Diego Peris LanzaDigital, Sábado 7 de Febrero de 2015 UN MUNDO FELIZ Leer de nuevo "Un mundo feliz" Diego Peris - 07/02/2015 El MUNDO FELIZ DE HUXLEY 83 AÑOS DESPUÉS. Una edición vintage de Brave New World de Huxley (Un mundo feliz) me anima a releer el libro. Una publicación que tuvo su primera edición en 1932 con un título basado en La tempestad de Shakespeare en ese verso: ¡Oh qué maravilla¡ ¡Cuántas criaturas bellas hay aquí¡ ¡Cuán bella es la humanidad¡ Oh mundo feliz En el que vive gente así. La Casta. La novela empieza con esa descripción un poco agobiante de la gran sala de producción de embriones. La Sala de la predestinación social es el lugar donde se diseñan las personas alfa, beta y los niveles inferiores gamma, o epsilons. Una división de la casta. Los epsilons son la parte inferior de la casta que se predeterminan así con una menor cantidad de oxígeno dice el director Mr. Foster. Los dos personajes, con referencias a Lenin y a Marx son Lenina, una chica “neumática” y feliz y Bernard Marx, un “alfa más” aunque físicamente es de tamaño mediano como si fuera un alfa promedio. Es algo inadaptado social, se consuela con el “soma” y a menudo tiene expresiones de inconformismo. Algunos recuerdan historias antiguas y ahí Huxley muestra sus recuerdos de España. “Oigo el nuevo en la Alhambra, es de primera clase. Hay una escena de amor... Los efectos táctiles más increíbles”. Son extraños rumores de viejos libros perdidos. Pero en el mundo feliz se vive en el Sistema de la Casta. “Bernard (Marx) dio a sus órdenes en el tono agudo, más arrogante e incluso ofensivo de alguien que no se siente a sí mismo demasiado seguro de su superioridad… que se mueve entre la casta como pez en el agua”. “El exceso mental puede producir, para sus propios fines, la ceguera y la sordera voluntaria de la soledad deliberada, la impotencia artificial del ascetismo”. Las palabras pueden ser como los rayos X si se las usa adecuadamente. Las reuniones en el Servicio de Solidaridad juntan a Bernard Marx con Sarojini Engels y Herbert Bakunin. El grupo estaba completo y el círculo de solidaridad perfecto. La reserva Salvaje. La vida en ese mundo feliz tiene su contrapunto en la reserva salvaje donde continúa viviendo gente que no ha sido civilizada. En una segunda parte de la novela Bernard y Lenina viajan a una de las reservas para pasar un fin de semana, en un extraño lugar llamado Malpaís donde viven personas que conservan lenguajes antiguos como el zuñi o el español. Allí se encuentran con dos ciudadanos que tienen relación con el mundo civilizado. Una mujer que se perdió en la reserva cuando el jefe de Bernard estuvo allí de visita y por un error en el método anticonceptivo tuvo un hijo que se llama John, el Salvaje. John ha vivido siempre en Malpaís, educado por su madre en una combinación de religiosidad, de vivencia de las tradiciones de los habitantes del país, y también de la lectura de Shakespeare. Gusta de leer Romeo y Julieta o El mercader de Venecia para sorpresa de Bernard y Lenina. Bernard pide permiso a sus superiores para llevar a los salvajes a la civilización y así poder estudiar su comportamiento y analizar sus reacciones ante la nueva civilización en la que ellos viven. La vuelta a la civilización con el “salvaje” y su madre plantea nuevos conflictos. Bernard es elevado a las alturas o cae de nuevo en el olvido. Tan pronto encuentra el aplauso de todos sus jefes por su nueva actividad como cae en el olvido y se piensa en degradarlo y enviarlo a otro lugar. Bernard y su amigo Watson se sienten lejos de esta civilización “feliz” en la que viven y saben que pronto se va a terminar. Reflexionan sobre su soledad, sobre cómo viven y sus sentimientos. Bernard sabe que pronto le expulsarán del lugar donde vive y le enviarán a zonas alejadas sin las comodidades que ahora tiene. “El minutero del reloj eléctrico por encima de su cama saltó hacia adelante con el clic casi imperceptible. TicTac, Tic Tac, Tic Tac…”. El final de la novela resulta trágico ya que trata de resolver el conflicto entre esa nueva civilización del mundo feliz y la vida que han visto en la reserva salvaje.. Bernard Marx y su amigo Watson son expulsados a las islas, y el Salvaje no puede ir con ellos. John, encuentra un faro en la zona rural de Inglaterra y se va a vivir allí donde quiere tener una nueva vida como un hombre solitario que no acaba de entender lo que está viviendo y adopta un camino de renuncia y ascetismo. Numerosos visitantes quieren verle y se acercan al faro en largas comitivas, entre las cuales está Lenina que sigue enamorada de él. Finalmente sucumbe a una fiesta de sexo y soma y por ello a la mañana siguiente, lleno de dolor y remordimiento se suicida. Resulta curioso cómo los tiempos hacen diferentes los significados de las lecturas. Las palabras, los ambientes, las reflexiones, releídas a la luz de los acontecimientos actuales adoptan un sentido totalmente diferente pero curioso. La casta, el tic tac, los nombres de los personajes, todo parece volver al mundo feliz de Huxley escrito hace, ahora, ochenta y tres años. @LanzaDigital - Entidad Pública Empresarial Diario Lanza [email protected] Ronda del Carmen s/n - 13002 Ciudad Real Tfno: 926 274690 - Fax: 926 274746