La realidad histórica de España; Américo Castro

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LA REALIDAD HISTÓRICA DE ESPAÑA
CAP I.
Todos los escritores escribían sobre la Historia de España de forma muy idealista, ocultando la realidad
pésima de siglos anteriores.
Américo Castro profundiza un poco en nuestros orígenes y obseva que en los 3 ó 4 siglos anteriores hemos
perdido lo Español o casta, ya que se introdujeron muchas lenguas en nuestra Iberia.
Destacamos el gran conocimiento y cultura de los árabes o musulmanes, los judíos, etcsuperior a la de los
castellanos.
CAP II.
En este capítulo Américo nos habla de la convivencia de las 3 castas en la península durante 700 años y como
se entrecruzan entre ellos, (cristianos, musulmanes y judíos).
A raíz de esta convivencia, del siglo XV en adelante, los castellanos querían recuperar su tan preciado linaje.
Querían que todos los descendientes fueran de sangre pura.
CAP III.
Por todos los motivos contados en el capitulo anterior, se crearon muchas pequeñas regiones políticamente
demarcadas, pero la casta dominante superó políticamente y a través de la violencia a moros y judíos.
Por este motivo, los españoles se forjaron una historia legendaria para eludir inconscientemente su autentico
pasado.
También se habla de la enorme inseguridad que había en la época en sus gentes por no tener una historia
definida.
Resumiendo un poco este capitulo, Américo cuenta que los siglos anteriores al XVIII fueron años de
ignorancia y pasividad y que hasta el siglo XVIII con la llegada de Carlos III no se produjo el Renacimiento
Cultural.
CAP IV.
Aquí Américo hace resaltar el enorme desconocimiento que existe sobre el vivir en España. Se desconoce la
historia de la vida diaria de nuestra gente destacando el saber de los países colindantes, al existir conocimiento
y modo de vida. Carecíamos de filosofía propia.
La forma de vida llamada morada vital se constituyó con los usos lingüísticos, religiosos, jurídicos,
económicos, etc.que son el instrumento de nuestra base histórica.
CAP V.
Este capitulo nos habla de la España Romana antes del siglo VIII cuya conciencia social era muy distinta de la
conciencia española.
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Después de dicho siglo y las continuas luchas con los musulmanes, se unieron catalanes y aragoneses y por
otro bando navarro−castellanos para establecer un reino en tierras de Sicilia, Nápoles y Cerdeña por
catalanes−aragoneses, ya que los castellanos cerraron el paso hacia el sur de la península.
CAP VI.
Américo resalta aquí la cultura islámica, que fue incapaz de crear sistemas políticos firmes y que se centraron
en el consenso espiritual.
De esta cultura salieron los Mozárabes, que eran cristianos viviendo al amparo de la tolerancia musulmana.
Los Mozárabes permanecieron durante cuatro siglos (cristianos arabizados).
En esta época, el eco del Islam perdura en los monumentos de Córdoba, granada, Sevilla, Toledo, etcy
también se incorporan multitud de vocablos árabes.
Debido a este hecho, se creó una gran complejidad humana de al−andalus y se llegó a reconocer:
• Un español musulmán (andalusí).
• Un es pañol castellano (leones, o castellano−aragonés)
Después de la dominación política musulmana quedó en España un gran numero de moriscos hasta que Felipe
III los expulsó en 1609 con excepción de sacerdotes, monjas, etc..
El monopolio agrícola (propiedad de moriscos), fue explotado hasta por la iglesia junto a las clases más
poderosas económicamente.
CAP VII.
Los reflejos del Islam en la vida española conllevaron a grandes adelantos en la calidad de vida de muchos
pueblos de Castilla, como bañarse con agua caliente o disponer de aseos públicos en el siglo XVIII.
Sin embargo, la iglesia española nadie pudo suprimirla o reemplazarla, si no que toma un gran poder frente al
Estado. Con la religión católica se caracterizaban con más ímpetu como no moros.
CAP VIII.
A partir del siglo XVIII, España se preocupa por buscar un mejor orden social a través de una sociedad
políticamente organizada. El fascismo, comunismo, socialismo y el Régimen Constitucional se inyectaron en
la sociedad española como resultado de inspiraciones venidas de fuera (Francia, Alemania, Rusia..).
Es también de destacar que el ideal en todas las generaciones era una sociedad sin Estado , o sea, anárquica,
como declaró Fray Luis de León.
Pese a la eliminación de las leyes nefastas del Estado, España no conseguia tener una economía saneada que
conllevó a sus gentes a unas posiciones incomodas frente a otros Imperios. Los frailes del Imperio Español
abundaban en exceso y ejercían el papel de los funcionarios de la época actual.
Todo esto conlleva a la sociedad a plantearse el enriquecimiento injusto de una parte de la sociedad a costa de
todo el pueblo.
CAP IX.
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La reacción cristiano−europea tiene sus orígenes en Santiago de Compostela, donde el Apóstol difunde la fe
como cultura y funcionamiento de vida.
Siempre se intentó a lo largo de la historia de la iglesia una tendencia a encontrar en la vida de los santos y
mártires una similitud con la vida de sufrimiento del Señor.
Durante varios siglos, se escribieron muchas teorías sobre la religión, hasta incluso los Árabes y otras castas
de la época.
Santiago tenía dos estereotipos de persona, el religioso y el bélico. Esta doble imagen se proyectó también
sobre sus sacerdotes y cultores; de ahí que fuera un gran apoyo para la Guerra Santa, siendo el maestre nato de
las órdenes militares.
CAP X.
Los reinos cristianos necesitaban a Francia para neutralizar en lo posible la atracción islámica. Los reyes
españoles de los siglos XI al XIII usaron a Santiago como fuente de prestigio internacional del cual carecían
los castellanos. En definitiva era lo único que podían ofrecer.
Estos hechos incitaron a muchos ciudadanos de distintas clases sociales a sentir gran interés en realizar la
peregrinación a Santiago de Compostela.
CAP XI.
Entre los siglos XII y XV, las poderosas Órdenes de Calatrava, Santiago y Alcántara ocupan el primer plano
de la historia como fuerza militar y política. De ahí nació la religiosa y bélica Casta cristiana, convirtiéndose
en una institución más política que religiosa.
En la llamada Guerra Santa, destacamos el pensamiento árabe de pensar que musulmanes y mozárabes al
morir los esperaba el paraíso.
La tolerancia que existía en aquella época la definían como si los que se llamaban o consideraban Cristianos
emprendieron la Reconquista de Al−andalus fue reflejo de la oposición entre moros y cristianos, y lo
constituían tanto gentes del Norte y del Sur como una sociedad de tres castas de creyentes.
Uno de los intereses de esta tolerancia musulmana era percibir el tributo pagado por cristianos o judíos.
Durante la convivencia de las tres castas, la comunicación espiritual fue posible gracias a Alfonso el Sabio
que fundó su doctrina de la tolerancia en el Alcorán.
Conclusión Generalizada.
El libro nos habla de un pueblo, el castellano, que mantiene sus maneras o costumbres valiosas mientras le
dura su ímpetu vital, hasta que es modificado interiormente por otras gentes que vengan a mezclarse con él.
Las invasiones germánicas acabaron por modificar el modo como los hombres viven dentro de esta morada o
forma de vida del pueblo romano.
Existian pueblos del norte de la Península Ibérica, entrelazados con los visigodos, y con moros y judíos,
forjaron la especial disposición de vida de los españoles, que no es ni visigoda, ni mora, ni judía, sino
española.
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Pienso que el adjetivo español no puede aplicarse con rigor a quienes vivieron en la Península Ibérica con
anterioridad a la invasión musulmana. Lo que llamamos España se hizo y se sigue haciendo en un telar de
angustias. Un rincón de la Península, para subsistir y perdurar costumbres, hubo de aniquilar a la España
islamizada, en la cual incluso los ríos habían mudado sus nombres milenarios.
Cada uno de los tres pueblos de la Península (cristianos, moros y judíos) se vio forzado, durante ocho siglos, a
convivir con los otros dos y a anhelar su exterminio. Las guerras de los hispano−cristianos, estuvieron basadas
en la religión.
El hispano hubo de luchar por su existir en su creencia (forma de vida y religión) frente a los musulmanes
primero, luego frente a judíos, casi todos protestantes.
Los franceses y los ingleses aceptaron la compabitibilidad entre ser francés o inglés y tener creencias
religiosas distintas de la tradicional, o no tener ninguna.
Los huecos que ha ido dejando la decadencia de las creencias entre ingleses, franceses y alemanes se han ido
llenando con el culto a ciertas aptitudes religiosas en el tiempo: la ciencia, las instituciones politicosociales, la
literatura (en Francia), la comunidad ciudadana, la protección de las mujeres, los niños, los animales y las
plantas (en países anglosajones), etc. Nada de esto compensa la desaparición de la creencia entre gentes
hispano−portuguesas, ya que la alternativa para ellos es, y ha sido: o creencia, o inexistencia.
La realidad histórica de España
Autor: Ámerico Castro
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