Comentario a “Sobre el delirio de persecución”

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HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
Comentario a “Sobre el delirio de persecución”
J.M. Olivares Díez y B. Pinal Fernández
Servicio de Psiquiatría. Hospital Nicolás Peña. Complejo Hospitalario Universitario de Vigo. Vigo. España.
Ernest Charles Lasègue (1809-1883) es considerado
una de las figuras más representativas de la psiquiatría
francesa del siglo XIX. Educado en literatura y filosofía,
lee su tesis doctoral en Medicina en 1846. Junto con su
colega Claude Bernard, primero de los defensores del
método experimental en este campo, propone la etiología
de los desórdenes mentales como un concepto complejo,
en el que la psicología y la fisiología se complementan
una a otra. Sus aportaciones han sido tan variadas como
brillantes, comenzando por la descripción de los criterios
clínicos que diferenciaban los síntomas de conversión de
la histeria y diversos problemas neurológicos, designando signos como el que lleva su nombre. También son innovadores sus artículos sobre exhibicionismo y cleptomanía, que se consideran como pioneros de la psiquiatría
forense. Son muchos los autores que creen que su aportación a las bases de lo que actualmente conocemos como
anorexia nerviosa fue anterior a la realizada por Gull,
aunque quizás la historia haya dado mayor protagonismo
a este último. En 1877, en uno de sus últimos trabajos,
describe junto con Jules Falret el concepto de folie à
deux, todavía utilizado hoy en día en las clasificaciones
internacionales.
Sin embargo, uno de los trabajos más reconocidos de
este polifacético autor es el artículo que hoy nos ocupa.
Después de que en el siglo XIX se consolidase la distinción entre delirios agudos y delirios crónicos, iniciada
por Guislein, son muchas las aportaciones de la psiquiatría francesa de aquella época a la descripción de los delirios crónicos. En 1852, Lasègue describe el delirio de
persecución de evolución progresiva, que también sería
estudiado después por su discípulo Legrand du Saule
(1871). Más tarde aparecen otras descripciones sobre las
características de estos delirios, como la realizada por
Foville con el delirio de grandeza (1871) o la publicada
en 1882 por Cotard sobre el delirio de negación. La originalidad de la aportación de Lasègue radica no sólo en
la descripción precisa de las características de este tipo
de delirio, sino también en considerar el delirio de persecución como un desorden mental distinto a los descritos
en aquel momento. El delirio de persecución es una nue65
va y estable forma de delirio, en el que las alucinaciones
auditivas pueden estar presentes, pero no son la causa del
delirio, ni le confieren mayor gravedad, de igual forma
que ningún tipo de carácter predispone a la aparición de
este delirio; de hecho “se trata de algo distinto a la exageración de una tendencia natural. Los caracteres más
asustadizos no son los más predispuestos”. También describe que los pacientes que presentan este delirio no
muestran grandes alteraciones emocionales, y que se
puede dar en sujetos mayores de 28 años, con diverso
humor, inteligencia y clase social.
Por primera vez, en la psiquiatría francesa del siglo
XIX se aislaba una forma de delirio crónico que se diferenciaba sustancialmente de la melancolía, y el grupo de
los delirios crónicos pasó a constituir uno de los sectores centrales de la nueva ordenación de la clínica psiquiátrica. Las descripciones de las formas de delirio crónico se multiplicaron rápidamente a partir del trabajo de
Lasègue, que se basa en tres criterios distintos y sucesivos: en primer lugar con respecto al “tema” del delirio,
siendo ejemplo de esta tendencia los trabajos de Foville
y Cotard. Posteriormente se intentó una reelaboración
de estos síndromes para lograr una mayor utilidad clínica, agrupándolos según el mecanismo o función psíquica que parecía intervenir en su formación. De este modo, surgieron los delirios de interpretación de Sèrieux y
Capgras o los pasionales de Clerambault. Por último, un
tercer camino fue el de individualizar los síndromes delirantes en función de los caracteres formales y evolutivos. Surgió así el grupo de los delirios sistemáticos, sin
duda el intento nosográfico más ambicioso realizado por
la psiquiatría francesa en este sector clínico. Magnan insistió en la necesidad de analizar la evolución de los
cuadros delirantes para clasificarlos, y de esta forma organiza, junto con Sèrieux, los delirios crónicos en dos
grupos: los delirios crónicos de evolución sistemática y
el delirio polimorfo de los degenerados (El delirio crónico, 1882). Esta idea del estudio longitudinal, que en
realidad había tomado de su maestro Morel, sería lo que
sirvió a Kraepelin para ordenar y caracterizar las psicosis endógenas.
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Olivares Díez JM, et al. Comentario a “Sobre el delirio de persecución”
Lasègue inicia este trabajo realizando una crítica a sus
contemporáneos, cuando afirma que no todos los alienados (y sus delirios) son iguales, y advierte que bajo el título de alienación “se reúne, si es que no confunde, en
una unidad engañosa las formas patológicas más dispares”, por lo que “a todos los locos se le aplican las mismas prescripciones legales y reglas administrativas”, del
mismo modo que “los libros de patología general abarcan, al mismo tiempo, las enfermedades circulatorias o
las funciones respiratorias, las incluyen en una descripción común e intentan aplicarles un pronóstico y un tratamiento”, justificando así la necesidad de estudiar y aislar los delirios como forma patológica, basándose en la
observación clínica directa. Podemos considerarlo el precursor de un cambio sustancial en el desarrollo de la psiquiatría en la Francia de su época, de modo similar, y
con las limitaciones que siempre supone realizar comparaciones entre la escuela alemana y francesa, a Emile
Kraepelin. Cuando este último inicia su monumental
obra de ordenamiento en el campo de los delirios (1883),
se encuentra que del 70 al 80% de los alineados internados se hallaban rotulados de paranoias, y reunían formas
delirantes crónicas, agudas y periódicas. Así, se estableció como primer objetivo delimitar entidades clínicas.
Aunque aplicó el criterio evolutivo y la forma de terminación de las psicosis, a través de las ocho ediciones de
su tratado (1883-1895) establece los criterios de la paranoia, las parafrenias y el deliro paranoide de la demencia
precoz, señalando en su descripción la posibilidad de
aparición o no de alucinaciones auditivas, la ausencia o
presencia de deterioro de la personalidad y su carácter
endógeno (uno de los puntos fundamentales en los que
discrepa la concepción de la paranoia de Kraepelin con
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el carácter de desarrollo que ofrecería la óptica fenomenológica a partir de Kark Jaspers).
Lasègue se centra, principalmente, en el comienzo y en
los primeros signos de la enfermedad, y se justifica del siguiente modo: el delirio como enfermedad debe manifestarse por una serie de síntomas, pero para saber cuáles
son debemos fijarnos en el “momento de floración” de
este proceso patológico, no en los pródromos ni en la
evolución, ya que en esos momentos no se pueden apreciar los elementos esenciales y primitivos. Él mismo reconoce en su trabajo el objetivo que pretende alcanzar,
“establecer un tipo de delirio y determinar las características que deben aparecer en su definición” y las limitaciones que se impone al pretender realizar un estudio nosológico, pero en ese momento, sentó la base para que otros
autores analizasen ese tipo de alienación desde otros puntos de vista, como el patocrónico.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
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