ANÁLISIS DE LOS EFECTOS DE LAS COTIZACIONES SOCIALES SOBRE LA CREACIÓN DE EMPLEO EN MADRID: PROPUESTAS DE REFORMAS JUAN FRANCISCO CORONA RAMÓN Catedrático de Economía Aplicada FERNANDO ÁLVAREZ GÓMEZ Profesor de Economía Aplicada INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS 1 LA CONSEJERÍA DE EMPLEO Y MUJER DE LA COMUNIDAD DE MADRID ha patrocinado la elaboración y edición de este Informe © 2005 JUAN FRANCISCO CORONA RAMÓN y FERNANDO ÁLVAREZ GÓMEZ © 2005 INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS C/ Castelló, 128 - 6.ª planta • 28006 Madrid Depósito legal: M. 47.598-2005 Impreso por GRÁFICAS MURIEL, S.A. C/ Buhigas, s/n • Getafe (Madrid) Printed in Spain · Impreso en España 2 ÍNDICE INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 CAPÍTULO I: LAS REFORMAS DEL MERCADO DE TRABAJO EN ESPAÑA . . . . 7 1. La reforma de 1984 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 2. La reforma de 1994 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 3. La reforma de 1997 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 4. La reforma de 2001 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 CAPÍTULO II: SITUACIÓN ACTUAL DEL MERCADO DE TRABAJO EN ESPAÑA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 1. Características generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 2. Coste laboral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 3. Estructura salarial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 CAPÍTULO III: EL PESO DE LAS COTIZACIONES SOCIALES SOBRE EL PIB DE LOS PAÍSES DE LA UNIÓN EUROPEA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 1. Presión fiscal económica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 2. El peso de las cotizaciones sociales en la estructura fiscal . . . . . . . . . . . . . . . 33 CAPÍTULO IV: ANÁLISIS COMPARADO DE LOS SISTEMAS DE LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA UE-15 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 1. Principales prestaciones sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 a) Prestación por jubilación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 b) Prestación por invalidez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 c) Prestación por supervivencia (viudedad) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 d) Prestación por desempleo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 e) Prestación sanitaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 2. Estructura de las cotizaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 3 CAPÍTULO V: LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL Y EL DESEMPLEO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 1. Fiscalidad laboral y desempleo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 2. La brecha fiscal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 3. Alternativas de financiación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 4 INTRODUCCIÓN Es indudable que una de las principales distorsiones que afectan al mercado laboral en España está producida por la fiscalidad existente sobre el trabajo. Este hecho puede apreciarse de forma clara a partir de un análisis de sistemas comparados, especialmente en el ámbito de la OCDE y de la Unión Europea. Desde este punto de vista, es evidente que la fiscalidad sobre el trabajo recae en las cotizaciones sociales y en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. En sentido estricto, la influencia de la fiscalidad sobre el empleo se manifiesta como resultado de la interacción de diversas figuras tributarias: el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, el Impuesto sobre Sociedades y las cotizaciones a la Seguridad Social. El objetivo del presente estudio consiste en analizar la relación existente entre las cotizaciones sociales y la tasa de desempleo, de acuerdo con la evidencia empírica existente en España. Por ello se realiza una revisión de las principales reformas del mercado laboral en España en los últimos veinte años, que sirven como marco para el análisis de la situación actual del mercado laboral en España. Al objeto de poner en contexto la situación de nuestro país, se acude al sistema comparado con el fin de valorar el peso de las cotizaciones sociales en la estructura fiscal. Dicho análisis se complementa con el estudio de las prestaciones sociales y de la estructura de las cotizaciones en el entorno europeo. Por último, se investiga el impacto de las cotizaciones sobre el empleo, considerando la importancia de la brecha fiscal y planteando alternativas eficientes para sustituir la recaudación derivada de las cotizaciones sociales. 5 CAPÍTULO I LAS REFORMAS DEL MERCADO DE TRABAJO EN ESPAÑA El objetivo del siguiente apartado es revisar, a grandes rasgos, las principales reformas acometidas en el mercado de trabajo español desde la transición y sus limitaciones, y en él se pone de manifiesto cómo, a pesar de las tres reformas básicas (1984, 1994 y 1997), el elevado desempleo en España, comparado con la media de los países de la UE, ha sido una constante en los últimos 30 años. 1. La reforma de 1984 En 1984 España presentaba una tasa de paro del 20,6%, frente al 10,6% de la Unión Europea (UE), y el crecimiento real del PIB era del 1,5%, frente al 2,5% de la UE, con una inflación que duplicaba la media de la UE. En este contexto, la primera reforma relevante del mercado de trabajo español, producida en 1984, pretendía facilitar la contratación y fomentar el acceso al primer empleo de los jóvenes. Aunque, al no plantearse objetivos de carácter más general en términos de flexibilización del mercado ni de la organización del trabajo en las empresas, debe considerarse una reforma muy limitada. En todo caso, la idea central de la reforma era que la existencia de un contrato básico de trabajo de duración indefinida, con altos costes de despido, retraía la contratación de nuevos trabajadores por parte de las empresas, y, dado que los costes políticos de la reducción de los costes de despido debieron considerarse excesivos, el único instrumento utilizado fue abrir el abanico de contrataciones. 7 De esta forma, el contrato fundamental fue el contrato temporal de fomento del empleo (CTFE), acompañado de los contratos para la formación y de prácticas. El CTFE tuvo un éxito que sorprendió incluso a sus defensores, alcanzando la tasa de temporalidad el 30% del total de asalariados. Sin duda, su crecimiento explosivo debe explicarse en el menor coste que para la empresa representaba el CTFE frente al contrato indefinido; así, dicho contrato ahorraba 33 días de indemnización por año trabajado y eliminaba prácticamente los costes de tramitación y la incertidumbre sobre la calificación final del despido. El frecuente uso de los CTFE permitió un crecimiento rápido del empleo pero generó una aguda dualización entre los ocupados, con dos efectos nocivos. Primero, se consolidó un núcleo duro de temporalidad; segundo, se produjo un efecto perverso en la negociación colectiva en virtud del cual los trabajadores con contrato indefinido (insiders) negociaban los convenios, y los temporales (outsiders) sufrían los eventuales ajustes en el empleo. De todas formas, tras la reforma, el problema principal seguía siendo que la tasa de paro española no rompía la barrera del 15%, duplicando la media de la UE, sin duda como consecuencia, por un lado, de la elevada brecha salarial, y por otro, del hecho de que la combinación de una alta tasa de rotación, derivada de la temporalidad, y una generosa protección al desempleado, permitiera a los trabajadores temporales que transcurriesen largos periodos durante los cuales alternaban la situación de contratado temporal con la de desempleado, sin que por ello sufrieran significativamente sus ingresos medios. 2. La reforma de 1994 A lo largo del periodo 1984-1993 apenas se producen cambios en las instituciones laborales españolas, a excepción de algunos recortes en la prestación contributiva llevados a cabo en 1992, consecuencia del fuerte crecimiento del gasto en protección del desempleo, iniciado en 1988 y acelerado en 1990 y 1991. Pero será en el año 1994 cuando se plantean, por primera vez, los problemas del mercado de trabajo de forma integral, alumbrándose una reforma que persigue como uno de sus objetivos principales reducir la tasa de temporalidad, pudiendo considerarse una contrarreforma de la de 1984. Una breve descripción de la reforma debe destacar la eliminación del CTFE como vía general para la contratación y la aparición de un contrato de aprendizaje para trabajadores entre 16 y 25 años con costes de despido bajos y predeterminados; el fomento de la contratación a tiempo parcial; la introducción de elementos importantes de flexibilización en la organización del trabajo dentro de las empresas, como son: 8 — la desaparición de la obligación legal del sobrepago de las horas extraordinarias, que pasa a ser competencia de la negociación colectiva, y — los pasos que se dieron en la cuestión de la movilidad, tanto funcional como geográfica. Por último, en cuanto a la organización del mercado de trabajo, se autorizó y reguló la existencia de nuevos intermediarios en el mercado laboral, empresas privadas de colocación, no lucrativas, y de cesión de trabajadores, y se introducen cambios funcionales en el Instituto Nacional de Empleo, al finalizar su papel monopolista en la colocación en el mercado de trabajo, pasando a concentrarse en tareas de formación y control del desempleo. Como señala Argandoña (1999), a pesar de que las medidas estaban bien orientadas y apuntaban en la dirección correcta al buscar la reducción de los costes de ajuste y el aumento de la flexibilidad interna y externa, los resultados se quedaron cortos: no se redujo sustancialmente el papel de los insiders, se mantuvieron todavía demasiadas rigideces tanto en la entrada como en la salida de la relación laboral y se redujeron poco los costes de despido. 3. La reforma de 1997 En esta reforma el objetivo declarado era la disminución de la tasa de temporalidad, y su instrumento principal fue el Nuevo Contrato de Fomento (NCF): un contrato indefinido para trabajadores entre 18 y 29 años o de más de 45 que incluía una indemnización por despido improcedente de 33 días por año trabajado, con un máximo de 24 mensualidades. Además, un nuevo contrato de formación sustituyó al existente y se introdujeron algunas modificaciones en la contratación a tiempo parcial. Junto a estas aportaciones, se clarificaron los supuestos del despido objetivo, incluyendo la superación de situaciones competitivas en el mercado o las exigencias de la demanda. Con ello se pretendía contribuir a la reducción de los costes del despido, orientando a las empresas hacia el despido por causas objetivas, más barato. Se introdujeron bonificaciones en las cuotas empresariales de la Seguridad Social, así como beneficios fiscales a las empresas, como incentivo a la contratación indefinida, o a la transformación de contratos temporales en indefinidos, durante dos años. Con todo ello podemos decir que si el éxito de la reforma se mide en términos de la reducción de la tasa de temporalidad, parece que la reforma de 1997 tuvo mayor éxito que la de 1994. No obstante, la tasa de temporalidad, que alcanzó un máximo del 33,8% en 1996, sólo ha flexionado hasta el 30,6% en 2003. Argandoña (1999) considera que la reforma de 1997, a pesar de ir orientada en la dirección correcta, distaba mucho 9 de ser suficiente, sobre todo a la hora de reducir el poder de los insiders1, romper la segmentación del mercado, introducir más flexibilidad en los salarios y poner las bases para una reducción del desempleo de larga duración. 4. La reforma de 2001 La Ley 12/2001, de 9 de julio, de medidas urgentes de reforma del mercado de trabajo para el incremento del empleo y la mejora de su calidad, introduce modificaciones en el régimen jurídico del contrato a tiempo parcial y del contrato de relevo, con objeto de lograr un mayor impulso y dinamismo de estas modalidades contractuales, que permitan un crecimiento del empleo estable y se adapten mejor a las necesidades de empresas y trabajadores. La reforma también amplía los colectivos que pueden beneficiarse de los contratos formativos, y concreta y formaliza, a través de un nuevo contrato temporal de inserción, los programas de contratación de trabajadores desempleados para la realización de obras y servicios de interés general y social. Se mantiene el contrato para el fomento de la contratación indefinida y se desarrolla el Programa del Fomento de Empleo, conforme al cual se trata de activar la contratación de aquellos colectivos más desfavorecidos a la hora de encontrar empleo (mujeres desempleadas entre 16 y 45 años, desempleados de larga duración y desempleados de más de 45 años), mediante la subvención de un porcentaje sobre las cuotas empresariales por contingencias comunes por parte del Estado. Asimismo, con el objeto de evitar la utilización abusiva de la contratación temporal de corta duración, se incrementa en un 36% la cuota empresarial a la Seguridad Social por contingencias comunes en los contratos temporales cuya duración efectiva sea inferior a siete días. Apoyándose en realidades demográficas y del mercado de trabajo cambiantes, se deroga la Disposición adicional décima del Estatuto de los Trabajadores, que estimulaba la adopción de medidas dirigidas a lograr la jubilación forzosa de los trabajadores de mayor edad y su retirada del mercado de trabajo, y se tiende a suavizar la obligación de jubilarse para ir hacia un abandono prolongado del puesto de trabajo. Estamos, por tanto, ante una reforma continuista con la filosofía de la reforma laboral anterior, que busca una mayor flexibilidad del mercado laboral, así como una 1 Como afirman IRANZO e IZQUIERDO (1999), los altos costes de despido provocan una indeseable segmentación del mercado de trabajo, en el que coexisten, por un lado, los trabajadores con contratos indefinidos (insiders) y fuertemente protegidos frente a la posibilidad de ser despedidos —lo que aumenta su capacidad de presión en la negociación salarial y reduce el efecto disciplinador de los excesos de oferta sobre la formación de los salarios—, y, por otro, los parados y los trabajadores con contrato temporal (outsiders), con un nivel de seguridad y motivación relativamente bajo, y que, como colectivo, son los que soportan los mayores costes de ajuste en términos de ocupación y retribución relativa, por la insensibilidad de los insiders, con lo que éstos, con su estructura de actuaciones e incentivos, reducen la flexibilidad de las empresas ante las variaciones cíclicas de la demanda. 10 mayor estabilidad que reduzca la elevada temporalidad que sigue padeciendo el mercado laboral español, pudiendo ser acusada del mismo mal que han padecido el resto de reformas, esto es, el quedarse corta. GRÁFICO 1 TASA DE DESEMPLEO (1983-2004) % total de población activa Suecia España Irlanda OCDE total UE-15 20 15 10 5 0 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 Fuente: OCDE y elaboración propia. Como pone de manifiesto el Gráfico 1, España presenta a lo largo del periodo analizado tasas de desempleo superiores tanto a la media de la UE-15 como de la OCDE, y muestra cómo la reforma laboral de 1984, tras el incremento inicial del desempleo que dejó la tasa en el nivel más alto de la serie (21,1%), logró ir reduciendo la tasa de paro, alcanzándose el nivel más bajo de desempleo en 1990 (13,1%). Como consecuencia de la crisis económica de principios de los años noventa, se produce un incremento del desempleo que sitúa la tasa máxima en 1994 (19,8%), demostrando la necesidad de la reforma laboral. La reforma de 1994 generó una tímida reducción de la tasa de desempleo, más acentuada tras la reforma de 1997, alcanzando en 2001 el menor porcentaje de desempleo (10,6%), a tan sólo 3 puntos de la media de la UE-15. A partir de esta situación, la reforma laboral de 2001 ha permitido mantener los niveles de desempleo en mínimos históricos, a pesar de seguir generando tasas de temporalidad demasiado elevadas en comparación con la media de la UE-15. 11 CAPÍTULO II SITUACIÓN ACTUAL DEL MERCADO DE TRABAJO EN ESPAÑA Por lo que se refiere a la situación actual, como ha quedado reflejado en el capítulo anterior, en los últimos años la economía española ha sido capaz de crear empleo neto, en parte debido a la mejora de la detección del empleo (y del paro), derivada de los cambios metodológicos de la EPA, y en parte debido a la mejora de las condiciones de estabilidad macroeconómica y a la mejor combinación de políticas económicas desde el punto de vista del empleo. En el siguiente apartado repasamos en el ámbito regional el mercado laboral español, prestando especial atención a los datos que aporta el INE sobre coste laboral y estructura salarial. 1. Características generales El número total de activos en España se sitúa, en el segundo trimestre de 2005, en 20.839.600, con un aumento de 248.000 personas respecto al primer trimestre de 2005, alcanzando una tasa de actividad del 57,35%. Distinguiendo por sexos, el número de mujeres activas se sitúa en 8.631.700, con una tasa de actividad del 46,49%, frente a una tasa de actividad de los varones del 68,71%. Las Comunidades Autónomas que presentan mayor tasa de actividad son las Islas Baleares (con el 64,49%), Madrid (62,88%), Cataluña (61,28%) y La Rioja (59,97%), presentando las más bajas Asturias (47,83%), Extremadura (51,47%), Castilla y León (52,25%) y Galicia (52,97%). Por su parte, la ocupación se sitúa en el segundo trimestre de 2005 en 18.894.900 personas, 402.300 más que en el trimestre anterior. Por sectores, el número de personas ocupadas aumenta en servicios (con un incremento de 358.900), en la construcción (68.800) y en la industria (5.200); en cambio, en la agricultura se produce un descenso en el número de los ocupados de 30.700. Si observamos la situación por Comunidades Autónomas, en variación interanual, los incrementos más notables de la ocupación se 13 producen en Andalucía (214.900), Madrid (158.000), Cataluña (116.200) y la Comunidad Valenciana (96.800). El número de asalariados se sitúa en 15.440.100 en el segundo trimestre de 2005, con un incremento de 463.200 respecto al trimestre anterior. El número de asalariados con contrato indefinido crece en 102.500 y se sitúa en 10.305.300. Los asalariados con contrato temporal aumentan en 360.600 personas, alcanzando un total de 5.134.800; con ello, la tasa de temporalidad crece hasta el 33,26% de los asalariados. Por su parte, el desempleo se reduce en el segundo trimestre de 2005 en 154.300 personas, siendo el número total de parados en España de 1.944.700, con una tasa de paro del 9,33%, que en el caso de las mujeres asciende hasta el 12,22% y en el caso de los varones queda en el 7,29%. En el análisis por Comunidades Autónomas, las bajadas más acusadas del paro se producen en Madrid (39.300), Cataluña (24.800) e Islas Baleares (19.800), de forma que Navarra, Islas Baleares, Aragón, La Rioja y Madrid son las Comunidades Autónomas que tienen las tasas de paro más bajas, todas ellas por debajo del 7%, mientras que las tasas de paro más elevadas las encontramos en Extremadura (15,15%) y en Andalucía (13,78%). Navarra, Madrid, Islas Baleares, Cataluña y Aragón presentan tasas de paro femeninas por debajo del 10%; los porcentajes de paro por sexo más parecidos se dan en Madrid, donde las tasas de paro femenina y masculina son prácticamente iguales este trimestre. Las diferencias más elevadas se encuentran en Extremadura (casi 12 puntos) y Castila-La Mancha (más de 10 puntos). 14 CUADRO 1 PRINCIPALES RESULTADOS DEL MERCADO LABORAL ESPAÑOL Resultados por Comunidades Autónomas (valores absolutos en miles y tasas en porcentaje) Ambos sexos TOTAL Andalucía Aragón Asturias Baleares (Islas) Canarias Cantabria Castilla y León Castilla-La Mancha Cataluña C.Valenciana Extremadura Galicia Madrid Murcia Navarra País Vasco Rioja (La) Ceuta Melilla Varones Ocupados Parados 18.894,9 2.944,8 567,8 399,9 485,6 820,1 235,6 1.018,9 758,4 3.276,6 2.030,5 387,3 1.113,4 2.873,3 568,6 271,7 954,7 141,3 24,3 22,1 1.944,7 470,8 38,0 48,5 31,2 115,8 23,6 96,3 78,2 251,3 206,8 69,1 139,2 211,9 49,8 14,7 78,2 9,7 7,6 3,9 Tasa actividad 57,35 54,13 56,85 47,83 64,49 58,87 54,33 52,25 53,91 61,28 58,48 51,47 52,97 62,88 57,97 58,77 56,88 59,97 57,38 51,84 Tasa paro 9,33 13,78 6,28 10,82 6,03 12,38 9,09 8,64 9,35 7,12 9,24 15,15 11,11 6,87 8,05 5,12 7,57 6,45 23,76 15,03 Tasa actividad 68,71 67,23 68,17 59,48 73,61 69,50 65,98 64,08 68,01 71,65 70,04 63,66 62,48 73,12 71,04 69,12 67,37 71,26 72,58 66,06 Mujeres Tasa paro 7,29 10,56 4,04 8,76 4,16 10,46 6,03 5,39 5,45 5,99 7,31 10,51 7,91 6,84 5,70 3,89 5,47 3,34 16,98 11,06 Tasa actividad 46,49 41,56 45,78 37,27 55,46 48,35 43,35 40,78 39,90 51,33 47,28 39,60 44,29 53,44 44,91 48,58 46,96 48,66 41,95 38,79 Tasa paro 12,22 18,79 9,54 13,80 8,49 15,11 13,47 13,58 15,96 8,64 12,03 22,41 15,23 6,91 11,77 6,84 10,43 11,01 35,66 21,23 Fuente: Instituto Nacional de Estadística. A pesar de las mejoras indicadas, sobre todo en lo relativo a la tasa de desempleo, el profesor Termes propone la necesidad de acometer las siguientes reformas: 1. Flexibilizar la economía, progresando en la privatización, liberalización y desregulación de aquellos sectores en los que todavía existen restricciones a la competencia. 2. Racionalizar las condiciones de contratación laboral, dejando la máxima flexibilidad para establecer las modalidades de remuneración y horario de acuerdo con las necesidades de la empresa, las aptitudes del aspirante al puesto de trabajo y sus particulares deseos. 3. Revisar las condiciones de rescisión del contrato de trabajo, simplificando y objetivando las características del despido procedente y rebajando las indemnizaciones del despido. 4. Reducir los subsidios de desempleo de forma que la tasa de reposición no rebase el 65% y el periodo de percepción sea, como máximo, de 1 año. 15 5. Reformar el sistema de la Seguridad Social, privatizando la prestación de todas las modalidades de cobertura de contingencias, de forma que, al aliviar la financiación del Presupuesto de la Seguridad Social, deberían reducirse las cotizaciones sociales a cargo de las empresas. 6. Modificar el sistema de negociación colectiva de las condiciones de trabajo, de forma que lo dispuesto en el convenio no sea de aplicación a los que no han estado representados en su negociación. 2. Coste laboral Según los resultados de la Encuesta Anual de Coste Laboral 2004, el coste laboral por trabajador fue de 25.059,63 euros en términos brutos. Si se deducen los 221,54 euros que fueron recibidos de las Administraciones Públicas en concepto de subvenciones y deducciones, el coste neto anual alcanzó los 24.838,09 euros, lo que supone un crecimiento del 3,1% respecto al año anterior. Por sectores de actividad, el mayor coste laboral fue el de la industria, con un coste total neto por trabajador y año de 28.645,14 euros (un 3,5% más que en 2003), seguida de los servicios (con 23.869,9 euros y un crecimiento del 2,8%) y de la construcción (con 23.696,28 euros y un 5,0% más). Por Comunidades Autónomas, los costes laborales más elevados correspondieron a Madrid (con 29.736,96 euros por trabajador y año), País Vasco (con 28.504,6 euros) y la Comunidad Foral de Navarra (27.921,79). Por su parte, Extremadura (con 20.240,47 euros), Canarias (20.824,63) y la Región de Murcia (20.988,41) presentaron los costes laborales más bajos. El crecimiento de los costes laborales ha sido desigual en las distintas Comunidades. Islas Baleares (6,0%), Cantabria (4,6%) y Canarias (4,5%) registraron los mayores incrementos, mientras que Galicia (1,7%) y Aragón (1,8%) presentaron los aumentos más moderados. Respecto a la estructura del coste laboral bruto, destacan, entre las partidas que lo componen, los sueldos y salarios (18.280,17 euros) y las cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social (5.716,41), que constituyeron, conjuntamente, el 95,76% del coste. Junto a ellos, los costes por prestaciones sociales directas, pagos que la empresa abona directamente al trabajador o a su familia para asistirle en determinadas circunstancias y como complemento de determinadas prestaciones sociales, representaron el 1,06% del coste total; las cotizaciones voluntarias, que recogen las aportaciones del empleador a circuitos privados de seguros sociales, supusieron el 0,71% del coste bruto; las indemnizaciones por despido representaron el 0,67% del coste laboral, y la partida relativa a la formación profesional supuso el 0,34% del coste. 16 GRÁFICO 2 COSTE BRUTO POR TRABAJADOR Coste bruto por trabajador 25.059,63 € 22,80% 4,24% 72,95% Sueldos y salarios Cotizaciones obligatorias Otros costes Fuente: Instituto Nacional de Estadística. En el análisis sectorial podemos observar cómo la construcción tuvo en 2004 el nivel más bajo de sueldos y salarios (16.897,2 euros brutos por trabajador y año) y, proporcionalmente, el menor peso en el coste bruto (70,82%); la industria, por su parte, tuvo los sueldos y salarios más elevados (20.923,19 euros), mientras que en el sector servicios el coste salarial de cada trabajador fue de 17.721,39 euros, lo que representa un 73,56% del coste bruto. En lo que se refiere a las cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social, la industria fue el sector con mayores cotizaciones en media por trabajador (6.618,27 euros), cifra que supone el 22,89% del coste. En el sector servicios se cotizaron 5.357,28 euros, lo que significa el nivel más bajo en los tres sectores, tanto en cifras absolutas como en peso sobre el coste (22,24%); por último, el sector de la construcción presenta unas cotizaciones obligatorias por valor de 6.079,77 euros por trabajador, que suponen el 25,48% del coste laboral. Del análisis territorial destacamos que los costes salariales más elevados se dieron en Madrid (22.129,51 euros por trabajador al año), País Vasco (21.111,29 euros) y Navarra (20.620,48), mientras que los niveles más bajos se registran en Extremadura (14.715,46 euros), Canarias (15.095,98) y la Región de Murcia (15.335,4). Además, por los trabajadores del País Vasco y de Navarra se cotizó a la Seguridad Social más que por ningún otro trabajador de otra Comunidad (6.699,09 y 6.671,58 euros de media al año, respectivamente). Este hecho es consecuencia de que en la estructura productiva 17 de estas Comunidades predominan las actividades industriales, que tienen unos niveles de cotización más altos. En términos de estructura, las cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social tuvieron un mayor peso dentro del coste bruto en Cantabria (24,33%), La Rioja (24,22%) y el Principado de Asturias (24,09%), dándose los niveles más reducidos en las Comunidades con menor coste bruto y salarios más bajos: Extremadura, Canarias y la Región de Murcia. Por su parte, las cotizaciones voluntarias alcanzan los niveles más altos en Madrid, País Vasco y Principado de Asturias, y los niveles más bajos en Canarias, Región de Murcia y Extremadura. En cuanto al resto de componentes del coste laboral, Madrid, Andalucía y la Comunidad Valenciana fueron las Comunidades con este tipo de costes más altos, destacando a Madrid como la Comunidad con las indemnizaciones por despido y los gastos de formación profesional más elevados. Por último, hay que señalar que en concepto de subvenciones y deducciones fiscales vinculadas al empleo, las empresas del País Vasco recibieron la mayor cantidad (314,82 euros en promedio por trabajador), seguidas de las de la Comunidad Foral de Navarra y las de Cataluña, mientras que las empresas menos subvencionadas se encuentran en Canarias (con 132,82 euros), Extremadura y Andalucía. 18 CUADRO 2 COSTE LABORAL POR TRABAJADOR Y AÑO POR COMUNIDADES AUTÓNOMAS COSTE BRUTO Sueldos y salarios Cotizaciones Cotizaciones Prestaciones obligatorias voluntarias sociales directas Otros (1) Subvenciones y deducciones COSTE NETO TOTAL 25.059,63 18.280,17 5.716,41 178,33 266,18 618,54 221,54 24.838,09 Andalucía 22.749,41 16.396,25 5.369,46 124,70 214,85 644,15 172,74 22.576,67 Aragón 24.484,08 17.737,50 5.696,04 149,66 305,93 594,95 246,04 24.238,04 Asturias 25.031,68 18.071,18 6.029,82 232,22 269,36 429,10 223,45 24.808,23 Baleares 23.359,99 16.920,00 5.427,93 177,26 240,97 593,83 190,55 23.169,44 Canarias 20.957,45 15.095,98 4.924,38 100,73 274,17 562,19 132,82 20.824,63 Cantabria 23.650,03 16.989,44 5.754,63 209,29 317,87 378,80 191,01 23.459,02 Castilla-La Mancha 21.616,46 15.599,66 5.180,73 144,11 225,97 465,99 181,14 21.435,32 Castilla y León 23.215,31 16.766,76 5.498,58 157,69 245,90 546,38 199,95 23.015,36 Cataluña Comunidad Valenciana 26.740,50 19.725,05 6.031,02 157,40 264,83 562,20 260,73 26.479,77 22.464,13 16.219,48 5.325,24 134,72 180,99 603,70 222,25 22.241,88 Extremadura 20.379,92 14.715,46 4.762,65 118,03 198,97 584,81 139,45 20.240,47 Galicia Madrid (Comunidad de) 21.438,51 15.497,64 5.044,38 162,68 236,21 497,60 205,22 21.233,29 29.966,49 22.129,51 6.234,60 297,13 371,18 934,07 229,53 29.736,96 Murcia 21.214,53 15.335,40 5.081,85 117,55 204,18 475,55 226,12 20.988,41 Navarra 28.213,69 20.620,48 6..671,58 189,53 305,00 427,10 291,90 27.921,79 País Vasco 28.819,42 21.111,29 6.699,09 253,97 320,52 434,55 314,82 28.504,60 Rioja (La) 22.906,34 16.579,02 5.547,87 143,05 174,58 461,82 219,02 22.687,32 (1) Otros: incluye indemnizaciones por despido, gastos en formación profesional, en transporte, gastos de carácter social, indemnizaciones por fin de contrato, pagos compensatorios, herramientas, ropa de trabajo y otros. Fuente: Instituto Nacional de Estadística. 3. Estructura salarial El salario bruto anual medio en España en 2002, según los datos publicados por la Encuesta de Estructura Salarial, fue de 19.802,45 euros, correspondiendo 22.169,16 euros a los varones y 15.767,56 euros a las mujeres, destacando que la diferencia entre dicho salario medio (19.802,45) y el salario más frecuente (12.503,29) es de más de 7.000 euros, diferencia que explica la percepción que los usuarios y la opinión pública tiene de que los resultados de las encuestas tradicionales «son altos», ya que sólo se ofrecen valores medios del salario. 19 GRÁFICO 2 COMPOSICIÓN DEL SALARIO BRUTO MENSUAL. AMBOS SEXOS Composición del salario bruto mensual. Ambos sexos 5,90% 33,20% 0,70% 60,10% Salario base Pagos extraordinarios Complementos salariales Pagos por horas extraordinarias Fuente: Instituto Nacional de Estadística. Al observar la ganancia media anual por Comunidades Autónomas, los salarios más elevados corresponden a Madrid (23.183,37 euros anuales por trabajador), País Vasco (22.840,34), Navarra (20.960,69) y Cataluña (20.728,6), presentando los salarios más bajos Extremadura (16.401,13 euros), Murcia (16.528,17) y Castilla-La Mancha (16.688,32). En general, los trabajadores con un contrato de duración determinada tienen un salario medio anual inferior en un 40% al de los contratos indefinidos. Además, un 14,3% de los contratos de los trabajadores tienen algún tipo de ayuda por parte de la Administración, siendo la más significativa la reducción total o parcial de las cuotas del empleador a la Seguridad Social, con un 13,4% del total de contratos. En todo caso, es preciso señalar que los contratos acogidos a alguna medida de fomento del empleo tienen unos salarios inferiores al salario medio anual. Corresponden los menores salarios a los trabajadores con contrato subvencionado, seguidos de los que tienen bonificaciones o reducciones en las cuotas de la Seguridad Social. 20 GRÁFICO 3 DESCOMPOSICIÓN DEL SALARIO EN BRUTO Y EN NETO. AMBOS SEXOS Descomposición del salario en bruto y en neto. Ambos sexos 6,10% 15,40% 78,60% Salario neto Cotizaciones sociales Retenciones IRPF Fuente: Instituto Nacional de Estadística. Por lo que se refiere a la relación entre los salarios y el nivel de estudios, queda claro que existe una relación directa entre ambas variables; así, los trabajadores sin estudios o que no han completado la Educación Primaria tienen una remuneración inferior en un 35% al salario medio, mientras que los licenciados universitarios perciben un salario anual casi un 67% superior. 21 CUADRO 3 GANANCIA MEDIA ANUAL POR TRABAJADOR EN LAS DIFERENTES COMUNIDADES AUTÓNOMAS Contrato con duración Todas las edades De 20 a 29 años De 30 a 39 años De 40 a 49 años De 50 a 59 años Con educación primaria Con titulación superior Indefinida Determinada 20.496,86 12.908,55 13.595,41 12.078,63 18.983,19 13.661,97 23.440,99 13.906,58 25.804,81 13.861,01 17.498,69 12.566,53 34.737,03 17.873,48 Indefinida Determinada 21.028,00 14.385,99 14.765,92 14.483,67 19.469,99 14.860,74 23.810,82 14.050,99 26.087,56 13.850,94 17.773,77 13.312,33 32.762,66 18.534,12 Indefinida Determinada 21.952,32 14.968,19 14.542,90 13.677,49 20.218,28 15.754,28 24.170,42 16.000,02 25.495,75 16.465,83 18.392,50 15.004,29 32.980,70 21.589,24 Indefinida Determinada 20.612,45 13.084,47 15.267,81 12.590,78 20.885,25 14.206,01 23.426,75 13.429,07 23.600,35 13.232,03 15.813,77 12.630,72 37.281,36 20.078,70 Indefinida Determinada 19.375,59 13.327,67 13.233,09 12.899,98 18.880,28 14.682,71 22.679,65 13.012,57 24.591,94 13.056,73 15.028,29 11.969,26 35.565,99 22.826,36 Indefinida Determinada 20.636,01 13.618,44 14.356,79 13.049,49 18.320,39 14.387,51 22.431,35 14.164,07 24.797,96 13.376,62 17.388,23 13.045,71 33.039,98 18.350,60 Indefinida Determinada 18.427,61 12.687,81 13.197,97 12.060,50 17.364,42 13.837,13 21.494,68 13.221,36 23.021,20 12.445,03 15.122,40 11.162,50 31.514,39 21.610,24 Indefinida Determinada 20.063,71 11.985,50 14.266,15 12.201,24 18.346,51 12.363,73 22.119,29 11.761,38 25.306,72 10.973,18 17.845,39 11.623,34 27.692,64 14.238,81 Indefinida Determinada 22.341,86 13.499,53 16.099,34 13.036,46 21.931,14 14.593,52 25.258,59 13.787,09 27.225,90 13.907,33 17.475,22 12.680,17 35.274,43 18.149,68 Indefinida Determinada 19.648,09 13.243,79 14.354,20 12.297,81 19.327,55 13.812,25 22.152,53 15.075,18 24.682,55 13.299,25 16.665,83 12.504,29 31.591,10 20.983,32 Indefinida Determinada 18.581,98 11.498,30 12.523,44 11.411,09 17.342,89 11.940,81 21.123,42 11.192,74 23.678,45 11.942,21 14.440,03 11.012,59 31.269,92 16.624,56 Indefinida Determinada 19.679,29 12.567,05 13.406,76 12.015,54 18.367,29 13.347,09 21.299,38 12.943,48 24.487,23 12.451,20 15.531,83 11.257,23 33.656,61 19.131,43 Indefinida Determinada 25.985,56 13.379,96 17.095,07 12.926,29 26.117,06 14.251,01 30.978,65 13.267,69 31.160,71 14.552,78 17.142,53 12.303,08 41.748,99 17.048,78 Indefinida Determinada 18.182,77 12.944,60 12.957,09 12.508,90 17.417,90 13.640,48 20.972,28 13.464,32 23.197,13 13.743,98 15.006,85 12.026,36 32.666,46 19.389,98 Indefinida Determinada 22.525,5 16.053,99 17.569,76 15.492,77 21.916,81 17.576,38 24.084,95 15.682,69 25.972,36 14.859,86 19.951,70 13.930,29 34.025,36 20.305,42 Indefinida Determinada 25.118,57 16.247,10 18.297,36 15.532,77 22.852,22 17326,00 27.175,39 16.460,80 30.148,18 17.082,25 21.479,88 14.749,54 36.997,69 21.001,67 Indefinida Determinada 18.904,67 13.576,23 14.483,48 12.594,74 17.536,69 14.712,74 21.044,52 14.160,09 22.934,94 14.019,14 15.206,24 12.744,20 29.737,62 20.861,84 Andalucía Aragón Asturias Baleares Canarias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla y León Cataluña Comunidad Valenciana Extremadura Galicia Madrid Murcia Navarra País Vasco Rioja (La) Fuente: Instituto Nacional de Estadística. 22 CAPÍTULO III EL PESO DE LAS COTIZACIONES SOCIALES SOBRE EL PIB DE LOS PAÍSES DE LA UNIÓN EUROPEA 1. Presión fiscal económica La presión fiscal económica expresa el porcentaje de renta que los contribuyentes de un país destinan a cubrir los ingresos fiscales. Es un cociente cuyo numerador está constituido por la cuantía de las exacciones forzosas y cuyo denominador lo constituye la cuantía de las rentas de los contribuyentes, viniendo expresado normalmente como porcentaje. Presión Fiscal Económica = Ingresos Tributarios ⋅ 100 Producto Interior Bruto Para determinar el numerador debemos tomar los ingresos fiscales del Estado, teniendo este carácter todos los que suponen una detracción coactiva de la renta de los contribuyentes. Entre otros, podemos considerar los ingresos fiscales de las corporaciones locales, comprendidos los ingresos tributarios, los procedentes de tasas y las contribuciones especiales, así como los ingresos parafiscales que no sean una pura tasa de servicios privados prestados, y entre ellos los más importantes que encontramos son las cuotas empresariales y obreras de la Seguridad Social. Esto nos lleva a la generalización de dos posibles cocientes alternativos para determinar la presión fiscal: uno que incorpore la totalidad de ingresos fiscales y otro que deje fuera las cotizaciones que financian la Seguridad Social, que, al tener un destino concreto, quedan fuera del concepto genérico de «impuesto»: 23 Presión Fiscal (PF1) = Ingresos Tributarios excluidas las cotizaciones a la SS ⋅ 100 Producto Interior Bruto Presión Fiscal (PF2) = Ingresos Tributarios totales, incluidas las cotizaciones SS ⋅ 100 Producto Interior Bruto En todo caso, si con el numerador queremos observar el efecto de la imposición sobre el contribuyente, es evidente que no podemos conformarnos simplemente con cuantificar el volumen alcanzado por la recaudación impositiva; así, desde el punto de vista microeconómico, es sabido que, en virtud del fenómeno de traslación, no todos los impuestos de los que es sujeto pasivo una persona son soportados por ella, y que, en cambio, es posible que soporte realmente impuestos que, desde el punto de vista de la relación jurídico-tributaria, no le afecten2. En el análisis de dicha repercusión impositiva, Pantaleoni distinguía cuatro situaciones3: — La percusión del impuesto que hace referencia al contribuyente de iure del impuesto, es decir, aquel que por disposición legal debe pagar el impuesto. — La traslación del impuesto, que es la propiamente llamada repercusión y se refiere a quien de facto paga el impuesto, esto es, aquel que, como efecto del fenómeno económico de la traslación, termina pagando el impuesto. Esta traslación puede tener dos direcciones distintas: es posible que quien intenta repercutir, lo haga en dirección a aquellos que compran el producto, y a esto se llama «traslación hacia delante»; en otros casos, es posible que el productor no consiga, atendiendo a la naturaleza del bien o a las condiciones del mercado, trasladar el impuesto hacia el consumidor, en cuyo caso puede intentar trasladarlo a los propietarios de los factores de producción, y en este caso se trata de una «traslación hacia atrás». 2 Un estudio de RECKTENWALD (citado en SCHMÖLDERS, 1962, pp. 116-117) sobre los métodos empleados hasta ahora para el análisis de la incidencia (traslación), atribuye la misma importancia a dos enfoques opuestos: el macroeconómico y el microeconómico. Este último se funda estrictamente en las teorías del mercado y del precio. Considera la traslación como un episodio de la formación de precios, pero la complejidad y el progresivo refinamiento de las formas de mercado y de la teoría del comportamiento de mercado han complicado y oscurecido la teoría microeconómica de los efectos del impuesto. Sus conclusiones son tanto más inservibles para la política fiscal práctica cuanto las premisas de los modelos teóricos empleados son menos verificables en la realidad. Por su parte, la teoría macroeconómica de la circulación ha permitido incluir en el análisis de la incidencia los efectos del gasto de las cuotas impositivas; sin embargo, su aportación pierde en valor cognoscitivo por utilizar agregados excesivamente amplios, cuya misma magnitud constituye un obstáculo para seguir los efectos del impuesto hasta las últimas ramificaciones del proceso económico. 3 Citado en GARCÍA VILLAREJO (1995, pp. 429-430). 24 — La incidencia del impuesto se refiere a aquella situación en la que, tras sucesivas repercusiones, un contribuyente ya no puede trasladar más el impuesto. — La difusión del impuesto, que se refiere a los efectos que el impuesto tiene en la economía del contribuyente y en la de aquellos con los que dicho contribuyente se relaciona. Por su parte, en el denominador figura el Producto Interior Bruto valorado a precios de mercado, como expresión de la cuantía de las rentas de los contribuyentes. A pesar de los significativos avances alcanzados en el intento de homogeneizar los cálculos de este indicador, de tal forma que establecer comparaciones de crecimiento entre países resulte más sencillo, todos los problemas de tipo teórico y cuantitativo que plantea la elaboración del dicho macroagregado incidirán sobre el cálculo del índice de presión fiscal. Como señala Kuznets4: «La inclusión, exclusión y evaluación de los bienes y servicios que han de computarse en el total nacional ofrece un campo muy vasto de problemas teóricos... Estos problemas caen dentro de dos grandes divisiones: — Los relativos a bienes y servicios a los que no les corresponde corriente monetaria alguna del mercado hacia los particulares; — Los que se refieren a la exclusión de pagos monetarios, a los que no corresponde bien o servicio alguno, o al ajuste de la corriente monetaria con el fin de reflejar más exactamente el volumen de bienes económicos que implica.» Y se refieren básicamente a tres aspectos: — Las dificultades para valorar la llamada «economía sumergida», entendida como una parte de la economía que los individuos ocultan a las autoridades, bien porque está generada por actividades ilegales, bien porque se desea eludir el pago de impuestos. — Los bienes y servicios producidos y consumidos dentro de la unidad económica individual —el llamado autoconsumo—, al no corresponderles ninguna corriente monetaria, son excluidos del cálculo del PIB, con la consiguiente subestimación. 4 KUZNETS, S. (1961), «La renta nacional», en Teoría de la distribución de la renta, de FELLNER y HALEY (ed.), Aguilar, Madrid, pp. 7-8. 25 — La utilización de imputaciones en aquellos bienes y servicios en los que la imposibilidad de conocer su valor lleva a la necesidad de realizar estimaciones del mismo. Este hecho es habitual en los bienes y servicios que el sector público, así como las instituciones privadas sin fines de lucro, ofrecen a los ciudadanos en régimen gratuito o semigratuito. Al no existir un precio de venta o ser éste muy inferior al que correspondería, se valoran al coste de producción, es decir, en muchos casos se utilizan las rentas salariales recibidas por los funcionarios como medida del valor de su producción. A pesar de las dificultades señaladas, pasamos a detallar la cuantía de la presión fiscal en los países de la UE-15 y de la media de la OCDE partiendo de los indicadores comentados, esto es, considerando la presión fiscal como el cociente entre los ingresos vía impuestos, excluidas las cotizaciones a la Seguridad Social y el PIB (PF1) y tomando el cociente entre el total de ingresos impositivos, incluidas las cotizaciones a la Seguridad Social y el PIB (PF2). Como muestra el Gráfico 4, la presión fiscal que contabiliza la participación de los ingresos fiscales sobre el PIB, sin incluir las cotizaciones a la Seguridad Social (PF1), ascendía, como media para los países de la OCDE, al 25,4% en 1983, y se situaba en el 27,3% en 2003, lo que supone un incremento del 7,5%. GRÁFICO 4 INGRESOS VÍA IMPUESTOS, EXCLUIDAS LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL, EN PORCENTAJE DEL PIB (1983-2003) España OCDE total UE-15 32 % del PIB 28 24 20 16 12 1983 1985 1987 1989 1991 1993 Fuente: OCDE y elaboración propia. 26 1995 1997 1999 2001 2003 Por su parte, la presión fiscal media para los 15 países de la UE muestra, para todo el periodo observado, valores superiores a los de la OCDE, pasando de representar un 27,3% en 1983 al 29,8% de 2003, con un incremento del 9,0%. Por lo que respecta en particular a España, se puede observar cómo, a pesar del constante aumento de su presión fiscal, el diferencial con la media de países de la OCDE y de la UE-15 sigue siendo considerable, y de los más de 10 puntos porcentuales existentes en 1983, con un valor de la presión fiscal del 14,6%, hemos pasado a poco más de 4 puntos porcentuales con respecto a la OCDE y a poco más de 6 puntos respecto a la media de la UE-15, con un valor del 23,2%, lo cual supone un incremento de la presión fiscal de casi el 60% en el periodo señalado. Para entender la magnitud del esfuerzo que ha supuesto para España acercarse a los valores medios, podemos observar (Cuadros 4 y 5) cómo España siempre ha figurado entre los países de la UE con menor presión fiscal pero, al mismo tiempo, es de los países que mayor incremento en puntos porcentuales ha experimentado, siempre situada entre los tres países con mayor variación. Especialmente destacable es lo sucedido a lo largo del periodo 1985-1995, bajo el cual España se sitúa como el segundo país que más incrementa su presión fiscal, sólo superada por Italia, en contraste con los siete países que no sólo no incrementan los ingresos fiscales en proporción del PIB, sino que los reducen. 27 CUADRO 4 INGRESOS FISCALES, EXCLUIDAS LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL, EN PORCENTAJE DEL PIB. PAÍSES ORDENADOS DE MAYOR A MENOR PRESIÓN FISCAL 1983 1993 2003 Dinamarca 43,1 Dinamarca 47,2 Dinamarca 47,3 Suecia 35,2 Suecia 34,1 Suecia 36,1 Luxemburgo 33,7 Finlandia 30,6 Finlandia 32,9 Bélgica 31,5 Luxemburgo 30,5 Bélgica 31,3 Reino Unido 30,7 Italia 29,7 Italia 30,5 Irlanda 30,0 Bélgica 29,2 Luxemburgo 30,1 Finlandia 29,3 Irlanda 29,1 Reino Unido 28,9 Austria 27,0 Austria 28,2 Austria 28,4 Holanda 24,4 Holanda 27,9 Francia 27,5 Francia 24,2 Reino Unido 27,3 Irlanda 25,5 Alemania 23,5 Francia 24,2 Holanda 24,7 Italia 23,3 Alemania 23,4 Grecia 24,5 Portugal 20,6 Portugal 22,6 Portugal 24,4 Grecia 17,8 Grecia 21,3 España 23,2 España 14,6 España 20,8 Alemania 21,5 Fuente: OCDE y elaboración propia. A la vista de los datos que muestra el Cuadro 4, cabe destacar el elevado porcentaje que representan los ingresos fiscales en los países nórdicos (Dinamarca, Suecia y Finlandia) a lo largo de todo el periodo estudiado, en contraste con España, Grecia y Portugal, que presentan unos porcentajes relativamente reducidos. Por países, el Cuadro 5 muestra cómo los ingresos fiscales han crecido en mayor medida en el periodo 1975-2003 en Italia (16,4 puntos de aumento), España (13,3) y Portugal (10,8 puntos), haciéndolo en menor medida, e incluso descendiendo, en Alemania (-1,8 puntos), Holanda (-0,7) y el Reino Unido (-0,2). 28 CUADRO 5 VARIACIÓN DE LOS INGRESOS FISCALES, EXCLUIDAS LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL. PAÍSES ORDENADOS DE MAYOR A MENOR VARIACIÓN EN PUNTOS PORCENTUALES 1975-85 1985-95 1995-03 Italia 8,4 Italia 5,7 Italia 2,3 Luxemburgo 6,8 España 4,6 España 2,3 España 6,4 Portugal 3,8 Francia 2,2 Dinamarca 6,2 Grecia 3,5 Bélgica 2,2 Portugal 6,1 Dinamarca 2,2 Grecia 2,2 Irlanda 4,8 Francia 0,5 Austria 1,9 Francia 3,5 Holanda 0,4 Portugal 1,2 Grecia 3,0 Finlandia 0,4 Finlandia 1,1 Bélgica 2,9 Alemania -0,3 Suecia 1,0 Suecia 2,4 Bélgica -1,1 Reino Unido 0,1 Finlandia 1,9 Suecia -1,1 Holanda 0,4 Reino Unido 1,9 Irlanda -1,8 Dinamarca -0,6 Austria 1,4 Austria -2,1 Luxemburgo -1,0 Alemania 0,3 Reino Unido -2,2 Alemania -1,8 Holanda -1,5 Luxemburgo -2,2 Irlanda -2,6 Fuente: OCDE y elaboración propia. Si analizamos la presión fiscal incluyendo las cotizaciones sociales en los ingresos impositivos (PF2) —véase el Cuadro 6—, observaremos un comportamiento bastante similar al de la presión fiscal comentada anteriormente. Así, en 1983 el porcentaje como media no ponderada para los países de la OCDE era del 33,4%, ascendiendo al 36,6% en 2003, lo cual representa un incremento de casi el 10,0%, muy similar a lo observado con el indicador PF1. 29 GRÁFICO 5 INGRESOS VÍA IMPUESTOS, INCLUIDAS LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL, EN PORCENTAJE DEL PIB (1983-2003) España OCDE total UE-15 45 % del PIB 40 35 30 25 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 Fuente: OCDE y elaboración propia. Por su parte, la media para los 15 países de la UE vuelve a ser superior a la de la OCDE en todo el periodo estudiado, pasando del 38,3% en 1983 al 41,4% en 2003, con un incremento del 8,0%. Además, según el indicador PF2, el diferencial entre la presión fiscal medida para el conjunto de países de la OCDE y de la UE es mayor que el obtenido a través de PF1 prácticamente en 5 puntos porcentuales, frente a los poco más de 2 puntos observados en la PF1, mostrando el importante peso que tienen las cotizaciones sociales en los sistemas fiscales de los países de la UE. En el caso de España, seguimos observando la existencia de un diferencial considerable respecto a la media de la OCDE y de la UE, aunque menor que el comentado con PF1, debido al elevado peso que presentan las contribuciones a la Seguridad Social en la estructura del sistema fiscal español, como muestra el Cuadro 6. 30 CUADRO 6 IMPORTANCIA CUANTITATIVA DE LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA UE-15, EN % SOBRE EL PIB Países Alemania Austria Bélgica Dinamarca España Finlandia Francia Grecia Holanda Irlanda Italia Luxemburgo Portugal Reino Unido Suecia OCDE UE-15 Cotizaciones a la Seguridad Social 1983 1993 2003 13,1 12,5 13,2 1,7 12,0 7,7 18,4 10,1 20,0 5,3 12,5 11,9 7,1 6,7 13,0 8,0 11,0 14,5 14,5 15,3 1,6 12,7 14,3 18,9 9,6 17,5 5,3 13,7 11,4 8,3 6,1 12,8 9,4 11,8 14,7 14,6 14,5 1,7 12,6 12,0 16,7 11,8 14,1 4,5 12,9 11,5 9,2 6,4 14,7 9,3 11,6 Fuente: OCDE y elaboración propia. El Cuadro 6 muestra cómo España se encuentra entre los países con mayor participación de las cotizaciones sociales sobre el PIB, a pesar de que el incremento que se produce a lo largo del periodo es de tan sólo 0,6 puntos porcentuales, idéntico al que se produce de media en los 15 países de la UE y muy inferior al incremento observado en la media de países de la OCDE de 1,3 puntos, lo cual viene a ratificar el hecho de que en España el recurso a la recaudación fiscal a través de las cotizaciones viene de lejos. Volviendo a centrar nuestro interés en el indicador de presión fiscal PF2 relativo a España, hay que decir que los casi 7 puntos porcentuales de diferencia existentes en 1983 con la OCDE y los más de 11 con la UE-15, con una presión fiscal del 26,6%, han pasado a ser poco menos de 1 punto respecto a la OCDE y menos de 6 puntos respecto a la UE-15, con un valor del 35,8%. Además, el Cuadro 7 sigue mostrando el elevado porcentaje que representan los ingresos fiscales en los países nórdicos a lo largo de todo el periodo de análisis, con valores cercanos al 50%, mientras España y Portugal siguen presentando unos porcentajes comparativamente reducidos, en torno al 25%-35%. 31 CUADRO 7 INGRESOS FISCALES TOTALES EN % DEL PIB. PAÍSES ORDENADOS DE MAYOR A MENOR PRESIÓN FISCAL 1983 1993 2003 Suecia 48,2 Dinamarca 48,8 Suecia 50,8 Luxemburgo 45,6 Suecia 46,9 Dinamarca 49,0 Dinamarca 44,8 Holanda 45,4 Bélgica 45,8 Bélgica 44,7 Finlandia 44,9 Finlandia 44,9 Holanda 44,4 Bélgica 44,5 Francia 44,2 Francia 42,6 Italia 43,4 Italia 43,4 Austria 39,5 Francia 43,1 Austria 43,0 Reino Unido 37,4 Austria 42,7 Luxemburgo 41,6 Finlandia 37,0 Luxemburgo 41,9 Holanda 38,8 Alemania 36,6 Alemania 37,9 Alemania 36,2 Italia 35,8 Irlanda 34,4 Grecia 35,9 Irlanda 35,3 España 33,5 España 35,8 Grecia 27,9 Reino Unido 33,4 Reino Unido 35,3 Portugal 27,7 Portugal 30,9 Portugal 33,9 España 26,6 Grecia 30,9 Irlanda 30,0 Fuente: OCDE y elaboración propia. Por países, podemos observar en el Cuadro 8 que donde más han crecido los ingresos fiscales en porcentaje sobre el PIB, en el periodo 1975-2003, ha sido en Italia (17,3 puntos porcentuales), España (17) y Grecia (14,1 puntos), haciéndolo en menor medida y, en algún caso, incluso descendiendo, en Holanda (-2,5), Irlanda (0,9 puntos) y el Reino Unido (que presenta una variación nula). Sin duda, llama la atención el caso de Irlanda, que en los años setenta presentaba niveles de renta per cápita similares a los de España y 30 años después, con una variación prácticamente insignificante de la presión fiscal, alcanza niveles de renta per cápita superiores a la media de la UE-15 y bastante superiores, por tanto, a los de España. 32 CUADRO 8 VARIACIÓN DE LOS INGRESOS FISCALES TOTALES. PAÍSES ORDENADOS DE MAYOR A MENOR. VARIACIÓN EN PUNTOS PORCENTUALES 1975-85 1985-95 1995-03 España 9,0 Portugal 7,0 Grecia 3,5 Italia 8,3 Italia 6,8 España 3,0 Francia 7,9 Finlandia 5,8 Suecia 2,3 Luxemburgo 7,6 España 5,0 Italia 2,2 Dinamarca 7,4 Grecia 3,8 Austria 1,4 Grecia 6,8 Dinamarca 2,0 Bélgica 1,0 Suecia 6,0 Alemania 1,0 Reino Unido 0,3 Irlanda 6,0 Suecia 0,3 Portugal 0,3 Portugal 5,8 Francia 0,1 Francia 0,3 Bélgica 5,0 Austria -0,3 Dinamarca -0,4 Austria 4,4 Bélgica -0,8 Luxemburgo -0,7 Finlandia 3,4 Holanda -1,1 Finlandia -1,1 Reino Unido 2,4 Irlanda -2,3 Alemania -2,0 Alemania 1,9 Reino Unido -2,7 Irlanda -2,8 Holanda 1,5 Luxemburgo -2,8 Holanda -3,1 Fuente: OCDE y elaboración propia. 2. El peso de las cotizaciones sociales en la estructura fiscal Tal y como hemos ido comentando en el apartado anterior, las cotizaciones sociales son el ingreso fiscal más importante para España y el único que presenta valores superiores a la media tanto de la OCDE como de la UE-15 (véase el Cuadro 7), a pesar de haber reducido su participación en la recaudación total en más de 9 puntos porcentuales, a diferencia del incremento de 0,7 puntos en la OCDE y a la nula variación en la UE-15. A pesar de ello, al final del periodo la aportación de las cotizaciones a los ingresos fiscales totales sigue mostrando más de 10 puntos de diferencia entre España (35,4%) y la media de la OCDE (24,9%), y más de 7 puntos porcentuales entre España y la media de los países que configuran la UE-15 (28,2%). Si analizamos de forma diferenciada el componente de las cotizaciones sociales que corre a cargo de la empresa y el que soporta el trabajador, obtenemos resultados aún más significativos, como muestran los Gráficos 7 y 8. 33 GRÁFICO 6 COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL, EN PORCENTAJE SOBRE EL TOTAL DE RECURSOS FISCALES (1983-2002) % total de recursos fiscales Irlanda España Alemania OCDE total UE-15 50 45 40 35 30 25 20 15 10 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 Fuente: OCDE y elaboración propia. Por ejemplo, en el caso de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social, a pesar de que a lo largo del periodo estudiado la participación de dichas cotizaciones sobre el total de recursos fiscales se ha reducido en 8,5 puntos porcentuales, pasando de representar el 33,4% en 1983 a suponer en 2002 un 24,9%, sigue estando más de 9 puntos por encima de la media de países de la OCDE y más de 8 puntos por encima de la media de la UE-15. Las diferencias son todavía más llamativas si realizamos la comparación respecto a Irlanda, ya que el comentado descenso del peso de las cotizaciones empresariales en la recaudación fiscal ha supuesto que la diferencia de más de 24 puntos porcentuales haya sido reducida a poco más de 15 puntos, mientras que el diferencial respecto a Alemania —país que, junto a Francia, se pueden considerar los principales clientes y, al mismo tiempo, proveedores de España— ha pasado de representar más de 14 puntos a suponer poco más de 5 puntos. 34 GRÁFICO 7 COTIZACIONES EMPRESARIALES A LA SEGURIDAD SOCIAL, EN PORCENTAJE SOBRE EL TOTAL DE RECURSOS FISCALES (1983-2002) % total de recursos fiscales Irlanda España Alemania OCDE total UE-15 35 30 25 20 15 10 5 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 Fuente: OCDE y elaboración propia. Por su parte, la participación de las cotizaciones pagadas por el trabajador en España ha disminuido a lo largo del periodo 3,3 puntos porcentuales, pasando de representar el 8,9% en 1983 a situarse en el 5,6% en 2002, quedando 2 puntos por debajo de la media de la OCDE y 3,5 puntos por debajo de la media de la UE-15. Esta disminución ha supuesto que España alcance valores muy similares de participación de las cotizaciones obreras sobre la recaudación fiscal a los que presenta Irlanda, y que, al mismo tiempo, se amplíe el diferencial con Alemania a más de 10 puntos porcentuales. 35 GRÁFICO 8 COTIZACIONES DE LOS TRABAJADORES A LA SEGURIDAD SOCIAL, EN PORCENTAJE SOBRE EL TOTAL DE RECURSOS FISCALES (1983-2002) % total de recursos fiscales Irlanda España Alemania OCDE total UE-15 20 15 10 5 0 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 Fuente: OCDE y elaboración propia. 36 CAPÍTULO IV ANÁLISIS COMPARADO DE LOS SISTEMAS DE LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA UE-15 Los sistemas de Seguridad Social constituyen en los países desarrollados, y muy especialmente en los países europeos, el eje central de las políticas de bienestar social dirigidas a mantener y mejorar el nivel de vida de los ciudadanos, y que contribuyen de forma esencial a evitar la aparición de situaciones de necesidad y marginación. Los sistemas de Seguridad Social, en su origen, se configuran en torno a dos modelos teóricamente distintos. Los modelos de corte continental, basados en la profesionalidad y en el carácter contributivo, tienden fundamentalmente a procurar el mantenimiento del nivel de vida de los trabajadores ante las contingencias protegidas (enfermedad, incapacidad, vejez, muerte, etc.). Los modelos de corte universal, por su parte, se dirigen más específicamente a la cobertura de necesidades básicas de todos los ciudadanos para mitigar las consecuencias más severas de tales contingencias. Sin embargo, la evolución histórica de la mayoría de los sistemas de protección ha conducido, inexorablemente, a la confluencia de ambos criterios en sistemas de corte mixto que persiguen, en definitiva, la cobertura de ambos objetivos en aras de un mayor bienestar y vertebración sociales. Así ha ocurrido en la práctica totalidad de los países de la Unión Europea, en los que, si bien las fórmulas protectoras adoptadas difieren en sus aspectos instrumentales, como consecuencia de sus diferentes trayectorias políticas, sociales y económicas, puede decirse que, en lo esencial, existe una coincidencia fundamental en cuanto a los parámetros básicos de la acción protectora que se va a dispensar, de la financiación a través de sistemas de reparto y de la gestión pública de tales sistemas. Así, como señala Utrilla (2001), a pesar de que los sistemas de protección social que aplican los países miembros de la UE comparten la voluntad de proveer de cobertura extensa tanto a la población protegida como las prestaciones ofrecidas, también es cierto que los Estados se enfrentan a una serie de problemas comunes que 37 presionan sobre los gastos sociales y sobre la sostenibilidad de los esquemas de protección diseñados hasta la fecha, a saber: — La necesidad de contar con unas finanzas públicas saneadas, siguiendo las directrices del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), que apuesta por la consolidación fiscal y que supone un importante ajuste fiscal que permita reducir los desequilibrios presupuestarios. — Los cambios demográficos, entre los que destaca el aumento considerable en la población mayor de 65 años en relación con el número de personas en edad de trabajar, pronosticando que en 2020 habrá alrededor de 3 personas en edad laboral por cada persona mayor de 65 años, así como un aumento progresivo en la esperanza de vida de la población que supone un mayor coste en determinadas prestaciones, como la asistencia sanitaria. — La consolidación del desempleo como un componente estructural del mercado de trabajo, alcanzando tasas superiores de forma constante al 8%, lo cual provoca tanto un aumento en el coste de las prestaciones por desempleo como una disminución en las contribuciones destinadas a financiar este y otro tipo de contingencias. — La progresiva y continua incorporación de la mujer al mercado laboral, que provoca un aumento de la demanda de ayudas sociales para el cuidado de los hijos y de los familiares de edad avanzada, teniendo en cuenta que alrededor de un tercio de las mujeres se incorporan al mercado laboral mediante contratos a tiempo parcial, exentos, en ocasiones, del pago de cotizaciones sociales y que no generan derecho a percibir prestaciones. — El constante incremento en el número de jubilaciones anticipadas, que, con el comentado cambio en la estructura demográfica, provoca una fuerte preocupación por la viabilidad de los sistemas públicos de prestaciones por jubilación. — Y las mayores exigencias de los ciudadanos, que dificultan el recorte en las prestaciones. En el contexto señalado, parece necesario analizar tanto las características de las principales prestaciones sociales, cuestión que abordamos en el siguiente apartado, como el coste de financiarlas mediante las aportaciones del empresario y del trabajador a través de cotizaciones, cuestión que abordaremos más adelante. 38 1. Principales prestaciones sociales Con objeto de poder establecer comparaciones homogéneas, centraremos nuestra atención en las prestaciones sociales más importantes y, por tanto, más generalizadas en los países miembros de la UE, como son las prestaciones por jubilación, invalidez y supervivencia, haciendo hincapié en la viudedad, contingencias todas ellas agrupadas en España bajo el concepto de contingencias comunes. Además, repasaremos los rasgos fundamentales de las prestaciones por desempleo y por asistencia sanitaria, a pesar de que en España esa contingencia, desde 1999, no se financia mediante las cotizaciones a la Seguridad Social sino a través de aportaciones directas del Estado. a) Prestación por jubilación En la prestación por jubilación, la gran mayoría de los sistemas vigentes son de tipo contributivo, con la excepción de Holanda, que presenta un sistema de prestación de carácter completamente universal, y los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia y Suecia), cuyas prestaciones incorporan componentes tanto contributivos como universales, es decir, que no dependen de las cotizaciones satisfechas a lo largo de la vida laboral. En todo caso, la definición del colectivo de beneficiarios está directamente relacionada con el tipo de prestación: cuando ésta es de carácter universal, el criterio que se aplica es el de residencia. En cuanto a la edad de jubilación, en la mayoría de los países está fijada en los 65 años, salvo en Dinamarca, que es de 67 años, y en Francia, donde está fijada en los 60 años, permitiéndose en la mayoría de los países la jubilación anticipada (con la excepción de Francia, Irlanda, Holanda y el Reino Unido), exigiéndose en estos casos ciertos requisitos adicionales en términos de años cotizados y limitándose el importe de las prestaciones pagadas. Entre los países con prestaciones de tipo contributivo, el periodo mínimo de cotización oscila entre los 3 años para Irlanda y Suecia y los 20 de Italia. Como casos excepcionales encontramos a Bélgica y Dinamarca, en los que no existe periodo mínimo de cotización; Francia, donde se exigen únicamente 200 horas de trabajo al salario mínimo, y Finlandia, donde se requiere tan sólo un mes de empleo con salario superior a cierto límite. Por otro lado, el periodo de cotización para la obtención de la pensión completa oscila entre los 30 (Suecia) y los 45 años (Bélgica). Por su parte, los sistemas de carácter universal exigen básicamente condiciones de residencia; así, en Dinamarca, Finlandia y Suecia se exigen 3 años de residencia para acceder a la pensión mínima, obteniéndose la pensión plena a los 40 años de residencia, 39 mientras que en Holanda no se exige más que ser residente, lográndose la pensión plena a los 50 años de pertenencia al seguro. Por último, las fórmulas de cálculo de la prestación hacen depender las cantidades que se han de cobrar de los ingresos sujetos a cotización durante un periodo de la vida laboral, variando según el país, pero estableciendo todos, salvo Alemania e Italia, límites mínimos y máximos a las cantidades que se pueden percibir. Como nota diferenciadora, hay que señalar que España es el único país que no permite obtener un salario paralelamente a la percepción de la pensión. b) Prestación por invalidez El colectivo de beneficiarios está restringido en la mayoría de los países a los asalariados y a otros colectivos asimilados, si bien en ciertos casos se extiende a también a trabajadores independientes, parados, estudiantes o incluso asegurados voluntarios (Austria, Luxemburgo, Holanda y el Reino Unido). Por su parte, los países nórdicos (Finlandia, Dinamarca y Suecia) ofrecen este conjunto de prestaciones a toda la población residente. En cuanto a la tasa mínima de incapacidad exigida para el cobro de la prestación, Irlanda y Luxemburgo son los únicos países que no establecen ningún límite, siendo la pauta normal exigir como porcentaje mínimo entre un 50% y un 66,6%, aunque Suecia, Holanda y España fijan límites inferiores. Con la excepción de los países nórdicos, que exigen, en general, requisitos de residencia para el pago de la prestación, y Holanda, cuya ley no establece un periodo de afiliación mínimo, el resto de los países fijan unos requisitos de cotización mínimos, que oscilan entre los 6 meses de Bélgica y los 5 años de Alemania, Irlanda, Italia y Portugal, si bien es cierto que, en general, los periodos de cotización o afiliación mínima no se exigen cuando la invalidez es consecuencia de un accidente laboral. Por último, el cálculo de la prestación suele venir determinado en función de un porcentaje de las remuneraciones anteriores a la invalidez, salvo en ciertos casos, como Dinamarca, Irlanda, el Reino Unido, Suecia y Finlandia, donde se establecen cantidades fijas, o el caso de Luxemburgo, que combina pagos fijos con pagos proporcionales. c) Prestación por supervivencia (viudedad) En este caso, los pagos suelen condicionarse en la mayor parte de los países al cumplimiento de unos requisitos de cotización o pertenencia al seguro, salvo en Finlandia, que aplica criterios de residencia en el componente de pensión universal. Además, los pagos se calculan como un porcentaje de las pensiones que habrían 40 correspondido a los cotizantes y que oscila entre el 25% aplicable en Alemania y el 80% de Bélgica. Asimismo, se fijan normalmente para los supérstites requisitos variables de edad, cargas familiares o ingresos, como en el caso de Portugal, Dinamarca y Finlandia, que establecen una duración mínima del matrimonio como requisito para el pago de la prestación. d) Prestación por desempleo Algo más de la mitad de los 15 países miembros ofrece prestaciones integradas en el régimen asistencial (Alemania, Austria, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Holanda, Portugal y el Reino Unido), mientras en el resto de los países la protección por desempleo se limita al régimen de seguro. En la práctica totalidad de los casos se requiere un periodo de cotización mínimo para tener derecho a la prestación, oscilando entre los 4-6 meses de Francia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo y Holanda, y periodos cercanos al año para el resto de los países. La duración de los pagos suele depender de la edad del beneficiario y del periodo previo de cotización, salvo en Irlanda (390 días), Italia (180 días) y Finlandia (500 días), oscilando la duración mínima entre los 4 meses de España y Francia y los 2 años de Dinamarca, aunque la tendencia generalizada es a situarse en 1 año o menos. La duración máxima oscila entre los 6 meses del Reino Unido y los 5 años de Dinamarca, Francia y Holanda. e) Prestación sanitaria Por lo que se refiere al seguro sanitario público, observamos la práctica universalidad del mismo. Así, Dinamarca, Finlandia, Italia, Portugal, el Reino Unido y Suecia definen la población protegida a partir del criterio de residencia, mientras en el resto de los países, incluido España, aunque se establecen criterios más restrictivos, la cobertura puede considerarse universal en la práctica. Como casos particulares destaca Holanda, donde los residentes sólo están protegidos por la llamada «Ley sobre gastos médicos excepcionales», siendo el seguro de enfermedad aplicable a los trabajadores y pensionistas, incluyendo los familiares a su cargo; e Irlanda, donde el criterio de residencia se restringe al de residencia habitual para garantizar la cobertura plena. Respecto a las prestaciones de Atención Primaria, la libre elección de médico está prácticamente generalizada, siendo Grecia el único país que no permite la elección por parte de los asegurados, asignando el médico la aseguradora. La asistencia es gratuita en Alemania, Dinamarca, España, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia y el Reino Unido. Por 41 su parte, Austria, Finlandia, Portugal y Suecia establecen copagos en forma de cantidades fijas, abonadas por visita realizada y/o por episodio de enfermedad, aunque existen limitaciones al copago para ciertos grupos de individuos en función de criterios económicos o de edad. Por último, en Bélgica, Francia y Luxemburgo el copago consiste en un porcentaje del coste total que el paciente paga por anticipado; los porcentajes de participación oscilan entre un 20% y un 30%, difiriendo en función de que se trate de la primera o sucesivas visitas, excluyéndose del pago a determinados colectivos. En el caso de las prestaciones de asistencia especializada, Dinamarca, España, Grecia, Holanda, Irlanda, el Reino Unido, Italia y Portugal ofrecen los servicios de forma gratuita, aunque en los dos últimos sólo es gratuita la asistencia hospitalaria. El resto de los países han establecido pagos por día de hospitalización con el fin de aliviar el coste en tratamientos de larga duración. Por lo que se refiere a los medicamentos, la participación en el coste de los fármacos está generalizada, a excepción de Irlanda, que provee gratuitamente los medicamentos a los individuos con protección total. La participación en el coste se materializa bien en una cantidad por fármaco prescrito o bien en un porcentaje del coste total, variando los porcentajes de participación en el precio en función de un conjunto de variables como son: la utilidad terapeútica del fármaco, la gravedad y/o cronicidad de las enfermedades, la edad o la capacidad económica de los individuos. 2. Estructura de las cotizaciones En este apartado realizamos un análisis de las cotizaciones a la Seguridad Social que soportan tanto el empresario como el trabajador en los países de la UE para financiar las políticas de protección social. Para ello, centraremos nuestra atención en las cotizaciones al Régimen General español y a las aportaciones que con similar concepto se pagan en los demás países de la Unión Europea. En el Cuadro 9 se muestra una comparativa para los países de la UE-15 en la que diferenciamos las siguientes contingencias: a) Contingencias comunes. En ellas se incluyen aquellos riesgos no profesionales, es decir, no derivados de accidentes o de enfermedades laborales y que no tengan una cotización propia y autónoma. Así, en España los riesgos incluidos bajo esta denominación son la jubilación y la incapacidad temporal o permanente por accidente o enfermedad no laboral, junto con la viudedad y la orfandad. Como se observa en el Cuadro, España es el único país en el que la cotización por los mencionados riesgos se efectúa de forma agregada, existiendo un porcentaje 42 único, tanto para el empresario como para el trabajador, que se aplica sobre la base de cotización normalmente integrada por el salario bruto del empleado. b) Contingencias profesionales. En este grupo se recogen las derivadas de los riesgos de accidentes y enfermedades laborales. En el caso de España, la cotización se efectúa en función del riesgo derivado del puesto de trabajo desempeñado y se concreta a través de una tarifa de primas en la que se distingue entre el porcentaje de cotización por Incapacidad Temporal (IT) y por Incapacidad Permanente, Muerte y Supervivencia (IMS), siempre derivadas de accidentes o enfermedades laborales. A efectos comparativos, como hemos aplicado en todos los casos en los que existe una horquilla de tipos, calculamos la media aritmética de las primas según tarifa, obteniendo un tipo único. c) Contingencias conjuntas. En algunos países de la UE (Grecia, Italia, Portugal y el Reino Unido) no existe una cotización diferenciada e independiente para cada uno de los riesgos agrupados, siendo la cotización única tanto para las contingencias comunes como para los riesgos laborales y existiendo un tipo único que corresponde a todos los riesgos mencionados. Por ello, en el Cuadro, además de reflejar los tipos aplicables en estos países, mostramos para el resto de los países el tipo que resulta de agregar las cotizaciones correspondientes a las contingencias comunes y profesionales. d) Por seguro de desempleo. En 8 países de la UE (Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Holanda y Suecia) se paga una cotización para cubrir futuras situaciones de desempleo. En España dicha cotización está en función del tipo de contrato, siendo la base para el cálculo de esta contingencia la misma que se utiliza para el cálculo de la cotización por contingencias profesionales. e) Por asistencia sanitaria. A pesar de que en España desde 1999 la financiación de la asistencia sanitaria se cubre con las aportaciones del Estado, y, por tanto, sin la participación de las cotizaciones sociales, para poder realizar comparaciones reflejamos en el Cuadro los tipos que aplican los 7 países de la UE (Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Holanda, Irlanda y Luxemburgo) que sí recurren a dichas cotizaciones para la financiación de la salud. f) Otras contingencias. Para finalizar el análisis de las cotizaciones a la Seguridad Social existentes en los países de la Unión Europea, incorporamos contingencias específicas que cubren algunos países de forma casi exclusiva. Así, en España en este bloque encontramos tres conceptos : una cotización por horas extraordinarias, 43 distinguiendo si son por fuerza mayor o no; una cotización al Fondo de Garantía Salarial (FOGASA), que tiene como finalidad abonar a los trabajadores los importes pendientes de pago como consecuencia de insolvencia, suspensión de pagos, quiebra o concurso de acreedores por parte del empresario, y una cotización por formación profesional. Respecto al resto de países, destaca la cotización que se paga para el cuidado de discapacitados y ancianos en Alemania, la cotización para la promoción de viviendas que se paga en Austria y Francia, y la aportación destinada al beneficio por hijos que aplican Bélgica, Francia y Suecia. 44 otras 0,50 2,60 7,40 6,00 0,04 7,00 3,80 1,46 3,55 0,87 7,04 7,35 2,33 6,40 42,60 7,80 33,02 4,71 28,31 Total T 1,50 1,35 24,42 7,55 2,37 e 22,05 6,20 5,25d 16,80 4,70 E 31,97 3,72 28,25 28,25 Total Finlandia 0,10 6,55 T 4,81 0,10 13,55 10,00 29,25 29,25 Total 46,00 12,31 58,31 5,40 12,80 0,75 5,20 f 22,60 6,65 12,80 9,80 E Francia g La cotización es del 15,9% para trabajadores de oficina y del 19,35% para trabajadores manuales. f El tipo es del 3,01% sobre el salario hasta una remuneración a partir de la cual se incrementa un 3,6% sobre el exceso salarial hasta alcanzar un tope e La aportación es, en general, del 3,85% y del 0,9% cuando el salario supera cierto límite. 7,7% (E) y 1,6% (T) para contratos de duración determinada a tiempo parcial y, 7,7% (E) y 1,6% (T) para contratos de duración determinada con E.T.T. d el tipo de cotización va del 4 al 6,5%. T Total 27,96 17,62 45,62 27,96 17,62g 45,62 E Grecia c La cotización depende del tipo de contrato siendo el 6% (E) y 1,55% (T)para el tipo general; el 6,7% (E) y 1,6% (T) para el contrato de duración determinada a tiempo completo; b El tipo es del 3,4% para empleados de oficina y de 3,95% para el resto. E: Empresario; T: Trabajador a La cotización es del 3,5% para empleados de oficina y del 3,95% para el resto de trabajadores. Fuente: Martínez (2002) y elaboración propia. 0,10 2/4,7 1,58 c 4,70 4,70 T España 12/23,6 0,40 6,8 c 28,31 4,71 23,60 E 0,60 25,47 18,12 43,60 24,91 13,07 37,98 2,10 3,67 b a 3,72 3,00 3,00 21,26 1,40 19,86 Total 36,20 41,00 1,70 13,50 6,50 1,10 1,15 7,50 T TOTAL 20,50 20,50 0,85 6,75 3,25 4,80 0,30 2,35 8,86 E Formación profesional Por horas extraordinarias Ayudas educativas Beneficio por hijos Promoción de vivienda 0,85 Atención sanitaria Garantía de pago salarial 6,75 Desempleo Cuidado discapacitados y ancianos 3,25 Conjuntas 0,70 22,80 Total Bélgica 16,65 10,95 27,60 12,61 8,65 0,70 Meteorología adversa Enfermedades profesionales T Austria 12,55 10,25 2,00 19,30 19,30 E 1,40 9,65 9,65 Total Trabajadores de especial dificultad 9,65 T Seguro de accidentes Viudedad Incapacidad temporal o permanente Pensiones E Alemania 9,65 profesionales comunes Contingencias CUADRO 9 TIPOS DE COTIZACIÓN A LA SEGURIDAD SOCIAL APLICABLES EN LOS PAÍSES DE LA UE-15 otras Atención sanitaria Desempleo Conjuntas profesionales comunes E T 12,00 5,75 1,25 12,00 4,50 E T Italia 3,3j 8,00 E 8,00 T 5,85 4,95 E 5,55 6,10 T 11,40 11,05 Total T Total 23,75 11,00 33,75 23,75 11,00 33,75 E Portugal l La cotización del empresario se determina según una escala de tipos progresivos que va del 3% al 10,2%. La del trabajador va del 2% al 12%. k El tipo es para oficinistas del 2,69% (E) y del 2,72% (T). Para los trabajadores manuales los tipos son del 4,76% (E) y 4,95% (T). j El tipo se encuentra entre el 0,6% y el 6% según el sector. 7,56 19,30 3,30 16,00 Total Países Bajos 50,69 15,02 11,83 26,85 10,80 11,65 22,45 3,72k 3,83k 50,69 11,30 8,00 Total Luxemburgo i El tipo es del 9,19% sobre el salario incrementado en un punto a partir de determinado salario. E: Empresario; T: Trabajador h La cuota de cotización está comprendida entre el 35 y el 47%. 17,75 41,00 9,69 1,25 16,50 41,0h 9,69i 16,50 Total Irlanda 12,00 4,50 Fuente: Martínez (2002) y elaboración propia. TOTAL Formación profesional Por horas extraordinarias Ayudas educativas Beneficio por hijos Promoción de vivienda Garantía de pago salarial Cuidado discapacitados y ancianos Enfermedades profesionales Meteorología adversa Trabajadores de especial dificultad Seguro de accidentes Viudedad Incapacidad temporal o permanente Pensiones Contingencias 6,60 6,6l E 7,00 7,0l T T 1,38 1,70 10,21 7,00 E 13,60 21,34 7,00 2,20 5,84 28,34 2,20 5,84 20,29 1,38 18,91 Total Suecia 13,60 13,29 7,00 Total Reino Unido CUADRO 9 TIPOS DE COTIZACIÓN A LA SEGURIDAD SOCIAL APLICABLES EN LOS PAÍSES DE LA UE-15 (continuación) Del Cuadro 9 podemos obtener los siguientes resultados: de los nueve países que tienen prestaciones similares a las recogidas en España bajo la denominación de contingencias comunes, el mayor porcentaje total de cotización corresponde a Francia (29,25%), seguido de España (28,31%), siendo Luxemburgo el país que presenta el menor porcentaje (16%). Si se observa la distribución de la carga soportada por el empresario y el trabajador, el país con mayor porcentaje de cotización empresarial es España, con un 23,6%, lo que supone un 83,37% del total, siendo Luxemburgo el país con menor aportación empresarial (8%). En cuanto a la cotización del trabajador, la mayor aportación la encontramos en Austria (10,25%) y el menor porcentaje en Irlanda (4,5%), seguido de España (4,7%), valor que, en términos relativos, supone tan sólo el 16,6% del total, mientras que en Irlanda representa el 27,3%. En cuanto a los 5 países que admiten comparación al presentar prestaciones similares a las recogidas en España en las contingencias profesionales, el mayor porcentaje total corresponde a Austria (4,8%), seguida de España (4,71%) y lejos del 1,38% que aplica Grecia. Hay que destacar como característica común a los 5 países que la 5 aportación a estas contingencias corresponde exclusivamente al empresario . Si comparamos de forma conjunta los porcentajes de cotizaciones que aplican los países que muestran cotizaciones diferenciadas para las contingencias comunes y las profesionales, y los países que aplican una única cotización, que en el Cuadro hemos recogido bajo el nombre de contingencia conjunta, obtenemos los siguientes resultados: los mayores porcentajes de cotización total son los aplicados en Italia (50,69%), Grecia (45,62%), Portugal (33,75%) y España (33,02%), mientras que el menor porcentaje de los 13 países estudiados lo aplica el Reino Unido (13,6%). Existen grandes diferencias cuando analizamos de forma separada la cotización empresarial y la cotización del trabajador; así, las mayores cotizaciones empresariales se encuentran en Italia (41%), España (28,31%) y Grecia (27,96%), lejos, por tanto, de las que aplican el Reino Unido (6,6%) y Alemania (9,65%), que representan los menores porcentajes, mientras que la aportación del trabajador alcanza el mayor porcentaje en Grecia (17,62%) y Portugal (11%), encontrándose el menor tipo en Irlanda (4,5%) y en España (4,7%). Por último, si agregamos todas las cotizaciones pagadas en cada uno de los países, ya sea por contingencias comunes, profesionales, por desempleo, por asistencia sanitaria o por cualquier otra, obtenemos el total aportado para cubrir la financiación de la Seguridad Social y llegamos a los siguientes resultados: el mayor porcentaje de cotización total se encuentra en Francia (58,31%), Italia (50,69%), Grecia (45,62%) y 5 Tan sólo en Austria el trabajador aporta un 0,7% como contribución por condiciones meteorológicas adversas. 47 Austria (43,6%), ocupando España la quinta posición, con un 42,6%, aunque dos de los países que la preceden, Francia y Austria, aplican unos tipos del 13,55% y del 7,4%, respectivamente, para financiar la asistencia sanitaria, prestación que, como hemos venido señalando, en España, desde 1999, no se financia por la vía de las cotizaciones. Si, como hemos ido haciendo con el resto de las contingencias, diferenciamos las aportaciones empresariales y las del trabajador, llegamos a los siguientes resultados: los países donde la cotización del empresario es mayor son Francia (46%), Italia (41%) y España (36,2%)6, mientras que el Reino Unido (13,6%) e Irlanda (17,75%) presentan los menores porcentajes. Por lo que se refiere a la aportación del trabajador, ésta alcanza los mayores porcentajes absolutos en Alemania (20,5%) y Austria (18,12%) y los menores porcentajes en Irlanda (5,75%) y España (6,4%), aunque en términos relativos esa participación supone en Irlanda el 32,4% del total y en España tan sólo el 15%. Además, conviene señalar que únicamente en Alemania el empresario y el trabajador se reparten al 50% la aportación total a la Seguridad Social; en el resto de países, salvo en Holanda y en el Reino Unido, la aportación del empresario es superior a la del trabajador, con diferencias que van desde los 30 puntos porcentuales existentes en Francia, Italia y España, hasta los poco más de 3 puntos en Luxemburgo y los 6 puntos porcentuales de Irlanda. 6 En el caso de España, faltaría por añadir la cotización por horas extraordinarias. 48 CAPÍTULO V LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL Y EL DESEMPLEO 1. Fiscalidad laboral y desempleo Como señala Corona (1996), es evidente que las cotizaciones sociales actúan de hecho como un impuesto sobre el trabajo y, en consecuencia, presentan una incidencia sobre los costes y sobre el mercado de trabajo que puede sintetizarse en seis aspectos concretos: a) La incidencia será mayor cuanto mayor sea la participación de las cotizaciones en el coste laboral total. b) Cuanto mayor sea el peso del coste laboral sobre la estructura de costes de la empresa, mayor incidencia tendrá la aplicación de las cotizaciones sociales. c) Las diferencias de cotizaciones sociales entre distintos países tendrán un impacto superior en la medida en que las relaciones comerciales entre los mismos se desarrollen en un entorno competitivo. d) En términos generales, la incidencia de las cotizaciones no será neutral con respecto a la distribución de la carga impositiva entre empresa y trabajador. e) Los efectos más importantes dependerán del grado de traslación del impuesto y afectarán fundamentalmente a los salarios netos, al nivel de empleo y a los precios de los productos. 49 f) Las cotizaciones sociales pueden provocar un efecto de traslación hacia atrás, en forma de menores salarios netos o menor nivel de empleo, o una traslación hacia adelante, en forma de un mayor nivel de precios. En todo caso, el sentido y la intensidad de la traslación impositiva dependerán de las características de los mercados en los que se desarrollen las relaciones laborales y productivas. Así, puede decirse que, en mercados competitivos, los efectos se manifestarán primordialmente en los salarios netos y en los beneficios de las empresas. Por el contrario, en mercados poco competitivos, la existencia de cotizaciones sociales elevadas afectará, sobre todo, a la disminución del nivel de empelo. En cualquier caso, es indudable la importancia de analizar la repercusión de la carga fiscal sobre el factor trabajo, cuestión a la que dedicaremos el siguiente apartado. Zabalza (1988) relaciona el coste del factor trabajo y las cotizaciones sociales señalando que, para unas condiciones de producción y de mercado dadas, el coste laboral real viene definido por el salario nominal más las cotizaciones empresariales asociadas al mismo, todo ello en relación con el precio que el empresario pueda obtener por su producción. De esta forma, llamando al salario real SAL, y al tipo efectivo del conjunto de cotizaciones empresariales «s», el coste laboral real, CL, viene dado por la expresión: CL = SAL(1 + s ) De dicha expresión resulta evidente que las cotizaciones sociales empresariales influyen directamente sobre el coste laboral a través del tipo efectivo, con lo que una disminución del tipo efectivo de «s» a «s*» reduce el coste laboral a la siguiente expresión: CL* = SAL(1 + s*) Pero sólo podríamos asegurar que, ante este cambio en las cotizaciones, disminuye el coste laboral si el salario real se mantuviera constante, y, en general, sabemos que el salario es una variable endógena que se ve afectada por todos aquellos factores que determinan la demanda y la oferta de trabajo, entre ellos el tipo de cotización a la Seguridad Social. Por ello, existe la posibilidad de que, como consecuencia de la disminución en el tipo efectivo de cotización, también se produzca un cambio en el salario real, expresándose el coste laboral de la siguiente manera: CL* = SAL * (1 + s*) 50 Con lo que se observa que una disminución en las cotizaciones empresariales altera de forma directa el coste laboral vía tipo efectivo y de forma indirecta vía salario real. Este planteamiento nos lleva a la necesidad de analizar los factores que influyen en la determinación del salario real y, por tanto, del coste laboral. Así, como ya sabemos, las cotizaciones empresariales recaen legalmente sobre el empresario, aunque su incidencia real dependa, como en todos los impuestos, de las condiciones de oferta y demanda. Por ello, lo normal sería que parte del impuesto fuera trasladado al trabajador en la forma de un menor salario real y otra parte la soportara el empresario vía mayor coste laboral, dándose una relación inversa entre cotizaciones y salario, así como una relación directa entre cotizaciones y coste laboral. Pero de la misma forma que el empresario traslada al trabajador parte de un impuesto que legalmente recae sobre él, también el trabajador traslada al empresario parte de sus impuestos; entre ellos tenemos los impuestos directos sobre la renta y los impuestos indirectos sobre el consumo. Ello es consecuencia de que el trabajador está interesado en el salario que acabará en sus bolsillos y en el poder de compra de dicho salario; ahora bien, dicho salario es el salario neto de impuestos (es decir, descontadas las cotizaciones a la Seguridad Social a su cargo y las retenciones del IRPF), y el poder de compra dependerá de los precios de consumo (es decir, los que llevan incorporados los impuestos indirectos). Por tanto, el salario real se ve influido por las cotizaciones empresariales, las cotizaciones a cargo del trabajador, el tipo efectivo del Impuesto sobre la Renta y el tipo efectivo de la imposición indirecta; el coste laboral se ve influido por las cotizaciones empresariales y el salario real, y, por último, el coste laboral influye, a través de la demanda de trabajo que realice el empresario, en el nivel de empleo. Todo ello queda resumido en el siguiente esquema: 51 Empleo Coste laboral real Salario real Cotizaciones sociales empresariales Imposición directa sobre trabajadores Imposición indirecta sobre los trabajadores Cotizaciones sociales sobre el trabajador IRPF En todo caso, como afirma Doménech (1997), los efectos que la fiscalidad sobre el trabajo puede tener sobre el desempleo se producen principalmente en el corto y medio plazo, siendo más o menos duraderos dependiendo de las rigideces que existan en el mercado laboral7, mientras que en el largo plazo la fiscalidad sobre el trabajo no ha podido afectar excesivamente a la tasa de desempleo, como pone de manifiesto el hecho de que en las economías europeas la fiscalidad haya presentado una tendencia creciente al tiempo que la tasa de desempleo presenta un comportamiento más estacionario. Por su parte, la evidencia empírica de corte transversal parece sugerir que no existe ningún tipo de relación entre la fiscalidad y el desempleo, lo que ha motivado 7 El modelo propuesto por POLO (1990) llega a la conclusión de que la reducción de las cuotas rebaja muy sustancialmente las tasas de desempleo cuando los salarios reales se mantienen constantes, teniendo en cuenta que la caída de la tasa de desempleo se reduce en la medida en que el comportamiento de los trabajadores es menos austero, pudiendo llegar a eliminarla completamente cuando el objetivo del colectivo laboral es maximizar el salario real de los trabajadores ya empleados. 52 que se desplacen las explicaciones del desempleo desde la fiscalidad hacia otros factores, como la existencia de rigideces en el mercado laboral o el progreso tecnológico que genera una demanda de trabajo de alta cualificación8. En cambio, los trabajos basados en datos de serie temporal consideran que el aumento de la brecha salarial podría explicar una parte importante del aumento del desempleo en los países de la OCDE. Así, según Daveri y Tabellini (2000), el incremento en la fiscalidad laboral puede ser responsable de más del 50% del incremento del desempleo existente en Europa desde principios de los años setenta del pasado siglo. En el último estudio publicado por la Comisión Europea sobre la relación entre la fiscalidad laboral y el desempleo, Planas (2003) considera que para el periodo 19702002, en los países de la UE-12, la elasticidad desempleo-fiscalidad, entendida como la variación porcentual en la tasa de desempleo asociada a la variación porcentual en la tasa de fiscalidad laboral, es de 0,32, lo cual supone que un descenso en 3 puntos porcentuales en la fiscalidad laboral podría reducir la tasa de desempleo en un punto porcentual. En este estudio, el análisis de la tasa de imposición laboral se realiza tomando una única tasa impositiva efectiva que recoge tanto los pagos realizados por los trabajadores en concepto de impuestos sobre la renta como las cotizaciones a la Seguridad Social pagadas por empresarios y trabajadores. En este sentido, García (2005) presenta la estructura impositiva laboral separando la imposición que recae sobre el empresario de la que recae sobre el trabajador, y confirma el efecto directo que existe entre la imposición soportada por el empresario y las tasas de desempleo. 2. La brecha fiscal Uno de los elementos más utilizados a la hora de estudiar la repercusión de la carga fiscal sobre el factor trabajo es la llamada «brecha fiscal», que se define como la diferencia entre el salario neto recibido por el trabajador y el coste laboral total soportado por la empresa, en el que las cotizaciones sociales juegan un papel importante. 8 NICKELL (1997) clasifica en cuatro categorías las causas del desempleo: las rigideces en el mercado de mano de obra directa, el trato dado al desempleado, la estructura salarial y los impuestos. 53 En términos analíticos, el proceso de cálculo sería el siguiente: — Coste total empresa = salario bruto + cotizaciones empresariales — Salario neto trabajador = salario bruto – cotizaciones trabajador – retenciones por IRPF — Brecha fiscal = coste total empresa – ingreso neto trabajador También es posible cuantificar el impacto de la fiscalidad sobre el trabajo calculando cuánto representa la brecha fiscal sobre el coste laboral total en porcentaje. Si tomamos los datos que aporta la OCDE para un trabajador ocupado en el sector manufacturero, que cobra un salario medio, casado y con dos hijos, expresados los valores en dólares en paridad de compra de forma que podamos establecer comparaciones entre países de la UE-15, podemos observar en los Cuadros 10, 11 y 12 la cuantía del coste laboral bruto, del ingreso neto y de la brecha fiscal, respectivamente. A su vez, el Gráfico 9 muestra la evolución de los conceptos mencionados para el caso de España comparada con la brecha fiscal obtenida como media de los países de la UE-15. 54 CUADRO 10 COSTE LABORAL BRUTO (EN $ EN PPP) 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 Alemania 35.898,9 36.651,0 37.436,5 38.672,4 39.502,8 40.360,2 41.805,3 42.543,0 Austria 30.639,9 31.127,4 32.025,6 32.833,0 32.463,2 32.989,4 33.662,4 34.356,4 Bélgica 39.386,1 40.198,2 40.516,6 41.239,4 43.328,8 44.333,9 45.315,8 46.260,6 Dinamarca 30.155,3 31.615,5 32.805,2 33.347,2 34.853,8 35.557,3 36.655,4 37.787,6 España 24.518,9 25.218,3 25.914,8 26.057,5 27.023,3 27.981,0 28.616,6 29.381,6 Finlandia 30.971,1 30.817,1 31.591,3 32.875,6 34.197,9 34.236,9 35.640,3 37.174,1 Francia 30.374,2 30.146,2 31.178,8 31.702,9 33.138,1 34.107,9 35.040,7 35.443,4 Grecia 21.616,0 21.964,4 22.535,0 23.123,3 23.941,2 25.093,5 25.550,8 26.565,5 Holanda 32.340,5 33.301,8 33.807,2 35.083,3 36.815,5 35.974,3 36.533,0 39.614,5 Irlanda 24.660,8 24.889,4 25.005,1 25.529,2 26.677,0 27.939,9 28.765,6 30.235,7 Italia 35.675,7 33.777,0 33.292,2 33.731,7 33.744,8 33.716,1 34.402,8 35.004,5 Luxemburgo 29.825,7 30.880,6 32.498,1 33.269,6 34.157,7 34.986,9 35.278,8 35.766,7 Portugal 13.363,9 13.406,5 13.876,0 14.358,6 14.822,3 15.411,7 15.788,9 16.128,4 Reino Unido 29.574,6 30.314,4 30.161,2 31.381,7 32.626,0 33.706,5 34.430,5 36.158,8 Suecia 22.327,8 22.826,5 23.618,0 24.115,4 32.453,5 32.874,2 33.586,8 34.606,1 Media UE-15 28.755,3 29.142,3 29.750,8 30.488,1 31.983,1 32.618,0 33.404,9 34.468,5 Fuente: OCDE y elaboración propia. El Cuadro 10 nos permite observar cómo España se encuentra, en todo el periodo estudiado, entre los países con menor coste laboral bruto, junto con Portugal, Grecia e Irlanda, valores, en todo caso, un 30% inferiores a los de los países de la UE-15 que presentan un mayor coste laboral bruto, como son Bélgica, Alemania y Holanda. El incremento medio en la UE-15 de este coste laboral en el periodo 1997-2004 ha sido del 20%, porcentaje similar al acontecido en España. Por lo que se refiere a los datos relativos a los salarios netos percibidos por el trabajador después de impuestos, mostrados en el Cuadro 11, España sigue figurando entre los países que presentan los valores más bajos, superando tan sólo a Portugal y a Grecia. En todo caso, son valores inferiores casi un 40% respecto a Luxemburgo, país que presenta los salarios netos más elevados, y en torno a un 30% a los salarios presentes en Bélgica, el Reino Unido y Alemania, que son los países que siguen en a Luxemburgo esta clasificación. El incremento medio del salario neto que se ha producido a lo largo del periodo en la UE-15 se sitúa en el 26%, algo superior a la variación producida en España, que ha sido del 24%; en este análisis destaca el incremento de más del 50% que se observa en Irlanda. 55 CUADRO 11 INGRESO NETO DESPUÉS DE IMPUESTOS (EN $ EN PPP) 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 Alemania 23.105,5 23.498,4 24.574,2 25.810,5 26.582,2 27.345,5 27.836,8 28.842,3 Austria 20.760,5 20.955,5 21.898,5 23.156,1 23.060,0 23.263,4 23.724,4 24.477,9 Bélgica 23.320,5 23.686,0 23.836,9 24.521,3 25.884,3 26.736,4 27.585,0 29.790,5 Dinamarca 20.706,8 22.102,1 22.604,8 22.993,8 24.166,9 24.863,8 25.629,6 26.514,9 España 16.262,1 16.816,6 18.047,5 18.092,6 18.631,6 19.174,3 19.761,3 20.111,7 Finlandia 18.319,8 18.259,6 19.078,6 19.749,0 20.930,0 21.140,7 22.254,1 23.480,4 Francia 18.369,4 18.541,5 19.037,4 19.093,9 20.065,7 20.638,6 21.045,5 21.608,3 Grecia 13.784,2 13.953,8 14.469,0 14.784,9 15.356,0 16.316,1 16.759,9 17.296,0 Holanda 21.667,9 22.252,4 22.275,7 22.630,5 24.681,2 26.954,9 27.569,3 26.018,3 Irlanda 18.803,3 19.284,2 19.990,0 21.571,1 23.261,7 25.396,4 26.923,1 28.442,1 Italia 20.240,3 21.099,7 20.980,3 21.425,5 21.805,5 21.566,8 22.124,4 22.317,4 Luxemburgo 25.952,5 27.161,0 29.010,8 29.480,9 30.220,8 31.777,3 32.027,7 32.444,0 9.780,8 9.858,2 10.271,0 10.599,2 11.250,9 11.778,3 12.049,3 12.504,7 Reino Unido 22.230,0 22.763,9 23.126,9 24.660,5 26.720,4 27.863,3 28.437,8 29.662,6 Suecia 16.260,5 16.871,5 17.479,7 18.389,3 19.110,2 19.610,8 19.870,9 20.355,5 Media UE-15 19.304,3 19.807,0 20.445,4 21.130,6 22.115,2 22.961,8 23.573,3 24.257,8 Portugal Fuente: OCDE y elaboración propia. Por lo que se refiere a la brecha fiscal, entendida como la diferencia entre el coste bruto y el salario neto, los datos del Cuadro 12 siguen mostrando la tendencia que señalábamos anteriormente; así, España sigue estando entre los países que muestran valores más reducidos, superando de nuevo a Grecia y a Portugal, aunque llama la atención en este caso que también queden por debajo de España países como Irlanda, Luxemburgo y el Reino Unido, que han sabido ajustar mejor el coste laboral al salario neto mediante una reducida imposición laboral. Entre los países que muestran la brecha fiscal más elevada se encuentran Bélgica, Alemania y Francia, de nuevo con valores en torno a un 30% superiores a los mostrados por España. Si estudiamos la evolución de la brecha fiscal en el periodo 1997-2004, vemos que España, con una variación del 12%, es de los países que más ha incrementado la diferencia entre el coste bruto y el salario neto, superando, por tanto, el 8% de media que presenta la UE-15. Sin duda, este dato contrasta con la evolución de aquellos países 56 que han sido capaces de reducir la brecha fiscal en porcentajes que van desde el espectacular 70% de Irlanda a valores en torno al 10% de Italia y el Reino Unido. CUADRO 12 BRECHA FISCAL. COSTE BRUTO MENOS INGRESO NETO (EN $ EN PPP) 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 12.793,3 13.152,6 12.862,3 12.861,9 12.920,6 13.014,6 13.968,5 13.700,7 Austria 9.879,5 10.171,9 10.127,0 9.677,0 9.403,2 9.726,0 9.938,0 9.878,5 Bélgica 16.065,6 16.512,2 16.679,8 16.718,0 17.444,6 17.597,5 17.730,8 16.470,1 Dinamarca 9.448,5 9.513,4 10.200,4 10.353,5 10.686,9 10.693,5 11.025,8 11.272,7 España 8.256,8 8.401,7 7.867,3 7.964,9 8.391,7 8.806,7 8.855,3 9.270,0 Finlandia 12.651,4 12.557,4 12.512,7 13.126,6 13.267,9 13.096,1 13.386,2 13.693,7 Francia 12.004,8 11.604,6 12.141,4 12.609,0 13.072,4 13.469,2 13.995,2 13.835,1 Grecia 7.831,8 8.010,6 8.066,0 8.338,4 8.585,1 8.777,4 8.790,9 9.269,5 10.672,6 11.049,4 11.531,5 12.452,8 12.134,3 9.019,5 8.963,7 13.596,2 5.857,6 5.605,2 5.015,1 3.958,2 3.415,3 2.543,5 1.842,4 1.793,5 15.435,4 12.677,3 12.312,0 12.306,2 11.939,3 12.149,3 12.278,4 12.687,1 Luxemburgo 3.873,2 3.719,6 3.487,4 3.788,7 3.936,9 3.209,5 3.251,1 3.322,7 Portugal 3.583,2 3.548,3 3.605,0 3.759,4 3.571,4 3.633,4 3.739,7 3.623,7 Reino Unido 7.344,6 7.550,5 7.034,2 6.721,1 5.905,6 5.843,2 5.992,8 6.496,2 Suecia 6.067,3 5.955,0 6.138,3 5.726,1 13.343,3 13.263,5 13.715,8 14.250,6 Media UE-15 9.451,0 9.335,3 9.305,4 9.357,4 9.867,9 9.656,2 9.831,6 10.210,7 Alemania Holanda Irlanda Italia Fuente: OCDE y elaboración propia. Si estudiamos el impacto de la imposición sobre el trabajo observando lo que representa la brecha fiscal sobre el coste laboral (véase el Cuadro 13), sin duda el dato más llamativo es la tendencia que se aprecia en todos los países a reducir este porcentaje. Así, la media de descenso en los países de la UE-15 se sitúa en el 10%, algo superior al 6% de descenso que presenta España y muy lejos del 75% de Irlanda. En todo caso, el 31,6% de promedio sitúa a España entre los países con mayor porcentaje y por encima de la media de la UE. 57 CUADRO 13 BRECHA FISCAL EN PORCENTAJE SOBRE EL COSTE LABORAL BRUTO 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 Alemania 35,6 35,9 34,4 33,3 32,7 32,2 33,4 32,2 Austria 32,2 32,7 31,6 29,5 29,0 29,5 29,5 28,8 Bélgica 40,8 41,1 41,2 40,5 40,3 39,7 39,1 35,6 Dinamarca 31,3 30,1 31,1 31,0 30,7 30,1 30,1 29,8 España 33,7 33,3 30,4 30,6 31,1 31,5 30,9 31,6 Finlandia 40,8 40,7 39,6 39,9 38,8 38,3 37,6 36,8 Francia 39,5 38,5 38,9 39,8 39,4 39,5 39,9 39,0 Grecia 36,2 36,5 35,8 36,1 35,9 35,0 34,4 34,9 Holanda 33,0 33,2 34,1 35,5 33,0 25,1 24,5 34,3 Irlanda 23,8 22,5 20,1 15,5 12,8 9,1 6,4 5,9 Italia 43,3 37,5 37,0 36,5 35,4 36,0 35,7 36,2 Luxemburgo 13,0 12,0 10,7 11,4 11,5 9,2 9,2 9,3 Portugal 26,8 26,5 26,0 26,2 24,1 23,6 23,7 22,5 Reino Unido 24,8 24,9 23,3 21,4 18,1 17,3 17,4 18,0 Suecia 27,2 26,1 26,0 23,7 41,1 40,3 40,8 41,2 Media UE-15 32,1 31,4 30,7 30,1 30,2 29,1 28,9 29,1 Fuente: OCDE y elaboración propia. De todas formas, como señala Doménech (1997), no parece que exista evidencia empírica que asegure la relación entre la cuña fiscal y la tasa de desempleo, como se puede apreciar en el Gráfico 9. Así, por ejemplo, a pesar de que el Gráfico nos permitiría diferenciar dos grupos de países: por un lado, un grupo integrado por Irlanda, Luxemburgo, el Reino Unido y Portugal, que combinan una reducida brecha fiscal con una reducida tasa de desempleo, y, por otro lado, un grupo formado por Francia, Italia, Alemania y Finlandia, que presentan una mayor brecha fiscal y una mayor tasa de desempleo, también se observa cómo España, por ejemplo, con una cuña fiscal similar a la de Grecia e incluso inferior a la de Suecia y Dinamarca, presenta niveles de desempleo superiores. Por tanto, el Gráfico nos muestra tanto una relación directa como inversa entre la tasa de desempleo y la brecha fiscal. 58 GRÁFICO 9 DESEMPLEO Y CUÑA FISCAL EN LA UE-15. PROMEDIO 1997-2004 15 E 12 FR D es e m p le o G F I 9 S B A IR L 6 D P RU 3 A US H LU X 0 0 3 00 0 6 00 0 9 00 0 1 20 0 0 1 50 0 0 1 80 0 0 B re c h a fisc a l Fuente: OCDE y elaboración propia. Por el contrario, si centramos nuestra atención en uno de los componentes de la brecha fiscal, concretamente en el tipo de cotización empresarial que afecta al coste laboral bruto y que mostramos en el Gráfico 8 del capítulo anterior, y lo relacionamos con la tasa de desempleo, el Gráfico 10 parece mostrar una relación directa entre ambas variables. Así, Holanda, Irlanda y Luxemburgo, con los tipos de cotización más bajos, presentan las tasas de desempleo más reducidas, mientras que España, Italia y Francia, con los tipos de cotización más elevados, muestran unas tasas de desempleo más altas. Es necesario constatar también la presencia de países que, aplicando similares tipos de cotización, como Alemania y Suecia o Francia y Austria, presentan tasas de desempleo diferentes. 59 GRÁFICO 10 DESEMPLEO Y TIPO COTIZACIÓN EMPRESARIAL EN LA UE-15 12,0 E 10,0 G F Desem pleo I A 8,0 FR B 6,0 P IRL RU S AUS 4,0 H 2,0 LUX 0,0 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 Tipo cotización em presarial Fuente: Elaboración propia. 3. Alternativas de financiación La constatación de algunos de los efectos perversos de las cotizaciones sociales, como, por ejemplo, sobre el nivel de empleo, que hemos demostrado en el apartado anterior, junto con la preocupación por la suficiencia financiera de la Seguridad Social, motivada por un importante crecimiento en las prestaciones, como hemos analizado en el capítulo anterior, han generado un intenso debate sobre los sistemas de financiación que se deben aplicar. Inicialmente, la mayoría de las propuestas se centraron en los problemas de suficiencia, ofreciendo fórmulas para complementar la financiación existente, más que para diseñar modelos alternativos. En esta línea se inscriben sugerencias como la introducción de impuestos sobre la energía, la afectación e incremento de impuestos especiales vinculados a prestaciones sanitarias (tabaco, alcohol, etc.) o la participación directa de los beneficiarios en los costes de producción del servicio. Sin embargo, más recientemente se ha comenzado a sugerir la sustitución de parte de la financiación que se realiza a través de las cotizaciones empresariales por una elevación de determinados impuestos. En general, la mayoría de estas propuestas 60 parten de dos premisas. En primer lugar, se apunta la conveniencia de reducir la participación del componente empresarial en las cotizaciones sociales, amparándose en la importancia relativa de las mismas en el ámbito internacional, como hemos demostrado en el capítulo anterior. En segundo lugar, también se establece que debe respetarse la neutralidad recaudadora del sistema, por lo que tal disminución en la recaudación por cotizaciones sociales debería compensarse en su integridad mediante el incremento en la recaudación de otras figuras tributarias alternativas. De entre las diversas opciones posibles, la doctrina se ha decantado de forma mayoritaria por la sustitución de las cotizaciones empresariales por una elevación del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Sin embargo, la neutralidad en la recaudación no supone, como es lógico, que se garantice la neutralidad en los efectos económicos derivados de la reforma citada, que, de hecho, son bastante importantes. Aceptando la hipótesis de que el descenso de recaudación por cotizaciones sociales venga equilibrado por el aumento en la recaudación del IVA, ambas medidas generan efectos económicos de cuya combinación se deducirá el efecto global de la alternativa de financiación propuesta. Dicho efecto puede predecirse en función del análisis teórico de la incidencia general de ambas figuras tributarias, acompañado por los resultados de algunos estudios empíricos elaborados sobre estas cuestiones. La argumentación a favor de la sustitución de cuotas empresariales por IVA se apoya en diversos motivos: 1. Impacto directo e indirecto sobre el empleo. Las cotizaciones sociales son un impuesto que grava el factor trabajo, encareciendo su utilización con respecto a otros factores de producción (principalmente, el capital), reduciendo su empleo relativo. La evidencia empírica disponible demuestra la fuerte sensibilidad de la demanda de trabajo en España con respecto a su coste relativo, lo que refuerza la tesis de la incidencia negativa sobre el volumen de empleo de elevadas cotizaciones empresariales a la Seguridad Social. Si bien es cierto que, en una economía de pleno empleo, es posible justificar una discriminación de la carga fiscal entre factores de producción (incrementándola para el trabajo), con el fin de mejorar la eficiencia en actualización de un factor escaso, también es evidente que tal argumento no puede aplicarse en una economía con un nivel de desempleo tan importante como la española. Por el contrario, el IVA no discrimina entre factores de producción, por lo que resulta mucho más adecuado desde el punto de vista de la neutralidad, aunque hay que tener en cuenta que también los bienes de capital necesitan mano de obra para su producción, por lo que asumen un coste implícito de financiación de la Seguridad Social. 61 Un problema adicional se presenta porque la carga fiscal que suponen las cotizaciones difiere no sólo en función de la cantidad del factor trabajo, sino también de la forma en que éste se utilice. Ello conduce a la existencia de regímenes diferentes de Seguridad Social, al margen del que se aplique con carácter general. Las diferencias en la determinación de la base de cotización de los regímenes especiales (autónomos, agrarios, etc.) tienden a generar distintas cargas tributarias que atentan contra el principio de neutralidad. 2. Otro argumento a favor de la sustitución se desprende de las propias características del sistema productivo español, en concreto la que explica la destrucción de empleo debida al cambio tecnológico. La disminución de los costes salariales introducidos por la sustitución de las cotizaciones empresariales por el IVA contribuiría a disminuir la tasa de crecimiento mínimo necesaria para el mantenimiento del empleo. 3. Impacto sobre el comercio exterior y la competitividad. La carga de cotizaciones sociales que incorporan los bienes y servicios exportados no es ajustable en frontera, por lo que, en la medida en que se trasladen a los precios de los productos, la estructura de la fiscalidad empresarial estará incidiendo de forma negativa sobre la competitividad exterior de la economía española, provocando unas exportaciones inferiores a las previsibles si sólo se tuvieran en cuenta los costes comparativos de carácter no fiscal. Por su parte, la regulación del IVA establece que los exportadores se benefician de la devolución del IVA incorporado a la producción del bien exportado, que será gravado con el IVA o imposición indirecta correspondiente al país de destino. Como consecuencia de la sustitución de cotizaciones sociales por IVA, el precio de los productos exportados disminuiría, suponiendo un claro impulso a las exportaciones, por la disminución de las cotizaciones, y al mismo tiempo desincentivaría las importaciones, que se verían gravadas por un tipo impositivo de IVA más elevado. En conjunto, la balanza comercial española experimentaría una mejora considerable, incrementándose de forma notable la competitividad internacional de la empresa española. 4. Mejora de la equidad y neutralidad del sistema. La fuerte carga sobre las rentas del trabajo que suponen los impuestos sobre la renta y las cotizaciones sociales ha producido una pronunciada tendencia a que la contraprestación del trabajo se realice en forma de pagos no directamente realizados a favor del trabajador, es decir, en especie o fringe benefits, en terminología anglosajona. 62 Los fringe benefits (pensiones, colegios, vacaciones, vehículos, etc.) suponen abrir una brecha entre la contraprestación real del trabajador y sus bases imponibles a efectos de IRPF y de cotizaciones sociales. Esta erosión de las bases imponibles atenta contra los principios de neutralidad y de equidad (horizontal y vertical). Sin embargo, es muy difícil que la base del Impuesto sobre el Valor Añadido deje de incluir los fringe benefits, por lo que la sustitución de cotizaciones sociales por IVA supone reforzar el cumplimiento de los principios de equidad y neutralidad. Los resultados esperados quedan reflejados en el esquema siguiente: 63 Empleo ∆ + Coste laboral real ▼ + + Salario real Cotizaciones sociales empresariales ▼ + Imposición directa sobre los trabajadores Imposición indirecta sobre los trabajadores ∆ Cotizaciones sociales sobre el trabajador IRPF El esquema pone de manifiesto que la reducción de las cotizaciones empresariales reduce el coste laboral y aumenta el salario real, mientras que el incremento en la imposición indirecta aumenta el salario real. Por tanto, se producirá un incremento del salario real y existirán dos fuerzas de signo contrario sobre el coste laboral: una a la baja, consecuencia de la reducción en las cotizaciones, y otra al alza, procedente del aumento en la imposición indirecta. Con el objetivo de generar un aumento en el empleo, esperaríamos que el efecto a la baja sobre el coste laboral fuera más fuerte que el efecto al alza. Sin embargo, no todo son ventajas en la sustitución de cotizaciones empresariales por IVA. Para que se consigan los beneficios mencionados hay que asegurar que el cambio tributario se refleje, de forma efectiva, en la minoración del precio de los productos que se van a exportar, ya que, en caso contrario, los efectos sobre la competitividad podrían ser negativos. 64 Por otro lado, si a largo plazo las cotizaciones sociales son soportadas (en la práctica) por los trabajadores, en forma de salarios menores, puede interpretarse que son una parte del salario o del coste salarial de la empresa, que, en caso de ser rebajado, sería demandado por los trabajadores. Si esto fuera así, una reducción de las cotizaciones empresariales daría lugar a un aumento equivalente de los salarios brutos de los trabajadores, dejando inalterados los costes laborales. Además, en la medida en que la pérdida de recaudación debida a la reducción de las cotizaciones empresariales se compensara con un aumento del IVA, podría darse la paradoja de que la competitividad se deteriorase, ya que el IVA es soportado, parcialmente, por los productores. Es cierto que el IVA no asegura la neutralidad impositiva, pero la existencia de tipos impositivos diferenciales supone un menor alejamiento del principio de neutralidad que unas cotizaciones sociales que pueden oscilar en su base entre el cero y el cien por cien del valor final del bien o servicio, fenómeno que no puede darse en el IVA. Midiendo la neutralidad en cuestión de grados, es evidente que el IVA se presenta como un impuesto más neutral que las cotizaciones sociales. Por último, es preciso tener en cuenta la existencia de un mayor nivel de fraude en el IVA que en las cotizaciones sociales, de modo que una elevación en los tipos del IVA puede provocar un aumento en el incentivo a defraudar. 65 CONCLUSIONES Tras lo expuesto, pasamos a enumerar las conclusiones más importantes: 1. Las reformas en el mercado laboral español deben ir encaminadas a reducir la temporalidad y potenciar la contratación indefinida mediante mecanismos que permitan reducir los costes laborales, ya sea reduciendo los costes de despido y/o disminuyendo las cotizaciones empresariales, siguiendo la línea trazada por la reforma de 1997, que, según muestran los datos, se refleja como la más eficaz de las llevadas a cabo hasta la fecha. 2. La tasa de actividad española continúa siendo una de las más bajas de Europa, con sólo 3 Comunidades Autónomas que superan el 60% (Islas Baleares, Madrid y Cataluña). Por su parte, la tasa de paro se ha situado por debajo del 10%, aunque todavía con diferencias en torno a 5 puntos si diferenciamos por sexos, y con 5 Comunidades Autónomas con tasas inferiores al 7%: Navarra, Islas Baleares, Aragón, La Rioja y Madrid. 3. El coste laboral por trabajador, en términos brutos, ha crecido un 3,1% en 2004, situándose de media en los 25.059,6 euros, aunque las diferencias entre Comunidades son de más de 9.000 euros, yendo desde los 29.737 euros de Madrid, la Comunidad con el coste más elevado, hasta los 20.240,5 euros que presenta Extremadura, la Comunidad con los menores costes laborales. 4. La estructura del coste laboral está formada en un 73% por el sueldo base, en un 23% por las cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social y en un 4% por otros costes. Así, los mayores costes salariales se producen en Madrid y en el País Vasco, mientras que las mayores cuantías pagadas por trabajador a la Seguridad Social se encuentran en el País Vasco y en Navarra. Por último, en la partida de 67 otros costes destaca Madrid como la Comunidad que mayor coste presenta en indemnizaciones por despido y en gastos de formación profesional. 5. El salario bruto anual medio en España, en 2002, fue de 19.802,45 euros, siendo Madrid la Comunidad con los salarios más elevados, con 23.183,4 euros, y Extremadura la Comunidad con menores salarios, con 16.401,1 euros. Es preciso destacar que los trabajadores con contrato indefinido presentan un salario medio un 40% superior al de los trabajadores con un contrato de duración determinada, de igual forma que los licenciados perciben un salario superior en un 67% al salario medio. En todo caso, el 13,4% de los contratos presentan algún tipo de reducción de las cuotas del empleador a la Seguridad Social. 6. La presión fiscal en España, entendida como el cociente entre los ingresos tributarios, excluidas las cotizaciones sociales y el PIB, se ha incrementado en el periodo 1983-2003 un 54%, a pesar de lo cual sigue estando 5 puntos porcentuales por debajo de los valores medios de la UE-15. Si analizamos la presión fiscal, incluyendo en su cálculo las cotizaciones sociales, el incremento en el periodo 1983-2003 ha sido del 34,5%, situando a España en valores cercanos a la media de la OCDE y 5,5 puntos por debajo de la media de la UE-15. 7. Del análisis comparado de la estructura de cotizaciones aplicada en los sistemas de Seguridad Social de los países de la UE-15 podemos destacar: a. En las prestaciones por contingencias comunes, el mayor porcentaje de cotización corresponde a Francia (29,25%), seguida de España (28,31%), siendo España el país que presenta las cotizaciones empresariales más elevadas (23,6%), junto con unas cotizaciones a cargo del trabajador (4,7%) sólo superadas por Irlanda (4,5%). b. Si agregamos el total de cotizaciones pagadas en cada uno de los 15 países de la UE, tanto por contingencias comunes como profesionales, por desempleo, por asistencia sanitaria o por cualquier otra, nos encontramos con que los países con mayor porcentaje de cotización son Francia, Italia, Grecia, Austria y España, aunque tanto Francia como Austria incorporan cotizaciones para financiar la sanidad, mientras que en España dicha prestación es financiada con aportaciones directas de la Administración. c. De ese total de cotización calculado, los países que presentan una mayor aportación empresarial son Francia (46%), Italia (41%) y España (36,2%), muy lejos 68 del 13,6% del Reino Unido, que presenta la menor de las aportaciones. Por su parte, la mayor aportación por trabajador se encuentra en Alemania (20,5%), único país en el que empresario y trabajador se reparten al 50% la aportación a la Seguridad Social, y Austria (18,12%), siendo Irlanda (5,75%) y España (6,4%) los países con menor aportación. 8. Como hemos dejado demostrado tanto en el plano teórico como en el empírico, existe una relación directa entre las cotizaciones sociales y la tasa de desempleo, que será tanto mayor cuanto menor impacto tenga el cambio sobre el salario real. 9. La evolución de la brecha fiscal en el periodo 1997-2004 muestra cómo España, con una variación del 12%, es de los países que más ha incrementado la diferencia entre el coste salarial bruto y el salario neto, superando el incremento medio de la UE-15, que se sitúa en el 8%. 10. El Pacto de Toledo, en su punto octavo, haciendo suya la recomendación contenida en el Libro Blanco de Delors, ya apunta la necesidad de reducir las cotizaciones sociales, como elemento dinamizador del empleo, quedando condicionada dicha actuación al mantenimiento del equilibrio financiero del sistema contributivo y de las cuentas públicas, equilibrio que podría lograrse al sustituir las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social por el incremento de otro impuesto, como el IVA. 69 BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ, F. (2005): «La dimensión del sector público en los países de la OCDE (19752002). Un estudio comparado desde la perspectiva del esfuerzo fiscal». Tesis Doctoral, Universidad Internacional de Cataluña. 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