de los lugares creados para no ser vistos en la antigüedad.

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DE LOS LUGARES CREADOS PARA NO SER
VISTOS EN LA ANTIGÜEDAD.
Laura García Ramírez ( recibido septiembre 2007, aceptado octubre 2007)
Resumen: No todos los espacios han sido creados para ser vistos. Hay lugares que
fueron hechos para no ser visitados. En la antigüedad existieron dos culturas (egipcios y
griegos) que realizaron lugares con la clara intención de que no fueran visitados. Estos
lugares estaban relacionados con el mundo de las creencias: tumbas y templos.
Palabra clave: espacios, creencias, lugares para no ser vistos.
Abstract: All the spaces are not created to be seen, are places that were created with the
clear intention of not being visited. In the antiquity this fact took place in two cultures:
Egyptian and the Greek. We always spoke of places related to the beliefs, with the
religion: tombs and temples.
keywords: spaces, beliefs, places created with the intention of not being visited.
Vivimos en una sociedad caracterizada por la presencia constante de lo visible,
de lo tangible. En la antigüedad han existido lugares donde lo importante era lo no
visible, lugares relacionados con la religión y la muerte, muy diferentes a lo que
estamos acostumbrados en nuestra sociedad, entramos en los templos para rezar en
ellos, para ver una imagen, algo que nos ayude. Vamos a los cementerios y
contemplamos los restos de nuestros familiares, pero en la antigüedad no fue así, la
sociedad concebía estos lugares a veces de una forma muy diferente a la nuestra, en
unos estaba prohibida la entrada a los fieles (como en los santuarios egipcio) para
mantener el misticismo por parte de los sacerdotes. En otros como los griegos, no estaba
prohibido, pero no lo necesitaban, con los sacrificios en los altares era suficiente para
comunicarse con los dioses.
La religión egipcia tenía una
cosmogonía propia en la cual se
mezclaban dioses y hombre bajo la
figura del faraón, personificación del
dios en la tierra. Su mundo se regía por
esta concepción, el ciclo de la vida y de
la muerte. La figura del faraón
encarnaba en su persona ambos mundos.
Mediante un ritual el faraón debía
renacer al final de cada ciclo, mostrando
de esta manera su eterna juventud. Ritual
que quedaba también recogido una vez
que moría. No era la muerte del faraón puesto que este era la personificación del dios en
la tierra, sino que su tumba era su entrada a la otra vida la de los dioses.
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El egipcio se movía en
un mundo dual, vidamuerte,
desiertofertilidad, casa de la
vida-casa de la muerte.
Hay dos construcciones
que muestran muy bien
esa dualidad, lo visible y
lo no visible. Me refiero
por un lado a las tumbas
y por otro lado a los
templos.
Las tumbas eran su lugar de enterramiento pero entendido como una casa para el
faraón en su viaje a la otra vida, de ahí que la casa- tumba se convirtiera en una réplica
de la casa del faraón al contener en su interior todo lo que el faraón necesitaba a diario y
no tan a diario (carros, arcos, vestidos, zapatillas, sillas, et.). Pero este lugar a diferencia
del palacio, no era frecuentado por nadie una vez realizado el ritual de enterramiento,
aunque tenía la función de casa. En la tumba se depositaban las ofrendas en el exterior.
No era un lugar muy frecuentado, aunque todos los ciudadanos sabían donde se
encontraban, en la otra margen del río, donde no crecen las plantas, donde todo es
yermo. Era una casa, pero de la muerte un lugar construido para no ser visitado, para no
ser visto nada mas que una vez y olvidarlo.
El otro edificio emblemático era el templo,
un templo con una concepción muy distinta a la que
hoy tenemos. Los templos solían ser grandes
complejos en los cuales el espacio era articulado
según la función que cumplía. De hecho el templo
se convertía también en almacén para las cosechas
(granero). Dentro de estos grandes complejos
destaca la función del propio templo consagrado al
dios, curiosamente tenían siempre la misma
distribución, y dentro de esa
distribución
dos
ámbitos
perfectamente separados: el visible y
el no visible. El espacio visible era
las primeras salas del complejo, hasta
donde los fieles podían acceder y
desde donde podían ver las
procesiones en honor al dios. Las
otras estancias permanecían ocultas a
los files como si no existieran, pero
ellos sabían que en el interior de una de estas salas, en la más oculta se encontraba la
estatua del dios. Esta parte oculta aunque estaba totalmente decorada y embellecida,
pues era allí donde moraba la divinidad, no se realizaba con la idea de ser vista, sino
todo lo contrario de crear una sensación de distanciamiento entre el fiel y la imagen del
dios. Aunque el fiel si veía la imagen del dios, cuando salía en procesión en su barca
por el recinto del templo, la contemplaba, pero era otro espacio donde observaba al dios,
una ubicación distinta, un espacio distinto, un lugar distinto, un mundo exterior
diferente.
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Templos construidos para ser vistos, pero no eran visto, porque sólo los
sacerdotes podían acceder a su interior quedando velado a los fieles los misterios de la
divinidad. Un mundo organizado para el culto al dios pero no visible para el fiel.
No será hasta el mundo griego,
cuando encontremos otra similitud en
torno a un espacio creado para no ser
visto, sus templos.
El griego creía en la euritmia,
la proporción, la simetría. El hombre
era la medida de todas las cosas, y por
lo tanto si los templos eran la casa del
dios, estos debían de ser del tamaño de
los dioses, gigantescos.
Es curioso que el templo griego
esté concebido como la casa del dios,
ya que no se le rendía culto u ofrendas en
el interior, sino en el exterior. A lo largo
del perímetro se encontraban altares donde
los fieles depositaban sus ofrendas, no
mostraban interés por entrar, no era
necesario.
El templo griego debía ser
construido dentro del recinto sagrado, el
temenos, aunque el templo no ocupara todo
el recinto, todo el espacio era considerado
de culto. Pero el témenos no era elegido al
azar tenía que ser un
lugar donde existiera vestigios de ritos ancestrales, y debía cumplir al
menos tres requisitos: tener cerca la presencia de agua, tener una buena
orientación con respecto al sol, y unas hermosas vistas que permitieran
entrar en conexión con las fuerzas naturales. Dentro de este recinto se
cuidaban todos los detalles de su construcción, perímetro, alzado, tipo
de columna empleada, número de columnas, decoración pictórica y
escultórica. A diferencia del templo egipcio el griego sólo contaban
con el espacio denominado pronaos (c), que era una antesala, y la cella
(e) que era la propia estancia del dios. Sólo los sacerdotes consagrados
a la divinidad podían acceder a la cella y mirar la imagen del dios.
Tanto si el templo era de enormes proporciones (Partenón, Zeus en Olimpia, el
Artemisión de Éfeso) o de reducidas proporciones
(Atenea Niké, Erecteion, templo de Apolo en
Corinto), el griego no tenía vetada la entrada al
interior, no solía entrar. El culto que consistía en
sacrificios, se realizaban al aire libre, para entrar
en contacto con la naturaleza. Realizaba las
ofrendas en el exterior en los distintos altares
situados a la entrada del templo, de este modo su
plegaria se elevaba hasta el dios. Todo lo que había
en el interior, la estatua del dios, las pinturas y los
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relieves rodeando la cella no solían ser vistos, muy pocos se atrevían a adentrarse hacia
el interior.
Espacios maravillosos que hoy día los turistas y los viajeros contemplan
admirados, maravillándose de lo que antiguas civilizaciones realizaron y de como han
podido llegar a nuestros días. Espacios hoy día muy visitados, los vemos y no los
vemos, porque no entendemos el sentido con el cual fueron realizados. Hoy día los
contemplamos como objetos maravillosos de nuestro pasado, perfectos, pero además de
ser perfectos estaban hechos con un propósito muy claro: lugares para entrar en contacto
con los dioses. Ya sea la tumba como el templo, invitaba al fiel a expresar sus anhelos,
necesidades, esperanzas. Pero hoy pasamos ante estos lugares que han quedado
desprovistos de su función contemplándolos como quien contempla un jarrón, sin
preguntarse siquiera la importancia que tuvo para sus habitantes, a aquellos del pasado
les bastaba saber solamente que estaban ahí, presentes, inmutables, aunque no vieran su
interior.
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