MODALIDADES DE COBERTURA DE RIESGOS DEL TRABAJO NO TRADICIONALES. Por el Dr. Carlos J. M. Facal1 La LRT brinda al empleador dos opciones: afiliarse a la ART que crea conveniente o, si califica para tal operatoria, el autoseguro. El contrato de afiliación es único, predispuesto y obligatorio para ambas partes2. El empleador que se afilia a una ART no celebra un contrato de seguro mercantil y no traslada ningún riesgo propio a un asegurador. Por ello no se aplican las normas del contrato de seguro previstas en la Ley 17.418, ni siquiera en forma supletoria. Esto último es importante porque, por ejemplo, la instrumentación del contrato de seguros no requiere el doble ejemplar ni la firma del Asegurado 3, bastando la emisión de la póliza con firma facsimilar del Asegurador. Pero el contrato de afiliación a una ART requiere que el mismo sea suscripto por ambas partes y su registración en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. Aunque la autonomía de la voluntad de los contratantes, se encuentra fuertemente limitada por tratarse de una cobertura de la seguridad social4, queda sin embargo algún campo para pactos entre las partes que son de práctica en el mercado. Repasaremos algunas de las más importantes. Desde el punto de vista económico, la ley permite dos opciones: o trasladar completamente las consecuencias patrimoniales de la cobertura a una ART (afiliación), o que las mismas sean íntegramente asumidas por el empleador (autoseguro) En sentido estricto la ART no es una Compañía de Seguros. Conforme el artículo 26 de la LRT, es un ente privado encargado de “la gestión de las prestaciones y demás acciones previstas en la LRT”.5 1 Adaptación de la conferencia dictada por el autor en la Asociación Argentina de Derecho de Seguros (Rama Nacional de la Association Internationale de Droit des Assurances - AIDA) el 13/12/2001, en ocasión del cierre del Año Académico. 2 El mismo está regulado por la Resolución 39/1996 de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. 3 Art. 11 ley 17.418 4 Ver nuestro artículo en esta misma colección “La cobertura de riesgos del trabajo: un subsistema de la seguridad social” , Número 7 página 468. 5 Al respecto puede consultarse la ponencia del autor “¿Son las ART simples compañías de seguro?” presentada en la X Jornada Nacional de Derecho de Seguros, III Jornada Latinoamericana de Derecho de Es verdad que las ART normalmente brindan una cobertura aseguradora desde el punto de vista económico y técnico, pero no se limitan a ello. La LRT pone a su cargo otros servicios: asesoramiento en materia de prevención de riesgos, confección de programas de reducción de siniestralidad para empresas testigo, control mensual de dichos planes, aprobación de planes de prevención para la actividad de la construcción y otras actividades específicas, exámenes médicos periódicos, medición de contaminantes, investigación de accidentes graves, dirección del acto médico, prestación efectiva del acto médico, mantenimiento de un servicio estadístico conjuntamente con la SRT, etc. Es decir que, las ARTs, no se limitan a asumir las consecuencias patrimoniales desfavorables que un infortunio laboral puede acarrear a un trabajador (el costo de las prestaciones dinerarias y de las prestaciones en especie), sino que además tienen la obligación legal de prestar una serie adicional de prestaciones que la ley pone a su cargo y que no se relacionan específicamente con la ocurrencia del siniestro, sino con los diversos objetivos de la ley, el primero de los cuales es, “disminuir la siniestralidad laboral”. Las actividades que las ARTs tienen a su cargo exceden en mucho las tradicionales de las compañías de seguro. La responsabilidad legal por ese conjunto de actividades “extra aseguradoras” no puede ser transferida a un tercero, aunque sí subcontratada en todo o en parte. Y esto vale tanto para la ART como para el empleador autoasegurado, que retienen para sí todas las responsabilidades de la gestión. Hay empleadores que, si bien desean y tienen capacidad6 para retener todo o parte del riesgo asegurador y financiero, no desean asumir la responsabilidad legal de la gestión. Además el régimen del autoseguro7 hace que este tipo de opción sea limitada y costosa. Para estos empleadores el mercado ha diseñado distintas alternativas de cobertura que se vienen brindando y practicando y que conviene estudiar. Seguros, La Plata, 2002. Se encuentra editada en la página de la Unión de Aseguradoras de Riesgos del Trabajo, Contenidos Jurídicos, Doctrina, www.uart.org.ar 6 Obviamente las modalidades que aquí analizamos son operaciones sólo podrían ser implementadas con empresas de probada solvencia y con importante número de trabajadores en relación de dependencia. 7 Decreto 170/96 y Resoluciónes SRT 708/1996 y 719/1996. a) Retroplan La característica de esta modalidad es que el empleador pacta una prima variable en función de su siniestralidad en el período. ¿Cómo funciona en la práctica? El empleador se afilia a una ART. Adicionalmente firma con la ART una convención privada mediante la cual pacta un precio del servicio a prestar por ésta en materia de prevención, dirección médica y administración de siniestros, estadística e información y asunción ante la SRT de la responsabilidad integral por la gestión. Se lo denomina “fee” o “prima mínima”. En ese contrato privado pactan también una prima denominada “standard” que la empresa pagará mensualmente y que es la que figura en el contrato de la SRT. La prima standard se calcula como el equivalente del “fee” más la siniestralidad esperada para el período en cuestión. Adicionalmente, ART y empleador convienen una prima máxima, según la siniestralidad máxima esperada. Al final del período –normalmente un año- se suma el “fee” a la siniestralidad incurrida (siniestros pagados y reservados del período, netos de reaseguro no proporcional) y se deduce lo recaudado (“prima standard”.) Si el saldo es a favor de la empresa, la ART restituirá la diferencia, si es a favor de la ART la empresa lo pagará hasta el tope estipulado en la prima máxima. Los contratos de “retroplan” se basan en la libertad tarifaria para empresas de más de 500 empleados y el objetivo perseguido es ajustar el costo de la cobertura a la siniestralidad efectiva8. Como efecto colateral conlleva un decidido esfuerzo del empleador en lograr una efectiva reducción de la siniestralidad. Por otro lado esta modalidad permite al empleador ajustar el costo de la cobertura al servicio recibido más la siniestralidad real, con un mecanismo de “stop loss”, asumiendo una gran parte del riesgo y beneficiándose con un precio final potencialmente menor. 8 Coincide con la filosofía y objetivos del artículo 24 inciso 1 de la LRT Desde el punto de vista de la ART debe tenerse en cuenta que está asumiendo un riesgo crediticio en la medida que la prima “standard” no alcance a cubrir el “fee” pactado más la siniestralidad. Obviamente que no podrá reclamar la diferencia por la vía ejecutiva como lo autoriza la LRT, que limita dicha vía al cobro de cuotas, recargos e intereses9. La ART sólo toma riesgo asegurador en el exceso de la prima máxima. b) Coaseguro Es un mecanismo de traslación del riesgo asegurador entre diferentes ARTs. Una ART, denominada “piloto”, afilia al empleador. Cede, a cambio de una comisión de pilotaje, parte del riesgo y por ende de la prima y de los siniestros, a otras ARTs, quienes así se convierten en coaseguradores, aunque más precisamente en verdaderos reaseguradores de cuota de la ART piloto10. La única responsable ante el trabajador, empleador y Superintendencia de Riesgos del Trabajo es la piloto, quien se encarga de la gestión. Las otras compañías solamente asumen compromisos financieros. c) Captive reinsurance Hay ocasiones en que una gran empresa, normalmente multinacional, decide retener completamente el riesgo asegurador con relación a todos sus empleados en todo el mundo que, lógicamente, están cubiertos en diferentes regímenes. Pero al mismo tiempo decide tercerizar la gestión y la responsabilidad legal del sistema de Riesgos del Trabajo. Hay un camino que lo posibilita: contratar un “fronting” con una ART, y pactar que esta ART ceda el negocio, en forma directa o no, en un 100%, a una reaseguradora cautiva de dicho grupo empresario. Se pacta una comisión de reaseguro a favor de la ART cedente que funciona como honorario por el gerenciamiento y la responsabilidad de la gestión del sistema. La empresa terceriza así lo que es ajeno a su negocio principal en un 9 LRT, artículo 46 inc. 3 En el coaseguro los diferentes aseguradores asumen una cuota del riesgo frente al asegurado y sus obligaciones son simplemente mancomunadas. En el reaseguro hay un único responsable frente al asegurado y el Asegurador directo tiene derecho a reclamar el porcentaje de riesgo cedido a cada uno de sus reaseguradores. El asegurado carece de acción directa contra el reasegurador. 10 especialista en la materia. Pero al mismo tiempo retiene completamente el riesgo debido a su capacidad económica financiera y la posibilidad de compensar el riesgos semejantes con operaciones de otras partes del mundo. La Superintendencia de Seguros de la Nación, analizando un caso concreto, cuestionó inicialmente la operación preguntándose si la misma no desvirtuaba la habilitación para operar como aseguradora de la ART ya que no había riesgo involucrado. Pero las ARTs, como vimos, no son “stricto sensu” compañías de seguros, sino gestores de la Seguridad Social. En su operatoria no celebran contratos de seguro privado comercial y por ende no aplican ni le son aplicables las normas de la Ley de Contrato de Seguro de la Ley 17.418. Su función es cumplir con las prestaciones establecidas en la Ley 24.557 cuando algún trabajador incluido en su cobertura se ve afectado por las contingencias sociales que dicha ley prevé, y propender al cumplimiento, junto con los demás actores sociales, de los objetivos establecidos en el artículo 1 de dicha ley, aunque no haya accidentes que atender. Es más, las normas de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo demandan a los empleadores autoasegurados la contratación de redes de atención médicas para sus trabajadores y cumplir con los requisitos de asesoramiento y control en materia de prevención, estableciendo expresamente que dichas funciones pueden ser contratadas con una ART autorizada. Es decir que, dentro de su objeto y de su rango de autorización, las ART no pueden celebrar seguros comerciales y sí pueden administrar riesgos autoasegurados sin asumir riesgo de seguros. La propia Superintendencia de Seguros de la Nación ha contratado a una ART para gerenciar las prestaciones médicas que deban ser afrontadas por el Fondo de Reserva de la Ley 24.557 que la misma administra. Por ende la propia conducta del mismo Organismo de Control está diciendo, y me permito agregar que muy correctamente, que las ARTs no son aseguradores sino que tienen otras funciones asignadas por las leyes de la República que exceden e incluso pueden llegar a prescindir la función asegurativa. Se preguntó la Superintendencia si, en estos casos, no se estaba simplemente intermediando en un negocio asegurador y por ende eludiendo la obligación de asegurar en el país (Ley 12.988). Pero ello no es así. En primer lugar, porque la Ley 24.557 no consagra la responsabilidad civil del empleador por los accidentes que sufran sus trabajadores. Sólo obliga al empleador a afiliarse a un “gestor privado autorizado” (ART) para cubrir esas contingencias en un sistema de la seguridad social donde campea, no la ley de Contrato de Seguro, sino el automatismo de la relación. De la misma manera el empleador está obligado a aportar a otros subsistemas de la seguridad social que manejan otras “agencias de la seguridad social” tales como las llamadas Obras Sociales sindicales, la ANSES, e incluso a retener parte del sueldo de los trabajadores con destino a las AFJPs. Si no hay seguro comercial ya que no hay traslación de riesgos propios no cabe la aplicación de la norma del 12.988. ¿Por qué? Porque no hay riesgo propio que se transfiere a un asegurador sino cumplimiento de una obligación legal. No es un seguro de incendio que aseguro afuera y la Compañía aseguradora es simplemente un “productor” de lujo, ya que la única obligación es de índole patrimonial y a la postre recae sobre un reasegurador del extranjero. Aquí hay una verdadera relación de la Seguridad Social, con una ART que asume una obligación propia como “gestor de la seguridad social” y no recibe meramente la transferencia de las consecuencias económicas de un riesgo propio de su asegurado. Es más, no hay, legalmente hablando, ningún riesgo en cabeza de del empleador, y “stricto sensu” no es el empleador tampoco, un asegurado. Es simplemente un empleador que cumple con la ley brindando a sus trabajadores en relación de dependencia la cobertura de la seguridad social que la ley manda. Lo ha hecho de una forma que le resulta más eficiente desde el punto de vista económico y no hay nada malo en ello y sí mucho de bueno. Ha instrumentado con la ART un mecanismo que, a la par de brindar a sus empleados la cobertura social que la ley le exige, le permite obtener costos mejores, dándoles una ventaja que ellos juzgan competitiva y deseable y sin que terceros sufran menoscabo. El riesgo es todo de la ART. Podría haberlo retenido y cobrado más por ello. Pero encuentra alguien que le demanda solamente el gerenciamiento de los casos y las tareas de prevención que brinda, y le pide que un reasegurador de su mismo grupo económico, finalmente, sea quien soporte el riesgo. Dicho de otra manera, mal puede hablarse de intermediación porque lo que la ART traslada al reasegurador cautivo es un riesgo propio de la ART y no un riesgo del empleador. La ART cobra toda la prima, la refleja en sus libros como tal, paga todos los impuestos que corresponden sobre dicho total, constituye sobre la misma el Fondo de Reserva que manda la Ley y hasta aporta la Tasa para el sostenimiento de los organismos de control. Es más, dichos importes se recaudan a través del S.U.S.S. No hay evasión y ni siquiera elusión impositiva. El reasegurador está por otro lado sujeto a ley impositiva argentina y justamente por ello, en cada cesión de primas se le retiene un 3,5% de la prima cedida en concepto de Impuesto a las Ganancias que se envía directamente a la Dirección General Impositiva. El trabajador destinatario de esta cobertura (porque insisto que no hay aquí asegurado y no lo es el empleador) tiene la garantía de una ART, que no sólo se somete a un control de suficiencia económico financiera que hace la Superintendencia de Seguros de la Nación sino además a un estricto control de gestión en el cumplimiento de las prestaciones a su cargo, que hace la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. Por ende tampoco hay en este caso una maniobra de evasión del control de las autoridades argentinas. Obviamente, al no haber operación de seguro sino cobertura de la seguridad social, no hay ni tendría sentido ninguna cláusula “cut through” ya que el empleador no es asegurado, no tiene responsabilidad ni siquiera en el caso que fallara la ART. En caso de falencia de una ART responde el Fondo de Reserva de la Ley y allí acudirá el trabajador. En todo caso el Fondo de Reserva quedaría subrogado en los derechos de recupero que habría tenido la ART respecto del reasegurador. Evidentemente quien corre el riesgo es la ART y el riesgo que la ART corre es el de insolvencia de su reasegurador. Esto es así sea la cesión del 20% o del 100%. Por este motivo la Superintendencia no permite reasegurar en cualquier Reasegurador, sino que exige una calificación crediticia mínima de tres de las Agencias de Calificación de Riesgo más prestigiosas del mundo. Debemos aceptar que este es un buen recaudo. Generalmente los reaseguradores cautivos no tienen calificación crediticia, por ello interviene en la operatoria un segundo reasegurador calificado, que a su vez retrocede11 la prima al reasegurador cautivo. Se llama “retrocesión” a la prima que paga un Reasegurador a otro Reasegurador cuando le cede parte de un riesgo. 11 Pero además, como las ARTs no pueden computar los créditos impagos por el Reasegurador para capitales mínimos y relaciones técnicas. En caso de solvencia de este último será la propia ART quien deberá proveer el capital suficiente, porque de lo contrario podría sufrir una suspensión en su operatoria y eventualmente, incluso, la revocación de su autorización. Esta modalidad de contratación como vimos en los casos de Retroplanes, traen consigo un enorme compromiso del empleador en materia de Seguridad e Higiene en el trabajo. Como las consecuencias económicas serán a la postre soportadas por su grupo empresario, la empresa tiene un gran interés en tomar parte activa en la prevención de los riesgos y colabora en forma más que eficiente en la tarea constante de disminución de la siniestralidad laboral, primer objetivo marcado por la Ley 24.557. Desde este punto de vista la operatoria es no sólo compatible sino incluso deseable desde el punto de vista del trabajador, de la seguridad social, y de los intereses de la Nación en general. Este sistema es más eficiente y más eficaz que contar con una multitud de autoasegurados. Lo es porque permite a los organismos de control, y especialmente a la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y a la Superintendencia de Seguros de la Nación, sin olvidar a la propia AFIP, concentrar su atención en menos operadores, que además están especializados en la materia. Pero además porque, como ya demostramos, da al trabajador la tranquilidad de una solvencia potenciada ya que su cobertura cuenta, a la postre y en sentido amplio, con respaldo una ART, dos reaseguradores y el Fondo de Reserva, antes que meramente con su propio empleador (en caso de Autoseguro), un potencialmente escaso “fondo fiduciario” y el Fondo de Garantía de la Ley.