Alejandro Morlachetti, consultor de la ONU

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Alejandro Morlachetti, consultor de la ONU
Muerte materna, embarazo adolescente, temas urgentes en AL
Por Mirta Rodríguez Calderón
Sto. Domingo, Dom., 10 julio 07 (CIMAC/SEMlac).- América Latina es un continente
que envejece en todos sentidos.
Pero ese no es el único problema que enfrenta: a la gente le falta trabajo, casi la mitad
vive en pobreza y una cuarta parte en indigencia; 200 millones se han ido o se quieren ir
de sus lugares de origen; tres mujeres mueren de parto cada día; el SIDA tiene enfermo
a más de millón y medio; y el grueso de todas las perspectivas en materia de población
están vinculadas a tasas de fecundidad disminuidas y de ancianidad aumentadas.
El panorama es desolador, ¿no lo cree usted?
La pregunta la hizo la agencia SEMlac a Alejandro Morlachetti, argentino, consultor
para América Latina del Fondo de Población de Naciones Unidas. Y él mismo
responde:
“El panorama es muy triste y nos debe llevar a preguntarnos qué está al alcance de cada
uno de nosotros para poder cambiar esta situación. En mi ámbito de trabajo, es
importante señalar que se ha logrado un importante progreso en lo que se refiere a la
ratificación de los principales tratados de derechos humanos, la puesta en
funcionamiento de varios mecanismos de exigibilidad como los Comités de Naciones
Unidas: mujer, niñez, y otros, que reciben informes de los países en cuanto a las
medidas que toman para cumplir los tratados.
“También, la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Penal
Internacional creada por el Estatuto de Roma, los Tribunales Internacionales de Rwanda
y Yugoslavia, y la misma creación del Alto Comisionado de Derechos Humanos en
1993”, explica.
“Es claro que el gran desafío es cómo logramos que el principio de universalidad en el
disfrute de esos derechos se haga realidad”.
-- Como la gente nunca se resigna ¿qué puede hacer la ciudadanía, y qué las
instituciones, si ya sabemos que las Metas de Desarrollo del Milenio son, en buena
medida, irrealizables?, se le preguntó.
-- Las violaciones principales, en cuanto a pobreza, hambre y discriminación en los
países de la región, son producto de políticas sin enfoque de derechos o, en la mayoría
de los casos, de la falta de políticas a nivel gubernamental.
En este orden de cosas, creo que la sociedad civil puede cumplir un papel fundamental,
utilizando los informes de los Comités de Naciones Unidas, así como los compromisos
que los países asumieron en las conferencias de El Cairo, Beijing y los Objetivos de
Desarrollo del Milenio. Estos instrumentos pueden servir a la ciudadanía, a nivel local,
para abogar por el cumplimiento de los compromisos que el país contrae en los foros
internacionales.
-- Dos siglos atrás, señor Morlachetti, millones de personas fueron traídas como
esclavos y esclavas. Hoy, millones de personas emigran para sujetarse a otras formas de
esclavitud. Las remesas representan –según sus propias estadísticas como consultor–
150 mil millones de dólares. Sin embargo, esto no implica desarrollo para sus países de
origen. ¿Qué pasa en ese contexto; en qué situación se hallan las mujeres?
-- El tema de las migraciones por motivos económicos, obviamente, afecta la situación
de la familia y de la mujer y en muchos casos tiene efectos nocivos al producir la
separación del núcleo familiar.
Uno de los temas centrales es el del tratamiento y respeto de los derechos humanos de
los llamados migrantes ilegales. El tratado de derechos humanos aplicable es la
Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de los Trabajadores
Migratorios y de sus Familiares, que establece la obligatoriedad de todos los países de
respetar los derechos humanos básicos de los migrantes, más allá de que hayan
ratificado o no esa Convención.
-- En su encuentro, señor Morlachetti, con la Red Dominicana de Periodistas con
Perspectiva de Género, en el pasado mes de junio, usted se refirió a algunas realidades
vinculadas con la promoción de la equidad de género. Parecería que la tal equidad se
reduce a usar esa frase en el lenguaje político y de Naciones Unidas. ¿Es así? ¿Cómo lo
ve usted?
-- Creo que en el ámbito de la igualdad y equidad de género, si bien falta bastante, se ha
avanzado mucho, si nos situamos desde un análisis histórico y lo comparamos con tres
décadas atrás.
La visibilización que tiene la temática de género es hoy indiscutible. Ha habido
crecimiento y fortalecimiento de la sociedad civil en defensa de los derechos de las
mujeres, la vigencia de la Convención para la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación en contra de la Mujer , el Protocolo de la Cedaw y la Convención de
Belén do Pará.
Asimismo, se han modificado los marcos legales de la mayoría de los países de la
región, tanto en los códigos penales, de familia como en la equiparación de derechos en
el matrimonio y el ejercicio de la paternidad y maternidad.
Se ha conseguido la adopción de leyes de salud sexual y reproductiva y para prevenir y
sancionar la violencia contra la mujer, así como leyes de cupo o cuotas que han
permitido el mayor acceso de la mujer a cargos electivos, como es el caso de algunos
congresos o asambleas legislativas de los países de la región.
Por supuesto, seguimos teniendo muchísimos desafíos en términos de lograr igualdad y
equidad, y en temas urgentes en la región, como es el de la mortalidad materna,
embarazo adolescente, feminización del contagio de VIH/SIDA, entre otros. No
podemos detenernos en los esfuerzos por hacer.
LA ESPERANZA DE GILKA
SEMlac conversó también con Gilka Meléndez, una de las representantes del Fondo de
Población de Naciones Unidas más experimentadas en esta área. Cuando se produjo la
conferencia de El Cairo, en 1994, ya estaba comprometida con el empeño de soñar y
trabajar por un mundo mejor, en particular para la parte femenina de la humanidad.
De ahí que los avatares por los que ha transitado el tratamiento del tema poblacional
tengan para ella numerosos referentes. Aunque el panorama continúa siendo sombrío,
Gilka, esta mujer que observa al mundo desde una mirada clara, se concentra en ver los
tonos más optimistas. Así lo dice y hay que pensar que lo cree.
“Es cierto que en la región subyacen desigualdades por razón de género que impiden un
desarrollo integral de la sociedad en su conjunto, explica Gilka. También es cierto que
la mujer continúa en franca desventaja ante el hombre, en cuanto al acceso a los
sistemas de producción y de generación de ingresos, así como en otras áreas que son de
vital importancia para el desarrollo humano.
“Pero, este año, el Informe Mundial de Población incorpora la perspectiva de género y
coloca el foco, principalmente, en los rezagos y en las necesidades que enfrentan las
mujeres en términos de acceso a servicios y cambios jurídicos reales que materialicen su
derecho a la tierra y a la propiedad, la participación política y el papel que juegan en la
redefinición de urbes sustentables.
“La urbanización ha incrementado la participación de la mujer en el mercado del
trabajo. Esto es un hecho. Como también que ha mejorado su acceso a los servicios
sociales. No obstante, en la mayoría de los países está pendiente que la mujer ejerza los
mismos derechos que el hombre, y disponga de servicios y oportunidades de desarrollo
equitativos.
“Doy un ejemplo: a nivel mundial, las mujeres son propietarias de menos de 15 por
ciento de la tierra en las áreas urbanas. En algunos países, las leyes incluso prohíben que
las mujeres sean legalmente propietarias y la mayoría ocupa empleos inestables y mal
pagados en el sector informal.
“Hace falta, entonces, que los gobiernos y sus sociedades civiles sigan trabajando muy
de cerca en los mecanismos reformadores nacionales, para que incluyan una perspectiva
de género real en los programas y planes nacionales.
“Eso no es todo, ni es la solución. Pero es parte de ella. El Fondo de Población de
Naciones Unidas es firme en la idea de seguir promoviendo una cultura de equidad y no
discriminación. Estoy persuadida de que esas acciones anticipan un futuro mucho más
esperanzador para la región”.
07/MRC/CV/GG
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