estratigrafía cronología cerámica romana

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estratigrafía
cronología
Albintimilium
cerámica romana
De 1938 a 1940, antes que la guerra impusiese a las empresas arqueológicas italianas aquella pausa que en gran parte dura todavía, se había iniciado
una campaña de escavaciones en la zona urbana de la antigua Albintimilium
(Ventimiglia), una de las más ricas de la Liguria, y pos cierto la más fácilmente esplorable, con la posibilidad de alcanzar el descubrimiento gradual
de toda la ciudad romana y de conocerse su topografía y el estado de conservación.
Estas escavaciones, si no han dado lugar a descubrimientos monurnentales de gran importancia, han logrado el feliz resultado de poder alcanzarse
el nivel más antiguo de la ciudad, de época republicana, nivel cerca de tres
metros bajo el piso de la época imperial tardía. Con ello ha sido posible
seguir desde su fundación a sil destrucción la vida de una ciudad romanoligur y de determinar las sucesivas fases edilicias en un punto en el que la
rApida sobreelevación del suelo y la gran densidad de las habitaciones había
cleterminado un entrecruzamiento de muros al principio inextricables.
Nos hallamos en presencia de la antigua área de un cardo y de sil
cruce con iin decumano, que fueron primeramente estrechados, y luego cerrados y transformados en área privada, en siicesivos momentos de la edad
imperial. El frente principal de los edificios, que al principio corría sobre
tina línea retirada bien visible en los fundamentos, fué avanzado a comienzos
del siglo 111, construyendo la nueva cloaca y el desagüe callejero del que
se ven las trazas; más tarde aún, la calle fué cerrada con dos muretes transversales que se ven en el fondo de la fotografía (Iám. I) y el antiguo deczrnzanus se convirtió en un patio privado.
Es precisamente en esta última zona, la del primitivo decun~anzrs,que
liemos podido hallar la clave de la cronología de todas las construcciones
descubiertas. Ella nos ha presentado, de hecho, una sucesión intacta de
estratos terrosos separados netamente por niveles de tierra batida que recordaba en n~uchosaspectos la estratigrafía de un yacimiento prehistórico, y
con mtitodo prehistórico, por consiguiente, hemos querido escavarlo tcniendo
en cuenta todos los pequeños detalles y l~uscancloel fijar la cronología relativa y absoluta de la abundantísima, aunque fragmentada, cerríniica de
todos los siglos romanos que los varios estratos nos han proporcionado.
De ello ha resultado una verdadera tentativa de perfeccionamiento
(le1 mftoclo arqueológico, que sufre, sobrc todo en Italia, (le los dcii~nsi:itlos
monumentos y cosas grandes que poseemos, (lile hacen casi siernprc faltar
el ((respetoal fragmento))y la consideración por 1;is cosas peclueñas, tanto inAs
necesarias para cumplir aquel proceso preliminar y fiindamental (lc totlas
niicstras investigaciones, que es la determinación de la cronología. E n
realidad, en la mayor parte de las escavnciones que se Iian realizatlo 1i:ist;i
ahora, no sólo en Italia, la cerjmica, hilo conductor de 1;i prehistori:i, siielc
transformarse con la edad liistórica en la cenicienta, o, por decirlo mejor,
el lastre de todos los almacenes de los hliiseos, tanto iiilis <lcsciiicl;ida
cii:into mAs fragmentada y estéticamente menos aprecinl,le, a pcsnr dc cliie
quien viva en contacto con el terreno sabe que ella sola, si nuestros conocimientos de la materia fuesen tan avanzados y nuestras comparacioiies tan
cxtensas como desearíamos, estri en condiciones de darnos la feclia nprosiriiacla de catln metro de terreno escavado y (le contribuir incl~iso:i la (1;itaciOii
de los grantles monumentos que fatigan a los mAs.
El ejemplo de los estudiosos renanos, que, gracias a la afortunat1:i coiii1,inación de fechas entre los Anales de Tz'icito y Iris estaciones del liiiies gerinrínico, han poclido ecliar las 1)ases de nuestro conocimiento sobre la evoliición de la tevra sigillatn aretina y sudglilica, ha sido bien rararncntc seguido
en niiestros países latinos. Es un hecho que en toda csc:ivación cn f.1 interior de una ciuciad antigua, el arqueólogo se halla ante una masa (le fragmentos y de vasos más o menos enteros de los que sólo una peqiieíia parte
pueden ser fechados con los actiiales medios de estudio, y que no es raro
terminen entre los desechos como materiales engorrosos c inservil>les. k' ln
causa de ello está únicamente en la falta de aquella rebusca minuciosa, sicteniatica y completa que si hubiera sido hecha en cada escavacióri daría
la respuesta a todos nuestros interrogantes.
Brevemente, nuestro conocimiento actual sobre I r i cronología de la
cerrímica romana subdividida en las varias clases que ortli~iariniiicritt~
sc
prvxntan en toda escavación, puede resumirse como sigiic:
La cerkmica canzpaniensc se clasifica por siglos del rv al I antes de
Cristo, y sólo sus tipos decorados y más antiguos han sido objeto tlc algún
estudio sistem5tico; falta aún la determinación cle los distintos talleres y
la clasificación de las principales formas, falta todo estutlio sohrc sil evoliición, falta toda distinción entre los tipos originales y las varias iiiiitaciones
regionales y locales.
La terra sigillata aretina ha sido metódicamente estudiada sólo en el
campo augusteo de Haltern y en las otras estaciones renanas, pero en Italia,
donde se halla el mayor número de vasos y la base de toda clasificación,
ha sido hasta ahora considerada bajo un aspecto puramente hist óricoartístico, y para los vasos no decorados, que son los más difundidos y de interés
corriente para el arqiieólogo, nos hallamos aún parados, se puede decir, en
la primera rudimentaria tentativa de determinación cronológica y tipológica
hecha por Dragendorf; falta emprender el estudio de cada taller, de su estilo,
de todos aquellos caracteres extrínsecos que tienen valor esencial para la
cronología.
La terra sigillata italica tardía, filiación y lenta degeneración de la
aretina durante todo el siglo I de nuestra Era en competencia con la proclucci6n sudgálica, es aún indefinida, siendo en número insignificante los
ejemplares publicados en relación con la masa que de ella poseen los Museos
italianos, y su conocimiento se limita a las primeras tentativas genéricas
tle clasificación hechas por Comfort y Ohlenroth.
La terra sigillata gálica, que comprende la de la Graufesenque y de los
centros vecinos, y la de la Galia central y oriental, que se le deriva en el
siglo 11 despuds de Cristo, es la única hasta ahora bien conocida y cronológicamente definida gracias a los trabajos de los estudiosos germanos y sobre
todo a la primera sistematización de los sellos y de los tipos figurados que
Iian hecho Oswald y Pryce; pero no obstante, los Indices fundamentales de
estos dos autores poco accesibles y poseídos por un escasísimo número de
l~ibliotecasno son casi nunca utilizados por los estudiosos de los países mediterráneos, de modo que el abundante material que periódicamente aparece
suele ser publicado tan imperfectamente, que incluso es iniitilizable en los
estudios sucesivos. Esto no obstante, los jalones cronológicos por el momento fijados por todo el siglo I de nuestra Era, gracias a la sincronización
tle los datos históricos con las excavaciones del limes renano dan a esta clase
tle cerhmica un precioso valor de guía cronológica en la determinación de
cada yacimiento, con una aproximación que llega hasta el espacio de uno
í~ dos decenios.
Sería gran fortuna poder, no digo igualar tales resultados
para todos los restantes tipos, sino sólo acercárseles de lejos.
La terva sigillata clara ha sido por el que firma, definida y puesta en
evidencia hace pocos años, en un artículo del todo preliminar que comprende
sólo la clasificación de las formas más comunes, como la clase de cerámica
que a partir de la época de Trajano y durante todo el 11 y 111 siglos, se
contrapone en el espacio marítimo del Mediterráneo occidental, a la producción de la Gallia central y oriental que tiene un radio de difusión puramente
continental. Ella es frecuente en sus diversas y sucesivas variedades en todo
yacimiento de la edad imperial y en toda excavación de cierta envergadura.
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Y por cierto, nadie se liabía ocupado nunca de ella, y el estudio tle las tli\.crsas fases de su desarrollo, de sil larga persistencia Iiasta la +oca roiiiana
tardía y paleocristiana, de su división en varios talleres e imitaciones rcgionales, resta a hacer por entero.
La cerúnzica de fiaredes f i n a s , definición bajo la cluc yo coriiprciitlo
toda la procluc(:ión fina, barbotina o no, que acompaña ordinarianientc :i la
terra sigillata en los estratos del alto y medio Imperio, pero sigiie aíin iiria
evolución regional totalmente independiente, resta toda por clasificar en
sus muchas variedades v en su cronología, si bien ya se entrcví. cliie el pcríodo
de su mAxima difusión se limita al siglo I de Cristo, y qiic cn el s i ~ l o11
su decadencia fué rápida y precoz.
Los vasos barnizados y dc zbso comzín, que siielen seguir la cvoliición
de las formas más finas, imitAndolas más o menos libremente, o sc cnl:iz:in
a una tradición indígena cuyos prototipos deben biiscarse a rilenu(lo en la
facies prerromana, han tenido aún peor suerte que la cer~iniica iilAs fina !.
a causa de su difusión circunscrita y local restan regularmcntc pri\~a(losdc
toda determinación cronológica. Lo misrno puede decirse para los gr:iiitles
vasos cerámicos (ánforas, dolia, etc.), cuyos fragmentos constitiiyen e1 lastre
insignificante y monótono de toda excavación de edad romana, 11iientr:is n o
debería ser imposible sistematizar un poco la tipología (detenida para las
ánforas en aquel rudimentario v unilateral trabajo de Dressel en el tonlo S\.
del C.I.L.), y de dar en lo posible, incluso ella, iin significatlo cronolOgico.
No hablo ya de las lucernas, para las cuales nos Iiallainos d<.tcnitlos
a la clasificación de Dressel, mientras estudios parciales, aun de vcilor fiindamental, como el de Loeschke, relativo a Vindonissa, escapan a ineniitlo a la
mayoría de los estudiosos; y no liablo de los restos nietálicos y vítreos cliic
se saldrían del tema propuesto, y para los cuales nos hallamos casi ;iiite
las mismas condiciones.
Hecho este rápido cuadro negativo, vengo a demostrar 1)rcveincntc
cómo las excavaciones estratigráficas realizadas en Ventimiglia lirin pcrmitido ver un poco claro en tal materia, y qué resultados nuevos se Iian podido
alcanzar para la cuestión de la crono1ogí;i. Ello, naturalmente como sirnpl(~
avance preliminar y esquemático, porque la demostración y Iri iliistraciOn
completa queda reservada al volumen qiie está en preparación.
La aforturiada superposición de estratos que está expuesta en el cortc
de l a excavación y que se ha podido leer verdaderamente como un libro
abierto, ha sido fijada excavando el depósito en tres cortes siicesivos y controlando por ello tres veces la exactitud de los resultados a1c:inz:idos. IJc I:i
observación del terreno y de la coniparación de los niaterialcs, sc lia podido
deducir que, salvo para una pequeña porción removida que corresponde al
estrato 111, todos los diversos estratos, una vez formados, permanecieron a
salvo de toda manipulación y perfectamente divididos por lechos de terreno
diiro y coinpacto; condición que debe verificarse sobre todo en las zonas de
c;illes. La conexión de cada estrato con miiros antiguos y con sus funda-
DRAG 17 B
DRAG.17 A
D R A G 16
RITT.
5
RITT. 1
RITT. 9
D~ ~ ~ . 1 5 / 1 7
DRAG 18/51
DRAG.18
0 ~ ~ ~ . 2 2 / 2~3 ~ ~ ~ 2 4DRAG.
/ 2 527
R ITT. 8
HERMET 24
DRAG 3 5 A DRAG.35 0
RITT12A
DRAG 36 A
RITT.12 8
D RAG.36 B
H E R M E T 23
DRAG 18/36
RITT.13
HERMET 2 5
I'riii(.il):ile~fort~insiio (1rcor:itlns (le In nterrn s i y i l l n i : ~sittlg:ílic.:i
~~
inentos Iia permitido fijar la cronología de estos últimos en relación a la
anterioridad, contemporaneidad o posteridad del propio estrato, y de analizar por ello, dentro de ciertos límites, el modo y la época de formación
tlc este último. Las tres fases edilicias fundamentales, reveladas por los
tres desniveles más importantes, son : A ) los primitivos muros en grandes
1,loclues de la ciiiclad republicana mrís antigua, entre los cuales corre un empe-
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S I S O 1,.4\11<0C;1,1.4
drado perfectamente intacto; B) los dos muros a 41 superpuestos Iiacia fines
del siglo 1, con un nivel, cerca de dos metros más alto; C) el muro m i s
tardío, del final del siglo 11 o comienzos del siglo I I I , al que pertenecen
todas las estrilcturas visibles en la parte superficial de la excavación.
Entre estos muros bajo el consabido estrato de izztmz~sremovido por
los modernos ci~ltivosse han reconocido los siguientes niveles:
E1 estrato I, compuesto de tierra negra y carbones con materiales qu<'
conservan restos evidentes de incendio y cerámica gris y decadente de los
últimos tiempos romanos, representa el relleno contemporáneo o posterior
de poco a la destrucción de la ciudad, y llevaba de heclio en la base iin leclio
continiio (le restos de madera carbonizada, indicando un incendio, que por
las circunstancias liistóricas se piiede fecliar en el siglo v.
E1 estrato 11 representa el espacio de tiempo intermedio entre la coiistriicción del muro C y la destrucción de la ciudad, o sea la última fase
la vida de Albintinziliz~wz; y una moneda de guintillo del 284 nos lia dado
iin t4rmino segiiro ante quenz, mientras en el estrato inmediatamente inferior
otra moneda del siglo 11 nos ha dado el término fiost qttr112, perriiitiendo
fijar aprosimadamente en la primera mitad del siglo 111 el nivel qiic separa
las dos monedas, correspondiente a la zanja de fundación del propio iniiro (',
v [le ello se desprende la feclia de su construcción.
El estrato 111 representa el espacio de tieiilpo transciirrido cntrc 1:i
construcción del muro B y la del muro C, y en contacto con cstc último
se presentaha interrumpido por una excavación hecha verosímilmente cn ci
momento en que fueron levantados sus fundamentos conteniendo ccrimic;~
inczclada de los siglos I y 11, que puede proceder en parte del estrato infcrior. La parte intacta del depósito, posterior a la constriicción del muro 11,
estaba dividida en tres subestratos, que muestran la lenta evoliición de 1:i
cerrímica desde fines del siglo I a finales del 11, y la gradual desapariciOn
de la trrra sigillata siidgálica en proveclio de la terra sigillafa claro prcdominante en el ostrato 11.
El estrato I V , todo anterior a la construcción del miiro 13, cs dc iiiiportancia escepcional para establecer su fecha, representa la facirs del siglo I
desputs de Cristo, y la terra sigillata sudgálica lia venido ampliamcntc cn
niicstra ayiida para demostrar que ningún fragmento es posterior a los
anos 80-90 de nuestra Era, de donde se concluye que la construcción del
miiro B pertenece a los últimos decenios del siglo I, así como tainbiCn
la i~iismaépoca todo el complejo de muros que yacen en el mismo riivel.
El estrato v, milagrosamente intacto en la parte más profiiiida de
la fundación del muro B, es de edad neta y exclusivamente aiigustea,
porque contenía cerámica exclusivamente aretina, y ningún fragmento de tcrra
sigillnta sudgíílica, sino que aparecieron dos monedas de Augusto, una con el
nombre del monetario Sex. Nonizcs Quinctilianus, fechable alrededor del
año ro a. de J. C. v otra con el nombre del monetario L. Naevius Sz~rdinzrs,
que acuña hasta el 15 a. J. C. Hemos podido así exactamente circunscribirlo al período que va de alrededor del 20 antes de J. C. al 20 de Cristo,
fecha en la que empezó a difundirse en nuestra región la cerámica sudgi~lica.
El estrato VI adherido al muro A e inmediatamente posterior a la fundación de la ciudad de los tiempos republicanos, representa, en fin, el siglo I
antes de J . C., con total ausencia de terra sigillata de barniz rojo y abundancia de cerámica campaniense de barniz negro. El nivel superior
VI a representa por ello la época cesariana y triunviral hasta los primeros
tiempos del principado de Augusto. Para fechar el nivel inferior cuyos materiales presentan poca diferencia de los del superior, ninguna moneda ni otro
elemento más preciso nos ha podido ayudar, por lo que de momento no se
puede escoger otro más preciso término eost quenz que el go a. de J. C.
basado en la circunstancia histórica general que alrededor de este año las
ciudades ligures recibieron por la lex Pomfieia el derecho latino y que en
tal época ellas debieron reconstruirse en forma romana. El estrato VI a
será por ello de la segunda mitad del siglo r a. J. C., mientras el
VI b será quizá de la primera mitad. Por debajo del empedrado de
los muros de edad republicana no hemos hallado más que un banco de arena
virgen, por lo que parece poderse concluir que en la primera mitad del primer siglo a. de J. C. se levanta la construcción de la nueva ciudad romana
en la llanura.
Entre el esquema estratigráfico y cronológico así fijado, cada n i \ d
nos da la facies general de la cerámica usada en los respectivos períodos,
y cada estrato, con sus fragmentos incluso minúsculos, ofrece como un muestrario cronológico de la cerámica romana, en el cual vienen a encasillarse
todos los más variados tipos que se sucedieron desde alrededor del año IOO
antes (le J. C. al 500 de nuestra Era. Tal encasillamiento, que estamos
ahora ordenando para el Museo de Ventimiglia manteniendo intactas las
proporciones de la estratigrafía original, forma como una piedra de toque
que permite mesurar todo el restante material.
Las observaciones cronológicas más notables y de interés general que
de ello se desprende, son las siguientes:
La ceránzica ibérica, aunque esporádica, no falta en ninguno de los
niveles más antiguos, o sea en el VI o en el v de edad augustea. En la
general incertidumbre que reina aún alrededor de la datación de esta cerámica, resta con ello confirmada su supervivencia hasta la época de
Augusto, y los fragmentos de Ventimiglia, una decena en conjunto, podrán
llevar algún indicio sobre los aspectos más tardíos de sil produccitjn, posterior al IOO antes de J. C.
La cerrimica camfianiense presenta dos variedades fiinclaiiientales (lile
lia sido posible circunscribir nctaniente y distinguirla cle las niiincrosas
imitaciones más o menos decadentes; el tipo A , que debió ser niás antigiio
porque es m i ~ sabundante en el estrato VI b en arcilla roja bien tlcpiirada
y compacta corno en los vasos del siglo 111 y 11 con un barniz de rcflcjos
metrílicos muy brillante y esfumado en rojo en torno a los pies, a irienudo
con círculos m k claros y de color marrón en el fondo interno v est:iinpillas
cle palmetas, y el tipo R, más tardío, porque aparece in i ~ sabundante cn el
estrato VI a , en arcilla más pálida, con iin barniz negro bastante inrís opaco
y homogéneo, y que con las formas del pie con las marcas con 1ctr:is en
relieve dentro de carteles rectangulares, con la tiecoración de estrías sobre
el fondo interno, preludia directamente la terra sigillatn (le llrezzo. No
querría aún afirmarlo ccmo un resultado rnatemAtico, pero retengo cliic cn
relación a este último tipo debe revisarse la cerhmica con barniz negro qiie
en la propia Arezzo precedió a la de barniz rojo, mientras el tipo il sc>ría
aquel de tradición campaniense más antigua que según las investigaciones
aun inéditas de Ruchner se localizaría sil centro de yrodiicción en la isla de
Ischia. A estos tipos debe añadírsele un tercero con barniz negro iiriifornie
y bastante opaco, muy distinto por la pasta grisazulada, varieda(1 qiic fiando
por ahora en la intuición de que los focenses de Massalia revelaron sieiiipre
una particular predilección por los barros grises, querría creer fuera iina
imitación fina de la cerámica producida en Italia, difundida en la zona rnassaliota; y otras cinco o seis variedades r n k de imitaciones locales mrís clccadentes, a través de las cuales se sigue la degradación del barniz 1i:ici:i cl
color pardo y liacia el rojizo. I>e la excavación de Ventimigliri se ~>iicdc,
por tanto, presumir cuál sea toda la gama de la producción de barniz negro
perteneciente al siglo 1, antes de Cristo; corresponde ahora, a otras zonas (lile
posean las fases más antiguas, como, por t.jemplo, a Ampurias, el estal~leccr,
mediante escavaciones estratigráficas análogas, los tipos qiie las prccoc1icrc:n
en los siglos 111 y 11, para fijar aquella evolución de la cerriinica cai-iipaniense sobre la que reina todavía la más completa obscuridad. Estii, por
otra parte, demostrado que la cerámica de barniz negro perdiira Iarg:iincntc
liasta la época de Augusto, viniendo a desembocar en el estrato v con In
apx-ición de la terra sigillata aretina. Se trata de un verdadero camlio <le
moda, de gusto, del negro al rojo, que se manifiesta con cl nacimiento
de Cristo y con el paso de la República al Imperio.
Para la terra sigillata aretina, estudiiíndola en iin nivel por coniplcto
augústeo como en los campos (le Oberaden v de Haltern, Iia sido posihlc
hacer algunas constataciones importantes:
Que tal paso de la moda de la cerámica negra a la roja que desemboca en la invención de la nueva fórmula por parte de los talleres de Arezzo,
es gradual y se manifiesta en las propias imitaciones más decadentes de la
a)
LOESCHKE 7
LOESCHKE 1 B
LOESCHKE 1 A
>
R ITT. 9
~ ~ ~ ~ 2 4 DRAG.27
1 2 5
LOESCHKE 13
DRAG. 5
LOESCHKE 6
DRAG. 7
LOESCHHE 10
DRAG.Z~/~~
,
LOESCHKEIG
DRAG.46
E
3=
D R A G . 17 B
RTTT. 1
D RAG. 21
R ITT.12
1'riiiiil):ilc.~foriii;i.: (ir In aterr;i sigill;itn» nretiiin r ithlicn (le la í.pwa Jiilio-Clniitlin
cerrímica campaniense, las cuales se esfuman siempre más hacia el partlorrojizo y el rojo.
0) Que una primera tentativa fracasada de barniz rojo poco adherente
y opaco se encuentra ya en los dos niveles del siglo I antes de J. C., o sea
en los estratos VI a y VI b, por lo que resulta frágil la teoría sobre la derivación oriental de la nueva fórmula aretina, frente a la posibilidad de un
desarrollo espontáneo efectuado in situ de la cerámica republicana de barniz
negro.
j0
SISO
I,A~~BOGLIA
Para la tcrru sigillata del siglo I de ?zuestra Era, particularmente abundante en los estratos 111 y IV, se ha comprobado que la producci6n siidgálica tiene, a partir de la época tiberioclaudia un absoluto predominio
sobre la tardoit álica, en una proporción de I a 10 y aun más. Para los .i)asos
de ;haredes finas se han puesto en claro tres hechos importantes, :i saber:
Que el mismo cambio del gusto general de la cerrímica cntre la
República y el Imperio revelado por la terra sigillnta, se efectúa también
en estas categorías de cerkmicas de difusión menor, pero igualmente fina
y lujosa : en la época republicana y augústea domina una gran variedad
de tipos difícilmente clasificables a veces, porque se trata de fragmentos
tliminutos, mientras sólo con la época tiberioclaiidia aparecen los tipos más
comunes y más destacados, de barniz amarillo anaranjado o rosado decoradas a la barbotina, con impresiones, con ruedecilla, ctc., con siis características formas globulosas, ovoides o carenadas.
Que la evolución de esta cerrímica procede con un ritmo del todo
independiente de la terra sigillata y sigue una tradición y una técnica que
arranca de prototipos de edad prerromana y adquieren una fisonomía original
y nueva, fruto de la plena romanización en el transcurso del siglo I a. J. C.
Que su decadencia ha sido bastante precoz, porque en el siglo I I y
en el 111, como ya se había revelado en las necrópolis del Tesino y en la
misma de Albintimilium, no se hallan ya de ellas mrís qiic elementos csporádicos .
Un problema esencial que falta aclarar, a propósito de los vasos de
paredes delgadas, es la de su centro, o mejor, de sus centros de protliicción
v de sus respectivos radios de difusión. En la Italia septentrional, por ejemplo, hallamos una neta separación entre la parte marítima de la. Liguria y
el valle del Po, que poseen cada una tipos propios y sólo con raros c aislaclos ejemplos se observa entre ellas intercambios. Una continuidad sc nota,
por el contrario, entre la actual Liguria y la Provenza, que poseen casi todos
los mismos tipos, y en parte también entre la Liguria y España, doncle aparecen, desde Ainpurias hasta la Bbtica, muchos ejemplares salidos de los
mismos talleres, al lado de otros que en Liguria no los vemos representados.
Me parece que por ahora se puede afirmar que la difusión de esta corrín~ica
responde a áreas y corrientes comerciales de radio más limitado que el tiela
terra sigillata con frecuentes variedades e imitaciones regionales, y qiic talcs
corrientes establecen, hasta fines del siglo I de nuestra Era, iina diferencia
'1 ico terrestre
cntre el sector de tráfico marítimo y mecliterr5neo y cl del tr'f'
y continental.
Pero volviendo a la terrn sigillata, la conclusión más importante a
que ha conducido la excavación de Albintinziliz~wzes que al final del siglo I
c-lespués de Cristo, cuando se extinguen los talleres sudgálicos de la Graufesen-
que y los centros de producción, se desplazan hacia Lézoux y hacia el Rin,
la terra sigillata gálica no llega más que esporádicamente a orillas del Mediterráneo, y en su lugar se afirma y se difunde un nuevo tipo de ámbito netainente mediterráneo, el propio que he definido como terra sigilluta claro,
porclue es una variedad y una directa derivación de la sigillata gálica e
itrilica, pero se distingue de ambas por su barniz mucho más pálido, de
color naranja. Parece bastante probable que hasta los tipos más antigucs
de esta cerámica señalada hasta ahora en las penínsulas italiana e ibérica,
en Provenza y en Liguria, pero no en las regiones interiores del Imperio,
fiiese exportada y difundida por vía marítima desde un centro de producción
que resta aún indeterminado. Este no corresponde a ninguno de los centros
famosos de fabricación citados por Plinio (Asti, Pollenzo, Sagunto), y es
ciertamente de origen posterior, porclue los fragmentos de terra sigillata
clara tienen el predominio absoluto, como clase de cerámica fina y de lujo,
en los estratos 111 y 11, es decir, en los siglos 11 y 111 después de Cristo,
v faltan, por el contrario, en el estrato IV anterior al año 100, y se encuentran escasos fragmentos de la sigillata sudgálica más tardía sólo en la por11.
ción del estrato 111, que contiene materiales mezclados de los siglos I
I'iiesto que, como hemos visto, el nivel cronológico entre el estrato 111 y el I V
sr. determina bien alrededor del año 90 después de Cristo, se concluye qiic
precisamente en la época flavia tardía, mientras decaían rápidamente lcs
talleres siidgálicos y adquirían gran auge los de Lézoux, debe fijarse la aparición de este nuevo tipo y su afianzamiento en las regiones mxliterráneas
cn competencia con la producción gálica. Tal observación es confirmada
con la que se puede hacer en la propia necrópolis de Albintinzilium, donde
la terra sigillatu clara aparece precisamente acompañada de lucernas y :L
vidrios fechables entre la fin del siglo I y la mitad del 11.
No sólo, sino a través de la estratigrafía de Albintimiliunz, por cuanto
cn los estratos 11 y 111 sean los menos potentes y más pobres, se ha tenido
la confirmación de una constatación general hecha en otros sectores de la
excavación : que la terra sigillata clara sigue durante dos siglos una línea
evolutiva propia, correspondiente a fases cronológicas que restan aún por
determinar en sus detalles. E n el estrato 111 c, contemporáneo o casi coetáneo
a la construcción del muro B y fechable quizá en los últimos dos decenios
del siglo 1, los fragmentos son todos exclusivamente del género que ha dc
considerarse el más antiguo, caracterizado por un bello barniz anaranjado,
I~o~nogéneo
y brillante, por un pie bajo y delgado peculiar de un taller único
por la decoración con estriados hechos con rueda sobre la carena y el borde
y, en fin, por una serie de formas que dependen directamente ya de modelos
gklicos ya itrilicos. E n los estratos 111 b y a, referibles al siglo 11, este tipo
perdura, decayendo lentamente, pero aparecen al mismo tiempo otros con
S
barniz menos fino y menos consistente, y se afirma cada vez 1ii;ís e1 uso
de dejar sin barnizar el pie e incluso las paredes esternas tlel \-aso. Qiiec-la
claro que nuevos talleres distintos del originario van siirgiendo, con la generalización en tc)d;i 1;i zona mediterrknea de la nueva moda <le cerríiiiica c i t a
color anaranjado o rojo prílido propia de la avanzada edad iinperial. Eii
el estrato aun m i s suprrficial (11) fecliable en el siglo 111 y a principios del 11-,
los nuevos tipos predominan, el barniz mrís opaco y más rojizo 1i:ista casi
formar un todo con el color de la arcilla, v se difunde especialmente I;I
forma de ;inclios platos con 11ortle plano qiie en sil interior llevan iinpresos
decoraciones a ciiadrícula, palnietas, animales estilizados v en algún caso
los símbolos cristianos, motivos que luego pasan todos a la ccrrítnic:i grih
t:irtlorrornana o visigótica. Queda claro, por lo tanto, qiie cn iin ~noniento
dado, qiie debe colocarse a mi parecer en el transcurso del siglo rv,
giist(
por 1;i cerríinic:i de lmrniz rojo claro cesa, y con la barbarización (le los tiempos viene cl auge dc la ceri~micagris con (1ecor:ición cstilizad;~. Estc últinio
fenómeno en la estratigrafía de A l h i n t i u i i l i ~ r ~se
~ l revela n priiiicra \ist:i cii
la profunda diferencia entrc el mriterial del estrato 11 y cl (lcl I toclo
color iiniformernciitc ceniciento v gris ohsciiro, tanto cn la ccrríinic;~con1iín
como en la inAs fina.
Otras niirnerosas observaciones importantes Iia sido posi1,lc Iiaccr por
la tipología y la cronología de los a as os más comunes, cuyo ii~iil~ito
cs iii;ís
lirnitado v (le1 cliie interesa sobre todo la facies regional; esto, eiiipcro, 10
resc.rvo a 1;i publicación completa de la esca\~ición,aiiguriindome qiie olxervaciones paralelas entretanto puedan realizarse ya en Ampiirias ya cii otra
zona arcliicológica de la provincia. X4e parece útil en sii Iiigar concliiir esta
nota pre1iiiiin:ii-, reafirmándome un poco sobre criterios mctí,dicos cliic consitlero necesarios afirmar en coniún, a fin de (lile no se pierda ningiina ocasión.
y el progreso de niiestros estudios arqueológicos se oriente Iiacia un conociiiliento mAs es;icto de las cosas ~ e q ~ r c l i aque
s todas jiintas forman el ciiadro
de nuestra común civilización.
'Tales criterios se orientan a tres diversos aspectos y trcs nioiiicntos
distintos de nuestro trabajo : el m6todo (le cscayación, cl rn6totlo de cstiidio
v (le conservación (le los materiales, y, en fin, el metodo tlc pu1,lic:ición.
Por lo qiie se refiere al mCtodo de excavación, sobre todo nos liciiios
inspirado en Ventimiglia en un criterio general que contrasta cliiizrí con la\
exigencias de la popularidad, pero que es el único científicamente feciindo.
excavar nienos en extensión y agotar en profunditlad el terreno escavado,
analizando los inonunientos conservados en la siiperficie liasta los fiindamentos
v bajo los fundamentos, con el fin de aclarar en lo posible todos los tlctalles
constructivos y las relaciones con los edificios inferiores y con los corrcspondientes niveles del terreno. Hemos por esto, preferido esca17ar iin c.sp:icio
(31
(11b
de 30 x 10, pero de cuatro metros de profundidad, que no explorar una
cstensi6n tres o cuatro veces miyor pero restar en la superficie. Toda escavación estratigráfica ha sido seguida personalmente por el que subscribe o
1'31- persona experta y de confianza, renunciando al viejo sistemz de dejar
semanalmente la excavación en manos de un asistente y buscando de especializar a un obrero inteligente en reconocer, con el sentido innato del terreno
clue posee sobre todo el cainpesino, toda variación y toda peculiaridad del
suelo. Hemos renunciado por completo al traslado individual de los estratos identificados, al uso del pico, y liemos pasado por el tamiz hasta el
último palmo de terreno. Al terminar cada estrato y de cada sector distinto
todo el material recogido era lavado en el propio campo y seleccionado con
riguroso criterio restrictivo, lo que equivale a decir conservando la totalidad
de los fragmentos de cerámica fina, barnizada, y común notables, la casi
totalidad de los fragmentos de los vasos comunes y en particular para los
niveles más antiguos, una parte de los grandes cascotes para poder estudiar por completo la facies de cada estrato y la relación numérica entre
60
SISO
I.AJII:O~;I.I.I
los varios tipos. 'Transportados al laboratorio, los fragmentos i l ~ a ndivididos
para cada estrato según las varias categorías en orden de importancia (sellos
y mcnedas, terva sigillatu, vasos de paredes finas, vasos l)arnizados, vacos comunes, inforas v dolia, vidrios, objetos metálicos y varios), dotado
c a d a uno de una pequeña etiqueta con número progresivo registratlo cri
el diario de excavaciones, frente a frente a la descripción de los tr:il)ajos
de cada jornada y a la relativa documentrición grrífica, y, finalmente, piicstos
en cajas separadas. Esta precaiición ha sido providencial, porcliic (le otro
modo gran parte del material se liabría confundido v sería Iiov iniitilizn1)lc
a causa de los azares de la guerra.
Terminada la excavación, liemos podido de tal modo coiiienzar ordcnadamente su estudio, que aiin continúa. Para cada estrato o sección
de terreno el material viene siijeto a una ulterior seleccií>n, tlespii6s tlc In
observación y anotación completa de la facies (lile catla lino presenta. I,:is
piezas juzgadas significativas, una vez limpias 5, restaiiradas en lo posible
y en lo necesario, vienen dibujadas, en su mayor parte v e11 :iIgúri caso
fotografiadas para la publicación, y finalmentcl preparatios y fijados para
su exposición en tablillas de contraplacado de madera, con o sin 1i16nsiilas
que para el material de mAs estratos superpuestos piiedcn \.cnir or(1cnados
en las vitrinas manteniendo intacta l a disposición de los estratos; c.1 rmto
se reíinc v conserva en cajas apropiadas e ingresa en (11 almac6n.
Finalmente, el tercer grave problema : el de sil piib1ic:íción. Ida verdadera razón por la [lile nuestro conocimiento de la cerAmica de Cpoca rom:ín:i
es tan defectuosa, es que la mayor parte (le los materiales di. csca\.:ición
acaban abandonados en los museos, incliiso mezclados confiisaiiicntc en los
almacenes, sin qiie se haya dado noticia a los estudiosos con la :iinplitutl
y evidencia que es necesaria. Creo que se debe ser, bajo este aspecto, incsorablemente pedante y minucioso si se quiere alcanzar algún resiiltado. Entretanto, empezar con escavar menos y publicar iniis, siendo pcrfectnnicmtc
inútil, escainotear al secreto de la tierra y a las investigaciones dc niicstros
Iiijos, inoniimeritos y ~naterialesque qiietlan mrís o menos cicntíficnnicntc
inutilizables. Yo, por ejemplo, nie Iie propuesto firmemente no rceniprcntler
ni alargar ~nAslas excavaciones de Ventimiglia hasta no 11;iber logratlo p1111licar todo lo realizado de un modo completo, lo (lile significa, a lo menos para
el material que tiene un significado cronológico y estratigrlífico, scr piil~licado,
no va con la detallada descripción de las piezas y con el lricjo sistcnia tlc.
ciar las medic-las y las características exteriores de los ol>jetos segiín tina
terminología que varía incluso de unos a otros autores y d? iinris n otras
regiones ni aun con la fotografía de la mayor parte de los vasos, sino licompañando siempre la descripción con un dibujo y ateni611dose en In tlcscripción a la fórn~iilatipológica más comúnmente establecida e intcrn;icion:~l-
mente adoptada. Esto es necesario sobre todo para la terra sigillata, en
cuyo estudio deben servir de modelo los trabajos sistemáticos de Knorr,
de 0 x 6 y de Oswald. T,n fotografía puede ser útil en determinados casos
como complemento del dibujo -por ejemplo para los vasos aretinos de
factura más rara y artística -, pero para toda la gran cantidad de la producción decorada y no decorada sólo el dibujo, geométricamente perfecto
y realizado con técnica uniforme, puede permitir el estudio de las piezas
y las relaciones necesarias. Este sistema, liecha la escepción de Alemania
e Inglaterra, viene raramente aplicado porclue condición primera a I:L de
saber dibiijar personalmente o de haber adiestrado a iin buen dibujante
es propii,griarlo por todos los medios. El ideal sería, naturalmente, cliie
el C o r l , ~ V~ ( ~ S O Y saliese
U~
del olimpo estetizante en el que ha sido
inspirado v, por lo menos por lo que hace referencia a Italia y a las provincias occidentales del Imperio, adaptase sus métodos de publicación a Iris
exigencias del material, instaurando tal criterio con absoluta uniformidad,
p;ro sería cluiza demasiatlo peclir. Otra iniciativa útil podría ser la pul~licación de iin boletín periódico, aunque fuera en apéndice a alguna de nuestras revistas arqueológicas corno acontece en el Bulletin Efiigrafihiqzre, dedicado a facilitar a los estudiosos todos los desciihrimientos de vasos de cpoc:i
romana en las diversas regiones del Imperio. Y sería aún una necesidad
para la t2rra sigillata el recoger en una obra sistemática todos los vasos firmados paralelizados a toclos los no firmados análogos, haciendo de tal modo
para la terra sigillata siidgálica el viejo, pero siempre fundamental trabajo
<le I<norr sobre los tipos de punzones seguramente poseídos por cada taller
v tomándolo como ejemplo para las restantes categorías.
Totlos estos propósitos pertenecen al futuro v presuponen el retorno
de la verdriclcra paz v normn1id:id en las relaciones científicas internacionales.
Para correspoiider al c0rtí.s tlcsco riiaiiifrsta~lopor colegas españoles, iticluyo cti cl texto (11,
esta corifereiicia, Ieícla (!iiraritc lo.; Ciirsos (Ir Arqueología de Anipurias en septieinhre (le 1047,
una serie tle taldas en las qiic Iie rccogitlo los tipos rniis frecuentes (le los vasos de terva s t g i l l u ! ~ ~
aretina, su(1gfilica y clara, coii la iiiiiiieracióii de !as fornias que creo prcferibie adoptar IXiTa la
deseada uiiificaci¿>n de la teriiiiiiolo~íaititeriiacional en esta materia. I k j o las de !a trvra si'illata
qlílica de los siglos rr y III, ?.a coiiipleta en la Introduction de Oswal(1-I'ryce y que no iritrrcsaii
iuiis que esporii(1icaniente a las regioiies iriediterráneas. Anlílogo trabajo clc clasificacií~iircsta aíiii
cntrrariientc por Iiacer para los tipos (Ic la cerfimica canipariiense.
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