Juan Rodrigan «HECHOS CONSUMADOS

Anuncio
CULTURA.
Juan Rodrigan
«HECHOS CONSUMADOS»
JORGECANEPA, C.S.C.
El padre Cánepa nos presenta la obra teatral Hechos
Consumados y a su autor, Juan Radrigán. El juzga que se
trata de una de las obras teatrales más profundas de los
últimos años y destaca cómo un personaje popular
puede elevarse a las alturas de un héroe trágico. Juan
Radrigán queda presentado prácticamente a través de sus
propias palabras que nos descubren su proyecto teatral
y su fidelidad al pueblo.
La obra está incluida en la programación mensual del
Centro Cultural Mapocho.
Cuando la obra Hechos Consumados del dramaturgo Juan
Radrigán se estrenó en Santiago
a mediados de 1981, me llamaron
la atención los importantes comentarios que sobre ella hicieron
algunos de nuestros críticos. Quisiera destacar el de Fernando
Josseau, quien escribió lo siguiente en su columna de El Mercurio: "Nos encontramos ante un
dramatrugo de elevadas aspiraciones, honesto, que escribe sobre personajes populares, humildes, desamparados pero al mismo tiempo los trata con dignidad y
profundidad humana... Radrigán
cala más hondo, perfora la superficie de los hechos... trabaja {sus
personajes) desde el interior, desde el trasfondo de sus almas, de
sus peculiaridades más trascendentes y singulares y es por ello
que nada en su pieza huele a concesión fácil al grueso público".
No pude ver la obra en su temporada de estreno el año pasado,
sino hasta este verano, cuando se
repuso en el Teatro Camilo Henríquez, durante el mes de febrero.
Al término de la función, me pareció haber presenciado una de las
obras chilenas más profundas
que yo había visto en muchas
temporadas teatrales, las que últi-
MENSAJE N' 309. JUNI01982
mamente se han caracterizado
por presentar juegos de creaciones colectivas, tipo divertimento,
con las que el público goza ante
las muy calculadas audacias que
se dicen desde el escenario, o
bien por la insistente reposición
de clásicos del teatro universal.
Sobre Juan Radrigán era poco
lo que conocía, salvo elogiosos
comentarios sobre su Irabajo como dramaturgo.
¿Puede un personaje
popular ser héroe de
una tragedia?
En su artículo sobre "La Tragedia y el Hombre Común", el dramaturgo norteamericano Arthur
Miller se queja de la opinión de alguna crítica tradicional que sostiene que la tragedia está fuera de
las posibilidades de la dramaturgia actual debido quizás a la falta
que hay en nuestro mundo de personajes con las dimensiones heroicas propias de una tragedia.
Dicha critica considera que es difícil que algo trágicamente sublime pueda surgir de los masivos
ambientes de nuestra sociedad
presente. Miller rechaza tal opinión. Todo lo que se necesita, di-
ce, para provocar un sentimiento
trágico sobre el escenario es situar a un personaje dispuesto a
perder su vida con tal de que así
salve su dignidad personal.
Quizás sea un desafio de gran
envergadura para un dramaturgo
actual encontrar el tema, la acción
y los personajes que produzcan
tal sentimiento trágico. Pero creo
que cuando Fernando Josseau
describe a Radrigán como "un
dramaturgo de elevadas aspiraciones" estamos ante un escritor
de peso en el teatro chileno. Hechos Consumados es en mi opinión la obra chilena que más se
ha acercado a ese elevado nivel
que es la tragedia. Es una obra
que podría pulirse más a través
de sus futuras presentaciones.
Pero cuando advierto que sólo escasísimas obras del teatro universal actual, han logrado legítimamente alcanzar o acercarse al nivel de la tragedia, creo que Hechos Consumados está en ese
grupo. Reglas tan clásicas para
colocar un sentimiento trágico puro como la unidad de tiempo, lugar y acción están estrictamente
observadas en la obra de Radrigán.
Podríamos considerar si su
protagonista tiene dimensiones
heroicas.
Una de las condiciones que la
crítica tradicional requiere para
una tragedia es que el héroe sea
un personaje ilustre. Pocos insistirán hoy que un personaje sólo es
ilustre si su dignidad proviene de
un alto cargo público o de su aristocrática condición social. Para
Arthur Miller, el hombre común de
hoy puede ser héroe idóneo de
una tragedia si las circunstancias
de la vida lo obligan a apuntar ha-
269
CUI/L'UKA
cia una meta fuera de su alcance
cuando quiere salvar su dignidad,
hecho que le trae su destrucción
final. Así, en La Muerte del Vendedor, Miller crea a Willy Loman
(Low-man = hombre común)
quien adquiere dimensiones heroicas cuando sucumbe víctima
de las reglas del juego del sistema
capitalista norteamericano. En
Hechos Consumados Juan Radrigán nos lleva a presenciar la
muerte de un poblador chileno en
las circunstancias clásicas de una
tragedia. La obra alcanza por su
forma una cierta universalidad ya
que sus personajes están sumidos en una pobreza ¡dentificabfe
en cualquier parte del mundo donde personas que viven en la miseria luchan por no perder la dignidad a la que el Creador las elevó.
a él. El no reparte las cosas. A lo
sumo las hizo: son otros los que
las reparten".
El diálogo va insinuando que
nos encontramos frente a dos seres dotados de mucha sabiduría
popular acerca de la vida y las cosas. Son dos personas absolutamente distintas: Marta quiere a la
vida como su posesión más preciosa: "Es bonito vivir, la tierra no
tiene la culpa de na; es como una
casa sin murallas, donde hay de
too lo que una necesita, de too lo
que a una le gusta". Irónicamente,
Emilio le replica más tarde, en la
obra, que ella es la presidenta del
comité mundial de la esperanza.
Emilio por su parte está taciturno
Tiene un aspecto siniestro con su
rostro cubierto por un gorro de lana y un andar agresivo. En su mano lleva un garrote. "¿Ustedes
son de por aquí?", pregunta.
"Tengo que saber too". Y sale en
la misma forma brusca con que
entró. Una actitud desafiante asoma en Emilio: "No me gusta la
gente que anda arma, ni la gente
que anda de lao: siempre paran
en violencia", dice.
Pero cuando Miguel vuelve a
entrar momentos más tarde, los
tres conversan y comparten. Sin
embargo, la relación entre ellos
empieza a ser perturbadora pues
a ratos es cordial y a ratos agresiva. Cada uno se define en forma
y descontento desde un comienzo. Pero cambia esta actitud por
entusiasmo cuando Marta le advierte que a ella no la humilla nadie:
más diversa de los otros dos con
cada cosa que dice. Emilio y Miguel se van discerniendo como
dos voluntades opuestas, fuertes
y cerradas. Marta trata afanosamente de tender entre ellos un
puente de ternura pero a medida
que se van acentuando las diferencias, un ambiente de trágicos
presagios comienza a pesar sobre el escenario.
Aunque los tres reconocen las
consecuencias que la miseria ha
tenido en sus personas, sólo Emilio da razones para rechazarla en
forma absoluta. Esto se hace ¡n-
La Obra
Emilio y Marta son dos pobladores sin casa quienes, por una
extraordinaria casualidad de la vida, se encuentran una noche en
un sitio baldío de la ciudad. Son
de esos seres que cuando llueve
se ponen "donde no me moje", como dice uno de ellos. Con frases
cortas y directas, el diálogo comienza poco a poco a explorar
más en profundidad la verdad interior de estos dos seres:
Marta: ¿ Y aónde vivís?
Emilio; Donde me dejan.
Marta: ¿Yqué eraiantes?
Emiiio: Creí que era una persona.
¿Por qué me preguntái tanto? ¿Desconfiái de mí?
Marta: (Lo mira) No, vos no sol malo: tenis ojos de animal botao.
Hacen fuego y calientan te. Se
cuentan algunas anécdotas de
sus vidas pasadas: Marta vivió
con un hombre que la abandonó y
ella lo dejó irse "porque las cosas
del corazón no se arreglan con
palabras porque a la juerza no es
cariño... Una necesita cariño de
verdá, no de mentira, ¿no vis que
una ta viviendo de verdá?"
Cuando Marta se queja diciendo que Dios debiera hacer algo,
Emilio la interrumpe: "No lo metái
270
Emilio: "Ahí sí me gustaste. A uno
pueden paliarle y echarle abajo muchas puertas y uno puede seguir aletia ndo pero si te echan abajo la puerta
de la dignídá, ahí ya no podís porque
entonces ya no soi na, ni siquiera un
derperdicio".
Entra un tercer personaje: Miguel, cuidador del sitio baldío.
MENSAJE M" 308, JUNIO 1982
CULTURA
soportable para Miguel pues presiente que Emilio es más inteligente que él y puede asi volverse
en una amenaza para su autoridad como cuidador. Pretiere entonces recordarles a Marta y Emilio que deben irse del lugar porque el sitio es propiedad privada.
Emilio: ¿Por qué quiere que los vamos ? Esto es un pela ero, aquí no molestamos a nadie".
Miguel: "Yo no sé, yo no tengo na
que ver: él me mandó a decir que no
quería encontrarlos aquí cuando llegara: yo soy mandao".
Y como buen "mandao" Miguel
se afirma en su garrote para hacer
cumplir la orden: "Si no quieren irse por las güeñas, po... {Y blandea el palo), Yo tengo que cuidar
mi pega".
A ratos, cuando brota una solidaridad de la pobreza que tos tres
comparten, las amenazas de Miguel se tornan casi suplicantes:
Miguel: "No es culpa mia, compadre, no me palabree. No soy enemigo
de ustedes: si juera enemigo no staria
aquí conversando",
Emilio: "¿Conoce usted a alguien
que sea enemigo de nosotros? Yo no.
Toos los quieren cien o doscientas
veces más que a su madre... Toos se
pasan la vía peüando por nosotros:
escriben libros, hablan por la radio...
Palabra, nunca he sabio de alguien
que ocupe un cargo que no sea para
servirlos a nosotros las veinticuatro
horas del día... Si toos están en la
misma, ¿quién crestas es el enemigo? Diga po".
Miguel: "No sé. Yo no me meto en
eso, lo único que sé es que si no trabajo, no como ".
Para Emilio esta última observación de Miguel es lo que mantiene a muchos en la miseria. Pareciera que todo el universo de los
pobres viviera como acostumbrado a su suerte. Es contra este
acostumbramrento que Emilio lucha. Sabe muy bien que podrá
cuestionar esta actitud en Miguel
pera difícil será cambiarla. Pero a
pesar de esto decide llevar la situación a su desenlace final aunque no esté muy seguro de cuál
será. Marta y Miguel empiezan a
Mfc NSAJE N° 309, JU NIO 1982
replegarse a medida que Emilio
los presiona:
Emilio: "¿Cuándo comenzaría esto
y por qué? Al principio éramos iguales y partimos pa'onde mismo... Somos hechos consumados, no tuvimos
arte ni parte y los dijeron 'Aquí stán,
vayan pa'líé' pero no los dijeron por
qué tos habían hecho ni a qué teníamos que ir a ese lao que no conocíamos ".
Marta: "¿De qué stái difariando
ahora?"
La acción se vuelve cada vez
más urgente para Emilio. Ante Miguel, Emilio sabe que ya no puede
volver atrás. Quizás ya no pueda
salvar la dignidad del pobre pero
al menos puede intentar salvar la
de Marta y Miguel. Sus palabras
comienzan a punzar la conciencia
de este último, quien se defiende
alarmado:
Miguel: "...hay que cuidar la pega...
¡Cállese, cállese ¡ñor!"
Emilio: "¿A quién ¡está obedeciendo? ¿pa quién ta cuidando too esto
como un perro...? Va a morir botao
igual que su inora..."
Miguel: "¡Me paga...! ¡me paga...!
Uno... uno tiene que tener su patrón...
yo soy como toos..."
Emilio: "¿Pero quién es su patrón?"
Miguel: (acosado) "¡No sé, no sé:
¡déjeme tranquilo! ¡Déjeme tranquilo
¡ñor, por la cresta!"
La seguridad, que es el valor
principal para Marta y Miguel, no
tiene importancia para Emilio. A
medida que el conflicto se agudiza, Emilio va adquiriendo una dimensión superhumana que le da
fuerzas para llevar al menos estos
hechos hasta su consumación.
El autor
Juan Radrigán tiene 45 años y
una muy breve historia como dramaturgo porque comenzó a escribir teatro sólo hace tres años. El
comienzo fue muy rápido: en
1980 escribió su primera obra,
Testimonio sobre la Muerte de
Sabina, y se ía mostró a Gustavo
Meza. Este la leyó, le gustó y se la
pasó a Ana González, quien
cuando también leyó la obra, su-
primió los ensayos de otra que ensayaba en ese momento para
reemplazarla por la de Radrigán.
"Fue así de simple -dice el
autor . No hice viajes, ni escribí
cartas ni tuve largas esperas en
antesalas'.
O i r á Juan Radrigán contar su
historia es en sí una experiencia:
"Mi familia fue de extracto popular. Mi padre era mecánico, pero
en realidad él no cuenta mucho en
la historia porque lo dejamos de
ver cuando yo tenía como seis
años. De ahí, la vida para mi madre, mis dos hermanas, mi hermano y yo se transformó en una serie
de tropezones y continuas mudanzas y vivimos de bote en bote.
No fue hasta que tuve 18 años
que por fin pudimos mudarnos a
una casa.
"Quizás es por esto que prefiero escribir sobre la clase obrera.
Siempre he vivido con ellos y los
quiero a concho. Los conozco por
dentro y no necesito investigar
con visitas los lugares donde viven para conocerlos mejor. Es un
grupo lleno de valores y poesía
que no se expresan por la falta de
palabras o de confianza en si mismos".
"Nunca fui a la escuela o al liceo. No tuvimos tiempo porque
debíamos trabajar desde chicos.
Pero mi madre, Blanca Radrigán,
habia sido profesora y ella pasó a
ser nuestra tutora: nos enseñó a
leer y escribir y lo que se enseña
en la escuela fundamenial. Recuerdo que desde muy joven
-quizás desde los doce-, me encerraba a leer todo lo que llegaba
a mis manos: principalmente novelas pero también historia, ensayos sobre literatura, filosofía. De
teatro nunca leí mucho aunque
me gustan Beckett, Fernando
Arrabal y Adamov. He escrito algunas novelas y algunas poesías,
muchas de las cuales hago tiras
de tiempo en tiempo. Parece que
siempre he estado escribiendo:
no sé yo qué podría hacer si no
escribiera".
"He trabajado en muchos y distintos oficios. Por varios años fui'
obrero textil. Quizás gracias a la
lectura que hice tuve la suerte de
271
CULTURA
ser presidente de sindicatos en
distintos momentos de esa parte
de mi vida. Después del 73 instalé
un quiosco de libros usados con
mucho de lo que tenía en mi biblioteca personal y otros que
compré. Luego adquirí un local
pero después el negocio se puso
malo y tuve que venderlo.
Desde entonces sobrevivo del
teatro".
Considerando la lista de obras
que ha escrito sólo desde 1980,
Juan Radrigán es quizás uno de
los dramaturgos más fructíferos
del teatro chileno. Ese año estrenó en Valdivia, con el grupo de
teatro El Bufo, El Loco y La Triste, obra con )a que viajaron por
Osomo y Temuco.
Ese mismo año escribió Las
Brutas que estrenó en Valparaíso con el grupo El Farol. Luego
nació el grupo actual, El Telón,
que actualmente lo forman cuatro
personas. Este grupo comenzó
sus actividades ese año con otra
obra que el autor había escrito recién: Redoble Fúnebre para Lobos y Corderos, la que se ha presentado mayormente en poblaciones y sindicatos. Es una obra
de corte experimental que curiosamente despierta muy encontradas reacciones entre el público.
Para algunos les produce temor
mientras otros critican que "se
quedaron cortos porque la realidad es mucho peor". La obra se
estrena próximamente en Antofa-
"Hechos consumados 1 : se acerca al nivel de la tragedla
272
gasta con el Grupo El Ancla.
En 1981 colaboró con Gustavo
Meza escribiendo uno de los tres
cuadros que formaban la obra Viva Somoza. El tema que escogió
era el consumismo: una familia
pobre se compra un televisor a
color a pesar de estar muñéndose
de hambre. Este mismo año escribe y estrena Hechos Consumados y a fines de año comienza a
escribir El Toro por las Astas, la
que piensa estrenar en esta temporada de 1982. "Es la obra más
terrible para mí -confiesa-, porque trata de personas que en este
momento esperan que Dios venga y piden milagros".
Pero mientras llega la oportunidad para estrenar la obra, Juan
Radrigán ha preparado un espectáculo con fines educacionales.
Se llama Carreta de Luces y se
compone de tres condensaciones
y adaptaciones de La Vida Es
Sueño, El Burlador de Sevilla y
Fuenteovejuna con monólogos
originales entre obra y obra representados por el Quijote.
Radrigán dice que se pasea por
mucho tiempo con las obras dándole vueltas en su cabeza: "Las
arrastro por semanas pero me demoro poco en sacarlas: en 20 a 30
días termino una obra. En realidad he leído tanto que los personajes se me vienen solos, así que
me siento a escribir no más".
La temática teatral de Radrigán
es la dignidad de la persona. "No
hay una razón profunda -dice-,
que justifique ningún tipo de avasallamiento como el que se ve.
Nada debe hacerse a contrapelo
de la dignidad y si hay que salvarla, que se haga con el menor número de humillaciones posible.
Nos han puesto a todos ante la
naturaleza y ante ella somos todos iguales. Esto del avasallamiento viene desde tan antiguo
que se da como un hecho consumado. Hay situaciones que ya tienen como mucha historia de injusticia encima, lo que les da cierta
lógica para que se acepte a unos
encima y a otros abajo. Es bien inquietante empezar a preguntarse
cómo y cuándo comenzó lodo esto, cómo se produjo. No afecta la
MENSAJE N* 309. JUNIO 1982
CTJLTUBA
dignidad de una persona el que
uno más inteligente esté más capacilado para guiar a los demás,
pero no usar".
Por su postura ante la dignidad
de la persona, Radrigán cuida
que la pobreza que aparece en
sus obras sea una pobreza limpia
en todo sentido: limpia de lenguaje "porque e! pueblo no es grosero"; limpia en el vestuario, aunque
sea uno hecho de pedazos y jirones; por último, limpia de mentiras, sin mensajes insinuados bajo
un lenguaje ambivalente. "Hoy es
posible -dice- hacer un teatro
limpio de mentiras en el que se
escudriña la verdadera verdad
(no la del panfleto) acerca del ser
humano y su existencia. Cuando
uno se acerca a este punto de la
reflexión ya no hay límites porque
todos aceptan y reconocen esa
verdad que emana de situaciones
auténticas. No te pueden prohibir
decir la verdad acerca del ser humano"
Confiesa Radrigán que no tiene
muy claro lo que ha querido decir
con sus obras. "Pero -agrégame identifico con Samuel Beckett
cuando alguien le preguntó qué
quiso decir con Esperando a Godot y él respondió que si lo tuviera
claro no se habría tomado la molestia de escribir la obra".
Esto es muy cierto del titulo Hechos Consumados. "Hay en la
obra mucho que no comprendo
del todo y que no considero como
hechos consumados. Emilio, en
la obra, puede sentirse como un
hecho consumado, pero en realidad no lo es y los espectadores
asisten a un amanecer de la verdad en Emilio. Este personaje no
tiene el suficiente tiempo en el
transcurso de la obra para meditar esta experiencia y hacerla bien
suya, pero jamás podría afirmarse que Emilio ha llegado al punto
del abandono. Ese abandono que
se produce cuando a uno le sueltan las manos y queda flotando en
el vacío. Que los pobres sean hechos consumados desde el principio de la historia es un punto de
vista sólo de algunos pero no para
mi, y es esta verdad que amanece en Emilio, como una grandísi-
MENSAJE N° 309, JUNIO (982
ma perla, un tesoro que él lleva
dentro la que debe aflorar en nosotros mismos, los espectadores.
Cuando un pueblo se duerme no
hay quién lo despierte. Despertará sólo con su propia voz".
Radrigán comienza una obra
concentrándose en el conflicto:
"Hay que desentrañar el conflicto;
luego vienen los personajes a
quienes doy un tratamiento muy
sobrio". De preferencia usa personajes populares porque ve en
ellos cierta pristinidad y está convencido que a la larga serán los
valores de la gente popular los
que sobresaldrán. "Hoy los conflictos profundamente humanos
J. Radrigán: teatro limpio de mentiras, sin
mensajes insinuados bajo un lenguaje
am bivalente
son en realidad los de ellos. Los
conflictos de las otras clases sociales me parecen más bien intelectuales y que quizás pueden resolverse con la ayuda de un boxeador o de un psiquiatra".
La realidad que muestra el teatro de Radrigán no es la de la reproducción exacta "porque eso limita al artista", dice. Prefiere esa
realidad surrealista de lo absurdo.
Es en este tipo de realidad, donde
Radrigán siente que Dios está
muy presente. "Emilio, el protagonista de Hechos Consumados,
ha llegado aparentemente a un
terrible estado de abandono pero
la verdad es que Dios lo ha empu-
jado hasta allí para que a partir de
ese punto empiece a buscar su
salida. Es también en ese punto
donde el personaje debe optar
por dejarse morir o empezar a vivir. Es, por lo tanto, un punto de
inicio y no un punto final. Dios ha
empujado a este hombre hasta
allí para que opte libremente por
su salvación como persona.
Cuando se llega a este punto ya
no resulta recurrir a las salidas tipo parche que sólo postergan el
conflicto".
* Es en este punto donde ya quedan muy pocas movidas por hacer y las que quedan tendrán que
ver con la transformación del protagonista en' algo que espiritual
mente está muy por encima de su
persona. Es la transformación,
siempre dolorosa. del hombre viejo por el hombre nuevo. Toda la
dinámica purificadora de la tragedia se encuentra precisamente en
este punto.
El grupo El Telón no tiene sala.
Ambula por Santiago y provincias. Actualmente el Centro Cultural Mapocho tiene Hechos
Consumados incluida dentro de
su programación mensual.
Mientras funcionaron en el Camilo Henriquez durante febrero,
el propio Radrigán hacia de acomodador y boletero. "¿Es cómica
la obra?" "¿Se ríe uno?", preguntaba la gente que llamaba a la boletería. "Estas son preguntas trágicas hoy -opina Radrigán- porque muchas veces lo que se busca es el chiste incrustado, comúnmente grosero y yo le reprocho al
teatro el no haber tomado una actitud consecuente con los tiempos
que vivimos. Muchos hacen creaciones colectivas sólo para hacer
re ir y en el fondo saben que lo que
impera es la taquilla".
Obviamente todo ese teatro está muy lejos de Radrigán. Al salir
de la función de Hechos Consumados un amigo me hizo este comentario: "¡Qué agradable es-salir de un teatro sintiendo que no
me han metido nada de contrabando. Me siento libre!" Creo que
de ahi parle el respeto que el público siente por el teatro de Juan
Radrigán.D
273
Descargar