Nuevo modelo para la ONU

Anuncio
MIERCOLES 12 de diciembre de 2001
Home | Opinión | Nota
Nuevo modelo para la ONU
Por Richard von Weizsäcker
Para LA NACION
BERLIN.- La obtención del Premio Nobel de la Paz por la
Organización de las Naciones Unidas y su secretario general, Kofi
Annan, dio pie a sinceros festejos en todo el mundo. Mas los
festejos nunca deben convertirse en excusa para la complacencia.
Sí, la ONU ha tenido numerosos logros bajo el liderazgo de
Annan, pero en muchas partes del mundo y para no pocos
problemas mundiales (me refiero a los más complejos) su
concepción como asociadora de naciones, más que una realidad
viviente, es un ideal aún incumplido.
Algunas de las naciones más poderosas del mundo todavía no
comprenden del todo que cooperar con la ONU, o participar en
sus asuntos, conviene a sus intereses. Más allá de los Estados,
innumerables organizaciones no gubernamentales están
creciendo rápidamente y multiplicando su influencia, pero sin
normas formales que definan su papel dentro del sistema
internacional. Pese a los esfuerzos de Annan por entablar un
diálogo con ellas, su verdadero poder sigue estando fuera del
marco de la ONU. Por cierto que, a menudo, asumen tareas para
las que la estructura actual de la ONU resulta inadecuada o es
aún demasiado débil.
Para ayudarlas en su obra, y asegurar que las grandes cuestiones
mundiales de la hora sean abordadas en un foro que una en vez
de dividir, la ONU necesita ser robustecida en aquellos campos en
que las organizaciones no gubernamentales trabajan con tanta
eficacia. Esto sólo puede lograrse mediante una reforma
fundamental de la estructura interna de la ONU.
Cuando se fundó, en 1945, su objetivo primordial era impedir que
estallara una tercera guerra mundial. Por eso se propuso un solo
órgano poderoso, el Consejo de Seguridad, con las grandes
potencias militares como miembros permanentes. Su agenda era,
y sigue siendo, las cuestiones de poder, y afrontar las crisis, las
más de las veces por la vía militar.
Sin embargo, hoy en día la verdadera amenaza para la mayoría
de la población mundial surge de peligros que casi no se conocían
en aquel entonces: la pobreza, el hambre, el crecimiento
demográfico, las migraciones, el medio ambiente, etcétera. Para
enfrentar estos desafíos, la ONU debe modificar su estructura
misma.
Lo social y lo económico
Hacen falta dos nuevos consejos, uno social y otro económico,
cada uno con facultades comparables a las del Consejo de
Seguridad. En vez de limitarse a presentar informes a la ONU, el
Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la
Organización Mundial del Comercio deberían depender de esta
nueva estructura reformada.
¿Por qué se necesitan estos nuevos cuerpos? El mundo no puede
prescindir de las reglas, no puede avanzar contra los problemas
más apremiantes de nuestra época sin tener normas legales
definidas e instituciones que regulen el derecho internacional.
Dichas instituciones no existen; por lo tanto, la ONU debe
inventarlas ahora. Por supuesto, existen algunas reglas, por
ejemplo las que rigen la promulgación de sanciones comerciales
dentro de la OMC. Pero son meros pasos en la dirección correcta:
hacia un libre comercio social y ecológicamente sostenible, y
contra el proteccionismo, en especial el que suelen practicar los
países ricos. En términos generales, se necesitan más normas de
alcance mundial, a fin de que los esfuerzos globales contra la
pobreza, las enfermedades y las migraciones masivas puedan ser
coherentes, predecibles y, sobre todo, efectivos.
Poseemos el Estatuto de Roma para el Código Penal
Internacional; nos encaminamos hacia una guía innovadora para
optimizar el aporte de las organizaciones civiles a la obra de la
ONU, y ahora tenemos una gran coalición, mucho más amplia que
la OTAN, combatiendo el terrorismo. Me place que, entre otras
reacciones, los hechos del 11 de septiembre hayan modificado un
tanto, si no me equivoco, la actitud de los norteamericanos hacia
la ONU. Pero lo más importante es avanzar más en aquellos
cambios que confieran un poder real a la estructura de la ONU.
En tiempos peligrosos, como el actual, los pueblos del mundo
deben demostrar su solidaridad. La gran coalición que está
combatiendo al terrorismo es una prueba de ella. Pero la
solidaridad también debe reconocerse dentro de las verdaderas
estructuras de poder de la ONU. La convocatoria del secretario
general a un "diálogo de civilizaciones" sólo es un primer paso en
tal sentido. Es preciso hacer mucho más. La instauración de los
nuevos consejos, Social y Económico, marcaría un enorme
avance en la dirección correcta.
He tratado de presentar las ideas aquí bosquejadas no sólo ante
la Asamblea General sino también ante los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad. Asimismo, he sido
invitado a presentarlas ante el Senado de los Estados Unidos.
Hasta ahora, ninguna de esas exposiciones ha resultado muy
fructífera que digamos. Pero así como se acerca el tiempo en que
los Estados Unidos llegarán a considerar indispensable a la ONU,
el Consejo de Seguridad y sus miembros también acabarán por
comprender que los nuevos organismos por crearse dentro de la
ONU no serán sus rivales, sino el único medio para que la
población mundial haga frente, en forma solidaria, al sinnúmero
de problemas socioeconómicos que la acosan.
Project Syndicate
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)
El autor fue presidente de la República Federal de Alemania.
http://www.lanacion.com.ar/01/12/12/do_358553.asp
LA NACION | 12/12/2001 | Página 17 | Opinión
Descargar