La vida es sueño y Pedro Calderón de la Barca

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La vida es sueño y Pedro Calderón de la Barca
Pedro Calderón de la Barca
SU VIDA
Don Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el 17 de enero de 1600. Su padre, Don Diego
Calderón, era de familia hidalga pero escribano del consejero de hacienda del rey. En 1601, el padre
tuvo que trasladarse a Valladolid con la corte de Felipe III. Quedaron algún tiempo en Madrid,
teniendo que empeñar la mejor ropa y algunas joyas para subsistir.
Después de las primeras letras, Calderón estudió humanidades en el colegio de los jesuitas. En 1610,
murió su madre y a partir de entonces se produjo una desbandada en la familia: Diego, el hermano
mayor, con catorce años marchó a México; Dorotea, de doce ingresa en el monasterio de Santa Clara la
Real de Toledo; Antonia, niña menor queda bajo el cuidado de su abuela materna. Pedro y José
continuaron en casa de su padre.
En 1614, Pedro se matriculó en la Facultad de Artes de la Universidad de Alcalá; en 1615, murió su
padre, dejando a los hijos en pleito con la madrastra y en poder de un tío. A partir de Diciembre de ese
mismo año Calderón estudia cánones en la Universidad de Salamanca, aunque el curso 1616−1617 lo
pasó en Madrid, graduándose en 1620.
La casuística de sus obras, las sutiles distinciones entre acciones causadas y acciones permitidas, efectos
directos e indirectos de los actos, prueban más familiaridad con el derecho.
De su periodo salmantino se conservan varias poesías amatorias como por ejemplo, un soneto a las
fiestas de beatificación de San Isidro, patrón de Madrid, a partir de entonces aparece en colaboraciones
poéticas de libros misceláneos, y entra en el mundo del teatro.
En 1623, escribe Amor, Honor y poder, en el cual, Calderón se basa en la historia inglesa. El autor,
servidor del Duque de Frías y con el propósito de escribir comedia y poesía, estaría muy alerta en los
festejos que se hicieron al príncipe durante su estancia en Madrid. A partir de este momento sirve a
varios señores y recibe el hábito de Santiago, lucha en Cataluña en 1641 hasta que se le concede la
licencia en Diciembre de 1642. Se ordena sacerdote en 1651, después de unos años en Toledo se instala
en Madrid, en el otoño de 1656, donde vive en la corte viendo crecer su prestigio de dramaturgo, hasta
su muerte el 25 de mayo de 1681, siendo la última figura importante del Siglo de Oro de la literatura
española. A Calderón le obsesionaba la concepción de la vida como teatro, sombra y sueño.
TEMPERAMENTO Y PENSAMIENTO
Calderón poseía un carácter sombrío, un hastío progresivo de la vida, una tendencia a vivir apartado y
un espíritu aristocrático, orgulloso. Esto da lugar a las dos notas fundamentales que se dan en su
ideología: el pesimismo y la adhesión a los valores tradicionales.
Pesimismo respecto a la vida humana y al mundo es absoluto y todo le parece vano e inconsistente.
Tales ideas pueden recordarnos a Quevedo. El desengaño se hace en Calderón, sin embargo, un sistema
conceptual rígido y frío. Vive con el desengaño en el horizonte de su vida y busca una salida moral: si la
vida es sueño, ordenemos nuestros actos hacia el despertar de la otra Vida.
Los valores tradicionales constituyen el complejo de la ideología señorial y su adhesión a ellos es plena.
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Jamás mostró una actitud crítica ante los males de su tiempo. Para él la vida era intrínsecamente
desenlazable y no cabía sino sobrellevar con entereza las miserias aceptando la condición que no haya
tocado en esta comedia del vivir. El Renacimiento había proclamado la posibilidad de que el hombre
mejorara de condición, la instalación social sólo tenía causas humanas. La reacción señorial supuso un
retroceso que se observa en la ideología de Calderón.
El estoicismo le proporcionó modelos para dar forma a su pesimismo y a su resignación, que armonizó
con su gran saber teológico. Todo eso unido a su estricta preparación en la filosofía escolástica da lugar
a su tendencia al pensamiento sistemático y a la rigurosa argumentación que caracteriza tantos pasajes
de su teatro.
CALDERÓN, HOMBRE DE TEATRO, TÉCNICA Y ESTILO
Calderón es ante todo un hombre de teatro.
Calderón comenzó siguiendo el modelo de la comedia lopesca: denominado su primera época. En su
segunda época Calderón aporta ciertos rasgos personales:
• El enfoque de los asuntos es más meditado. Preferencia por lo ideológico o lo simbólico. (La vida
es sueño)
• La construcción de sus obras se hace más cuidada, tanto en el plan general como en los detalles.
Prefiere la unidad de acción, y si conserva la típica dualidad de la comedia lopesca, procura
subordinar los elementos en pro de una unidad de sentido.
La comedia pierde la espontaneidad y frescura de Lope. Calderón produce una creación más reflexiva,
más rigurosa; es más arte y menos naturaleza. Sus personajes suelen ser menos vivos, más
esquemáticos; a veces, símbolos descarnados. Suelen presentar un perfil psicológico trabado y
profundo.
Calderón poseía una maestría técnica deslumbrante. Alcanzó un virtuosismo notable. Sólo la
representación puede poner de manifiesto su prodigiosa habilidad. Se muestra tanto en la sutileza de
sus enredos como en su capacidad para dar cuerpo teatral a los más rebuscados problemas filosóficos y
teológicos. Calderón utilizó todas las posibilidades de la escenografía barroca para construir
espectáculos ricos en efectos sorprendentes.
El estilo de Calderón responde igualmente al más extremado gusto barroco. Sus versos revelan mayor
preocupación formal y se engalanan con toda clase de artificios. Acude por igual a las sutilezas
conceptistas que a la ornamentación culterana, logrando un estilo brillante que sedujo a su público.
OBRA
Escribió unas 120 comedias, más de 70 Autos y un buen número de diversos trabajos.
Las comedias de enredo constituyen el grupo más numeroso. En ellas explotó los esquemas de a
comedia de capa y espada: ambiente urbano, enredos amorosos, personajes convencionales, que
ilustran los ideales de las clases elevadas. Calderón desarrolla la trama manteniendo el interés y la
suspensión. Es esencialmente un teatro de diversión. (La dama duende, Casa con dos puertas mala es de
guardar)
Los dramas de Calderón giran en torno a los grades valores establecidos: la Monarquía, la Autoridad,
la Fe, la Moral, el Honor
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Los temas religiosos le interesaron especialmente. En su primera época (La devoción de la Cruz) se
propone mover los sentimientos hacia la devoción. En la segunda época (El mágico prodigioso), sin
olvidar los recursos para conmover, tiende al desarrollo de importantes temas teológicos (la fe, la
salvación)
El honor es el tema de algunos de sus dramas más característicos: El médico de su honra, El pintor de su
deshorna, etc. En ellos se lleva a sus máximas consecuencias el código de honor.
Con los dramas de honor se relaciona El alcalde de Zalamea, acaso su obra más perfecta. El tema de la
honra tiene aquí una presentación más humana.
Los dramas filosóficos como La vida es sueño también fueron parte de su producción.
La vida es sueño
ARGUMENTO
Basilio, rey de Polonia, aficionado a la astrología, consulta a las estrellas y descubre malos presagios
acerca del hijo que va a nacer. Cuando su mujer da a luz, Basilio lo encierra en una torre. Allí,
Segismundo (nombre del príncipe) vive encadenado y vestido con pieles, como un salvaje, sin saber
quién es. Un día, Basilio lo droga y lo lleva a la corte para comprobar si los malos presagios eran
ciertos; Segismundo se despierta vestido como un príncipe en un lugar que no conoce, y cuando le dicen
que es el heredero de Polonia insulta a los cortesanos e incluso intenta matarlos. Basilio ve en este
comportamiento la confirmación de los malos augurios, manda drogar otra vez a Segismundo y lo
devuelve a la torre. Cuando Segismundo despierta, cree que todo lo que ha vivido ha sido un sueño. Sin
embargo, el pueblo se subleva contra Basilio, exigiendo que el trono vaya a parar al legítimo heredero,
y libera a Segismundo de su cautiverio. Éste duda si lo que ocurre es un sueño o la realidad, y madura
espiritualmente reprimiendo sus instintos salvajes: renuncia a vengarse de su padre y acata su ley y
autoridad. Vista la cordura de su hijo, Basilio lo proclama príncipe de Polonia.
ASUNTO Y FUENTES
La vida es sueño ocupa el primer puesto entre los dramas filosóficos de Calderón. Es su obra más
universalmente famosa. Su composición data de 1635, cuando el autor está alcanzando su madurez.
Para el asunto de la obra, Calderón aprovechó elementos preexistentes, como la leyenda de Buda (a
quien se intentó mantener aislado del mundo, para evitar que se cumplieran las desdichas que predijo
su horóscopo) y un cuento de las Mil y una noches (el mendigo que despierta siendo rey, para volver a
despertarse otro día como mendigo). Ambas historias eran ya conocidas en nuestra literatura. Por otra
parte, la idea de que la vida es como un sueño era frecuentísima en la literatura ascética del momento, y
entroncaba con el tema barroco de la inconsistencia de la vida.
El gran papel de Calderón habría de consistir en dar cuerpo escénico a tales elementos, desarrollando y
apurando sus posibilidades ideológicas y dramáticas.
ESTRUCTURA: LA DOBLE ACCIÓN
La vida es sueño presenta una doble trama:
• La historia de Segismundo: su prisión, la prueba a que es sometido, su nuevo encierro, su
liberación, su conversión.
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• La historia de Rosaura: su llegada a Polonia para reparar su honor, las zozobras de Clotaldo al
descubrir que es su hija, etc.
Ambas acciones parecen independientes. La acción central no basta para mantener el interés de los
espectadores durante toda la obra, de ahí que Calderón introdujese una peripecia movida, y muy del
gusto popular, para aligerar y amenizar la trama.
Recientemente, algunos críticos han defendido la unidad de la obra. Algunos argumentos son:
• Hay personajes implicados en las dos tramas: Clotaldo, Astolfo, y en cierto modo, Clarín.
• Las desdichas de Segismundo y de Rosaura son paralelas. Y sus destinos se entrelazan
constantemente. La presencia de Rosaura ante Segismundo en los tres actos, y en circunstancias tan
diversas, es un lazo entre los distintos sueños del príncipe; ello acrecienta la perplejidad de este sobre
lo que le acontece.
• El papel que desempeña Rosaura en la conversión de Segismundo. El protagonista, prendado de
aquella, deberá, no obstante, vencer su inclinación para erigirse en defensa del honor de Rosaura.
Rosaura proporciona a Segismundo el motivo más decisivo para su superación moral y su victoria
sobre el destino.
COMPLEJIDAD TEMÁTICA
En esta obra se entrecruzan temas que constituyen algunas de las ideas más debatidas y de las
preocupaciones más profundas de la época.
El punto de partida es el libre albedrío, cuestión que enfrentaba a teólogos y filósofos: ¿en qué medida
puede decirse que el hombre es libre, si Dios ya sabe de antemano cuál va a ser su destino?, ¿puede un
hombre vencer las inclinaciones con que lo ha marcado la naturaleza? Basilio, basado en un sueño y en
un horóscopo, cree saber el funesto destino que los cielos han trazado para Segismundo. Al tratar de
neutralizarlo, niega implícitamente la libertad de este. Más adelante, duda, y somete a su hijo a una
prueba. Pero Segismundo se muestra como un ser feroz: ¿se cumple el destino?, ¿no ha sido Basilio
responsable de ello? El desarrollo de la obra, sin embargo, probará que el hombre es libre y capaz de
vencer sus más poderosas inclinaciones. La solución de Calderón se adapta a la doctrina ortodoxa de los
teólogos españoles de su tiempo: el hombre posee la gracia suficiente para llevar su propia vida por el
camino del bien.
Surgió un nuevo tema. La comparación de la vida con un sueño se relaciona con el tema de la
apariencia y la realidad, y, en definitiva, con el sentimiento de la inconsistencia de la vida. ¿Cómo saber
qué es realidad y qué es ilusión? Calderón no se detiene a resolver racionalmente el problema. Lo
esquiva y descubre una salida moral: sea verdad o sueño/ obrar bien es lo que importa. Lo único seguro
es preparase para el definitivo despertar; por eso afirma que aun en sueños / no se pierde el hacer bien.
• La obra suscita otra cuestión: el problema político de la legitimidad del poder, de la razón de
Estado y de la tiranía. Basilio, en nombre de los intereses de su reino, anula los derechos de
Segismundo. Este le acusará de tiranía por haber obrado contra el derecho y la moral. Y en
nombre de estos principios, se produce la rebelión popular. Pero Segismundo, a su vez, ha
estado a punto de convertirse en un tirano que, en nombre de su gusto, pisotea normas y
personas. Una vez más, Calderón resolverá estas cuestiones con un enfoque moral: Basilio
saldrá de su error y Segismundo se convertirá en un modelo de príncipe prudente. El desenlace
no deja de presentar algún punto sorprendente: Segismundo condena al cabecilla que luchó por
él; se condenaba así la rebelión como forma de luchar contra la tiranía. Calderón no hacía sino
ilustrar la doctrina llamada prudencialismo, que reducía los problemas políticos a problemas
éticos.
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• El tema del honor, eje de la acción secundaria. Calderón se ciñe a la concepción usual: el
deshonor de Rosaura sólo puede repararse haciendo que Astolfo cumpla la palabra dada o
dándole muerte. La ley del honor está por encima de todo: Segismundo habrá de acallar su
amor y renunciar a Rosaura.
En conclusión, Calderón ha condensado en La vida es sueño temas centrales de su tiempo. De ahí la
importancia de la obra. Ha podido observarse cómo se inclinaba hacia las soluciones más tradicionales y
tranquilizadoras que cabía dar a los arduos problemas planteados.
LOS PERSONAJES
Más que carácteres (con vida individual y propia) encontraremos tipos, es decir, personajes
representativos de las posturas exigidas por el desarrollo de las ideas y de los conflictos. Son piezas de
un juego dramático. Calderón atiende más a la tesis de la obra que a la matización de la psicología.
Segismundo encarna la lucha entre las violentas inclinaciones naturales y los imperativos de la moral a
la vez que representa lo incierto del vivir humano. Se le ha dado la dimensión de un mito.
Rosaura muestra toda la vehemencia que cabía poner en la defensa del honor.
Cierta densidad humana tiene Clotaldo, debatiéndose a lo largo de la obra entre la lealtad al rey y sus
deberes como padre.
Los demás personajes (Basilio, Estrella, Astolfo) no pasan de ser esas piezas que Calderón necesita para
su juego teatral, son criaturas convencionales.
Clarín es un gracioso de cierta originalidad: algunos rasgos lo emparentan con un pícaro, y otros lo
convierten en una contrafigura de Segismundo, su muerte será una insólita ilustración de una de las
grandes tesis de la obra: lo incierto de los destinos humanos.
LA TÉCNICA Y EL ESTILO
En La vida es sueño pueden estudiarse todos los rasgos estructurales de la comedia española del Siglo de
Oro: ausencia de las unidades de acción, tiempo y lugar; mezcla de lo cómico y lo grave; polimetría, etc.
Maestría constructiva de Calderón. El planteamiento es virtuosísimo: misterio inicial, aclaración
gradual de los problemas de Rosaura y Segismundo, conflictos renovados que mantienen la suspensión
En la jornada II, la prueba a que es sometido Segismundo se desarrolla con mano maestra, concebida
como una serie de enfrentamientos sucesivos entre el protagonista y los demás personajes. La acción en
fin va en crescendo durante la jornada III, hasta llegar al inesperado final.
Aparecen también momentos líricos en la obra. Buena muestra son los dos grandes monólogos de
Segismundo. Son trozos de lucimiento que el autor ha cuidado especialmente. Esos monólogos son como
dos columnas en las que se sustenta el edificio ideológico de la comedia. Calderón pone en boca de
Segismundo sus pensamientos e ideas.
La vida es sueño constituye un compendio eminente del estilo calderoniano. La obra contiene tanto
artificios culteranos como sutilezas conceptistas. Un rasgo capital de su estilo es su tendencia a la
argumentación lógica en diálogos y parlamentos.
La vida es sueño: el destino de Segismundo
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Desde principios del siglo XIX, los románticos alemanes e ingleses se sintieron fascinados por ella, La
vida es sueño ha sido una de las obras más emblemáticas del teatro español del Siglo de Oro, sin duda
una de las más conocidas fuera de nuestras fronteras. La clave de su atractivo se halla en la habilidad
con que Calderón convierte el tema de la vida como sueño en una trama dramática de gran atractivo,
gracias sobre todo al personaje de Segismundo.
UN ARRANQUE ESPECTACULAR
La vida es sueño es teatro en estado puro.
Fijémonos en el inicio de la obra, repleto e incidentes y sorpresas. La acción se inicia al anochecer, en
un paraje montañoso y solitario de Polonia. Aparece en escena una joven vestida de hombre, a la que su
caballo acaba de derribar. Esa indumentaria masculina significa que la joven quiere encubrir su
identidad y, por lo tanto, da a entender a los espectadores que lleva consigo un secreto, posiblemente
amoroso. En efecto, más adelante sabremos que esta mujer, llamada Rosaura, ha venido a Polonia en
busca de Astolfo, sobrino del rey y heredero de la corona, quien la sedujo tiempo atrás en Moscú. Pero
esta información llegará más tarde: ahora el público sólo tiene ante sí un misterio, al que de inmediato
se va a añadir otro aun mayor.
Junto a la joven viaja su criado, Clarín, y ambos se dirigen a un pequeño palacio que se encuentra en
las cercanías. Su aspecto es siniestro y la puerta está abierta; entran y descubren una prisión oscura/
que es de un vivo cadáver sepultura. En ese escenario terrible, cargado de cadenas y vestido solamente
con pieles, un joven se lamenta de su desdicha:
¡Ay, mísero de mí, y ay, infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
A partir de este magistral inicio, el dramaturgo puede plantear la cuestión central de la obra, que afecta
al destino de Segismundo, nombre del joven encadenado.
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UN SUEÑO REAL, UNA RELIDAD SOÑADA
Aunque lo ignora, Segismundo es hijo de Basilio, rey de Polonia, al que las estrellas predijeron la ruina
si permitía que su hijo llegara a gobernar; para impedirlo lo encerró en la torre en que lo han hallado
Rosaura y Clarín. Basilio encomendó la custodia de Segismundo a Clotaldo, padre de Rosaura, y
recientemente ha proclamado como heredero del trono de Polonia precisamente a Astolfo, el seductor
de la joven.
A pesar de sus decisiones anteriores, Basilio decide poner a prueba a Segismundo: ordena que lo
narcoticen y que lo trasladen al palacio, para comprobar cómo se rige en libertad. Una vez despierto
responde con violencia, como un ser que no domina sus instintos, y su padre cree confirmados los
peores presagios. Se le administra un nuevo narcótico y es devuelto a su celda.
Cuando despierta Segismundo Clotaldo lo convence de que todo ha sido un sueño. Ello tendrá
importantes consecuencias, porque llevará al joven príncipe a dudar de toda la realidad: ahora ya no
puede saber ni siquiera si su prisión es verdadera, pues podría tratarse también de un sueño. La idea se
expresa en los versos con que concluye la segunda jornada:
Yo sueño que estoy aquí,
De estas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño,
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son.
LA REPARACIÓN DEL DAÑO
Para el desenlace de la obra, Calderón recurre a una revuelta popular: los polacos se alzan contra
Basilio, por haber designado heredero al moscovita Astolfo, y reclaman como soberano a Segismundo,
quien se pone a la cabeza de los sublevados, aunque sigue dudando si lo que ocurre es verdad o es otro
sueño. Tras vencer a los ejércitos de su padre, Segismundo actúa con la prudencia que se puede esperar
de un príncipe y reestablece el equilibrio: permite que Basilio siga en el trono, casa a Rosaura con
Astolfo y contrae él mismo matrimonio.
En el desarrollo de la obra es fundamental la evolución del carácter de Segismundo, que pasa de ser
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una criatura embrutecida, resentida, dominada por pasiones, a convertirse en un ejemplo de prudencia.
La clave de esta transformación se encuentra justamente en la aparente irrealidad de todo lo que le
ocurre. Segismundo ha aprendido que toda la vida es un sueño y que esa idea debe apartar toda
vanidad y toda ambición de su ánimo. Clotaldo le había dicho, tras despertar del supuesto sueño, que
aun en sueños/ no se pierde el hacer bien. Ahora Segismundo sabe que hay que actuar rectamente, aun
en los sueños. Es significativo que sea esa incertidumbre la que lo guíe por el camino de la prudencia:
Mas sea verdad o sueño,
obrar bien es lo que importa:
si fuere verdad, por serlo;
si no, por ganar amigos
para cuando despertemos.
Detrás de esta idea se alienta una idea común en el cristianismo: la vida terrena es siempre una
apariencia, un sueño que se acaba con la muerte, pórtico de una existencia más verdadera, y
precisamente por ello conviene actuar rectamente en el sueño que es la vida. Aunque no llegue ha
hacerse explícita, tal convicción gravita en torno a la obra y nos permite comprender que haya sido un
sueño lo que ha inducido a Segismundo a pasar de salvaje a príncipe prudente y desapegado de las
cosas de este mundo, ajeno ya a toda vanidad y a los impulsos de los sentidos:
¿Qué os admira? ¿Qué os espanta,
si fue mi maestro un sueño,
y estoy temiendo, en mis ansias,
que he de despertar y hallarme
otra vez en mi cerrada
prisión? Y cuando no sea,
el soñarlo sólo basta;
pues así llegué a saber
que toda la dicha humana,
en fin, pasa como un sueño,
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el tiempo que me durare.
Ésta es, en última instancia, la lección que propone la vida es sueño, una lección que cala muy hondo en
el público porque se ofrece a través de una trama apasionante, repleta de incidentes y sorpresas,
encarnada en unos personajes de gran interés, muy matizados, y a través de unos versos ágiles,
hermosos y memorables, entre los que se encuentran algunos de los más célebres de todo el repertorio
teatral español.
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