María Moliner, Salamanca - Universitat Rovira i Virgili

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La sensibilidad lingüística de María Moliner:
enunciación y subjetividad en el Diccionario de Uso del
Español1
Esther Forgas Berdet, Universidad Rovira i Virgili
Es lógico presuponer que
el diccionario, como texto científico, ha sido
redactado bajo una modalidad textual lo más objetiva e impersonal posible, dado
que debe abarcar los significados comunes a la mayoría de los hablantes de una
lengua. Por eso, no cabe esperar en sus descripciones la aparición de fenómenos
ligados a la subjetividad lingüística, tales como los valorativos (que expresan
juicios de valor) o las marcas de enunciación referidas a situaciones contextuales.
A pesar de ello, la presencia de estos elementos es común en la mayoría de
muestros diccionarios, tanto por el empleo de pronombres personales deícticos,
de posesivos que implican referencias compartidas entre emisor y receptor, de
anclajes textuales espacio-temporales que remiten a una realidad exterior
determinada tópica o cronológicamente, como por la aparición de adverbios y
adjetivos de carácter personal-evaluativo en el texto de las definiciones, que
convierten el significado del lema en un juicio personal sobre la realidad externa a
él.
El diccionario debería huir en lo posible de la subjetividad, de la emotividad
y de la tendenciosidad ideológica. Reconocemos, desde luego, que es
prácticamente imposible que se pueda definir desde una óptica totalmente neutral,
puesto que definir es, entre otras cosas, dar un particular punto de vista sobre el
significado de las palabras y, por tanto, de sus referentes. Supone opinar sobre lo
material y tangible (definir una mesa o un avestruz), pero muy especialmente
también sobre lo abstracto e intangible, y no se pueden definir conceptos como
'libertad', 'concupiscencia', 'segregacionismo' o 'infierno' sin que aflore en gran o
pequeña medida el punto de vista de la persona que define, su peculiar visión del
mundo y de las relaciones sociales, así como su posición personal dentro del
conglomerado social en el que vive.
Pero, precisamente por ello, lo que nos da la
medida de la finura
lexicográfica y de la sensibilidad léxico-social de los autores o autoras de un
diccionario es el cuidado y el rigor que se imponen a la hora de evitar en lo posible
tanto la emergencia de su personal punto de vista como su implicación en el texto,
así como el cuidado que muestran en soslayar los juicios valorativos que
transforman la definición en algo subjetivo, emocional, tendencioso, en suma, y
que tienen el peligro de convertir un pretendido diccionario general de la lengua
española en un compendio de la filosofía y la doctrina social de un solo grupo de
hablantes, grupo que generalmente coincide con el hegemónico en la época de
publicación de cada diccionario.
Muchas son las alabanzas que se han hecho al Diccionario de Uso del
Español de María Moliner desde el momento de su publicación hasta ahora. María
Moliner escribió las más de 3000 páginas de su diccionario pertrechada con "una
lápiz y una goma, dos atriles y una máquina de escribir portátil"2 y sirviéndose
únicamente del Diccionario de la Real Academia en su edición de
1956, del
Diccionario Ideológico de J. Casares y del Breve Diccionario Etimológico de
Corominas. Pero, sobre todo, apoyándose en infinitas dosis de sentido lingüístico
y -tan importante como éste- de sentido común, armada, además, como
pretendemos demostrar aquí,
de un finísimo tacto social y de una notoria
sensibilidad humana que quizá debamos a su condición femenina - así lo cree
Umbral (1981) - o quizá a la formación humanística que le aportó su paso por la
Institución Libre de Enseñanza, como creen la mayoría de sus biógrafos. En todo
caso, se trata de esta "intuición" de la que nos hablan los críticos, que si bien en
ocasiones ha servido para desvirtuar los logros del diccionario -se le ha acusado,
1
La investigación llevada a cabo para este estudio ha sido financiada, en parte, por el Proyecto de la
DGICYT (BFF2000-1277) “Diccionario y subjetividad lingüística: análisis de los modelos actuales y
propuestas de cambio”.
2
p. 16
precisamente, de excesivo intuicionismo de que "los criterios subjetivos priman
más de lo conveniente sobre la información objetiva" (M. Seco, 1985) nosotros, en cambio,
a
nos sirve para demostar esta sensibilidad de la que
hablamos aquí.
Es también universalmente reconocido que uno de los más importantes
méritos del diccionario de María Moliner fué la renovación de las definiciones
académicas, vaciándolas de retórica y llenándolas de sentido y concisión,
volviéndolas a "redactar en un español del siglo XX" y "dándoles, en muchos
casos, una precisión que les faltaba", como acertadamente escribe
M. Seco
(1985) en su conocido artículo sobre la autora. Por todo ello el DUE representó,
entre otras muchas cosas, un esfuerzo loable por introducir en la lexicografía
española un cierto alejamiento de las fuentes primigenias (nos referimos al DRAE
y a su dependencia todavía manifiesta del primer Diccionario de Autoridades) que
permitiera a la persona que redactaba los artículos gozar de la suficiente
independencia léxica y social a la hora de definir los términos, de una cierta
neutralidad ideológica que le hiciera tomar partido exclusivamente por las palabras
y no por las cosas, y, en general, de una amplitud de miras que no siempre se
encontraba en la lexicografía oficial. Así, a pesar que, como ya hemos dicho,
María Moliner se sirvió para la confección de su diccionario de la edición de 1956
del DRAE, de la que partió y a la que respetó en su mayor parte, algunos rasgos
de sus definiciones, la incorporación de muchos lemas que no estaban en el
diccionario corporativo, la supresión, por el contrario, de muchos otros que
consideró que no deberían formar parte de un 'diccionario de uso' en 1966, y,
sobre todo, la remodelación de las definiciones académicas, lo convierten en un
diccionario diferente, innovador para su época y sumamente cuidadoso en algunos
detalles que trataremos de evidenciar en estas páginas.
En nuestra personal aportación a la celebración del centenario del
nacimiento de la insigne lexicógrafa, nos detendremos en el texto de las
definiciones de ciertos lemas especialmente significativos para descubrir en ellos
los cambios, sutiles o evidentes, que introdujo en relación al diccionario modelo, el
que fijaba y fija todavía la norma lexicográfica oficial. Dada la limitación de tiempo
y espacio, hemos centrado nuestro estudio en dos campos muy diferenciados y a
la vez suficientemente demostrativos:
i)
la emergencia de la subjetividad lingüística a través de los anclajes
enunciativos (pronombres y posesivos) y de los elementos valorativos del
léxico (adjetivos, adverbios y enlaces)
ii)
el tratamiento de las cuestiones de género en los lemas y en sus
definiciones: el empleo de los hiperónimos ‘hombre’ y ‘persona’ y el
tratamiento de la mujer en las definiciones.
I. Los anclajes enunciativos: la implicación del emisor y del receptor en las
definiciones.
El pronombre personal en su forma de primera persona del plural en todas
sus variantes ('nosotros', 'nos' y la terminación verbal 'mos') es juntamente con los
posesivos 'nuestro,a,os,as', y el indefinido personal ‘uno’, un 'enunciatema', una
de las formas más claras de emergencia de la enunciación en el enunciado, o, lo
que es lo mismo, un 'lugar de anclaje' (Kerbrat-Orecchioni,1984) de la subjetividad
del emisor en su texto.
Curiosamente, el pronombre ‘nos’, que implica a enunciador y enunciatario
en el mensaje, aparece muchas más veces en el Diccionario de María Moliner que
en el DRAE, (368 lemas del DUE frente a 47 en el DRAE) pero la gran diferencia
entre el texto académico y el de la lexicógrafa es que en el María Moliner
solamente se emplea el pronombre ‘nos’ en la definición de cinco lemas, en el
resto de las apariciones de esta forma se trata del texto de los ejemplos de uso, es
decir, que nunca aparece dentro de la definición del lema. Además, esos cinco
lemas contienen la forma ‘nos’ porque en ellos se hace una referencia
metalingüística al pronombre. Por el contrario, en el DRAE las apariciones del
pronombre se realizan en el texto de la definición, implicando a emisor y
destinatarios en un mismo enunciado, en una especie de promiscuidad
lexicográfica nada acorde con un texto de carácter científico como debería ser un
diccionario. Así, encontramos muchas definiciones todavía en el DRAE de 1992
como la de [abandonismo.], definido como “Tendencia a abandonar sin lucha algo
que poseemos o nos corresponde”, que se arrastran en sucesivas ediciones al
menos desde la de 1956 que María Moliner arregló y limó, obviando, entre otras
cosas, todos estos
'anclajes enunciativos'
que en nada favorecían el texto
corporativo:
Definiciones en el DUE de 1966-67
Definiciones en el DRAE de 1956
acción. Derecho a pedir una cosa en 14. For. Modo legal de ejercitar el mismo
derecho, pidiendo en justicia lo que es nuestro o
juicio. Ejercicio de este derecho.
se nos debe. (Igual en la edición de 1992)
apetito. 1. Deseo: ‘Apetito racional’. 2. Impulso instintivo que nos lleva a satisfacer
En lenguaje corriente tiene sentido deseos o necesidades. (Igual en la edición de
1992)
peyorativo, llegando a significar malas
pasiones o deseos ruines: ‘Apetito
desordenado de bienes materiales. Sólo
buscan satisfacer sus apetitos’.
belleza. 1. Cualidad de bello: ‘La belleza
de un rostro, de un paisaje, de una
estatua’.
1. f. Propiedad de las cosas que nos hace
amarlas, infundiendo en nosotros deleite
espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza
y en las obras literarias y artísticas. (Igual en la
edición de 1992)
curiosidad. Cualidad de curioso: ‘La 2. Vicio que nos lleva a inquirir lo que no debiera
curiosidad es un vicio’. Deseo de importarnos. (Igual en la edición de 1992)
enterarse de cierta cosa.
derecho,a . 17. Esfera en que se
determina lo que es debido y no debido
en los actos y situaciones humanas que
afectan a los intereses de otros, y se
regulan los medios para garantizar que
prevalezca lo debido.
Hacer falta una cosa. Ser necesaria:
‘Me hace falta que vengáis enseguida.
Para eso hace falta una cuerda’
Dar [las] gracias. Decir «gracias» o
manifestar agradecimiento con cualquier
otra expresión.
honor. 1. Cualidad de la persona que,
por su conducta, es merecedora de la
consideración y respeto de la gente y
que obedece a los estímulos de su
propia estimación.
lección. Enseñanza comunicada de
cualquier manera: con una explicación,
3
14. [m.]Facultad de hacer o exigir todo aquello
que la ley o la autoridad establece en nuestro
favor, o que el dueño de una cosa nos permite
en ella. (Igual en la edición de 1992)
hacerle a uno falta una persona o cosa. 1. fr.
No tener una u otra cuando nos sería necesaria
o provechosa. (Igual en la edición de 1992)
gracias!. 1. expr. elípt. con que significamos
nuestro agradecimiento por cualquier beneficio,
favor o atención que se nos dispensa. (Igual en
la edición de 1992)
1. m. Cualidad moral que nos lleva al más
severo cumplimiento de nuestros deberes
respecto del prójimo y de nosotros mismos.
(DRAE de 1992: Cualidad moral que nos lleva al
cumplimiento de nuestros deberes respecto del
prójimo y de nosotros mismos 3)
8. fig. Cualquier amonestación, acontecimiento,
ejemplo o acción ajena que, de palabra o con el
ejemplo, nos enseña el modo de conducirnos
Nótese que la edición del DRAE de 1992 ha variado esta definición suprimiendo el grupo adjetival ‘más
severo”, pero respetando los anclajes enunciativos que María Moliner había certeramente eliminado.
un consejo, mostrando cómo se hace
una cosa, etc
luna. Astro, satélite de la Tierra, que se
ve iluminado por el Sol desde las partes
de la Tierra que ya no son heridas por
sus rayos.
religión. 1. Conjunto de las creencias
sobre Dios y lo que espera al hombre
después de la muerte, y de los cultos y
prácticas
relacionados
con
esas
creencias.
(Igual en la edición de 1992)
2. f. Luz nocturna que este satélite nos refleja de
la que recibe del Sol. (Igual en la edición de
1992)
2. [f.]Virtud que nos mueve a dar a Dios el culto
debido. (Igual en la edición de 1992)
Hemos de señalar, sin embargo, que en cuanto a los posesivos 'nuestro'
(72), 'nuestra' (67), 'nuestros' (36) y 'nuestras' (36), de igual implicación que los
anteriores, María Moliner no estuvo tan acertada. Aunque se eliminaron algunos,
tal como se comprueba en los ejemplos precedentes, el DUE mantuvo todavía un
buen número de ellos, la mayoría, es verdad, dentro del texto de los ejemplos y no
en las definiciones, pero lamentablemente en ellas hemos localizado también
algunos casos en los que la palabra tiene un comportamiento parecido a los
innumerables posesivos que poblaban – y pueblan todavía en la edición de 1992el diccionario corporativo, como por ejemplo en la definición del artículo 'cielo':
cielo. Firmamento. Espacio que vemos Cielo. Bóveda [Esfera] celeste. Capa del cielo.
sobre nuestras cabezas, azul de día y Éter». Espacio que se ve por encima de
nuestras cabezas, en el que están los astros.
poblado de estrellas por la noche.
Queremos destacar especialmente que la inmensa mayoría de los lemas en
los que aparecen en el DUE esas referencias posesivas son americanismos o
lemas con referentes que propician la división - nada recomendable, por otra parte
- entre el léxico peninsular y el foráneo. La sutileza y finura lingüística que tanto
alabamos en María Moliner o bien no llegó a percibir el sesgo discriminatorio que
supone dividir las palabras entre las 'nuestras', que hacen referencia a realidades
europeas y 'las otras', cuyo referente es generalmente americano o, en todo caso,
no europeo, o bien no se atrevió a cambiar las definiciones académicas de estos
términos, pero la realidad es que mantuvo varias de las definiciones del diccionario
académico que contenían este pronombre, entre ellas:
otoño. Estación del año intermedia
entre el verano y el invierno, que, en
nuestro
hemisferio,
comprende
aproximadamente
los
meses
de
septiembre, octubre y noviembre, y en el
hemisferio austral corresponde a
nuestra primavera.
2. [m.]Época templada del año, que en el
hemisferio boreal corresponde a los meses de
septiembre, octubre y noviembre, y en el austral
a nuestra primavera.
Es más, lo que resulta verdaderamente curioso es que son varios los lemas
en los que la inclusión del posesivo ‘nuestro’ se debe exclusivamente a la pluma
de María Moliner, puesto que no figuraba en el texto del DRAE que le sirvió de
base:
cacatúa. 1. Género de aves prensoras
de Oceanía, de plumaje blanco con un
moño eréctil, que viven domesticadas
en nuestro clima y pueden aprender a
pronunciar palabras.
golondrina. 1. Pájaro de color negro
azulado por encima y blanco por debajo,
con las alas puntiagudas y la cola
bifurcada. Llega a nuestro clima por
marzo y emigra en septiembre.
invierno. Una de las cuatro estaciones
del año, la más fría, que, en nuestro
hemisferio, comprende desde el 21-22
de diciembre hasta el 2 0- 21 de
marzo.
merluza. Pez malacopterigio de carne
muy apreciada, y una de las más
recomendadas para enfermos, frecuente
en nuestros mares.
verano.
1 «Estío». Estación
1. f. Ave de Oceanía, del orden de las
trepadoras, con pico grueso, corto, ancho y
dentado en los bordes; mandíbula superior
sumamente arqueada, un moño de grandes
plumas movibles a voluntad, cola corta y
plumaje blanco brillante. Aprende a hablar con
facilidad y, domesticada, vive en los climas
templados de Europa.
1. f. Pájaro muy común en España desde
principio de la primavera hasta fines de verano,
que emigra en busca de países templados.
Tiene unos quince centímetros desde la cabeza
a la extremidad de la cola, pico negro, corto y
alesnado, frente y barba rojizas, cuerpo negro
azulado por encima y blanco por debajo, alas
puntiagudas y cola larga y muy ahorquillada.
3. [m.]La época más fría del año, que en el
hemisferio septentrional corresponde a los
meses de diciembre, enero y febrero. En el
hemisferio austral corresponde a los meses de
junio, julio y agosto.
1. f. Pez teleósteo marino, del suborden de los
anacantos, de cuerpo simétrico, con la primera
aleta dorsal corta y la segunda larga, tanto como
la anal. Alcanza hasta un metro de longitud y es
muy apreciado por su carne. Abunda en las
costas de España. En los países del Norte lo
salan y seca, siendo conocido con el nombre de
Bacalao de Escocia.
más 3. [m.]Época la más calurosa del año, que en el
calurosa del año, que, en el hemisferio
norte, comprende desde el 21 de junio
hasta el 21 de septiembre y en el
hemisferio sur coincide con nuestro
invierno
helecho. 1. («Pterídium aquilínum»).
Helecho muy corriente y el de más
tamaño en nuestra latitud, con frondas
muy recortadas.
hemisferio septentrional comprende los meses
de junio, julio y agosto. En el hemisferio austral
corresponde a los meses de diciembre, enero y
febrero.
no aparece esta acepción en el DRAE
En cuanto a los valorativos, el contenido léxico de las definiciones debería
evitar en lo posible caer en el peligro de la subjetividad lingüística, expresada
comunmente por medio de los elementos valorativos del léxico, los llamados
subjetivemas, que implican una toma de posición muy concreta por parte del
emisor y la asunción de juicios de valor sobre las palabras definidas y sus
referentes. Son subjetivemas especialmente los calificativos, los adverbios,
algunos conectores extra o intraoracionales y algunos verbos de modalidad
valorativa. María Moliner obvió muchos de los valorativos que aparecían en el
texto académico. No sabemos si su criba fue consciente en este aspecto concreto
del quehacer lexicográfico o si su acierto y finura léxica al definir los vocablos le
llevó a sustituir instintivamente muchas de estas prolijas definiciones por una
nueva redacción mucho más sencilla, transparente y respetuosa, más acorde, en
definitiva, con su época y con su sensibilidad:
comunismo. Posesión o administración Sistema por el cual se quiere abolir el derecho a
de bienes en común. Específicamente, la propiedad privada y establecer la comunidad
de bienes.
doctrina y organización social y política
basadas en la posesión y administración
de todas las fuentes de riqueza por el
Estado.
industrialismo.
Atribución
de Tendencia al predomino indebido de los
importancia excesiva a los intereses intereses industriales.
industriales en una organización política
o económica.
libertad. L. FUNDAMENTAL. Cada una de las No existen estas subentradas en el DRAE de
consideradas como fundamentales, como 1956.
de conciencia o la de imprenta.
L. DE PENSAMIENTO. La que permite a cada
uno sostener sus propias ideas y
propagarlas, sin que se le pueda
condenar por ello
arroyo. Riachuelo». Río muy pequeño; Caudal corto de agua, casi continuo.
por ejemplo, tal que puede cruzarse de
un salto o que no puede navegar por él
una barca.
zaragüelles.
1.
Pantalones de 1. m. pl. Especie de calzones anchos y afollados
perneras anchas que forman pliegues, en pliegues, que se usaban antiguamente, y
ahora llevan las gentes del campo en Valencia y
que se usaban antiguamente y que, Murcia (atenció no es troba a l’exemplar que tinc
como prenda del traje regional del 56. Buscar al Buscon)
valenciano, usan todavía en algunos
sitios de esa región los hombres del
campo.
infiel. 2. Se aplica a los que no profesan laQue no profesa la fe verdadera (Igual en el
religión cristiana; particularmente, a los DRAE de 1992)
pueblos no civilizados que no la
conocen.
II. El tratamiento de las cuestiones de género en los lemas y en sus
definiciones
El principal escollo con que se encontró María Moliner a la hora de decidir la
definición de los términos con referente sexuado fue la actitud decididamente
excluyente del diccionario académico. La mayoría de estos lemas (especialmente
los de profesiones u oficios) se encontraban en el DRAE de 1956 únicamente bajo
su forma masculina. No sabemos si la lexicógrafa aragonesa cayó en la cuenta de
este problema y si entraba o no en sus cálculos una reorganización completa de
los lemas con discriminación de género, pero el caso es que existen numerosos
ejemplos de la sustitución del hiperónimo ‘hombre’ o la expresión ‘el que’ o
‘artesano que’, etc. por el término ‘persona’, mucho menos ambiguo en su
extensión y adoptado casi ya unánimemente por los diccionarios actuales.
ciudadano. 2. Se aplica a las personas
de una ciudad antigua o de un estado
moderno con los derechos y deberes
que ello implica; a causa de esos
deberes y derechos, la palabra lleva en
sí o recibe mediante adjetivos una
El habitante de las ciudades antiguas o de
Estados modernos como sujeto de derechos
políticos y que interviene, ejercitándolos, en el
gobierno del país.
valoración moral y un contenido afectivo
La palabra 'hombre' aparece en 1462 ocasiones el el DUE, mientras que
'persona' aparece 7119 veces. Si comparamos estas cifras con las del DRAE
actual veremos que incluso después de las innumerables revisiones que las
cuestiones de género han sufrido en las últimas ediciones del diccionario
académico (especialmente en la de 1992), todavía en la actual edición la palabra
'persona' aparece solamente en 5231 ocasiones, con lo que, teniendo en cuenta
el similar número de entradas en los dos diccionario,4 en el DUE encontramos
1888 veces más la palabra 'persona'
que en la vigésimoprimera edición del
DRAE, editada casi treinta años después.
Restan todavía, sin embargo, gran número de hiperónimos ‘hombre’ en el
DUE. El especial cuidado que se le reconoce a María Moliner a la hora de
mantener la coherencia lexicográfica es el responsable de estas apariciones, ya
que la mayoría son sustituciones de la expresión ‘El que’en el DRAE, que la
autora cambia por un sustantivo (en este caso ‘El hombre’), de acuerdo con su
plantilla lexicográfica, especificada en el ‘cono léxico’ que aparece en su
Presentación.
De todos modos, ya hemos dicho que es este aspecto María Moliner no
quiso o no se atrevió a dar el paso definitivo que hoy reclamamos en las
cuestiones de género. En general, se constata en el DUE una cierta
indeterminación y se echa en falta mayor decisión en este aspecto. Para obtener
una visión exhaustiva, hemos de distinguir varias posibilidades en cuanto al
tratamiento de las cuestiones de género en María Moliner
i)Tal como hemos dicho, en varios lemas - muchos más de los que
actualmente resultan aceptables- emplea el hiperónimo 'hombre', incluso en
entradas que no estaban en el DRAE de su ápoca:
acólito.
Hombre
que
acompaña No aparece esta acepción en el DRAE de 1956
asiduamente a otro en actitud de
4
83000 entradas en el DRAE frente a 78185 en el DUE, por lo que en el DUE aparece en un 10,9 % y en
el DRAE en un 6,3 %, o sea, que en el DUE aparece un 4, 6% más.
adhesión o
subordinación.
conductor. Caudillo. Hombre
conduce una colectividad
que No aparece esta acepción en el DRAE de 1956
y especialmente en los lemas de oficios y profesiones:
agrimensor. Hombre que se dedica a
la agrimensura.
espeleólogo. Hombre que se dedica a
la espeleología.
acequiero. Hombre que tiene cuidado
de las acequias.
cantinero. Hombre que tiene o cuida
una cantina.
filántropo. Hombre que se distingue por
su amor a sus semejantes y por sus
obras en bien de la humanidad.
Perito en agrimensura. (Persona perita en
agrimensura DRAE de 1992)
El que se dedica a la espeleleogía. (Persona
que se dedica a la espeleología. DRAE de 1992)
El que rige el uso de las acequias o cuida de
ellas. (igual en DRAE de 1992)
2. El que tiene cantina. ( igual DRAE de 1992)
El que se distingue por su amor a sus
semejantes. (Persona que se distingue por el
amor a sus semejantes y por sus obras en bien
de la comunidad. DRAE de 1992)
enmendando incluso – en pos de su alabada coherencia lexicográfica –
definiciones del texto académico de 1956 mucho más acordes, curiosamente, con
el lenguaje no discriminatorio que hoy propugnan tanto las voces particulares
como las institucionales:
astrólogo, -a.. 2. n., en masc. Hombre
que profesaba la astrología.5
guitarrista. Hombre que se dedica a
tocar la guitarra.
2. m. y f. Persona que profesa la astrología.
(igual en DRAE de 1992)
1. com. Persona que toca por oficio la guitarra.
(igual en el DRAE de 1992)
ranchero. 1. Hombre que guisa el 1. m. y f. Persona que guisa el rancho y cuida de
rancho. 2. Jefe de un rancho (granja). él.
2. [m. y f.]Persona que gobierna un rancho.
Hombre que trabaja en él.
ii) En ciertos casos, el DUE emplea 'hombres', en plural, o bien 'el hombre',
con artículo, claramente como genéricos, dando por hecho que incluyen a varones
5
María Moliner respeta la doble entrada para el adjetivo, pero restringe a únicamente al masculino la
acepción segunda correspondiente al oficio.
y hembras de la especie humana, tal como indica en la definición del mismo lema
'hombre' de su diccionario6:
átropos. 2. (escrito con mayúscula). no existe esta entrada en el DRAE de 1956
Parca que corta el hilo de la vida de los
hombres.
col.
(fem.; «Brássica olerácea»). no existe la referencia en la definición del DRAE
Planta crucífera de huerta, de hojas de 1956
anchas que forman cogollo, que se
emplean como alimento para el hombre
y los animales
Con ello pierde muchas oportunidades para sustituir ‘hombre’ por ‘ser
humano’ o ‘persona’, incluso en lemas claramente propicios a ello:
alma. 1. «Espíritu». Parte inmaterial del
hombre con la que tiene conciencia de
lo que le rodea y de sí mismo y
establece
relaciones
afectivas
o
intelectuales con el mundo material o
inmaterial.
androide. Autómata de figura de
hombre
1. f. Sustancia espiritual e inmortal, capaz de
entender, querer y sentir, que informa al cuerpo
humano y con él constituye la esencia del
hombre. (Igual en la edición de 1992)
1. m. Autómata de figura de hombre. (Igual en la
edición de 1992)
iii) En muchos otros lemas se decide, por fin, abiertamente por sustituir el
hiperónimo 'hombre' por el de 'persona', adelantándose en varias décadas a las
opiniones de la mayoría de los diccionarios actuales:
acordeonista. Persona que toca el Músico que toca el acordeón
acordeón.
boticario. Persona que tiene a su cargo
una botica. Persona que ha cursado los
estudios de la carrera de farmacia.
bufón. 2. Persona que trata de divertir a
otras por servilismo.
cabalista. Persona que practicaba la
6
Profesor de farmacia que prepara y expende las
medicinas.
2. Truhán que se ocupa de hacer reír
El que practica la cábala
hombre. 1. (n. colectivo genérico). Se aplica a nuestra especie, o sea la de los mamíferos racionales: ‘El
aparato respiratorio en el hombre’. (íd.). A los individuos adultos de ella: ‘El niño se transforma en hombre’.
(íd.). A los individuos del sexo masculino de ella: ‘La fisiología del hombre y de la mujer’. Individuo adulto
de sexo masculino de la especie humana: ‘Había dos hombres en la puerta’.
cábala.
calígrafo. Persona que escribe muy
bien a mano o se dedica a ello por
profesión
maestro,a. En sentido amplio, persona
que
enseña
cualquier
cosa,
generalmente con respecto a quien
recibe la enseñanza.
trompeta 2. . (masc.). Persona que toca
ese instrumento en las bandas militares
El perito en caligrafía.
11. El que enseña una cosa, arte u ofico o tiene
título para hacerlo.
3. m. El que toca la trompeta en las bandas
militares.
iii)Curiosamente, parece ser que en algunos casos para María Moliner no
quedaba suficientemente claro que el término ‘persona’ englobara a los dos sexos,
puesto que se vio impelida a clarificar la extensión del término, especialmente en
singular, y especificar su ámbito de aplicación:
árbitro 2. (n.). « Mediador». Persona 3. El que en algunas contiendas deportivas de
(hombre o mujer) que decide quién tiene agilidad y destreza cuida de la aplicación del
reglamento.
razón en una disputa. Particularmente,
hombre que aplica el reglamento en las
competiciones deportivas.
Incluso en
algunos lemas, como en ‘gigante’ se evidencia la
indeterminación entre el empleo restringido o genérico del término ‘hombre’:
gigante-a :Hiperbólicamente, persona 2. El que excede mucho en estatura a la
de gran estatura. × 3 . (n., en masc. y generalidad de los demás.
fem.). Figura de hombre o mujer, de
gran estatura, hecha generalmente de
cartón, que, llevada por un hombre
metido dentro de ella, interviene, lo
mismo que los cabezudos, en los
festejos populares. 4 . (fig.). «Coloso».
Persona
que
sobresale
excepcionalmente en un arte o ciencia o
por sus hechos nobles o heroicos
Es de lamentar que el fino olfato lexicográfico de la autora no cayera en
cuenta de la ambigüedad que representa emplear el hiperónimo ‘hombre’ sin
especificación ninguna, tanto para los casos en los que se refiere genéricamente a
mujeres y varones como en aquellos en los cuales ‘hombre’ tiene como referente
únicamente a seres humanos masculinos. Tal es el caso del término ‘burdel’,
definido como “1. Casa de prostitución. Casa pública. Casa de citas. Lupanar.
Mancebía. Casa donde se reúnen hombres y prostitutas.”, en el que se evidencia
que, si las prostitutas no son hombres, la palabra ‘hombres’ aquí solamente se
puede referir a varones.
iv)Encontramos, finalmente, algunos casos destacables en los que María
Moliner se atrevió a enmendarle la plana a la Academia e introducir un
desdoblamiento de género en profesiones u oficios que el DRAE de 1956
consideraba como únicamente masculinos:
estanquero, -a. Persona que tiene a
su cargo un estanco. (masc.). Hombre
que cuida los estanques.
corredor, -a. 1. 1. (adj.). Se aplica al
que tiene aptitud para correr. 2. 7 (n.).
Persona que toma parte en una carrera.
CORREDOR DE COMERCIO. Hombre autorizado
legalmente para servir de mediador en
asuntos mercantiles. CORREDOR DE
FINCAS. Hombre que se dedica a servir
de intermediario en la compraventa de
fincas
aunque
añadiera
cautelosamente
estanquero. m. El que tiene por oficio cuidar de
los estanques
corredor, ra. 4.m. El que por oficio interviene en
almonedas, ajustes, compras y ventas
de
cualquier género de cosas
una
o
varias
acepciones
únicamente
masculinas, seguramente pensando en la realidad social de su época.
vi) Por último, una de las novedades introducidas por María Moliner en los
lemas relacionados con las cuestiones de género es la supresión de muchas
acepciones del diccionario corporativo que definían la forma femenina de ciertos
lemas como ‘mujer de’:
peluquero, -a. Persona que se dedica 1. m. y f. Persona que tiene por oficio peinar,
a cortar el pelo, peinar, ondular, etc. cortar el pelo o hacer y vender pelucas, rizos,
7
Esta acepción no aparece en el DRAE de 1956
Los de hombres afeitan también.
etc. 2. [m. y f.]Dueño de una peluquería. 3. f.
Mujer del peluquero.(igual en la edición de 1992)
con lo que se adelantó en varios lustros a las reiteradas peticiones que se hacen
actualmente a la Academia, desde distintos estamentos, en este mismo sentido.
Y del mismo modo cabe destacar la sensibilidad especial demostrada al
eliminar de su diccionario algunos de los muchos términos vejatorios hacia la
mujer que contenía – y todavía contiene – el DRAE, como por ejemplo las
reiteradas remisiones a ‘ramera’ como sinónimo de ‘prostituta’, con 44 apariciones
de la palabra ¡en su edición de 1992!, todo ello después de las peticiones
elevadas a la institución en el sentido de que procure eliminar del diccionario las
palabras que resulten innecesariamente ofensivas, como es este caso. Así, el
término ‘ramera’ aparece solamente en el María Moliner en cuatro ocasiones
(lujuria, prostituta, ramería, ramo), y en todas, excepto en ‘ramería’, no en el
cuerpo de la definición sino en la lista de las familias de palabras, mientras que ha
sido eliminada en el resto de las 40 entradas:
meretriz. Prostituta. Mujer que comercia 1. f. Prostituta, ramera, mujer pública.
con su cuerpo
furcia. Prostituta, mujer de vida alegre, 1. f. despect. prostituta, ramera.
o mujer despreciable por cualquier
concepto.
fulana. 3. Amante o concubina de 5. f. Ramera o mujer de vida airada.
alguien, o prostituta
En conclusión, a pesar de que, como señala su propia hija María Moliner no
fue feminista en el sentido estricto del término “aunque sí un ejemplo para las
feministas” 8, la lexicógrafa aragonesa fue sensible a los temas de la mujer,
especialmente a la discriminación latente en muchas definiciones académicas.
Permítasenos, para terminar, reproducir la definición que dio la autora del
DUE del lema ‘Academia’, en un texto que es un claro ejemplo de su precisión
8
Habla Carmen Ramón Moliner, en Víctor Pardo, “El sillón vacío de la Academia”, dentro del número
especial de Trébede dedicado a María Moliner, en su centenario, nº 36, marzo de 2000, 23-31.
lexicográfica, así como un modelo, lamentablemente, de definición acorde con la
sociedad de su época y premonitoria, a la vez, de su propia trayectoria vital:
academia
(en España, con la
denominación
«Real»
antepuesta).
Cada una de ciertas corporaciones
oficiales formadas por un determinado
número de hombres eminentes en los
correspondientes campos de la ciencia y
del arte, que realizan colectivamente
determinadas actividades en relación
con su respectiva especialidad. Como la
«Real Academia de la Lengua».
Reunión de los académicos: ‘Los jueves
hay academia’.
(…)3. [f.]Sociedad científica, literaria o artística
establecida con autoridad pública.
4. [f.]Junta o reunión de los académicos. El
Jueves Santo no hay ACADEMIA.
5. [f.]Casa donde los académicos tienen sus
juntas. (...)
BIBLIOGRAFÍA :
Casas Gómez, M. y Penadés Martínez, I. (coords.), Estudios sobre el Diccionario
de uso del español de María Moliner, Cádiz, Publicaciones de la Universidad de
Cádiz, 1998.
Lorenzo, E., “Una obra monumental”, Filología Moderna, 8, 33-34, 1969, 125-129.
Pratt, C., “El diccionario de la Academia y el María Moliner”, Libros, 23,1984, 3-7.
Seco, M., Estudios de lexicografía española, Madrid, Paraninfo, 1987, 207-211.
VVAA, María Moliner en su centenario, nº 36 de Trébede, marzo 200.
VV.AA, , María Moliner en su centenario, Centro Virtual Cervantes, 2000.
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