Una visión espiritualidad caribeña

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El mundo de las creencias
Una visión
de la
espiritualidad
caribeña
RAMÓN CARRILLO ÁNGEL
El dinamismo, la magia, el totemismo, etc.
no poseen solamente un aspecto sociológico,
sino que entran también en el campo de la
creencia, en poder y fuerzas sobrenaturales
y de sentimientos de unión (re-ligio) a ellos.
De ahí que los abarquemos,
junto con la religión, dentro del concepto
“mundo de las creencias”.
(Dittmer, 1960. Citado por Aquiles Escalante
en “Algunas creencias y prácticas religiosas afroamericanas”,
Presencias y ausencias culturales, Corprodic, Bogotá, 1993).
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Conviven y en veces se funden y confunden santería, vudú, kali mai, palo monte,
obeah, orisha, winti, rastafari y espiritismo con pentecostalismo,
confucianismo, fe espiritual bautista, congregacionalismo,
evangelismo, el más rancio catolicismo y, actualmente, la teología de la liberación.
E
ste undívago mar Caribe que nos abraza y nos
sustenta ha sido escenario de una de las más prolíficas simbiosis culturales del mundo moderno.
Expuesto como estuvo a tantas travesías de orígenes múltiples, cuyos intereses se entrecruzaban en
inextricables andaduras, sus aguas vieron surcar deidades, fuerzas sobrenaturales, misterios sobrecogedores, rumbo a las feraces tierras que aquí y allá se
desparraman por su azul inmensidad.
Tratamiento de
enfermedades.
Ilustración de
Theodore de Bry,
1570.
El tambor se
constituye en el
principal instrumento ritual.
Por eso, mujeres y hombres caribeños llevan pegada a su ser una visión maravillosa sobre sí mismos,
su origen, su destino, su hábitat, la vida y la muerte.
Temas todos de la más antigua raigambre desde que
el hombre es hombre.
Esto se evidencia si echamos un vistazo panorámico a las concepciones primitivas de los aborígenes que
habitaban islas y costas continentales antes de la incursión colombina; luego a la intrépida aventura del
almirante de la Mar Océana que trajo consigo la cruz y la espada de Occidente
y abrió el camino al torrente de
conquistadores europeos cuyas creencias e ideas pronto
se expandieron por todos los
territorios descubiertos; después a la impresionante etapa
de esclavitud africana regada
por los campos del Caribe, pobla-
da de miedos, esperanzas, sumisión, rebeldía, y encarnada en sus dioses nostálgicos, sus ceremonias, sus
cantos y bailes, sus palabras encantadas; y por último
a las centurias posteriores iniciadas por el mestizaje
entre las tres razas primigenias, enriquecido con el
aporte de otras muchas migraciones, de mayor o menor tamaño, que sentaron sus reales en estas tierras.
El Caribe se convirtió en terreno abierto, apetecido por todos –quizá como lo fue la antigua Grecia en
sus orígenes–, en zona de confluencia, lo cual permitió que allí
florecieran las más disímiles
creencias anudadas en un hilo
conductor común: el cultivo del
espíritu; anudamiento que hizo posible su convivencia, muchas veces en condiciones harto ásperas
y difíciles.
Así, pues, encontramos aquí
tradiciones espirituales de cuño
cristiano, hinduísta, judáico, islámico y afrocaribe. Conviven y en
veces se funden y confunden santería, vudú, kali mai, palo monte,
obeah, orisha, winti, rastafari y espiritismo con pentecostalismo, confucianismo, fe espiritual bautista, congregacionalismo, evangelismo, el
más rancio catolicismo y, actualmente, la teología de
la liberación.
Estas diversas creencias estaban alimentadas por
situaciones comunes entorno a la enfermedad, la vida
y la muerte. Por ser zona de confluencia, el Caribe
se convirtió en caldo de cultivo para los más variados
gérmenes patógenos introducidos desde lejanos continentes, que aunados a los endémicos de la región,
produjeron en los pobladores terribles estragos.
Como medio para solucionar el problema, ante la
relativa impotencia de la medicina occidental de la época, la población se refugió en sus creencias nativas,
cultivó sus ritos ancestrales y depositó en ellas su fe.
La lucha por la vida ante la enfermedad sacó a relucir
la fortaleza del espíritu y con él combatió denodadamente hasta convertirlo en horizonte interpretativo otorgador de significados, dador de sentido.
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Después del sofocante anochecer, los cuerpos estaban como relajados compartiendo
el alivio de las plantas abiertas entre las pérgolas del parque. Las platabandas, orladas
de bojes, despedían vahos de campo recién arado.
ALEJO CARPENTIER, El acoso
Las enfermedades atacaban primordialmente al
cuerpo, pero la ansiedad, el terror frente a lo desconocido, la disminución de la reserva física, los miedos
milenarios hicieron que se afectara también el alma.
Sin embargo, recurriendo a la más honda raíz de las
creencias, los caribeños cultivaron empecinadamente
sus fuerzas espirituales, consideradas en forma unánime como muy superiores a la materia corporal y capaces, por supuesto, de intervenirla y curarla.
Quizás esto haya motivado el auge de la fitoterapia,
tan intensivamente ejercitada por los indígenas nativos, que consideraban la naturaleza como ser vivo,
poblada de espíritus a los cuales se podía controlar
mediante ritos y que se manifestaban a través de los
vientos, las aguas, el humo, los animales y, sobre todo,
las plantas. Estudiarlas, aprender de ellas y en ellas el
mensaje de los dioses y usarlas para la sanación era
dotar de sentido a la existencia. A ello no era ajena la
innúmera cantidad de esclavos africanos traídos al
Caribe. De allí el extensivo uso de sustancias curativas
extraídas de raíces, hojas, tallos, flores, frutos, y la proliferación de sus correlativos ritos de sanación.
Aun, el cristianismo aportó su grano de arena por
medio de las referencias a seres sobrenaturales, desde ángeles y santos hasta espíritus demoníacos, que
se involucraban activamente en
la humana naturaleza para enderezarla o torcerla o para conceder premios y castigos. La importancia de la religión cristiana, especialmente del catolicismo, amén de las ya manidas alabanzas o críticas a su gestión política y cultural, es insoslayable
por la profundidad de sus efectos evangelizadores y la amplia
cobertura de los mismos.
Dimensionó en el ámbito Caribe otra forma de ser espiritual,
muy diferente de aquellas
autóctonas o venidas del África,
cuyo poder se manifestó no solamente en concreciones sociales y políticas, sino también en
prácticas espirituales armoniosas, metódicas y fructíferas.
La espiritualidad caribeña no queda encerrada,
después de varios siglos, en los recintos sacros sino
que rompe sus diques. En una simbiosis inenarrable
va formando la entidad Caribe, si se quiere la identidad Caribe –aunque sea tema de debate en otras circunstancias y desde otras perspectivas– que se vivencia en las danzas expresivas y, en ocasiones, desenfadadas, en las letras de sus cantos, cadenciosas, plenas de
cuentos maravillosos capaces no
sólo de transmitir sino de producir estados de ánimo, en sus formas de vestir coloridas y frescas.
El tremendo impulso creador de las gentes del Caribe es,
desde mi punto de vista, la expresión vital del espíritu cultivado entre las aguas y el cielo azules, el viento que despierta el
ulular de las arboledas e impulsa la ola hacia la playa y, por encima de todo, entre el horizonte
infinito del mar, del mar Caribe,
y el cielo abierto, que hacen imposible no desarrollar una visión
religiosa y espiritual del mundo.
Danza ritual del culto vudú.
Altar característico
de la santería
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GLOSARIO
Esta es una sucinta descripción de
algunas creencias religiosas citadas y
que no son de común dominio:
VUDÚ: Complejo sistema de ritos,
creencias, principios metafísicos y prácticas respecto de aspectos sagrados, mágicos, iniciáticos y paranormales, cuya
ritualidad – transmitida por vía oral– es
intuíble aunque muy difícil de conocer
y penetrar por su propensión a exaltar
lo imaginativo y fantasioso. Según sus
creencias, entre el Creador y las creaturas siempre habrá una gran distancia,
la cual es ocupada por los Loa, espíritus intermedios (puentes) de naturaleza diversa, capaces del bien y del mal, poseedores de sentimientos y
temperamento benévolos para resolver problemas de
orden práctico si se los maneja adecuadamente, pero
enemigos poderosos en el caso contrario. Como el
hombre se encuentra a merced de las circunstancias,
los Loa están facultados para intervenir en los destinos
de los individuos, sea mediante la manipulación de
sentimientos o de la modificación de las fuerzas naturales; son muy susceptibles a la devoción y a la manera como se les invoca. De ahí la importancia del ritual.
SANTERÍA: está fundada en el sincretismo, la brujería y la espiritualidad. Cree que el mundo se encuentra poblado por espíritus y dioses asociados con los
elementos naturales, comunicados permanentemente
con los humanos y, por esto, capaces de influir negativa o positivamente en sus vidas. Dado que el mundo
de los espíritus y el de los hombres es uno y el mismo,
la brujería es el medio para comunicarse e intervenir
sobre la naturaleza y, así, conseguir la felicidad. Adopta el santoral y muchas historias bíblicas cristianas
asociándolas con deidades y espíritus yorubas.
Diferentes dibujos simbólicos
(vèvè) de los Loa,
espíritus intermedios
de naturaleza diversa.
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CABO CAMARÓN, HONDURAS
Ruta colombina realizada por Mauricio Obregón y Samuel E. Morison en 1963.
Foto tomada del libro The Caribbean as Columbus saw it.
KALI MAI: religión proveniente del sur de la India, recaló primordialmente en Guyana y Trinidad,
alentada por el grupo reformista Siewnarinee, que le
rinde culto a la diosa madre Mariamma bajo la forma
de Kali. Durante las ceremonias los devotos representan Nargums (historias poéticas del Ramayana y leyendas pránicas) acompañadas de cánticos votivos o populares. En ocasiones se celebran ceremonias secretas en
las que, entre parientes y amigos, el oficiante se dirige
a un lugar selvático en donde le corta la cabeza a un
carnero mientras eleva cánticos y mantras en honor de
Kali. Se culmina con la procesión de regreso a casa a
los gritos de “ja Kali Mai”. Allí los espera una gran cena
con cabra al curry y Bhang (cocción de cannabis).
PALO MONTE: resultado de la transculturación de
creencias bantúes con la iniciación de los criollos americanos, especialmente en la región Caribe. Su fundamento es el Nganga, recipiente en el que se aúnan variados objetos y sustancias minerales y orgánicas con el
alma de un difunto o un espíritu escogido por arte adivinatorio, puesto bajo la voluntad del iniciado mediante
un pacto llamado ’Rayamiento’. En el fondo del Nganga
hay un círculo representativo del cosmos centrado en
el sol, cuyos puntos cardinales (N-S-E-O) se corresponden con fuerzas denominadas Nsambi. Todos estos símbolos sagrados se llaman ’Firmas’ e identifican al fundamento. Representan los poderes sobrenaturales y la efectividad de la labor realizada.
ORISHAS: de acuerdo con la santería, son los emisarios de Oludamare (dios omnipotente, padre) que
regentan las fuerzas naturales y los asuntos humanos.
Los principales orishas son: Ochún (gobierna el conocimiento, el amor, la fecundidad, ríos y riachuelos);
Yemayá (madre de la humanidad, fuente de las riquezas, regente de la maternidad, diosa del mar); Eleggua
(mensajero, dios de caminos y puertas); Orunila (dios
de la sabiduría y la adivinación, testigo de la creación);
Echú (encargado de llevar las peticiones a los demás
Orishas y traer sus respuestas); Ogún (dios de la guerra, el hierro y la técnica); Obatalá (dios del norte, padre directo de los otros Orishas, creador del mundo y
el hombre; Obá (esposa de Ogún, regente de vientos
y puertas de cementerios); Changó (dios de truenos,
fuego, relámpagos, danzas y placeres). Cada Orisha
ayuda a mejorar la existencia del hombre y se constituye en la primera línea de protección vital.
La adopción de la fe
cristiana no fue para los
negros esclavos cosa
de devoción, sino más
bien principio de
supervivencia. Para
poder mantener
incólumes sus
creencias los esclavos
que fueron llevados por
los españoles a Cuba,
tuvieron que enmascarar a sus dioses con el
rostro y la sagrada
indumentaria de los
santos y vírgenes de los
conquistadores.
Piedras “mágicas” y
otros objetos, propios
del culto Palo Monte.
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Las orishas Obá y Ochún.
Arte Orisha: Ilustraciones
de Francisco Santos
(Brasil).
Rito del Obeah,
“Torre de Poder”.
OBEAH: es una de las más desconocidas y misteriosas prácticas mágicas provenientes de la tradición
africana. Religión terrestre, velada por el secreto, su nombre significa “poder oculto” entendido como dinamismo que se usa para empoderar las palabras de la brujería, así como formas prácticas de magia y de comunicación con los dioses. Incluye elementos del chamanis-
mo, fácilmente reconocibles, con el propósito de obtener conocimiento. El Obeah se concibe como una “Torre de Poder”, una enorme cripta de conocimiento-poder a la que se accede por vías secretas.
RASTAFARI: defiende la creencia en el Cristo Negro del antiguo reino salomónico de Etiopía, el supremo Adonaí, mandatario espiritual único de todo lo creado. Su genealogía comienza con Salomón y la reina
de Saba (Makeda de Sheba) y su hijo Melenik I. Cree
en las manifestaciones del espíritu de Yo y Yo, en una
manera de vivir basada en las prácticas cristianas de
paz y amor, de hermandad entre hombres y mujeres,
pero: ¡aquí y ahora! y no en un mundo futurible.
Rastafari es el grito que redime de la desigualdad, la
pobreza, la opresión, la esclavitud y de todos los problemas actuales a la humanidad. Se ha arraigado en
Jamaica y extendido a muchas otras partes, sobre todo
gracias al impacto de la música reggae.
WINTI: manifestación religiosa propia de Surinam.
Tiene como símbolos los cuatro elementos (tierra madre, agua, aire y fuego) y actos rituales muy particulares mediante los cuales crea y cuida el equilibrio en-
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EL FRONTÓN DE GUAPÁN, PANAMÁ
Ruta colombina realizada por Mauricio Obregón y Samuel E. Morison en 1963.
Foto tomada del libro The Caribbean as Columbus saw it.
tre las fuerzas conocidas y desconocidas de
la naturaleza. Es una visión filosófica y
espiritual que abarca aspectos religiosos, médicos, mágicos y sociales. La espiritualidad y la magia
juegan un papel preponderante.
Hay magia entre los espíritus de
los elementos y los mundos de
los hombres, entre éstos y la naturaleza, entre los hombres y
sus ancestros. Por ello el Trance es ineludible para establecer la comunicación entre
ellos. El Trance es magia
pero también un estado natural del espíritu que posibilita la unión de lo natural
con lo sobrenatural.
CONFUCIANISMO:
según las analectas atribuidas al pensador chino Kungfu-tze (551-479 a.C.) toda persona puede llegar a ser
sabia si actúa en concordancia con el Li, o normas
regulatorias de las relaciones sociales que las hacen
apropiadas. Estas normas se sintetizan en dos máximas. “No hagas a los demás lo que a ti no te gustaría” y
“Haz a los demás lo que a ti te gustaría que hiciesen
contigo”(ser benevolente). El objetivo de esta práctica es llegar a ser hombre superior (ser
benevolente ejerciendo el Li).
PENTECOSTALISMO: es un movimiento que, desde el cristianismo,
trasciende la pertenencia eclesial
exclusiva y se presenta como signo de la fuerza del Espíritu Santo (Pentecostés); como acción
divina. Es, pues, una experiencia religiosa del suceso
pentecostal originario (léase, en
el Nuevo Testamento, los “Hechos
de los apóstoles”), una espiritualidad fundada en la vida cristiana
primitiva.
CONGREGACIONALISMO:
doctrina protestante que sostiene a
la iglesia local como única y auténtica forma de eclesialidad. La dirección de cada iglesia local reposa en
la asamblea de sus miembros.
BAPTISTAS: denominación protestante que considera a las Sagradas Escrituras como única fuente de fe
y vida. Cada persona, inspirada por el Espíritu, tiene
libertad total para interpretarlas. Sólo pueden pertenecer a la Iglesia de Cristo aquellos que se han bautizado
luego de una profesión personal de fe, es decir, jóvenes
y adultos. El bautismo, practicado por inmersión total
en el agua, no concede por sí mismo aunque sí simboliza la regeneración. La eucaristía como el bautismo
–los únicos dos sacramentos aceptados– no producen gracia, son meramente simbólicos.
La influencia de
Bob Marley y su
música, ha sido
fundamental para
la expansión del
rastafari fuera de
Jamaica.
RAMÓN CARRILLO ÁNGEL,
filósofo y profesor universitario.
Culto Winti,
propio de Surinam.
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