Texto: Mercedes de la Garza Camino Pizote Blanco debía

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Texto: Mercedes de la Garza Camino
Pizote Blanco debía terminar pronto el último dintel
del templo dedicado a Kinich Ahau, el Gran Señor
del Rostro Solar, el dios Sol, que sería inaugurado
por el señor Escudo Jaguar l de Yaxchilán. En el
dintel (hoy identificado como 26) se retrataba a
dicho gobernante en el momento de recibir de su
esposa, la señora Xoc, del linaje de Calakmul, una
cabeza de jaguar, símbolo del gobernante y del
dios solar con el que se identificaba, y el escudo
rectangular que lo señalaba como guerrero. El
grupo de artistas del taller de Pizote Blanco había esculpido los otros dinteles del
templo, todos los cuales llevaban la firma del afamado escultor.
Los arquitectos, entre tanto, aplanaban con estuco los muros de piedra para que los
pintores pudieran empezar su trabajo; adornarían el interior del templo con un
documento colorido de ceremonias religiosas, bajo la mirada de los seres divinos.
Todo debía estar listo para el día 1 Imix 9 Kankin.
Los mayas desarrollaron un extraordinario arte escultórico y pictórico, íntimamente
asociado a la arquitectura de los espacios donde se realizaba el culto religioso y se
concentraban las actividades políticas. Los edificios se construyeron de mampostería
y fueron recubiertos con gruesas capas de estuco o con piedras
pulidas.
Generalmente las construcciones se adaptaban a los puntos
cardinales y a las trayectorias de los astros, y los sitios elegidos
para levantar las ciudades presentaban características
geográficas que para ellos poseían cualidades sagradas. Los
espacios ceremoniales, que por lo común se encontraban en el
centro de las grandes urbes, fueron construidos como
microcosmos que simbolizaban los grandes espacios del
universo: el cielo, la tierra y el inframundo.
Además de la arquitectura y la escultura, destacan su
extraordinaria cerámica pintada y múltiples objetos pequeños,
como joyas de jade, adornos de hueso y concha, obras en
pedernal y madera, y figurillas de barro, entre los cuales se
incluyen notables obras de arte.
Una particularidad del arte maya es la gran variedad de estilos,
que responden a la autonomía política de las ciudades-estado. Así como no hubo
nunca una centralización política, tampoco hubo un arte oficial uniforme, sino una
gran libertad creadora, incluso en una misma ciudad. Sin embargo, hay algunas
peculiaridades, tanto arquitectónicas como escultóricas y temáticas, que permiten
hablar de "arte maya" y que lo diferencian del de los otros pueblos mesoamericanos.
El arte escultórico consiste principalmente en estelas o grandes bloques de piedra
aislados, que se levantan en las plazas, o en paneles o lápidas que se integran a las
construcciones. En el área central este arte se caracteriza por sus formas suaves y
ondulantes, inspiradas en la naturaleza, y por la representación realista o estilizada
de la figura humana, que siempre es vital y expresiva. En el área norte, por el
contrario, en la mayoría de los sitios hallamos formas geométricas diversas, que
simbolizan seres divinos y humanos, animales y vegetales, aunque hay excepciones,
como la extraordinaria y única fachada zoomorfa de Ek Balam, con expresivas y
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dinámicas figuras de "ángeles" realizadas en bulto redondo, que alternan con muy
diversos motivos simbólicos. Los mayas hicieron también múltiples figurillas de barro,
muchas de las cuales son excelentes obras escultóricas, como las de la Isla de
Jaina, situada frente a las costas de Campeche.
En el arte pictórico, que se manifiesta
principalmente en los murales y en la cerámica,
predominan las escenas narrativas y la
decoración simbólica, ejecutadas con técnicas
diversas. Entre los colores que se aplican destaca
el llamado "azul maya", el cual se lograba con
índigo (color de origen vegetal) mezclado con
arcillas, que le daban las distintas tonalidades. El
color azul simbolizó para ellos lo sagrado.
Al representarse a sí mismo en el arte plástico, el hombre maya expresó su concepto
de la belleza, la dignidad y la grandeza del ser humano, al que consideró como el eje
del universo, el sustentador de los dioses y, por ello, el responsable de la existencia
del cosmos íntegro. En numerosas estelas, dinteles y lápidas de las grandes
ciudades clásicas, el hombre se retrató en su condición de gobernante, centro y
cúspide de la comunidad por decreto divino; lo vemos identificado con los dioses,
llevando sus imágenes en los atavíos, en los brazos o en las manos, como en las
estelas de Copán; se muestra en su condición de guerrero y conquistador, portando
sus armas y humillando a los vencidos, como en los relieves de Toniná y en las
pinturas de Bonampak; se presenta en su función de venerador de los dioses,
realizando las ofrendas y cumpliendo con los ritos iniciáticos que lo convertían en un
chamán, así como con los ritos de entrega de su sangre y de su semen, como en las
lápidas del grupo de Las Cruces de Palenque y en los
dinteles de Yaxchilán.
Vemos asimismo a los hombres comunes en los distintos
aspectos de su vida cotidiana, desempeñando diversas
actividades; en su grandeza y en sus miserias, en su
condición mortal, como en la cerámica y en las magníficas
figurillas de barro de la Isla de Jaina. Rostros humanos,
retratos de hombres concretos, alternan con imágenes de
los seres sagrados y con numerosos símbolos en
basamentos de templos y otras construcciones. Y en
todas las imágenes del hombre los mayas lograron gran
expresividad y dinamismo, una extraordinaria vitalidad y
una incomparable belleza, que son más notables en el
arte escultórico del área del río Usumacinta y en
Palenque. Los rostros se esculpen con suave elegancia y
sencillez, expresan espiritualidad, vida interior y armonía
con el mundo; los cuerpos adoptan formas y movimientos
naturales y hay un cuidadoso manejo de las manos y los pies, que también son
altamente expresivos. Por esas cualidades y ese sitio peculiar que la representación
humana tiene tanto en su arte plástico como en su pensamiento religioso expresado
en los mitos, podemos decir que los mayas fueron el pueblo humanista por
excelencia del mundo mesoamericano.
Ejemplo sobresaliente de la idea y la representación del hombre, así como de la
concepción de la dualidad que permea todo el pensamiento maya, son las nobles
cabezas de estuco halladas bajo el sarcófago de Pacal, en Palenque, tal vez retratos
del gobernante y de su esposa, que acompañaron al espíritu del gran señor en su
camino hacia la inmortalidad.
Fuente: Pasajes de la Historia No. 2 Los misterios de Palenque / septiembre 2000
http://www.mexicodesconocido.com.mx/espanol/historia/prehispanica/detalle.cfm?idpag=1252&idsec=1&idsub=1
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