Cambio sistémico: elementos racionales y emotivos

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Cambio sistémico: elementos racionales y emotivos
MIKE HANNIBAL1 and NADARAJAH SRISKANDARAJAH2
Hawkesbury, Bourke Street, Richmond, NSW 2573, Australia
1 Mentor Consulting Oty Ltd, PO Box 500, Windsor, NSW 2576, Australia
2 School of Agriculture and Rural Development, University of Western Sidney,
Proccedings of the New Zealand Grassland Asoc. 57: 5-8 (1996)
Traducción del Inglés: Trad.Pub.Nac. Valeria Martorello - Responsable adaptación
terminología agropecuaria: Ing. Luis Peluffo.
Resumen
Se han utilizado una serie de estudios compuestos para explorar algunos efectos del cambio
en lo agropecuario sobre los productores. El “productor-empresario”, el “productoroportunista”, el “productor-perfeccionista” y el “productor-pasajero” se presentan como
representantes de una gama de escenarios de la vida real para ilustrar cuántas de las
suposiciones o hipótesis sobre las relaciones entre los productores y los extensionistas
obstaculizan el fomento de los procesos de cambio.
Palabras clave: cambio, emociones, extensionistas, productores, relaciones humanas,
racionalidad, cambio sistémico
Introducción
La discusión del cambio, en términos de lo agropecuario, se establece a menudo dentro del
contexto de la relación más discutida: la del extensionista y el productor. Creemos posible
demostrar que muchas de las suposiciones que han guiado esta relación no son demasiado
válidas para el fomento de procesos de cambio útiles y beneficiosos.
Un cambio es algo que los seres humanos emprenden. Esto debe ser axiomático a cualquier
discusión del tema, aunque un simple axioma suele ser lo que más a menudo se olvida. Sus
implicancias son que cualquier proceso de cambio y las relaciones concomitantes son
resueltas por nuestro comportamiento como seres humanos. Muchos autores han discutido el
rol de las emociones en el proceso de un cambio. Nosotros exploraremos este rol en el
presente trabajo.
Como vehículo, hemos elegido una serie de estudios compuestos para explorar el cambio en
lo agropecuario. Dichos estudios han surgido de nuestro trabajo con productores durante la
última década o más.
Deseamos dejar bien en claro que estos casos de estudio no representan en forma particular a
ningún productor con los que hemos estado relacionados en nuestra actividad; sí representan,
por otro lado, una útil tipología general de los mismos.
El Cambio
Maturana & Varela (1987) discutieron la biología de la cognición y su impacto sobre “…la
comunicación social y la transferencia del conocimiento”. Lo interesante de su trabajo fueron
la circunstancia (se preparó para la Organización de los Estados Americanos para ayudarla a
comprender el proceso de cambio y desarrollo de la comunidad, y su contenido). Se discutió
que todos los procesos de comunicación humana son resueltos por la siempre cambiante
estructura biológica de los seres humanos involucrados. Una gran proporción de este cambio
estructural es, a la vez, resuelto por nuestras emociones.
El siguiente rasgo importante del cambio es la manera en la cual lo percibimos. Casi con
seguridad, el cambio es un proceso continuo, que está siempre presente y que tiene un
impacto también continuo en nuestra vida diaria. Lo que es también cierto, es que muchos de
nosotros elegimos ver al cambio como una serie de perturbaciones intermitentes
entremezcladas con largos períodos de estabilidad. A menudo, esta elección está motivada
por las necesidades del individuo en preservar la estabilidad de su vida diaria.
Finalmente, en esta brevísima puesta en escena, nos gustaría explorar otras dos suposiciones
que sustentan primero nuestra visión sobre el cambio y segundo, nuestras opiniones sobre las
relaciones del cambio discutidas anteriormente. La mayoría de los extensionistas se educan
sobre una tradición científica positivista en la cual el blanco y el negro son preferidos sobre
cualquier gama de grises. Las situaciones sólo pueden describirse de una manera u otra: son
buenas o malas, correctas o incorrectas, efectivas o no efectivas. Tal opinión positivista tiene
una diversidad de efectos siendo, tal vez el más importante, el impacto que tiene en la
relación de extensión.
En segundo lugar, todo cambio aceptado bajo esa premisa tiende a ser visto a priori como
”bueno”. Este positivismo no deja lugar a planteos mas relativistas donde un cambio en
particular puede ser visto como “bueno para algunos”.
Los casos
El productor-empresario
El productor-empresario tiene planes concretos y está dispuesto a informar a cualquier
interesado al respecto; puede decirle hacia dónde se dirige; por qué va hacia esa dirección;
cómo va a llegar ahí y cuánto tiempo va a tardar en hacerlo. Es extremadamente pro-activo en
como plantea su actividad. Siempre se vé a si mismo como un empresario comercial, usuario
de información administrativa, comercial, financiera y de otros sectores como sanidad animal,
pasturas o planeamiento del establecimiento.
Lo que hace al productor-empresario distinto es que es capaz de obtener recursos e
información por sí mismo. Si los extensionistas forman parte de las fuentes de información
que utiliza, él mismo se ocupa de buscarlos y consultarlos.
Este prototipo de productor ya sabe lo que quiere saber y dónde conseguirlo.
Para el productor-empresario el cambio está bajo control; es deseado y altamente dirigido.
Es muy hábil para desarrollar la empresa, a menudo también lo es para aumentar los
ingresos, para ubicarse a distancia del trabajo físico en el establecimiento y para emplear sus
habilidades evolutivas en el manejo de la inevitable mano de obra. Conforme al productorempresario, el único camino para un mejor estilo de vida es a través del crecimiento de la
empresa; está en la búsqueda de oportunidades para adquirir más tierras que le permitan ir
concretando el plan que ha desarrollado.
El productor-empresario probablemente se encuadra en el grupo de personas entre 30
y 50 años. Le resulta posible visualizar una vida distinta a la actividad agropecuaria, donde
hoy está utilizado sus talentos como gerente, diseñador y empresario. No es lo agropecuario
el único negocio en el que puede ser feliz, pero es casi seguro su preferido.
El productor-oportunista
El productor-oportunista es diferente. Es muy posible que este impulsado por metas, sólo que
no podría detallarlas y, con seguridad, las mismas son globales y poco claras. La meta más
común para el productor-oportunista es la seguridad. Puede no ser capaz de decírselo a uno,
pero si uno lo observa el hecho salta a la vista. El establecimiento vecino sale a la venta y,
aparentemente casi sin pensarlo, él lo ha comprado. Otro establecimiento vecino sale
igualmente a la venta, y de repente lo ha comprado también.
No existe un gran proyecto general, él no puede decirle por qué está haciendo algo o hacia
dónde se dirige con eso. Lo que sí cree y dice es que “la oportunidad no golpea dos veces, si
uno no la aprovecha cuando aparece, entonces tendrá que esperar mucho tiempo hasta que
surja la próxima; una vez obtenido el nuevo establecimiento es hora de pensar cómo usarlo y
qué necesitará para acomodarlo a su empresa. Es asombroso, pero después de que se
adquiere un establecimiento nuevo, sucede que uno de los chicos dice: “Papá, me gustaría
regresar a casa y probar suerte con la actividad agropecuaria”. Una oportunidad llama a la
otra y uno debe aprovecharlas cuando las tiene.”
El productor-oportunista suele ser algo mayor de edad que el anterior, se encuadra entre los
40 y 55 años y es mucho menos abierto que el productor-empresario. La gente puede
confundir a ambos con ávidos y codiciosos compradores; sus vecinos pueden pensar a
menudo que solo los impulsa el deseo de poseer mas dinero y tierras. Nada podría alejarse
tanto de la verdad.
Hablando de otra cosa, la última persona que el productor-oportunista querría ver es al
extensionista. ¿Que podríamos ofrecerle nosotros?
El Productor-perfeccionista
Aquí está el grupo que todos hemos estado esperando. Este es el grupo para el cual se
diseñaron las estrategias de extensión. El productor-perfeccionista está ahí para hacer que la
empresa funcione mejor, para esquilarle a las ovejas medio kilo extra, para ganar 100 kg extra
de grasa butirosa por hectárea, para lograr para sí mismos una vida más fácil. El productorperfeccionista es la nueva era en lo agropecuario. No es únicamente una cuestión de
producción en sí misma, sino que él, por sobre todas las cosas está interesado en la eficiencia.
Durante por lo menos 20 años los mensajes de extensión y la tecnología a la venta han estado
predominantemente orientados hacia el productor-perfeccionista. Es un caso de “podemos
ayudarte a hacer lo que vos ya hacés bien, muchacho”. El muy pensante productorperfeccionista observa la tecnología y estudia como la puede incorporar. Su relación con los
extensionistas es cercana pero no totalmente incondicional. El sabe que lo que está haciendo
no es sencillo, pero está decidido a continuar hilando fino hasta conseguir algún beneficio por
ese lado para luego trabajar tan duramente como antes para conseguir el siguiente.
Es una pena que su incidencia sea de aproximadamente dos cada cien productores en
muchos lugares. En verdad, muchas veces están ocultos por los productores-empresarios y
por los productores-oportunistas.
El Productor-pasajero
Es un pasajero que viaja en el agradable barco de la “Empresa Agropecuaria”, navegando las
calmas aguas sin un aparente interés en el mundo. Hoy tiene suficiente dinero para pasarla
bien y es feliz así. El tema con el productor-pasajero es que es el único que a veces no se da
cuenta de que la luz que ve al final del túnel es un tren expreso a punto de pasarlo por
encima.
El productor-pasajero, a menudo, tiene metas pintorescas; es probable que sólo tenga 40
años pero se dedica a pensar en lo que va a hacer el día que deje la actividad. No es que no le
guste, sino que la misma no significa mucho para él. Probablemente la actividad le cayó de
arriba; no es una mala forma de ganarse la vida, pero piensa que sería lindo poder
abandonarla; por otra parte, casi con seguridad, el productor-pasajero no sabe hacer otra cosa
más que ser productor agropecuario, por eso no está totalmente seguro respecto a querer
abandonarla.
Lo extraño del productor-pasajero es que de repente, y aparentemente de forma inusitada le
comprará 200 hectáreas a su vecino.”¿Por qué hizo eso?”, se pregunta el vecindario. La
respuesta es a menudo simple; el productor-pasajero tiene su ojo puesto en abandonar la
actividad. Si el haber comprado 200 hectáreas vecinas le facilitan la tarea de vender el total
del campo a algún joven comprador, entonces ha sido una buena inversión.
El productor-pasajero es una buena persona. A menudo le gusta hacer bien su trabajo, tal
vez alguna vez vaya a una reunión técnica de campo; sin embargo, él dificilmente será un
productor de punta pues tiene su visión puesta en “una casa en la ciudad”.
Interpretación
Los casos ofrecidos anteriormente, aunque tal vez no sean precisamente verdaderos para
todas las áreas geográficas, ofrecen una gama de escenarios de la vida real con los que
podemos trabajar efectivamente. Los mismos plantean un número de temas que nos gustaría
explorar con más profundidad.
Volvamos por un momento a la sugerencia que dice que la relación con el extensionista
es la que nos interesa por el momento. Tradicionalmente, ésta ha sido considerada la relación
más importante con respecto al cambio en lo agropecuario y, aunque hoy cada vez lo sea
menos, es todavía, sin duda, una parte significativa del proceso de cambio.
Homogeneidad versus pluralidad
Dentro de dicha relación las organizaciones de extensión se han concentrado
tradicionalmente en el desarrollo y difusión de programas de extensión. Dichos programas se
construyen alrededor de buenas tecnologías, las cuáles, se piensa, ofrecen beneficios a los
productores. Sin embargo, las mismas se basan en un número de suposiciones. Primero,
suponen la homogeneidad de la población. Dan por sentado que todos los productores son
iguales y que sus necesidades son similares. Muchos extensionistas dicen que ese no es su
parecer, pero, sin embargo, los programas de extensión muestran su confianza en dicha
suposición. Nuestra descripción de los 4 casos han demostrado que los productores no son un
grupo homogéneo. En realidad, cuando uno lo plantea así tan francamente, parece
dolorosamente obvio. Con todo, los extensionistas continúan comportándose como si lo
contrario fuese verdadero.
Nosotros sostenemos que cualquier programa de extensión, para que sea efectivo, debe
diseñarse al nivel de cada establecimiento. No sugerimos que la rueda deba re-inventarse
continuamente, sino que a cada productor se le debe dar la oportunidad de combinar y
compatibilizar los elementos y tecnologías que le convengan. Este es el único planteo efectivo
en la relación de extensión.
Provisión de servicios versus acceso a los servicios
La extensión en la agricultura ha sido, en cierta manera, como el sistema de seguridad social;
basta que uno lo emplee una vez, para no verse mas libre de ellos en el futuro. Se supone que
todos necesitamos servicios de extensión. Para nosotros, desde nuestro trabajo, está a la vista
que éste no es el caso. Seamos claros, cuando hablamos de “necesitar” no nos referimos al
sentido absoluto de necesidad sino a la valoración que el individuo tiene de sus propias
necesidades. Esta es la única valoración que realmente cuenta para la relación de extensión.
Si miramos a los productores-empresarios, vemos que, en general, son agresivos buscadores
de información. Su manera de operar les genera una necesidad de información. Son agresivos
tanto en establecer sus necesidades de información como en seleccionar a aquéllos que
puedan proveerla. Comparemos este planteo con el productor-oportunista, quien está muy
poco interesado en la información externa. A primera vista, ambos productores pueden
aparecer haciendo la misma cosa. Sin embargo, en términos reales, están sujetos a diferentes
motivaciones y manejan sus propias necesidades de maneras muy distintas.
La cultura de la “extensión universal”, a pesar de haber sufrido varias modificaciones, es
aún la dominante; sin embargo, carece de base en la realidad. De esta manera, el constante
clamor de los extensionistas “sólo podemos acceder al 30% de los productores; ¿por qué no
logramos comprometer a más de ellos?” es un indicio de las necesidades del extensionista;
pueden no tiener nada que ver con las de los productores. Nunca hemos encontrado un
productor que no sea capaz de recibir el consejo de un abogado cuando siente que lo necesita.
¿Por qué entonces el acceso a los servicios de extensión debiera ser diferente?
Culturalmente deseable y sistemáticamente posible
Esto nos lleva a otra parte de la explicación de las formas en que la gente encara el cambio.
Nosotros argumentamos que todo cambio debe ser tanto culturalmente desable como
sistemáticamente posible. En el contexto de los productores esto significa que cualquier
cambio que se emprenda debe ser deseable para el productor como individuo, su
establecimiento y su medio ambiente; y también debe ser posible de realizar desde el punto
de vista técnico-empresarial. A menudo, nosotros le prestamos atención a la segunda
condición. “¿Puede el productor afrontar este cambio?” “¿Es su zona apropiada para ello ?”,
son preguntas a menudo realizadas. Nuestra experiencia nos dice que la mayor parte de los
cambios potenciales no llega a la prueba de viabilidad técnico-empresarial. Son rechazados
por ser culturalmente indeseable.
Nuestros productores-pasajeros son un vívido ejemplo de esto. Muy a menudo, en el
contexto del extensionista tradicional, han sido tipificados como “haraganes”. En general,
ellos no acceden a los servicios de extensión ni a muchos otros. Sin embargo, realizan acciones
inesperadas, como ser comprar el predio vecino, por ejemplo. Sólo cuando uno les pregunta
qué los impulsa entiende que lo aparentemente atípico es para ellos extremadamente
deseable. Luego, una vez comprado el campo, proceden a evaluar que tan buena resultó la
idea y luego pasan a la acción.
Un paso hacia atrás representa dos pasos al frente
Los sectores agropecuarios de muchos países tienen una larga historia de intentos de
implementación de cambios que mejoren la producción y posteriormente la eficiencia. Bajo
este marco, el cambio deseado por las instituciones de extensión y por el gobierno es visto
como inherentemente bueno. Y si un pequeño cambio es bueno, muchos cambios deben ser
mejor aún.
En forma creciente, se ha puesto de manifiesto que lo sustentable, desde una perspectiva
económica y ecológica, bien podría ser ayudado por una reducción en la intensificación de
nuestras empresas o, en verdad, por la “anulación“ de algún cambio realizado en el pasado.
Varios ejemplos vienen a la mente. Tal vez el mas simple se encuentre en los convenios
agrícolas de explotación desarrollados por el gobierno, tales como los que Lands and Survey
Department (Departamento de Agrimensura y de Tierras) llevó a cabo en Nueva Zelanda.
Varios de estos convenios comenzaron por desmontar los predios de toda la vegetación
arbórea existente. Estudios más recientes demostraron la conveniencia de la reintroducción
de árboles. Probablemente, lo más notorio sea el desarrollo de sistemas de cultivos continuos
en “Victorian Mallee”. Estos sistemas habían sido desarrollados en estaciones experimentales
para la región y prometían mayor rendimiento y productividad para un suelo con un
promedio anual de 250-375mm. de lluvia. Tradicionalmente, dichas tierras habían sido
trabajadas en forma conservadora con un uso extensivo de barbechos para la conservación de
humedad. Inicialmente, los sistemas agrícolas más modernos y más intensivos parecían
ofrecer mejoras significativas. Más tarde, muchos productores sufrieron severas pérdidas
utilizando estos sistemas. Los mismos requerían alta cantidad de insumos y llevaban mucho
riesgo de degradación a una zona ambientalmente difícil. Estos sistemas demostraron ser
insostenibles, aun con muy pequeños cambios adversos en los patrones climáticos.
Conclusión
El cambio en lo agropecuario, nos demos cuenta o no, es un proceso continuo. No es una serie
discontinua de hechos lineales en aumento. En el contexto de la relación de la extensión es
necesaria una reconsideración fundamental de nuestra concepción del cambio antes de que
podamos seguir adelante.
La actividad agropecuaria es un sistema de actividad humana. Dicha noción se basa en la
comprensión de las actitudes, sentimientos, valores y emociones de aquellos involucrados.
Como profesionales de la agricultura, no podemos ser efectivos hasta tanto comprendamos y
reconozcamos el rol de cada uno de estos elementos para los productores con los que
trabajamos.
Una vez que comenzamos con este proceso de comprensión también nos transformamos en
parte del sistema de la actividad humana, donde no estamos vendiendo cambios, sino que
nos unimos con los productores para conocer el camino mediante estas situaciones
cambiantes y complejas.
Dichas relaciones se caracterizan por su diversidad y, sobre todo, por su singularidad. Se
torna inevitable que cualquier aceptación de este punto de vista del cambio significa que
debemos escuchar a los productores en lugar de decirles cuáles son sus necesidades. Dichos
planteos nos llevarán hacia procesos altamente desarrollados de participación mutua para el
futuro.
Referencias y lectura
Bateson, Gregory. 1972. Steps to an ecology of mind. Ballantine Books, New York.
Maturana, Humberto; Varela, Francisco. 1987. The tree of knowledge: the biological roots of
human understanding. Shambhala Books, Boston.
Senge, Peter. 1990. The Fifth Discipline: the art and practice of the learning organization.
Doubleday, New York.
Uphoff, Norman.1992. Learning from Gal Oya: Possibilities for participatory development
and post Newtonian social science. Cornell University Press, Ithaca.
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