado de Bienestar, por conveniencia y miedo. Desaparecida la conveniencia y ausente el miedo terminó con tal esquema social. Ahora, esta propuesta puede resultarle conveniente, pero el miedo parece que está ausente. Aunque afortunadamente, y cuesta mucho escribir "afortunadamente" en el contexto de lo que voy a decir, el miedo está sólo agazapado, esperando; mandando algunos escalofríos que anuncian su retorno. Y no por el temor ahora a ninguna revolución socialista, sino por el desastre generalizado y violento que se ha engendrado. Sólo en pequeños reductos de lujo las grandes ciudades occidentales son habitables. El deterioro urbano, la criminalidad, la violencia, la tensión resultan lo habitual. Y todos lo sufrimos. El hambre y la miseria de los pueblos más pobres y próximos puede generar intensas corrientes de inmigración ilegal que tendrán que detenerse con sangre, como con sangre se dialoga con aquellos individuos que perdida su fe en una mejora de sus condiciones merced al desarrollo económico occidental, y perdida su fe en los movimientos sociales transformadores, socialistas o comunistas, edifican su esquema de valores sobre posiciones intransigentes y sangrientas de nacionalismos, localismos ¡Error!Marcador no definido. y raza cuando no en la misma intransigencia sangrienta de la religión. Y tras el terrorífico deterioro humano viene el desastre ecológico y medioambiental. Los sabios ya parecen conocer lo que se nos avecina, y a pesar de su discreción o por la imposición de silencio, se intuye que se trata de algo grave y próximo. Algo que puede afectar directamente a nuestras vidas de ciudadanos de esta ciudad alegre y confiada. La conveniencia vuelve a estar ahí, y el miedo racional también debe estar presente. Quizá, para el bien de todos nosotros y de los que nos sigan, quien tenga que entenderlo así lo entienda. ¡Error!Marcador no definido. NOTAS ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. ¡Error!Marcador no definido. 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