“Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia

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“Techo, tierra, trabajo, pan,
salud, educación,
independencia, democracia,
libertad (…) Estas fueron
nuestras demandas en la
larga noche de los 500
años. Estas son, hoy,
nuestras exigencias. (…)
Hermanos y hermanas de
otras razas y otras lenguas,
(…) aquel a cuya mano se
acerque este manifiesto, que
lo haga pasar a todos los
hombres de esos pueblos”.
Cuarta Declaración de la Selva Lacandona
Por un gran movimiento político,
nacional, popular y de izquierda
y por la construcción del poder popular.
En los últimos meses del 2009 un grupo de compañeros que provenimos del MST, junto a la Corriente
Praxis y compañeros de diversas procedencias, hemos trabajado en acuerdos prácticos y políticos para hacer posible la formación de un espacio de izquierda para confluir con aquellos sectores nacionales y populares con los que compartimos un programa de reivindicaciones comunes. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires participaremos en el partido Buenos Aires Para Todos-Proyecto Sur sumándonos a sus tareas y actividades, poniendo el hombro, con la intención de fortalecer una alternativa
política popular al gobierno derechista de Macri. Para fortalecer la lucha popular, para desarrollar un
poder desde las bases, para construir una herramienta anticapitalista y socialista, llamamos a compañeros trabajadores, militantes barriales, estudiantes, intelectuales a trabajar juntos en esta tarea.
02 • MAREA DEL SUR
I. AMÉRICA REBELDE
Nuestra América latina, que parecía olvidar sus mejores tradiciones rebeldes bajo el manto gris de un neoliberalismo triunfante, ha recobrado su
hilo histórico, desplegando la más variada gama de movimientos populares, luchas y rebeliones que desde fin
del siglo pasado y principios de este,
han dado a luz a lo largo y ancho del
continente.
Rebeliones en Bolivia, Ecuador y
Argentina, resistencia a los intentos de
golpe en Venezuela y Honduras, enfrentando gobiernos reaccionarios como en Perú. Luchas populares allí y
acá, en el campo y la ciudad, en los andes y en los trópicos, mineros, docentes, campesinos, pobladores y estudiantes, resistiendo el desempleo, el
hambre, la expulsión y degradación de
la tierra, la privatización de los recursos naturales por grandes empresas
transnacionales, confrontando a las imposiciones del FMI y los organismos de
crédito internacionales que en los 90
impusieron un nuevo estatuto legal de
coloniaje. Allí, en la resistencia al avance del capital, los pueblos de nuestra
América han hecho oír su voz, han alzado su puño y construyen hoy su propia
historia.
nada por la vieja burocracia sindical, las
corporaciones empresarias y la participación activa e indisimulada de los grandes medios de comunicación, intentaron en 2002 un golpe de estado restaurador que impuso a Carmona “El breve”, que no duró ni 36 horas pues se chocó contra las sólidas rocas de la resistenVenezuela: la avanzada
cia popular. Tampoco el paro-sabotaje
democrática y antiimperialista
petrolero, ni el recurso a las urnas medel continente
diante un referéndum revocatorio lograron restaurar los privilegios y prerroLos capítulos más avanzados que gativas de una clase capitalista que se
han logrado los pueblos son sin duda los había quedado con todo, fundamentalde Venezuela y Bolivia, aunque también mente con el petróleo. En la patria de
allí está, con mayores contradicciones, Bolívar nacieron Misiones, el Mercal,
Ecuador. Los gobiernos de Chávez y Evo los Círculos Bolivarianos y los Consejos
Morales expresan un cambio decisivo Comunales, se recuperó el petróleo,
en las relaciones de fuerza y la emer- SIDOR, la empresa Electricidad de Caragencia de un nuevo bloque de poder ar- cas y el polo petrolero de la franja del
ticulado desde las clases populares. En Orinoco; la pobreza disminuyó a menos
Venezuela, los viejos partidos de la IV Re- de la mitad y la indigencia se redujo un
pública, junto a la Iglesia, la Central de 70 por ciento. Pero por sobre todo, el
Trabajadores de Venezuela (CTV) domi- pueblo pobre es dueño hoy de las calles
y las plazas, recuperando el espacio público, alfabetizándose, curándose y dándole un futuro a sus hijos.
Nuestra querida Bolivia, plebeya
y campesina
En Bolivia, por primera vez un indígena es Presidente de la República,
símbolo de la lucha legendaria de los
indígenas y el pueblo pobre por sus derechos culturales, sociales y económicos, trayendo consigo, desde el fondo
de la historia, el eco de la resistencia
pasada de Tupac Katari y Bartolina Sisa, así como de los mineros bolivianos
y la heroica COB, de los sindicatos campesinos, los cocaleros y los pobladores
de El Alto. Evo ganó las elecciones a fines de 2005, luego de los levantamientos contra Sánchez de Losada y Mesa y
tuvo que enfrentarse desde el comienzo al intento desestabilizador de la derecha agromediática, minera y gasífera
que con las banderas de la autonomía
apostó a desestabilizar al gobierno y
preparar un golpe cívico prefectural.
En ambos casos, los pueblos con su
movilización impidieron el triunfo de
la derecha y permitieron con sus demandas el avance del proceso revolucionario, impusieron una Asamblea
Constituyente y por primera vez se dieron una Constitución donde definen al
estado como unitario social de derecho plurinacional comunitario, libre,
independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con
autonomías, asegurando por primera
vez desde la independencia, la defensa
de la diversidad étnica, cultural y territorial que caracteriza al país.
Pero la crisis internacional y los intentos desestabilizadores permanentes, como ahora el golpe en Honduras
o la instalación de las siete bases mili-
lor de las luchas populares, donde una
tendencia propia de los movimientos
sociales exigiendo una mayor participación en la toma de decisiones y del
avance en medidas que afecten el corazón de los negocios de la burguesía golpista y reaccionaria, se chocan con los
límites de un “capitalismo andinoamazónico” que conserva las prerrogativas actuales de las clases capitalistas. Apostamos, en definitiva, al avance democrático impulsado por las
asambleas constituyentes, a la profundización del proceso revolucionario
desde una perspectiva anticapitalista y
a la unidad latinoamericana extendiendo esos procesos a todo el continente.
Romper con la lógica del capital
América Latina se encuentra en
una encrucijada: mientras la flecha política en muchos países apunta hacia la
izquierda y centroizquierda con todos
sus matices, el continente está exigido
por la presión de la economía mundial
a participar en ella como proveedor de
bienes primarios, reproduciendo en su
interior las consecuencias nefastas de
una economía inclinada a la primarización y a la reproducción de una matriz
excluyente y generadora de desigualdades. Neodesarrollismo y neoliberalismo se entretejen en una estructura
incapaz de dar respuesta a la situación
social que viven las masas. El crecimiento de los últimos años, gracias a
los precios de las materias primas, es
un espejismo que permite en la coyuntura disminuir la pobreza, pero que genera en las profundidades del entramado social una mayor concentración
capitalista, desempleo estructural y
una distribución más desigual de la riqueza. Esa lógica de hierro del automatismo económico sólo puede quebrarse mediante un programa conciente de ruptura basado en la movilización y el apoyo popular de todas las
MAREA DEL SUR • 03
Derrotar a la reacción y
profundizar el proceso
tares en Colombia, recuerdan que no
se debe subestimar el poder concentrado de las finanzas, la industria y los
bancos, los medios de comunicación y
las haciendas, que aprovechan cualquier circunstancia favorable para volver a intentar retomar el control del estado. Eso hace recordar que sólo el
avance del proceso revolucionario y
del poder popular puede frenar de manera eficaz los intentos desestabilizadores de las burguesías nativas y el imperialismo.
En ambos casos, se necesita alcanzar medidas radicales que profundicen
el camino ya trazado para avanzar hacia el socialismo. En Venezuela el peligro viene de la burocracia estatal, la corrupción de los cuadros dirigentes y la
formación de una nueva boliburguesía, pero también de las prerrogativas
actuales de la clase capitalista que todavía domina los bancos, la industria y
el comercio. El fortalecimiento de los
Consejos Comunales y la ampliación
nacional de sus atribuciones, del control obrero en las empresas nacionalizadas y privadas, así como la nacionalización del comercio exterior y de los
bancos, parecen medidas fundamentales para impedir la institucionalización y el congelamiento del proceso popular. Un amplio abanico de organizaciones sociales, políticas y de intelectuales venezolanos se esfuerzan para
extender el proceso democrático de toma de decisiones al interior del PSUV y
del poder popular para avanzar efectivamente por el camino del socialismo
del siglo XXI. Es el caso de nuestros hermanos de Marea Socialista, sindicalistas de la UNT, campesinos, pobladores, así como de muchos periodistas e
intelectuales que se han reunido últimamente convocados por el CIM (Centro Internacional Miranda) para debatir las contradicciones y las perspectivas del socialismo en Venezuela.
También en Bolivia las contradicciones del proceso se hacen vivas al ca-
capas explotadas del campo y la ciudad. Romper con el esquema agrominero y la dependencia de la explotación petrolera y gasífera implica una batalla de largo plazo en favor de un nuevo esquema socio-económico, pero
también la adopción de medidas urgentes para capturar las rentas extraordinarias, que permitan un nuevo
paradigma productivo, comenzando
por la recuperación de los recursos naturales, la nacionalización de los nudos
estratégicos de las economías y de los
servicios públicos y el fomento a la producción colectiva, pública y cooperativa, basada en la participación democrática del pueblo en la orientación y la
gestión de las políticas públicas, algo
que no puede lograrse sin afectar la
propiedad y ganancia de los grandes
bancos, industrias y servicios.
04 • MAREA DEL SUR
Honduras: una causa de todo el
pueblo
Las fuerzas de la reacción que anidan en todos los países no son para
subestimar. En Honduras, bajo la cobertura de los poderes civiles, del Parlamento, la Iglesia y las federaciones
patronales, los militares desalojaron
del poder al legítimo presidente Manuel Zelaya, sólo porque no soportaron su imprevisto giro hacia una amistad con Venezuela y su ingreso al
ALBA. Así las fuerzas del pasado impiden que el pequeño país centroamericano se afirme en su presente y alumbre un futuro mejor. Los intereses de
las grandes empresas petroleras y
agroexportadoras son el núcleo económico del golpe. Pero no hubieran
osado sacar al Presidente de su residencia en pijamas sin el visto bueno
del Pentágono, que apoyó descaradamente el golpe y sigue hoy haciéndolo
mientras un tímido Barak Obama, comprometido en negociaciones con los intereses del núcleo duro de los sectores
conservadores, no avanzó hacia una
ruptura de relaciones y embargo económico a la dictadura, aún cuando Micheletti y su séquito han demostrado
una y otra vez que rechazan cualquier
intento de negociación o que maniobran con ella sólo para ganar tiempo y
permitir que unas elecciones fraudulentas sean consumadas y avaladas
por la comunidad internacional. La restitución de Zelaya debe ser una causa
popular en todo el continente, para decirle a las dictaduras y la reacción cívico-empresarial: ¡NO PASARÁN!
Después de la contribución de Lula
a la lucha contra el golpe autorizando
que Zelaya ingrese a su embajada, las
negociaciones para su restitución, las
idas y vueltas de Tomas Shannon, las
maniobras para evitar la restitución,
una sola que da clara: sólo la más amplia movilización del pueblo puede lograr la derrota del régimen de facto. A
la cabeza de esa lucha se encuentra el
Frente Nacional de Resistencia contra
el golpe de estado, que viene aglutinando a todas las fuerzas populares
que luchan contra la sangrienta represión y exigen la restitución de Zelaya,
bregando por la convocatoria a una
Asamblea Nacional Constituyente para reorganizar el país sobre bases democráticas y populares.
El sueño de Bolívar
La unidad latinoamericana ha dado
pasos impensados y hoy existen mayores grados de soberanía que en aquellos nefastos días donde las “relaciones
carnales” eran la moneda corriente. La
formación de UNASUR, el Grupo Río y
otras instituciones regionales, con todas sus contradicciones y límites, expresan esta nueva relación internacional
de fuerzas. Ellas repudiaron la matanza
de Pando y aislaron a los golpistas de
Santa Cruz y la media luna, a la vez que
repudiaron la invasión del territorio
ecuatoriano por parte del ejército colombiano. También se expresó en la imposición de la restitución de Cuba al seno de la OEA, resistida durante décadas
por EEUU, aunque con buen criterio Cuba ha rechazado su ingreso en una organización que sólo ha servido a los intereses imperialistas norteamericanos.
Asfixiada y debilitada por el embargo y
aislamiento económico, Cuba y su revolución siguen resistiendo heroicamente, y hoy, gracias al proceso venezolano
y latinoamericano, está más rodeada y
apoyada que en el pasado.
Es verdad que el ALBA (Alternativa
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) reúne solamente a algunos países de los Andes y el Caribe, pero su lógica solidaria, apuntando a la
creación de una moneda propia, el
SUCRE, y tendiente a la formación de
un espacio para asegurar la soberanía
alimentaria y energética y en beneficio
de las mayorías populares, se ha vuelto un extraordinario instrumento de
propaganda para mostrar que hay otro
camino de integración continental que
no es el del MERCOSUR de los grandes
capitales ni mucho menos el ALCA del
imperialismo yanqui.
Sólo el avance popular y las conquistas socialistas en el terreno nacional asegurarán el fortalecimiento del
ALBA y harán realidad el sueño de Bolívar de la patria grande, la unidad latinoamericana de los pueblos, asegurando una auténtica soberanía regional y una integración sobre principios
de igualdad y colaboración mutua. El
socialismo del siglo XXI presupone la
ampliación de las fronteras nacionales
hacia una integración socialista latinoamericana, lo que exige una arquitectura comercial, jurídica y política común sobre una lógica democrática y
no mercantil.
De Bolívar al Che
La unidad latinoamericana que soñó Bolívar no prosperó, pero se equivocan los que sólo ven en el imperialismo la responsabilidad de todos los males. Porque si algo nos dividió e incluso
nos enfrentó a lo largo de la historia
fue la cerrada defensa de sus mezquinos intereses por parte de las clases dominantes nativas, que buscaron cobijarse como privilegiadas, cada una por
su lado, al calor del comercio y las armas imperiales. Y esa historia se repitió a lo largo y ancho del continente,
durante los 200 años de nuestra independencia. Las burguesías nativas,
agrarias e industriales, jamás tuvieron
un proyecto de nación. Formaron Estados, escribieron constituciones y hasta
se beneficiaron con políticas proteccionistas, pero no fueron capaces de
forjar una vida autónoma, atadas por
el cordón umbilical del mercado mundial a las fuentes centrales del capitalismo internacional. Por eso temieron
a las clases populares, rechazaron impulsar reformas agrarias profundas,
apoyaron golpes militares y prefirieron abrazarse al capital financiero antes que perder sus privilegios a manos
de la creciente insurgencia obrera y popular. Por eso el Che decía que la revolución era socialista o era una caricatura de revolución, y por eso el proceso
venezolano, en su radicalización política, colocó la construcción del socialismo del siglo XXI como una tarea histórica, que recoge las mejores tradiciones de la lucha nacional antiimperialis-
ta, desde Bolívar hasta Martí y Sandino, y anuda en una confluencia natural
la lucha nacional y la socialista en aportes como los de Farabundo Martí, Mariátegui, Mella, Recabarren, el Che, en
gestas como las del México insurgente
de 1910, la Bolivia obrera del 52, el Chile socialista del 70-73, la revolución cubana, la nicaragüense y tantos personajes y páginas gloriosas de la lucha insurgente de nuestra América, que confluyen y son parte de la experiencia
grandiosa y también contradictoria de
las revoluciones en otros continentes y
del movimiento socialista internacional. Nos sentimos, por lo tanto, herederos de esta vasta tradición antiimpe-
rialista y socialista que recorrió el mundo y nuestro continente por más de
150 años, una herencia que algunos
abandonan para acomodarse a los
“nuevos tiempos” con la excusa de sus
errores y fracasos, pero que desde el
origen apuntó a emancipar a la sociedad de las cadenas de la explotación y
la opresión y que escribió páginas gloriosas a lo largo de su historia. Se trata
de aprender y marcar a fuego sus errores, sus desviaciones, sus fracasos, sus
tragedias, no para enterrarlas, porque
la historia nunca comienza de nuevo,
sino para aprender, sacar conclusiones, superar y renovar nuestra batalla
por un mundo mejor.
II. CRISIS DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA Y ALTERNATIVA SOCIALISTA
Crisis económica, social y
ecológica
car un nuevo orden social basado en las
necesidades sociales y en un nuevo concepto del desarrollo y el bienestar, que
entronca con las mejores aspiraciones a
una sociedad sin explotadores ni explotados. Es dentro de este horizonte socialista que debe sostenerse hoy un
planteo radical para enfrentar las consecuencias de la crisis, que apunte a la
defensa del empleo, los servicios públicos, el medio ambiente, la redistribución de los ingresos y un desarrollo sustentable. La propuesta bien puede sintetizarse en la consigna de los movimientos altermundialistas: “Salvar a los
pueblos, no a los banqueros”. Frente a
una crisis global del paradigma capitalista, el bien común, el interés colectivo,
el respeto a la naturaleza y una relación
armónica con ella, la igualdad como valor ético, todos valores que cobija la utopía socialista, son hoy revitalizados y se
vuelven una salida realista, imperativa
para salvar al mundo entero de su propia catástrofe.
Otro mundo es posible
El socialismo quedó en los últimos
25 años lastimado y desacreditado. Si
los ideólogos, comunicadores y propagandistas a sueldo del capital y las grandes potencias lograron un éxito ideo-
MAREA DEL SUR • 05
ciero. Según la FAO, cien millones más
de hambrientos se suman a los más de
mil millones en todo el mundo, resulLas bolsas del mundo parecen es- tado del paraíso capitalista, mientras
tar de fiesta de nuevo. Suben con las los ríos contaminados, la crisis alimennoticias sobre una recuperación de las taria y energética, el despilfarro consufinanzas, aunque el empleo está afec- mista, la contaminación ambiental y el
tado profundamente y se calcula que calentamiento global, dan marco a
pasarán años, sino sobreviene una nue- una crisis civilizatoria, un impasse al
va crisis, para recuperar nuevamente que ha llegado el sistema del lucro y la
el nivel previo a la crisis de 2007. Mien- persecución del beneficio.
tras a nivel ideológico, el consenso neoDesde hace años, con la caída del
liberal ha sufrido una derrota y el muro Muro de Berlín, lejos de presenciarse
de Wall Street no deja de arrojar pie- una era de paz y democracia, el militadra tras piedra al imaginario del libre rismo, las guerras étnicas, las invasiomercado y la democracia norteameri- nes imperialistas y la prepotencia norcana, los bancos y las finanzas son res- teamericana bajo el paraguas de la guecatados y los que sobrevivieron salen rra preventiva se han incrementado.
fortalecidos. Todas las medidas toma- Un sistema globalizado que entrega el
das por los gobiernos centrales, más poder de decisión a las transnacionaallá de una retórica sobre la “interven- les, aparentemente descentrado, conción del estado”, están dirigidas a car- centra las decisiones políticas fundagar la cuenta de la crisis a los sectores mentales, la tecnología, las comunicapopulares. El punto nodal del plan de ciones, las finanzas y, por encima de torescate norteamericano y europeo ha do, el poder militar en las manos de
sido inyectar dinero para salvar las fi- unos pocos.
nanzas y los bancos, algo irónico pues
durante decenas de años, se les ha neNi las opciones neoliberales “regugado beneficios a los trabajadores ba- ladas” ni las keynesianas-proteccionijo el argumento de la lucha contra la in- stas resultan opciones viables para las
flación, el equilibrio fiscal y presupues- clases explotadas. No se trata de regutario. Hoy esos equilibrios se han roto lar, moralizar o corregir al capitalismo
en función de rescatar al capital finan- para inyectarle nueva vida, sino de bus-
06 • MAREA DEL SUR
lógico tan claro se debió a las profundas contradicciones que aquellas sociedades mostraron entre sus aspiraciones y objetivos y los resultados efectivos. Las frías dictaduras que se autodenominaban socialistas no eran ni
igualitarias ni democráticas: reprodujeron desigualdades y opresiones de
todo tipo y no diferían mucho de la sociedad capitalista a la cual decían oponerse. E incluso no había libertades para criticarlas, ni democracia política ni
libertad científica o artística. Eran estados policiales.
Pero ese monstruo llamado estalinismo no tiene nada que ver con la hermosa gesta de la revolución social que
desde 1917 e incluso antes y en todos
los continentes, mostró que la voluntad
de los pueblos puede cortar la historia
en pedazos y los pueblos pueden sobreponerse a la opresión para cambiar este
mundo de raíz implantando una sociedad de igualdad y solidaridad.
Pero si la revolución se pervirtió, la
historia mostró también que sin ella, sin
un cambio radical de las relaciones de
poder, no sólo en la sociedad y la economía, sino también en el estado o, como
decía Gramsci, sin un nuevo tipo de estado, es imposible pensar en ganarle a la
maquinaria de la muerte del poder y del
imperio, única forma que conquistemos otro mundo posible.
Y aunque el socialismo y las nuevas
relaciones sociales hay que ir construyéndolas hoy mismo, día a día, desde
cada empresa recuperada, cada lucha,
cada asamblea, cada barrio, sin esperar la aparición milagrosa que caiga como un rayo en cielo sereno; aunque
conquistemos y acumulemos poder social y fuerza política en las elecciones,
en los sindicatos, en centros de estudiantes, todo ello en definitiva debe
servir y combinarse con la voluntad política de “dar vuelta la tortilla” y desalojar del poder a la clase capitalista.
Si la palabra revolución tiene hoy
algún sentido es el de ofrecernos un
horizonte para una transformación cabal, completa de la sociedad, y no para
lograr un cambio del elenco dirigente.
La política, esa palabra tan desacreditada hoy, debe ser un instrumento para cambiar de raíz esta realidad,
en definitiva, para que gobiernen los
que nunca gobernaron, los explotados
y oprimidos, el pueblo trabajador, los
campesinos, los estudiantes.
Es tiempo entonces de discutir y renovar un proyecto de socialismo que
recoja las lecciones del pasado para poder interpelar a las fuerzas del presente y proyectarse hacia el futuro con luz
propia, para concretar su utopía liberadora y emancipadora.
Ese es el socialismo del siglo XXI al
que aspiramos. Que no se apuren las
derechas de todo pelaje en darle sepultura al ideario socialista, que no entierren prematuramente los sueños y
esperanzas redentoras de tantas generaciones, que ya se ha visto que la historia no ha llegado a su fin y que la lucha de clases sigue rodando…
Movimiento social e instrumento
político
Desde Seatle a Génova, desde Porto Alegre a Caracas, el movimiento social ha sido un factor dinámico fundamental en la renovación de las ideas
contra el sistema imperante. Ha resistido con coraje la debacle del 89. Colocó en la agenda nuevos problemas que
las viejas organizaciones políticas y sindicales habían descuidado o mirado
con indiferencia. El problema del agua,
el medio ambiente, las identidades culturales, los derechos civiles de grupos
marginados, étnicos, de inmigrantes;
de los derechos a la libre sexualidad,
entre tantas otras han sido importantes en las luchas democráticas de resistencia. Ellas se basaron en el debate horizontal y la pluralidad. Inauguraron
una nueva cultura política que renovó
el pensamiento y las prácticas de la izquierda y las fuerzas antiimperialistas
y antisistema. Y supieron defender su
ámbito y criterio ante cualquier intento de instrumentalizarlos desde el estado o los partidos. Surgieron prácticas
autónomas como las del zapatismo y
el MST de Brasil, entre otras. Aún así,
los resultados en términos de cambios
reales y efectivos han sido marginales
fuera de América latina. En ocasiones,
todos esos esfuerzos han sido vistos como un nuevo paradigma de revolución
caracterizado por el rechazo de la política, la revolución sin tomar el poder, la
autogestión de la vida y el horizontalismo como toda organización, que corren el riesgo de cristalizar no ya como
formas parciales a rescatar, jalones en
el camino, sino como subculturas de
militancia apartada de los grandes movimientos de masas e impotentes para
confrontar con un poder político, cultural y militar fenomenal. Las experiencias de Venezuela y más aún de Bolivia por la positiva, y de Argentina por
la negativa, aleccionan sobre los límites del movimiento esporádico, la dispersión y el localismo, trincheras eficaces para resistir pero insuficientes para triunfar. Aspiramos a recuperar la
dialéctica necesaria entre movimiento
social y construcción de herramientas
políticas, que no se basa en fórmulas
fijas sino en instrumentos flexibles determinados histórica y políticamente.
La construcción de un partido o herramienta política, ¿debe necesariamente llevarse adelante subordinando la lucha social? ¿La construcción en
el campo social debe necesariamente
llevarse delante de manera independiente a la acción política institucional? ¿La militancia en una asamblea barrial, la construcción de base territorial
o local, se puede combinar con la lucha
electoral y la construcción de una perspectiva política a nivel nacional?
Se trata, a nuestro entender, después de la larga noche neoliberal, de un
esfuerzo importante en la reconstrucción del ideario y cultura popular, de lo
social, lo sindical, del imaginario, las
perspectivas y la autoorganización de
millones con una perspectiva socialista
para lograr cuestionar los puntos nodales, determinantes del poder de la clase
dominante. Las experiencias del movimiento piquetero, barrial, las asambleas, los sindicatos, son imprescindibles. No hay insurgencia sin movimiento popular insurgente. Pero sin anudar
las insurgencias, sin construir antagonismos que puedan disputar y ser alternativa en el debate nacional, nos alejamos de las grandes mayorías y nos resignamos a una resistencia local. Ayudar a dar forma a nuevos instrumentos
políticos es imprescindible para recupe-
rar la perspectiva de totalidad, abandonada por la filosofía posmoderna en
pos de las fisuras, los intersticios y lo
fragmentario. Las luchas y rebeliones
en nuestro continente lo demuestran.
Las batallas se dan afuera y adentro de
las instituciones, que también se ven
atravesadas por el conflicto.
La política revolucionaria no se localiza aquí o allá, se da en todos los terrenos y superficies. No hay autonomía eficaz sin las grandes mayorías populares, que tienen sus historias, sus
organizaciones, a las que no darán la
espalda para abrazar experimentos
desconocidos. Así también, rechazamos la instrumentalización que muchas veces fomentan las organizaciones y partidos políticos de esas luchas,
queriéndolas direccionar hacia fines
puramente partidarios, lo que inexorablemente lleva a la división y la derrota. Una nueva hegemonía se sitúa tanto en lo local como en el plano nacional, regional e internacional. Es inconcebible sin el acervo de la lucha política estratégica, que anude los objetivos
de largo plazo con los giros de coyuntura, que reactualice el abecedario de
la intervención política, la táctica, el
frentismo y enlace los espacios de autogestión social con una estrategia conciente de lucha por el poder.
Renovar la política de izquierda
¡Socialismo nuestro y americano!
Aspiramos a un socialismo revolucionario, que no se detenga a las puertas del poder y la propiedad y se incline
con servil reverencia ante ellos ni sea
indiferente ante cualquier manifestación de opresión y dominación. Que
sea profundamente antiimperialista y
logre la tan ansiada unidad latinoamericana, que no será otra que la de los
pueblos emancipados.
Aspiramos a un socialismo democrático, porque el Socialismo no puede
ser decretado por ningún estado o por
algún partido, sino que sólo puede germinar y crecer mediante la participación activa y conciente de las mayorías
sociales, la energía, la imaginación, los
sueños, las pasiones y la creatividad de
las masas y de la clase trabajadora.
Buscamos un socialismo humanista que no puede estar fundado en criterios productivistas y mercantiles, sino que debe alentar el desarrollo productivo, industrial, tecnológico y material, sin darle la espalda a su gran objetivo histórico que es la desalienación
de los seres humanos, el desarrollo de
la cultura, la expansión del tiempo libre y el goce pleno de las relaciones humanas. Un socialismo que potencie y
desarrolle las subjetividades y los sueños de todos.
Queremos forjar un socialismo ecologista, porque frente a la destrucción
del medioambiente por la irracionalidad capitalista, es la primordial tarea
de la humanidad salvar al planeta de la
voracidad mercantilista que destruye
el mundo mismo. En la conexión armónica con la naturaleza, en la interacción preservativa de ella está el destino de las futuras generaciones. La contaminación, el calentamiento global y
todas las manifestaciones de destrucción del medio ambiente son el resultado de la propia lógica capitalista, con
su expansión ilimitada e irracional del
consumismo, que derrocha recursos
de manera ilimitada y empuja a la sociedad a encontrar una felicidad ficticia en el consumo permanente y el goce hedonista e individualista.
La alarma ya se extiende por toda
la opinión pública mundial y afecta los
programas nacionales incluso de las
grandes potencias, que aquí y allá ensayan alguna reforma, pero sobre todo
envían las industrias contaminantes a
los países periféricos. Pero no hay muchos parches disponibles, mucho menos tiempo ilimitado, para darle solución. Tampoco la nacionalización de
los medios de producción es una garantía contra el ecocidio. El paradigma
desarrollista de los socialismos del pasado en consonancia con las tendencias de su época fue tanto o más predador que el capitalismo. En esto, como en otros temas, debemos renovar
e incluso inventar un nuevo paradigma
socialista. Hoy un proyecto socialista
es inseparable de una activa política
MAREA DEL SUR • 07
Esto nos lleva necesariamente a la
cuestión de la política. Convertida en
mala palabra por la privatización del
poder y el vaciamiento del estado como lugar de conflicto, los partidos políticos del establishment fueron vaciados y hoy no son más que aparatos profesionales, regidos por el marketing publicitario y comandados por tecnócratas siempre dispuestos a escuchar el
susurro de los poderosos pero nunca
el rugido del pueblo en las calles. Algunas tendencias de moda creen poder
confrontar al sistema político absteniéndose de dar pelea en ese terreno,
como si los pueblos eligieran libremente dónde dar las batallas.
Para desafiar y superar el poder de
las clases dominantes, se requiere una
alternativa sistémica y coherente, así
como el poder de imponerla y la capacidad para hacerla resistir a los embates del imperio. Ello requiere un sólido
bloque social y político que la sostenga
y los pasos y alianzas correspondientes al logro de ese objetivo. Libre tanto
del mito de una minoría de profesionales revolucionarios con un buen programa y consignas, así como de la más
trillada perspectiva de reformas sucesivas y contemporizadoras con los poderosos. Libre también de la falsa esperanza de que una sucesión de revueltas aisladas puedan espontáneamente
desembocar en una gran transformación o que alumbremos un mundo nuevo sumando una a una, islas de autogestión al margen del conflicto y de un
proyecto de mayorías.
Una nueva izquierda está reñida con
la idea de una secta iluminada, autoproclamada vanguardia por los tiempos
de los tiempos y por fuera de las luchas
vivas y reales. Debe guardarse también
de una política sin política, diluida en lo
fragmentario de lo social y en lo heterogéneo de la práctica inmediata.
Buscamos una nueva praxis política, articulada desde la actividad viva y
concreta de millones, que integre la diversidad y la pluralidad de perspectivas del campo popular y de lucha, y sea
capaz de construir una herramienta política, un partido o movimiento de grandes mayorías, con objetivos claramente antiimperialistas, anticapitalistas y
socialistas.
de protección del medio ambiente y el
buen vivir del pueblo.
Aspiramos a un socialismo de los
trabajadores y explotados, base fundamental de la explotación capitalista
y de la reproducción de las relaciones
sociales opresoras. Así como la agenda
del marxismo del siglo XXI debe incorporar la liberación de las minorías, la
defensa del medio ambiente, la multiplicidad de sujetos y formas de lucha
anticapitalista, no puede invertir la
ecuación y olvidarse o ser indiferente a
la lucha de los trabajadores como tan-
tas izquierdas posmodernas que han
abandonado a los trabajadores a su
suerte e incluso el lenguaje de la lucha
de clases. La cuestión étnica, de género y de las minorías oprimidas, sin confundirse ni subordinarse, están íntimamente relacionadas y conectadas con
las nuevas formas de apropiación de la
ganancia por parte del capital y son objetos de una doble explotación, que recuerdan a más de uno la centralidad
decisiva que en el mundo de hoy adquiere para la sociedad la relación capital-trabajo.
Bregamos, por último, por la lucha
activa por la igualdad de género, el reconocimiento y defensa de las diferencias
y los derechos legales consecuentes.
Siendo las mujeres la mayoría de la población mundial, son quienes más sufren no sólo por la explotación capitalista, sino también porque estamos sumergidos en una sociedad machista y
opresiva. Por eso buscamos un socialismo libertario, que aspire a la igualdad y
al respeto por los derechos de las mujeres, al despojo de todo tipo de opresión
o violencia sexual y de género.
08 • MAREA DEL SUR
III. ARGENTINA: LOS DESAFÍOS DEL MOVIMIENTO POPULAR
Nuestro país fue parte fundamental de las nuevas tendencias que se
abrieron en el continente como consecuencia de las luchas y rebeliones populares contra los gobiernos neoliberales. Las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001 fueron un hito histórico, emparentado con el llamado octubre boliviano de 2003 que derrocó a
Gonzalo Sánchez de Lozada y luego la
lucha popular que derrocó al presidente Mesa, la insurrección popular del 21
de enero de 2000 que derrocó al gobierno de Mahuad en Ecuador y luego
a Lucio Gutiérrez en 2002, entre otras
rebeliones en el continente. Esta rebelión popular marcó con trazos indelebles a una generación de la nueva militancia que creció conforme lo hacía la
resistencia al menemismo primero y al
gobierno de la Alianza después y que
fue protagonista de aquellas jornadas.
La caída de un gobierno constitucional, no por el ruido de sables y tanques, sino por el hartazgo popular,
mostró la profundidad de la crisis, el
hondo descontento de todas las clases
populares y selló de manera definitiva
la suerte de las políticas de ajuste permanente dictadas por el FMI y aplicadas por gobiernos dóciles y afines al recetario neoliberal. La confiscación de
los ahorros, el achique de los presupuestos de salud y educación, la rebaja
de salarios a estatales, el congelamiento en salarios de miseria de los habe-
res jubilatorios, un desempleo mayor
al 25 por ciento, la represión y el desconcierto de un gobierno que no atinaba más que a mendigar nuevos préstamos al FMI y a enviar la gendarmería a
las rutas, dieron alimento a la rebelión
popular y golpearon al sistema político
partidario que le dio sustento durante
años. Así vimos desarrollarse nuevas
formas de organización y de lucha, como los movimientos piqueteros, las
empresas recuperadas y las asambleas
populares, novedosas formas de lucha
desde las bases que incentivó la lucha
por las demandas postergadas durante tantos años.
Pero la crisis del movimiento popular que resistió a la defensiva durante
más de 10 años la fragmentación social y política producto de las derrotas
pasadas, no podría revertirse de un día
para otro. Una alternativa popular amplia y de masas no podía aparecer como por arte de magia. Así el sistema político, y sobre todo el partido del orden
que había quedado menos golpeado
por la crisis, el PJ, logró de a poco reconducir el sistema económico y político hacia lo que llamaron “un país normal”, evitando que en nuestro país
alumbrara un proceso de radicalización popular parecido al de Venezuela
o al de Bolivia.
La devaluación y la pesificación asimétrica permitieron la recuperación
de las tasas de beneficio y el salvataje a
los bancos, heridos de muerte con el
corralito. El plan jefes y jefas de hogar
dio un respiro a las familias más desesperadas y evitó el auge de saqueos y levantamientos del hambre. La convocatoria a elecciones después del asesinato de Kosteki y Santillán, descomprimió la situación y reencauzó la crisis hacia una salida electoral.
Un cambio en la relación de
fuerzas
Pero algo había cambiado en el país
definitivamente. Al salir a las calles, el
movimiento popular impuso una nueva
relación de fuerzas. Ya no se podía gobernar con más ajuste y represión. Por
eso el kirchnerismo para presidir la nación sin temor a escuchar desde la casa
Rosada un nuevo clamor de cacerolas,
debía subirse a la ola y tomar en parte la
agenda instalada por la movilización popular. Así, tomando desde arriba demandas populares y reorganizando el
Estado, asumiendo algunas exigencias
coreadas en las calles, lograron canalizar la crisis. La presidencia de Néstor Kirchner y luego la de Cristina Fernández
no son la expresión genuina de aquella
rebelión popular, sino la que mejor leyó
la situación y logró conducirla, institucionalizando las demandas populares y
desactivando la movilización. Lograron
llevar al palacio lo que antes estaba en
la calle. El primer producto de esta rea-
decuación fue la anulación de las leyes
de impunidad y el cambio de la Corte Suprema.
También se operó un cambio en las
relaciones de fuerza al interior de la clase dominante. Lo que alumbraba era un
estado y una institucionalidad que expresaban una nueva relación de fuerzas, distinta de la que dominó la economía y la política en los 90. Ahora el sector exportador del agro y la industria pasaron a ser hegemónicos en el nuevo
bloque de poder, acompañados por la
burguesía mercado internista. La devaluación hizo descender el salario en dólares lo que favoreció la inversión del capital. Pero el aumento de salarios por
decreto, la reactivación de las convenciones colectivas o la incorporación de
un millón y medio de jubilados sin aportes fueron la expresión de que ese nuevo bloque debía establecer compromisos con los trabajadores. No pasó en vano diciembre del 2001. La intervención
estatal vino a asegurar esa integración
débil, desigual y subordinada de los trabajadores a la gobernabilidad, y les aseguró a la nueva administración un apoyo importante de las clases populares y
la desactivación relativa del conflicto social. Pero el crecimiento económico, el
ingreso al mercado laboral de más de 3
millones de trabajadores, el aumento
de la masa salarial total y el descenso de
la pobreza que se dio hasta fines del
2007, vino acompañada sin embargo
de su contrario: un aumento de la distribución desigual y regresiva de la riqueza, porque los ricos son hoy más ricos,
aumentando la brecha social.
Fueron estos rasgos contradictorios
los que llevaron a unos a apoyar al gobierno, y a otros a ejercer una oposición
irrestricta que le hizo el juego a los sectores más conservadores y de derecha.
Elementos de continuidad
La derecha restauradora
En todo el continente la derecha
quiere su revancha. Puesta a la defensiva por el ascenso popular, la derecha intentó desestabilizar en Venzuela, Bolivia y dio un golpe en Honduras. En todos los países resiste, junto las corporaciones empresarias y los grandes medios de comunicación, cualquier medi-
da progresiva que pueda afectar sus ganancias. Los partidos de la oposición como los de Macri, la Carrió, Reuteman o
Cobos, se han sumado al coro de de la
UIA, la Sociedad Rural, la SIP y otras instituciones que con la excusa de la defensa de la libertad de expresión y la seguridad jurídica, vienen sosteniendo un
programa económico-social restaurador. La UIA comenzó una campaña de
presiones a favor de una nueva ronda
devaluatoria y amenazando con despidos para frenar cualquier reclamo salarial. También contra la intervención estatal en las empresas con acciones de las
ex AFJP ahora en manos del Estado. Techint, orgullo y símbolo de “los empresarios nacionales” denunció la “ingerencia estatal” en TGN y utilizando la nacionalización de Sidor en Venezuela, denunció una imaginaria “chavización”
del gobierno kichnerista. La burguesía
agraria, representada por la mesa de enlace, y fortalecida por el conflicto del
2008 y el apoyo que supo tener de las
clases medias, presiona día a día para liquidar las retenciones y obtener nuevos beneficios, esperanzados con un
Congreso Nacional que desde el 10 de
diciembre les sea más favorable. No les
basta con la creación de un ministerio
de Asuntos Agrarios ni con los subsidios
aplicados. Ellos pretenden la libertad de
mercado, aún a costa del aumento de
los precios de la canasta alimentaria y
del desfinanciamiento fiscal.
Las clases medias de las grandes
ciudades han dado un vuelco político
desde los primeros días del gobierno
kirchnerista. Han acompañado las políticas de la Sociedad Rural y la CRA, y en
las grandes ciudades una combinación
de conservadurismo, anti-peronismo
histórico, pero también desconfianza
progresiva hacia el aparato del PJ, fueron minando aceleradamente su apoyo al gobierno.
El responsable del crecimiento de
la derecha, la presión de los lobbys empresarios y los medios de comunicación, la pérdida de base social y la caída del 28 de junio es exclusividad del
mismo gobierno. El curso de la situación actual, donde los partidos de la
oposición de derecha alcanzaron mayoría electoral, se debe a la incapaci-
MAREA DEL SUR • 09
Que la matriz socio económica sea
diferente hoy que en los 90, no significa creer que muchos de los elementos
fundamentales que caracterizaron a la
economía de los años 90 siguen en pie
e incluso fueron rescatados o reforzados por el gobierno actual. El proceso
de privatización no fue reconsiderado
a pesar de las causas judiciales que indican la enorme pérdida que significó su
venta, más allá del escandaloso y fraudulento proceso por el que se consumó. Las telecomunicaciones y servicios públicos son un caso, pero quizá el
más emblemático de todos sea el de
YPF, que poseía reservas y activos cuantiosos y que se vendieron cuando el
precio del barril estaba cerca de los 15
dólares. Argentina tuvo el raro privilegio de ser el único país que entregó un
recurso estratégico como el petróleo.
La situación de la minería es todavía
más escandalosa. Además, carece por
completo de un plan de desarrollo industrial de largo plazo, promovió el
proceso de sojización y permitió el control de la comercialización y exportación a un puñado de empresas monopólicas. Hoy el estado carece de instituciones que permitan tomar el control del proceso productivo y de comercialización. Ni siquiera ha estado
dispuesto a reconsiderar la vuelta a la
junta nacional de granos y carnes frente a las presiones inflacionarias exteriores. Respecto al esquema impositivo es tan regresivo como antes, como
lo demuestra el récord mundial del impuesto al consumo, el IVA, que afecta a
los sectores populares. Ahora, luego
de haber insistido en que el FMI no nos
impondría condiciones y que no se les
pagaría a los holdouts, se han retomado las negociaciones para “abrir los
mercados”, medida que han apoyado
todas las bancadas de la oposición de
derecha en el parlamento. En vez de someter la deuda a una auditoria, de
acuerdo al fallo del juez Ballesteros y a
lo actuado en Ecuador, el gobierno se
acomoda al capital financiero, al que ni
siquiera le impone un impuesto a la
renta financiera.
10 • MAREA DEL SUR
dad del proyecto oficial de despertar
entusiasmo y vitalidad en las masas populares. Lo que diferencia a la Argentina de Bolivia y Venezuela no es el carácter, contenido y disposición de combate de la derecha que se apoya en
enormes sectores conservadores de
las clases medias y altas, sino en la incapacidad para despertar entusiasmo y
oponer al frente neoliberal y de derecha, un movimiento popular de masas
capaz de dar batalla y dejarla a la defensiva. Timorato para tocar los intereses de las grandes empresas, enemigo
de modificar el sistema impositivo regresivo y carente de iniciativa para plasmar en la vida cotidiana de millones de
argentinos una marca indeleble como
la que en su momento Perón había trazado con medidas reparadoras, cayó y
sigue cayendo bajo los golpes de los
grupos económicos a los que jamás quiso afectar seriamente. Por ese motivo,
hoy, luego de casi 7 años de política
kichnerista y de crecimiento a tasas del
8 y 9% el país no ha logrado remontar
índices sociales más allá de la década
del 90. Con la crisis ellos han incluso comenzado a descender. La Asignación
por hijo es un paso adelante importante, pero sin cambiar la matriz estructural de un país donde la cúpula económica se sigue concentrando y donde
sectores altos acumulan mayores ingresos mientras la presión impositiva
recae sobre la gran mayoría de la población, ninguna medida reparadora
puede cambiar en el largo plazo el sentido regresivo que desde el ‘76 viene
mostrando la economía.
Los sectores medios progresistas
que le habían dado su apoyo en un comienzo, se sintieron defraudados con el
curso pejotista del mismo, así como el
haber enterrado su proyecto de transversalidad. Denunció al FMI como el responsable de todos los males, pero ahora vuelve sin pena ni gloria. Impulsó la
asignación universal por hijo, que reclamaban la CTA y muchos otros sectores,
pero no toca el sistema impositivo y los
fondos deberán salir de la ANSES, mientras el 82 por ciento móvil se aleja cada
vez más del horizonte. Se recuperó Aerolíneas Argentinas pero vetó la ley de
glaciares por exigencia del gobernador
Gioja, favoreciendo a la Barrick Gold y
las empresas mineras contaminantes.
Se votó la ley de medios “para que todos podamos hablar”, una exigencia de
muchos movimientos sociales durante
años, pero se impulsa una ley de reforma política que busca reconstruir el bipartidismo silenciando las voces de los
nuevos partidos.
te que ha formado su sindicato y lucha
por su reconocimiento mediante una
estrategia claramente combativa y al
mismo tiempo inteligente que ha logrado sostener en el tiempo las conquistas de los trabajadores, así como
otras experiencias recientes, como los
trabajadores de Kraft Terrabusi o los
petroleros de la patagonia. También
en el movimiento estudiantil surgieron
Por una alternativa nacional,
nuevas conducciones en los centros,
popular y de izquierda
sobre todo en la UBA con el derrumbe
de la Franja Morada y la recuperación
Para confrontar con los núcleos fun- de la FUBA por parte de fuerzas de izdamentales del privilegio, del capital quierda. Las empresas recuperadas
concentrado y la derecha recalcitran- han tendido a agruparse en confederate, hace falta poner en pie un gran mo- ciones y lograron la tenencia provisovimiento nacional de los trabajadores ria como en los casos del Bauen o Zay el pueblo. El peronismo cruzado por non, fortaleciendo las posiciones lolos intereses de bancos, mineras, gradas en su lucha por una ley nacional
agroexportadores, basado en una ma- definitiva de expropiación.
quinaria clientelar de punteros, asoLos movimientos sociales han sido
ciados a la mafia policial en la corrup- así, un factor constante en la vida políción, dominado por barones provin- tica del país, pero han sido inmaduros
ciales dueños de tierras, diarios y me- para unir la demanda social con la ludios, plagado de intereses capitalistas, cha y organización política, y edificar
no es la sombra de ese movimiento po- sobre esa base una alternativa a los viepular y plebeyo que en un tiempo fue, jos partidos del sistema. Los intentos
aún con todas sus contradicciones. Pa- de crear terceros partidos como el
ra dar vuelta la situación hace falta nue- Frente Grande y el Frepaso desde la
vas alternativas.
centroizquierda lejos de ofrecer una alLos movimientos sociales han sido ternativa fueron fagocitados en la
un factor importante en la resistencia Alianza, una debacle que reclama un
anti-neoliberal, y aunque algunos han balance y una superación de proyectos
decaído como las asambleas popula- que no aspiran más que a remendar el
res, empresas recuperadas y movi- régimen político y social. El zamorismo
mientos piqueteros han permanecido fue una vana ilusión, ante la carencia,
bajo otras condiciones. La creación de muchos militantes se refugian en su
millones de puestos de trabajo ha for- parcela y el movimiento social queda
talecido a las organizaciones de traba- atomizado y a la deriva.
jadores. Durante el menemismo surPero también comenzaron a asogió la CTA como un reagrupamiento de mar procesos que abren nuevas espesindicatos que siguieron confrontando ranzas. Luego de años de maduración,
a la defensiva las políticas neoliberales sectores de la CTA, vinculados a Clauy conquistó posiciones en la lucha por dio Lozano y Fabio Basteiro dieron un
el derecho a la sindicalización, que con paso adelante en su proyecto de conel fallo de la Corte Suprema de Justicia formar un movimiento o partido, basaeste año son pasos adelante en la rup- do en sus propias bases de trabajadotura del monopolio de la representa- res; sentando las bases junto a Pino Soción obrera por parte de la burocracia lanas y el PSA para la conformación de
de la CGT. A este movimiento se le han Proyecto Sur. En las pasadas elecciosumado en los últimos años tenden- nes, encabezado por Pino Solanas, Procias, aún incipientes pero significati- yecto Sur supo dar una batalla de ideas
vas, de organización por la base de nue- frente a la macrista Michetti colocanvos delegados y comisiones internas, do en la agenda la recuperación de los
como el cuerpo de delegados del Sub- recursos naturales, la nacionalización
del petróleo y el relanzamiento de la
obra pública a partir de la reconstrucción del ferrocarril que le valió un apoyo popular significativo. Esto muestra
que sectores de las clases medias pueden ser convocadas y seducidas por un
proyecto nacional y no ser carne de cañón de la derecha liberal y conservadora. Así lograron instalar lo que desde
la izquierda sostuvimos con insistencia: la formación de una amplia coalición a la izquierda del kirchnerismo.
Desde la CTA también se ha tomado la iniciativa de promover la Constituyente Social, permitiendo la creación de un espacio de debate y organización que permita la confluencia no
forzada entre los sectores sindicales y
sociales y las instancias políticopartidarias, evitando de esta manera
que las construcciones políticas sean
simples cáscaras vacías de militancia
social y adquieran una lógica puramente institucional y electoralista, y
también que los movimientos sociales
cristalicen ajenas a la lucha políticoinstitucional, en una dialéctica no siempre fácil, compleja, cargada de tensiones, que requiere respetar la autonomía de cada ámbito pero la única vía
posible para ir construyendo herramientas políticas propias de los trabajadores y los explotados.
nir no repita ese divorcio dramático que
la enfrentó y la colocó en la vereda de
enfrente del movimiento popular.
Nuestro aporte desde Buenos
Aires Para Todos-Proyecto Sur
Existe un común denominador con
amplios sectores populares que son
los que empujan a la confluencia y al
trabajo compartido hoy en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. Elementos democráticos, nacionales y antiimperialistas que ganaron publicidad y
consenso desde el argentinazo del
2001: el rechazo al FMI, la nacionalización de las más importantes empresas
de servicios públicos y el petróleo, la
defensa del medio ambiente contra las
mineras, la eliminación del desempleo
y la pobreza y la distribución de la riqueza, y un cambio profundo del sistema impositivo, y que son la base de
una plataforma popular. Una agenda
de este tipo va directamente al punto
clave que dejó pendiente la experiencia kirchnerista y exige confrontar con
los sectores claves de la burguesía extranjera y nativa, los bancos, las cerealeras, el capital concentrado.
Aportamos también nuestra perspectiva anti-capitalista, pues las experiencias de los movimientos “nacional y
popular” que no han avanzado hacia la
ruptura del orden existente, que no han
expropiado el latifundio, los bancos y
las empresas estratégicas, han sido vulnerables a los golpes o se han reconvertido en movimientos de signo contrario,
pasando a defender intereses puramente capitalistas y proimperialistas.
La crisis actual ha dejado al desnudo
la incapacidad absoluta de compatibilizar los intereses sociales, ecológicos y
humanistas con el lucro y la ganancia privadas como motor de la sociedad, y
plantea de manera renovada la exigencia de colocar en un proyecto emancipatorio la cuestión del socialismo. De
ahí que cualquier movimiento verdaderamente nacional y verdaderamente antiimperialista deberá ser también genuinamente anti-capitalista.
Apostamos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde Buenos Aires Para Todos-Proyecto Sur, a organi-
MAREA DEL SUR • 11
des o utilizarlo como un recetario al
margen de la vida de millones, de los
movimientos reales, de las tradiciones
populares, de su historia, sus fracasos
y triunfos. Un programa socialista debe brotar del fondo mismo de esas experiencias, a la que la izquierda socialista tiene muchísimo que aportar.
Aspiramos y queremos, desde nuestro propio lugar, desde nuestra propia
experiencia y tradición, ayudar a la recreación de una nueva izquierda, que
tenga vocación de poder. Que de la batalla en todos los terrenos, incluso el electoral, pero que no deje jamás de apostar por el único camino que puede empujar cambios verdaderamente radicales en la sociedad: la movilización extraparlamentaria de los trabajadores y el
pueblo. Que apuesta a dar todas las luchas institucionales que se requieran,
pero que no deje ni por un segundo de
apostar a la organización independiente y autónoma de los movimientos sindicales, estudiantiles y piqueteros.
Aspiramos a contribuir a la formación de una izquierda que sea audaz en
sus consignas y demandas, pero que
no deje de dar las batallas ideológicas
y de pensar la sociedad futura. Que
comprenda que detrás de un programa hay una batalla cultural que dar,
que la lucha por una nueva hegemonía
no es un acto mecánico, sino un proceRefundar una política de izquierda so orgánico de maduración de masas.
Eso significa que nuestro socialismo se
La izquierda tradicional, llena de ab- nutre y se construye con las mismas ennegación y entrega, aunque animó lu- señanzas del pueblo, que se hace junto
chas defensivas y siguió intentando la y con las masas y no al margen de ellas.
construcción de espacios políticos, fue Esperar a que ellas rompan con los parincapaz de superar los círculos estre- tidos del sistema y se enrolen en los pechos de adherentes, ni empalmó elec- queños grupos de la izquierda, o que
toralmente con ninguna otra fuerza. estos grupos crezcan de manera evoluTampoco se jugó a construir un espa- tiva como una planta, cada una en su
cio más amplio junto a vertientes na- propia maceta, es una vana ilusión, vercionalistas con las que tiene un progra- balmente revolucionaria pero estéril y
ma de reivindicaciones común. El mie- conservadora en la práctica.
do a perder la pureza los arrincona a
Aspiramos a una nueva izquierda
menudo en la soledad política y el ais- que sea democrática y pluralista, en culamiento, y los coloca por fuera incluso yo interior puedan realmente desarrode los procesos más avanzados del con- llarse los debates y plasmarse las difetinente, como Bolivia y Venezuela.
rentes tradiciones, tendencias y sensiPero un programa de izquierda, bilidades.
que aspire a la ruptura anti-capitalista
Apostamos en definitiva, a la refundel orden existente, es demasiado va- dación de una izquierda argentina que
lioso para guardarlo entre cuatro pare- en los próximos acontecimientos por ve-
zar desde las bases un amplio movimiento político enraizado en los barrios, las empresas, escuelas y universidades, para derrotar al macrismo y todas las variantes de derecha, aspirando también a confluir con otros sectores que levantan un programa similar,
como Nuevo Encuentro en la Provincia
de Buenos Aires (donde participan
compañeros del EDI, del PC, Libres del
Sur, Instrumento Político y otros movimientos) y con compañeros de las organizaciones de la izquierda tradicional,
para ofrecer una alternativa nacional
en las próximas elecciones presidenciales del 2011 y avanzar en construir
un movimiento o bloque político nacional que sea independiente de los
partidos tradicionales y profundamente democrático y participativo en la toma de decisiones.
Ciudad de Buenos Aires, noviembre de 2009
Edición especial para la
“Techo, tierra, trabajo, pan, salud,
educación, independencia,
democracia, libertad (…) Estas fueron
nuestras demandas en la larga noche
de los 500 años. Estas son, hoy,
nuestras exigencias. (…) Hermanos y
hermanas de otras razas y otras
lenguas, (…) aquel a cuya mano se
acerque este manifiesto, que lo haga
pasar a todos los hombres de esos
pueblos”.
Cuarta Declaración de la Selva Lacandona
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