04 soc nac 35 - Estudios Bardina

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Estudios Bardina
04 soc nac 35
20. La Revolución Francesa La SI 20/04/35 p. 8
21. Kant y la Federación Europea La SI 15/06/35 p. 4
Indice de ideas: sobre la Revolución Francesa; su caracterización por los historiadores como movimiento popular
sangriento y como nuevo sistema político; el otro aspecto de la Revolución, menos atendido que los anteriores, no
obstante ser de importancia extraordinaria: el del avance de la política de universalidad hacia una Comunidad de
Naciones, gracias al Imperio Napoleónico, los principios de la Revolución y el Imperio y, los Congresos de todo el período
El período de la Revolución Francesa, que abarca, más o menos, unos treinta años (1788 a 1816) lo han caracterizado
los historiadores bajo el doble aspecto de movimiento popular sangriento y de nuevo sistema político. Evidentemente,
esos aspectos responden a la realidad. La Revolución enterró un régimen y engendró otro. Valiose, para ello, primero de la
sangre, el terror y la guillotina, y después de las leyes, los partidos y los parlamentos. La revuelta sangrienta duró pocos
años, en su doble faz de guillotina (1789-1893) y de dictadura napoleónica. La renovación de sistema político creó un
régimen que ha caracterizado todo el siglo XlX, entendiendo que esa centuria, vivamente considerada, no coincide con
los años centenarios, sino que se desarrolla desde 1788 a 1930, en una serie escalonada de 142 años, que podrían
dividirse en grupos, según la faz de los acontecimientos.
Pero se atiende poco a otro aspecto de la Revolución, que, sin
embargo, tiene una importancia extraordinaria: el del avance de la política de universalidad, nuevo paso dado –y
bien firme- hacia una Comunidad de Naciones.
En primer lugar, el hecho material del Imperio Napoleónico. Incluye a Bélgica, Holanda, Italia, Austria, Francia, España,
parte de Alemania. Aunque diversos reyes-pantallas elevan sus tronos efímeros en cada capital, la realidad verdadera no
es más que el mando único del Emperador, que opera por medio de los reyes de su familia, que distribuye
pasivamente por Europa. Esa unidad de mando, de Imperio, de ejércitos que van y vienen sin reconocer fronteras,
influyó mucho en el conocimiento mutuo entre los pueblos y a precipitar relaciones internacionales.
En segundo lugar, la universalidad de un mismo sistema que el napoleonismo y la Revolución imponen en la Europa
occidental y luego en la oriental y América. El parlamentarismo, el sufragio inorgánico, el Código Civil, la Monarquía
constitucional: todos los países copian a Francia, y todas las Leyes Fundamentales, que deberían ser esencialmente
nacionalistas, pasan a ser una sola. España copia la Constitución francesa del abate Syeyes. América e Italia copian a
España. El resto del mundo va respondiendo poco a poco. Esa comunidad de leyes e instituciones fomenta
maravillosamente el intercambio de ideas, la comunidad internacional.
En tercer lugar, los Congresos posteriores a Napoleón, pero hijos de la Revolución; que intentan destruirla y no hacen
más que arraigarla y reconocerla. La Revolución provoca los Congresos de Viena y de Verona, las reuniones en París, el
intertrato constante de diplomáticos y monarcas. Y esas asambleas de reyes y ministros representan un empuje tan
enorme en el camino de contacto de naciones, que bien pueden considerarse el paso real más efectivo hacia una
inteligencia internacional lograda a base de opiniones y de contacto de voluntades.
He ahí por qué la Revolución Francesa debe considerarse como un antecedente precioso de una Sociedad de Naciones
21. Kant y la Federación Europea
La SI 15/06/35 p. 4
Indice de ideas: sobre el pensamiento de Kant concerniente al tema de la unidad del mundo y la federación de naciones;
los principios(9) de la concepción universalista de Kant; la crítica de JBC a algunos de esos principios
El filósofo de Könisberg, que abarcó tantos temas en su vasta lista de libros notables, tocó también el de la unidad del
mundo y la federación de naciones. El objetivo de ellos era la paz, y entendían realizarla por medio de una estrecha unión
entre los pueblos que podían pelear.
He ahí las bases las cuales Manuel Kant concebía esa Federación de Pueblos para la Paz:
1º La constitución de todos los Estados en forma republicana;
2º La ley de las Naciones basada en un Federación de Estados libres;
3º Ningún tratado de paz sería considerado válido, si ha sido hecho con propósitos secretos de una guerra futura;
4º Ningún Estado con existencia independiente podría ser adquirido por otro Estado por herencia, cambio, compra, ni
cesión;
5º Los ejércitos permanentes deberían ser abolidos enteramente;
6º No se debería contraer ninguna deuda nacional en conexión con los negocios extranjeros del Estado;
7º Ningún Estado debería intervenir violentamente en la constitución ni Gobierno de los otros;
8º Ningún Estado debería permitir hostilidades contra otro; y
9º Los derechos de los hombres como ciudadanos del mundo deberían sólo limitarse por las condiciones de hospitalidad
universal.
Es interesante ver como, si en su esencia comprendía Kant principios ya establecidos por otros, él los ampliaba y
especificaba más concretamente.
Llaman la atención algunas de esas bases.
La primera es demoledora para aquellos tiempos. Supone nada menos que la eliminación de todas las monarquías.
Supone que la república es la forma democrática por excelencia y contrariamente la monarquía, suposición que no era
verdadera en los tiempos de Kant y lo es todavía menos ahora: hay repúblicas extremadamente absolutistas y
monarquías extremadamente liberales.
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Generado: 17 November, 2016, 09:41
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La base cuarta supone la eliminación absoluta de los ejércitos permanentes, suponiendo que, a medida que la civilizació
avanzace, se irían reduciendo las fuerzas armadas. Ha sucedido todo lo contrario.
La base novena tira a la completa eliminación de barreras entre los pueblos, únicamente teniendo en cuenta entre
extranjeros las limitaciones naturales que se tienen entre los nacionales, por razón de deberes o fórmulas administrativas.
Kant escribía, no como estadista, sino como filósofo. De ahí el radicalismo de sus bases, que miran, no a la posibilidad
política, sino al ideal científico. De ahí su carácter de utopía.
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