Un argentino presenta nueva teoría del

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Un argentino presenta nueva teoría del poblamiento de
América
Un modelo presentado hoy en México por el científico argentino
José Luis Lanata explica la entrada y expansión del hombre en
América desde el estrecho de Bering, hace 18.000 años, hasta su
llegada a la Patagonia hace 9.000. Esta hipótesis contradice
algunas teorías recientes formuladas por los investigadores, que
ponen en duda que el estrecho que separa Alaska (EE. UU.) de
Kamchatka (Rusia) fuese la única vía de entrada del "homo
sapiens" en el continente. Esos especialistas basan su
argumentación en el hecho de que los huesos más antiguos
hallados hasta hoy en América tienen una edad estimada de 12.700
años y han aparecido en México, no en Canadá o Estados Unidos,
así como en el hallazgo de restos óseos de filiación europea en
yacimientos de Norteamérica. Lanata y su equipo de la Universidad
Maimónides de Buenos Aires han elaborado un modelo matemático
que toma en cuenta la existencia de 18 ecosistemas diferentes en el
continente en lapsos de mil años, así como factores humanos como
la tasa de natalidad y el acceso a recursos alimentarios. Con este
modelo, el equipo encabezado por Lanata hizo proyecciones para
trazar el mapa de la expansión del hombre en América utilizando
diferentes tasas de crecimiento poblacional. Su conclusión fue que
para alcanzar la Patagonia hace 9.000 años, cuando los
arqueólogos estiman que se produjo la llegada del hombre a la
zona, la tasa de crecimiento poblacional de los primeros americanos
tuvo que ser del tres o el cuatro por ciento. Esta cifra, explicó
Lanata, “es altísima” si la comparamos con el índice de crecimiento
poblacional de sociedades de cazadores recolectores, próximo al
uno por ciento. "Con un crecimiento normal del 1% o el 1,5%" el
hombre se habría extinguido en el área del estrecho de Bering y no
habría podido ocupar América, recalcó. Sin embargo, en su opinión,
en el caso de América el elevado crecimiento de la población se dio
porque el hombre pasó de zonas frías a zonas templadas o cálidas,
condiciones en las que la especie humana crece más rápidamente,
al contrario de lo que sucedió en "el Viejo Mundo". Otro de los
argumentos que Lanata utilizó para defender su modelo es que una
tasa de crecimiento del tres o el cuatro por ciento sería el mínimo
necesario para la formación de los 4,5 haplogrupos (poblaciones
con un antecesor genético común) que existen en el continente. “La
evidencia de la dispersión humana en América del Norte y Central
indica que poblaciones de cazadores recolectores ingresaron a
través de Beringia, un puente terrestre que unía América con Asia
en distintos períodos durante el Pleistoceno final, hace entre 18.000
y 20.000 años”, publica el equipo en Physical Review . Desde ese
primer punto de partida que hoy está ocupado por el estrecho de
Bering, el hombre se topó varios miles de años más tarde con otro
cuello de botella espacial al sur de América Central. “Nuestras
simulaciones arrojan que un mínimo de 600-700 individuos debieron
arribar o estar en El Darién (Panamá) durante la entrada en
América del Sur”, calculan Lanata, Osella y Martino. Si el grupo de
“adelantados” hubiera sido de menos personas, la dispersión no
habría sido exitosa y se habrían extinguido en el intento, según las
estimaciones que tienen en cuenta innumerables factores, como el
crecimiento demográfico y la capacidad de sustento del ambiente;
es decir, la potencialidad de una región para satisfacer las
demandas de alimento y supervivencia. “Los físicos -explica Osella–
estamos acostumbrados a experimentar cómo se desplaza un fluido
en un medio poroso bajo ciertas condiciones. Uno asemeja estos
modelos a los obstáculos con que nuestros antepasados se
toparon, como ríos, montañas, la condición ambiental de la época y
cómo el hombre los fue sorteando, sumado a tasas de crecimiento,
muerte y demás.” Las fórmulas y el resto de los datos se cargan en
programas de computación. Un antepasado virtual surge en el
monitor. “Uno simula todas las opciones posibles y de este modo
calcula cuánto demoró el hombre en llegar desde lo que era Alaska
hasta Tierra del Fuego. Luego se comparan estos resultados con
los datos que se obtienen de hallazgos arqueológicos y coincide el
tiempo estimado por los físicos con las fechas que arrojan esos
restos”, agrega. Según las estimaciones obtenidas, la dispersión en
América del Sur fue especial. "En general se ha discutido ‘el
poblamiento’ de América como un solo paquete. Los diferentes
modelos que hemos desarrollado coinciden en mostrar a América
del Sur como algo distinto, con su propia dinámica poblacional y
propia trayectoria histórica. Creemos que fue un proceso rápido de
dispersión, más que en el caso de América del Norte, y que pudo
llevar como máximo 2.000 años, quizá varios cientos de años
menos”, enfatiza Lanata desde Inglaterra, donde posee el título de
Profesor Simón Bolívar del Centro Leverhulme para el Estudio
sobre la Evolución Humana de la Universidad de Cambridge. Con
estos datos, el equipo construyó mapas sobre cómo habría sido la
migración humana inicial de América. “En todos los casos, los
modelos muestran que, por un lado, la península de Yucatán, el sur
de México y Guatemala y, por el otro, la región amazónica fueron
regiones donde la densidad poblacional pudo ser alta desde los
primeros momentos de la dispersión inicial. Esto es diferente de lo
que se creía antes, cuando se esperaba más población al Norte que
en el Sur; simplemente porque se había poblado primero”, indica
Lanata. Los resultados de estos modelos que simularon el pasado
coinciden con los descubrimientos arqueológicos en territorio
sudamericano. Este minucioso estudio del ayer con técnicas del
futuro es otra forma de echar luz sobre cómo fue el camino inicial
del Homo sapiens en América. Desde la Universidad de Cambridge,
donde trabaja, Lanata comenta que este estudio “muestra que
investigadores y docentes de ciencias totalmente diferentes pueden
trabajar en conjunto”. Además, señala, los resultados “sirven como
modelos para confrontar con otros casos en el mundo". Por
ejemplo, dice, “estamos viendo que habría una capacidad innata de
dispersión en nuestra especie. Pero parece que al salir de África, la
dinámica se agilizó, se aceleró. América, y América del Sur en
particular, es el caso ‘testigo’ para esto y muchos colegas de
diferentes partes del mundo lo han comenzado a comprender a
partir de las investigaciones que hemos desarrollado en conjunto”.
Artículo publicado en diario “La Nación”. 20 de agosto de 2008.
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