07 de junio de 2011 obligatoriedad de rotulación

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INTERVENCION DEL SENADOR ALEJADRO NAVARRO BRAIN
OBLIGATORIEDAD DE ROTULACIÓN EN ALIMENTOS TRANSGÉNICOS
Sesión 23ª, martes 07 de junio de 2011
El señor NAVARRO.- Gracias, Presidente.
Resulta interesante como se ha tornado el debate, estamos en el debate de la rotulación de los
transgénicos, alimentos transgénicos que no son producidos en Chile, como ha señalado el
Senador Espina, que ha dedicado 6 minutos de sus 10 minutos a hablar del UPOV 91.
Por cierto que el debate del etiquetado va mucho más allá del etiquetado de alimentos
transgénicos, que no son producidos en Chile.
El Senador Espina ha dicho que hay dos -por su intermedio, Presidente- mercados: orgánico y
transgénico.
¿Qué nos dice el INTA? El INTA detecta maíces transgénicos del campo no autorizados. El
Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (INTA), dependiente de la Universidad de Chile
-la mejor universidad del país, en la que estudiaron muchos de los señores Senadores que están
aquí en esta Sala-, “determinó por primera vez que maíces transgénicos provenientes de
semilleros han contaminado genéticamente siembras de maíz convencional en Chile. Así
estableció el muestreo realizado a comienzos de año en la Región de O´Higgins, donde se
identificó 4 predios afectados en las comunas de Placilla, Santa Cruz, Chimbarongo. El estudio
analizó muestras provenientes de 30 predios contiguos a semilleros orgánicos genéticamente
modificados (OGM), de los cuales 4 salieron positivamente para contaminación transgénica.”.
Estamos en un problema porque no sabemos dónde están. Hemos ido al Consejo de la
Transparencia a fin de que nos diga dónde están, porque aquí en Chile es un secreto saber
dónde están autorizados la plantación de semillas transgénicas.
Y por cierto el derecho a la información. Este proyecto solo hace de que efectivamente lo que se
entiende por organismo genéticamente modificado es todo alimento que contenga organismos
cuyo genoma se ha incorporado en forma estable un segmento de ADN extraño -como decía el
Senador Girardi-, se ha sacado un genoma de maíz para ponerlo en el tomate, o -como algunos
han dicho- de tiburón para ponerlo en el tomate, utilizando técnicas de ingeniería genética.
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Se ha citado estudios de Estados Unidos, de la EPA, para demostrar de que después del
consumo de trillones de alimentos no hay condiciones adversas. Doce millones de años es el
tiempo que tarda en configurarse una forma de vida de manera natural.
La verdad es que creo que hay una miopía, un cortoplacismo absoluto. Es decir, porque en el
curso 2, 10, 20 o 30 años no se han reflejado elementos adversos.
Estamos hablando de genes, estamos hablando de generaciones. Y la única forma de saber si la
alteración genética no ha causado efecto en los organismos es esperar la próxima generación,
es decir, los hijos, los nietos, los biznietos. La única posibilidad. Si hubiera estudio correlativo de
esa naturaleza, por cierto no existe.
Vamos a etiquetar los alimentos cuyo ingredientes o aditivos genéticamente modificados
tengan una proporción igual o mayor al 1 por ciento. Si la gente supiera de que está
consumiendo una cantidad de galletas y alimentos que tienen 10 por ciento de elementos
genéticamente modificados, yo diría que tomarían decisiones vitales en su consumo.
Le ponemos multa si no se etiqueta en el proyecto de ley, y lo establecemos por cierto en la ley
19.427, de derechos del consumidor.
Se ha dicho, se ha reiterado, de que etiquetar estos alimentos es urgente. En el año 94-95 se
liberaron los primeros alimentos transgénicos de forma comercial para consumo humano, pero
aún persiste incertidumbre sobre los riesgos. Entre el año 1980 y el 2000 se encontraron solo
nueve estudios experimentales sobre el tema.
Hay muy poco estudio. No se quiere investigar.
Hay estudios aislados. Chile no es ni con mucho un especialista en estos temas. Siendo los
campeones mundiales en la producción de salmones ni siquiera pudimos contener el virus ISA,
porque siendo los campeones mundiales nada de experimentación, nada de inversión en
biotecnología, nada en la producción de, por cierto, alevines, de ovas de salmón provenientes
de Noruega.
En Estados Unidos, como se ha hecho referencia aquí, existe un sistema de aprobación de
organismos genéticamente modificados, pero es en opinión de muchos insuficiente. La FDA los
aprueba, pero recibe y analiza -escúchenme bien- investigaciones que no realiza el FDA, que
realizan las empresas, que realiza Monsanto. Esas son las que estudia. No hay un estudio
independiente, existiendo por cierto muchas deficiencias en la información entregada por las
empresas, ya que estas no tienen la obligación de entregar mayor información solicitada por el
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FDA. Se presenta un proyecto, se exige un nivel de información, y ese es el nivel de información.
La FDA no está autorizada ni puede exigir mayor información.
Por tanto, señor Presidente, aquí en nuestro país no hay elementos transgénicos aprobados ¡no hay elementos transgénicos aprobados!-, pero no obstante es de común conocimiento -se
señala en el informe- que circulan gran cantidad de transgénicos.
Y, por tanto, yo voy a votar a favor de este proyecto. La gente tiene el derecho de saber qué
está comiendo. Hay una lista de 77 transgénicos aprobados como alimentos, con muchas
variedades que se están expendiendo en Chile. También hay otros muchos no inscritos. Hay
nuevos desarrollos de más transgénicos en muchos países del mundo que ya son usados para la
elaboración de alimentos.
Chile actualmente importa alimentos transgénicos, particularmente maíz y soya de Argentina y
Estados Unidos. Los consumidores chilenos podrían estar ingiriendo alimentos transgénicos en
forma de derivados, de aceite de soya, carne, lecitina de soya, aceite de maíz, aceite vegetal u
otro alimento hecho en base a soya o maíz, como galletas, leches, etcétera.
Hay resoluciones del SAG que han autorizado la utilización en Chile del descarte de maíz
transgénico como alimento para cerdos y pollos. Esto está ocurriendo sin que exista una
adecuada evaluación de riesgo para la salud humana y animal, y sin que los consumidores
chilenos sepan que cuando comen pollo, que cuando comen cerdo, estos cerdos y estos pollos
han sido alimentados con residuos de maíz transgénico.
El mayor peligro es que los genes de resistencia a antibióticos puedan pasar a los seres humanos
que ingieren estos productos. Esto sí lo han dicho todos los expertos mundiales: hay
transferencia.
La normativa respecto al consumo de alimentos en Chile se encuentra en la Ley de Derechos de
los Consumidores. Esta ley reconoce expresamente los derechos de los consumidores a una
información eficaz y oportuna sobre los bienes ofrecidos.
Yo solo espero que cuando aprobemos esta rotulación la rotulación sea clara, precisa y no haya
letra chica. Yo no soy el inventor de la letra chica, es Ignacio Walker. Pero espero que esta
rotulación sea con letra grande.
El señor NAVARRO.- El concepto “letra chica”.
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Y, por tanto, espero que sea en letra grande. Porque nada sacamos con rotular si dejamos la
letra pequeña, que la mayoría de los adultos no puede leer y que, en definitiva, por cierto,
produce un agotamiento visual su infructuosa intentona de lectura.
Este último derecho, señor Presidente, a garantizar la rotulación va a ayudar, por cierto, a una
mayor transparencia y a la propia credibilidad del mercado de los transgénicos.
Nuestro país no tiene una protección para los consumidores. Estamos dándola.
La posición de Chile en las reuniones del Protocolo de Bioseguridad ha sido considerada muy
cercana a Estados Unidos y a otros países. La verdad es que hemos pasado un poquito de
vergüenza, porque de manera impresionante Chile se alinea con los Estados Unidos y no con los
países en vías de desarrollo para poder proteger sus suelos agrícolas. Chile ha sido objeto de
duras críticas a nivel internacional por esta actitud.
Chile no posee una industria de biotecnología, no cultiva transgénicos. Su papel en este
escenario es solo proveer terrenos para la plantación fuera de temporada de semillas
transgénicas. Es decir, servimos como reproductores. No hay investigación. Y si uno diría si hay
empresas que quieren desarrollar la transgenia, que inviertan en biotecnología, que tengamos
grandes laboratorios, que nuestras universidades también se involucren. Pero eso no existe.
Todo se trae hecho desde fuera.
Es por eso, señor Presidente, que este proyecto es un avance. Va a permitir a muchos
consumidores saber lo que están comiendo cuando comen hamburguesa Sadia, que tienen más
del 10 por ciento; hamburguesa Fray Bentos, más del 10 por ciento; hamburguesa Frigorífico
Temuco, más del 10 por ciento; hamburguesa Ekono, más del 10 por ciento; salchicha de pollo
Súper Pollo, más que el 10 por ciento; vienesa Zwan, vienesa Germania, galletas Singlu o
hamburguesa Primus, vienesa de pavo Sopraval, mayor que 2 por ciento. Es decir, un conjunto
de galletas, galletas maravilla, salchicha de pollo Ariztia, menor que el 1 por ciento, hay que
decirlo. Hay productos que cumplen, hay productos que no cumplen.
El listado de los transgénicos debiera ser de acceso fácil, de acceso expedito. Y esta ley va a
posibilitar solo una parte.
Señor Presidente, hemos recurrido al Tribunal Constitucional junto con 17 Senadores para
objetar el UPOV91. Ha sido acogido a tramitación. Yo espero que esto abra la posibilidad de un
debate mucho más profundo. Porque tengo la certeza de que esa aprobación fue precipitada.
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Señor Presidente, voto a favor del proyecto de ley que rotula los transgénicos, señalando que es
insuficiente, pero es un paso adelante en la transparencia, en la información hacia los
consumidores, que luego tiene que dar paso a una educación de los consumidores.
Voto a favor, señor Presidente.
He dicho.
¡Patagonia sin represas, señor Presidente!
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