ANÁLISIS DE LOS EFECTOS DE LAS COTIZACIONES SOCIALES

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ANÁLISIS
DE LOS EFECTOS
DE LAS COTIZACIONES
SOCIALES SOBRE
LA CREACIÓN
DE EMPLEO EN MADRID:
PROPUESTAS DE REFORMAS
JUAN FRANCISCO CORONA RAMÓN
Catedrático de Economía Aplicada
FERNANDO ÁLVAREZ GÓMEZ
Profesor de Economía Aplicada
INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS
1
LA CONSEJERÍA DE EMPLEO Y MUJER DE LA COMUNIDAD DE MADRID
ha patrocinado la elaboración y edición de este Informe
© 2005 JUAN FRANCISCO CORONA RAMÓN y FERNANDO ÁLVAREZ GÓMEZ
© 2005 INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS
C/ Castelló, 128 - 6.ª planta • 28006 Madrid
Depósito legal: M. 47.598-2005
Impreso por GRÁFICAS MURIEL, S.A.
C/ Buhigas, s/n • Getafe (Madrid)
Printed in Spain · Impreso en España
2
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
CAPÍTULO I: LAS REFORMAS DEL MERCADO DE TRABAJO EN ESPAÑA . . . . 7
1. La reforma de 1984 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
2. La reforma de 1994 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
3. La reforma de 1997 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
4. La reforma de 2001 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
CAPÍTULO II: SITUACIÓN ACTUAL DEL MERCADO DE TRABAJO
EN ESPAÑA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
1. Características generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
2. Coste laboral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
3. Estructura salarial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
CAPÍTULO III: EL PESO DE LAS COTIZACIONES SOCIALES SOBRE EL PIB
DE LOS PAÍSES DE LA UNIÓN EUROPEA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
1. Presión fiscal económica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
2. El peso de las cotizaciones sociales en la estructura fiscal . . . . . . . . . . . . . . . 33
CAPÍTULO IV: ANÁLISIS COMPARADO DE LOS SISTEMAS
DE LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA UE-15 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
1. Principales prestaciones sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
a) Prestación por jubilación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
b) Prestación por invalidez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
c) Prestación por supervivencia (viudedad) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
d) Prestación por desempleo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
e) Prestación sanitaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
2. Estructura de las cotizaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
3
CAPÍTULO V: LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL
Y EL DESEMPLEO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
1. Fiscalidad laboral y desempleo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
2. La brecha fiscal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
3. Alternativas de financiación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
4
INTRODUCCIÓN
Es indudable que una de las principales distorsiones que afectan al mercado
laboral en España está producida por la fiscalidad existente sobre el trabajo. Este hecho
puede apreciarse de forma clara a partir de un análisis de sistemas comparados,
especialmente en el ámbito de la OCDE y de la Unión Europea. Desde este punto de
vista, es evidente que la fiscalidad sobre el trabajo recae en las cotizaciones sociales y en
el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.
En sentido estricto, la influencia de la fiscalidad sobre el empleo se manifiesta
como resultado de la interacción de diversas figuras tributarias: el Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas, el Impuesto sobre Sociedades y las cotizaciones a la
Seguridad Social.
El objetivo del presente estudio consiste en analizar la relación existente entre las
cotizaciones sociales y la tasa de desempleo, de acuerdo con la evidencia empírica
existente en España.
Por ello se realiza una revisión de las principales reformas del mercado laboral en
España en los últimos veinte años, que sirven como marco para el análisis de la
situación actual del mercado laboral en España.
Al objeto de poner en contexto la situación de nuestro país, se acude al sistema
comparado con el fin de valorar el peso de las cotizaciones sociales en la estructura
fiscal. Dicho análisis se complementa con el estudio de las prestaciones sociales y de la
estructura de las cotizaciones en el entorno europeo.
Por último, se investiga el impacto de las cotizaciones sobre el empleo,
considerando la importancia de la brecha fiscal y planteando alternativas eficientes
para sustituir la recaudación derivada de las cotizaciones sociales.
5
CAPÍTULO I
LAS REFORMAS DEL MERCADO DE TRABAJO EN ESPAÑA
El objetivo del siguiente apartado es revisar, a grandes rasgos, las principales
reformas acometidas en el mercado de trabajo español desde la transición y sus
limitaciones, y en él se pone de manifiesto cómo, a pesar de las tres reformas básicas
(1984, 1994 y 1997), el elevado desempleo en España, comparado con la media de los
países de la UE, ha sido una constante en los últimos 30 años.
1. La reforma de 1984
En 1984 España presentaba una tasa de paro del 20,6%, frente al 10,6% de la
Unión Europea (UE), y el crecimiento real del PIB era del 1,5%, frente al 2,5% de la UE,
con una inflación que duplicaba la media de la UE. En este contexto, la primera
reforma relevante del mercado de trabajo español, producida en 1984, pretendía
facilitar la contratación y fomentar el acceso al primer empleo de los jóvenes. Aunque,
al no plantearse objetivos de carácter más general en términos de flexibilización del
mercado ni de la organización del trabajo en las empresas, debe considerarse una
reforma muy limitada.
En todo caso, la idea central de la reforma era que la existencia de un contrato
básico de trabajo de duración indefinida, con altos costes de despido, retraía la
contratación de nuevos trabajadores por parte de las empresas, y, dado que los costes
políticos de la reducción de los costes de despido debieron considerarse excesivos, el
único instrumento utilizado fue abrir el abanico de contrataciones.
7
De esta forma, el contrato fundamental fue el contrato temporal de fomento del
empleo (CTFE), acompañado de los contratos para la formación y de prácticas. El CTFE
tuvo un éxito que sorprendió incluso a sus defensores, alcanzando la tasa de
temporalidad el 30% del total de asalariados. Sin duda, su crecimiento explosivo debe
explicarse en el menor coste que para la empresa representaba el CTFE frente al
contrato indefinido; así, dicho contrato ahorraba 33 días de indemnización por año
trabajado y eliminaba prácticamente los costes de tramitación y la incertidumbre sobre
la calificación final del despido.
El frecuente uso de los CTFE permitió un crecimiento rápido del empleo pero
generó una aguda dualización entre los ocupados, con dos efectos nocivos. Primero, se
consolidó un núcleo duro de temporalidad; segundo, se produjo un efecto perverso en
la negociación colectiva en virtud del cual los trabajadores con contrato indefinido
(insiders) negociaban los convenios, y los temporales (outsiders) sufrían los eventuales
ajustes en el empleo.
De todas formas, tras la reforma, el problema principal seguía siendo que la tasa
de paro española no rompía la barrera del 15%, duplicando la media de la UE, sin duda
como consecuencia, por un lado, de la elevada brecha salarial, y por otro, del hecho de
que la combinación de una alta tasa de rotación, derivada de la temporalidad, y una
generosa protección al desempleado, permitiera a los trabajadores temporales que
transcurriesen largos periodos durante los cuales alternaban la situación de contratado
temporal con la de desempleado, sin que por ello sufrieran significativamente sus
ingresos medios.
2. La reforma de 1994
A lo largo del periodo 1984-1993 apenas se producen cambios en las instituciones
laborales españolas, a excepción de algunos recortes en la prestación contributiva
llevados a cabo en 1992, consecuencia del fuerte crecimiento del gasto en protección del
desempleo, iniciado en 1988 y acelerado en 1990 y 1991. Pero será en el año 1994
cuando se plantean, por primera vez, los problemas del mercado de trabajo de forma
integral, alumbrándose una reforma que persigue como uno de sus objetivos
principales reducir la tasa de temporalidad, pudiendo considerarse una contrarreforma
de la de 1984. Una breve descripción de la reforma debe destacar la eliminación del
CTFE como vía general para la contratación y la aparición de un contrato de
aprendizaje para trabajadores entre 16 y 25 años con costes de despido bajos y
predeterminados; el fomento de la contratación a tiempo parcial; la introducción de
elementos importantes de flexibilización en la organización del trabajo dentro de las
empresas, como son:
8
— la desaparición de la obligación legal del sobrepago de las horas
extraordinarias, que pasa a ser competencia de la negociación colectiva, y
— los pasos que se dieron en la cuestión de la movilidad, tanto funcional como
geográfica.
Por último, en cuanto a la organización del mercado de trabajo, se autorizó y
reguló la existencia de nuevos intermediarios en el mercado laboral, empresas privadas
de colocación, no lucrativas, y de cesión de trabajadores, y se introducen cambios
funcionales en el Instituto Nacional de Empleo, al finalizar su papel monopolista en la
colocación en el mercado de trabajo, pasando a concentrarse en tareas de formación y
control del desempleo.
Como señala Argandoña (1999), a pesar de que las medidas estaban bien
orientadas y apuntaban en la dirección correcta al buscar la reducción de los costes de
ajuste y el aumento de la flexibilidad interna y externa, los resultados se quedaron
cortos: no se redujo sustancialmente el papel de los insiders, se mantuvieron todavía
demasiadas rigideces tanto en la entrada como en la salida de la relación laboral y se
redujeron poco los costes de despido.
3. La reforma de 1997
En esta reforma el objetivo declarado era la disminución de la tasa de
temporalidad, y su instrumento principal fue el Nuevo Contrato de Fomento (NCF): un
contrato indefinido para trabajadores entre 18 y 29 años o de más de 45 que incluía una
indemnización por despido improcedente de 33 días por año trabajado, con un máximo
de 24 mensualidades. Además, un nuevo contrato de formación sustituyó al existente y
se introdujeron algunas modificaciones en la contratación a tiempo parcial.
Junto a estas aportaciones, se clarificaron los supuestos del despido objetivo,
incluyendo la superación de situaciones competitivas en el mercado o las exigencias de
la demanda. Con ello se pretendía contribuir a la reducción de los costes del despido,
orientando a las empresas hacia el despido por causas objetivas, más barato. Se
introdujeron bonificaciones en las cuotas empresariales de la Seguridad Social, así
como beneficios fiscales a las empresas, como incentivo a la contratación indefinida, o a
la transformación de contratos temporales en indefinidos, durante dos años.
Con todo ello podemos decir que si el éxito de la reforma se mide en términos de
la reducción de la tasa de temporalidad, parece que la reforma de 1997 tuvo mayor
éxito que la de 1994. No obstante, la tasa de temporalidad, que alcanzó un máximo del
33,8% en 1996, sólo ha flexionado hasta el 30,6% en 2003. Argandoña (1999) considera
que la reforma de 1997, a pesar de ir orientada en la dirección correcta, distaba mucho
9
de ser suficiente, sobre todo a la hora de reducir el poder de los insiders1, romper la
segmentación del mercado, introducir más flexibilidad en los salarios y poner las bases
para una reducción del desempleo de larga duración.
4. La reforma de 2001
La Ley 12/2001, de 9 de julio, de medidas urgentes de reforma del mercado de
trabajo para el incremento del empleo y la mejora de su calidad, introduce
modificaciones en el régimen jurídico del contrato a tiempo parcial y del contrato de
relevo, con objeto de lograr un mayor impulso y dinamismo de estas modalidades
contractuales, que permitan un crecimiento del empleo estable y se adapten mejor a las
necesidades de empresas y trabajadores. La reforma también amplía los colectivos que
pueden beneficiarse de los contratos formativos, y concreta y formaliza, a través de un
nuevo contrato temporal de inserción, los programas de contratación de trabajadores
desempleados para la realización de obras y servicios de interés general y social.
Se mantiene el contrato para el fomento de la contratación indefinida y se
desarrolla el Programa del Fomento de Empleo, conforme al cual se trata de activar la
contratación de aquellos colectivos más desfavorecidos a la hora de encontrar empleo
(mujeres desempleadas entre 16 y 45 años, desempleados de larga duración y
desempleados de más de 45 años), mediante la subvención de un porcentaje sobre las
cuotas empresariales por contingencias comunes por parte del Estado. Asimismo, con
el objeto de evitar la utilización abusiva de la contratación temporal de corta duración,
se incrementa en un 36% la cuota empresarial a la Seguridad Social por contingencias
comunes en los contratos temporales cuya duración efectiva sea inferior a siete días.
Apoyándose en realidades demográficas y del mercado de trabajo cambiantes, se
deroga la Disposición adicional décima del Estatuto de los Trabajadores, que
estimulaba la adopción de medidas dirigidas a lograr la jubilación forzosa de los
trabajadores de mayor edad y su retirada del mercado de trabajo, y se tiende a suavizar
la obligación de jubilarse para ir hacia un abandono prolongado del puesto de trabajo.
Estamos, por tanto, ante una reforma continuista con la filosofía de la reforma
laboral anterior, que busca una mayor flexibilidad del mercado laboral, así como una
1
Como afirman IRANZO e IZQUIERDO (1999), los altos costes de despido provocan una indeseable
segmentación del mercado de trabajo, en el que coexisten, por un lado, los trabajadores con contratos indefinidos
(insiders) y fuertemente protegidos frente a la posibilidad de ser despedidos —lo que aumenta su capacidad de
presión en la negociación salarial y reduce el efecto disciplinador de los excesos de oferta sobre la formación de los
salarios—, y, por otro, los parados y los trabajadores con contrato temporal (outsiders), con un nivel de seguridad y
motivación relativamente bajo, y que, como colectivo, son los que soportan los mayores costes de ajuste en términos
de ocupación y retribución relativa, por la insensibilidad de los insiders, con lo que éstos, con su estructura de
actuaciones e incentivos, reducen la flexibilidad de las empresas ante las variaciones cíclicas de la demanda.
10
mayor estabilidad que reduzca la elevada temporalidad que sigue padeciendo el
mercado laboral español, pudiendo ser acusada del mismo mal que han padecido el
resto de reformas, esto es, el quedarse corta.
GRÁFICO 1
TASA DE DESEMPLEO (1983-2004)
% total de población activa
Suecia
España
Irlanda
OCDE total
UE-15
20
15
10
5
0
1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Como pone de manifiesto el Gráfico 1, España presenta a lo largo del periodo
analizado tasas de desempleo superiores tanto a la media de la UE-15 como de la
OCDE, y muestra cómo la reforma laboral de 1984, tras el incremento inicial del
desempleo que dejó la tasa en el nivel más alto de la serie (21,1%), logró ir reduciendo
la tasa de paro, alcanzándose el nivel más bajo de desempleo en 1990 (13,1%). Como
consecuencia de la crisis económica de principios de los años noventa, se produce un
incremento del desempleo que sitúa la tasa máxima en 1994 (19,8%), demostrando la
necesidad de la reforma laboral. La reforma de 1994 generó una tímida reducción de la
tasa de desempleo, más acentuada tras la reforma de 1997, alcanzando en 2001 el
menor porcentaje de desempleo (10,6%), a tan sólo 3 puntos de la media de la UE-15. A
partir de esta situación, la reforma laboral de 2001 ha permitido mantener los niveles
de desempleo en mínimos históricos, a pesar de seguir generando tasas de
temporalidad demasiado elevadas en comparación con la media de la UE-15.
11
CAPÍTULO II
SITUACIÓN ACTUAL DEL MERCADO DE TRABAJO EN ESPAÑA
Por lo que se refiere a la situación actual, como ha quedado reflejado en el
capítulo anterior, en los últimos años la economía española ha sido capaz de crear
empleo neto, en parte debido a la mejora de la detección del empleo (y del paro),
derivada de los cambios metodológicos de la EPA, y en parte debido a la mejora de las
condiciones de estabilidad macroeconómica y a la mejor combinación de políticas
económicas desde el punto de vista del empleo. En el siguiente apartado repasamos en
el ámbito regional el mercado laboral español, prestando especial atención a los datos
que aporta el INE sobre coste laboral y estructura salarial.
1. Características generales
El número total de activos en España se sitúa, en el segundo trimestre de 2005, en
20.839.600, con un aumento de 248.000 personas respecto al primer trimestre de 2005,
alcanzando una tasa de actividad del 57,35%. Distinguiendo por sexos, el número de
mujeres activas se sitúa en 8.631.700, con una tasa de actividad del 46,49%, frente a una
tasa de actividad de los varones del 68,71%. Las Comunidades Autónomas que
presentan mayor tasa de actividad son las Islas Baleares (con el 64,49%), Madrid
(62,88%), Cataluña (61,28%) y La Rioja (59,97%), presentando las más bajas Asturias
(47,83%), Extremadura (51,47%), Castilla y León (52,25%) y Galicia (52,97%).
Por su parte, la ocupación se sitúa en el segundo trimestre de 2005 en 18.894.900
personas, 402.300 más que en el trimestre anterior. Por sectores, el número de personas
ocupadas aumenta en servicios (con un incremento de 358.900), en la construcción
(68.800) y en la industria (5.200); en cambio, en la agricultura se produce un descenso
en el número de los ocupados de 30.700. Si observamos la situación por Comunidades
Autónomas, en variación interanual, los incrementos más notables de la ocupación se
13
producen en Andalucía (214.900), Madrid (158.000), Cataluña (116.200) y la Comunidad
Valenciana (96.800).
El número de asalariados se sitúa en 15.440.100 en el segundo trimestre de 2005,
con un incremento de 463.200 respecto al trimestre anterior. El número de asalariados
con contrato indefinido crece en 102.500 y se sitúa en 10.305.300. Los asalariados con
contrato temporal aumentan en 360.600 personas, alcanzando un total de 5.134.800; con
ello, la tasa de temporalidad crece hasta el 33,26% de los asalariados.
Por su parte, el desempleo se reduce en el segundo trimestre de 2005 en 154.300
personas, siendo el número total de parados en España de 1.944.700, con una tasa de
paro del 9,33%, que en el caso de las mujeres asciende hasta el 12,22% y en el caso de
los varones queda en el 7,29%. En el análisis por Comunidades Autónomas, las bajadas
más acusadas del paro se producen en Madrid (39.300), Cataluña (24.800) e Islas
Baleares (19.800), de forma que Navarra, Islas Baleares, Aragón, La Rioja y Madrid son
las Comunidades Autónomas que tienen las tasas de paro más bajas, todas ellas por
debajo del 7%, mientras que las tasas de paro más elevadas las encontramos en
Extremadura (15,15%) y en Andalucía (13,78%).
Navarra, Madrid, Islas Baleares, Cataluña y Aragón presentan tasas de paro
femeninas por debajo del 10%; los porcentajes de paro por sexo más parecidos se dan
en Madrid, donde las tasas de paro femenina y masculina son prácticamente iguales
este trimestre. Las diferencias más elevadas se encuentran en Extremadura (casi 12
puntos) y Castila-La Mancha (más de 10 puntos).
14
CUADRO 1
PRINCIPALES RESULTADOS DEL MERCADO LABORAL ESPAÑOL
Resultados por Comunidades Autónomas
(valores absolutos en miles y tasas en porcentaje)
Ambos sexos
TOTAL
Andalucía
Aragón
Asturias
Baleares (Islas)
Canarias
Cantabria
Castilla y León
Castilla-La Mancha
Cataluña
C.Valenciana
Extremadura
Galicia
Madrid
Murcia
Navarra
País Vasco
Rioja (La)
Ceuta
Melilla
Varones
Ocupados
Parados
18.894,9
2.944,8
567,8
399,9
485,6
820,1
235,6
1.018,9
758,4
3.276,6
2.030,5
387,3
1.113,4
2.873,3
568,6
271,7
954,7
141,3
24,3
22,1
1.944,7
470,8
38,0
48,5
31,2
115,8
23,6
96,3
78,2
251,3
206,8
69,1
139,2
211,9
49,8
14,7
78,2
9,7
7,6
3,9
Tasa
actividad
57,35
54,13
56,85
47,83
64,49
58,87
54,33
52,25
53,91
61,28
58,48
51,47
52,97
62,88
57,97
58,77
56,88
59,97
57,38
51,84
Tasa paro
9,33
13,78
6,28
10,82
6,03
12,38
9,09
8,64
9,35
7,12
9,24
15,15
11,11
6,87
8,05
5,12
7,57
6,45
23,76
15,03
Tasa
actividad
68,71
67,23
68,17
59,48
73,61
69,50
65,98
64,08
68,01
71,65
70,04
63,66
62,48
73,12
71,04
69,12
67,37
71,26
72,58
66,06
Mujeres
Tasa paro
7,29
10,56
4,04
8,76
4,16
10,46
6,03
5,39
5,45
5,99
7,31
10,51
7,91
6,84
5,70
3,89
5,47
3,34
16,98
11,06
Tasa
actividad
46,49
41,56
45,78
37,27
55,46
48,35
43,35
40,78
39,90
51,33
47,28
39,60
44,29
53,44
44,91
48,58
46,96
48,66
41,95
38,79
Tasa paro
12,22
18,79
9,54
13,80
8,49
15,11
13,47
13,58
15,96
8,64
12,03
22,41
15,23
6,91
11,77
6,84
10,43
11,01
35,66
21,23
Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
A pesar de las mejoras indicadas, sobre todo en lo relativo a la tasa de desempleo,
el profesor Termes propone la necesidad de acometer las siguientes reformas:
1. Flexibilizar la economía, progresando en la privatización, liberalización y
desregulación de aquellos sectores en los que todavía existen restricciones a la
competencia.
2. Racionalizar las condiciones de contratación laboral, dejando la máxima
flexibilidad para establecer las modalidades de remuneración y horario de acuerdo con
las necesidades de la empresa, las aptitudes del aspirante al puesto de trabajo y sus
particulares deseos.
3. Revisar las condiciones de rescisión del contrato de trabajo, simplificando y
objetivando las características del despido procedente y rebajando las indemnizaciones
del despido.
4. Reducir los subsidios de desempleo de forma que la tasa de reposición no
rebase el 65% y el periodo de percepción sea, como máximo, de 1 año.
15
5. Reformar el sistema de la Seguridad Social, privatizando la prestación de todas
las modalidades de cobertura de contingencias, de forma que, al aliviar la financiación
del Presupuesto de la Seguridad Social, deberían reducirse las cotizaciones sociales a
cargo de las empresas.
6. Modificar el sistema de negociación colectiva de las condiciones de trabajo, de
forma que lo dispuesto en el convenio no sea de aplicación a los que no han estado
representados en su negociación.
2. Coste laboral
Según los resultados de la Encuesta Anual de Coste Laboral 2004, el coste laboral
por trabajador fue de 25.059,63 euros en términos brutos. Si se deducen los 221,54 euros
que fueron recibidos de las Administraciones Públicas en concepto de subvenciones y
deducciones, el coste neto anual alcanzó los 24.838,09 euros, lo que supone un
crecimiento del 3,1% respecto al año anterior. Por sectores de actividad, el mayor coste
laboral fue el de la industria, con un coste total neto por trabajador y año de 28.645,14
euros (un 3,5% más que en 2003), seguida de los servicios (con 23.869,9 euros y un
crecimiento del 2,8%) y de la construcción (con 23.696,28 euros y un 5,0% más).
Por Comunidades Autónomas, los costes laborales más elevados correspondieron
a Madrid (con 29.736,96 euros por trabajador y año), País Vasco (con 28.504,6 euros) y
la Comunidad Foral de Navarra (27.921,79). Por su parte, Extremadura (con 20.240,47
euros), Canarias (20.824,63) y la Región de Murcia (20.988,41) presentaron los costes
laborales más bajos. El crecimiento de los costes laborales ha sido desigual en las
distintas Comunidades. Islas Baleares (6,0%), Cantabria (4,6%) y Canarias (4,5%)
registraron los mayores incrementos, mientras que Galicia (1,7%) y Aragón (1,8%)
presentaron los aumentos más moderados.
Respecto a la estructura del coste laboral bruto, destacan, entre las partidas que lo
componen, los sueldos y salarios (18.280,17 euros) y las cotizaciones obligatorias a la
Seguridad Social (5.716,41), que constituyeron, conjuntamente, el 95,76% del coste.
Junto a ellos, los costes por prestaciones sociales directas, pagos que la empresa abona
directamente al trabajador o a su familia para asistirle en determinadas circunstancias y
como complemento de determinadas prestaciones sociales, representaron el 1,06% del
coste total; las cotizaciones voluntarias, que recogen las aportaciones del empleador a
circuitos privados de seguros sociales, supusieron el 0,71% del coste bruto; las
indemnizaciones por despido representaron el 0,67% del coste laboral, y la partida
relativa a la formación profesional supuso el 0,34% del coste.
16
GRÁFICO 2
COSTE BRUTO POR TRABAJADOR
Coste bruto por trabajador 25.059,63 €
22,80%
4,24%
72,95%
Sueldos y salarios
Cotizaciones obligatorias
Otros costes
Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
En el análisis sectorial podemos observar cómo la construcción tuvo en 2004 el
nivel más bajo de sueldos y salarios (16.897,2 euros brutos por trabajador y año) y,
proporcionalmente, el menor peso en el coste bruto (70,82%); la industria, por su parte,
tuvo los sueldos y salarios más elevados (20.923,19 euros), mientras que en el sector
servicios el coste salarial de cada trabajador fue de 17.721,39 euros, lo que representa
un 73,56% del coste bruto. En lo que se refiere a las cotizaciones obligatorias a la
Seguridad Social, la industria fue el sector con mayores cotizaciones en media por
trabajador (6.618,27 euros), cifra que supone el 22,89% del coste. En el sector servicios
se cotizaron 5.357,28 euros, lo que significa el nivel más bajo en los tres sectores, tanto
en cifras absolutas como en peso sobre el coste (22,24%); por último, el sector de la
construcción presenta unas cotizaciones obligatorias por valor de 6.079,77 euros por
trabajador, que suponen el 25,48% del coste laboral.
Del análisis territorial destacamos que los costes salariales más elevados se dieron
en Madrid (22.129,51 euros por trabajador al año), País Vasco (21.111,29 euros) y
Navarra (20.620,48), mientras que los niveles más bajos se registran en Extremadura
(14.715,46 euros), Canarias (15.095,98) y la Región de Murcia (15.335,4). Además, por
los trabajadores del País Vasco y de Navarra se cotizó a la Seguridad Social más que
por ningún otro trabajador de otra Comunidad (6.699,09 y 6.671,58 euros de media al
año, respectivamente). Este hecho es consecuencia de que en la estructura productiva
17
de estas Comunidades predominan las actividades industriales, que tienen unos
niveles de cotización más altos.
En términos de estructura, las cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social
tuvieron un mayor peso dentro del coste bruto en Cantabria (24,33%), La Rioja (24,22%)
y el Principado de Asturias (24,09%), dándose los niveles más reducidos en las
Comunidades con menor coste bruto y salarios más bajos: Extremadura, Canarias y la
Región de Murcia. Por su parte, las cotizaciones voluntarias alcanzan los niveles más
altos en Madrid, País Vasco y Principado de Asturias, y los niveles más bajos en
Canarias, Región de Murcia y Extremadura. En cuanto al resto de componentes del
coste laboral, Madrid, Andalucía y la Comunidad Valenciana fueron las Comunidades
con este tipo de costes más altos, destacando a Madrid como la Comunidad con las
indemnizaciones por despido y los gastos de formación profesional más elevados.
Por último, hay que señalar que en concepto de subvenciones y deducciones
fiscales vinculadas al empleo, las empresas del País Vasco recibieron la mayor cantidad
(314,82 euros en promedio por trabajador), seguidas de las de la Comunidad Foral de
Navarra y las de Cataluña, mientras que las empresas menos subvencionadas se
encuentran en Canarias (con 132,82 euros), Extremadura y Andalucía.
18
CUADRO 2
COSTE LABORAL POR TRABAJADOR Y AÑO POR COMUNIDADES AUTÓNOMAS
COSTE
BRUTO
Sueldos y
salarios
Cotizaciones Cotizaciones Prestaciones
obligatorias voluntarias
sociales
directas
Otros (1)
Subvenciones
y
deducciones
COSTE
NETO
TOTAL
25.059,63
18.280,17
5.716,41
178,33
266,18
618,54
221,54
24.838,09
Andalucía
22.749,41
16.396,25
5.369,46
124,70
214,85
644,15
172,74
22.576,67
Aragón
24.484,08
17.737,50
5.696,04
149,66
305,93
594,95
246,04
24.238,04
Asturias
25.031,68
18.071,18
6.029,82
232,22
269,36
429,10
223,45
24.808,23
Baleares
23.359,99
16.920,00
5.427,93
177,26
240,97
593,83
190,55
23.169,44
Canarias
20.957,45
15.095,98
4.924,38
100,73
274,17
562,19
132,82
20.824,63
Cantabria
23.650,03
16.989,44
5.754,63
209,29
317,87
378,80
191,01
23.459,02
Castilla-La Mancha
21.616,46
15.599,66
5.180,73
144,11
225,97
465,99
181,14
21.435,32
Castilla y León
23.215,31
16.766,76
5.498,58
157,69
245,90
546,38
199,95
23.015,36
Cataluña
Comunidad
Valenciana
26.740,50
19.725,05
6.031,02
157,40
264,83
562,20
260,73
26.479,77
22.464,13
16.219,48
5.325,24
134,72
180,99
603,70
222,25
22.241,88
Extremadura
20.379,92
14.715,46
4.762,65
118,03
198,97
584,81
139,45
20.240,47
Galicia
Madrid (Comunidad
de)
21.438,51
15.497,64
5.044,38
162,68
236,21
497,60
205,22
21.233,29
29.966,49
22.129,51
6.234,60
297,13
371,18
934,07
229,53
29.736,96
Murcia
21.214,53
15.335,40
5.081,85
117,55
204,18
475,55
226,12
20.988,41
Navarra
28.213,69
20.620,48
6..671,58
189,53
305,00
427,10
291,90
27.921,79
País Vasco
28.819,42
21.111,29
6.699,09
253,97
320,52
434,55
314,82
28.504,60
Rioja (La)
22.906,34
16.579,02
5.547,87
143,05
174,58
461,82
219,02
22.687,32
(1) Otros: incluye indemnizaciones por despido, gastos en formación profesional, en transporte, gastos de carácter social, indemnizaciones
por fin de contrato, pagos compensatorios, herramientas, ropa de trabajo y otros.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
3. Estructura salarial
El salario bruto anual medio en España en 2002, según los datos publicados por la
Encuesta de Estructura Salarial, fue de 19.802,45 euros, correspondiendo 22.169,16
euros a los varones y 15.767,56 euros a las mujeres, destacando que la diferencia entre
dicho salario medio (19.802,45) y el salario más frecuente (12.503,29) es de más de 7.000
euros, diferencia que explica la percepción que los usuarios y la opinión pública tiene
de que los resultados de las encuestas tradicionales «son altos», ya que sólo se ofrecen
valores medios del salario.
19
GRÁFICO 2
COMPOSICIÓN DEL SALARIO BRUTO MENSUAL. AMBOS SEXOS
Composición del salario bruto mensual.
Ambos sexos
5,90%
33,20%
0,70%
60,10%
Salario base
Pagos extraordinarios
Complementos salariales
Pagos por horas extraordinarias
Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
Al observar la ganancia media anual por Comunidades Autónomas, los salarios
más elevados corresponden a Madrid (23.183,37 euros anuales por trabajador), País
Vasco (22.840,34), Navarra (20.960,69) y Cataluña (20.728,6), presentando los salarios
más bajos Extremadura (16.401,13 euros), Murcia (16.528,17) y Castilla-La Mancha
(16.688,32).
En general, los trabajadores con un contrato de duración determinada tienen un
salario medio anual inferior en un 40% al de los contratos indefinidos. Además, un
14,3% de los contratos de los trabajadores tienen algún tipo de ayuda por parte de la
Administración, siendo la más significativa la reducción total o parcial de las cuotas del
empleador a la Seguridad Social, con un 13,4% del total de contratos. En todo caso, es
preciso señalar que los contratos acogidos a alguna medida de fomento del empleo
tienen unos salarios inferiores al salario medio anual. Corresponden los menores
salarios a los trabajadores con contrato subvencionado, seguidos de los que tienen
bonificaciones o reducciones en las cuotas de la Seguridad Social.
20
GRÁFICO 3
DESCOMPOSICIÓN DEL SALARIO EN BRUTO Y EN NETO.
AMBOS SEXOS
Descomposición del salario en bruto y en neto.
Ambos sexos
6,10%
15,40%
78,60%
Salario neto
Cotizaciones sociales
Retenciones IRPF
Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
Por lo que se refiere a la relación entre los salarios y el nivel de estudios, queda
claro que existe una relación directa entre ambas variables; así, los trabajadores sin
estudios o que no han completado la Educación Primaria tienen una remuneración
inferior en un 35% al salario medio, mientras que los licenciados universitarios
perciben un salario anual casi un 67% superior.
21
CUADRO 3
GANANCIA MEDIA ANUAL POR TRABAJADOR EN LAS DIFERENTES
COMUNIDADES AUTÓNOMAS
Contrato con
duración
Todas las
edades
De 20 a 29
años
De 30 a 39
años
De 40 a 49
años
De 50 a 59
años
Con
educación
primaria
Con
titulación
superior
Indefinida
Determinada
20.496,86
12.908,55
13.595,41
12.078,63
18.983,19
13.661,97
23.440,99
13.906,58
25.804,81
13.861,01
17.498,69
12.566,53
34.737,03
17.873,48
Indefinida
Determinada
21.028,00
14.385,99
14.765,92
14.483,67
19.469,99
14.860,74
23.810,82
14.050,99
26.087,56
13.850,94
17.773,77
13.312,33
32.762,66
18.534,12
Indefinida
Determinada
21.952,32
14.968,19
14.542,90
13.677,49
20.218,28
15.754,28
24.170,42
16.000,02
25.495,75
16.465,83
18.392,50
15.004,29
32.980,70
21.589,24
Indefinida
Determinada
20.612,45
13.084,47
15.267,81
12.590,78
20.885,25
14.206,01
23.426,75
13.429,07
23.600,35
13.232,03
15.813,77
12.630,72
37.281,36
20.078,70
Indefinida
Determinada
19.375,59
13.327,67
13.233,09
12.899,98
18.880,28
14.682,71
22.679,65
13.012,57
24.591,94
13.056,73
15.028,29
11.969,26
35.565,99
22.826,36
Indefinida
Determinada
20.636,01
13.618,44
14.356,79
13.049,49
18.320,39
14.387,51
22.431,35
14.164,07
24.797,96
13.376,62
17.388,23
13.045,71
33.039,98
18.350,60
Indefinida
Determinada
18.427,61
12.687,81
13.197,97
12.060,50
17.364,42
13.837,13
21.494,68
13.221,36
23.021,20
12.445,03
15.122,40
11.162,50
31.514,39
21.610,24
Indefinida
Determinada
20.063,71
11.985,50
14.266,15
12.201,24
18.346,51
12.363,73
22.119,29
11.761,38
25.306,72
10.973,18
17.845,39
11.623,34
27.692,64
14.238,81
Indefinida
Determinada
22.341,86
13.499,53
16.099,34
13.036,46
21.931,14
14.593,52
25.258,59
13.787,09
27.225,90
13.907,33
17.475,22
12.680,17
35.274,43
18.149,68
Indefinida
Determinada
19.648,09
13.243,79
14.354,20
12.297,81
19.327,55
13.812,25
22.152,53
15.075,18
24.682,55
13.299,25
16.665,83
12.504,29
31.591,10
20.983,32
Indefinida
Determinada
18.581,98
11.498,30
12.523,44
11.411,09
17.342,89
11.940,81
21.123,42
11.192,74
23.678,45
11.942,21
14.440,03
11.012,59
31.269,92
16.624,56
Indefinida
Determinada
19.679,29
12.567,05
13.406,76
12.015,54
18.367,29
13.347,09
21.299,38
12.943,48
24.487,23
12.451,20
15.531,83
11.257,23
33.656,61
19.131,43
Indefinida
Determinada
25.985,56
13.379,96
17.095,07
12.926,29
26.117,06
14.251,01
30.978,65
13.267,69
31.160,71
14.552,78
17.142,53
12.303,08
41.748,99
17.048,78
Indefinida
Determinada
18.182,77
12.944,60
12.957,09
12.508,90
17.417,90
13.640,48
20.972,28
13.464,32
23.197,13
13.743,98
15.006,85
12.026,36
32.666,46
19.389,98
Indefinida
Determinada
22.525,5
16.053,99
17.569,76
15.492,77
21.916,81
17.576,38
24.084,95
15.682,69
25.972,36
14.859,86
19.951,70
13.930,29
34.025,36
20.305,42
Indefinida
Determinada
25.118,57
16.247,10
18.297,36
15.532,77
22.852,22
17326,00
27.175,39
16.460,80
30.148,18
17.082,25
21.479,88
14.749,54
36.997,69
21.001,67
Indefinida
Determinada
18.904,67
13.576,23
14.483,48
12.594,74
17.536,69
14.712,74
21.044,52
14.160,09
22.934,94
14.019,14
15.206,24
12.744,20
29.737,62
20.861,84
Andalucía
Aragón
Asturias
Baleares
Canarias
Cantabria
Castilla-La Mancha
Castilla y León
Cataluña
Comunidad
Valenciana
Extremadura
Galicia
Madrid
Murcia
Navarra
País Vasco
Rioja (La)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
22
CAPÍTULO III
EL PESO DE LAS COTIZACIONES SOCIALES SOBRE EL PIB
DE LOS PAÍSES DE LA UNIÓN EUROPEA
1. Presión fiscal económica
La presión fiscal económica expresa el porcentaje de renta que los contribuyentes
de un país destinan a cubrir los ingresos fiscales. Es un cociente cuyo numerador está
constituido por la cuantía de las exacciones forzosas y cuyo denominador lo constituye
la cuantía de las rentas de los contribuyentes, viniendo expresado normalmente como
porcentaje.
Presión Fiscal Económica =
Ingresos Tributarios
⋅ 100
Producto Interior Bruto
Para determinar el numerador debemos tomar los ingresos fiscales del Estado,
teniendo este carácter todos los que suponen una detracción coactiva de la renta de los
contribuyentes. Entre otros, podemos considerar los ingresos fiscales de las
corporaciones locales, comprendidos los ingresos tributarios, los procedentes de tasas y
las contribuciones especiales, así como los ingresos parafiscales que no sean una pura
tasa de servicios privados prestados, y entre ellos los más importantes que
encontramos son las cuotas empresariales y obreras de la Seguridad Social. Esto nos
lleva a la generalización de dos posibles cocientes alternativos para determinar la
presión fiscal: uno que incorpore la totalidad de ingresos fiscales y otro que deje fuera
las cotizaciones que financian la Seguridad Social, que, al tener un destino concreto,
quedan fuera del concepto genérico de «impuesto»:
23
Presión Fiscal (PF1) =
Ingresos Tributarios excluidas las cotizaciones a la SS
⋅ 100
Producto Interior Bruto
Presión Fiscal (PF2) =
Ingresos Tributarios totales, incluidas las cotizaciones SS
⋅ 100
Producto Interior Bruto
En todo caso, si con el numerador queremos observar el efecto de la imposición
sobre el contribuyente, es evidente que no podemos conformarnos simplemente con
cuantificar el volumen alcanzado por la recaudación impositiva; así, desde el punto de
vista microeconómico, es sabido que, en virtud del fenómeno de traslación, no todos
los impuestos de los que es sujeto pasivo una persona son soportados por ella, y que,
en cambio, es posible que soporte realmente impuestos que, desde el punto de vista de
la relación jurídico-tributaria, no le afecten2. En el análisis de dicha repercusión
impositiva, Pantaleoni distinguía cuatro situaciones3:
— La percusión del impuesto que hace referencia al contribuyente de iure del
impuesto, es decir, aquel que por disposición legal debe pagar el impuesto.
— La traslación del impuesto, que es la propiamente llamada repercusión y se
refiere a quien de facto paga el impuesto, esto es, aquel que, como efecto del
fenómeno económico de la traslación, termina pagando el impuesto. Esta traslación
puede tener dos direcciones distintas: es posible que quien intenta repercutir, lo
haga en dirección a aquellos que compran el producto, y a esto se llama «traslación
hacia delante»; en otros casos, es posible que el productor no consiga, atendiendo a
la naturaleza del bien o a las condiciones del mercado, trasladar el impuesto hacia el
consumidor, en cuyo caso puede intentar trasladarlo a los propietarios de los
factores de producción, y en este caso se trata de una «traslación hacia atrás».
2
Un estudio de RECKTENWALD (citado en SCHMÖLDERS, 1962, pp. 116-117) sobre los métodos empleados hasta
ahora para el análisis de la incidencia (traslación), atribuye la misma importancia a dos enfoques opuestos: el
macroeconómico y el microeconómico. Este último se funda estrictamente en las teorías del mercado y del precio.
Considera la traslación como un episodio de la formación de precios, pero la complejidad y el progresivo
refinamiento de las formas de mercado y de la teoría del comportamiento de mercado han complicado y oscurecido
la teoría microeconómica de los efectos del impuesto. Sus conclusiones son tanto más inservibles para la política
fiscal práctica cuanto las premisas de los modelos teóricos empleados son menos verificables en la realidad. Por su
parte, la teoría macroeconómica de la circulación ha permitido incluir en el análisis de la incidencia los efectos del
gasto de las cuotas impositivas; sin embargo, su aportación pierde en valor cognoscitivo por utilizar agregados
excesivamente amplios, cuya misma magnitud constituye un obstáculo para seguir los efectos del impuesto hasta las
últimas ramificaciones del proceso económico.
3
Citado en GARCÍA VILLAREJO (1995, pp. 429-430).
24
— La incidencia del impuesto se refiere a aquella situación en la que, tras
sucesivas repercusiones, un contribuyente ya no puede trasladar más el impuesto.
— La difusión del impuesto, que se refiere a los efectos que el impuesto tiene
en la economía del contribuyente y en la de aquellos con los que dicho
contribuyente se relaciona.
Por su parte, en el denominador figura el Producto Interior Bruto valorado a
precios de mercado, como expresión de la cuantía de las rentas de los contribuyentes. A
pesar de los significativos avances alcanzados en el intento de homogeneizar los
cálculos de este indicador, de tal forma que establecer comparaciones de crecimiento
entre países resulte más sencillo, todos los problemas de tipo teórico y cuantitativo que
plantea la elaboración del dicho macroagregado incidirán sobre el cálculo del índice de
presión fiscal. Como señala Kuznets4: «La inclusión, exclusión y evaluación de los
bienes y servicios que han de computarse en el total nacional ofrece un campo muy
vasto de problemas teóricos... Estos problemas caen dentro de dos grandes divisiones:
— Los relativos a bienes y servicios a los que no les corresponde corriente
monetaria alguna del mercado hacia los particulares;
— Los que se refieren a la exclusión de pagos monetarios, a los que no
corresponde bien o servicio alguno, o al ajuste de la corriente monetaria con el fin
de reflejar más exactamente el volumen de bienes económicos que implica.»
Y se refieren básicamente a tres aspectos:
— Las dificultades para valorar la llamada «economía sumergida»,
entendida como una parte de la economía que los individuos ocultan a las
autoridades, bien porque está generada por actividades ilegales, bien porque se
desea eludir el pago de impuestos.
— Los bienes y servicios producidos y consumidos dentro de la unidad
económica individual —el llamado autoconsumo—, al no corresponderles
ninguna corriente monetaria, son excluidos del cálculo del PIB, con la
consiguiente subestimación.
4
KUZNETS, S. (1961), «La renta nacional», en Teoría de la distribución de la renta, de FELLNER y HALEY (ed.),
Aguilar, Madrid, pp. 7-8.
25
— La utilización de imputaciones en aquellos bienes y servicios en los que la
imposibilidad de conocer su valor lleva a la necesidad de realizar estimaciones
del mismo. Este hecho es habitual en los bienes y servicios que el sector público,
así como las instituciones privadas sin fines de lucro, ofrecen a los ciudadanos
en régimen gratuito o semigratuito. Al no existir un precio de venta o ser éste
muy inferior al que correspondería, se valoran al coste de producción, es decir,
en muchos casos se utilizan las rentas salariales recibidas por los funcionarios
como medida del valor de su producción.
A pesar de las dificultades señaladas, pasamos a detallar la cuantía de la presión
fiscal en los países de la UE-15 y de la media de la OCDE partiendo de los indicadores
comentados, esto es, considerando la presión fiscal como el cociente entre los ingresos
vía impuestos, excluidas las cotizaciones a la Seguridad Social y el PIB (PF1) y tomando
el cociente entre el total de ingresos impositivos, incluidas las cotizaciones a la
Seguridad Social y el PIB (PF2).
Como muestra el Gráfico 4, la presión fiscal que contabiliza la participación de los
ingresos fiscales sobre el PIB, sin incluir las cotizaciones a la Seguridad Social (PF1),
ascendía, como media para los países de la OCDE, al 25,4% en 1983, y se situaba en el
27,3% en 2003, lo que supone un incremento del 7,5%.
GRÁFICO 4
INGRESOS VÍA IMPUESTOS, EXCLUIDAS LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL,
EN PORCENTAJE DEL PIB (1983-2003)
España
OCDE total
UE-15
32
% del PIB
28
24
20
16
12
1983
1985
1987
1989
1991
1993
Fuente: OCDE y elaboración propia.
26
1995
1997
1999
2001
2003
Por su parte, la presión fiscal media para los 15 países de la UE muestra, para
todo el periodo observado, valores superiores a los de la OCDE, pasando de
representar un 27,3% en 1983 al 29,8% de 2003, con un incremento del 9,0%. Por lo que
respecta en particular a España, se puede observar cómo, a pesar del constante
aumento de su presión fiscal, el diferencial con la media de países de la OCDE y de la
UE-15 sigue siendo considerable, y de los más de 10 puntos porcentuales existentes en
1983, con un valor de la presión fiscal del 14,6%, hemos pasado a poco más de 4 puntos
porcentuales con respecto a la OCDE y a poco más de 6 puntos respecto a la media de
la UE-15, con un valor del 23,2%, lo cual supone un incremento de la presión fiscal de
casi el 60% en el periodo señalado.
Para entender la magnitud del esfuerzo que ha supuesto para España acercarse a
los valores medios, podemos observar (Cuadros 4 y 5) cómo España siempre ha
figurado entre los países de la UE con menor presión fiscal pero, al mismo tiempo, es
de los países que mayor incremento en puntos porcentuales ha experimentado, siempre
situada entre los tres países con mayor variación. Especialmente destacable es lo
sucedido a lo largo del periodo 1985-1995, bajo el cual España se sitúa como el segundo
país que más incrementa su presión fiscal, sólo superada por Italia, en contraste con los
siete países que no sólo no incrementan los ingresos fiscales en proporción del PIB, sino
que los reducen.
27
CUADRO 4
INGRESOS FISCALES, EXCLUIDAS LAS COTIZACIONES
A LA SEGURIDAD SOCIAL, EN PORCENTAJE DEL PIB. PAÍSES ORDENADOS
DE MAYOR A MENOR PRESIÓN FISCAL
1983
1993
2003
Dinamarca
43,1
Dinamarca
47,2
Dinamarca
47,3
Suecia
35,2
Suecia
34,1
Suecia
36,1
Luxemburgo
33,7
Finlandia
30,6
Finlandia
32,9
Bélgica
31,5
Luxemburgo
30,5
Bélgica
31,3
Reino Unido
30,7
Italia
29,7
Italia
30,5
Irlanda
30,0
Bélgica
29,2
Luxemburgo
30,1
Finlandia
29,3
Irlanda
29,1
Reino Unido
28,9
Austria
27,0
Austria
28,2
Austria
28,4
Holanda
24,4
Holanda
27,9
Francia
27,5
Francia
24,2
Reino Unido
27,3
Irlanda
25,5
Alemania
23,5
Francia
24,2
Holanda
24,7
Italia
23,3
Alemania
23,4
Grecia
24,5
Portugal
20,6
Portugal
22,6
Portugal
24,4
Grecia
17,8
Grecia
21,3
España
23,2
España
14,6
España
20,8
Alemania
21,5
Fuente: OCDE y elaboración propia.
A la vista de los datos que muestra el Cuadro 4, cabe destacar el elevado
porcentaje que representan los ingresos fiscales en los países nórdicos (Dinamarca,
Suecia y Finlandia) a lo largo de todo el periodo estudiado, en contraste con España,
Grecia y Portugal, que presentan unos porcentajes relativamente reducidos.
Por países, el Cuadro 5 muestra cómo los ingresos fiscales han crecido en mayor
medida en el periodo 1975-2003 en Italia (16,4 puntos de aumento), España (13,3) y
Portugal (10,8 puntos), haciéndolo en menor medida, e incluso descendiendo, en
Alemania (-1,8 puntos), Holanda (-0,7) y el Reino Unido (-0,2).
28
CUADRO 5
VARIACIÓN DE LOS INGRESOS FISCALES, EXCLUIDAS LAS COTIZACIONES
A LA SEGURIDAD SOCIAL. PAÍSES ORDENADOS DE MAYOR A MENOR
VARIACIÓN EN PUNTOS PORCENTUALES
1975-85
1985-95
1995-03
Italia
8,4 Italia
5,7 Italia
2,3
Luxemburgo
6,8 España
4,6 España
2,3
España
6,4 Portugal
3,8 Francia
2,2
Dinamarca
6,2 Grecia
3,5 Bélgica
2,2
Portugal
6,1 Dinamarca
2,2 Grecia
2,2
Irlanda
4,8 Francia
0,5 Austria
1,9
Francia
3,5 Holanda
0,4 Portugal
1,2
Grecia
3,0 Finlandia
0,4 Finlandia
1,1
Bélgica
2,9 Alemania
-0,3 Suecia
1,0
Suecia
2,4 Bélgica
-1,1 Reino Unido
0,1
Finlandia
1,9 Suecia
-1,1 Holanda
0,4
Reino Unido
1,9 Irlanda
-1,8 Dinamarca
-0,6
Austria
1,4 Austria
-2,1 Luxemburgo
-1,0
Alemania
0,3 Reino Unido
-2,2 Alemania
-1,8
Holanda
-1,5 Luxemburgo
-2,2 Irlanda
-2,6
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Si analizamos la presión fiscal incluyendo las cotizaciones sociales en los ingresos
impositivos (PF2) —véase el Cuadro 6—, observaremos un comportamiento bastante
similar al de la presión fiscal comentada anteriormente. Así, en 1983 el porcentaje como
media no ponderada para los países de la OCDE era del 33,4%, ascendiendo al 36,6%
en 2003, lo cual representa un incremento de casi el 10,0%, muy similar a lo observado
con el indicador PF1.
29
GRÁFICO 5
INGRESOS VÍA IMPUESTOS, INCLUIDAS LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL,
EN PORCENTAJE DEL PIB (1983-2003)
España
OCDE total
UE-15
45
% del PIB
40
35
30
25
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Por su parte, la media para los 15 países de la UE vuelve a ser superior a la de la
OCDE en todo el periodo estudiado, pasando del 38,3% en 1983 al 41,4% en 2003, con
un incremento del 8,0%. Además, según el indicador PF2, el diferencial entre la presión
fiscal medida para el conjunto de países de la OCDE y de la UE es mayor que el
obtenido a través de PF1 prácticamente en 5 puntos porcentuales, frente a los poco más
de 2 puntos observados en la PF1, mostrando el importante peso que tienen las
cotizaciones sociales en los sistemas fiscales de los países de la UE.
En el caso de España, seguimos observando la existencia de un diferencial
considerable respecto a la media de la OCDE y de la UE, aunque menor que el
comentado con PF1, debido al elevado peso que presentan las contribuciones a la
Seguridad Social en la estructura del sistema fiscal español, como muestra el Cuadro 6.
30
CUADRO 6
IMPORTANCIA CUANTITATIVA DE LAS COTIZACIONES
A LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA UE-15,
EN % SOBRE EL PIB
Países
Alemania
Austria
Bélgica
Dinamarca
España
Finlandia
Francia
Grecia
Holanda
Irlanda
Italia
Luxemburgo
Portugal
Reino Unido
Suecia
OCDE
UE-15
Cotizaciones a la Seguridad Social
1983
1993
2003
13,1
12,5
13,2
1,7
12,0
7,7
18,4
10,1
20,0
5,3
12,5
11,9
7,1
6,7
13,0
8,0
11,0
14,5
14,5
15,3
1,6
12,7
14,3
18,9
9,6
17,5
5,3
13,7
11,4
8,3
6,1
12,8
9,4
11,8
14,7
14,6
14,5
1,7
12,6
12,0
16,7
11,8
14,1
4,5
12,9
11,5
9,2
6,4
14,7
9,3
11,6
Fuente: OCDE y elaboración propia.
El Cuadro 6 muestra cómo España se encuentra entre los países con mayor
participación de las cotizaciones sociales sobre el PIB, a pesar de que el incremento que
se produce a lo largo del periodo es de tan sólo 0,6 puntos porcentuales, idéntico al que
se produce de media en los 15 países de la UE y muy inferior al incremento observado
en la media de países de la OCDE de 1,3 puntos, lo cual viene a ratificar el hecho de
que en España el recurso a la recaudación fiscal a través de las cotizaciones viene de
lejos.
Volviendo a centrar nuestro interés en el indicador de presión fiscal PF2 relativo a
España, hay que decir que los casi 7 puntos porcentuales de diferencia existentes en
1983 con la OCDE y los más de 11 con la UE-15, con una presión fiscal del 26,6%, han
pasado a ser poco menos de 1 punto respecto a la OCDE y menos de 6 puntos respecto
a la UE-15, con un valor del 35,8%. Además, el Cuadro 7 sigue mostrando el elevado
porcentaje que representan los ingresos fiscales en los países nórdicos a lo largo de todo
el periodo de análisis, con valores cercanos al 50%, mientras España y Portugal siguen
presentando unos porcentajes comparativamente reducidos, en torno al 25%-35%.
31
CUADRO 7
INGRESOS FISCALES TOTALES EN % DEL PIB. PAÍSES ORDENADOS
DE MAYOR A MENOR PRESIÓN FISCAL
1983
1993
2003
Suecia
48,2
Dinamarca
48,8
Suecia
50,8
Luxemburgo
45,6
Suecia
46,9
Dinamarca
49,0
Dinamarca
44,8
Holanda
45,4
Bélgica
45,8
Bélgica
44,7
Finlandia
44,9
Finlandia
44,9
Holanda
44,4
Bélgica
44,5
Francia
44,2
Francia
42,6
Italia
43,4
Italia
43,4
Austria
39,5
Francia
43,1
Austria
43,0
Reino Unido
37,4
Austria
42,7
Luxemburgo
41,6
Finlandia
37,0
Luxemburgo
41,9
Holanda
38,8
Alemania
36,6
Alemania
37,9
Alemania
36,2
Italia
35,8
Irlanda
34,4
Grecia
35,9
Irlanda
35,3
España
33,5
España
35,8
Grecia
27,9
Reino Unido
33,4
Reino Unido
35,3
Portugal
27,7
Portugal
30,9
Portugal
33,9
España
26,6
Grecia
30,9
Irlanda
30,0
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Por países, podemos observar en el Cuadro 8 que donde más han crecido los
ingresos fiscales en porcentaje sobre el PIB, en el periodo 1975-2003, ha sido en Italia
(17,3 puntos porcentuales), España (17) y Grecia (14,1 puntos), haciéndolo en menor
medida y, en algún caso, incluso descendiendo, en Holanda (-2,5), Irlanda (0,9 puntos)
y el Reino Unido (que presenta una variación nula). Sin duda, llama la atención el caso
de Irlanda, que en los años setenta presentaba niveles de renta per cápita similares a los
de España y 30 años después, con una variación prácticamente insignificante de la
presión fiscal, alcanza niveles de renta per cápita superiores a la media de la UE-15 y
bastante superiores, por tanto, a los de España.
32
CUADRO 8
VARIACIÓN DE LOS INGRESOS FISCALES TOTALES. PAÍSES ORDENADOS
DE MAYOR A MENOR. VARIACIÓN EN PUNTOS PORCENTUALES
1975-85
1985-95
1995-03
España
9,0 Portugal
7,0 Grecia
3,5
Italia
8,3 Italia
6,8 España
3,0
Francia
7,9 Finlandia
5,8 Suecia
2,3
Luxemburgo
7,6 España
5,0 Italia
2,2
Dinamarca
7,4 Grecia
3,8 Austria
1,4
Grecia
6,8 Dinamarca
2,0 Bélgica
1,0
Suecia
6,0 Alemania
1,0 Reino Unido
0,3
Irlanda
6,0 Suecia
0,3 Portugal
0,3
Portugal
5,8 Francia
0,1 Francia
0,3
Bélgica
5,0 Austria
-0,3 Dinamarca
-0,4
Austria
4,4 Bélgica
-0,8 Luxemburgo
-0,7
Finlandia
3,4 Holanda
-1,1 Finlandia
-1,1
Reino Unido
2,4 Irlanda
-2,3 Alemania
-2,0
Alemania
1,9 Reino Unido
-2,7 Irlanda
-2,8
Holanda
1,5 Luxemburgo
-2,8 Holanda
-3,1
Fuente: OCDE y elaboración propia.
2. El peso de las cotizaciones sociales en la estructura fiscal
Tal y como hemos ido comentando en el apartado anterior, las cotizaciones
sociales son el ingreso fiscal más importante para España y el único que presenta
valores superiores a la media tanto de la OCDE como de la UE-15 (véase el Cuadro 7), a
pesar de haber reducido su participación en la recaudación total en más de 9 puntos
porcentuales, a diferencia del incremento de 0,7 puntos en la OCDE y a la nula
variación en la UE-15. A pesar de ello, al final del periodo la aportación de las
cotizaciones a los ingresos fiscales totales sigue mostrando más de 10 puntos de
diferencia entre España (35,4%) y la media de la OCDE (24,9%), y más de 7 puntos
porcentuales entre España y la media de los países que configuran la UE-15 (28,2%). Si
analizamos de forma diferenciada el componente de las cotizaciones sociales que corre
a cargo de la empresa y el que soporta el trabajador, obtenemos resultados aún más
significativos, como muestran los Gráficos 7 y 8.
33
GRÁFICO 6
COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL, EN PORCENTAJE
SOBRE EL TOTAL DE RECURSOS FISCALES (1983-2002)
% total de recursos fiscales
Irlanda
España
Alemania
OCDE total
UE-15
50
45
40
35
30
25
20
15
10
1983
1985 1987 1989 1991 1993
1995 1997 1999 2001
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Por ejemplo, en el caso de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social, a
pesar de que a lo largo del periodo estudiado la participación de dichas cotizaciones
sobre el total de recursos fiscales se ha reducido en 8,5 puntos porcentuales, pasando
de representar el 33,4% en 1983 a suponer en 2002 un 24,9%, sigue estando más de 9
puntos por encima de la media de países de la OCDE y más de 8 puntos por encima de
la media de la UE-15.
Las diferencias son todavía más llamativas si realizamos la comparación respecto
a Irlanda, ya que el comentado descenso del peso de las cotizaciones empresariales en
la recaudación fiscal ha supuesto que la diferencia de más de 24 puntos porcentuales
haya sido reducida a poco más de 15 puntos, mientras que el diferencial respecto a
Alemania —país que, junto a Francia, se pueden considerar los principales clientes y, al
mismo tiempo, proveedores de España— ha pasado de representar más de 14 puntos a
suponer poco más de 5 puntos.
34
GRÁFICO 7
COTIZACIONES EMPRESARIALES A LA SEGURIDAD SOCIAL,
EN PORCENTAJE SOBRE EL TOTAL DE RECURSOS FISCALES (1983-2002)
% total de recursos fiscales
Irlanda
España
Alemania
OCDE total
UE-15
35
30
25
20
15
10
5
1983
1985 1987 1989 1991 1993
1995 1997 1999 2001
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Por su parte, la participación de las cotizaciones pagadas por el trabajador en
España ha disminuido a lo largo del periodo 3,3 puntos porcentuales, pasando de
representar el 8,9% en 1983 a situarse en el 5,6% en 2002, quedando 2 puntos por debajo
de la media de la OCDE y 3,5 puntos por debajo de la media de la UE-15. Esta
disminución ha supuesto que España alcance valores muy similares de participación de
las cotizaciones obreras sobre la recaudación fiscal a los que presenta Irlanda, y que, al
mismo tiempo, se amplíe el diferencial con Alemania a más de 10 puntos porcentuales.
35
GRÁFICO 8
COTIZACIONES DE LOS TRABAJADORES A LA SEGURIDAD SOCIAL,
EN PORCENTAJE SOBRE EL TOTAL DE RECURSOS FISCALES (1983-2002)
% total de recursos fiscales
Irlanda
España
Alemania
OCDE total
UE-15
20
15
10
5
0
1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001
Fuente: OCDE y elaboración propia.
36
CAPÍTULO IV
ANÁLISIS COMPARADO DE LOS SISTEMAS
DE LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA UE-15
Los sistemas de Seguridad Social constituyen en los países desarrollados, y muy
especialmente en los países europeos, el eje central de las políticas de bienestar social
dirigidas a mantener y mejorar el nivel de vida de los ciudadanos, y que contribuyen
de forma esencial a evitar la aparición de situaciones de necesidad y marginación.
Los sistemas de Seguridad Social, en su origen, se configuran en torno a dos
modelos teóricamente distintos. Los modelos de corte continental, basados en la
profesionalidad y en el carácter contributivo, tienden fundamentalmente a procurar el
mantenimiento del nivel de vida de los trabajadores ante las contingencias protegidas
(enfermedad, incapacidad, vejez, muerte, etc.). Los modelos de corte universal, por su
parte, se dirigen más específicamente a la cobertura de necesidades básicas de todos los
ciudadanos para mitigar las consecuencias más severas de tales contingencias.
Sin embargo, la evolución histórica de la mayoría de los sistemas de protección ha
conducido, inexorablemente, a la confluencia de ambos criterios en sistemas de corte
mixto que persiguen, en definitiva, la cobertura de ambos objetivos en aras de un
mayor bienestar y vertebración sociales. Así ha ocurrido en la práctica totalidad de los
países de la Unión Europea, en los que, si bien las fórmulas protectoras adoptadas
difieren en sus aspectos instrumentales, como consecuencia de sus diferentes
trayectorias políticas, sociales y económicas, puede decirse que, en lo esencial, existe
una coincidencia fundamental en cuanto a los parámetros básicos de la acción
protectora que se va a dispensar, de la financiación a través de sistemas de reparto y de
la gestión pública de tales sistemas.
Así, como señala Utrilla (2001), a pesar de que los sistemas de protección social
que aplican los países miembros de la UE comparten la voluntad de proveer de
cobertura extensa tanto a la población protegida como las prestaciones ofrecidas,
también es cierto que los Estados se enfrentan a una serie de problemas comunes que
37
presionan sobre los gastos sociales y sobre la sostenibilidad de los esquemas de
protección diseñados hasta la fecha, a saber:
— La necesidad de contar con unas finanzas públicas saneadas, siguiendo las
directrices del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), que apuesta por la
consolidación fiscal y que supone un importante ajuste fiscal que permita reducir los
desequilibrios presupuestarios.
— Los cambios demográficos, entre los que destaca el aumento considerable en la
población mayor de 65 años en relación con el número de personas en edad de trabajar,
pronosticando que en 2020 habrá alrededor de 3 personas en edad laboral por cada
persona mayor de 65 años, así como un aumento progresivo en la esperanza de vida de
la población que supone un mayor coste en determinadas prestaciones, como la
asistencia sanitaria.
— La consolidación del desempleo como un componente estructural del mercado
de trabajo, alcanzando tasas superiores de forma constante al 8%, lo cual provoca tanto
un aumento en el coste de las prestaciones por desempleo como una disminución en las
contribuciones destinadas a financiar este y otro tipo de contingencias.
— La progresiva y continua incorporación de la mujer al mercado laboral, que
provoca un aumento de la demanda de ayudas sociales para el cuidado de los hijos y
de los familiares de edad avanzada, teniendo en cuenta que alrededor de un tercio de
las mujeres se incorporan al mercado laboral mediante contratos a tiempo parcial,
exentos, en ocasiones, del pago de cotizaciones sociales y que no generan derecho a
percibir prestaciones.
— El constante incremento en el número de jubilaciones anticipadas, que, con el
comentado cambio en la estructura demográfica, provoca una fuerte preocupación por
la viabilidad de los sistemas públicos de prestaciones por jubilación.
— Y las mayores exigencias de los ciudadanos, que dificultan el recorte en las
prestaciones.
En el contexto señalado, parece necesario analizar tanto las características de las
principales prestaciones sociales, cuestión que abordamos en el siguiente apartado,
como el coste de financiarlas mediante las aportaciones del empresario y del trabajador
a través de cotizaciones, cuestión que abordaremos más adelante.
38
1. Principales prestaciones sociales
Con objeto de poder establecer comparaciones homogéneas, centraremos nuestra
atención en las prestaciones sociales más importantes y, por tanto, más generalizadas
en los países miembros de la UE, como son las prestaciones por jubilación, invalidez y
supervivencia, haciendo hincapié en la viudedad, contingencias todas ellas agrupadas
en España bajo el concepto de contingencias comunes. Además, repasaremos los rasgos
fundamentales de las prestaciones por desempleo y por asistencia sanitaria, a pesar de
que en España esa contingencia, desde 1999, no se financia mediante las cotizaciones a
la Seguridad Social sino a través de aportaciones directas del Estado.
a) Prestación por jubilación
En la prestación por jubilación, la gran mayoría de los sistemas vigentes son de
tipo contributivo, con la excepción de Holanda, que presenta un sistema de prestación
de carácter completamente universal, y los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia y
Suecia), cuyas prestaciones incorporan componentes tanto contributivos como
universales, es decir, que no dependen de las cotizaciones satisfechas a lo largo de la
vida laboral. En todo caso, la definición del colectivo de beneficiarios está directamente
relacionada con el tipo de prestación: cuando ésta es de carácter universal, el criterio
que se aplica es el de residencia.
En cuanto a la edad de jubilación, en la mayoría de los países está fijada en los 65
años, salvo en Dinamarca, que es de 67 años, y en Francia, donde está fijada en los 60
años, permitiéndose en la mayoría de los países la jubilación anticipada (con la
excepción de Francia, Irlanda, Holanda y el Reino Unido), exigiéndose en estos casos
ciertos requisitos adicionales en términos de años cotizados y limitándose el importe de
las prestaciones pagadas.
Entre los países con prestaciones de tipo contributivo, el periodo mínimo de
cotización oscila entre los 3 años para Irlanda y Suecia y los 20 de Italia. Como casos
excepcionales encontramos a Bélgica y Dinamarca, en los que no existe periodo mínimo
de cotización; Francia, donde se exigen únicamente 200 horas de trabajo al salario
mínimo, y Finlandia, donde se requiere tan sólo un mes de empleo con salario superior
a cierto límite. Por otro lado, el periodo de cotización para la obtención de la pensión
completa oscila entre los 30 (Suecia) y los 45 años (Bélgica).
Por su parte, los sistemas de carácter universal exigen básicamente condiciones de
residencia; así, en Dinamarca, Finlandia y Suecia se exigen 3 años de residencia para
acceder a la pensión mínima, obteniéndose la pensión plena a los 40 años de residencia,
39
mientras que en Holanda no se exige más que ser residente, lográndose la pensión
plena a los 50 años de pertenencia al seguro.
Por último, las fórmulas de cálculo de la prestación hacen depender las
cantidades que se han de cobrar de los ingresos sujetos a cotización durante un periodo
de la vida laboral, variando según el país, pero estableciendo todos, salvo Alemania e
Italia, límites mínimos y máximos a las cantidades que se pueden percibir. Como nota
diferenciadora, hay que señalar que España es el único país que no permite obtener un
salario paralelamente a la percepción de la pensión.
b) Prestación por invalidez
El colectivo de beneficiarios está restringido en la mayoría de los países a los
asalariados y a otros colectivos asimilados, si bien en ciertos casos se extiende a
también a trabajadores independientes, parados, estudiantes o incluso asegurados
voluntarios (Austria, Luxemburgo, Holanda y el Reino Unido). Por su parte, los países
nórdicos (Finlandia, Dinamarca y Suecia) ofrecen este conjunto de prestaciones a toda
la población residente. En cuanto a la tasa mínima de incapacidad exigida para el cobro
de la prestación, Irlanda y Luxemburgo son los únicos países que no establecen ningún
límite, siendo la pauta normal exigir como porcentaje mínimo entre un 50% y un 66,6%,
aunque Suecia, Holanda y España fijan límites inferiores.
Con la excepción de los países nórdicos, que exigen, en general, requisitos de
residencia para el pago de la prestación, y Holanda, cuya ley no establece un periodo
de afiliación mínimo, el resto de los países fijan unos requisitos de cotización mínimos,
que oscilan entre los 6 meses de Bélgica y los 5 años de Alemania, Irlanda, Italia y
Portugal, si bien es cierto que, en general, los periodos de cotización o afiliación
mínima no se exigen cuando la invalidez es consecuencia de un accidente laboral.
Por último, el cálculo de la prestación suele venir determinado en función de un
porcentaje de las remuneraciones anteriores a la invalidez, salvo en ciertos casos, como
Dinamarca, Irlanda, el Reino Unido, Suecia y Finlandia, donde se establecen cantidades
fijas, o el caso de Luxemburgo, que combina pagos fijos con pagos proporcionales.
c) Prestación por supervivencia (viudedad)
En este caso, los pagos suelen condicionarse en la mayor parte de los países al
cumplimiento de unos requisitos de cotización o pertenencia al seguro, salvo en
Finlandia, que aplica criterios de residencia en el componente de pensión universal.
Además, los pagos se calculan como un porcentaje de las pensiones que habrían
40
correspondido a los cotizantes y que oscila entre el 25% aplicable en Alemania y el 80%
de Bélgica. Asimismo, se fijan normalmente para los supérstites requisitos variables de
edad, cargas familiares o ingresos, como en el caso de Portugal, Dinamarca y Finlandia,
que establecen una duración mínima del matrimonio como requisito para el pago de la
prestación.
d) Prestación por desempleo
Algo más de la mitad de los 15 países miembros ofrece prestaciones integradas en
el régimen asistencial (Alemania, Austria, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Holanda,
Portugal y el Reino Unido), mientras en el resto de los países la protección por
desempleo se limita al régimen de seguro. En la práctica totalidad de los casos se
requiere un periodo de cotización mínimo para tener derecho a la prestación, oscilando
entre los 4-6 meses de Francia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo y Holanda, y periodos
cercanos al año para el resto de los países.
La duración de los pagos suele depender de la edad del beneficiario y del periodo
previo de cotización, salvo en Irlanda (390 días), Italia (180 días) y Finlandia (500 días),
oscilando la duración mínima entre los 4 meses de España y Francia y los 2 años de
Dinamarca, aunque la tendencia generalizada es a situarse en 1 año o menos. La
duración máxima oscila entre los 6 meses del Reino Unido y los 5 años de Dinamarca,
Francia y Holanda.
e) Prestación sanitaria
Por lo que se refiere al seguro sanitario público, observamos la práctica
universalidad del mismo. Así, Dinamarca, Finlandia, Italia, Portugal, el Reino Unido y
Suecia definen la población protegida a partir del criterio de residencia, mientras en el
resto de los países, incluido España, aunque se establecen criterios más restrictivos, la
cobertura puede considerarse universal en la práctica. Como casos particulares destaca
Holanda, donde los residentes sólo están protegidos por la llamada «Ley sobre gastos
médicos excepcionales», siendo el seguro de enfermedad aplicable a los trabajadores y
pensionistas, incluyendo los familiares a su cargo; e Irlanda, donde el criterio de
residencia se restringe al de residencia habitual para garantizar la cobertura plena.
Respecto a las prestaciones de Atención Primaria, la libre elección de médico está
prácticamente generalizada, siendo Grecia el único país que no permite la elección por
parte de los asegurados, asignando el médico la aseguradora. La asistencia es gratuita
en Alemania, Dinamarca, España, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia y el Reino Unido. Por
41
su parte, Austria, Finlandia, Portugal y Suecia establecen copagos en forma de
cantidades fijas, abonadas por visita realizada y/o por episodio de enfermedad,
aunque existen limitaciones al copago para ciertos grupos de individuos en función de
criterios económicos o de edad. Por último, en Bélgica, Francia y Luxemburgo el
copago consiste en un porcentaje del coste total que el paciente paga por anticipado; los
porcentajes de participación oscilan entre un 20% y un 30%, difiriendo en función de
que se trate de la primera o sucesivas visitas, excluyéndose del pago a determinados
colectivos.
En el caso de las prestaciones de asistencia especializada, Dinamarca, España,
Grecia, Holanda, Irlanda, el Reino Unido, Italia y Portugal ofrecen los servicios de
forma gratuita, aunque en los dos últimos sólo es gratuita la asistencia hospitalaria. El
resto de los países han establecido pagos por día de hospitalización con el fin de aliviar
el coste en tratamientos de larga duración. Por lo que se refiere a los medicamentos, la
participación en el coste de los fármacos está generalizada, a excepción de Irlanda, que
provee gratuitamente los medicamentos a los individuos con protección total. La
participación en el coste se materializa bien en una cantidad por fármaco prescrito o
bien en un porcentaje del coste total, variando los porcentajes de participación en el
precio en función de un conjunto de variables como son: la utilidad terapeútica del
fármaco, la gravedad y/o cronicidad de las enfermedades, la edad o la capacidad
económica de los individuos.
2. Estructura de las cotizaciones
En este apartado realizamos un análisis de las cotizaciones a la Seguridad Social
que soportan tanto el empresario como el trabajador en los países de la UE para
financiar las políticas de protección social. Para ello, centraremos nuestra atención en
las cotizaciones al Régimen General español y a las aportaciones que con similar
concepto se pagan en los demás países de la Unión Europea. En el Cuadro 9 se muestra
una comparativa para los países de la UE-15 en la que diferenciamos las siguientes
contingencias:
a)
Contingencias comunes. En ellas se incluyen aquellos riesgos no profesionales, es
decir, no derivados de accidentes o de enfermedades laborales y que no tengan
una cotización propia y autónoma. Así, en España los riesgos incluidos bajo esta
denominación son la jubilación y la incapacidad temporal o permanente por
accidente o enfermedad no laboral, junto con la viudedad y la orfandad. Como se
observa en el Cuadro, España es el único país en el que la cotización por los
mencionados riesgos se efectúa de forma agregada, existiendo un porcentaje
42
único, tanto para el empresario como para el trabajador, que se aplica sobre la
base de cotización normalmente integrada por el salario bruto del empleado.
b)
Contingencias profesionales. En este grupo se recogen las derivadas de los riesgos
de accidentes y enfermedades laborales. En el caso de España, la cotización se
efectúa en función del riesgo derivado del puesto de trabajo desempeñado y se
concreta a través de una tarifa de primas en la que se distingue entre el porcentaje
de cotización por Incapacidad Temporal (IT) y por Incapacidad Permanente,
Muerte y Supervivencia (IMS), siempre derivadas de accidentes o enfermedades
laborales. A efectos comparativos, como hemos aplicado en todos los casos en los
que existe una horquilla de tipos, calculamos la media aritmética de las primas
según tarifa, obteniendo un tipo único.
c)
Contingencias conjuntas. En algunos países de la UE (Grecia, Italia, Portugal y el
Reino Unido) no existe una cotización diferenciada e independiente para cada
uno de los riesgos agrupados, siendo la cotización única tanto para las
contingencias comunes como para los riesgos laborales y existiendo un tipo único
que corresponde a todos los riesgos mencionados. Por ello, en el Cuadro, además
de reflejar los tipos aplicables en estos países, mostramos para el resto de los
países el tipo que resulta de agregar las cotizaciones correspondientes a las
contingencias comunes y profesionales.
d)
Por seguro de desempleo. En 8 países de la UE (Alemania, Austria, Bélgica,
España, Finlandia, Francia, Holanda y Suecia) se paga una cotización para cubrir
futuras situaciones de desempleo. En España dicha cotización está en función del
tipo de contrato, siendo la base para el cálculo de esta contingencia la misma que
se utiliza para el cálculo de la cotización por contingencias profesionales.
e)
Por asistencia sanitaria. A pesar de que en España desde 1999 la financiación de la
asistencia sanitaria se cubre con las aportaciones del Estado, y, por tanto, sin la
participación de las cotizaciones sociales, para poder realizar comparaciones
reflejamos en el Cuadro los tipos que aplican los 7 países de la UE (Alemania,
Austria, Bélgica, Francia, Holanda, Irlanda y Luxemburgo) que sí recurren a
dichas cotizaciones para la financiación de la salud.
f)
Otras contingencias. Para finalizar el análisis de las cotizaciones a la Seguridad
Social existentes en los países de la Unión Europea, incorporamos contingencias
específicas que cubren algunos países de forma casi exclusiva. Así, en España en
este bloque encontramos tres conceptos : una cotización por horas extraordinarias,
43
distinguiendo si son por fuerza mayor o no; una cotización al Fondo de Garantía
Salarial (FOGASA), que tiene como finalidad abonar a los trabajadores los
importes pendientes de pago como consecuencia de insolvencia, suspensión de
pagos, quiebra o concurso de acreedores por parte del empresario, y una
cotización por formación profesional. Respecto al resto de países, destaca la
cotización que se paga para el cuidado de discapacitados y ancianos en Alemania,
la cotización para la promoción de viviendas que se paga en Austria y Francia, y
la aportación destinada al beneficio por hijos que aplican Bélgica, Francia y
Suecia.
44
otras
0,50
2,60
7,40
6,00
0,04
7,00
3,80
1,46
3,55
0,87
7,04
7,35
2,33
6,40
42,60
7,80
33,02
4,71
28,31
Total
T
1,50
1,35
24,42 7,55
2,37
e
22,05 6,20
5,25d
16,80 4,70
E
31,97
3,72
28,25
28,25
Total
Finlandia
0,10
6,55
T
4,81
0,10
13,55
10,00
29,25
29,25
Total
46,00 12,31 58,31
5,40
12,80 0,75
5,20
f
22,60 6,65
12,80
9,80
E
Francia
g La cotización es del 15,9% para trabajadores de oficina y del 19,35% para trabajadores manuales.
f El tipo es del 3,01% sobre el salario hasta una remuneración a partir de la cual se incrementa un 3,6% sobre el exceso salarial hasta alcanzar un tope
e La aportación es, en general, del 3,85% y del 0,9% cuando el salario supera cierto límite.
7,7% (E) y 1,6% (T) para contratos de duración determinada a tiempo parcial y, 7,7% (E) y 1,6% (T) para contratos de duración determinada con E.T.T.
d el tipo de cotización va del 4 al 6,5%.
T
Total
27,96 17,62 45,62
27,96 17,62g 45,62
E
Grecia
c La cotización depende del tipo de contrato siendo el 6% (E) y 1,55% (T)para el tipo general; el 6,7% (E) y 1,6% (T) para el contrato de duración determinada a tiempo completo;
b El tipo es del 3,4% para empleados de oficina y de 3,95% para el resto.
E: Empresario; T: Trabajador
a La cotización es del 3,5% para empleados de oficina y del 3,95% para el resto de trabajadores.
Fuente: Martínez (2002) y elaboración propia.
0,10
2/4,7
1,58
c
4,70
4,70
T
España
12/23,6
0,40
6,8
c
28,31
4,71
23,60
E
0,60
25,47 18,12 43,60 24,91 13,07 37,98
2,10
3,67
b
a
3,72
3,00
3,00
21,26
1,40
19,86
Total
36,20
41,00
1,70
13,50
6,50
1,10
1,15
7,50
T
TOTAL
20,50 20,50
0,85
6,75
3,25
4,80
0,30
2,35
8,86
E
Formación profesional
Por horas extraordinarias
Ayudas educativas
Beneficio por hijos
Promoción de vivienda
0,85
Atención sanitaria
Garantía de pago salarial
6,75
Desempleo
Cuidado discapacitados y ancianos
3,25
Conjuntas
0,70
22,80
Total
Bélgica
16,65 10,95 27,60 12,61 8,65
0,70
Meteorología adversa
Enfermedades profesionales
T
Austria
12,55 10,25
2,00
19,30
19,30
E
1,40
9,65
9,65
Total
Trabajadores de especial dificultad
9,65
T
Seguro de accidentes
Viudedad
Incapacidad temporal o permanente
Pensiones
E
Alemania
9,65
profesionales
comunes
Contingencias
CUADRO 9
TIPOS DE COTIZACIÓN A LA SEGURIDAD SOCIAL APLICABLES EN LOS PAÍSES DE LA UE-15
otras
Atención sanitaria
Desempleo
Conjuntas
profesionales
comunes
E
T
12,00 5,75
1,25
12,00 4,50
E
T
Italia
3,3j
8,00
E
8,00
T
5,85
4,95
E
5,55
6,10
T
11,40
11,05
Total
T
Total
23,75 11,00 33,75
23,75 11,00 33,75
E
Portugal
l La cotización del empresario se determina según una escala de tipos progresivos que va del 3% al 10,2%. La del trabajador va del 2% al 12%.
k El tipo es para oficinistas del 2,69% (E) y del 2,72% (T). Para los trabajadores manuales los tipos son del 4,76% (E) y 4,95% (T).
j El tipo se encuentra entre el 0,6% y el 6% según el sector.
7,56
19,30
3,30
16,00
Total
Países Bajos
50,69 15,02 11,83 26,85 10,80 11,65 22,45
3,72k 3,83k
50,69 11,30 8,00
Total
Luxemburgo
i El tipo es del 9,19% sobre el salario incrementado en un punto a partir de determinado salario.
E: Empresario; T: Trabajador
h La cuota de cotización está comprendida entre el 35 y el 47%.
17,75 41,00 9,69
1,25
16,50 41,0h 9,69i
16,50
Total
Irlanda
12,00 4,50
Fuente: Martínez (2002) y elaboración propia.
TOTAL
Formación profesional
Por horas extraordinarias
Ayudas educativas
Beneficio por hijos
Promoción de vivienda
Garantía de pago salarial
Cuidado discapacitados y ancianos
Enfermedades profesionales
Meteorología adversa
Trabajadores de especial dificultad
Seguro de accidentes
Viudedad
Incapacidad temporal o permanente
Pensiones
Contingencias
6,60
6,6l
E
7,00
7,0l
T
T
1,38
1,70
10,21 7,00
E
13,60 21,34 7,00
2,20
5,84
28,34
2,20
5,84
20,29
1,38
18,91
Total
Suecia
13,60 13,29 7,00
Total
Reino Unido
CUADRO 9
TIPOS DE COTIZACIÓN A LA SEGURIDAD SOCIAL APLICABLES EN LOS PAÍSES DE LA UE-15 (continuación)
Del Cuadro 9 podemos obtener los siguientes resultados: de los nueve países que
tienen prestaciones similares a las recogidas en España bajo la denominación de
contingencias comunes, el mayor porcentaje total de cotización corresponde a Francia
(29,25%), seguido de España (28,31%), siendo Luxemburgo el país que presenta el
menor porcentaje (16%). Si se observa la distribución de la carga soportada por el
empresario y el trabajador, el país con mayor porcentaje de cotización empresarial es
España, con un 23,6%, lo que supone un 83,37% del total, siendo Luxemburgo el país
con menor aportación empresarial (8%). En cuanto a la cotización del trabajador, la
mayor aportación la encontramos en Austria (10,25%) y el menor porcentaje en Irlanda
(4,5%), seguido de España (4,7%), valor que, en términos relativos, supone tan sólo el
16,6% del total, mientras que en Irlanda representa el 27,3%.
En cuanto a los 5 países que admiten comparación al presentar prestaciones
similares a las recogidas en España en las contingencias profesionales, el mayor porcentaje
total corresponde a Austria (4,8%), seguida de España (4,71%) y lejos del 1,38% que
aplica Grecia. Hay que destacar como característica común a los 5 países que la
5
aportación a estas contingencias corresponde exclusivamente al empresario .
Si comparamos de forma conjunta los porcentajes de cotizaciones que aplican los
países que muestran cotizaciones diferenciadas para las contingencias comunes y las
profesionales, y los países que aplican una única cotización, que en el Cuadro hemos
recogido bajo el nombre de contingencia conjunta, obtenemos los siguientes resultados:
los mayores porcentajes de cotización total son los aplicados en Italia (50,69%), Grecia
(45,62%), Portugal (33,75%) y España (33,02%), mientras que el menor porcentaje de los
13 países estudiados lo aplica el Reino Unido (13,6%).
Existen grandes diferencias cuando analizamos de forma separada la cotización
empresarial y la cotización del trabajador; así, las mayores cotizaciones empresariales
se encuentran en Italia (41%), España (28,31%) y Grecia (27,96%), lejos, por tanto, de las
que aplican el Reino Unido (6,6%) y Alemania (9,65%), que representan los menores
porcentajes, mientras que la aportación del trabajador alcanza el mayor porcentaje en
Grecia (17,62%) y Portugal (11%), encontrándose el menor tipo en Irlanda (4,5%) y en
España (4,7%).
Por último, si agregamos todas las cotizaciones pagadas en cada uno de los
países, ya sea por contingencias comunes, profesionales, por desempleo, por asistencia
sanitaria o por cualquier otra, obtenemos el total aportado para cubrir la financiación
de la Seguridad Social y llegamos a los siguientes resultados: el mayor porcentaje de
cotización total se encuentra en Francia (58,31%), Italia (50,69%), Grecia (45,62%) y
5
Tan sólo en Austria el trabajador aporta un 0,7% como contribución por condiciones meteorológicas
adversas.
47
Austria (43,6%), ocupando España la quinta posición, con un 42,6%, aunque dos de los
países que la preceden, Francia y Austria, aplican unos tipos del 13,55% y del 7,4%,
respectivamente, para financiar la asistencia sanitaria, prestación que, como hemos
venido señalando, en España, desde 1999, no se financia por la vía de las cotizaciones.
Si, como hemos ido haciendo con el resto de las contingencias, diferenciamos las
aportaciones empresariales y las del trabajador, llegamos a los siguientes resultados:
los países donde la cotización del empresario es mayor son Francia (46%), Italia (41%) y
España (36,2%)6, mientras que el Reino Unido (13,6%) e Irlanda (17,75%) presentan los
menores porcentajes. Por lo que se refiere a la aportación del trabajador, ésta alcanza
los mayores porcentajes absolutos en Alemania (20,5%) y Austria (18,12%) y los
menores porcentajes en Irlanda (5,75%) y España (6,4%), aunque en términos relativos
esa participación supone en Irlanda el 32,4% del total y en España tan sólo el 15%.
Además, conviene señalar que únicamente en Alemania el empresario y el
trabajador se reparten al 50% la aportación total a la Seguridad Social; en el resto de
países, salvo en Holanda y en el Reino Unido, la aportación del empresario es superior
a la del trabajador, con diferencias que van desde los 30 puntos porcentuales existentes
en Francia, Italia y España, hasta los poco más de 3 puntos en Luxemburgo y los 6
puntos porcentuales de Irlanda.
6
En el caso de España, faltaría por añadir la cotización por horas extraordinarias.
48
CAPÍTULO V
LAS COTIZACIONES A LA SEGURIDAD SOCIAL
Y EL DESEMPLEO
1. Fiscalidad laboral y desempleo
Como señala Corona (1996), es evidente que las cotizaciones sociales actúan de
hecho como un impuesto sobre el trabajo y, en consecuencia, presentan una incidencia
sobre los costes y sobre el mercado de trabajo que puede sintetizarse en seis aspectos
concretos:
a)
La incidencia será mayor cuanto mayor sea la participación de las cotizaciones en
el coste laboral total.
b)
Cuanto mayor sea el peso del coste laboral sobre la estructura de costes de la
empresa, mayor incidencia tendrá la aplicación de las cotizaciones sociales.
c)
Las diferencias de cotizaciones sociales entre distintos países tendrán un impacto
superior en la medida en que las relaciones comerciales entre los mismos se
desarrollen en un entorno competitivo.
d)
En términos generales, la incidencia de las cotizaciones no será neutral con
respecto a la distribución de la carga impositiva entre empresa y trabajador.
e)
Los efectos más importantes dependerán del grado de traslación del impuesto y
afectarán fundamentalmente a los salarios netos, al nivel de empleo y a los precios
de los productos.
49
f)
Las cotizaciones sociales pueden provocar un efecto de traslación hacia atrás, en
forma de menores salarios netos o menor nivel de empleo, o una traslación hacia
adelante, en forma de un mayor nivel de precios.
En todo caso, el sentido y la intensidad de la traslación impositiva dependerán de
las características de los mercados en los que se desarrollen las relaciones laborales y
productivas. Así, puede decirse que, en mercados competitivos, los efectos se
manifestarán primordialmente en los salarios netos y en los beneficios de las empresas.
Por el contrario, en mercados poco competitivos, la existencia de cotizaciones sociales
elevadas afectará, sobre todo, a la disminución del nivel de empelo. En cualquier caso,
es indudable la importancia de analizar la repercusión de la carga fiscal sobre el factor
trabajo, cuestión a la que dedicaremos el siguiente apartado.
Zabalza (1988) relaciona el coste del factor trabajo y las cotizaciones sociales
señalando que, para unas condiciones de producción y de mercado dadas, el coste
laboral real viene definido por el salario nominal más las cotizaciones empresariales
asociadas al mismo, todo ello en relación con el precio que el empresario pueda obtener
por su producción. De esta forma, llamando al salario real SAL, y al tipo efectivo del
conjunto de cotizaciones empresariales «s», el coste laboral real, CL, viene dado por la
expresión:
CL = SAL(1 + s )
De dicha expresión resulta evidente que las cotizaciones sociales empresariales
influyen directamente sobre el coste laboral a través del tipo efectivo, con lo que una
disminución del tipo efectivo de «s» a «s*» reduce el coste laboral a la siguiente
expresión:
CL* = SAL(1 + s*)
Pero sólo podríamos asegurar que, ante este cambio en las cotizaciones, disminuye el
coste laboral si el salario real se mantuviera constante, y, en general, sabemos que el salario
es una variable endógena que se ve afectada por todos aquellos factores que determinan la
demanda y la oferta de trabajo, entre ellos el tipo de cotización a la Seguridad Social. Por
ello, existe la posibilidad de que, como consecuencia de la disminución en el tipo efectivo
de cotización, también se produzca un cambio en el salario real, expresándose el coste
laboral de la siguiente manera:
CL* = SAL * (1 + s*)
50
Con lo que se observa que una disminución en las cotizaciones empresariales
altera de forma directa el coste laboral vía tipo efectivo y de forma indirecta vía salario
real. Este planteamiento nos lleva a la necesidad de analizar los factores que influyen
en la determinación del salario real y, por tanto, del coste laboral.
Así, como ya sabemos, las cotizaciones empresariales recaen legalmente sobre el
empresario, aunque su incidencia real dependa, como en todos los impuestos, de las
condiciones de oferta y demanda. Por ello, lo normal sería que parte del impuesto fuera
trasladado al trabajador en la forma de un menor salario real y otra parte la soportara
el empresario vía mayor coste laboral, dándose una relación inversa entre cotizaciones
y salario, así como una relación directa entre cotizaciones y coste laboral.
Pero de la misma forma que el empresario traslada al trabajador parte de un
impuesto que legalmente recae sobre él, también el trabajador traslada al empresario
parte de sus impuestos; entre ellos tenemos los impuestos directos sobre la renta y los
impuestos indirectos sobre el consumo. Ello es consecuencia de que el trabajador está
interesado en el salario que acabará en sus bolsillos y en el poder de compra de dicho
salario; ahora bien, dicho salario es el salario neto de impuestos (es decir, descontadas
las cotizaciones a la Seguridad Social a su cargo y las retenciones del IRPF), y el poder
de compra dependerá de los precios de consumo (es decir, los que llevan incorporados
los impuestos indirectos).
Por tanto, el salario real se ve influido por las cotizaciones empresariales, las
cotizaciones a cargo del trabajador, el tipo efectivo del Impuesto sobre la Renta y el tipo
efectivo de la imposición indirecta; el coste laboral se ve influido por las cotizaciones
empresariales y el salario real, y, por último, el coste laboral influye, a través de la
demanda de trabajo que realice el empresario, en el nivel de empleo. Todo ello queda
resumido en el siguiente esquema:
51
Empleo
Coste laboral real
Salario real
Cotizaciones sociales
empresariales
Imposición directa
sobre trabajadores
Imposición indirecta sobre
los trabajadores
Cotizaciones sociales
sobre el trabajador
IRPF
En todo caso, como afirma Doménech (1997), los efectos que la fiscalidad sobre el
trabajo puede tener sobre el desempleo se producen principalmente en el corto y medio
plazo, siendo más o menos duraderos dependiendo de las rigideces que existan en el
mercado laboral7, mientras que en el largo plazo la fiscalidad sobre el trabajo no ha
podido afectar excesivamente a la tasa de desempleo, como pone de manifiesto el
hecho de que en las economías europeas la fiscalidad haya presentado una tendencia
creciente al tiempo que la tasa de desempleo presenta un comportamiento más
estacionario.
Por su parte, la evidencia empírica de corte transversal parece sugerir que no
existe ningún tipo de relación entre la fiscalidad y el desempleo, lo que ha motivado
7
El modelo propuesto por POLO (1990) llega a la conclusión de que la reducción de las cuotas rebaja muy
sustancialmente las tasas de desempleo cuando los salarios reales se mantienen constantes, teniendo en cuenta que
la caída de la tasa de desempleo se reduce en la medida en que el comportamiento de los trabajadores es menos
austero, pudiendo llegar a eliminarla completamente cuando el objetivo del colectivo laboral es maximizar el salario
real de los trabajadores ya empleados.
52
que se desplacen las explicaciones del desempleo desde la fiscalidad hacia otros
factores, como la existencia de rigideces en el mercado laboral o el progreso tecnológico
que genera una demanda de trabajo de alta cualificación8. En cambio, los trabajos
basados en datos de serie temporal consideran que el aumento de la brecha salarial
podría explicar una parte importante del aumento del desempleo en los países de la
OCDE. Así, según Daveri y Tabellini (2000), el incremento en la fiscalidad laboral
puede ser responsable de más del 50% del incremento del desempleo existente en
Europa desde principios de los años setenta del pasado siglo.
En el último estudio publicado por la Comisión Europea sobre la relación entre la
fiscalidad laboral y el desempleo, Planas (2003) considera que para el periodo 19702002, en los países de la UE-12, la elasticidad desempleo-fiscalidad, entendida como la
variación porcentual en la tasa de desempleo asociada a la variación porcentual en la
tasa de fiscalidad laboral, es de 0,32, lo cual supone que un descenso en 3 puntos
porcentuales en la fiscalidad laboral podría reducir la tasa de desempleo en un punto
porcentual. En este estudio, el análisis de la tasa de imposición laboral se realiza
tomando una única tasa impositiva efectiva que recoge tanto los pagos realizados por
los trabajadores en concepto de impuestos sobre la renta como las cotizaciones a la
Seguridad Social pagadas por empresarios y trabajadores. En este sentido, García
(2005) presenta la estructura impositiva laboral separando la imposición que recae
sobre el empresario de la que recae sobre el trabajador, y confirma el efecto directo que
existe entre la imposición soportada por el empresario y las tasas de desempleo.
2. La brecha fiscal
Uno de los elementos más utilizados a la hora de estudiar la repercusión de la
carga fiscal sobre el factor trabajo es la llamada «brecha fiscal», que se define como la
diferencia entre el salario neto recibido por el trabajador y el coste laboral total
soportado por la empresa, en el que las cotizaciones sociales juegan un papel
importante.
8
NICKELL (1997) clasifica en cuatro categorías las causas del desempleo: las rigideces en el mercado de mano
de obra directa, el trato dado al desempleado, la estructura salarial y los impuestos.
53
En términos analíticos, el proceso de cálculo sería el siguiente:
— Coste total empresa = salario bruto + cotizaciones empresariales
— Salario neto trabajador = salario bruto – cotizaciones trabajador –
retenciones por IRPF
— Brecha fiscal = coste total empresa – ingreso neto trabajador
También es posible cuantificar el impacto de la fiscalidad sobre el trabajo
calculando cuánto representa la brecha fiscal sobre el coste laboral total en porcentaje.
Si tomamos los datos que aporta la OCDE para un trabajador ocupado en el sector
manufacturero, que cobra un salario medio, casado y con dos hijos, expresados los
valores en dólares en paridad de compra de forma que podamos establecer
comparaciones entre países de la UE-15, podemos observar en los Cuadros 10, 11 y 12
la cuantía del coste laboral bruto, del ingreso neto y de la brecha fiscal,
respectivamente. A su vez, el Gráfico 9 muestra la evolución de los conceptos
mencionados para el caso de España comparada con la brecha fiscal obtenida como
media de los países de la UE-15.
54
CUADRO 10
COSTE LABORAL BRUTO (EN $ EN PPP)
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
Alemania
35.898,9
36.651,0
37.436,5
38.672,4
39.502,8
40.360,2
41.805,3
42.543,0
Austria
30.639,9
31.127,4
32.025,6
32.833,0
32.463,2
32.989,4
33.662,4
34.356,4
Bélgica
39.386,1
40.198,2
40.516,6
41.239,4
43.328,8
44.333,9
45.315,8
46.260,6
Dinamarca
30.155,3
31.615,5
32.805,2
33.347,2
34.853,8
35.557,3
36.655,4
37.787,6
España
24.518,9
25.218,3
25.914,8
26.057,5
27.023,3
27.981,0
28.616,6
29.381,6
Finlandia
30.971,1
30.817,1
31.591,3
32.875,6
34.197,9
34.236,9
35.640,3
37.174,1
Francia
30.374,2
30.146,2
31.178,8
31.702,9
33.138,1
34.107,9
35.040,7
35.443,4
Grecia
21.616,0
21.964,4
22.535,0
23.123,3
23.941,2
25.093,5
25.550,8
26.565,5
Holanda
32.340,5
33.301,8
33.807,2
35.083,3
36.815,5
35.974,3
36.533,0
39.614,5
Irlanda
24.660,8
24.889,4
25.005,1
25.529,2
26.677,0
27.939,9
28.765,6
30.235,7
Italia
35.675,7
33.777,0
33.292,2
33.731,7
33.744,8
33.716,1
34.402,8
35.004,5
Luxemburgo
29.825,7
30.880,6
32.498,1
33.269,6
34.157,7
34.986,9
35.278,8
35.766,7
Portugal
13.363,9
13.406,5
13.876,0
14.358,6
14.822,3
15.411,7
15.788,9
16.128,4
Reino Unido
29.574,6
30.314,4
30.161,2
31.381,7
32.626,0
33.706,5
34.430,5
36.158,8
Suecia
22.327,8
22.826,5
23.618,0
24.115,4
32.453,5
32.874,2
33.586,8
34.606,1
Media UE-15
28.755,3
29.142,3
29.750,8
30.488,1
31.983,1
32.618,0
33.404,9
34.468,5
Fuente: OCDE y elaboración propia.
El Cuadro 10 nos permite observar cómo España se encuentra, en todo el periodo
estudiado, entre los países con menor coste laboral bruto, junto con Portugal, Grecia e
Irlanda, valores, en todo caso, un 30% inferiores a los de los países de la UE-15 que
presentan un mayor coste laboral bruto, como son Bélgica, Alemania y Holanda. El
incremento medio en la UE-15 de este coste laboral en el periodo 1997-2004 ha sido del
20%, porcentaje similar al acontecido en España.
Por lo que se refiere a los datos relativos a los salarios netos percibidos por el
trabajador después de impuestos, mostrados en el Cuadro 11, España sigue figurando
entre los países que presentan los valores más bajos, superando tan sólo a Portugal y a
Grecia. En todo caso, son valores inferiores casi un 40% respecto a Luxemburgo, país
que presenta los salarios netos más elevados, y en torno a un 30% a los salarios
presentes en Bélgica, el Reino Unido y Alemania, que son los países que siguen en a
Luxemburgo esta clasificación. El incremento medio del salario neto que se ha
producido a lo largo del periodo en la UE-15 se sitúa en el 26%, algo superior a la
variación producida en España, que ha sido del 24%; en este análisis destaca el
incremento de más del 50% que se observa en Irlanda.
55
CUADRO 11
INGRESO NETO DESPUÉS DE IMPUESTOS (EN $ EN PPP)
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
Alemania
23.105,5
23.498,4
24.574,2
25.810,5
26.582,2
27.345,5
27.836,8
28.842,3
Austria
20.760,5
20.955,5
21.898,5
23.156,1
23.060,0
23.263,4
23.724,4
24.477,9
Bélgica
23.320,5
23.686,0
23.836,9
24.521,3
25.884,3
26.736,4
27.585,0
29.790,5
Dinamarca
20.706,8
22.102,1
22.604,8
22.993,8
24.166,9
24.863,8
25.629,6
26.514,9
España
16.262,1
16.816,6
18.047,5
18.092,6
18.631,6
19.174,3
19.761,3
20.111,7
Finlandia
18.319,8
18.259,6
19.078,6
19.749,0
20.930,0
21.140,7
22.254,1
23.480,4
Francia
18.369,4
18.541,5
19.037,4
19.093,9
20.065,7
20.638,6
21.045,5
21.608,3
Grecia
13.784,2
13.953,8
14.469,0
14.784,9
15.356,0
16.316,1
16.759,9
17.296,0
Holanda
21.667,9
22.252,4
22.275,7
22.630,5
24.681,2
26.954,9
27.569,3
26.018,3
Irlanda
18.803,3
19.284,2
19.990,0
21.571,1
23.261,7
25.396,4
26.923,1
28.442,1
Italia
20.240,3
21.099,7
20.980,3
21.425,5
21.805,5
21.566,8
22.124,4
22.317,4
Luxemburgo
25.952,5
27.161,0
29.010,8
29.480,9
30.220,8
31.777,3
32.027,7
32.444,0
9.780,8
9.858,2
10.271,0
10.599,2
11.250,9
11.778,3
12.049,3
12.504,7
Reino Unido
22.230,0
22.763,9
23.126,9
24.660,5
26.720,4
27.863,3
28.437,8
29.662,6
Suecia
16.260,5
16.871,5
17.479,7
18.389,3
19.110,2
19.610,8
19.870,9
20.355,5
Media UE-15
19.304,3
19.807,0
20.445,4
21.130,6
22.115,2
22.961,8
23.573,3
24.257,8
Portugal
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Por lo que se refiere a la brecha fiscal, entendida como la diferencia entre el coste
bruto y el salario neto, los datos del Cuadro 12 siguen mostrando la tendencia que
señalábamos anteriormente; así, España sigue estando entre los países que muestran
valores más reducidos, superando de nuevo a Grecia y a Portugal, aunque llama la
atención en este caso que también queden por debajo de España países como Irlanda,
Luxemburgo y el Reino Unido, que han sabido ajustar mejor el coste laboral al salario
neto mediante una reducida imposición laboral. Entre los países que muestran la
brecha fiscal más elevada se encuentran Bélgica, Alemania y Francia, de nuevo con
valores en torno a un 30% superiores a los mostrados por España.
Si estudiamos la evolución de la brecha fiscal en el periodo 1997-2004, vemos que
España, con una variación del 12%, es de los países que más ha incrementado la
diferencia entre el coste bruto y el salario neto, superando, por tanto, el 8% de media
que presenta la UE-15. Sin duda, este dato contrasta con la evolución de aquellos países
56
que han sido capaces de reducir la brecha fiscal en porcentajes que van desde el
espectacular 70% de Irlanda a valores en torno al 10% de Italia y el Reino Unido.
CUADRO 12
BRECHA FISCAL. COSTE BRUTO MENOS INGRESO NETO (EN $ EN PPP)
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
12.793,3
13.152,6
12.862,3
12.861,9
12.920,6
13.014,6
13.968,5
13.700,7
Austria
9.879,5
10.171,9
10.127,0
9.677,0
9.403,2
9.726,0
9.938,0
9.878,5
Bélgica
16.065,6
16.512,2
16.679,8
16.718,0
17.444,6
17.597,5
17.730,8
16.470,1
Dinamarca
9.448,5
9.513,4
10.200,4
10.353,5
10.686,9
10.693,5
11.025,8
11.272,7
España
8.256,8
8.401,7
7.867,3
7.964,9
8.391,7
8.806,7
8.855,3
9.270,0
Finlandia
12.651,4
12.557,4
12.512,7
13.126,6
13.267,9
13.096,1
13.386,2
13.693,7
Francia
12.004,8
11.604,6
12.141,4
12.609,0
13.072,4
13.469,2
13.995,2
13.835,1
Grecia
7.831,8
8.010,6
8.066,0
8.338,4
8.585,1
8.777,4
8.790,9
9.269,5
10.672,6
11.049,4
11.531,5
12.452,8
12.134,3
9.019,5
8.963,7
13.596,2
5.857,6
5.605,2
5.015,1
3.958,2
3.415,3
2.543,5
1.842,4
1.793,5
15.435,4
12.677,3
12.312,0
12.306,2
11.939,3
12.149,3
12.278,4
12.687,1
Luxemburgo
3.873,2
3.719,6
3.487,4
3.788,7
3.936,9
3.209,5
3.251,1
3.322,7
Portugal
3.583,2
3.548,3
3.605,0
3.759,4
3.571,4
3.633,4
3.739,7
3.623,7
Reino Unido
7.344,6
7.550,5
7.034,2
6.721,1
5.905,6
5.843,2
5.992,8
6.496,2
Suecia
6.067,3
5.955,0
6.138,3
5.726,1
13.343,3
13.263,5
13.715,8
14.250,6
Media UE-15
9.451,0
9.335,3
9.305,4
9.357,4
9.867,9
9.656,2
9.831,6
10.210,7
Alemania
Holanda
Irlanda
Italia
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Si estudiamos el impacto de la imposición sobre el trabajo observando lo que
representa la brecha fiscal sobre el coste laboral (véase el Cuadro 13), sin duda el dato
más llamativo es la tendencia que se aprecia en todos los países a reducir este
porcentaje. Así, la media de descenso en los países de la UE-15 se sitúa en el 10%, algo
superior al 6% de descenso que presenta España y muy lejos del 75% de Irlanda. En
todo caso, el 31,6% de promedio sitúa a España entre los países con mayor porcentaje y
por encima de la media de la UE.
57
CUADRO 13
BRECHA FISCAL EN PORCENTAJE SOBRE EL COSTE LABORAL BRUTO
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
Alemania
35,6
35,9
34,4
33,3
32,7
32,2
33,4
32,2
Austria
32,2
32,7
31,6
29,5
29,0
29,5
29,5
28,8
Bélgica
40,8
41,1
41,2
40,5
40,3
39,7
39,1
35,6
Dinamarca
31,3
30,1
31,1
31,0
30,7
30,1
30,1
29,8
España
33,7
33,3
30,4
30,6
31,1
31,5
30,9
31,6
Finlandia
40,8
40,7
39,6
39,9
38,8
38,3
37,6
36,8
Francia
39,5
38,5
38,9
39,8
39,4
39,5
39,9
39,0
Grecia
36,2
36,5
35,8
36,1
35,9
35,0
34,4
34,9
Holanda
33,0
33,2
34,1
35,5
33,0
25,1
24,5
34,3
Irlanda
23,8
22,5
20,1
15,5
12,8
9,1
6,4
5,9
Italia
43,3
37,5
37,0
36,5
35,4
36,0
35,7
36,2
Luxemburgo
13,0
12,0
10,7
11,4
11,5
9,2
9,2
9,3
Portugal
26,8
26,5
26,0
26,2
24,1
23,6
23,7
22,5
Reino Unido
24,8
24,9
23,3
21,4
18,1
17,3
17,4
18,0
Suecia
27,2
26,1
26,0
23,7
41,1
40,3
40,8
41,2
Media UE-15
32,1
31,4
30,7
30,1
30,2
29,1
28,9
29,1
Fuente: OCDE y elaboración propia.
De todas formas, como señala Doménech (1997), no parece que exista evidencia
empírica que asegure la relación entre la cuña fiscal y la tasa de desempleo, como se
puede apreciar en el Gráfico 9. Así, por ejemplo, a pesar de que el Gráfico nos
permitiría diferenciar dos grupos de países: por un lado, un grupo integrado por
Irlanda, Luxemburgo, el Reino Unido y Portugal, que combinan una reducida brecha
fiscal con una reducida tasa de desempleo, y, por otro lado, un grupo formado por
Francia, Italia, Alemania y Finlandia, que presentan una mayor brecha fiscal y una
mayor tasa de desempleo, también se observa cómo España, por ejemplo, con una cuña
fiscal similar a la de Grecia e incluso inferior a la de Suecia y Dinamarca, presenta
niveles de desempleo superiores. Por tanto, el Gráfico nos muestra tanto una relación
directa como inversa entre la tasa de desempleo y la brecha fiscal.
58
GRÁFICO 9
DESEMPLEO Y CUÑA FISCAL EN LA UE-15. PROMEDIO 1997-2004
15
E
12
FR
D es e m p le o
G
F
I
9
S
B
A
IR L
6
D
P
RU
3
A US
H
LU X
0
0
3 00 0
6 00 0
9 00 0
1 20 0 0
1 50 0 0
1 80 0 0
B re c h a fisc a l
Fuente: OCDE y elaboración propia.
Por el contrario, si centramos nuestra atención en uno de los componentes de la
brecha fiscal, concretamente en el tipo de cotización empresarial que afecta al coste
laboral bruto y que mostramos en el Gráfico 8 del capítulo anterior, y lo relacionamos
con la tasa de desempleo, el Gráfico 10 parece mostrar una relación directa entre ambas
variables. Así, Holanda, Irlanda y Luxemburgo, con los tipos de cotización más bajos,
presentan las tasas de desempleo más reducidas, mientras que España, Italia y Francia,
con los tipos de cotización más elevados, muestran unas tasas de desempleo más altas.
Es necesario constatar también la presencia de países que, aplicando similares tipos de
cotización, como Alemania y Suecia o Francia y Austria, presentan tasas de desempleo
diferentes.
59
GRÁFICO 10
DESEMPLEO Y TIPO COTIZACIÓN EMPRESARIAL EN LA UE-15
12,0
E
10,0
G
F
Desem pleo
I
A
8,0
FR
B
6,0
P
IRL
RU
S
AUS
4,0
H
2,0
LUX
0,0
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
Tipo cotización em presarial
Fuente: Elaboración propia.
3. Alternativas de financiación
La constatación de algunos de los efectos perversos de las cotizaciones sociales,
como, por ejemplo, sobre el nivel de empleo, que hemos demostrado en el apartado
anterior, junto con la preocupación por la suficiencia financiera de la Seguridad Social,
motivada por un importante crecimiento en las prestaciones, como hemos analizado en
el capítulo anterior, han generado un intenso debate sobre los sistemas de financiación
que se deben aplicar. Inicialmente, la mayoría de las propuestas se centraron en los
problemas de suficiencia, ofreciendo fórmulas para complementar la financiación
existente, más que para diseñar modelos alternativos. En esta línea se inscriben
sugerencias como la introducción de impuestos sobre la energía, la afectación e
incremento de impuestos especiales vinculados a prestaciones sanitarias (tabaco,
alcohol, etc.) o la participación directa de los beneficiarios en los costes de producción
del servicio.
Sin embargo, más recientemente se ha comenzado a sugerir la sustitución de parte
de la financiación que se realiza a través de las cotizaciones empresariales por una
elevación de determinados impuestos. En general, la mayoría de estas propuestas
60
parten de dos premisas. En primer lugar, se apunta la conveniencia de reducir la
participación del componente empresarial en las cotizaciones sociales, amparándose en
la importancia relativa de las mismas en el ámbito internacional, como hemos
demostrado en el capítulo anterior.
En segundo lugar, también se establece que debe respetarse la neutralidad
recaudadora del sistema, por lo que tal disminución en la recaudación por cotizaciones
sociales debería compensarse en su integridad mediante el incremento en la
recaudación de otras figuras tributarias alternativas. De entre las diversas opciones
posibles, la doctrina se ha decantado de forma mayoritaria por la sustitución de las
cotizaciones empresariales por una elevación del Impuesto sobre el Valor Añadido
(IVA).
Sin embargo, la neutralidad en la recaudación no supone, como es lógico, que se
garantice la neutralidad en los efectos económicos derivados de la reforma citada, que,
de hecho, son bastante importantes. Aceptando la hipótesis de que el descenso de
recaudación por cotizaciones sociales venga equilibrado por el aumento en la
recaudación del IVA, ambas medidas generan efectos económicos de cuya combinación
se deducirá el efecto global de la alternativa de financiación propuesta.
Dicho efecto puede predecirse en función del análisis teórico de la incidencia
general de ambas figuras tributarias, acompañado por los resultados de algunos
estudios empíricos elaborados sobre estas cuestiones. La argumentación a favor de la
sustitución de cuotas empresariales por IVA se apoya en diversos motivos:
1. Impacto directo e indirecto sobre el empleo. Las cotizaciones sociales
son un impuesto que grava el factor trabajo, encareciendo su utilización con
respecto a otros factores de producción (principalmente, el capital), reduciendo
su empleo relativo. La evidencia empírica disponible demuestra la fuerte
sensibilidad de la demanda de trabajo en España con respecto a su coste relativo,
lo que refuerza la tesis de la incidencia negativa sobre el volumen de empleo de
elevadas cotizaciones empresariales a la Seguridad Social. Si bien es cierto que,
en una economía de pleno empleo, es posible justificar una discriminación de la
carga fiscal entre factores de producción (incrementándola para el trabajo), con
el fin de mejorar la eficiencia en actualización de un factor escaso, también es
evidente que tal argumento no puede aplicarse en una economía con un nivel de
desempleo tan importante como la española.
Por el contrario, el IVA no discrimina entre factores de producción, por lo
que resulta mucho más adecuado desde el punto de vista de la neutralidad,
aunque hay que tener en cuenta que también los bienes de capital necesitan
mano de obra para su producción, por lo que asumen un coste implícito de
financiación de la Seguridad Social.
61
Un problema adicional se presenta porque la carga fiscal que suponen las
cotizaciones difiere no sólo en función de la cantidad del factor trabajo, sino
también de la forma en que éste se utilice. Ello conduce a la existencia de
regímenes diferentes de Seguridad Social, al margen del que se aplique con
carácter general. Las diferencias en la determinación de la base de cotización de
los regímenes especiales (autónomos, agrarios, etc.) tienden a generar distintas
cargas tributarias que atentan contra el principio de neutralidad.
2. Otro argumento a favor de la sustitución se desprende de las propias
características del sistema productivo español, en concreto la que explica la
destrucción de empleo debida al cambio tecnológico. La disminución de los
costes salariales introducidos por la sustitución de las cotizaciones empresariales
por el IVA contribuiría a disminuir la tasa de crecimiento mínimo necesaria para
el mantenimiento del empleo.
3. Impacto sobre el comercio exterior y la competitividad. La carga de
cotizaciones sociales que incorporan los bienes y servicios exportados no es
ajustable en frontera, por lo que, en la medida en que se trasladen a los precios
de los productos, la estructura de la fiscalidad empresarial estará incidiendo de
forma negativa sobre la competitividad exterior de la economía española,
provocando unas exportaciones inferiores a las previsibles si sólo se tuvieran en
cuenta los costes comparativos de carácter no fiscal.
Por su parte, la regulación del IVA establece que los exportadores se benefician de
la devolución del IVA incorporado a la producción del bien exportado, que será
gravado con el IVA o imposición indirecta correspondiente al país de destino. Como
consecuencia de la sustitución de cotizaciones sociales por IVA, el precio de los
productos exportados disminuiría, suponiendo un claro impulso a las exportaciones,
por la disminución de las cotizaciones, y al mismo tiempo desincentivaría las
importaciones, que se verían gravadas por un tipo impositivo de IVA más elevado. En
conjunto, la balanza comercial española experimentaría una mejora considerable,
incrementándose de forma notable la competitividad internacional de la empresa
española.
4. Mejora de la equidad y neutralidad del sistema. La fuerte carga sobre
las rentas del trabajo que suponen los impuestos sobre la renta y las cotizaciones
sociales ha producido una pronunciada tendencia a que la contraprestación del
trabajo se realice en forma de pagos no directamente realizados a favor del
trabajador, es decir, en especie o fringe benefits, en terminología anglosajona.
62
Los fringe benefits (pensiones, colegios, vacaciones, vehículos, etc.) suponen
abrir una brecha entre la contraprestación real del trabajador y sus bases
imponibles a efectos de IRPF y de cotizaciones sociales. Esta erosión de las bases
imponibles atenta contra los principios de neutralidad y de equidad (horizontal
y vertical). Sin embargo, es muy difícil que la base del Impuesto sobre el Valor
Añadido deje de incluir los fringe benefits, por lo que la sustitución de
cotizaciones sociales por IVA supone reforzar el cumplimiento de los principios
de equidad y neutralidad.
Los resultados esperados quedan reflejados en el esquema siguiente:
63
Empleo
∆
+
Coste laboral real
▼
+
+
Salario real
Cotizaciones sociales
empresariales
▼
+
Imposición directa
sobre los trabajadores
Imposición indirecta sobre
los trabajadores
∆
Cotizaciones sociales
sobre el trabajador
IRPF
El esquema pone de manifiesto que la reducción de las cotizaciones empresariales
reduce el coste laboral y aumenta el salario real, mientras que el incremento en la
imposición indirecta aumenta el salario real. Por tanto, se producirá un incremento del
salario real y existirán dos fuerzas de signo contrario sobre el coste laboral: una a la
baja, consecuencia de la reducción en las cotizaciones, y otra al alza, procedente del
aumento en la imposición indirecta. Con el objetivo de generar un aumento en el
empleo, esperaríamos que el efecto a la baja sobre el coste laboral fuera más fuerte que
el efecto al alza.
Sin embargo, no todo son ventajas en la sustitución de cotizaciones empresariales
por IVA. Para que se consigan los beneficios mencionados hay que asegurar que el
cambio tributario se refleje, de forma efectiva, en la minoración del precio de los
productos que se van a exportar, ya que, en caso contrario, los efectos sobre la
competitividad podrían ser negativos.
64
Por otro lado, si a largo plazo las cotizaciones sociales son soportadas (en la
práctica) por los trabajadores, en forma de salarios menores, puede interpretarse que
son una parte del salario o del coste salarial de la empresa, que, en caso de ser rebajado,
sería demandado por los trabajadores. Si esto fuera así, una reducción de las
cotizaciones empresariales daría lugar a un aumento equivalente de los salarios brutos
de los trabajadores, dejando inalterados los costes laborales. Además, en la medida en
que la pérdida de recaudación debida a la reducción de las cotizaciones empresariales
se compensara con un aumento del IVA, podría darse la paradoja de que la
competitividad se deteriorase, ya que el IVA es soportado, parcialmente, por los
productores.
Es cierto que el IVA no asegura la neutralidad impositiva, pero la existencia de
tipos impositivos diferenciales supone un menor alejamiento del principio de
neutralidad que unas cotizaciones sociales que pueden oscilar en su base entre el cero y
el cien por cien del valor final del bien o servicio, fenómeno que no puede darse en el
IVA. Midiendo la neutralidad en cuestión de grados, es evidente que el IVA se presenta
como un impuesto más neutral que las cotizaciones sociales.
Por último, es preciso tener en cuenta la existencia de un mayor nivel de fraude
en el IVA que en las cotizaciones sociales, de modo que una elevación en los tipos del
IVA puede provocar un aumento en el incentivo a defraudar.
65
CONCLUSIONES
Tras lo expuesto, pasamos a enumerar las conclusiones más importantes:
1.
Las reformas en el mercado laboral español deben ir encaminadas a reducir la
temporalidad y potenciar la contratación indefinida mediante mecanismos que
permitan reducir los costes laborales, ya sea reduciendo los costes de despido y/o
disminuyendo las cotizaciones empresariales, siguiendo la línea trazada por la
reforma de 1997, que, según muestran los datos, se refleja como la más eficaz de
las llevadas a cabo hasta la fecha.
2.
La tasa de actividad española continúa siendo una de las más bajas de Europa,
con sólo 3 Comunidades Autónomas que superan el 60% (Islas Baleares, Madrid y
Cataluña). Por su parte, la tasa de paro se ha situado por debajo del 10%, aunque
todavía con diferencias en torno a 5 puntos si diferenciamos por sexos, y con 5
Comunidades Autónomas con tasas inferiores al 7%: Navarra, Islas Baleares,
Aragón, La Rioja y Madrid.
3.
El coste laboral por trabajador, en términos brutos, ha crecido un 3,1% en 2004,
situándose de media en los 25.059,6 euros, aunque las diferencias entre
Comunidades son de más de 9.000 euros, yendo desde los 29.737 euros de
Madrid, la Comunidad con el coste más elevado, hasta los 20.240,5 euros que
presenta Extremadura, la Comunidad con los menores costes laborales.
4.
La estructura del coste laboral está formada en un 73% por el sueldo base, en un
23% por las cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social y en un 4% por otros
costes. Así, los mayores costes salariales se producen en Madrid y en el País
Vasco, mientras que las mayores cuantías pagadas por trabajador a la Seguridad
Social se encuentran en el País Vasco y en Navarra. Por último, en la partida de
67
otros costes destaca Madrid como la Comunidad que mayor coste presenta en
indemnizaciones por despido y en gastos de formación profesional.
5.
El salario bruto anual medio en España, en 2002, fue de 19.802,45 euros, siendo
Madrid la Comunidad con los salarios más elevados, con 23.183,4 euros, y
Extremadura la Comunidad con menores salarios, con 16.401,1 euros. Es preciso
destacar que los trabajadores con contrato indefinido presentan un salario medio
un 40% superior al de los trabajadores con un contrato de duración determinada,
de igual forma que los licenciados perciben un salario superior en un 67% al
salario medio. En todo caso, el 13,4% de los contratos presentan algún tipo de
reducción de las cuotas del empleador a la Seguridad Social.
6.
La presión fiscal en España, entendida como el cociente entre los ingresos
tributarios, excluidas las cotizaciones sociales y el PIB, se ha incrementado en el
periodo 1983-2003 un 54%, a pesar de lo cual sigue estando 5 puntos porcentuales
por debajo de los valores medios de la UE-15. Si analizamos la presión fiscal,
incluyendo en su cálculo las cotizaciones sociales, el incremento en el periodo
1983-2003 ha sido del 34,5%, situando a España en valores cercanos a la media de
la OCDE y 5,5 puntos por debajo de la media de la UE-15.
7.
Del análisis comparado de la estructura de cotizaciones aplicada en los sistemas
de Seguridad Social de los países de la UE-15 podemos destacar:
a. En las prestaciones por contingencias comunes, el mayor porcentaje de
cotización corresponde a Francia (29,25%), seguida de España (28,31%), siendo
España el país que presenta las cotizaciones empresariales más elevadas (23,6%),
junto con unas cotizaciones a cargo del trabajador (4,7%) sólo superadas por
Irlanda (4,5%).
b. Si agregamos el total de cotizaciones pagadas en cada uno de los 15 países
de la UE, tanto por contingencias comunes como profesionales, por desempleo,
por asistencia sanitaria o por cualquier otra, nos encontramos con que los países
con mayor porcentaje de cotización son Francia, Italia, Grecia, Austria y España,
aunque tanto Francia como Austria incorporan cotizaciones para financiar la
sanidad, mientras que en España dicha prestación es financiada con aportaciones
directas de la Administración.
c. De ese total de cotización calculado, los países que presentan una mayor
aportación empresarial son Francia (46%), Italia (41%) y España (36,2%), muy lejos
68
del 13,6% del Reino Unido, que presenta la menor de las aportaciones. Por su
parte, la mayor aportación por trabajador se encuentra en Alemania (20,5%),
único país en el que empresario y trabajador se reparten al 50% la aportación a la
Seguridad Social, y Austria (18,12%), siendo Irlanda (5,75%) y España (6,4%) los
países con menor aportación.
8.
Como hemos dejado demostrado tanto en el plano teórico como en el empírico,
existe una relación directa entre las cotizaciones sociales y la tasa de desempleo,
que será tanto mayor cuanto menor impacto tenga el cambio sobre el salario real.
9.
La evolución de la brecha fiscal en el periodo 1997-2004 muestra cómo España,
con una variación del 12%, es de los países que más ha incrementado la diferencia
entre el coste salarial bruto y el salario neto, superando el incremento medio de la
UE-15, que se sitúa en el 8%.
10.
El Pacto de Toledo, en su punto octavo, haciendo suya la recomendación
contenida en el Libro Blanco de Delors, ya apunta la necesidad de reducir las
cotizaciones sociales, como elemento dinamizador del empleo, quedando
condicionada dicha actuación al mantenimiento del equilibrio financiero del
sistema contributivo y de las cuentas públicas, equilibrio que podría lograrse al
sustituir las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social por el incremento de
otro impuesto, como el IVA.
69
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