privilegios especiales concedidos del principado de cataluña y

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MEDLgNA
REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICO INFORMATIVOS DE LA MEDICINA
Secretaría de Redacción
Centro de Documentación de Historia de la Medicina de J. URIACH & Cía. S. A.
Barcelona, mayo de 1973
Dr. Ramón Jordi González
PRIVILEGIOS ESPECIALES CONCEDIDOS
POR EL PROTOMÉDICO
DEL PRINCIPADO DE CATALUÑA
Y CONDADOS DEL ROSELLÓN
Y DE LA CERDA ÑA
DURANTE LA PRIMERA MITAD
DEL SIGLO XVII
24
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:
PRIVILEGIOS ESPECIALES CONCEDIDOS
POR EL PROTOMÉD1CO
DEL PRINCIPADO DE CATALUÑA
Y CONDADOS DEL ROSELLÓN
Y DE LA CERDAÑA
DURANTE LA PRIMERA MITAD
DEL SIGLO XVII
A finales del siglo xvi en Cataluña aún no se
nos muestra el arte de boticario, como actividad desempeñada por un determinado individúo, como una realidad plenamente conseguida. En este tiempo abundan casos que nos
muestran como médicos, cirujanos, barberos,
albeitares y otros individuos pueden, y de hecho lo hacen, preparar y vender medicamentos por su cuenta.1 Abundando menos estos
casos que en los siglos xiv y xv y considerando que el ejercicio de la profesión de boticario
se va perfilando, no queda excluido que persoñas ajenas a la profesión estuvieran legalmente autorizadas para preparar y vender medicamentos considerados como beneficiosos
para la salud publica.
En determinados casos, como los que a continuación veremos, las autorizaciones que se
concedían eran bajo condiciones muy concretas y no con el carácter amplio y general que
se daba en el caso de los boticarios de oficio
que habían adquirido los títulos o los pnvilegiosC específicos
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Principado de Cataluña presentaba dos aspeetos: las maestrías concedidas por los Colégios de Boticarios establecidos en las diferentes ciudades y aquellas que eran concedidas
por los protomédicos, o sus delegados para
aquellas zonas donde no llegaba la influencia
de los Colegios
En el Principado de Cataluña hemos comprobado que la concesión de patentes, títulos o
privilegios era resultado del examen que había sufrido el aspirante. La mayor o menor
dureza de estos exámenes variaba según el aspirante pretendiera ingresar en uno de los Colegios de Boticarios o bien obtener el título
por el protomédico.2
8
Los exámenes que realizaban los protomédieos o sus delegados a los aspirantes a maestros boticarios generalmente eran llevados a
cabo por boticarios de diversos Colegios, pero
en especial eran boticarios pertenecientes al
Colegio de Barcelona. Algunos de los títulos
concedidos por el protomédico lo eran con carácter provisional y condicionados a la repetición del examen. Este hecho, reiteradamente
comprobado por nosotros, nos hace ver, por
lo menos en el Principado, ciertas contradicciones con lo ordenado por la Pragmática dada en 1588 por Felipe II.
La concesión de títulos provisionales era tambien frecuente entre los cirujanos y, tanto en
éstos como en el caso de los que aspiraban a
ser boticarios, se daba en aquellas localidades
donde la asistencia sanitaria era deficitaria,
intentándose así remediar en parte el déficit
d e personal facultativo existente en localidad e s d e m e n o r i m p o r t a n c i a d o n d e t a n t o l a in_
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de médicos y visitadores del Protomedicato
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Cldad d e los botlcarlos e n
controlar la capacuanto a s " a r t e
específico no excluía que los mismos, en ciert a s localida
d e s poco populosas, además de cuidar
y atender las prescripciones de médicos y
cirujanos, las propias de una medicina casera
y» e n ocasiones, las propias de una medicina
popular, realizaran algunas funciones muy
apartadas de la farmacopea, como sucedía
cuando vendían comestibles, casos que, aunque no demasiado frecuentes, en ocasiones
interesaban a las autoridades locales que cuidaban de establecer ciertos contratos para
III
cubrir necesidades perentorias de la población
que corrían a cargo del boticario.
Estos aspectos algo difusos justifican plenamente que la legislación procurara no cerrar
el paso a que cierto tipo de medicamentos y
de confecciones dejaran de proporcionar alivio a los enfermos cuando las personas que
los preparaban, sin ser boticarios, ni médicos,
ni cirujanos, tenían conocimientos prácticos
y experiencia suficiente para garantizar resultados terapéuticos apreciables.
Las previsiones adoptadas en este sentido no
eran inadecuadas pues apuntaban a resolver
situaciones que, de no ser afrontadas con ciertó, realismo, podían impedir la utilización de
ciertos conocimientos de tipo práctico beneficiosos para ciertas dolencias. El deseo de evitar que gentes oportunistas y deseosas de sorprender la buena fe de los enfermos hacía que
el protomédico y sus delegados sometieran a
examen a quienes afirmaban estar en condiciones de suministrar ciertos tipos de medicamentos o realizar ciertos tipos de curaciones, con objeto de, una vez comprobados
conocimientos y productos, una titulación oficial les permitiera, bajo las condiciones que
en ella se expresaban, ejercer legalmente su
oficio.
Atendiéndonos a las leyes que regían la sanidad, que dimanaban de las disposiciones dadas por los Reyes Católicos en 1477, 1491 y
1498, las dadas por Carlos y Doña Juana en
1523 y por el príncipe Felipe en 1552 y 1567,
podemos observar que si bien quedaba prohibido que se extendieran licencias limitadas a
curar solamente algunas enfermedades particulares a médicos y cirujanos, por la Pragmática dada por Felipe II en 1588 se autorizaba a extender licencias particulares para
curar «Cataratas, Tina, Carúnculas, y Algebristas, y Hernistas»,3 y aun admitiendo que
ya desde los Reyes Católicos se ordenaba a
los protomédicos y alcaldes examinadores mayores que examinaran a físicos y cirujanos,
ensalmadores, boticarios, especieros, herbolaríos y «otras personas, que en todo, o en parte
usaren en estos oficios, y en oficios á ellos,
y a cada uno de ellos anexo y conexo, ansi
nombres, como mugeres, de cualquier ley, estado, preheminencia, y dignidad que sean»; 4
en pleno siglo xvn hallamos en Cataluña a
ciertos individuos que, sin ser boticarios, entre sus actividades bien diferenciadas se aprecian aspectos íntimamente relacionados con
la venta y preparación de composiciones medicamentosas pudiendo actuar de manera legal y controlada por el protomédico.
Con la excepción de un caso, el de Juan de
Granada del siglo xvi, en este estudio trataremos de otros pertenecientes al siglo xvn
útiles para ofrecernos una visión de ciertos
aspectos de la terapéutica popular,
JUAN DE QRANADA
DR
CONSUEGRA
En 20 de abril de 1576, el rey Felipe II concedía a Juan de Granada y de Consuegra una
licencia para la aplicación de un bálsamo que
dicho individuo había inventado. Esta licencia había sido extendida por veinte años y
debido a la eficacia del bálsamo para curar
heridas, llagas y otras lesiones, aparte del beneficio que pudiera representar para cualquier
persona, se destaca en la licencia que especialmente podía resultar útil para «la gent de
guerra de mar i térra». Esto nos explica la
amplitud del período por el que había sido
concedida la licencia.
9
17
Como fuere que los protomédicos reales habían atestiguado lo conveniente y provechoso
que del empleo de dicho bálsamo resultaba,
en 30 de mayo de 1576 la licencia se hacía extensiva a los reinos y señoríos de la Corona
de Aragón por un período de doce años, despues que Francisco Fernández Lazo, médico
del rey, nuevamente había experimentado y
comprobado las propiedades del ungüento.5
En el Principado de Cataluña, en el período
durante el cual los protomédicos Gabriel Antonio Bosser y Alvaro Antonio Bosser estuvieron desempeñando sus funciones u oficio
en el Principado, se nos ofrece un interesante
aspecto de la Medicina catalana que nos muéstra que durante el siglo xvn existían individuos cuyo oficio, bien diferenciado, merecía
por su utilidad unas titulaciones específicas
intermedias entre el médico y el cirujano, por
un lado, y el boticario, por otro.
ANTONIO LEFORT
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Individuo natural de Borgona, vivía en la loi-ji
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calidad
catalana
de
Riudoms. En
18 de enero
de 1606 le era concedido por el protomédico
Gabriel Antonio Bosser privilegio para que,
libremente y sin ninguna clase de impedimento, pudiera aplicar sus conocimientos y realizar cierto tipo de curas e intervenciones, tal
y como respetuosamente Lefort había solicitado.6
Antonio Lefort había demostrado ser práctico
e idóneo para curar el morbo gallicum con un
ungüento que confeccionaba y que era capaz
de eliminar las cataratas que «se formaban en
los ojos de muchos hombres impidiéndoles la
visión de los ojos» mediante el empleo de una
aguja. Con su ungüento, Lefort curaba a las
to
personas afectadas de morbo gallicum ungiéndoles el cuerpo con dicha composición, composición que había sido mostrada al protomédico quien consideró que como fuere que
Antonio Lefort en su trabajo había consumido
gran parte de su vida y no poseía otros medios
para su sustento, teniendo en cuenta la petición del interesado de que le fuera concedida
licencia de «agullandi», habiendo comprobado que Lefort eliminaba las cataratas y con su
ungüento curaba los enfermos de morbo gallicum, Gabriel Antonio Bosser le concedía licencía y facultad para que pudiera ejercer y
aplicar sus conocimientos por todo el Principado de Cataluña y por los condados del Rosellón y de la Cerdaña, licencia concedida despues de haberse informado el protomédico de
la vida y constumbres de Lefort y de prestar
el mismo, sobre los cuatro Evangelios, juramentó de fidelidad al protomédico, lugarteniente y sustitutos.
DEL PROTOMÉDICO GABRIEL ANTONIO BOSSER
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.
„
AL PROTOMÉDICO ALVARO ANTONIO BOSSER
Gabriel Antonio Bosser actuó como pro tomédico del Principado durante el período 16031623. A Alvaro Antonio lo vemos como sustituto de su padre en 4 de julio de 1618, llegando a desempeñar el oficio de protomédico a
finales del año 1623,7 no habiendo podido determinar la fecha exacta en que dejaba de actuar como tal.
En el año 1642 hallamos a Alvaro Antonio Bosser en funciones de conseller tercero en el
Consistorio barcelonés, no teniendo la certeza de que actuara como protomédico durante
esta época de una manera efectiva, ya que no
hemos hallado documentación que nos permi-
V
ta realizar afirmaciones en uno u otro sentido.
Por estas fechas conocemos que otro médico,
el doctor Alfonso Simón, solicitaba, al mismo
tiempo que un privilegio militar, la merced del
título de protomédico del Principado de Cataluña. El Consejo de Aragón,8 en 29 de abril
de 1642, informaba a S. M. que «el officio de
Protomédico que pide esta persona, ni conviene ni hay Necessidad que seprovea poraora» ya que cuando debiera proveerse la
persona que debía desempeñarlo debía ser de
«mucha ciencia y practica en la facultad demedizina». De la respuesta evacuada por el
Consejo de Aragón puede interpretarse que
el doctor Simón no era considerado demasíado idóneo para ocupar el oficio de protomédico, o bien que dicha plaza estuviera en una
situación ambigua, dado que Alvaro Antonio
Bosser lógicamente debía atender también
las funciones propias de conseller. Por otra
parte, el hecho de que en marzo de 1647 Alvaro Antonio Bosser nombre procurador suyo
para ciertos asuntos al
farmacopula de Balaguer Gabriel Cantón,9 nos demuestra que en
esta fecha seguía desempeñando el oficio de
protomedico.
Sin embargo toda la documentación estudiada no ha sido lo suficientemente explícita para
determinar con exactitud hasta qué fecha desempeñó Alvaro Antonio Bosser el oficio de
*
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i
A-A
protomédico,
pues del
intervalo
comprendido
entre los años 1647-1664 carecemos de datos
determinativos.
En 1664 otro protomédico, Juan Maresch, había mantenido un litigio con los boticarios
gerundenses, pero desconociendo la fecha en
que éste empezó a actuar como a tal no permite que podamos concretar el período durante el cual estuvo desempeñando el cargo
Alvaro Antonio Bosser, siendo probable que
Maresch sucediera a Bosser en el empleo, sin
descartar, por supuesto, alguna interinidad
que pudiera haber existido antes de 1664.
Dos CLASES DE BARBEROS
E n el a ñ o 1626 a
muchos de los barberos titulados por el Protomedicato se les concedían
facultades variables, a tono con sus conocimientes, pero generalmente, por no decir en
la
totalidad de los casos, se les limitaba, bajo
P e n a d e veinticinco libras, la continuación de
, c u r a s a \ o s enfermos a no ser que tuvieran
l u a r dic has cura
S
,
* en presencia de cirujano
examinado
y
aprobado.
En
ocasiones los permisos concedidos nos
muestran la clara diferenciación existente ent r e el
barbero clásico y el cirujano-barbero,
MAGÍN CASTELL
E n 2 5 d e marzo de 1634, el protomédico autor i z a b a a M a g í n C a s t e l l j d e Sallent, a «barbejar
y l l e v a r c a b d l > > e n c u a i q u i e r p a r t e del Princip a d o > p e r o a c o n d i c i o n d e q u e lo hiciera dent r o d e s u c a s a <<v s e n s e apariencia de barbería
d e t a l m a n e r a q u e no puga teñir cortina a la
n
porta»
,.,
.
MAGÍN
„
GATUELLAS
Es diferente el caso de Magín Gatuellas a
quien en 6 de mayo de 1634 se le concedía
una licencia provisional, condicionada a pacto establecido entre el protomédico y el aspirante, que le permitía tener tienda abierta
pero solamente «barbejar, sagnar i fer la primera cura», no continuando ésta si no era en
presencia de cirujano o médico, debiendo Ga13
VI
Sacamuelas ambulante.
Siglo XVII.
tuellas examinarse nuevamente durante las
Navidades del mismo año.12
sus productos por todo el Principado de Cataluna y los condados del Rosellón y de la Cerdaña.14
MELCHOR VALENTÍ
ANTONIO EXPALIA
A Melchor Valentí se le concedía una autorización de carácter más amplio
pero circunscrita a una sola localidad.13 Vistas sus cualidades, era criterio del protomédico que podía
realizar sangrías en aquellos casos que faltara
médico. Sin establecer otra limitación de su
arte, queda bien claro en la licencia concedída que su actividad sólo podía tener lugar en
la localidad de Aseó, ya que para actuar fuera
de la zona indicada necesitaba receta de médico o de licenciado en Medicina para realizar sangrías
FRANCISCO DRAMURA
Alvaro Antonio Bosser, en 30 de octubre de
1627, concedía autorización a Francisco Dramura, individuo natural de la isla de Sicilia,
para que ejerciera su oficio de destilador.
Dramura había comparecido ante el protomédico del Principado y sufrido el examen pertinente para demostrar sus conocimientos en
la obtención de agua de anís, aceites, balsamos, quintaesencias y bálsamos de romero
y «quarumeunque aliarum destillationum»;
después de haberse informado los examinadores de la vida y costumbres de Dramura y
habiendo sido hallado hábil, idóneo y suficiente, después de jurar sobre el Evangelio ejercer honradamente su oficio y someterse a las
órdenes y disposiciones del protomédico del
Principado y de sus lugartenientes, servir gratuitamente a los pobres que a él recurrieran,
alcanzaba la licencia para obtener y vender
14
En
24 de
J u h o d e 1 6 2 8 ' es también Alvaro
Antonio Bosser quien concede a Antonio ExP a l i a licencia para que pudiera vender en Barcelona y en cualquier parte del Principado y
condados
del Rosellón y de la Cerdaña, libremente
sm
/
oposición de ninguna persona,
a c e i t e de
f romero y de azufre agua de anís, o
de
rnatafaluga, aceites de bálsamos, «penets
?t a pastillas
y altres coses semblants», por consrle
al protomédico que dichos materiales
eran útiles y provechosos para la salud de las
personas.15
BLAS
BERENGUER
P o c o s d í a s después, el día 18 de
j o v e n d e v e m tidós años, alto, con
za> c o n u n a c i c a t r i z e n la frente,
agosto, un
barba rojiotra en la
muñeca izquierda y otra en el dedo pulgar
d e l a m i s m a m a n O ) q u e respondía al nombre de Blas Berenguer, también comparecía
a n t e e l pro tomédico Alvaro Antonio Bosser
para obtener una licencia
L a ucencia debía autorizarle para vender, en
i o s m i s m o s lugares que los anteriores, las
quintaesencias del romero, cardo santo, báls a m O ) a n í S ) espliego y altres qualsevols altres coses semblants».16
P n n n
En 18 de mayo es nuevamente un extranjero,
Pedro Dusac, quien solicita la licencia del
protomédico.
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Pedro Dusac era natural de la ciudad de Anjou, siendo ya destilador de oficio, y había
comparecido ante el protomédico, Alvaro Antonio Bosser, suplicándole que, en atención a
los privilegios que poseía —uno extendido en
Madrid por el protomédico en 4 de setiembre
de 1614 y otro en 4 de setiembre de 1623—
le fuera concedida licencia para ejercer su
arte; la cual obtenía, después del juramento
de rigor, sin someterse a examen. Por lo visto, los títulos mostrados eran suficientes para
acreditar sus conocimientos ya que venían
avalados por la firma de otro protomédico, en
este caso el de Castilla. Podía, a tenor del privilegio revalidado, ejercer el arte de arnistae
y de destilador. Estaba facultado para curar
hernias y para obtener y vender libremente,
por todo el Principado y condados del Rosellón y de la Cerdaña, agua de anís, aceites,
bálsamos y específicamente quintaesencias
y bálsamo de romero, pudiendo además realizar cualesquiera curas y componer y aplicar
los medicamentos necesarios y oportunos, no
pudiendo, sin embargo, tener tienda de cirujano abierta al público.17
de dos expertos en el arte de Farmacia convocados expresamente para ello, le era concedida
la licencia solicitada.
Dicha licencia era amplia. Le permitía mezciar y distribuir bálsamo artificial o aceite
para reanimar el cuerpo frío de personas destempladas. Asimismo, obtenía autorización
para mezclar determinados ingredientes, que
respondían a la siguiente fórmula:
1f •
res'na de ni
trementina venetia . . .
o li
18
19
20
_
DOMINICO ATTAVANTIUS
El caso de Dominico Attavantius es un caso
interesante. Nos muestra que las facultades
concedidas variaban según la mayor o menor
capacidad de quien deseaba normalizar su situación en el campo de la sanidad en el Principado de Cataluña.
El día 5 de octubre de 1633, Dominico Attavantius, de nacionalidad griega, comparecía
ante el protomédico. Con anterioridad ya había sido examinado, demostrándolo mediante
la presentación de cartas acreditativas extendidas en Grecia y en Roma, cartas que lo recomendaban como persona competente en el
arte de confeccionar y combinar productos
terapéuticos. Afirmaba Attavantius que había
ejercido en diversos países y también mostraba las composiciones de aceites que poseía, estando dispuesto a someterse a los exámenes
requeridos.
El deseo de Attavantius era obtener licencia
y facultad para confeccionar sus medicamentos y poderlos vender, tanto pública como privadamente, por todo el Principado de Cataluña y sus condados.
La petición, a criterio del protomédico, era
justa. Habiéndose informado primeramente,
como era de rigor, de la vida, costumbres y
honestidad de Dominico Attavantius y de su
suficiencia después de haberlo examinado el
mismo protomédico en persona acompañado
16
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21
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hypericon
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oli d e euforbi
oli de lateribus
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oli
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oli
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oli
oli
oli
oli
oli comu
noua
ungüent de altea . . . .
cera
mitja lliura
~
„ _ • „ . t_o_
libras tres
una lliura
quatre onsas».
Quedaba además autorizado para vender lombrices de tierra lavadas con vino y hervidas
con aceite de olivas 22 y, asimismo, un ungüento para curar tinas y otro ungüento cáustico,
Finalmente, también podía actuar como dentista, aplicando y vendiendo remedios para el
dolor de muelas y para limpiar y conservar
los dientes, podía extraer, fundir y reponer
dientes y tornearlos y colocar los correspondientes anillos para sujetarlos; no pudiendo,
sin embargo, confeccionar medicamentos para
ser administrados por vía bucal, ni hacer
nada perteneciente a médico o a cirujano.
Todo ello quedaba definitivamente legalizado
después de que Dominico Attavantius prestara juramento a Dios y a los cuatro Evangelios, según la forma acostumbrada y de
acuerdo con las disposiciones del Concilio
Tridentino, aprobando la fe católica con total
obediencia y prometiendo servir a los pobres
de Cristo, verdaderos pobres, y no hacer nunca nada en contra de lo que tenía autorizado.23
1A
Miquel Pere apotecari de dita ciutat», certi_ , ,
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iz-,-,
,
,
~
i
ficado
que, además, venía acompañado con
n
En 6 de noviembre de 1633 era Pablo Orlan1QS <<d
atxos del General de dita ciutat de
do, natural de Candía, quien acudía ante el
Valencia
protomédico para obtener su licencia.
Vista k J ^
calidad de la triaca
los
Orlando resultaba ser experto en la confecr e s u l t a d o s d e s u a p i i c a c i ó n po dían resultar
cion de emplastos y destilados y en curar
f a v o r a b l e S j e l p r e s bítero Juan Canas obtenía
ciertas enfermedades. Como fuere que tanto
iso
v e n d e r l a en el Principado y convender como obtener destilados era cosa útil
dados al
io
e n l a s c a n t i d a d e s d e «pequ25
y necesaria, informado de la fama, vida y eosnias
d r a n v e e n d r e r aquella».
tumbres de Pablo Orlando, el protomédico
Alvaro Antonio Bosser le concedía licencia
y facultad para destilar y vender estos producJUAN PONCE
tos y, además, emplastos contra las fracturas
y ungüentos contra sarna y tinas; asimismo,
Juan Ponce, natural de la villa de Carcagente,
le era permitido curar morbos, «dictis scroera quien en 10 de abril de 1634 comparecía
pholas vulgo porsellanes», pero no realizar
ante el protomédico suplicando una licencia,
otras clases de curas sin la intervención de
Ponce tenía una larga dedicación al estudio
cirujanos aprobados, a no ser que ya la huy gran experiencia en la preparación de combiesen intentado sin éxito, o bien las conposiciones y en la obtención de destilados y
sideraran sin posibilidades de curación.24
emplastos para remedio y cura de enfermos.
Solicitaba, por tanto, autorización para confeccionar y vender sus productos por todo el
T
n
JUAN CANAS _
Principado y condados del Rosellón y de la
El caso de Juan Canas es una muestra de cierCerdaña.
to tipo de las salvedades que se daban autoriEl oficio de Juan Ponce era el de refistor denzando la venta de algunos medicamentos de
tium molarium —o reparador de muelas—
amplia difusión.
pero, sin embargo, no vemos que en la licenEn 26 de abril de 1633, Juan Canas, presbítero
cia obtenida se haga especial mención a tal
de la localidad de Codolá, perteneciente al
característica. Los productos mostrados por
obispado de Elna, daba cuenta al protomédiPonce, tanto simples como compuestos, y las
co Alvaro Antonio Bosser de que en Valencia
aguas destiladas fueron comprobados por el
había comprado dieciséis libras de triaca verprotomédico, valiéndole la obtención de la limella con objeto de venderla a quien pudiera
cencia. Dicha licencia autorizaba a Ponce a
necesitar de ella.
vender ungüentos o bálsamos artificiales,
El protomédico había comprobado la calidad
aguas destiladas y aceites, y a curar aquellas
de dicha triaca, haciendo «experiencia della»,
enfermedades llamadas escrófulas, pudiendo
aun a pesar de que dicha confección venía
realizar cualesquiera curas «ulcerosas, et veacompañada de un certificado de garantía extustas» con intervención de cirujano aprobado,
tendido por «Esteve Patricio... Doctor en Mequedando liberado de tal obligación cuando
dicina Catedratic de la ciutat de Valencia y
los cirujanos aprobados hubieran intentado
PABLO ORLANDO
17
— —i
ii
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J IIIT
Sangría.
curarlas sin éxito, al igual como se había autorizado a Pablo Orlando. 26
BAPTISTA DE MARES Y JUAN LOMBART.
QUÍMICOS Y ESPAGÍRICOS
-
En 1° de noviembre de 1645 anotamos que
Álvaro Antonio Bosser concedía autorización
a Baptista de Mares, francés nacido en la Guyena, y a Juan Lombart, natural de París,
«exercentes medicine arte chimica et spagirica», quienes habían comparecido ante él en
su domicilio de Barcelona, en súplica de obtención de privilegio para ejercer el arte citado.
Dichos individuos poseían diversos privilegios. Mostraron el obtenido en 3 de noviembre de 1629, concedido por el rey de Francia,
y otro de 1.° de mayo de 1645, otorgado por
el príncipe duque de Orleans, hermano del
rey. Asimismo, exhibieron el privilegio concedido por el duque de Montmorency en 19 de
mayo de 1632, otro extendido por los síndieos de la ciudad de Brisach en 22 de abril
de 163( ?)27 y otro concedido por los jurados de
la ciudad de Montpellier.
La pericia, idoneidad y suficiencia de Mares
y Lombart eran aceptadas porque venían acreditadas por los privilegios exhibidos y por los
muchos anos que venían ejerciendo, asi como
por el abundante numero de curaciones obtenidas por la aplicación de sus conocimientos
del arte químico y espagírico en el tratamiento de morbos y enfermedades internas y externas. Realizadas las informaciones de rigor
para conocer la vida, costumbres y moralidad
de Mares y Lombart, valorada la relación de
privilegios que ambos poseían, pasaban a j u r a r
sobre los cuatro Evangelios servir
fielmente
15
los principios de la fe católica, obedecer al
protomédico, sus lugartenientes o sustitutos,
y dar medicación «gratis et amore dei pauP e i 7 b u s c h r i s t i » ' Y l e * e r a concedida libera
y
P l e f Ucencia y facultad para poder ejercer
el arte de Medicina y curar, valiéndose del
arte químico y espagírico, cualesquiera enfermedades internas y externas y realizar toda
clase de curas, incluidas aquellas dadas por incurables por los médicos y cirujanos, alcanzando esta potestad concedida a todo el Principado y condados.
La concesión de esta licencia parece demostramos que Mares y Lombart debían actuar
juntos en la aplicación de sus conocimientos.
Conocimientos que, por otra parte, motivan
que la licencia obtenida sea lo suficientemente explícita para permitirnos ver que las enfermedades dadas por incurables por médicos
y cirujanos podían ser tratadas por los dos
extranjeros, lo que nos hace creer que sus conocimientos significaban nuevos sistemas curativos que no estaban al alcance de todos los
médicos y cirujanos y por tanto considerar
a los dos franceses como unos avanzados de
las teorías paracelsianas en el Principado. 28
BAUTISTA GUELF, EL DESTILADOR
V E N E C I A N 0 QUE p L E I T E A C 0 N EL C o L E G I O
DE B o T I C A R I O S DE
BARCELONA
En 27 de octubre de 1646, Juan Bautista Guelf,
natural de Venecia, destilador de aguas, era
quien comparecía ante Alvaro Antonio Bosser
para subir a examen de destilación y confección de agua de anís, aceites, quintaesencias
de romero, bálsamo de rosas y otros destilados y bálsamos,
Informado previamente el protomédico de
XI
vida y costumbres de Guelf, y comprobada su
experiencia que le hacía hábil e idóneo para
ejercer el arte de destilador, le hacía prestar
el juramento de rigor en los mismos extremos
que a los dos individuos antes citados, y le
autorizaba para vender y preparar en Barcelona y otras ciudades del Principado y condados del Rosellón y Cerdaña los citados productos.
Pocos días después de haber obtenido la licencia del protomédico, en 8 de noviembre
de 1645 Guelf se veía en la necesidad de dirigirse a los consellers de Barcelona para denunciar que, a pesar de estar en posesión de
la licencia dada por el protomédico, mientras
estaba vendiendo «ses aigues y quintes essenties en la llotja de la present Ciutat» siguiendo la costumbre que otros «stilladors» seguían
para vender, había sido «iniustament penyorat» a instancias de los cónsules del Colegio
de Boticarios de Barcelona.
Debido a este desagradable incidente, acudía
a los consellers iniciando causa con objeto de
que le fuera revocada la multa que le había
sido impuesta y fuera restituido de todos los
daños y gastos, rogando además que, admitída la causa, algún asesor de la ciudad hiciera
justicia.
Guelf basaba su reclamación manifestando
que el protomédico del Principado y de los
condados del Rosellón y Cerdaña estaba facultado para poder dar licencias para vender
públicamente, en las plazas y calles de Barcelona y otras ciudades del Principado y condados, aguas destiladas, quintaesencias, polvos
para «curar ronya», limpiar los dientes, curar «porcellanes» y otras enfermedades «extraordinaries». Acompañaba su denuncia con
dos certificaciones que poseía similares a las
concedidas desde el año 1626 en adelante a
diversos destiladores, cuyos nombres citaba:
Salvador Palomo, Joan Samsó, Francisco Dramura, Antonio Expalia, Blay Berenguer, Pedro Dussach, Dominico Attavantius, Pablo
Orlando, Juan Ponce, Joan Gilabert y Sebastián Mirabet. Afirmaba Guelf que dichos destiladores, desde mucho tiempo, habían estado
vendiendo sus aguas destiladas, bálsamos,
aceites, quintaesencias y polvos para «curar
ronya, porcellanes y mals extraordinaris» en
la «taula parada en la plassa publica de la llotja de la present Ciútat» con conocimiento de
los cónsules del Colegio de Boticarios de Barcelona. Argumentaba, además, que era notorio que Pablo Orlando, por espacio de doce
años —su privilegio había sido extendido en
1633— había estado vendiendo sus productos
en la plaza de la Lonja de Barcelona, continuaba diciendo Guelf que los productos que
él vendía, además de estar autorizados por
su licencia, normalmente no se encontraban
en las boticas de los boticarios, y que desde
«deu vintt trenta coranta sinquanta anys
ensa» era práctica y costumbre que los destiladores vendieran los referidos productos con
licencia y anuencia de los cónsules del Colegio de Boticarios, lo cual hacía más injusta
la actitud de éstos pues él, como destilador,
vendía lo autorizado, con buena fe y sin dolo,
y sin incurrir en pena alguna, y, aun con independencia de la costumbre que durante
tantos años se venía observando, la licencia
concedida por el protomédico ya de por sí
excluía todo «dol», lo que no había evitado
que los cónsules del Colegio le confiscaran
todo cuanto tenía en la mesa parada en la plaza de la Lonja, siendo depositado «segonsediu» en «la guarda».
19
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Cirujano. Siglo XVI.
El deseo de Guelf era mantener y conservar
sus derechos que como destilador tenía al poseer licencia del protomédico y manifestaba
que debía ser tenido en cuenta que si en alguna ocasión los destiladores habían sido muítados por los cónsules del Colegio, las multas
nunca habían sido hechas efectivas, contentándose con la comprobación de las licencias
dadas por el protomédico, quien por Privilegio Real tenía autoridad para concederlas.
A conocimiento del síndico del Colegio había
llegado que Miguel Celler, doctor en Derecho
y decano de la causa nombrado por los consetters, por cédula del 15 de noviembre no
aceptaba las razones contradictorias y solicitud de interrogatorios aportados por el Colégio durante los ocho días que tenía de margen
para hacerlo porque quería pronunciarse sobre
la causa. Esto motivó que el Colegio solicitara al decano, Celler, que declarara públicamente si el articulado del Colegio era aceptado, o no, pues no era de razón que, pendiente
la aceptación de dicho articulado, se hubiera
aceptado testimonios de Guelf y se quisiera
pasar el pronunciamiento de la causa. Tambien solicitaba el síndico del Colegio que, interín el decano no resolviera sobre la aceptación de lo pedido, la causa no siguiera adelante hasta que no hubieran sido oídos los boticarios o el Colegio.
Contra el criterio de los cónsules de que la
causa no debía continuar sin haber sido ellos
antes oídos y de que no fuera considerada dicha causa como causa verbal y sumarísima,
en 20 de noviembre el representante de Guelf
consideraba que la causa era sumarísima no
tan sólo porque era verbal, y verbalmente se
había de declarar según estilo y costumbre de
la ciudad, sino porque también se trataba
de un interdicto sumarísimo plenamente justincado con los testimonios aportados y por
los actos sucedidos. Además, lo que interesaba —decía— era que se corroborara el proceso, pues si de sobra estaba demostrada la
potestad del protomédico para extender licencias, por lo mismo a Guelf debía conservársele la facultad derivada del título que poseía
y ser mantenido en su facultad y oficio de
destilador, y que así se proclamara.
El día 23 del mismo mes, debido a que Guelf
quería ausentarse de la ciudad y cobrar los
artículos que le habían sido confiscados por
los boticarios, nuevamente pedía que le fuera
restituido lo retenido y que estaba depositado
en «la guarda».
Á medida que transcurre el tiempo vemos, a
través de la documentación perteneciente a
los días 20 y 22 de noviembre y 5 de diciembre, que lo que pretendían los cónsules del
Colegio era que la causa fuera considerada
nula.
En sus escritos, los cónsules del Colegio hacían resaltar que en la causa se comprobaban
una serie de vicios de procedimiento, lo cual,
según su punto de vista, se ponía de manifiesto en el articulado de su escrito de 9 de enero
de 1647 en el que resumían la causa. Algunos de estos argumentos debían tener valor
desde un punto de vista legal pues, aun cuando ignoramos cómo y de qué manera finaliza
la cuestión, observamos que aún en 16 de
marzo de 1647 se registran ciertas diligencias
relacionadas con la causa,
De todos modos, en la documentación vista,
en la argumentación ofrecida por el Colegio
y aportada por su síndico, M. Flaquer, no
hallamos que se contraponga ningún argumento que demuestre que Guelf actuara ilegal23
XIV
mente, pero quizá obtenemos el criterio de
que la oposición presentada por el Colegio no
tenía unas bases lo suficientemente sólidas
para evitar que individuos
como Guelf vendieran sus productos 29
MATÍAS TIBRATS
El caso de Matías Tarrats nos ilustra sobre
la autorización —pendiente de la firma del
protomédico— que fue concedida por uno de
sus sustitutos, por él nombrado, ya que en
cuanto a las facultades dadas poco nuevo es
lo que nos aporta que no nos haya sido dable
conocer en los anteriores casos detallados.
En 12 de abril de 1646 Matías Tarrats, natural de La Tallada, de la diócesis de Vic, recibía su licencia.30
Tarrats había efectuado, en diversas ocasiones, curas de morbos y de enfermedades, tanto internas como externas.
Tarrats comparecía ante el magnífico doctor
en Medicina, Agustín Ballester, que habitaba en la villa de Calaf, sustituto del pro tomédico a tales efectos nombrado, el cual, habiéndose informado de la vida y costumbres de
Tarrats, así como de su «sufficientia peritia
idoneitate et industria» que había demostrado
por las numerosas preguntas que había contestado bien al ser examinado por el propio
Ballester, tanto sobre teórica como práctica,
denotando que podía efectuar toda clase de
curas internas y externas, concedía a Tarrats
la licencia para ejercer y aplicar sus conocimientos, tanto en el lugar de La Tallada, como
en cualquier otro del Principado y condados
del Rosellón y Cerdaña. Licencia concedida
después de efectuar Tarrats el juramento de
rigor, y prestando crédito y atención al sustituto del protomédico.
24
M.° JOAN
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E l c a s o d C l a u d l d e M JOoTa n n o s
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sirve como
muestra
de aquellos casos, ya registrados en
otros trabajos nuestros, donde queda patente
la concesión de una autorización temporal,
supeditada por pacto a un nuevo examen.
En 13 de abril de 1646, Claudis de M.° Joan,
francés, natural de Cescar, que ejercía el arte
de Cirugía en Blanes, había comparecido ante
el protomédico para solicitar licencia.31
El protomédico Alvaro Antonio Bosser, informado de la vida, fama y costumbres de Claudis de M.° Joan, le concedía la licencia que
había solicitado para ejercer el arte de Cirugía, o sea, afeitar barbas, sangrar, aplicar ventosas y realizar las primeras curas, con la salvedad que no podía continuar estas últimas si
no era en presencia de cirujano examinado
y aprobado por el protomédico, o en presencia de algún doctor en Medicina, bajo pena
de veinticinco libras barcelonesas por cada
vez que incumpliera.
Esta licencia era solamente válida desde el
día de la fecha en que era concedida hasta
el último día de mayo próximo siguiente. Pasado dicho período quedaba nula y sin valor,
Después del juramento de rigor, queda constancia del convenio que en los términos indicados establecían el protomédico y Claudis
de M.° Joan.
En el siguiente cuadro figuran las actividades
para las que estaban facultados los individuos
que habían obtenido las licencias del protomédico,
CLAUDIS DE
CONCLUSIONES
Del estudio realizado sobre documentación
original, llegamos a la conclusión que duran-
XV
te la primera mitad del siglo xvn en el Principado de Cataluña y condados del Rosellón
y de la Cerdaña el oficio de destilador ambulante era una profesión bien diferenciada. Su
legalización, por su vinculación con la Medicina, era competencia del protomédico del
Principado y condados.
La actividad de destilador de aguas ambulante era una actividad considerada de utilidad
pública. Frecuentemente era ejercida por individuos que, según sus conocimientos, conjuntamente a la confección y venta de otros
tipos de medicamentos, podían dedicarse tambien a tratamientos terapéuticos menores: curas, pequeña cirugía, dentista, etcétera.
Por las declaraciones del destilador Guelf podemos conocer que una práctica frecuente
era el ofrecimiento y venta de productos destilados en la plaza de la Lonja de Barcelona,
sin que ello excluyera la legal libertad de desplazamiento y venta por todo el Principado
y condados.
Algunos de los individuos que han despertado
nuestro interés eran oriundos del extranjero,
lo cual no era ningún impedimento para que
ejercieran sus actividades en el Principado y
condados una vez legalizada su situación.
En alguna ocasión la exigencia de exámenes
para proteger el interés público no era necesaria debido a que los títulos y privilegios
mostrados, obtenidos en países extranjeros,
eran suficiente garantía.
Las actividades bien definidas de los individúos citados en este trabajo explica perfectamente que la venta de ciertos medicamentos
de composición conocida y comprobada por
el protomédico y sus boticarios asesores o delegados les estuviera permitida, sin que ello
significara estar en posesión del título o privi- .
legio de boticario, lo que, por otra parte, denota que durante la primera mitad del siglo xvn en Cataluña, si bien progresivamente
se iba definiendo la articulación del ejercicio
del arte de boticario, en el campo de la confección y venta de medicamentos ciertos privilegios concedidos por el Protomedicato podían
ser considerados como patentes que protegían
en exclusiva a ciertas personas que no estaban
vinculadas con el arte de los boticarios, pero
sí especializadas en la confección de medicamentos estandarizados para el consumo
común.
De los casos estudiados destaca el de Mares
y Lombart. Son los únicos que demostraron
estar en posesión de conocimientos terapéutieos basados en el empleo de productos químicos y ser acreedores al título de químicos y
espagíricos, lo que nos permite afirmar que
este aspecto de la terapéutica no estaba extendido en el Principado y que dichos individuos
fueron posiblemente unos avanzados en la difusión de la iatroquímica durante este período.
La actitud adoptada por el protomédico del
Principado y condados ante los casos concretos que hemos citado, parece significar una actitud de protección oficial y asimismo de
control de aquellas actividades relacionadas
con la Medicina en las dos vertientes de Mediciña pseudocientífica y Medicina popular.
25
XVI
BIBLIOGRAFÍA
I
JORDI GONZÁLEZ, R.: «Relaciones de los boticarios catalanes con las instituciones centrales», Tesis doctoral, f. 96. Barcelona, 1970.
!
JORDI
GONZÁLEZ, R.: Ídem, f. 379.
3
EUGENIO MUÑOZ, M.: Recopilación de las Leyes Pragmáticas, Reales Deeretos y Acuerdos del Real Protomedicato, p. 113. Valencia, 1751.
4
ídem, p. 108.
5
A C.Á. r 4307 f. 91.
6
A H P.B. Not. Salvador Coll Manual de Negocios del Protomédico del
Principado de Cataluña. 1603-1606, f. 45.
' JORDI GONZÁLEZ, R.: Ob. cit., p. 54.
« A.C.A., C.° lg. 290, doc. 110.
9
A.C.A. C.Va. Registro del Dr. Alvaro Antonio Bosser, Protomédico de S. M.
en el Principado de Cataluña. 1645-1647, r. 324, f. s/n.
10
A.H C B. Ídem, Registre del Protomédic. Not. Antic Servat., f 92.
II
A H C B Ídem f 221 v
12
A.H.C.B. ídem, doc. sueltos.
" A H C B ídem f 264
" A H C B. Ídem f. 112
" A.H.C.B. Ídem, í. 132 v. - 133.
Juan de Granada
y de Consuegra
Antonio Lefort
Magín Gamellas
Melchor Valentí
Francisco Dramura
Antonio Expalia
Pedro Dusac
Dominico Attavantius
Pablo Orlando
Juan Canas
Juan Ponce
Baptista de Mares
Juan Lombart
Juan Bautista Guelf
Matías Tarrats
Claudis de M.° Joan
26
16
A.H.C.B. ídem, f. 134 v.
A.H.C.B. ídem, i. 145 v.
Olea nucís juglandis seu carynum (aceite de nueces).
"
Momordica (aceite de momordica balsamina).
w
Aceite de laurel.
21
Aceite
de ladrillos o aceite de los filósofos.
u
Oleum lumbricorum simplex.
« A.H.C.B. Ídem, f. 200.
» A.H.C.B. Ídem, f. 212 v.
a
A.H.C.B. Ídem, f. 212 v.
26
A.H.C.B. Ídem, f. 229 y 229 v.
zl
El mal estado del documento original imposibilita la determinación del
año.
28
A.C.A. C.Va. Registro del Dr. Alvaro Antonio Bosser, Protomédico de S. M.
en el Principado de Cataluña. 1645-1647, r. 324, s/f.
M
A.H.C.B.
Procesos Municipals, lg. 1646-1647, f. 19.
w
A.C.A. C.Va. Registro del Dr. Alvaro Antonio Bosser, Protomédico de S. M.
en el Principado de Cataluña. 1645-1647, r. 324, s/f.
31
A.C.A. ídem.
"
1!
Varios
Realizar curas
Dentistas
Destiladores
Medicamentos
—
Cataratas,
Morbo sallicum
Sangrías
Sangrías
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Hernias
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Escrófulas,
Ulceras
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