Trabajo Práctico - Sentencia - Presunción del Art. 23 L.C.T.

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TRABAJO PRACTICO
SENTENCIA - PRESUNCIÓN DEL ART. 23 L.C.T..
PAUTAS:
1) Leer la siguiente sentencia.
2) Describa brevemente las dos posturas que se dan tanto en la jurisprudencia como en la
doctrina en relación al alcance de la presunción que consagra el art. 23 L.C.T.
3) RESPONDER:
A. ¿Cuáles son las razones por las cuales el sentenciante adscribe a la INTERPRETACIÓN AMPLIA del art. 23 L.C.T.?
B. ¿Por qué se afirma que la INTERPRETACIÓN RESTRICTIVA quita contenido al
precepto del art. 23 L.C.T.?
4) Elaborar una breve opinión personal al respecto.
SENTENCIA:
Buenos Aires, Febrero 23 de 2004.
1.-
Contó la actora que laboró para el demandado desde el 1-10-97 en su estudio de diseño gráfico,
realizando tareas de tipo administrativo, de diseñadora gráfica y de entrenamiento de personal eventual.
Señaló que ganaba $1.330 mensuales pero que el accionado, para encubrir la relación laboral, le hacía entregar facturas fraccionadas por distintos valores.
Afirmó que su desempeño fue subordinado, ya que cumplía horario de lunes a viernes de 9 a 18
hs. y estaba sujeta a las órdenes e instrucciones que el reclamado le daba. No obstante ello, aclaró que
nunca le fueron abonados aguinaldos ni vacaciones.
Contó que el 7-2-02, cuando se reintegraba luego de sus vacaciones, encontró la oficina cerrada.
Ante ello, y dado que se le adeudaban los salarios desde setiembre 2001, procedió a intimar ese mismo día
al demandado para que le aclarara su situación laboral, le abonara los sueldos atrasados y procediera a registrar el contrato. Dijo que como no recibió respuesta, el 15-2-02 se consideró injuriada y despedida,
añadiendo que ese mismo día 15, con posterioridad, le llegó una respuesta del accionado en la que negaba
la relación de dependencia.
Planteó la inconstitucionalidad de los arts. 7 y 10 de la ley 23.928 y del art. 5 del decreto 214/03.
2.-
El accionado efectuó una muy particularizada negativa de los hechos aducidos, desconociendo en
especial que haya mediado en su relación con la actora un contrato de trabajo. Explicó que la contrató mediante una locación de servicios, encargándole servicios propios de su profesión, como diseñadora gráfica,
sin sujeción a horarios, órdenes ni directivas, servicios que ella le facturó oportunamente.
3.- Naturaleza jurídica del vínculo habido.
El demandado ha reconocido que la accionante le prestó servicios personales en el marco de su ac-
tividad empresarial y, por añadidura, quedó admitido tácitamente (art. 356 CPCCN) que esas labores fueron realizadas dentro del establecimiento de aquél. Este factum, a mi juicio, activa la presunción del art.
23 de la L.C.T. y lleva a presumir que el contrato que medió entre las partes fue de trabajo, es decir bajo
dependencia, correspondiendo en su caso al accionado desvirtuar esa presunción demostrando que el contrato no fue laboral, tal como dicha norma permite.
No se me escapa que un sector jurisprudencial y de la doctrina, liderado por los profesores Justo
López y Antonio Vázquez Vialard, considera que la mencionada norma solo manda presumir la existencia
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de un contrato y que debe acreditarse la dependencia. Por ende, debo aclarar que adscribo a la interpretación amplia del art. 23 L.C.T. por varias razones.
En primer lugar en virtud de la óptica exegética. El texto del precepto dice que el hecho de la pres-
tación de servicios hará presumir la existencia de un contrato de trabajo y, obviamente, el contrato de trabajo es definido precisamente por la nota de la dependencia (conf. art. 21 L.C.T.). Por ende, la letra de la
ley expresa de modo nítido que lo que debe presumirse es la existencia de contrato de trabajo dependiente,
sin que su texto autorice la lectura propuesta por aquel sector doctrinario y por la aludida jurisprudencia
que equivale a decir que puede haber, en la L.C.T., un contrato de trabajo no dependiente.
En segundo lugar, desde le método teleológico de interpretación resulta evidente que el legislador
quiso, con el art. 23 L.C.T., librar al trabajador de la difícil carga de probar los datos fácticos de la depen-
dencia y por eso la mandó presumir, dejando en manos del demandado la posibilidad de demostrar que el
contrato no fue laboral, es decir que no hubo dependencia.
La interpretación que cuestiono quita contenido al precepto pues si el trabajador debe acreditar
que el trabajo fue desempeñado bajo relación de dependencia la presunción prácticamente queda vaciada
de sentido (debería leerse limitada a presumir que hubo contrato) y contrariado el objetivo del legislador.
Tal como señalara el Dr. Ricardo A. Guibourg al votar en los autos “Gómpez, Diego M. c/ Vázquez, José
A. y otro” (Sala III, Sent. Del 30-12-98), la interpretación que restringe la operatividad de la presunción
del art. 23 L.C.T. al caso en que se hayan acreditado servicios prestados en relación de dependencia esteriliza el propósito de la norma.
Por último, no hay que olvidar que siempre debe presumirse la coherencia y razonabilidad de la
ley. Si se acepta la interpretación restrictiva se llega a una conclusión que roza el silogismo. Para quienes
la sostienen, la presunción del art. 23 L.C.T. se activa cuando se prueba la dependencia. Es decir que si se
prueba que se ha trabajado bajo dependencia se presume que hubo contrato de trabajo y ello implica que
ya la presunción no hace falta pues lo que a partir de allí se quiere hacer presumir ya está probado. Dicho
de otro modo, para quienes así piensan, se presume la dependencia cuando se prueba que se trabajó bajo
dependencia.
Veamos si se ha producido la prueba en contrario. Al respecto, el reclamado ofreció el testimonio
de AULET (fs. 180) y las facturas emitidas por la pretensora.
El testigo AULET dijo que prestó una oficina al demandado durante 5 o 6 meses y que, en dicho
lapso, la actora concurrió 4 o 5 veces. El deponente dijo creer que Puggioli colaboraba con los trabajos de
diseño gráfico y sostuvo no haber visto que el demandado le diera una orden directa a la demandante.
Como surge de lo expuesto, este testigo no se expidió en relación al lapso en el que la actora prestó servicios en la oficina del demandado sino a otro momento distinto y cuyos alcances no son juzgados en autos.
Pero, además, AULET no ha dado elementos de juicio que permitan advertir que conociera con mínimo
detalle los alcances de la relación entre las partes de este juicio ni de las modalidades de la prestación de
servicios por parte de Puggioli. Por ende, sus dichos carecen de valor probatorio conducente (art. 386
C.P.C.C.N.).
En cuando a las facturas agregadas a fs. 66/142, con correlatividades que permiten barruntar que
la actora solo emitía facturas a favor del accionado, debo aclarar que no me parecen un hecho relevante.
Es que parece obvio memorar que en materias regidas por normas de orden público el magistrado debe
apartar toda artificiosidad fraudulenta que esconda un contrato de trabajo entre partes, sea aparentando
formas no laborales o mediante la interposición de personas, tal como dispone el art. 14 L.C.T.
En tales hipótesis, carece de toda relevancia que la prestadora de los servicios haya extendido fac-
turas o que haya prestado su voluntad a las maquinaciones tendientes a eludir la ley laboral pues la noción
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de orden público es, en nuestro sistema legal, más fuerte que el respeto a la voluntad de las partes, toda
vez que el legislador social conoce de antemano que de ordinario la parte más fuerte de la relación de trabajo está en condiciones de imponer la modalidad de contratación y que quien solo tiene para ofrecer su
capacidad laborativa (el trabajador) no tiene más oportunidad que aceptar cualquier instrumentación aun-
que aparezca como perjudicial a sus intereses. Esta es la razón de ser del derecho del trabajo en el mundo
moderno.
Por eso esta rama del derecho se basa, para sus fines esenciales, en instrumentos como el orden
público laboral y la regla de la irrenunciabilidad que desplazan y limitan al mínimo la importancia de la
voluntad del dependiente cuando expresa actos jurídicos perjudiciales para derechos que el legislador ha
considerado básicos y esenciales o a los que ha dado carácter irrenunciable.
Por tales razones, no otorgo a esos actos formales valor sustancial.
Es decir que el demandado no ha producido prueba capaz de romper la presunción del art. 23
L.C.T. Empero, es preciso destacar que la parte actora sí aportó prueba confirmatoria de dicha presunción
y demostrativa de que la prestación de servicios fue efectuada en un claro marco de dependencia.
SAENZ (fs. 179) narró que trabajaba como diseñador gráfico de una empresa proveedora del es-
tudio del accionado y que llamaba por teléfono a dicho estudio, siendo atendido por la actora, que siempre
estaba. Además, puntualizó que cuando el demandado y la actora concurrían a la empresa en la que prestaba servicios el testigo era accionado quien tomaba las decisiones.
BALBUENA (fs. 198), ayudante de la portería del edificio de Florida 835, donde estaba la oficina
del accionado, dijo que la actora laboraba de lunes a viernes de 9 a 18 hs. y añadió que la vio atender el te-
léfono y hacer trámites y diligencias, aclarando que la deponente durante un tiempo hizo la limpieza de
esa oficina.
A estos dos testimonios tan claro se agrega la contundente declaración rendida por RIZZI (fs. 181)
quien dijo haber trabajado para el reclamado como programador web, puntualizando que laboró junto a la
demandante. Relató que Puggioli trabajaba como secretaria y diseñadora gráfica, laborando de lunes a
viernes de 9 a 18 hs., agregando que vio al demandado darle órdenes a la actora y hasta llamarle la atención. La impugnación vertida a fs. 183 contra este testimonio no me parece atendible puesto que las supuestas contradicción que se le imputan al testigo rondan cuestiones irrelevantes para este pleito y no ponen en discusión lo esencia de los dichos. Tampoco es atendible la afirmación de que el deponente habría
caído en subjetivismo por ser amigo de la demandante y por una afirmada enemistad con el accionado.
Ninguna de esas afirmaciones está apoyada en hechos objetivos ya que de la declaración bajo análisis no
surge que RIZZI sea amigo íntimo de la pretensora ni se advierte enemistad con el demandado. En suma,
el testimonio de RIZZI me parece objetivo y veraz y, lo remarco, lo esencial de sus dichos en orden a que
la actora recibía órdenes del reclamado y que cumplía jornadas y horarios fijos no está cuestionado en la
impugnación ni contradicho por ningún otro elemento de juicio (art. 386 C.PC.C.N.).
En suma, considero que estos tres testimonios permiten ver confirmada la nota de dependencia ya
presumida al influjo del art. 23 L.C.T., por lo que concluyo, dando primacía a la realidad que surge de la
prueba evaluada sobre la materialidad de lo ocurrido entre las partes, que hubo una relación laboral entre
ellas.
Como el contrato no fue registrado, ante la actitud asumida por el empleador, opera la presunción
del art. 55 L.C.T. y ello lleva a presumir como cierta la fecha de inicio del contrato aducida en la demanda
y también la remuneración allí afirmada, salvo prueba en contrario que no se produjo.
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4.-
La actora intimó el 7-2-02 (C.D. de fs. 1 del anexo 2430) pidiendo la aclaración de su situación
laboral, el pago de los salarios, vacaciones y aguinaldos impagos, y la registración laboral del contrato. El
15-2-02, mediante la C.D. de fs. 6 del anexo 2430, se consideró injuriada y despedida ante el silencio guardado frente a su requerimiento y por el incumplimiento a los pedidos efectuados.
En rigor no hubo silencio, pues en la misma demanda se mencionó que el accionado contestó el
día 15 y, en este sentido, no se probó que su respuesta haya sido extemporánea. Empero, dicha respuesta
(ver C.D. de fs. 7 del anexo de prueba 2430) no ofrecía cumplir con el pago de los salarios, los aguinaldos
ni las vacaciones al negar el carácter dependiente del contrato, razón esta por la que también el demandado
negó a la reclamante el derecho a la registración.
Como ha quedado resuelto que el vínculo fue laboral, esa negativa a pagar salarios y vacaciones y
a registrar constituyó una grave injuria que tornó imposible la prosecución del contrato, autorizando a la
dependiente a denunciarlo (arts. 62/63, 242 y concs. L.C.T.). Por ende, admitiré la pretensión indemnizatoria fundada en los arts. 231/3 y 245 L.C.T., con la duplicación prevista en el art. 16 de la ley 25.551
………………
Por ende, diferiré a condena la suma de $34.944,56 con intereses a la tasa dispuesta por la acorda-
da de la C.N.A.T. por Acta N° 2357 del 7-5-02, es decir la tasa activa fijada por el Banco de la Nación
Argentina para el otorgamiento de préstamos, y según las pautas en dicho acuerdo, desde que cada suma
es debida y hasta su efectivo pago (art. 622 C. Civil).
6.- Por lo expuesto, RESUELVO:
A) Hacer lugar a la demanda iniciada por MARIA DEL CARMEN PUGGIOLI y condenar a PABLO GIEMENEZ ZAPIOLA a pagarle, dentro de los cinco días y mediante depósito judicial en autos, la
suma de PESOS TREINTA Y CUATRO MIL NOVECIENTOS CUARENTA Y CUATRO con cincuenta
y seis cvos. ($34.944,56), con los intereses indicados en el considerando 5to., con costas al demandado
vencido (art. 68 C.P.C.C.N.);B) Regular los honorarios de la defensa letrada de la accionante y del demandado en el DIECISETE (17) y QUINCE (15) por ciento, respectivamente, del monto de condena en mérito a la importancia,
extensión y calidad de cada labor (pautas leyes 21.839 y 24.432);-
C) Disponer que, una vez firme la presente, se proceda por Secretaría a dar cumplimiento a lo dis-
puesto por el art. 46 de la ley 25.345;D) Regístrese, notifíquese y cúmplase.
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