DIRECCIÓN DE REVISIÓN Y DOCTRINA 1.- DEPENDENCIA: 2.- TIPO DE DOCTRINA: 3.- TEMA: DERECHO PENAL SUSTANTIVO SICARIATO - MUERTE POR ENCARGO REALIZADO POR UNA PERSONA 4.- MÁXIMA SI LOS REPRESENTANTES DEL MINISTERIO PÚBLICO CONSIDERABAN QUE LA MUERTE CAUSADA AL CIUDADANO J N, OCURRIÓ EN VIRTUD DEL SUPUESTO ENCARGO REALIZADO AL AGENTE POR EL CIUDADANO M R, A CAMBIO DE UNA SUMA DE DINERO32 (TAL Y COMO LO ASEVERARON EN EL ACTO CONCLUSIVO), ENTONCES ÉSTOS DEBÍAN ALEGAR ADEMÁS EN SU ESCRITO LA APLICABILIDAD DE LA AGRAVANTE GENÉRICA ESTABLECIDA EN EL ARTÍCULO 77 NUMERAL 2 DEL CÓDIGO PENAL, EN EL CUAL SE DISPONE QUE:”SON CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES DE TODO HECHO PUNIBLE LAS SIGUIENTES: (…) 2. EJECUTARLO MEDIANTE PRECIO, RECOMPENSA O PROMESA”. 5.- CONTENIDO 5.1.- NÚMERO DE ESCRITO 5.2.- FECHA: DRD-11-338-2012 29/11/2012 5.3.- RESUMEN (…) Como puede colegirse de lo anteriormente transcrito, la representación del Ministerio Público afirmó en el acto conclusivo in commento, que el imputado fue quien planificó la muerte del ciudadano J N, y -para concretar su ejecución- el ciudadano M R pagó a unos sujetos (aún no identificados), quienes finalmente lo dejaron sin vida. Tales hechos fueron denominados por la representación del Ministerio Público como “Sicariato”, y calificados jurídicamente como delito de Homicidio Intencional, previsto en el artículo 405 del Código Penal, en condición de autor intelectual o determinador, previsto en el artículo 83, ejusdem. Al invocar la aplicabilidad de este delito (Homicidio Intencional), los abogados L E F y R A G parecieran haber descartado la posibilidad de adecuar el hecho investigado al tipo penal de Sicariato, previsto en el artículo 12 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada. Sobre este tema, debe resaltarse que el Tribunal Supremo de Justicia, mediante decisión dictada por la Sala de Casación Penal, con ponencia de la Magistrada Doctora Miriam Morandy Mijares33, ha sostenido lo siguiente: “Esta Sala de Casación Penal, considera oportuno comenzar destacando que el delito de sicariato no estaba previsto de manera directa en el Código Penal Venezolano y ello porque la realidad de aquel momento no exigía al legislador una definición legal e inmediata de esa conducta como punible. Sin 32 33 Específicamente: Veinte Mil Bolívares (Bs. 20.000,00). Sentencia N° 220. Expediente N° 10-0032. embargo, pese a no estar establecida de tal forma, antes de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada, podía juzgarse al ejecutante de la muerte de alguna persona, que hubiese procurado tal muerte por haber recibido el pago de un precio, recompensa o promesa, por el delito de homicidio agravado. Se aplicaban en consecuencia, el artículo 407 del Código Penal (actualmente 405), en conexión con el artículo 77 “eiusdem”, última disposición que establece varias agravantes genéricas de todo hecho punible, entre las cuales se encuentra la contenida en el ordinal 2°, que claramente establecía “Ejecutarlo mediante precio, recompensa o promesa”. Así se construía el tipo penal, por el cual se investigaba y procesaba al individuo que matara a otro movido en tales circunstancias. La realidad actual es otra, el aumento de las muertes por encargo e incluso la existencia de personas que no necesariamente forman parte de verdaderas organizaciones criminales y que se dedican a esta actividad en los distintos Estados del país, hicieron que el actual legislador pusiera en marcha el proceso de criminalización y tipificara esta conducta, ahora sí, de manera directa en la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada, asignándole una elevada pena, buscando mediante este mecanismo punitivo y represor su no ejecución, con miras a proteger los bienes que resultan lesionados. El artículo 12 de la Ley de Delincuencia Organizada, establece: “Artículo 12. Quien dé muerte a alguna persona por encargo o cumpliendo órdenes de un grupo de delincuencia organizada, será penado con prisión de veinticinco a treinta años. Con igual pena será castigado quien encargue la muerte, y los miembros de la organización que ordenaron y tramitaron la orden”. De la transcripción del tipo, se evidencia que se trata de un delito autónomo, que contempla una pena específica (prisión de veinticinco a treinta años) dirigido a un sujeto activo indeterminado (puede ser cualquiera) que realice la conducta típica y antijurídica allí descrita, que consiste en dar muerte a alguna persona, en circunstancias claramente diferenciadas: por encargo o cumpliendo órdenes de un grupo de delincuencia organizada. En consecuencia, comete el delito de sicariato aquel que haya dado muerte a alguna persona porque se lo hayan encargado, como aquel que lo haya hecho cumpliendo órdenes de un grupo de delincuencia organizada. Si la intención del legislador hubiese sido sólo castigar a aquel que perteneciera a una red u organización delictiva previamente constituida, hubiere determinado al sujeto activo, además no habría utilizado la conjunción “o” con la finalidad de establecer dos circunstancias en las que se puede ejecutar la muerte de alguna persona. Así que jurídicamente es desacertado interpretar que el sujeto activo debe necesariamente pertenecer a una red u organización delictiva previamente constituida, para que pueda aplicársele el tipo descrito en esta Ley especial. Una vez establecido lo anterior, esta Sala de Casación Penal decide que efectivamente hubo errónea interpretación del artículo 12 de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada. Esa errónea interpretación, conllevó a la violación del artículo 406, ordinal 1° del Código Penal, que tipifica el delito de homicidio calificado, por indebida aplicación y del artículo 12 de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada, por falta de aplicación. Por tanto, la Sala de Casación Penal estima que es necesario declarar CON LUGAR el recurso de casación interpuesto por la víctima, ciudadana LIUNTI CHIRCO ACEVEDO. Así se decide”. De acuerdo con esta perspectiva, en aquellos casos en los cuales un sujeto ha dado muerte a otra persona, bien sea por encargo de un individuo, o cumpliendo las órdenes impartidas por un grupo de delincuencia organizada, se materializa el tipo penal de Sicariato, establecido en el artículo 12 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada, toda vez que en la descripción de esta norma, se distinguen dos circunstancias bajo las cuales se puede dar lugar a la comisión de este delito: una de ellas ocurre cuando la muerte del sujeto es causada por encargo, y la otra se verifica cuando quien ejerce la conducta material de este delito, ha seguido órdenes de una organización delictiva. Sobre la interpretación efectuada por la mayoría de la Sala, discrepó mediante Voto Salvado la Magistrada Blanca Rosa Mármol de León. Concretamente ésta manifestó lo siguiente: “(…) discrepo de la interpretación que realizó la mayoría de la Sala sobre el artículo 12 de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada, por lo siguiente: (…) considero que la terminología o denominación de Sicario (Asesino asalariado, de acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española), como agente ejecutor del homicidio, no es el único elemento a tomar en cuenta para la aplicación del artículo 12 de la ley especial orgánica, pues, deben ser concurrentes todos los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal, en atención al objetivo o fin de esta ley especial, sobre la prevención, tipificación, persecución y castigo de estos hechos relacionados con la Delincuencia Organizada. Por ello el juzgador tiene el deber de realizar un análisis del supuesto de hecho abstracto contenido en la norma penal, lo que implica la determinación de los elementos del tipo, en sus aspectos objetivos y subjetivos. Así pues, la norma penal que tipifica un hecho ilícito, contiene diversos elementos para que la adecuación del hecho investigado o juzgado sea compatible en todos sus términos con el supuesto abstracto previsto, en atención al principio nullum crimen nulla pena, sine lege, certa, stricta. (…) Determinado el hecho corresponde determinar, si éste coincide o no con el delito objeto de la acusación, que en el presente caso fue el denominado delito de Sicariato, previsto y sancionado en el artículo 12 de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada. (…) Así pues, corresponde determinar en primer lugar quiénes pueden ser los sujetos a quienes va dirigida esta norma. A tal efecto, resulta primordial lo dispuesto en el artículo primero de la mencionada ley, que establece: “Artículo 1.-Objeto de la Ley. La presente Ley tiene por objeto prevenir, investigar, perseguir, tipificar y sancionar los delitos relacionados con la delincuencia organizada, de conformidad con lo dispuesto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y los tratados Internacionales relacionados con la materia, suscritos y ratificados válidamente por la República.” (Destacados de la Magistrada que disidente). Se deduce del objeto de la ley orgánica la especial relación de los hechos delictivos con la delincuencia organizada y a los fines de la identificación de los sujetos a quienes va dirigida esta Ley especial, debe ser tomada en cuenta esta circunstancia, por ello dicha norma se erige como rectora de la aplicación de cualquiera de las normas previstas en la referida Ley especial. Si bien los sujetos activos de los delitos previstos pueden ser sujetos indeterminados, lo fundamental para la tipificación es la relación del delito cometido con la delincuencia organizada, de lo cual se obtiene, que en la comisión de los delitos previstos en esta ley, surge como elemento normativo del tipo la determinación de la existencia de una organización delictiva relacionada con la comisión del hecho. De esa forma, se constituye en nuestro ordenamiento jurídico el concepto de Sicario, quien es un asesino asalariado o a sueldo, cuyo pago proviene de la delincuencia organizada, sea que el sujeto activo pertenezca o no a dicha organización, pero sí es imprescindible que el encargo o la orden provenga “de un grupo de delincuencia organizada”. En este sentido, la partícula “o” disyuntiva, separa las formas en que el agente determinador realiza la propuesta al agente ejecutor, sea por encargo de un grupo de delincuencia organizada o cumpliendo órdenes de un grupo de delincuencia organizada, lo que denota, la relación indirecta o directa con el objeto de la ley; así pues, se puede clasificar la relación con el grupo delictivo, de la siguiente forma: 1.- Respecto del agente ejecutor del homicidio: 1.1.- La Relación será directa cuando el “sicario” pertenece a la organización delictiva como miembro y por eso cumple órdenes dictadas por ella, es decir, ejecuta la orden del mando superior siendo esa su función como célula de la organización criminal. 1.2.- La Relación indirecta será cuando el “sicario” no perteneciendo a ninguna organización delictiva, recibe un encargo por parte de la organización delictiva, es decir, no hay relación de subordinación, es un agente externo al organismo. Contrario a lo afirmado por la decisión de la mayoría de esta Sala, la partícula o, no instituye que el “encargo” provenga de cualquier persona, sino que: 2.- Respecto del agente determinador (sujeto que encarga u ordena al sicario la ejecución de la muerte) debe: 2.1.- Pertenecer al grupo criminal (Relación directa) o 2.2.- No perteneciendo al grupo delictivo, debe haberle solicitado esa ejecución a dicha organización criminal. (Relación indirecta) De esta forma, en el supuesto 2.1, si el sujeto que ordena pertenece a la asociación o grupo criminal, se presenta la comisión del delito de Sicariato en relación directa a la organización criminal. En el supuesto 2.2 que sería de relación indirecta, un particular solicita (encarga) la ejecución de la muerte de una persona al grupo delictivo, el particular no pertenece al grupo y es la organización criminal la que ordena la ejecución a uno de sus miembros (sicario) quien cumple la orden. Así se determina el elemento objetivo del tipo penal que debe poseer la muerte por Sicariato: la existencia y relación del Grupo de Delincuencia Organizada en el hecho. Por ello, normativamente, a los efectos jurídicos del delito previsto en el artículo 12 referido, necesariamente debe ser determinada la existencia de la Delincuencia Organizada, que de acuerdo al artículo 2.1 de la referida ley, se trata de: La acción u omisión de tres o más personas asociadas por cierto tiempo con la intención de cometer los delitos establecidos en esta Ley y obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico o de cualquier índole para sí o para terceros. De lo cual también se deduce, que se debe establecer la asociación criminal organizada, con fines de cometer los delitos previstos en esta Ley, y no para cometer de manera esporádica un delito, es decir, debe existir el previo concierto de querer asociarse por parte de varias personas (más de tres), cuyo objetivo es que dicha organización sirva para cometer varios delitos a fines de beneficio económico o de cualquier índole producido por la ejecución de los delitos. En el mismo sentido, si el legislador hubiere querido que cualquier persona no relacionada con la delincuencia organizada de manera directa o indirecta fuera sujeto de la presente ley, la redacción de la norma establecería “…Quien dé muerte a alguna persona por encargo de cualquier particular…”. Pero es el caso que, incluso si se hubiere redactado de esa manera, siempre será necesario, por el objeto de la ley, la determinación de la existencia y relación del grupo de delincuencia organizada con el delito. Por ello, la muerte por encargo de alguien, solicitada por un particular no vinculado con un grupo de delincuencia organizada, no puede ser subsumido en los supuestos de hechos abstractos de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada, y por ello, ese supuesto de hecho donde no se encuentre relación con Organismo Delictivo que posea las características previstas en esta Ley en el artículo 2.1, sólo puede ser subsumido en los delitos previstos en el Código Penal, con la agravante genérica de la obtención de precio o recompensa previsto en el artículo 77, y aumento de la penalidad que puede exceder del máximo que el delito establezca, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 78 eiusdem. Así mismo, el juzgador debe determinar si en el hecho, a pesar de no haberse podido establecer la existencia de Delincuencia Organizada prevista en el artículo 2.1. de la Ley in comento, deberá determinar la existencia o no de un Grupo estructurado, de conformidad con el artículo 2.2, que refiere al grupo de delincuencia organizada formado deliberadamente para la comisión inmediata de un delito, lo que denota, que sólo fue formada la organización criminal para la comisión de un solo hecho ilícito. En este caso, la relación del agente ejecutor en el caso de homicidio y del agente determinador, es una relación directa a la organización criminal. Por ello debe ser determinada, en el caso del grupo estructurado de delincuencia organizada, de manera concomitante, la inmediatez del consenso entre las personas que forman el grupo (que deben ser tres o más personas, de acuerdo al concepto de delincuencia organizada previsto en la ley art. 2.1. referido) y la inmediatez de la ejecución del delito previsto en la ley especial. Por las anteriores razones considero que no pueden ser subsumidos en el artículo 12 de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada, los casos de muertes mediante precio o recompensa que no determinen la existencia de la organización delictiva que cumpla con las características previstas en el artículo 2, numerales 1 o 2 de la mencionada ley, y de ser así, en ausencia de este elemento objetivo del tipo penal, sólo se puede castigar por el delito de Homicidio Calificado, previsto en el artículo 406 del Código Penal, sumado a la agravante genérica prevista en el artículo 77 eiusdem, en concordancia con el artículo 78 ibidem, y las demás agravantes que el caso concreto amerite”. Desde esta perspectiva, al parecer acogida por la representación fiscal en la causa N° 12-F7-0127-11, el tipo penal de Sicariato previsto en la mencionada Ley especial, no resulta aplicable si la muerte por encargo no se encuentra vinculada con un grupo de delincuencia organizada34, pues conforme a lo establecido en el artículo 1 de esa legislación, el objeto de ese cuerpo normativo ha sido concretamente sancionar los delitos de delincuencia organizada, de manera que si el agente no ha tenido vinculación alguna con esta especie delictiva, no es posible aseverar entonces la aplicación de este tipo penal. Según lo indicó la Magistrada Blanca Rosa Mármol de León, tales hechos podrían configurar por ejemplo el delito de Homicidio Calificado, previsto en el artículo 406 del Código Penal, con la agravante genérica prevista en el artículo 77 eiusdem, en concordancia con el artículo 78 ibídem. Ahora bien, aunque los abogados L E F y R A G acogieron en su acto conclusivo una posición que resulta cónsona con una de las teorías desarrolladas en torno al supuesto de hecho analizado (entiéndase: el dar muerte por encargo, sin que se encuentre vinculada a su comisión algún grupo de delincuencia organizada), llama la atención que los representantes del Ministerio Público hayan considerado aplicable el delito de Homicidio Intencional, previsto en el artículo 405 del Código Penal. (…) En nuestro criterio, si efectivamente los representantes del Ministerio Público consideraban que los hechos objeto del proceso ocurrieron en los términos antes señalados, no debieron invocar entonces la aplicabilidad del delito de Homicidio Intencional, en tanto que tales supuestos fácticos lograban adecuarse al tipo penal de Homicidio Calificado, previsto en el artículo 406 del Código Penal, por la concurrencia de dos de las circunstancias establecidas en el numeral 1, a saber: el haberse ejecutado con alevosía, y por motivos fútiles e innobles. De acuerdo con la Doctrina Institucional35: “Existe alevosía cuando el culpable obra a traición o sobre seguro, cuando el agente no afronta riesgo alguno, ni da al sujeto pasivo la posibilidad de defenderse”. Por su parte, autores como Tulio Chiossone han sostenido que: “(…) Obra <sobre seguro> el individuo que, ocultándose, espera a su víctima para matarla. Eso es lo que llaman los italianos homicidio <per agguato> y en otras legislaciones es el clásico acecho o emboscada”. En el caso que comentamos, se desprende de los recaudos examinados que el agente del delito se aproximó a un lado del vehículo, específicamente a la puerta que corresponde al conductor (en este caso: el ciudadano J N), y profirió varios disparos en contra de éste, ocasionándole de ese modo varias heridas que causaron su muerte. De lo anterior resulta evidente que la posición del tirador (el agente del delito) en este supuesto propició una situación desventajosa para la víctima, quien al hallarse dentro del vehículo y sin arma de ninguna especie, se vio imposibilitado a evadir o repeler la 34 35 En el sentido descrito por el artículo 2 numeral 1 de Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada. Informe Anual del Ministerio Público. Año 1991. Tomo II. Oficio N° DRP-08456. Págs. 330-333. acción del agresor. Adicionalmente, se colige que la víctima fue sorprendida por quien luego le causare la muerte, de manera que no era posible para él prever lo que ocurriría, y mucho menos defenderse de tal agresión. Habida cuenta de lo anterior, es posible inferir que en el presente caso el agente actuó con alevosía, porque como lo afirma el autor Francisco Muñoz Conde: “Lo decisivo en la alevosía es, por tanto, el aseguramiento de la ejecución del hecho y la ausencia de riesgo ante la defensa que pueda hacer el ofendido, de ahí que se estime siempre alevosa la muerte a traición o por sorpresa”36, y ello -a tenor de nuestra legislación- configura el delito de Homicidio Calificado, previsto en el artículo 406 numeral 1 del Código Penal. Aunado a ello, este Despacho considera que -atendiendo a la narración de los hechos efectuada en el acto conclusivo in commento- los representantes del Ministerio Público debieron invocar también la concurrencia de otra circunstancia calificante del delito de Homicidio, concretamente nos referimos a su ejecución por motivos fútiles e innobles, dado que según el dicho Fiscal, la muerte del ciudadano J N se suscitó por razones triviales, a saber: la ruptura de la relación sentimental existente entre la esposa del occiso y el imputado en el presente caso. A nuestro juicio, si la representación del Ministerio Público se encontraba convencida de tal circunstancia -tal y como se manifestó en la acusación interpuesta- los abogados L E F y R A G debían considerar entonces esta circunstancia calificante, dentro del tipo penal aplicable. Además de todo lo anterior, quien suscribe debe destacar que si los representantes del Ministerio Público consideraban que la muerte causada al ciudadano J N, ocurrió en virtud del supuesto encargo realizado al agente por el ciudadano M R, a cambio de una suma de dinero37 (tal y como lo aseveraron en el acto conclusivo), entonces éstos debían alegar además en su escrito la aplicabilidad de la agravante genérica establecida en el artículo 77 numeral 2 del Código Penal, en el cual se dispone que:”Son circunstancias agravantes de todo hecho punible las siguientes: (…) 2. Ejecutarlo mediante precio, recompensa o promesa”. Según lo expresa el autor Tulio Chiossone: “Esta agravante supone que el autor material del delito no tiene motivos para realizarlo, sino que actúa por un interés económico. El precio resulta de un convenio entre el autor y su ejecutor; la recompensa puede resultar de una compensación de servicios entre el autor material y el autor intelectual y la promesa se refiere al hecho de prometer un beneficio de cualquier naturaleza después de ejecutado el hecho punible”38. Por lo demás, atendiendo al modo como el agente arribó y se retiró del sitio del suceso, el conocimiento que éste evidenció tener acerca del lugar y la hora en que podría hallar al ciudadano J N en situación de indefensión, así como también el denominado ánimo pacato o frialdad con la que actuó el agente del hecho en el presente caso, creemos que la representación del Ministerio Público debió evaluar la aplicabilidad de la agravante prevista en el artículo 77 numeral 5 del Código Penal, relativa al “Obrar con premeditación conocida”. Conviene acotar que la exigencia prevista en el artículo 326 numeral 4 del Código Orgánico Procesal Penal, relativa a: “La expresión de los preceptos jurídicos aplicables”, no sólo implica especificar cuál es el tipo penal que se atribuye concretamente al imputado, así como también las razones fácticas y jurídicas que la fundamentan; sino que además de ello, tal requerimiento conlleva a precisar todas aquellas circunstancias que de alguna manera modifican su responsabilidad penal, bien sea atenuando o agravando la pena correspondiente. 36 MUÑOZ, Francisco: Derecho Penal. Parte Especial. 16° ed. Tirant lo Blanch. Valencia, 2007.Pág. 51. Específicamente: Veinte Mil Bolívares (Bs. 20.000,00). 38 CHIOSSONE, Tulio: Manual de Derecho Penal. Facultad de Derecho. Universidad Central de Venezuela. Caracas, 1972.Pág. 165. 37