Intervención del Dr. Javier Neves Mujica

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Intervención del Dr.
Javier Neves Mujica
Buenas noches
Querida Annie, queridos amigos que están acompañándonos, a todos
ustedes muchas gracias por anticipado a nombre de la facultad por su
concurrencia.
La expresión “homenaje” tiene distintas acepciones en el diccionario
de la Real Academia, en la segunda de ellas significa “Acto o serie de
actos que se celebran en honor de una persona”, parece que nos
hemos reunido en cumplimiento de esta segunda acepción, pero yo
quisiera que pensáramos un instante que, bueno, homenajes en
verdad hay muchos y homenajeados hay muchos, pero que hay que
distinguir a quien se le rinde un homenaje y quienes rinden un
homenaje.
En este caso, la persona a la que rendimos un homenaje tenía
muchísimas cualidades de las que voy a resaltar algunas enseguida,
pero es muy relevante que 58 especialistas en Derecho Tributario y
Derecho Público, una cifra muy poco frecuente en obras de esta
naturaleza, de generaciones muy distintas –hay algunos que, como
Humberto Medrano, fueron profesores de Armando Zolezzi, otros que
fueron condiscípulos, compañeros de él, contemporáneos, y muchos,
los más numerosos, que fueron sus alumnos–, se han reunido entre
los autores de esta obra.
¿A través de qué se rinde un homenaje? normalmente a través de
una obra que expresa lo que era la especialidad de la persona
homenajeada, en el caso de un maestro no hay nada más natural que
rendirle homenaje a través de un libro, si fuera un cineasta
seguramente sería una película, si fuera un músico seguramente un
disco o un concierto.
Creo que en el caso que nos reúne hay un equilibrio muy logrado
entre estos tres factores: a quien se le rinde un homenaje, quienes
rinden el homenaje y el producto que ustedes tienen, que hoy día se
presenta, gracias a la colaboración editorial entre la Universidad
Católica y Palestra Editores.
Dije en la triste circunstancia del sepelio de Armando que era un
modelo de ciudadano, de maestro y de persona, quiero ratificar ante
ustedes estos conceptos y poner brevísimos ejemplos de por qué creo
que Armando ha sido para todos nosotros eso.
Un modelo de ciudadano porque fue una persona atenta a las
necesidades de su país, de su pueblo, y dispuesto a brindar con
compromiso y entrega todos los sacrificios y toda su calidad y
capacidad para hacerle frente. Cuando estudiante universitario fue
dirigente y llegó a ser presidente de la federación de estudiantes. En
la actividad política fue militante del partido demócrata cristiano, uno
de los que tenía un pensamiento más interesante en la vida política
nacional, no rehuyó sino al contrario aceptó el ejercicio de funciones
públicas de alta responsabilidad: Director General de Contribuciones y
Vocal del Tribunal Fiscal.
Como maestro fue profesor regular durante 27 años, entre 1972 y
1999. En 1999, como lo recuerda en la memoria que nos hizo a los
profesores de la facultad y que afortunadamente está recogida en
este libro, después incluso de haber sufrido las primeras operaciones
que tuvo que padecer, dictó 3 ciclos más haciendo un esfuerzo
descomunal y revelando su verdadera calidad de maestro. Diseñó
además, en esas circunstancias difíciles, un curso específico de bridge
que no existía en el plan de estudios, y que lamentablemente tras su
desaparición no ha podido ser dictado por ningún reemplazante.
Pero, así como en la vida política del país, tampoco en la facultad
rehuyó a las responsabilidades, Armando fue, además de profesor,
autoridad: fue jefe del departamento por dos períodos consecutivos,
decano por dos períodos consecutivos.
Como persona creo que Armando quizás podría resumirse en las
expresiones de sencillez, franqueza y humor.
Muchas son las
cualidades que nosotros podemos reconocer en él, pero creo que
podrían sintetizarse especialmente en esas tres. La relación que un
profesor tiene con sus alumnos, hay muchos modos de medirla, una
de las quizá más visibles es que a uno lo elijan padrino de promoción,
no por el dinero que va a aportar para la ceremonia de la graduación
y las festividades, del que Armando no poseía mucho porque
justamente había optado por una vida de entrega al mundo
académico y no al ejercicio lucrativo. Armando fue padrino de 3
promociones: en 1978, en 1985 y en 1996, y a pesar de ser un
connotado experto en Derecho Tributario tenía también otros
importantes intereses fuera del mundo del Derecho: la cultura en
general, el arte dentro de la cultura, la pintura, la literatura, la
música y el bridge, del que hemos hablado hace unos instantes.
Justamente, creo que es de algún modo un resumen del pensamiento
de Armando sobre la finalidad de nuestra facultad, que nos queda
como inmejorable testamento, al elaborar la sumilla para el curso de
bridge que él diseñó escribió lo siguiente:
“Un buen abogado debe conocer las leyes, debe analizarlas en su
contexto,
debe
reflexionar,
tolerar,
calcular
posibilidades,
concentrarse y optar con imaginación por el mejor resultado posible,
con ética y dentro del estado de derecho. Aprendiendo las reglas del
bridge y analizando las distintas posibilidades de cada jugada, el
estudiante tomará decisiones dentro de un marco de reglas dadas,
debiendo de hacer un cálculo de probabilidades, interpretar
situaciones y encontrar soluciones inteligentes frente a casos no
previstos”.
Sintetiza, creo que magistralmente, el pensamiento de Armando
sobre el papel de los abogados y del derecho y la enorme tarea que
nos deja a todos nosotros.
Decía al empezar que la expresión “homenaje” tiene varias
acepciones y había resaltado la segunda, la primera de ellas en el
diccionario es “Juramento solemne de fidelidad hecha a un rey o
señor, y que a veces se hacía también a un igual para obligarse al
cumplimiento de cualquier pacto”, bien, el juramento que nosotros le
renovamos a Armando esta noche es intentar, como él lo intentó, ser
cada día mejores personas, hacer de nuestra facultad cada día una
mejor facultad y hacer de nuestro país cada día un mejor país.
Muchas gracias.
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