Enlace a Bienes comunes y bienes privativos

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Homenaje Puig Ferriol
Bienes comunes y privativos
en el Consorcio conyugal aragonés
(Ley 2/2003 de 12 de febrero,
de régimen económico matrimonial y viudedad)*
Carmen Bayod López
Prof. Titular de Derecho Civil
Universidad de Zaragoza
I. Novedades y principios.
§1. La Ley aragonesa de régimen económico matrimonial viudedad, que entró en vigor
el pasado 23 de marzo de 2003, presenta importantes novedades en esta materia, pero sobre
todo, y como señala el Preámbulo de la Ley, con ella se pretende "completar y perfeccionar
aquélla regulación (la de la Compilación), atender a algunos problemas surgidos al
aplicarla, prever supuestos que ha traído el paso del tiempo y, en general, desarrollar
conforme a sus propios principios consecuencias más explícitas".
Con todo, conviene advertir de dos novedades: en primer lugar, la asignación de un
nombre al régimen legal, ya que durante decenios ha carecido de un nombre propio con el que
designarlo. Ahora, y siguiendo una tradición que hunde sus raíces en los fueros más antiguos,
se denomina al régimen legal "Consorcio conyugal", ya que tradicionalmente en Aragón los
bienes comunes recibieron el nombre de "consorciales".
En segundo lugar, destaca como cambio más importante el hecho de que los bienes
muebles por el hecho de serlo ya no se hacen comunes, sino que continúan siendo privativos
del esposo que los aporta al matrimonio, salvo pacto en contrario.
La tradición foral aragonesa, recibida tanto en el Apéndice de 1925 como en la
Compilación de 1967, se caracterizaba porque los bienes muebles aportados al matrimonio
por cualquiera de los cónyuges ingresaban, desde la celebración del mismo, en el patrimonio
común. Sólo el pacto, (llevar los "muebles como sitios") permitía excluirlos del consorcio
conyugal a través de esa ficción de considerar los muebles aportados como inmuebles
("sitios" en Aragón).
La Compilación de 1967 acogió dicha fórmula foral "llevar los muebles como sitios"
como norma legal, previniendo en el ya derogado art. 39 Comp. que los bienes muebles más
importantes no se hicieran comunes, si pertenecían a cualquiera de los esposos antes de la
celebración del matrimonio o se adquirían constante el mismo por título lucrativo1.
*
Este texto tiene su origen en varios trabajos anteriores referidos al activo del consorcio
conyugal aragonés vigente la Compilación. En dichos trabajos, se analizaban y buscaban
soluciones a situaciones de difícil calificación jurídica (vgr.: ¿Es común o privativa la
indemnización por despido, o la contraprestación por jubilación anticipada o el fondo de
comercio de una farmacia?) que han sido tenidas en cuenta por la nueva ley aragonesa. Por
ello, y para completar estas páginas, que sólo tienen como pretensión mostrar las novedades
de la ley en esta materia, me remito a principalmente a dos trabajos de mi autoría: “Bienes
privativos y comunes en el régimen económico matrimonial aragonés. La aplicación
supletoria del Código civil” RDCA,VI, 2000, núm. 2, pág.13-55 y "La oficina de farmacia en
el régimen económico matrimonial legal aragonés, (A propósito de la S. TSJ de Aragón de 9
de mayo de 2000)", RDCA, VI, núm. 1, pág.237-263.
1
El art. 39 dispuso: "A los efectos del artículo anterior —que nominaba lo bienes
privativos— se consideraran aportados al matrimonio o adquiridos como sitios, salvo
Carmen Bayod
1
Homenaje Puig Ferriol
Como señala el Preámbulo de la Ley vigente, en 1967 "La Compilación no dio el paso
—que acababa de acometer el Derecho francés, muy cercano en esto al histórico aragonés—
de suprimir la regla que hacía comunes a los bienes muebles, pues cabía temer que reducida
la comunidad básicamente a las ganancias, se encontrara fuera de Aragón motivo para
considerar el régimen aragonés como una variante de escasa importancia respecto del de
gananciales del Código, con peligro de supresión de las normas aragonesa". Se siguió un
camino indirecto apoyado en la fórmula de los "muebles por sitios" recogida en el art. 39,
ahora derogado, con lo que se conseguía que todos los bienes muebles de importancia no se
hicieran comunes.
Asumida por la Comunidad Autónoma aragonesa la competencia exclusiva en materia
de Derecho civil, es claro que el designio del Derecho aragonés está en manos de los
aragoneses y ahora sí, y sin rodeos, puede el legislador aragonés de forma directa excluir del
ingreso en el consorcio de los bienes muebles sin que, por ello, "las consecuencias sean muy
distintas de las que la Compilación previó con su rodeo" (Preámbulo, punto V in fine).
De cualquier manera, la ley no supone una ruptura con el pasado, al contrario, y como
es sustancial al Derecho aragonés, la mayor parte de las normas compiladas, basadas en la
experiencia histórica de los siglos, quedan incorporadas a la presente Ley, que proporciona a
la misma un marco general que sirve de contexto sistemático y hace más fácil su
interpretación, teniendo en cuenta en esta nueva regulación, las enseñanzas de los jueces en la
aplicación del Derecho, la experiencia de los profesionales del Derecho y las sugerencias de
la doctrina especializada. (Preámbulo, I in fine).
§ 2. En la regulación del consorcio conyugal aragonés, y en lo que hace al activo,
destacan los siguientes principios y reglas:
1. La libertad de pacto. A. Este principio, tradicional en Aragón, ya inspiró la
regulación del consorcio conyugal en la Compilación aragonesa2, y lo sigue haciendo en la
nueva ley todavía con más tenacidad.
Con carácter general el art. 3 dispone: "Los cónyuges pueden regular sus relaciones
familiares en capitulaciones matrimoniales, tanto antes como después de contraer
matrimonio, así como celebrar entre sí todo tipo de contratos, sin más límites que los del
principio standum est chartae". Por su parte, el art. 11 (al igual que su predecesor, el art. 23
Comp.) afirma con carácter general que “1. El régimen económico del matrimonio se
ordenará por las capitulaciones que otorguen los cónyuges".
pacto en contrario: 1º. Las explotaciones agrícolas, ganaderas, mercantiles e industriales
con cuantos elementos estén afectos a unas y otras.— 2º. Los vehículos y máquinas cuya
titularidad debe constar en documentación intervenida por oficina pública.— 3º. Los valores
mobiliarios, las participaciones en sociedad y cuentas de asociación, los capitales
colocados en negocios y los créditos consignados en documento público.— 4º. Los derechos
de propiedad intelectual e industrial.- 5º. Los archivos de familia, así como las alhajas,
obras artísticas y demás objetos preciosos.— 6º. El dinero aportado o adquirido cuya
existencia conste por documento público, bancario o de institución de crédito o ahorro".
2
. En relación con esta materia y los principios que informaban el régimen legal aragonés vid
mis trabajos, La aplicación supletoria del Código civil al régimen económico matrimonial
aragonés, en “Octavos encuentros de Foro de Derecho aragonés”, El Justicia de Aragón,
Zaragoza, 1999 y “Bienes privativos y comunes en el régimen económico matrimonial
aragonés. La aplicación supletoria del Código civil”, RDCA, 2000, núm. 2.
Carmen Bayod
2
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Ciertamente el pacto es el primer elemento para determinar el régimen económico
matrimonial, pero en la nueva ley, la voluntad de los cónyuges no se ciñe a establecer el
régimen económico matrimonial o elegir la ley por la que se rijan los efectos del matrimonio;
sino que, resultando aplicable el régimen consorcial aragonés, todavía los esposos o cónyuges
gozan de plena libertad para configurar el activo del mismo.
En efecto, los arts. 28 y 29 de la ley nominan los bienes comunes y privativos llamados
a componer el activo del consorcio conyugal y en cada uno de ellos se apela a la voluntad de
los particulares para que expresen el carácter de dichos bienes.
El art. 28, en relación a los bienes comunes, dispone: "1. Al iniciarse el régimen,
constituyen el patrimonio común los bienes aportados por los cónyuges para que ingresen en
él y los que son donados por razón de matrimonio con carácter consorcial. 2. Durante el
consorcio, ingresan en el patrimonio común los bienes enumerados en los apartados
siguientes: b) los que los cónyuges acuerden que tengan carácter consorcial".
En el mismo sentido, y en relación con los bienes privativos, el art. 29 dispone: "Son
bienes privativos de cada cónyuge los que le pertenecieren al iniciarse el consorcio y los
enumerados en los apartados siguientes: a) Los que, durante el consorcio, ambos cónyuges
acuerden atribuirles carácter privativo".
En consecuencia, una vez determinado el régimen económico matrimonial, todavía los
particulares en base al principio de libertad civil pueden configurar la composición del activo
del consorcio, pues éste se rige en primer lugar, por su voluntad de los cónyuges, sólo en
defecto de ella, rigen las disposiciones de los arts. 28, 29 y 30 de la misma3.
B. Todavía, y con rememoración del ya derogado art. 29, la ley aragonesa establece la
posibilidad de ampliar o restringir la comunidad en el art. 33 Lrem.
En efecto, como ya he advertido, una de las novedades más destacables que presenta el
régimen económico matrimonial legal aragonés es el tratamiento que ahora reciben los bienes
muebles: estos, por el hecho de serlo, no se hacen necesariamente comunes. Tanto si aportan
al matrimonio como si se adquieren constante el mismo por cualquier título serán privativos
salvo que otra cosa decidan los esposos o cónyuges.
Este nuevo tratamiento de los bienes muebles ha propiciado que ya no tenga el mismo
sentido el pacto de muebles por sitios o viceversa que en Aragón se remonta a la Observancia
43 De iure dotium. A través de este pacto se conseguía ampliar o restringir la comunidad
modificando la composición del activo del consorcio conyugal y sin que dicho pacto
supusiera una modificación del régimen económico matrimonial.
Tan secular idea no ha sido abandona por el legislador actual, y el art. 33 vigente recoge
los pactos en orden a ampliar o restringir la comunidad conyugal: "1. A los efectos de
extender o restringir la comunidad, ambos cónyuges podrán mediante pacto en escritura
pública, atribuir a los bienes privativos el carácter de comunes o, a éstos, la condición de
privativos, así como asignar en el momento de su adquisición, carácter privativo o común a
lo adquirido”.
3
El Preámbulo de la ley destaca como el legislador aragonés subraya la libertad de los
cónyuges "al atribuir en todo momento carácter consorcial o privativo a los bienes que
deseen"(Cfr. punto VI)
Carmen Bayod
3
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Este pacto de ampliación o restricción de la comunidad presenta los siguientes
caracteres similares a los que se predicaban del "pacto de muebles por sitios" del derogado
art. 29 Comp.: i) es un pacto matrimonial que exige siempre el otorgamiento de escritura
pública, aunque no sea de capítulos, si se efectúa constante matrimonio, porque estipulado por
los esposos, requerirá escritura capitular (LACRUZ ); ii) su finalidad es ampliar o restringir la
comunidad, de manera que para su efectividad es necesario un régimen económico de
comunidad (v.g. la legal aragonesa, gananciales, etc.); iii) con este pacto no se modifica el
régimen económico del matrimonio, si no tan solo la composición del activo; iv) por ello, si el
pacto supusiera un cambio de régimen (v.g. que todos los bienes aportados y ganados
contante matrimonio tengan la consideración de privativos) se requiere que se otorguen, tanto
antes como después del matrimonio, en escritura capitular, y v) son una manifestación del
principio general libertad de regulación: art. 3 Lrem.
El párrafo 2 del art. 33 añade: "Salvo pacto en contrario, los pactos regulados en este
precepto darán lugar al correspondiente derecho de reembolso entre los bienes privativos y
el común". Con esta formula, y a lo que creo, se quiere salir al paso de la actuación que, desde
1989, venía efectuando la Hacienda Autonómica aragonesa que comenzó a liquidar las
escrituras de ampliación o restricción de la comunidad a través del impuesto de Sucesiones y
Donaciones, dejando de aplicar a las mismas la exención fiscal prevista en el impuesto de
Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados. Si ahora, salvo disposición en
contrario, estos pactos dan derecho al correspondiente reembolso, es evidente que se debe
aplicar la exención prevista en el Impuesto de Transmisiones ya referido ya que no se produce
en ninguno de los patrimonios un incremento patrimonial sin la correspectiva disminución
patrimonial de los otros.
Los pactos de ampliación o restricción de la comunidad son inscribibles en el Registro
de la Propiedad, sin que resulte aplicable en Aragón la doctrina de la DGRN que desde las
resoluciones de 10 de marzo y 14 de abril de 1989, exigen para efectuar la inscripción de una
causa, no siendo suficiente la previsión del art. 1.355 CC. (en contra recientemente la R.
DGRN de 8 de abril de 2000).
En Aragón, la causa de la atribución, en todo caso, se encuentra la regulación específica
de este pacto: antes en el art. 29 y ahora en el art. 33.
2. Presunción de comunidad. Como escribiera LACRUZ en los regímenes de
comunidad, y para los casos en los que no pueda establecerse la pertenencia de un objeto a
Carmen Bayod
4
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una de las masas patrimoniales, hay una regla general aceptada universalmente de presunción
de comunidad de los bienes4.
En la ley aragonesa (al igual que antes en la Compilación ex art. 41) la regla se
desdobla, por un lado, en una presunción de comunidad de los bienes y, por otro, en la
presunción de aplicación del caudal común al pago de los bienes adquiridos por título
oneroso. La segunda sustituye, para los bienes consorciales, a la regla de la subrogación real.
Pero, además, lo que hace la segunda presunción es insistir en la necesidad de demostrar
cumplidamente el carácter extraconsorcial de los bienes aplicados a cualquier adquisición
onerosa constante matrimonio, o a la donación de ellos al esposo adquirente: faltando esa
demostración, si el bien es privativo por voluntad de ambos cónyuges, lo será a cargo de
reembolsar el importe al consorcio; y si el bien se ha adquirido por uno de los cónyuges a su
nombre, será común, aunque el consorcio, a su vez, fuera deudor de ese cónyuge, el cual sólo
tendrá derecho al reintegro de su crédito [Cf. ahora en art. 33.2 en relación con el art. 29.d)
Lrem.]
En consecuencia, los bienes adquiridos a título oneroso constante matrimonio en
Aragón se presumen comunes (son comunes), salvo que esa adquisición esté incluida en los
supuestos de los arts. 29 y 30 o los cónyuges le hayan atribuido de forma paccionada otra
condición u operen, en su caso, las presunciones de privaticidad.
3. La subrogación real. La subrogación real es un mecanismo principalmente aplicable
a la composición de los patrimonios privativos de cada uno de los cónyuges. A ella hace
especial referencia diversos apartados del art. 29 (vigente la compilación la regla se recogía en
el art. 38 en los apartados 4º y 5º ).
4. Presunción y reconocimiento de privaticidad. La ley aragonesa de régimen
económico matrimonial y viudedad contiene dos importante novedades en orden a establecer
las reglas que gobiernan el activo del consorcio conyugal.
Vigente la Compilación sólo existía la regla ya explicada de presunción de comunidad
(art. 41 Comp.) y el principio de subrogación real, ahora, y junto a ellas, se incluyen sendos
preceptos que mitigan, a lo que creo, la regla de presunción de comunidad, que queda
relegada a un último lugar: los bienes sólo serán comunes si no puede justificarse por ningún
medio el carácter privativo de los mismos o del dinero empleado en su adquisición.
En efecto, el art. 31 Lrem, y bajo la rúbrica "presunción de privaticidad" establece: "1.
Adquirido bajo fe notarial dinero privativo, se presume que es privativo el bien que se
adquiera por cantidad igual o inferior en escritura pública autorizada por el mismo notario o
su sucesor, siempre que el adquirente declare en dicha escritura que el precio se paga con
aquél dinero y no haya pasado el plazo de dos años entre ambas escrituras.- 2. La presunción
admite en juicio prueba en contrario".
El precepto regula un supuesto de subrogación: lo adquirido con dinero privativo debe
ser privativo. Ahora bien, la fungibilidad del dinero contribuye a que sea difícil su eficacia. A
4
.- LACRUZ , "Comentario al art. 40 Compilación" en Comentarios a la Compilación del
Derecho civil de Aragón, T. II, dirigidos por J.L: LACRUZ BERDEJO † y J. DELGADO
ECHEVERRÍA , ed. DGA, Zaragoza, 1993, p. 86 y ss.)
Carmen Bayod
5
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través de esta presunción iuris tamtum, la ley aragonesa pretende facilitar la aplicación del
efecto subrogatorio cuando el objeto de la subrogación sea un bien mueble ultra fungible: el
dinero.
El art. 32, por su parte, regula el llamado "reconocimiento de privaticidad", a cuyo
efecto dispone: "1. Se considerará privativo un bien determinado cuando la atribución por un
cónyuge de tal carácter al dinero o contraprestación con que lo adquiera sea confirmada por
declaración o confesión del otro, que habrá de constar en documento público si ha de
acceder al Registro de la Propiedad.- 2. La titularidad y libre disposición del bien así
adquirido, aún fallecido el otro cónyuge, no puede quedar afectada o limitada sino por el
ejercicio de las acciones que puedan corresponder a los acreedores y legitimarios en defensa
de su derecho".
Como puede observarse no estamos ante un pacto por el que ambos cónyuges acuerdan
que determinados bienes que serían privativos sean comunes [arts. 33 y 29. a) Lrem], sino
ante dos manifestaciones de voluntad independientes pero concurrentes. La previsión del art.
32 es similar a lo dispuesto en el art. 1.324 CC, con la diferencia de que el precepto aragonés
no opera sólo entre cónyuges, sino que es también oponible a terceros, y por ello no resulta
aplicable en Aragón la limitación prevista en el art. 95.4 RH al haber una norma autóctona
que establece otro contenido (art. 96 RH).
5. Reintegros y reembolsos. Aun cuando se encuentre fuera de la regulación del activo,
no hemos de olvidar el art. 44 Lrem. (relaciones entre patrimonios) que dará buena luz sobre
múltiples problemas de calificación ante los que puede encontrarse el aplicador del Derecho.
Sobre todo, porque estos problemas se plantean por regla general, no constante
matrimonio, sino en un momento posterior: en la liquidación del régimen legal, momento en
el que, como escribiera LACRUZ se ha de reconstruir una historia del matrimonio no escrita.
La relación entre patrimonios se basa en un principio general que prohibe el
enriquecimiento de cada uno los patrimonios a costa de los otros, de manera que todas las
masas patrimoniales deben “cuadrar” como si nos encontráramos ante un balance comercial.
Si con fondos comunes se adquiere un bien que, por voluntad de ambos cónyuges, será
privativo de uno de ellos, nacerá un crédito a favor del consorcio conyugal por el valor de
dicho préstamo consorcial. Ello es lo que previene el 44 Lrem (antes el art. 47 Comp.) al
disponer que: "1. Los patrimonios de los cónyuges y el común deben reintegrarse entre sí
aquellos valores que cada uno hubiere lucrado sin causa a costa de los otros. 2. En
particular, los patrimonios privativos tienen derecho al reintegro del importe actualizado: a)
De los bienes privativos confundidos en la masa consorcial o empleados en la adquisición de
bienes comunes. b) De los bienes privativos empleados en el pago de deudas que fueran
cargo de la comunidad. 3. En particular, el consorcio tiene derecho a ser reembolsado del
importe actualizado: a) De los bienes comunes empleados en la adquisición de bienes
privativos. b) De los bienes comunes empleados en el pago de deudas que fueran de cargo de
los patrimonios privativos. 4. Los patrimonios privativos deben indemnizar al común en el
importe actualizado de los daños y perjuicios que el marido o la mujer le hayan causado por
acción dolosa o gravemente negligente. 5. El pago de las obligaciones existentes entre el
Carmen Bayod
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patrimonio consorcial y los privativos, aunque válido en cualquier momento por acuerdo
entre los cónyuges, sólo puede exigirse antes de la liquidación de la comunidad cuando así se
hubiera pactado o medie justa causa. Es siempre justa causa la disposición de capital común
en beneficio propio".
§3. Régimen transitorio. La ley 12/2003 entró en vigor el 23 de marzo de 2003,
festividad de San Jorge, patrón de Aragón. Pues bien, se trata de determinar cómo afecta esta
norma a los matrimonios contraídos con anterioridad a su entrada en vigor.
A la anterior pregunta responde la DT Primera, al disponer que "Las normas de esta ley
serán aplicables de inmediato, cualquiera que fuera la fecha de celebración del a
matrimonio…, con las excepciones señaladas en las disposiciones siguientes".
Las excepciones a las que se refiere el legislador aragonés y con relación al activo, se
encuentran en la DT segunda al disponer que “Los hechos, actos o negocios relativos al (…)
adquisición de bienes, contracción de obligaciones, (…) disposición de bienes (…) sólo se
regirán por esta ley cuando tengan lugar o hayan sido realizados con posterioridad a su
entrada en vigor”.
En consecuencia, para los matrimonios celebrados antes del 23 de abril de 2003, el
activo se gobernará por las reglas de la Compilación (vgr. los bienes muebles que aportaran
cada uno de los esposos al matrimonio serán comunes salvo pacto o que fueran muebles del
art. 39 Comp.); si bien, a partir de la entrada en vigor de la ley, será ésta la que resulte
aplicable y califique como privativo o común el bien en cuestión (vgr. la indemnización
concedida a uno de los cónyuge por despido o cese de la actividad profesional, percibida a
partir del 23 abril de 2003 será bien común, aun cuando el matrimonio se hubiera celebrado
antes. Obsérvese que algún sector de la doctrina, el TS y diversas SS de AP aragonesas,
calificaron, vigente la Compilación, la indemnización por cese en la actividad profesional de
privativa)5.
II. Bienes Comunes y privativos en el consorcio conyugal aragonés.
§4. La ley aragonesa regula el activo del consorcio conyugal en el capítulo primero del
Título IV y dedica al desarrollo del mismo los arts. 28 a 35.
La regulación que realiza el legislador aragonés del activo es similar a la que ya se hacía
en la Compilación, si bien aclara expresamente determinadas dudas que en estos últimos
decenios se habían venido formulado en la práctica forense aragonesa.
Ello propicia que la vigente ley aragonesa sea más ejemplificativa puesto que de forma
expresa enumera supuestos que antes tan sólo estaban implícitos en la Compilación (vgr.
Adquisición de bienes a plazos, donación a ambos esposos constante matrimonio, adquisición
de un bien por usucapión comenzada antes de la celebración del matrimonio, etc.).
§ 5. Bienes comunes en el consorcio conyugal aragonés6.
5
Vid. BAYOD LÓPEZ , C: “Bienes privativos y comunes en el régimen económico
matrimonial aragonés …, RDCA, VI, 2000, núm. 2, pp. 46 a 53.
6
El derogado art. 37 Comp. aragonesa establecía que: "Constituyen el patrimonio común: 1º.
Los bienes inmuebles o sitios adquiridos a título oneroso constante matrimonio, por
cualquiera de los cónyuges a costa del caudal común. 2º. Los bienes que los cónyuges
obtienen de su trabajo o actividad. 3º Los frutos, desde que aparecen o se devengan, de los
bienes tanto comunes como privativos. 4º. En general, los bienes muebles, salvo lo previsto
en los artículos siguientes".
Carmen Bayod
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El art.28 de la ley nomina los bienes comunes cuando el régimen económico
matrimonial de los cónyuges sea el consorcio conyugal.
El precepto se divide en dos párrafos, el primero regula la calificación de los bienes “al
iniciarse el consorcio”, y el segundo la que deban tener “Durante el consorcio”. En ambos
casos, los bienes tendrán, en primer lugar, la calificación que de forma paccionada les asignen
los cónyuges.
1. Bienes comunes anteriores al matrimonio: “Al iniciarse el consorcio, constituyen
el patrimonio común los bienes aportados por los cónyuges para que ingresen en él y los que
les son donados por razón del matrimonio con carácter consorcial”. (arts. 28.1. Lrem).
El alcance de este precepto se obtiene al relacionarlo con el art. 29, cuyo objeto es
indicar qué bienes son privativos: “Son bienes privativos de cada cónyuge los que le
pertenecieren al iniciarse el consorcio …”.
Los bienes que pertenezcan a cada cónyuge antes de iniciarse el consorcio son
privativos; no obstante, en aplicación del art. 28.1, serán comunes sí así lo pactan los
cónyuges o el donante les atribuye dicha condición.
La atribución de consorcialidad que efectúen los cónyuges respecto de determinados
bienes privativos requiere el otorgamiento de escritura pública capitular. En el fondo, nos
encontramos ante un pacto de extensión de la comunidad, a los que alude el art. 33 Lrem.
anterior al matrimonio.
2. Bienes comunes constante matrimonio. El párrafo 2 del art. 28 de la Lrem.
enumera los bienes que son comunes constante matrimonio, e igualmente la voluntad de los
particulares (los cónyuges o los donantes) es elemento determinante para efectuar dicha
calificación.
A) Bienes comunes por voluntad de las partes. “Durante el consorcio, ingresan en el
patrimonio común los bienes enumerados en los apartados siguientes: a) Los adquiridos por
título lucrativo cuando así lo disponga el causante o donante, b) Los que los cónyuges
acuerden que tengan carácter consorcial". [art. 28.2 a), b)].
Es evidente que el precepto permite que determinados bienes que serían privativos
según el art. 29 Lrem. puedan ser comunes por voluntad del transmitente o de los cónyuges.
En efecto, el art. 29 califica de privativos de cada cónyuge a "los adquiridos a título
lucrativo". Ahora bien, el donante o causante, tal y como dispone el art. 28. 2. a), puede
transmitirlos con el carácter de consorciales.
Igualmente, los cónyuges mediante pacto pueden variar la condición de los bienes que
serían privativos según el art 29. Este pacto debe constar en documento público.
C. La Adquisición de bienes constante matrimonio. a) En general. Durante el consorcio
ingresan en el patrimonio común: "Los bienes adquiridos a título oneroso por cualquiera de
los cónyuges a costa del caudal común". (art. 28.2.c).
El legislador aragonés sigue aquí un principio tradicional de los regímenes comunitarios
que directamente se relaciona con la presunción de comunidad del art. 35.2.
En efecto, constante matrimonio todo lo adquirido será común frente a todos, salvo que
ambos cónyuges de común acuerdo o uno de ellos y en su exclusivo beneficio demuestren que
la adquisición de los bienes es privativa: porque le atribuyen tal naturaleza; porque los
adquirieron por título lucrativo, o porque juega la regla de la subrogación real o las
presunciones de privaticidad a favor de alguno (o de ambos) de los patrimonios privativos.
Con la combinación de ambas reglas, (art.28.2.c y 35.2 Lrem.) resulta que lo adquirido
constante matrimonio, aun cuando lo adquiera uno sólo de los cónyuges y para sí, se presume
pagado con fondos comunes y, por lo tanto, se presume común frente a todos y ello, aun
cuando uno solo de los cónyuges tenga su posesión y lo haya inscrito en el Registro.
Carmen Bayod
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Por lo tanto, salvo que demuestre la causa de la privaticidad de su adquisición, el bien
será común.
Esto mismo se afirmaba vigente al art. 37. 1ª Comp., con la única excepción de que el
derogado precepto se refería únicamente a los "inmuebles o sitios" ya que, en general, los
bienes muebles eran comunes.
Por ello, el vigente art. 28.2.c) se refiere a los "bienes" sin distinguir entre inmuebles o
sitios y muebles7.
Esta regla general se especifica en diversas partidas del activo a las que expresamente
hace referencia el legislador aragonés en el art. 28, con la finalidad de despejar dudas que
vigente la Compilación se habían formulado en la práctica. Así, los supuestos de las letras i),
j) y k) no son sino aplicación de esta regla, como en su momento veremos.
b) Las adquisiciones a plazos. El legislador aragonés regula esta materia en los arts. 28
y 29 de la ley, distinguiendo según la adquisición se realice constante matrimonio o antes de
comenzar el consorcio.
Si el bien se adquiere constante matrimonio, el art. 28.2.c) establece que: "Si el precio
ha quedado aplazado en todo o en parte, serán comunes, salvo que la totalidad del precio se
haya satisfecho con dinero privativo".
Si la adquisición es anterior al matrimonio, el art. 29 b) dispone: "Son bienes privativos
de cada cónyuge…: (…) los comprados antes con precio aplazado, salvo que la totalidad del
precio sea satisfecha con fondos comunes".
Con esta regulación se sale al paso de ciertas dudas forenses sobre si en Aragón eran o
no aplicables los arts. 1.356, 1.357 y 1.354 CC.
Vigente la Compilación, no eran aplicables dichos preceptos (la solución entonces la
ofrecían los arts. 37.1 y 38.1 Comp.) como así lo afirmó la doctrina y se falló en diversas
sentencias en los juzgados y Audiencias aragonesas8.
Es evidente que no lo son tampoco ahora, puesto que quedan desplazados de su posible
aplicación supletoria al regular estos supuestos de forma expresa el legislador autonómico9.
D. Los bienes que los cónyuges obtienen de su trabajo o actividad, ingresan en el
patrimonio común, según dispone el art.28.2.d) Lrem., al igual que así se establecía en el art.
37.2º Comp., sin que aquí se aprecie ningún cambio10.
7
En efecto, el art. 37. De la Compilación disponía: "Constituyen el patrimonio común: 1º.
Los bienes inmuebles o sitios adquiridos a título oneroso constante matrimonio, por
cualquiera de los cónyuges a costa del caudal común. (…) 4º. En general, los bienes
muebles, salvo lo previsto en los artículos siguientes".
8
En relación sobre la aplicabilidad o no de los arts. 1.354, 1.356 y 1.357 CC en Aragón vid.
BAYOD LÓPEZ , C.: “Bienes privativos y comunes en el régimen económico matrimonial
aragonés. La aplicación supletoria del Código civil” RDCA,VI, 2000, núm. 2, págs. 29 a 34.
9
En relación con la aplicación supletoria del Código civil en Aragón vid. BAYOD LÓPEZ , C.:
"El art. 149.3 CE: la supletoriedad del Código civil como Derecho estatal respecto de los
Derechos civiles autonómicos. (Especial referencia a Aragón)", RDCA,V, 1999, nº2, pp. 75125 y "La aplicación supletoria del Código civil al régimen económico matrimonial
aragonés", en Actas de los Octavos encuentros de Foro de Derecho aragonés, ed. El Justicia
de Aragón, Zaragoza, 1999, págs. 39 a 144
Carmen Bayod
9
Homenaje Puig Ferriol
E. Indemnizaciones por despido y jubilación anticipada. La calificación jurídica que,
desde el punto de vista de los regímenes comunitarios, deban tener esta partidas en el activo
ha sido uno de los problemas recientes a los que se ha tenido que enfrentar la jurisprudencia
en los últimos tiempos, sin que se llegue a ofrecer una solución unánime.
El problema radica en considerar si este tipo de prestaciones han de considerarse como
rendimientos del trabajo y, por lo tanto, ser bienes comunes o, por el contrario, tener la
calificación de bienes de carácter personal y, por consiguiente, ser privativos del cónyuge que
los perciba.
El legislador aragonés, separándose en este punto de las consideraciones que hacía la
doctrina al respecto vigente la Compilación11, ha optado, como afirma en el Preámbulo, por
considerarlas bienes comunes "en atención a la caracterización comunitaria que tiene el
consorcio aragonés. (La seguridad que proporciona el pronunciamiento directo por parte del
legislador parece ventajosa, incluso en algún supuesto en que la opinión doctrinal contraria
sería también defendible en ausencia de ley)".
En efecto, ingresan en el patrimonio común: "e) Las indemnizaciones concedidas a uno
de los cónyuges por despido o cese de la actividad profesional".
F. Los frutos, los rendimientos y los beneficios. Durante el consorcio también ingresan
en el patrimonio común: "f) Los frutos y rendimientos de los bienes comunes o privativos así
como el beneficio obtenido de las empresas y explotaciones económicas". Este precepto
presenta un supuesto de hecho más extenso que el ya derogado art. 37.3º, puesto que éste sólo
hacía referencia a los frutos.
No obstante, cabe afirmar que ya entonces podían incluirse en el término frutos los
rendimientos e incluso los beneficios de las empresas y de las explotaciones económicas, tal y
como ahora de forma expresa incluye la ley.
G. La letra g) del art. 28 considera bienes comunes, a "Las cantidades devengadas por
pensiones cuya titularidad corresponda a cualquiera de los cónyuges, salvo lo dispuesto en el
art. 30". Por su parte el art. 30 afirma que "1. Son también privativos: c) Las titularidades de
las pensiones de cualquier clase… “.
10
Lo previsto en el art. 37 Comp. y ahora en el art. 28 Lrem. equivale a lo dispuesto por el
art. 1.347-1 Cc., pero obsérvese que en Aragón, la regla es mucho más amplía y hace que
ingresen en el consorcio bienes que no ingresarían en la sociedad de gananciales.
En efecto, el punto 1º del art. 1.347 señala que “Son bienes gananciales: Los obtenidos por
el trabajo o la industria de cualquiera de los cónyuges”, en Aragón no se habla de
industria, sino de actividad, concepto mucho más amplio, que permite incluir muchas más
partidas: por ejemplo, las ganancias del juego, que a lo mejor en el Código civil no sería tan
fácil considerarlas gananciales si no fuera por el art. 1.351 del mismo. Mientras no haya
bibliografía reciente sobre el art. 28 vid. LACRUZ , El art. 37 de la Compilación aragonesa
de Derechos civil, en «Estudios de Derecho privado común y foral», T. III, Familia y otros
temas, ed. Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España. Centro de
Estudios Regístrales y J.M. Bosch, editor, Zaragoza, 1993, pp. 636. así como y trabajos ya
referenciados.
11
Sobre las diversas posiciones doctrinales y jurisprudenciales vid. mi trabajo "Bienes
privativos…", RDCA, VI, 2000, núm. 1, pág. 46-53.
Carmen Bayod
10
Homenaje Puig Ferriol
Se acoge en estos preceptos el planteamiento que hiciera el profesor Lacruz12, siguiendo
con ello a la doctrina francesa más tradicional13, que diferencia entre titularidad y
emolumento.
En efecto, hay bienes cuya titularidad tiene carácter personal o intransmisible entre
vivos (los denominados de bienes patrimoniales de carácter personal), de manera que la
misma no puede transmitirse al consorcio; ahora bien, los beneficios (el emolumento)
obtenido por las misma debe ser común, salvo lo que luego se dirá.
La bondad de la diferencia entre titularidad y emolumento se encuentra en que siendo
aquella privativa, disuelto el matrimonio, dejará de hacerse común el beneficio, esto es, el
emolumento o pensión.
El que las pensiones se califiquen como bienes comunes, aún cuando la titularidad de
las mismas sea privativa (vgr. pensión por jubilación o por una condecoración) presenta una
excepción: "salvo lo dispuesto en el art. 30", reza el final de la letra g del art. 28.2 Lrem.
En efecto, el art. 30 dispone que "1. Son también privativos: b) El resarcimiento de
daños y la indemnización de perjuicios causados a la persona de cualquiera de los cónyuges,
tanto si se cobra en forma de capital o de pensión; d) Las cantidades percibidas como capital
o como pensión por uno de los cónyuges en concepto de beneficiario de seguros de vida."
En estos casos, no sólo la titularidad sino también el emolumento serán privativos
puesto que vienen a reemplazar la pérdida de un bien de carácter personal de uno de los
cónyuges, aún cuando la atribución tenga carácter patrimonial.
H. Ingresan también en el patrimonio común, "La diferencia positiva entre el importe
actualizado del valor a ingresar en el patrimonio privativo y el que tenga al producirse el
reembolso o disolverse el consorcio conyugal de los productos financieros cuya rentabilidad
consiste en la plusvalía obtenida al tiempo de su reembolso, como los fondos de inversión
acumulativos". (art. 28.2.h).
El legislador aragonés tiene en cuenta los nuevos productos financieros que igualmente
dan lugar a diversos problemas cotidianos. Siguiendo el principio que inspira a este precepto,
el rendimiento positivo del fondo de inversión debe ser considerado común, ya que responde
a la idea de fruto.
J. "Los derechos del arrendatario por contratos celebrados durante el consorcio",
ingresaran en el patrimonio común, tal y como dispone el art. 28.2.i) Lrem.
Esta previsión del legislador aragonés puede tener importantes efectos prácticos en
atención a la legislación arrendaticia en aquellos supuestos en los que el contrato lo hubiera
celebrado uno solo de los cónyuges.
En efecto, si tenemos en cuenta la legislación de arrendamientos urbanos, el art. 12.3,
por ejemplo, prevé la posibilidad de que continúe en arrendamiento el cónyuge (o pareja de
hecho) del arrendatario, si éste abandona la vivienda sin manifestación de desistimiento,
siempre y cuando el cónyuge del arrendatario notifique al arrendador, en el plazo de un mes,
su voluntad de ser él el nuevo arrendatario. El contrato se extingue por falta de notificación en
el plazo fijado por la ley.
12
. LACRUZ BERDEJO , "Bienes comunes y privativos en el régimen matrimonial aragonés",
Estudios de Derecho Privado común y foral, T. III, Familia y otros temas, ed. Colegio de
Registradores de la Propiedad y mercantiles de España, Centros de Estudios Registrales y
J.M. Bosch editor, Zaragoza, 1993, pp. 501 y ss.
13
COLOMER , André, Droit civil. Régimen matrimoniaux, 10e, Litec, París, pp. 316 y ss.;
CHAMPION , Régimen matrimoniaux et contrats de mariage, 9e, Delmas, París, 1998, pp. 99 y
ss.
Carmen Bayod
11
Homenaje Puig Ferriol
Pues bien, si el contrato se celebró constante matrimonio, aun cuando fuera otorgado
por uno sólo de los cónyuges, los derechos que el mismo otorga serán comunes, por lo tanto,
el cónyuge no contratante será ya, a lo que creo, considerado como arrendatario y, por lo
tanto, aun cuando no notifique en el plazo de un mes su voluntad de ser arrendatario, no
procederá la extinción del derecho de arrendamiento.
Probablemente esta solución pudiera defenderse vigente la Compilación, pero es un
acierto que de forma expresa lo recoja el legislador.
J. También ingresan en el patrimonio común: "j) Las empresas y explotaciones
económicas fundadas por uno cualquiera de los cónyuges durante el consorcio, salvo que sea
totalmente a expensas del patrimonio privativo de uno solo de ellos".
Este precepto no es más que una aplicación de los previsto en la regla c) del art. 28 en
relación con la presunción consorcialidad del art. 35: creadas la empresa o la explotación
económica constante matrimonio serán comunes salvo que juegue el principio de subrogación
real: que se haya hecho totalmente a expensa del patrimonio privativo.
Ello viene a significar que si se han empleado fondos en parte comunes y en parte
privativos, la empresa o explotación económica será común, sin perjuicio del derecho a
reembolso (art. 44 Lrem.) que tenga el cónyuge que aportó bienes privativos en su creación.
No juega en Aragón el art. 1.354 Cc.
K. Ingresan en el patrimonio común: "Las acciones o participaciones en sociedades de
cualquier clase adquiridas a costa del patrimonio común, aunque sea a nombre de uno sólo
de los cónyuges; pero en este caso, en las relaciones con el ente social, se estará a lo
dispuesto en las normas por que se rija". (art. 28.2.k Lrem.).
Con esta previsión (y lo dispuesto en el art. 29. F Lrem), el legislador aragonés sale al
paso de un problema que se venía planteado en la práctica: la aplicación o no en Aragón del
art. 1.352 Cc14.
Es evidente que ahora, y también como aplicación de lo dispuesto en la letra c) del art.
28 en relación con el art. 35 Lrem. las acciones adquiridas serán comunes, sin perjuicio del
ejercicio de los derechos sociales inherentes a ellas que pertenecerán al cónyuge titular.
§ 6. Bienes privativos en el consorcio conyugal aragonés15. Los arts. 29 y 30 de la ley
establecen, salvo pacto en contrario, qué bienes tienen la condición de privativos en el
consorcio conyugal aragonés.
Al igual que decíamos respecto de los bienes comunes, el legislador aragonés toma
como punto de partida la regulación que hiciera la Compilación explicando aquellos
14
. En relación a esta materia vid. mi trabajo "La aplicación supletoria del Código civil al
régimen económico matrimonial aragonés", en Actas de los Octavos encuentros de Foro de
Derecho aragonés, ed. El Justicia de Aragón, Zaragoza, 1999, págs. 98 y ss.
15
. Los bienes privativos se regularon en la Compilación en el art 38, que se complementaba
con las previsiones del art. 39. El 38 dispuso: "Son bienes privativos de cada cónyuge: 1º
Los inmuebles o sitios aportados al matrimonio, así como los adquiridos durante él a título
lucrativo. 2º Los bienes y derechos patrimoniales inherentes a la persona y los
intransmisibles inter vivos, mientras conserven estos caracteres. 3º. Los bienes excluidos de
la comunidad por el donante o causante. 4º. Los bienes que vienen a reemplazar a otros
propios, o por los daños inferidos a los mismos o a la persona d un cónyuge. 6º Los
recobrados en virtud de carta de gracia, así como los adquiridos por ejercicio del derecho
de retracto, excepto el arrendaticio de viviendas, 7º Las accesiones o incrementos de los
bienes propios".
Carmen Bayod
12
Homenaje Puig Ferriol
supuestos implícitos en la misma y resolviendo expresamente diversas dudas que se venían
produciendo en la práctica.
Distingue la ley entre bienes privativos en general (art. 29) que, a su vez, podemos
agrupar: a) los adquiridos antes de comenzar el consorcio; b) bienes privativos por pacto; c)
bienes privativos por subrogación; d) bienes privativos por derecho de preempción y e) bienes
privativos por accesión.
El art. 30 enumera, bajo una sola rúbrica, los que el legislador ha venido en llamar
bienes patrimoniales de carácter personal.
1. Los bienes y derechos anteriores al matrimonio. El art. 29 Lrem. comienza por
afirmar que "Son bienes privativos de cada cónyuge los que le pertenecieran al iniciarse el
consorcio y los enumerados en los apartados siguientes". Como ya hemos advertido en más
de una ocasión en el consorcio conyugal aragonés no sólo son privativos los inmuebles o
sitios aportados la matrimonio (según rezaba el art. 38.1 Comp.) sino también los bienes
muebles que pertenecieran a cada uno de los cónyuges con anterioridad al inicio del
consorcio.
Esta regla general, se complementa con lo previsto en las letras b) y g) del art. 29 que
califica también de bienes privativos: "b) Los adquiridos por usucapión comenzada antes de
iniciarse el consorcio, así como los adquiridos en virtud de títulos anteriores cuando la
adquisición se consolide durante la vigencia de la ley y los comprados antes con precio
aplazado salvo que la totalidad del precio se satisfaga con bienes comunes" (…) g) Los
adjudicados a un cónyuge en la partición o división de cualquier comunidad cuando la cuota
que le correspondía fuera privativa, y ello aunque reciba un exceso de adjudicación que se
abone con cargo al caudal común".
Todos estos supuestos se incluían, como ya señalara LACRUZ 16, en el derogado art. 38.1
Comp., que ahora de forma cuidadosa ejemplifica el legislador.
De los bienes privativos enumerados en las letras b) y g) creo que conviene destacar la
referencia a los bienes comprados a plazos.
Una vez más el legislador niega la aplicación supletoria del Código civil en esta materia
y destaca que si un bien se adquiere antes de iniciarse el consorcio, y el primer desembolso es
privativo, el bien será privativo en su totalidad; sin perjuicio del derecho al reembolso a favor
del consorcio (art. 44 Lrem).
Esta regla se aplica a todos los bienes, sean estos muebles o inmuebles, incluida, desde
luego, la vivienda familiar, como así afirmó la doctrina aragonesa vigente la Compilación17.
Sólo si el bien se satisface enteramente con dinero común, el bien será consorcial ex art. 28
2.c).
2. Los bienes adquiridos a título lucrativo. Son bienes privativos de cada cónyuge:
"c) Los adquiridos a título lucrativo. Si hubieran sido adquiridos por ambos cónyuges sin
designación de partes, corresponderán a cada cónyuge por mitad, y no se dará derecho de
acrecer salvo que lo hubiera dispuesto el transmitente o que tratándose d una adquisición por
causa de muerte, procediera según la regla de la sucesión".
Responde el art. 29 c) a la previsión que ya hiciera la Compilación en el art. 38.1,
siguiendo con ello también a la tradición foral aragonesa.
16
Cfr. LACRUZ BERDEJO , J.L.: "Bienes comunes y privativos en el régimen matrimonial
aragonés", Estudios de Derecho Privado común y foral, T. III, Familia y otros temas, ed.
Colegio de Registradores de la Propiedad y mercantiles de España, Centros de Estudios
Regístrales y J.M. Bosch editor, Zaragoza, 1993
17
Vid. BAYOD LÓPEZ , C.: "Bienes privativos…", RDCA, VI, 2000, núm. 1, pág. 29-34 y 36.
Carmen Bayod
13
Homenaje Puig Ferriol
3. Bienes privativos por voluntad de los cónyuges. En sede de bienes privativos, y en
dos ocasiones, el legislador aragonés recurre a la voluntad de los cónyuges para que
determinen la privaticidad de ciertos bienes que, de no ser por dicha manifestación de
voluntad, serían comunes ex art. 28 Lrem.
En efecto, el art. 29 a) y d) establecen respectivamente, que son bienes privativos: "a)
Los que, durante el consorcio, ambos cónyuges acuerden atribuirles carácter privativo. (…).
d) Los adquiridos en escritura pública a costa del patrimonio común si en el título de
adquisición ambos cónyuges establecen la atribución privativa a uno de ellos".
Lo dispuesto en el art. 29. d) deja inoperante a la regla del art. 28.c) y a la previsión del
art. 35 Lrem.
Evidentemente, en ambos casos será de aplicación el derecho al reintegro del
patrimonio consorcial que, por lo demás, se presume (art. 33.2 en relación con el art. 44
Lrem).
4. Bienes privativos por subrogación. El principio subrogatorio es tradicional en la
formación de los patrimonios privativos en los regímenes comunitarios. A él hace referencia
la letra e) del art. 29: Son también bienes privativos: "Los que vienen a reemplazar a otros
propios, y ello aunque se adquieran con fondos comunes, así como el dinero obtenido por la
enajenación privación de bienes propios y el resarcimiento de los daños inferidos a los
mismos".
La Compilación reguló estos supuestos en el art. 38.4 y 5.
5. Bienes privativos por derecho de preempción. Al igual que hiciera el art. 38.6º
Comp., la ley vigente, y de forma más ejemplificativa, atribuye la condición de bienes
privativos a "Los recobrados en virtud de carta de gracia, así como los adquiridos por
derecho de retracto, opción, suscripción preferente o cualquier otro de adquisición
preferente o de acceso a la propiedad que pertenezcan con carácter privativo a uno de los
cónyuges". (art. 29 f) Lrem.).
6. Los bienes privativos por accesión. Son bienes privativos: "Las accesiones o
incrementos de los bienes propios". art. 29 h) Lrem. Lo mismo disponía el art. 38 6º Comp.
La Observancia 12 De Iure dotium y la Observancia 10 De secundis nuptiis hacían
referencia a la accesión, si bien concedían al otro consorte una cuarta parte de los edificado o
plantado.
Esta regulación no pasó al Apéndice, y desde él ha sido tradicional en Aragón la
consideración de privativo de todo lo que accede e incrementa un bien privativo. Criterio
contrario al que con anterioridad a 1981 disponía el derogado art. 1.404-2 Cc., que
consideraba ganancial la construcción en solar privativo, y que tal y como declaró el TS, en
sentencia de 7 de febrero de 1945, no se aplicaba en Aragón.
Por supuesto que si la accesión o incrementos de los bienes propios son a costa del
caudal común habrá derecho de reembolso a favor de la comunidad (el importe actualizado,
dice el art. 44 3.a Lrem). Pero no un derecho al aumento del valor de bien tal y como prevén
los arts. 1.359 y 1.360 Cc.
7. Los bienes patrimoniales de carácter personal. La regulación que vigente la
Compilación se incluía en el art. 38, que calificaba de bienes privativos aquellos que eran, aun
teniendo carácter patrimonial, eran "inherentes a la persona o intransmisibles inter vivos,
mientras conserven tal carácter, así como los que vienen a compensar por la privación de
otros propios o por los daños inferidos a los mismos o a la persona de un cónyuge" (art. 38.2
y 5 Comp.), se desarrollan ahora en el largo art. 30.
Dicho precepto dispone: "1. Son también bienes privativos: a) Los bienes y derechos
inherentes a la persona y los intransmisibles inter vivos, mientras conserven estos caracteres.
Carmen Bayod
14
Homenaje Puig Ferriol
Pero serán comunes los rendimientos de bienes de esta clase, como el derecho de autor sobre
la obra propia o e derecho a la propia imagen, devengado durante el consorcio". b) El
resarcimiento de daños y la indemnización de perjuicios causados a la persona de
cualquiera de los cónyuges, tanto si se cobra en forma de capital o pensión. c) Las
titularidades de las pensiones de cualquier clase y las de los contratos de seguros. d) las
cantidades percibidas como capital o pensión por uno de los cónyuges en concepto de
beneficiario de un seguro de vida. Por excepción, en el seguro de supervivencia contratado
durante el consorcio por uno de los cónyuges en su beneficio, serán comunes las cantidades
devengadas antes de la disolución de aquél. En este caso se reintegraran al patrimonio
privativo el valor actualizado de las primas satisfecha a su costa.— 2. En los seguros sobre
la vida contratados por uno sólo de los cónyuges a favor de persona distinta del otro y que no
constituyan acto de previsión acorde a las circunstancias familiares, deberá reembolsarse al
patrimonio común el valor actualizado de las primas que se haya satisfecho a costa de dicho
patrimonio".
A. Bienes y derechos inherentes a la persona y los intransmisibles inter vivos. A ellos se
refiere la letra a del art. 30.1Lerem, como en su momento lo hiciera el art. 38.2 Comp.
Ahora bien, el legislador aragonés establece una especificación, por si alguna duda
hubiera: en todo caso, los rendimientos que produzcan los bienes y derechos inherentes a la
persona serán comunes durante el consorcio, como lo son los rendimientos del trabajo o los
frutos de los bienes privativos.
Estos derechos (el llamado derecho de autor, derechos de artistas, intérpretes y
ejecutantes, el derecho a la propia imagen) son privativos de su titular, de manera que las
decisiones concernientes a los mismos (vgr. si se publica o no la obra intelectual; si se
vuelve a reimprimir; la comercialización o no de una imagen, etc.), sólo corresponden al
cónyuge titular de los mismos y no a la comunidad, aun cuando se haya hecho la obra en
materiales pertenecientes al consorcio —Vg. una escultura sobre mármol consorcial— o a
costa de fondos comunes. En estos últimos supuestos nacerá un derecho de reembolso a
favor del consorcio.
Los beneficios que a través de la explotación de la obra se obtengan serán comunes
[como ahora dispone el art. 30.1.a), pero igual cabría afirmar ex art. 28.2.d) y f)] e incluso
el precio obtenido por la enajenación de los derechos de explotación será consorcial.
En efecto, al igual que señala la doctrina francesa18, se ha de distinguir entre el
monopolio de explotación de la obra, que corresponde únicamente al titular de la propiedad
intelectual, y que le permite ejercitar por sí sólo todos los derechos sobre la misma (vender
sus obras, ceder la explotación, autorizar la reproducción, etc.) y el producto pecuniario
que con la explotación de dicho derecho se obtenga.
Por ello, es también importante distinguir el momento de creación de la obra, o sea,
si esta es o no anterior a la celebración del matrimonio.
Las obras creadas antes del matrimonio son desde luego privativas, y también
tendrían que serlo los beneficios y rentas que ellas produzcan. Ahora bien, debido a la
consideración de frutos de las mismas, dichas rentas o beneficios, contante matrimonio,
ingresarán en el consorcio.
En el supuesto de obras creadas constante matrimonio, hemos de advertir que todos
los productos pecuniarios que se obtengan de las mismas se harán comunes (art. 30.1 a.),
18
Por todos vid. COLOMER , André, Droit civil. Régimen matrimoniaux, 10e, Litec, París,
pp. 316 y ss.; CHAMPION , Régimen matrimoniaux et contrats de mariage, 9e, Delmas, París,
1998, pp. 99 y ss.
Carmen Bayod
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Homenaje Puig Ferriol
por esta misma razón serán comunes también los productos que se obtengan por la cesión
total o parcial del monopolio de explotación.
Ahora bien, a la disolución de la comunidad el autor recupera todos los derechos
sobre el monopolio de explotación que queda privativo, y que alcanza a todas las rentas
que produzcan sus obras, incluidas los beneficios que generen las creadas contante
matrimonio (al igual que sucede con el salario, al que cabe equiparar estos beneficios
intelectuales o artísticos).
Quizás, y para que no haya duda a este respecto, el legislador declara de forma
expresa como comunes los rendimientos que se obtenga por la explotación de estos
derechos, manteniendo, en todo caso, privativa la titularidad de los mismos.
B. Daños en la persona de uno de los cónyuges. El art. 30.1. b) califica de privativo,
como no podía ser de otra manera, la percepción económica que reciba uno de los cónyuges
por los daños sufridos en su persona.
La novedad que presenta el precepto se haya en establecer que el mismo carácter tendrá
la prestación, ya se perciba ésta en forma de capital o pensión.
Con ello, una vez más, la ley aclara las dudas existentes en esta materia, puesto que
algún sector de la doctrina, a mi juicio sin demasiado fundamento, consideraba que si la
prestación se cobraba fraccionada, en forma de pensión, ésta debía ser consorcial.
Ahora no hay duda: en todo caso, la percepción económica que un cónyuge perciba por
daños a su persona será privativa.
C. Percepciones en virtud de seguros de vida. Las prestaciones percibidas en función de
seguros de vida son todo un clásico en la calificación que las mismas deban tener en los
regímenes matrimoniales comunitarios. Sobre esta cuestión discurrió el profesor LACRUZ 19
hace unos cuantos años, y su trabajo, así como el de algunos autores recientes20 se ha tenido
en cuenta por el legislador aragonés.
En prime lugar, la ley aragonesa toma como premisa la diferencia entre titularidad y
emolumento: "1. Son también privativos: c) Las titularidades de las pensiones de cualquier
clase y las de los contratos de seguros" (art. 30 Lrem.)
En base a ello, en la letra d) afirma que "Serán también privativos: las cantidades
percibidas como capital o pensión por uno de los cónyuges en concepto de beneficiario de
seguros de vida" (art. 30 Lrem). La razón no es otra que la consideración de bien patrimonial
de carácter personal que tiene esta percepción económica.
Ahora bien, esta regla presenta una excepción, que impone la misma dinámica del
sistema: "Por excepción, en el seguro de supervivencia contratado durante el consorcio por
uno de los cónyuges en su beneficio serán comunes las cantidades devengadas antes de la
disolución de aquél. En este caso, se reintegrará al patrimonio privativo el valor actualizado
de las primas satisfecha a su costa". (art. 30.1.d) 2º Lrem.)
19
Cfr. LACRUZ , Seguros sobre la vida y la comunidad de gananciales en el nuevo régimen,
en «Estudio de Derecho civil en homenaje al prof. J. Beltrán de Heredia y Castaño»,
Salamanca, 1984, pp. 361 y ss
20
PIQUERA VALS , Juan, Titularidades conflictivas y derechos de seguros, en «Actuación del
abogado de familia en temas patrimoniales de actualidad» ed. Asociación española de
abogados de familia, Dykinson, Madrid, 1998, pp. 255 a 273.
Carmen Bayod
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Homenaje Puig Ferriol
El seguro de supervivencia se puede definir como una modalidad de seguro de vida
por la que el asegurador viene obligado a pagar la indemnización pactada al asegurado, si
este sobrevive al final del plazo previsto en el contrato21.
Generalmente en estos contratos coincide la persona de tomador, asegurado y
beneficiario. En estos seguros prima, además, el componente de inversión sobre el
propiamente preventivo.
Por regla general no hay derecho de rescate (art. 99 LCS) si bien el tomador puede
nombrar, modificar o revocar al beneficiario así como ceder o pignorar la póliza (arts. 84,
87 y 99 LCS).
La Ley aragonesa, considera que estamos ante un acto de previsión familiar, y por
ello, considera comunes las percepciones económicas percibidas en virtud del seguro
constante el consorcio. Junto a ello, se reconoce, además, un derecho de crédito en favor
del patrimonio privativo del titular del seguro de vida, por las primas satisfecha a su costa.
Por último, el art. 30.2 afirma: En los seguros sobre la vida contratados por uno sólo
de los cónyuges a favor de persona distinta del otro y que no constituyan acto de previsión
acorde a las circunstancias familiares, deberá reembolsarse al patrimonio común el valor
actualizado de las primas que se haya satisfecho a costa de dicho patrimonio".
Cuando la contratación de un seguro de vida no es un acto de previsión familiar (el
beneficiario no es el otro cónyuge o, en su caso, uno de los descendientes o de persona que
ambos cónyuges quisieran beneficiar) desde luego, que la percepción económica será para el
beneficiario por la misma (estamos ante un contrato a favor de tercero) pero, las primas
pagadas a costa de la comunidad, no son pasivo de la misma, y por ello expresamente se
reconoce a favor del consorcio un derecho de crédito por las primas pagadas a su costa.
* * *
21
.- Cfr. PIQUERAS VALS Titularidades conflictivas…, «Actuación del abogado de familia en
temas patrimoniales de actualidad», Madrid, 1998, p. 265 y ss.
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