“Los antiguos hablaban del Atlántico para designar el gran océano

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EL OCÉANO Y LA EDAD MEDIA EUROPEA
Se recomienda seguir los siguientes puntos:
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El periódico debe contener noticias entretenidas y con suficiente contenido geográfico e histórico.
Debe tener muchas ilustraciones, con sus respectivas referencias.
Las noticias pueden ser de corte político, económico, social y cultural.
El periódico también debe tener publicidad. ¿Qué tipo de publicidad puede haber en un periódico
sobre expediciones marítimas portuguesas del siglo XV?
¿Por qué no incluir una entrevista a Vasco da Gama o a Enrique “El Navegante”? O, ¿a alguien de
la tripulación?
Indíqueles que pueden usar todo tipo de material reciclable para hacer el periódico.
El océano es la noticia central y el protagonista de todas las historias.
Se recomienda que los periódicos se exhiban en el salón de clase por varias semanas, para consulta
de los estudiantes.
Se recomienda revisar estos enlaces para la actividad sobre las exploraciones portuguesas de
siglo XV:
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Exploraciones marítimas de los portugueses. En: YouTube. YouTube, LLC. [en línea] 19
febrero 2012. [consultado 26 julio 2015]. Disponible en <https://www.youtube.com/
watch?v=uLbweR1jBT8>
•
Descubrimientos portugueses. En: Wikipedia. Fundación Wikimedia Inc. [en línea] 19
julio 2015. [consultado 26 julio 2015]. Disponible en <https://es.wikipedia.org/wiki/
Descubrimientos_portugueses>
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Singh, Dylan. The Motives for 15th Century Spanish and Portuguese Exploration. En: Clio.
A Journal for students of history in the Australian Capital Territory. Australian National
University. [en línea]. 2007. [consultado 26 julio 2015]. Disponible en <https://cliojournal.
wikispaces.com/15th+Century+Spanish+and+Portuguese+Exploration>
Lectura “El Atlántico y el establecimiento de las relaciones entre continentes”
Distribuya a sus alumnos en grupos. Deben leer el siguiente texto. Tiempo de lectura: 30 minutos.
“Los antiguos hablaban del Atlántico para designar el gran océano al oeste de Europa. El uso de
esta palabra se perdió en la Edad Media pero, en el siglo XVI, el geógrafo Mercator la resucitó
colocándola en su célebre mapamundi (1569). Esa novedad histórica merece una explicación.
¿Habrá el Atlántico de 1569 pasado a desempeñar un papel fundamental en la vida del planeta?
Es la cuestión que tendremos que resolver. ¿Desde entonces el Atlántico habrá desempeñado
el papel de motor en la apertura al mundo y en el establecimiento de relaciones entre los
continentes?
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EL OCÉANO Y LA EDAD MEDIA EUROPEA
La navegación en la antigüedad y en la alta Edad Media estaba desprotegida ante los océanos.
No se despreciaba el agua como medio de transporte, ya que en la época era más fácil desplazar
mercancías en barco y balsas que utilizar vehículos con ruedas en caminos. Sin embargo, se
trataba del agua de los ríos, riachuelos e incluso lagos. Un Estado como Saboya comenzó por ser
constituido por cuatro lagos (Aiguebelle, Le Bourget, Léman y Annecy) que permitían desplazar
los productos agrícolas del lugar de producción al lugar de venta o consumo; de ahí la existencia
de un gran burgo cerca de cada lago: Chambéry, Aixles - Bains, Ginebra y Annecy.
En la antigüedad y en la Edad Media, la navegación ha utilizado todos los “mediterráneos” que
le ofrecía la naturaleza; comenzó por el propio Mediterráneo, mar cerrado por excelencia, y por
sus “anexos”, el Mar Negro, el Adriático y otros más abiertos. A estos le siguieron los numerosos
mediterráneos que bordean los océanos de la Tierra y forman con ellos vasos comunicantes, más
o menos abiertos hacia los respectivos océanos. Es posible ver la diferencia entre el Báltico (un
mar muy cerrado), el Mar del Norte (muy abierto) y el Mediterráneo portugués del Atlántico
Sur, esa superficie líquida que se extiende desde las costas de Portugal y Marruecos hasta las
islas occidentales Azores, Madeira, Canarias, Archipiélago de Cabo Verde, donde los portugueses
pudieron entrenarse en la navegación de alta mar, manteniéndose al mismo tiempo, cerca de
los puntos de apoyo y de los puntos de referencia continentales e insulares. Más abierto todavía
quizás sea el Mediterráneo franco-irlando-español, que se extiende desde el extremo sudoeste de
Irlanda hasta Coruña y está limitado al este por la costa meridional de las Islas Británicas, por la
costa occidental atlántica de Francia y por la costa cantábrica. Ahí se aprendió a navegar, a pescar
y, eventualmente, a combatir un enemigo o un rival.
Sería posible citar ejemplos análogos en otras partes del mundo, pero en este caso es el Atlántico
el que nos interesa. Para su penetración y utilización, fue decisivo el papel de los portugueses
y del “Mediterráneo Portugués” del Atlántico, en especial durante dos períodos distintos del
siglo XV.
El primero es el del Infante D. Enrique, el Navegante (que murió en 1460). A petición de su padre, el
Rey D. Juan I. D. Enrique organiza una expedición a Marruecos (1415), tomando Ceuta. La operación
había sido muy bien organizada con el respectivo cuartel general en Sagres, en la extremidad
sudoeste del Algarve. En Sagres el Infante instala un arsenal para la construcción, preparación y
armazón de navíos, una biblioteca donde estaban reunidas colecciones de mapas y relatos de viajes
e incluso un auténtico servicio de información. A partir de 1420, todos los años se organizaba una
expedición en ese Mediterráneo Atlántico: Madeira es poblada en 1420, Los Azores en 1431. El
Cabo Bojador es doblado en 1433, el Cabo Blanco en 1441 y el Cabo Verde en 1444. En 1445, 36
embarcaciones hacen la ruta de Guinea y regresan cargadas de marfil y de oro en polvo.
El segundo período del progreso marítimo portugués es la época de D. Juan II. Es durante su
reinado que los matemáticos cristianos llegados de España (Abraham Zacuto, por ejemplo)
perfeccionan tablas de cálculo de la latitud, permitiendo un cálculo mucho más preciso de la
posición del navío en alta mar; conocido el ángulo entre la dirección del navío y el norte, la
identificación de la posición es todavía más precisa. Es en esta época que se constata la tendencia
para sustituir las cartas de navegación basadas en el principio de la rosa de los vientos por
cartas basadas en el cálculo de la latitud y en el ángulo que forma el navío con el meridiano. Por
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EL OCÉANO Y LA EDAD MEDIA EUROPEA
fin, aunque el navío, con su porte pesado y velas cuadradas, aún sea utilizado para transporte
de mercancías pesadas, la carabela, gracias a su porte largo y angosto y a sus velas latinas
triangulares, registra éxitos cada vez mayores en virtud de la velocidad que alcanza. Esto se va
incrementando debido a que se conoce cada vez mejor el régimen de vientos en el Atlántico.
A causa de ello, el camino más corto de Lisboa al Cabo de Buena Esperanza pasa por la costa
de Brasil en donde las embarcaciones se dejaban llevar por los alisios para volver a tomar los
vientos dominantes del occidente en el hemisferio austral (“los cuarenta rugidores”).
No podemos ser categóricos en cuanto al papel de los escandinavos en el descubrimiento de
América del Norte, ni con relación a su instalación en las costas septentrionales de esa misma
América. Los portugueses ya habían ido allá a pescar mucho antes, pero los vikingos habían sido
más precoces, habiendo llegado a las costas de América del Norte en el siglo IX. Los reyes de Vik
(en el Golfo de Gotemburgo) se lanzan en naves ligeras, los skeids. Llegan a bajar hacia el sur e
instalarse en Normandía donde, en el 912 firmaron el tratado de St. Clair Sur Epte. Asimismo,
llegaron hasta Sicilia. En el 874, dos soldados normados, Ingold y Leib, expulsados de su tierra por
haber cometido un homicidio, desembarcan en Islandia donde fundan una colonia. En el 983,
un noruego fijado en Islandia, Erik “el Rojo”, desembarca en una región cubierta de gramíneas
y betuláceas. Le llama “Groenland”, es decir, “la tierra verde”. Son muchos los colonos que se
le unen y llegan a crear un Obispado. Como la madera de construcción escasea, Leib, el hijo de
Erik, parte para Occidente en su búsqueda. Descubre tres regiones muy diferentes; en primer
lugar, una región rocosa poco fértil a la que llama Helluland (sin duda el norte de Terranova);
seguidamente, una costa baja orlada de bosques: Markland (tal vez Nueva Escocia); por fin, un
país donde crecía la viña: Vinland. Pero, ¿situado dónde?; ¿en el Golfo de S. Lorenzo o en Long
Island? Las diversas tentativas posteriores de colonización, en Vinland, terminan fracasando,
habiendo sin embargo dejado vestigios arqueológicos. El enfriamiento del clima en la baja edad
explica la evacuación de Groenlandia a partir de 1448.
A pesar del acortamiento de distancias, el Atlántico fracasó en el establecimiento de relaciones
entre continentes en el norte. En contrapartida, es total el éxito en las zonas tropical y templada,
en beneficio de los habitantes de la segunda. Es inútil repasar largamente el “descubrimiento”
del Océano Índico, un mundo ignorado hasta el siglo XV por el hombre occidental o los
descubrimientos de las Américas del Norte y del Sur. El Atlántico se fue transformando
progresivamente en una avenida embotellada, en la cual se cruzan todos los marinos civiles
y militares del mundo. El propio cielo se encuentra muy embotellado: meteoritos, misiles,
satélites, aviones de todo tipo, exigen en este momento una policía de tráfico extremadamente
severa, y esto pese al papel del cable, de la Internet, de la radio y de la televisión. El comercio,
incluyendo el del dinero, es apreciable entre los continentes. Nos resta insistir en dos aspectos
particulares del Atlántico en el establecimiento de relaciones entre los continentes: el papel
histórico de los fenómenos de captura y los ríos que prolongan el mar.”
Mauro, Féderic. “El Atlántico y el establecimiento de las relaciones entre continentes”. En: Pabellón del conocimiento de
los mares. Lisboa: Exposición Mundial de Lisboa. 1998.
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