C Mesa sectorial sobre Política de igualdad y no discriminación ONAPRED

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CONAPRED
Mesa sectorial sobre Política de igualdad y no discriminación
Diagnóstico
Documento de síntesis
El presente documento tiene como propósito aportar algunos elementos centrales de la situación
actual de la discriminación en México, así como retos y propuestas para su combate, como base
informativa y diagnóstica para la discusión de propuestas que se llevará a cabo en la Mesa
Sectorial a realizarse el 11 de abril próximo,1 en el marco de la construcción del Plan Nacional de
Desarrollo y de la Política de Igualdad y No Discriminación del sexenio del presidente Enrique
Peña Nieto (2013-2018).
Situación actual
Avances en el marco institucional (leyes, instituciones y reformas)
A inicios del siglo
XXI,
se ha ido desarrollando un andamiaje institucional de leyes, normas,
presupuestos e instituciones públicas que ha favorecido la defensa y protección de los derechos
humanos en general, y del derecho a la no discriminación en particular. Como ejemplos, pueden
mencionarse la importante reforma constitucional del 2001,2 que a partir de la inclusión de los
principios de igualdad formal y material, mandató al Estado mexicano en su conjunto a
confrontar la discriminación y exclusión en contra de la población indígena del país, a promover
1
Existen diversos documentos que el Conapred ha encomendado y/o realizado para comprender la problemática
discriminatoria en el país, y que son fuente primaria de este diagnóstico: La Encuesta Nacional sobre Discriminación
en México 2010, elaborada con el área de Investigación Aplicada del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM [disponible en www.conapred.org.mx  Enadis 2010]; el Reporte sobre la Discriminación en México 2012
coordinado por el Mtro. Ricardo Raphael, del Centro de Investigación y Docencia Económicas [disponible en 
Reporte 2012], y diversos estudios que están a disposición en el Centro de Documentación del Consejo.
2
Reforma al Artículo 1° de la Constitución, incluyendo como párrafo tercero la prohibición expresa de la
discriminación en México por cualquier motivo.
1
la igualdad de oportunidades para ésta y a eliminar cualquier práctica discriminatoria en su
contra. Posteriormente, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación (LFPED), en
2003, dio vida al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred); se han
incorporado quince cláusulas antidiscriminatorias en constituciones locales, se han formulado
hasta ahora veintiún leyes antidiscriminatorias en las entidades federativas y se han creado
organismos locales.
En el ámbito nacional destacan la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes (2000), la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores (2002), la Ley
General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas (2003), la Ley General para la
Igualdad entre Mujeres y Hombres (2006), la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia (2007), la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad
(2011) y algunos apartados de la reciente Ley de Migración (2011).
Sumado a ello, se crearon o se reformaron instituciones dedicadas a atender la situación
específica de sectores de población, buscando que éstos pudieran tener acceso a ciertos derechos,
bienes y servicios públicos en condiciones similares al resto de la población, entre otras: el
Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), el Instituto Nacional de las Personas Adultas
Mayores (Inapam), la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas ( CDI), el
Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida (Censida), el Consejo Nacional para el
Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis), el Instituto Nacional de
Lenguas Indígenas (Inali), el Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) y la Unidad para la
Promoción y la Defensa de los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación. También en
los estados y en el ámbito municipal se reprodujo una gama extensa de instituciones y
organismos responsables de tareas similares.
En el ámbito privado se ha avanzado también con acciones que se suman a la lucha contra
la discriminación. Fue precisamente la Comisión Ciudadana de Estudios contra la
Discriminación, integrada por representantes de poderes públicos, de organizaciones civiles,
instituciones académicas y partidos políticos, entre muchos otros, la instancia que comenzó a
trabajar en 2001, bajo la conducción de Gilberto Rincón Gallardo, y que se planteó dos objetivos
centrales: la creación de la ley antidiscriminatoria y del Conapred. Por otra parte, organizaciones
civiles y sociales, algunos medios de comunicación, la academia y empresas han sido algunos de
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los actores relevantes que han ido impulsando y engrosando la agenda antidiscriminatoria en el
país.
En suma, algunas de las acciones desde las instituciones públicas y privadas son:
• Encuestas nacionales, estudios e iniciativas legales.
• Campañas de difusión y series televisivas.
• Resoluciones judiciales y no jurisdiccionales.
• Material para las aulas.
• Prohibiciones de discriminación en la entrada de establecimientos comerciales.
• Investigaciones académicas.
• Proyectos de diseño de indicadores.
• Programas empresariales de diversidad.
• Campañas en espacios deportivos.
• Apertura al tema desde las iglesias.
• Sistemas de defensa de quejas y debate en medios de comunicación.
Los resultados de estos esfuerzos varían con respecto a su cobertura, impacto territorial y el
éxito de las acciones y programas promovidos. El Estado mexicano ha crecido en su actividad
para favorecer la igualdad entre las personas, a partir de la atención especializada sobre las
poblaciones tradicionalmente excluidas. No obstante, como señala el Reporte sobre la
Discriminación en México 2012, estos avances por sí mismos no significan
[…] en automático el establecimiento de un contexto incluyente, a menos que los esfuerzos concurran
coordinadamente a favor de la igualdad de trato y las oportunidades económicas. Tanto a nivel federal
como en el ámbito local, desde el sector público y también desde el sector privado, el país cuenta hoy
con innumerables acciones dirigidas a mejorar los estándares de igualdad y buena parte de ellas toman
como punto de partida una perspectiva basada en los derechos […]. Sin embargo, también prevalecen
programas y actividades que continúan atrapados por intenciones de corte asistencial, caritativo o de
plano clientelista. (Reporte, 2012. p. 51)
Otro elemento sustancial de avance en la tarea antidiscriminatoria y de búsqueda de la
garantía de los derechos humanos –sin discriminación alguna–, lo constituye la reforma
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constitucional de junio de 2011, dado que eleva a rango constitucional los tratados
internacionales de derechos humanos que México ha firmado y ratificado, con la consecuente
obligación de cumplir con los principios y mandatos establecidos en ellos; entre ellos destacamos
el principio pro persona3 y la exigencia a todas las autoridades de cumplir con las obligaciones
de respeto, promoción, protección y garantía de los derechos humanos, lo que sumó además una
cláusula de igualdad material respecto a los derechos humanos. Así, el Estado quedó forzado a
prevenir, investigar o sancionar y reparar cualquier violación que a este respecto se presente.
No obstante lo anterior, México se debate entre el país que quiere ser, el cual se va
definiendo a través de las reformas legales e institucionales con perspectiva de derechos, y el país
que no quiere dejar de ser, anclado en prácticas autoritarias, sistemas de privilegios y expresiones
de desigualdad en todos los ámbitos de la vida pública y privada:
• Cambia su legislación, pero no su práctica.
• Prohíbe la violencia hacia las mujeres, pero deja viva la cultura machista.
• Inserta derechos humanos en el discurso de la gobernabilidad, pero sin combatir el
clasismo, el racismo y la xenofobia.
• Reconoce a las personas con discapacidad como sujetos sociales, pero sigue diseñándose
y organizándose como una sociedad para personas sin discapacidad.
• Se indigna ante el maltrato a las personas migrantes mexicanas en otros países, pero
desprecia a los migrantes centroamericanos que vienen al país.
• Considera a las trabajadoras del hogar como de la familia, pero legaliza su disminución y
negación de derechos.
3
El principio pro persona obliga a quien interpreta las normas de derechos humanos a elegir, de entre las
distintas opciones de interpretación o de las diversas normas aplicables, la interpretación más favorable a la persona,
es decir, aquélla que implica una mayor protección para el titular del derecho humano o menor restricción de
derechos.
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La desigualdad de trato a la par de la desigualdad económica
La discriminación y su reproducción persisten en México, constituyen una parte nodal del
sistema de desigualdades que tienen efecto sobre los derechos humanos y las condiciones de vida
de las personas y colectivos, fundamentalmente de los que son discriminados, muchos de ellos
históricamente.
La discriminación es, finalmente, una forma de desigualdad injustificada y arbitraria en el
trato a las personas y grupos de la población más vulnerada, a partir de ciertos estigmas,
prejuicios, discursos de menosprecio, abusos de la autoridad sobre ellas. Sin lugar a dudas, la
desigualdad de trato está íntimamente asociada con la desigualdad económica, pero es una
desigualdad distinta, y tiene que reconocerse y comprenderse para combatirla. Ya en el Reporte
sobre la Discriminación en México 2012 se establece con mayor alcance la relación estrecha
entre la desigualdad económica y la desigualdad de trato, aquella basada en lo cultural y
simbólico, como una mancuerna que agrava los obstáculos de garantía de los derechos humanos
para amplios sectores de la sociedad en el país, de maneras diversas. Como se menciona en el
Reporte:
No es lo mismo, por ejemplo, enfrentar una situación de desigualdad que se encuentra inscrita en la
ley o en las prácticas cotidianas de un grupo social, que hacerlo cuando el asunto tiene directamente
que ver con el ingreso que una familia o sus integrantes perciben por la actividad económica que les
ofrece sustento. La desigualdad de trato incide directamente sobre la dificultad que las personas
enfrentan para obtener bienes o servicios, tales como la salud, la educación, la seguridad, el acceso al
espacio público, votar o ser votado, la información, la expresión, la nutrición, el financiamiento y
tantos otros bienes colectivos que, si bien pueden, o no, ser asignados a la persona a través de
mecanismos de mercado, pertenecen en el origen a un plano distinto del meramente económico.
[Reporte 2012:23-24].
Actualmente en el país, el disfrute de los derechos humanos como la salud, el trabajo, la
educación, la alimentación, la vivienda, es desigual. Los factores que originan y reproducen esta
desigualdad están asociados no sólo a la desigualdad en el ingreso, o a la zona geográfica donde
se resida, sino al trato desigual e injusto instaurado a partir de atributos identitarios, en una
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mezcla de machismo, clasismo y racismo combinado con otros factores de dominación que han
perpetuado este tipo de realidades:
• Sólo cuatro de cada cien niñas y niños que ingresan a la educación básica terminan una
carrera universitaria; el sistema educativo nacional no ha incorporado suficientemente
el enfoque de la diversidad y de la interculturalidad, de manera que la escuela sigue
siendo un espacio de exclusión y no de inclusión.
• 37 millones de personas no tienen acceso a ninguno de los servicios existentes dentro del
fragmentado sistema de salud. Asimismo, la dependencia de la seguridad social de un
trabajo formal, excluye sistemáticamente a sectores de la población como a las
mujeres, los y las jóvenes, las personas adultas mayores, las personas con
discapacidad y las personas que provienen de comunidades indígenas.
• El desempleo, los bajos salarios, el incremento de la informalidad, y la desigualdad de
trato y de oportunidades para acceder a un empleo debido al color de la piel, el
aspecto físico, el idioma, el origen étnico, la preferencia sexual o la condición de
salud, son condiciones que favorecen la exclusión y conducen a la pobreza.
• La desigualdad de ingreso, la precariedad de la infraestructura que permite el acceso a los
alimentos de las comunidades rurales más alejadas, la concentración de ciertos
mercados de productos como el maíz, el agua, la leche, la carne procesada, el huevo,
etc., aunado a la tradición cultural que permite que los mejores alimentos sean para
los varones, son algunas de las barreras discriminatorias del derecho a la
alimentación.
• Aún hay en México grupos sociales que no están visibilizados como las poblaciones
afrodescendientes, las trabajadoras del hogar o la población que vive en situación de
calle; estos grupos no cuentan con reconocimiento legal de sus derechos y no están
incluidos en las políticas públicas.
Razones como la edad, la pertenencia étnica, el sexo, el color de la piel, la situación
socioeconómica, la identidad sexogenérica, la nacionalidad, el tipo de trabajo que se realiza, la
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zona geográfica en la que se vive, son motivo para que se discrimine a personas y grupos. Por
ejemplo:
• 6 de cada 10 personas indígenas no dice que pertenece a un grupo indígena cuando
necesita conseguir dinero, conseguir un empleo, tramitar un servicio con las
autoridades o para obtener un apoyo.
• 6 de cada 10 personas en México manifiestan estar muy en desacuerdo y en desacuerdo
con que a las mujeres lesbianas se les permita adoptar una niña o un niño.
• Casi 7 de cada diez personas consideran que las y los migrantes provocan divisiones en la
comunidad.
• 27% de la población con discapacidad considera que el desempleo es el principal
problema que enfrentan, seguido de la discriminación con 20%.
• 9 de cada 10 adultos mayores considera que es difícil conseguir empleo para gente de su
edad.
• 20% de los jóvenes percibe que cuando se reúnen en la calle, las personas piensan que es
para cometer delitos.
• Tres de cada diez personas considera que los derechos de las trabajadoras del hogar no se
respetan. El exceso de trabajo y el poco sueldo son los principales problemas de las
trabajadoras del hogar, seguidos por el abuso, el maltrato, la humillación y la
discriminación.
Otros ejemplos se viven en el terreno de los derechos políticos: en lo referente a la
participación política y electoral, pese a que las mujeres mantienen una amplia participación en
los procesos electorales, hay pocas mujeres en altos cargos públicos como gubernaturas,
presidencias municipales, o legisladoras en los congresos. Además de las mujeres existen grupos
de la población sub representados como los pueblos y comunidades indígenas y
afrodescendientes, las personas con discapacidad, los y las jóvenes y los grupos de la diversidad
sexual, quienes esperan también ejercer de manera plena su ciudadanía.
En el terreno de la procuración e impartición de justicia, la corrupción y la intervención de
estereotipos y prejuicios para determinar la culpabilidad de las personas sigue conduciendo a la
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violación sistemática de derechos. Uno de los campos en los que con mayor persistencia se
excluye y discrimina en México es el que se refiere a la justicia penal: estudios de opinión
demuestran que, entre las y los mexicanos se desconfía de la justicia penal porque se asume que
el nivel de ingreso de la persona es clave para obtener satisfacción. La policía es percibida como
una instancia que suele abusar de su autoridad, ya que por razones de corrupción o por mapas
culturales y prejuicios sociales, termina aprehendiendo a quienes son más vulnerables, a quienes
“parecen” culpables, y no a las personas que verdaderamente delinquieron.
Con respecto al ámbito jurisdiccional se observa insuficiente voluntad de las y los
juzgadores para interpretar los expedientes bajo su responsabilidad a partir de los principios
constitucionales y los derechos que los instrumentos internacionales otorgan a las personas. Una
marcada preferencia por la interpretación “legalista”, de estándares mínimos, tiende a anular los
derechos y garantías. Mujeres y jóvenes que, sea del lado de la víctima o de la persona procesada,
son en exceso vulnerables frente al sistema: Resulta alarmante que los juzgados suelan imponer
penas 25 por ciento más graves para las mujeres, cuando se compara con las sentencias que
afectan a los varones; jóvenes varones pobres que pueblan las cárceles, cuya edad oscila entre los
18 y los 35 años, y que padecen bajos niveles de educación, y que se vuelven particularmente
vulnerables frente al abuso de autoridad. Los homosexuales, las lesbianas y, particularmente,
quienes ostentan una identidad transexual, travesti o transgénero son particularmente vulnerables,
ante la policía y el Ministerio Público, con historias de maltrato, vejación e indignidad que estas y
estos mexicanos sufren frente al aparato de justicia penal son alarmantes.
En lo relativo a la defensa del derecho a la no discriminación, si bien la mayor parte de las
instituciones públicas del Estado mexicano cuentan con áreas de control interno y/o
disciplinarias, a fin de sancionar los actos u omisiones administrativas en que incurran las
personas servidoras públicas, no cuentan con las políticas y estrategias para prevenir o eliminar
conductas discriminatorias.
Muchos de los servicios, procedimientos o productos que proporcionan tales instituciones
tampoco responden a las exigencias en materia de igualdad y no discriminación; e incluso,
difícilmente existen mecanismos internos, accesibles e inmediatos, para la recepción y atención
de denuncias por discriminación formuladas por personas usuarias o integrantes de las propias
instituciones públicas. En ese sentido, las víctimas de discriminación difícilmente pueden obtener
una justicia efectiva y reparación del daño ante la misma autoridad que violentó sus derechos y
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por ello deben recurrir a organismos jurisdiccionales o no jurisdiccionales para la protección de
sus derechos.
Adicionalmente, las personas que pertenecen a grupos o colectivos sociales en situación de
discriminación no acceden, en igualdad de condiciones, a una atención integral frente a
violaciones a sus derechos, ya sea porque el entorno, servicios y comunicaciones no les son
accesibles, o bien con motivo de quienes tienen la obligación de resolver las denuncias o
inconformidades, no cuentan con conocimientos y habilidades para la defensa óptima del derecho
a la no discriminación.
Por otra parte, a las víctimas de discriminación de conductas cometidas por particulares se
les dificulta mayormente encontrar vías eficaces para la reparación del daño integral y la no
repetición de prácticas en el ámbito privado que, frente a la impunidad, conllevan a la afectación
de derechos diversos.
Cuando la educación impartida por el Estado no multiplica las oportunidades, cuando la salud es un
derecho ejercido por unos cuantos, cuando los tribunales juzgan en función de la apariencia física, la
clase social o la edad, cuando el mercado del trabajo deja fuera de la formalidad en el empleo a ocho
de cada diez jóvenes, cuando las y los indígenas del país son siempre los grandes perdedores, cuando
ocho de cada diez personas adultas no tienen acceso al sistema financiero tradicional, cuando la
sociedad mexicana sostiene un cierre social sistemático para excluir a la mayoría, el problema de la
desigualdad deja de ser sólo económico para convertirse en un fenómeno más grave. [Reporte
2012:94].
La profundidad con la que están incrustadas las distintas formas de discriminación en las
prácticas sociales agrava la reproducción de la discriminación. La modificación de los prejuicios
y estigmas que determinan las conductas y actos discriminatorios de amplios sectores de la
sociedad mexicana se realiza con evidente lentitud en contraposición a la velocidad de los
cambios sociales, demográficos y políticos del país como son: el aumento y complejidad de la
movilidad humana, los cambios en las familias, la velocidad de los avances tecnológicos y su
impacto en la comunicación y relación humanas, las expresiones de la diversidad, los cambios
demográficos de la población, etc. La diversidad emerge velozmente, no así su aceptación e
incorporación en la vida y convivencia social.
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Retos para el estado mexicano
Sean los que a continuación se exponen algunos planteamientos generadores de una productiva
discusión que multiplique las propuestas que alimenten el trabajo de los paneles de consulta.
Construir la igualdad de trato en todos los ámbitos. Incorporar en el diagnóstico de las
problemáticas urgentes y graves en el país, a la discriminación como un componente de la
desigualdad que afecta las condiciones de cohesión social, pacífica, y democrática en el
país, y con ello diseñar la política de Estado en materia de Igualdad y No Discriminación.
La desigualdad de trato en el acceso efectivo de los derechos humanos es un factor de notable
relevancia que agrava la fractura social, obstaculiza el desarrollo socioeconómico de las personas
y colectivos, y afecta negativamente su proyecto de vida. Nuestro sistema trata legal, institucional
y culturalmente de manera injusta a las personas: por características, sexo, condiciones de
identidad, espacio territorial o preferencias, por mencionar algunas. Este tipo de desigualdad
perpetúa y fortalece las otras desigualdades: la social, la laboral, la educativa, la económica.
En el país no hay una comprensión profunda del peso y la fuerza de la desigualdad de trato
como base, nutriente y salvaguarda de tantas formas de desigualdad normalizadas. La relación
entre desigualdad económica y desigualdad de trato habría de ser enfrentada mediante estrategias
que conduzcan a asumir en los planes de desarrollo social y económico que la desigualdad de
trato es sustento de la económica y que se deben combatir de manera articulada e integral.
La cohesión social se vulnera y se fractura cuando la sociedad y particularmente la
población más vulnerada es víctima del maltrato y del menosprecio a través de las relaciones
sociales, cara a cara, vía las leyes, las instituciones, los programas públicos, el trato de los
servidores públicos, o de los medios de comunicación. El Estado tiene el reto y la gran tarea de
combatir la desigualdad de trato a la par que la desigualdad económica, la pobreza, las violencias
y el inacceso a los derechos humanos, y combatirlas articuladamente. La igualdad es el horizonte
político de la democracia y es también su contenido sustantivo. No habrá cohesión social, ni
coexistencia social pacífica y plena mientras se hagan distinciones intolerables, injustas y
arbitrarias.
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El proceso de planeación democrática del desarrollo en el país que actualmente se está llevando
a cabo, es el primero que se realiza luego de la importante reforma constitucional en materia de
derechos humanos de 2011. Esta impronta exige responder al enorme reto de incorporar dentro
del diseño del Estado mexicano y de sus funciones las obligaciones que las autoridades públicas
tienen a partir de esta reforma.
Un reto de gran calado es lograr que la reciente reforma constitucional en materia de derechos
humanos y, principalmente del artículo primero constitucional, se operacionalice no sólo en una
efectiva modificación del marco jurídico nacional, y de un sistema de impartición de justicia
garantista de los derechos humanos, políticas públicas y presupuestos que hagan efectivos los
derechos de las personas sin discriminación alguna; además, las estructuras y los diseños
institucionales deben estar acordes con la protección y garantía de los derechos humanos, para los
3 poderes y en los 3 órdenes de gobierno. Esto significa ubicar a los derechos humanos como
obligación, método y proceso. Los derechos humanos deben hacerse método y cultura
institucional en Congresos, tribunales y gobiernos, para garantizar su respeto, protección y
cumplimiento. Son obligación, pero también proceso.
Como hemos visto, los recientes cambios jurídicos implican profundos cambios en el
Estado mexicano, sin embargo persisten omisiones y definiciones legales contrarias a los
derechos a nivel federal y estatal, en códigos, leyes, reglamentos, instituciones, prácticas del
servicio público.
• Diseño institucional y armonización de todo el quehacer público acorde con la reforma
constitucional de derechos humanos: en el ámbito legislativo, de diseño de políticas
públicas y de impartición de justicia.
• Las autoridades debemos generar los mecanismos para que cada derecho reconocido
pueda garantizarse integralmente y exigirse eficazmente. Esto implica la perspectiva
de integralidad e interdependencia de los derechos, lo que hace necesario crear los
mecanismos de articulación interinstitucional del Estado para cumplir con las
obligaciones que el reconocimiento de derechos nos impone.
• Se tiene además el reto de incorporar esta perspectiva dentro del proceso de planeación
misma, que requiere verse reflejada no sólo en el Plan Nacional de Desarrollo, sino
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en los programas sectoriales, los programas especiales, regionales e institucionales.
Los avances sobre derechos humanos que se han registrado de manera aislada y
dispersa, deben integrarse y articularse normativa, presupuestal, programática y
operativamente hablando, dentro de los 3 poderes y los diferentes niveles de gobierno
para conformar una Política de Estado coherente con la reforma constitucional.
• Es necesario que exista un mapa de las obligaciones que los poderes públicos tienen para
garantizar los derechos humanos y con base en ellos realizar las transformaciones
pertinentes para garantizar el cumplimiento de las mismas.
• La configuración de un mecanismo interinstitucional de seguimiento al cumplimiento a
las obligaciones del Estado, deberán ser parte de los trabajos por concretar.
Construcción de una política antidiscriminatoria integrada, coherente, coordinada para combatir
la discriminación en el país.
Hoy nuestro federalismo provoca que los derechos humanos no sean asumidos desde una visión
de Estado. Las obligaciones de derechos humanos ya lo son de todas las instituciones públicas.
Pero no hay política que oriente, compacte y vincule. La política de Estado sobre igualdad y no
discriminación implica el impulso a políticas públicas para su protección, respeto y garantía.
La obligatoriedad de no discriminar compete a todo el Estado mexicano, es un principio
trasversal del quehacer público y un derecho humano en sí mismo, que implica obligaciones para
los poderes del Estado, y en el marco de la Planeación Democrática, para el Gobierno de la
República en particular.
• Los recursos económicos e institucionales invertidos por el país en contra de la
discriminación deben encontrar continuidad ahora a través de una dinámica de
decisiones coherente, integral, entre las instituciones del Ejecutivo, con un
ordenamiento más eficiente de las prioridades y, sobre todo, un curso mejor definido
para la eficacia de las acciones emprendidas por el Estado y la sociedad.
• Las políticas públicas deben reconocer la igualdad y no discriminación como un elemento
central en su diseño, al tiempo que deben seguirse formulando políticas específicas –
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pero coherentes, coordinadas, integrales- para los grupos discriminados y que
requieren de esfuerzos todavía más potentes por parte del Estado para lograr generar
las condiciones de igualdad formal y material que se requieren. Se deben diseñar e
implementar coordinadamente las acciones de nivelación, de inclusión y las acciones
afirmativas necesarias para ello.
Inversión en cambios culturales y educativos de gran alcance, para modificar prácticas
discriminatorias arraigadas desde las relaciones sociales todas y reproducidas por diversas vías.
La lucha contra la discriminación requiere de cambios culturales profundos. En ese sentido, la
suma de esfuerzos con los poderes privados implica que aquellos que son fuente de contenidos
culturales, de entretenimiento, también deben sumarse a la tarea de combatir la discriminación.
Otros actores sociales tendrían que estar involucrados; los medios de comunicación tienen un
papel de singular relevancia para promover una cultura de la inclusión y respeto a los derechos
humanos en la sociedad.
Hay que Impulsar las obligaciones de la ciudadanía. El conjunto de las obligaciones en
derechos humanos son de las instituciones públicas, pero la ciudadanía y todos sus sectores tienen
también obligaciones de respetar derechos, que ya están definidas legalmente. Estas acciones, sin
demeritar las obligaciones del Estado, implican construir una cultura democrática de derechos. La
democracia requiere demócratas, y un sistema de derechos y libertades implica una cultura social
y política diferente, acorde. Las leyes no cambian la cultura, pero sí obligan a impulsar
intencionalmente este cambio, desde cada institución del Estado.
Capacitación y formación profesional para las autoridades de los distintos poderes y ámbitos del
Estado, para los servidores públicos tomadores/as de decisiones.
Interpretación judicial y de servicio público pro-persona. Este principio constitucional supone
tomar decisiones en cada institución pública no sólo con base en atribuciones, o metas, sino a lo
que más beneficie los derechos humanos. Impunidad, corrupción, discriminación deben
disminuir. Deberán profundizar en el conocimiento de los instrumentos internacionales en
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materia de derechos humanos4. Establecer las nuevas reglas y criterios de actuación conforme a
este principio, supone uno de los mayores retos para lograr la igualdad.
Fortalecimiento y multiplicación de la defensa del derecho a la igualdad y la no discriminación.
Uno de los desafíos para el Estado mexicano a partir de la reforma constitucional en materia de
derechos humanos, es fortalecer los mecanismos institucionales de protección y defensa que
permitan una atención integral a las víctimas de discriminación, así como la reparación del daño
frente a violaciones a sus derechos, cometidos por autoridades o particulares.
La defensa del derecho a la igualdad y la no discriminación no sólo atañe al Conapred,
instancias locales para la prevención y erradicación de la discriminación, u organismos públicos
de protección de los derechos humanos, sino a los tres poderes del Estado mexicano y en los tres
órdenes de gobierno, aunado a ello su respeto pleno también atañe a los particulares.
En ese sentido, las personas víctimas de violaciones al derecho a la no discriminación
tendrían que tener una atención y respuesta inmediata e integral al interior de las propias
instituciones, y éstas contar con mecanismos de supervisión adecuadas para evitar la comisión de
violaciones por particulares y personas servidoras públicas.
Para lograr ese objetivo, se precisa que dentro de las políticas y estrategias para prevenir y
eliminar la discriminación se cuenten con protocolos o modelos especialmente diseñados para la
defensa y protección del derecho a la igualdad y la no discriminación y que se brinde
capacitación y sensibilización al respecto.
Conapred, abril de 2013
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Hasta el día de hoy, México es parte de trece tratados internacionales en materia de no discriminación y de diecisiete
tratados internacionales en materia de derechos humanos que contienen disposiciones antidiscriminatorias.
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