Cooperación misionera

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IMPLICACIONES OPERATIVAS DE LA ANIMACIÓN Y COOPERACIÓN MISIONERA
(Contexto y contenidos de la Instrucción "Cooperatio Missionalis")
J. Esquerda Bifet
Introducción
Se puede constatar una preocupación constante, "in crescendo", por
parte de los Delegados Diocesanos de Misiones. Se trata de una realidad o de
un hecho actual lleno de contenidos y esperanzas misioneras: existen
múltiples servicios misioneros (de animación y de cooperación) y se siente
cada vez más la necesidad de coordinación según los diversos niveles
(diocesano, interdiocesano, nacional, internacional).
Esta preocupación de los Delegados Diocesanos de Misiones aflora
también a nivel nacional en la relación entre diversos servicios: Comisión
Episcopal de Misiones (con su Secretariado), en relación con la Dirección
Nacional de las OMP y con otras instituciones misioneras.1
Por parte del Consejo Nacional de Misiones (como servicio a la
Conferencia Episcopal), del que forman parte los representantes de las
instuticiones
y
servicios
misioneros,
se
siente
la
necesidad
de
clarificación de principios de actuación respecto a la misión "ad gentes",
así como de orientaciones básicas para una mejor formación y coordinación de
la cooperación y de la acción misionera.2
A nivel internacional, la Congregación para la Evangelización de los
Pueblos (CEP), en la que radican las OMP, ha estudiado la relación con las
Conferencias Episcopales y con las diversas iniciativas y servicios
misioneros, publicando la Instrucción "Cooperatio Missionalis" (1998). Vamos
a
reflexionar
sobre
su
contexto
histórico-documental,
trasfondo
y
Entre las preocupaciones apuntadas por los Delegados Diocesanos (en
diversos encuentros), destacan las siguientes: evitar una dicotomía práctica
que perjudicaría a la CEM, a las OMP y a otras instituciones; definir las
tareas propias y armonizar las convocaciones de cada institución; en la
misma delegación diocesana, además de respetar y armonizar todos los
cometidos misioneros, saber deslindar lo que, a nivel nacional, depende de
una o de otra institución. Lo más importate es que no falte la animación y
formación misionera de toda la comunidad (en todos los sectores y
vocaciones), así como la asunción de su responsabilidad misionera en la
cooperación misionera "ad gentes". Cabe no olvidar que se dan situaciones
parecidas en otros campos del quehacer eclesial, especialmente cuando hay
más vitalidad en las ofertas y aportaciones (piénsese en los nuevos
movimientos o nuevas instituciones apostólicas, en relación con la Iglesia
particular y universal).
1
El Motu Proprio "Ecclesiae Sanctae" (Pablo VI, 1966), en el n. 11 del
apartado III (para aplicar el decreto conciliar "Ad Gentes"), indica la
finalidad de este Consejo ("para lograr mayor utilidad y eficacia"),
señalando como miembros a los directores de las OMP y de los Institutos
Misioneros. A partir de 1992 en España son miembros del Consejo: El
Presidente de la CEM, el Director de las OMP, un representante de la OCSHA,
dos responsables de los Departamentos de Misiones de la CONFER, un
representante de los Delegados Diocesanos de Misiones, el Director General
del IEME, el responsable del SCAM, el presidente de la Coordinadora de
Laicos Misioneros. Desde 1998, son también miembros un representante de
Cáritas Nacional y uno de Manos Unidas. El secretario es el Director del
Secretariado de la CEM. La última reunión del Consejo (antes de la presente)
fue en abril de 1998.
2
2
contenidos.3
Mi exposición tiene en cuenta los datos de experiencia, los contenidos
de los documentos, la reflexión teológico-pastoral expuesta en la docencia y
publicaciones, así como la escucha de estas preocupaciones en encuentros a
diversos niveles.
1. Los precedentes históricos de la situación actual
La complejidad de la situación actual, con toda su riqueza de nuevas
aportaciones, puede valorarse con más equilibrio si se tienen en cuenta los
precedentes de una evolución, especialmente en el campo del protagonismo
respecto a la cooperación misionera: OMP, Institutos e Instituciones
misioneras, Iglesia particular misionera, otras iniciativas. Cada tonalidad
tiene el riesgo de querer hacerlo todo y de perder, consecuentemente, su
propio objetivo, dañando, al mismo tiempo, el objetivo peculiar de los
demás. De ahí la necesidad de una coordinación que respete la peculiaridad
de todos y cada uno.
Las Obras Misionales Pontificas
El siglo XIX dio inicio a un despertar misionero que encontraría su
punto culminante en el siglo XX. A comienzos del siglo XIX (1800ss), la
acción misionera directa era muy escasa. Las Obras Misionales Pontificias
fueron el acicate que suscitó un gran fervor misionero, tanto para la
cooperación misionera como para la acción misionera directa. Algunos
Institutos e Instituciones misioneras son fruto de este fervor suscitado por
las OMP. Las encíclicas misioneras del siglo XX y el concilio Vaticano II
hacen hincapié en el servicio prioritario de las OMP para la animación y
cooperación misionera.
Las OMP nacieron en las Iglesias particulares y como iniciativa
privada
que
fue
extendiéndose
rápidamente
por
toda
la
Iglesia.
Posteriormente fueron aprobadas y también consideradas como "Pontificias".
Dependen del Dicasterio misionero y se presentan como colaboración con la
responsabilidad misionera del sucesor de Pedro en Roma, que "preside la
caridad" universal (cfr. San Ignacio de Antioquía, Ad Romanos: PG 5, 685).
La cooperación misionera es, pues, hacia todas las Iglesias y sectores de
primera evangelización, en nombre de la misma Iglesia.
Precedentes del documento: Vaticano II (especialmente de AG: 1965) y
encíclicas anteriores; Instrucción "Quo Aptius" (1969) sobre el mismo tema
de la presente Instrucción; exhortación "Evangelii Nuntiandi" (1975) sobre
las nuevas situaciones de la evangelización; encíclica "Redemptoris Missio"
(1990) que aclara nuevos horizontes, vías, responsables y medios de
cooperación; Plenaria de 1995 y reunión especial de 1996. En estas dos
últimas reuniones (1995 y 1996) se escuchó el parecer de los Presidentes de
las Comisiones Episcopales de Misiones, así como de los Directores
Nacionales de las OMP y de los responsables y representantes de diversas
instituciones misioneras. Recuérdese que la CEP tiene como objetivo
"coordinar por todas partes la obra misional en sí y la cooperación
misionera"(AG 29). Por esto se pide que "promueva las vocaciones y la
espiritualidad misionera, el celo y la oración por las misiones, y difunda
noticias auténticas y convenientes sobre las misiones. Forme y destribuya a
los misioneros según las necesidades más urgentes de las regiones. Haga la
planificación, dicte normas directivas y principios para la evangelización
adaptada y dé impulsos. Estimule y coordine la colecta eficaz de ayudas"
(ibídem).
3
3
Los Estatutos de 1980 las describen como una "institución de la
Iglesia universal y de cada Iglesia particular", puesto que "tienen como
finalidad despertar y profundizar la conciencia misionera del Pueblo de
Dios, informar a éste de la vida y necesidades de la misión universal,
animar a las Iglesias a orar unas por otras, a sostenerse mutuamente
mediante el envío de personal y de ayuda material, suscitando así un
espíritu de solidaridad vivido en vista de la evangelización".4
Entre las características más importantes de las OMP, cabe señalar las
siguientes: universalismo (al servicio de todas las misiones), formación de
la conciencia misionera de toda la comunidad eclesial, cooperación y
animación en vistas a la primera evangelización (que incluye la promoción
integral), carácter episcopal como servicio para despertar la conciencia
misionera de toda la Iglesia particular, proporcionar ayuda con espíritu de
comunión eclesial.5
La "prioridad", de que hablan los documentos pontificios, se concreta
en fomentar la formación misionera de toda la comunidad eclesial, suscitando
la ayuda espiritual, vocacional y material hacia todas las misiones en
general. "Estas obras debe ocupar, con todo el derecho, el primer lugar,
pues son medios para infundir a los católicos, desde la infancia, el sentido
verdaderamente universal y misionero, y para estimular la recogida eficaz de
subsidios en favor de todas las misiones, según las necesidades de cada una"
(AG 38; cf. AG 29; can. 79).6
Suscitar todas las vocaciones misioneras es también el objetivo de las
OMP, según indicación de la encíclica Redemptoris Missio: "Otro objetivo de
las Obras Misionales es suscitar vocaciones ad gentes y de por vida, tanto
en las Iglesias antiguas como en las más jóvenes" (RMi 84).
Cada una de las cuatro Obras se concreta en un objetivo más
específico. La Obra Pontificia de la Propagación de la Fe apunta a la
animación misionera de toda la comunidad eclesial, en vistas a "suscitar
interés por la evangelización universal en todos los sectores del Pueblo de
Dios", promoviendo "la educación, información y sensibilización misioneras"7.
Estatutos de las Obras Misionales Pontificias, cap. I, n. 5 (edición de
1980). Ver el texto francés y latino en: Enchiridion Vaticanum (Bologna, EDB
1991) Sup.1, 745-797. Cf. O. DEGRIJSE, Les nouveaux statuts des Oeuvres
Pontificales Missionnaires: Eglise et Mission 61 (1981) 28-32.
4
La organización, según los Estatutos, puede ser según tres niveles:
universal (un secretario general para cada Obra, dependiendo de la
Congregación para la Evangelización de los Pueblos; el Presidente de todas
las Obras a nivel mundial es el Secretario de la CEP); nacional (un Director
nombrado por el Dicasterio misionero, ayudado de un Consejo nacional);
diocesano (un Director nombrado por el Obispo: cf. can. 791, pár. 2).
5
Ver orientaciones actuales en: Aspetti pastorali delle Pont. Opere
Missionarie. Atti del VIII Congresso Internazionale dei Direttori Nazionali
delle PP.OO.MM. (Roma, 1985); Progetto missione, Progetto educativo per
l'animazione
e
la
cooperazione
missionaria
delle
Pontificie
Opere
Missionarie
(Roma,
1990);
O.
DEGRIJSE,
Les
Oeuvres
Pontificales
Missionnaires et l'évangelisation: Eglise et Mission 4 (1983) 2-14; J.M.
GOIBURU, Animación Misionera (Estella, Verbo Divino 1985), cap.25-31. Ver
algunos estudios de J. CAPMANY (entre 1979 y 1995) en: Las misiones de cara
al siglo XXI (Estella, Verbo Divino, 1996).
6
Estatutos, cap. II, art. II, n.10-11. La Obra de la Propagación de la
Fe se inició en Lyon, en 1822, por un grupo de laicos entre los que
destacaba Paulina Jaricot. La Obra fue recomendada continuamente por los
7
4
Un día señalado de modo especial para esta Obra es el "Domingo Mundial para
las Misiones" (Domund).8
La Obra de San Pedro Apóstol tiene como objetivo "sensibilizar al
pueblo cristiano sobre el problema de la formación del clero local en las
Iglesias misioneras", invitando a "colaborar en la formación de los
candidatos al sacerdocio mediante una ayuda espiritual y material"9. La Obra
Pontificia de la Infancia Misionera (Santa Infancia) "es un servicio de las
Iglesias particulares, que trata de ayudar a los educadores y despertar
progresivamente en los niños una conciencia misionera universal, y a
moverles a compartir la fe y los medios materiales con los niños de las
regiones y de las Iglesias más desprovistas al respecto"10. Se intenta que
los mismos niños sean misioneros de otros niños, compartiendo la fe11. La
Pontificia Unión Misional tiene como objetivo "la formación y la información
misioneras de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas, de los
aspirantes al sacerdocio y a la vida religiosa (vida consagrada), así como
de otras personas empeñadas en el ministerio pastoral de la Iglesia"12.
Queda mucho campo abierto a otras peculiaridades de la animación y
cooperación misionera, que no siempre se explicita en las OMP. En diversas
direcciones nacionales se responsabilizan de algunos sectores sin que sean
fines específicos de una obra concreta: jóvenes ("jóvenes sin fronteras"),
enfermos misioneros, intelectuales... (no queda suficientemente claro a cuál
de las OMP pertenece cada uno de esos sectores). Algunas direcciones
nacionales han sugerido ampliar el número de Obras Misionales, especialmente
cuando se trata de los enfermos misioneros.
El espíritu de las OMP, ya desde el siglo XIX, lleva a fomentar la
peculiaridad de los Institutos Misioneros "ad gentes", la apertura "ad
gentes" de todas las Instituciones (laicales y de vida consagrada), la
puesta en marcha de la Iglesia particular o diócesis misionera. Inspirándose
Papas y por sus encíclicas misioneras. Pío XI, en 1922, centenario de la
fundación, la declaró "Pontificia" como "órgano oficial de la Santa Sede
para recoger las limosnas de los fieles en todo el mundo y repartirlas entre
todas las misiones" (Motu Propio Romanorum Pontificum, 1922).
Esta jornada dio inicio con el rescripto de la Congregacion de Ritos
del 14 de abril de 1926 (con aprobación de Pío XI).
8
Estatutos, cap. II, art. II, n.16. La Obra fue fundada en Caen, en
1889, por Estefanía y Juana Bigard. La Obra fue declarada Pontificia también
por Pío XI en 1922 (Motu Propio Romanorum Pontificum, 1922).
9
Estatutos, cap. II, art. II, n.18. La Obra fue fundada en 1843 por
Forbin Janson, Obispo de Nancy.
10
Pío XI
Misionales.
11
(1922)
la
declaró
Pontificia
junto
con
las
demás
Obras
Estatutos, cap. II, art. II, n.24. Fue fundada en 1916 por el P. Pablo
Manna, misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extramjeras (Italia).
Ver también la aprobación global por el Papa Pío XI en el Motu Proprio
Romanorum Pontificum (1922). Inicialmente era sólo par el Clero (Unión
Misional del Clero). Pío XII (14 de julio de 1949) la extendió a los
religiosos y religiosas. Pablo VI le dedicó la Carta Apostólica Graves et
increscentes (del 5 de septiembre de 1966), en la que precisa la naturaleza,
los ojetivos y los medios, llamándola explícitamente "Obra Misional
Pontificia": AAS 58 (1966) 750-756). Pablo VI la llama "el alma de las otras
Pontificias Obras Misionales" (Graves et increscentes n.21).
12
5
en este espíritu universalista y de comunión eclesial, no es extraño que
algunas obras de cooperación hayan querido emprender un camino específico,
dirigido a llenar unos vacíos (con las diversas iniciativas misioneras que
siguen naciendo en la Iglesia).
Los Institutos Misioneros y la animación-cooperación misionera
Desde el siglo XVII existen Institutos Misioneros "ad gentes", como
son el de Propaganda Fide (Colegio Urbano) y las Misiones Extrajeras de
París. Pero no hay que olvidar que los monjes, las Ordenes Mendicantes y
otras Instituciones como los Jesuitas y agrupaciones clericales, fueron
misioneras desde su nacimiento. Los Institutos Misioneros nacidos en los
siglos XIX y XX, han ido adquiriendo una característica peculiar: la de
intervenir directamente en la animación y cooperación misionera. Es la
lógica que deriva de suscitar las propias vocaciones y las ayudas
correspondientes, tendiendo a formar la conciencia misionera de las
comunidades cristianas en vistas a esta cooperación. De hecho, también han
colaborado en dirección de las OMP.
Habrá que distinguir entre
gentes", y los Institutos o
actividad "ad gentes" (aunque no
tener en cuenta que pueden
consagrada, laicales, etc.
los Institutos Misioneros estrictamente "ad
Instituciones que también desarrollan su
exclusivamente). Al mismo tiempo, habrá que
ser sacerdotales, religiosos o de vida
Si fueron las OMP las que, desde el siglo XIX e inicios del siglo XX
tuvieron casi la exclusiva (no solo la prioridad) en el campo de la
animación y de la cooperación, se puede constatar la inserción cada vez más
intensa en este campo por parte de los Institutos e Instituciones
misioneras. Lo importante es que no se pierda la característica "ad gentes"
de estos Institutos, con una vocación misionera que puede llamarse
específica (cfr. AG 23) y que, al mismo tiempo, no se soslaye la prioridad
de las OMP en el campo de la animación y cooperación misionera general.
La
preocupación
de
la
encíclica
Redemptoris
Missio
es
muy
comprensible: "Que los misioneros y misioneras, que han consagrado toda la
vida para dar testimonio del Resucitado entre las gentes, no se dejen
atemorizar por dudas, incomprensiones, rechazos, persecuciones. Aviven la
gracia de su carisma específico y emprendan de nuevo con valentía su camino,
prefiriendo -con espíritu de fe, obediencia y comunión con los propios
Pastores- los lugares más humildes y difíciles" (RMi 66). Por esto se
reafirma la importancia de los "Institutos" misioneros, como medio
privilegiado para la perseverancia de los misioneros "ad vitam", "no sólo
para la actividad misionera ad gentes, como es su tradición, sino también
para la animación misionera tanto en las Iglesias de antigua cristiandad,
como en las más jóvenes" (RMi 66; cfr. AG 27). La encíclica invita a los
Institutos a suscitar las vocaciones misioneras también en las Iglesias
jóvenes.13
El decreto conciliar Ad Gentes recuerda la necesidad de los Institutos
misioneros (AG 27), mientras, al mismo tiempo, explica el significado de
"Instituciones" misioneras: "Bajo el nombre de 'Institutos' se comprenden
las Ordenes, las Congregaciones, los Institutos y Asociaciones que trabajan
en las misiones" (AG 23, nota 2). "Estos Institutos han soportado, desde
hace muchos siglos, el peso del día y del calor, entregados enteramente o
sólo en parte a la obra misionera... Los Institutos continúan siendo
necesarios" (AG 27). La invitación del decreto Ad Gentes a todos los
Institutos de vida consagrada, para abrirse más a la primera evangelización,
ha sido deteminante (AG 40).
13
6
El despertar misionero de las Iglesias particulares
La toma de conciencia misionera por parte de la Iglesia particular
("diócesis misionera") ha sido un gran bien para el despertar misionero de
todos los estamentos del Pueblo de Dios. En este sentido, la cooperación
para la misión "ad gentes" ya no se considera exclusiva de una asociación o
de un Instituto, sino que debe ser algo que emane de la entraña de toda
vocación y de toda institución cristiana.
Es, pues, lógico, que la Iglesia particular haya ido asumiendo un
protagonismo tanto en la animación y cooperación misionera, como en la
aportación a la acción misionera "ad gentes". Así se puede entender la
necesidad de una Comisión Episcopal de Misiones (en plan interdiocesano o
nacional) y la creación de los secretariados o delegaciones diocesanas de
misiones. El protagonismo de la Iglesia particular significará, no obstante,
el respeto a la peculiaridad de todas las vocaciones (laicales, religiosas,
sacerdotales), así como la salvaguarda de la prioridad de las OMP en la
animación y cooperación misionera, y también de la prioridad de los
Institutos en la acción misionera "ad gentes".14
Al describir la lista de los responsables de misión universal "ad
gentes", la encíclica Redemptoris Missio empieza por los doce Apóstoles y
sucesores, como cabezas de la comunidad eclesial. Todo la comunidad eclesial
en cada una de sus vocaciones, asume esta responsabilidad bajo la guía de
sus pastores. La prioridad recae sobre el Papa y los Obispos: "Así como el
Señor resucitado confirió al Colegio apostólico encabezado por Pedro el
mandato de la misión universal, así esta responsabilidad incumbe al Colegio
episcopal encabezado por el Sucesor de Pedro" (RMi 63; cfr. AG 38; EN 6768).
Esta responsabilidad del episcopado y de cada obispo recae de modo
especial en la Iglesia particular. No basta con "dejar" partir algunas
vocaciones, sino es necesario orientar todo el modo de concebir y de actuar
de la Colegialidad y de cada obispo. En efecto, "todos los Obispos, como
miembros del cuerpo episcopal, sucesor del Colegio de los Apóstoles, están
consagrados no sólo para una diócesis, sino para la salvación de todo el
mundo" (AG 38). "El cuidado de anunciar el Evangelio en todo el mundo pertenece al cuerpo de los pastores, ya que a todos ellos en común dio Cristo el
mandato imponiéndoles un oficio común" (LG 23; cf. LG 18).15
En España y en otras naciones, se ha organizado el servicio de ayuda
al exterior por parte de los sacerdotes diocesanos, llamados también "fidei
donum". Además del Instituto que procura relacionarse directamente con el
despertar misionero de las diócesies (IEME), se dispone de la OCSHA,
especialmente para el servicio a América Latina. AA.VV, OCSHA 50 aniversario
(Madrid, Secretariado Comisión Episcopal Misiones, 1999); La OCSHA, un
servicio del clero secular español a la comunión evangelizadora entre España
y América, Madrid (Conf.Epis. Esp. 1987); A. GARRIGOS, Evangelización de
América, historia de la OCSHA (Madrid, BAC 1992). Sobre el IEME, la OCSHA y
la diócesis misionera en España: AA.VV., Misión ad gentes y clero diocesano
español: Misiones Extranjeras, n.150 (1985). En otras naciones, además de
Institutos Misioneros (religiosos y de vida apostólica), existen obras
parecidas, instituidas por el Episcopado: COPAL (Bélgica), CEPAL (Francia),
CEIAL (Italia), CECAL (Canadá), NCCB-LAB (Estados Unidos), etc.
14
Cf. CD 6; EN 68; can 782. Redemptoris Missio llama a tomar conciencia
de esta responsabilidad: "Mis hermanos son directamente responsables conmigo
de la evangelización del mundo, ya sea como miembros del Colegio Episcopal,
ya sea como pastores de las Iglesias particulares" (RMi 63).
15
7
Es, pues, obvio el paso de esta responsabilidad misionera al caso de
las Conferencias Episcopales, como concretización de la Colegialidad en un
conjunto de Iglesias particulares (de una nación o Estado). "La misma
responsabilidad se refleja, en diversa medida, en las Conferencias
Episcopales y en sus organismos a nivel continental, que por ello tiene que
ofrecer su propia contribución a la causa misionera" (RMi 63). La Comisión
Episcopal de Misiones recibe el encargo de concretar esta responsabilidad.16
Los documentos magisteriales, conciliares y postconciliares, subrayan
la responsabilidad misionera de la Iglesia particular17. La encíclica
Redemptoris Missio subraya la prioridad de la responsabilidad misionera por
parte de las Iglesias particulares, con su Obispo y su Presbiterio (RMi 6164, 67-68), siempre en colaboración y bajo la dirección del sucesor de
Pedro.
Si es verdad que "los Doce son los primeros agentes de la misión
universal" (RMi 61), la consecuencia a que se llega es obvia: "Lo que se
hizo al principio del cristianismo para la misión universal, también sigue
siendo válido y urgente hoy. La Iglesia es misionera por su propia
naturaleza, ya que el mandato de Cristo no es algo contingente y externo,
sino que alcanza al corazón mismo de la Iglesia. Por esto, toda la Iglesia y
cada Iglesia es enviada a las gentes" (RMi 62). Por eso, "en ese vínculo
esencial de comunión entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares
se desarrolla la auténtica y plena condición misionera" (ibídem). Cada
obispo, como cabeza de su Iglesia particular y como miembro del Colegio
Episcopal,
asume,
ayudado
por
toda
la
comunidad
eclesial,
esta
responsabilidad respecto a la misión universal: "Mis hermanos son
directamente responsables conmigo de la evangelización del mundo, ya sea
como miembros del Colegio Episcopal, ya sea como pastores de las Iglesias
particulares" (RMi 63; citando LG 23 y AG 38). La calidad de la
evangelización en la Iglesia particular, dependerá de la asunción efectiva
de la responsabilidad misionera universal.
La responsabilidad misionera queda, pues, asumida también por toda la
comunidad eclesial local, presidida por su Presbiterio, cuya cabeza es el
obispo (RMi 63; AG 30). Las diversas instituciones diocesanas tiene su parte
en esta responsabilidad misionera de toda la diócesis.18
La Comisión Episcopal para las Misiones fue pedida por el Vaticano II
(AG 38) y por Pablo VI en "Ecclesiae Sanctae", III, art. 9. Al describir la
realidad de gracia de las Conferencias Episcopales, hay que recordar tanto
la comunión-misión eclesial como de la consagración episcopal. Las normas
del Derecho indican el modo práctico de obrar, sin olvidar las exigencias
que derivan de la misión y de la consagración. Cf can. 782, 2; 447ss; LG 2627; AG 38. A nivel práctico, le atañe el campo de la formación y atención de
los sacerdotes "fidei donum" (también los de la OCSHA), así ocmo las
experiencias de ayuda entre Iglesias hermanas. Su animación misionera tiende
a hacer misionera a la Iglesia particular.
16
17
Cf. AG 19-22, 29, 38; EN 62; RMi 61-64, 85.
"La Iglesia universal se encarna de hecho en las Iglesias
particulares" (EN 62). La realidad de la Iglesia universal, esencialmente
misionera, debe darse analógicamente en la Iglesia particular. "La diócesis
es una porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la
apaciente con la cooperación del presbiterio, de forma que unida a su pastor
y reunida por él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía,
constituye una Iglesia particular, en la que verdaderamente está y obra la
Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica" (CD 11; can.
369). La Iglesia particular es, dentro de la comunión con su Sucesor de
18
8
La terminología "diócesis misionera" está aceptada y fundamentada:
"Toda la diócesis se haga misionera" (AG 38), puesto que "toda Iglesia
particular debe abrirse generosamente a las necesidades de los demás" (RMi
64). Las mismas Iglesia jóvenes y las que se encuentran si situación
precaria, no pueden olvidar esta responsabilidad universal; es más, la
aportación en este campo misionero será una pista segura de crecimiento y de
implantación de la Iglesia (cfr. RMi 62 y 91; cfr. AG 6 y 20).19
La responsabilidad del Obispo, en el marco de la Conferencia Episcopal
(y de la Comisión Episcopal de Misiones), se concreta también en la
animación y cooperación misionera: "Suscitando, promoviendo y dirigiendo el
Obispo la obra misional en su diócesis, con la que forma una sola cosa, hace
presente y como visible el espíritu y el celo misional del Pueblo de Dios,
de suerte que toda la diócesis se hace misionera" (AG 38).
Otras iniciativas y servicios.
Significado de la animación y cooperación misionera
Como puede observarse, existe una "prioridad" peculiar para cada uno
de los servicios de animación y de cooperación: OMP, Institutos Misioneros,
Conferencia Episcopal (Comisión Episcopal de Misiones). Todo ello se refleja
en el servicio del Delegado Diocesano de Misiones. Pero el itinerario
evolutivo que hemos descrito, no ha terminado, sino que se desarrolla con
nuevas iniciativas e instituciones, que no se pueden soslayar ni tampoco
absorber.
Durante todo el decurso del siglo XX, llamado siglo de las misiones,
han ido surgiendo (y siguen surgiendo en el siglo XXI) aportaciones que
quieren responder a necesidades nuevas o también olvidadas. El campo de la
misión "ad gentes" (además de la pastoral ordinaria y de la nueva
evangelización) se ha ido abriendo a sectores geográficos, sociológicos y
culturales. Es ahí donde las nuevas iniciativas y servicios encuentran su
campo específico. Ya no se trata sólo de instituciones (laicales, religiosas
y sacerdotales) que se abren a la misión universal, sino que se trata
también de servicios específicos que derivan hacia la juventud, la familia,
los campos ilimitados de la caridad, las necesidades inmediatas y urgentes
debidas a la pobreza y a las injusticias, la migración en todos sus
aspectos, los medios de comunicación social, las culturas antiguas y la
cultura emergente, la globalización de todos los aspectos de la vida...
No resulta fácil coordinar todas estas iniciativas, sin herir su
peculiaridad e incluso su autonomía. Todos intentan llegar a situaciones y
sectores especiales. Los nuevos movimientos y los nuevos grupos apostólicos
están abiertos a la misión universal y necesitan conseguir ayudas de
Pedro
y
con
todos
los
demás
obispos,
la
concretización,
presencialización, la "encarnación" y la imagen de la Iglesia universal.
la
La encíclica Redemptoris Missio (n.64) alude al ejemplo de América
Latina, y cita el texto de la IIIª Conferencia Episcopal Latinoamericana
reunida en Puebla (1979) (cfr. Puebla 368). También el documento de Santo
Domingo insiste en esta responsabilidad por parte de cada Iglesia
particular: cap. I (la nueva evangelización), n. 125. "Como la Iglesia
particular debe representar lo mejor que pueda a la Iglesia universal,
conozca muy bien que ha sido enviada también a aquellos que no creen en
Cristo y que viven en el mismo territorio, para servirles de orientación
hacia Cristo con el testimonio de la vida de cada uno de los fieles y de
toda la comunidad" (AG 20; can. 781; RMi 64).
19
9
cooperación. El "voluntariado", con todas sus posibilidades, es un campo
siempre abierto.
Surgen, pues, continuamente iniciativas nuevas en el campo de la
animación y de la cooperación, a modo de movimiento en espiral siempre
abierto a nuevas posibilidades. El Consejo Nacional de Misiones intenta que
todos sean representados. La Comisión Episcopal de Misiones y los Delegados
Diocesanos (incluyendo la dirección de las OMP) tienen un campo enorme de
coordinación. Será importante, por parte de esta coordinación, asegurar el
significado de la "animación" y de la "cooperación" misionera "ad gentes".
No se puede olvidar que cualquier servicio de "animación" y
"cooperación" misionera requiere una actitud de renovación personal y
comunitaria: "Es necesaria una radical conversión de la mentalidad para
hacerse misioneros, y esto vale tanto para las personas, como para las
comunidades" (RMi 49). "Animación" significa capacitar a la comunidad para
realizar los servicios de "cooperación" misionera. "Tal cooperación se
fundamenta y se vive, ante todo, mediante la unión personal con Cristo; sólo
si se está unido a él, como el sarmiento a la vid (cfr. Jn 15,5), se pueden
producir buenos frutos. La santidad de vida permite a cada cristiano ser
fecundo en la misión de la Iglesia" (RMi 77).
En las encíclicas misioneras anteriores al concilio Vaticano II,
"cooperación" significa la ayuda que presta la comunidad eclesial a la
misión "ad gentes": oraciones, sacrificios, vocaciones, limosnas... La
palabra "animación" es propiamente postconciliar y significa motivar la
comunidad para conseguir esas ayudas. La "animación" (comunicar vida y
espíritu) equivale a la acción pastoral dirigida a hacer misionera a la
comunidad eclesial. Las dos palabras son, pues, complementarias y, en cierto
sentido, equivalentes en lo esencial.20
La "cooperación" presupone la "animación" y la formación misionera de
la comunidad. No basta con prestar ayudas, sino que es necesario el
compromiso personal y comunitario para la misión: "Hay que reconocer la
validez de las diversas formas de actividad misionera; pero, al mismo
tiempo, es necesario reafirmar la prioridad de la donación total y perpetua
a la obra de las misiones, especialmente en los Institutos y congregaciones
misioneras, masculinas y femeninas. La promoción de estas vocaciones es el
corazón de la cooperación" (RMi 79).
Los medios de cooperación suelen concretarse en los siguientes:
oración, sacrificio, ofrecimiento del dolor ("los enfermos se hacen también
misioneros": RMi 78), vocaciones, ayuda económica, formación misionera,
atención a la movilidad humana para conocer los campos misioneros,
prestación de servicios de caridad en todos los niveles, etc.
Para realizar la "animación", hay que llegar a la infancia y juventud,
los enfermos, la familia, los centros de formación, las instituciones
apostólicas laicales, religiosas y sacerdotales. Se intenta que toda
vocación cristiana y todo sector eclesial se oriente hacia la misión.
La terminología del decreto "Ad Gentes" del concilio Vaticano II es
algo diversa. El capítulo VI del decreto conciliar ("la cooperación")
recuerda el deber misionero de todo el Pueblo de Dios y, de modo especial,
de los obispos, sacerdotes, Institutos de perfección y laicado. Este tema
equivale propiamente a los "responsables" de la misión "ad gentes" que, en
la encíclica "Redemptoris Missio", queda expuesto en el capítuoo VI ("los
responsables y agentes de la pastoral misionera").
20
10
2. Los contenidos de la Instrucción "Cooperatio Missionalis"
Los contenidos de la Instrucción "Cooperatio Missionalis" corresponden
a la realidad que acabamos de resumir. Será fácil hacer referencia a los
datos anteriores para comprender las afirmaciones de la Instrucción.
Preámbulo: Corresponsabilidad prioritaria del Romano Pontífice, de la
Congregación para la Evangelización de los Pueblos, del Colegio Episcopal y
de cada obispo con su Iglesia particular en el campo misionero. Se describe
el camino seguido para lograr el texto de la presente Instrucción de 1996
(AG, de 1965; "Quo Aptius"; de 1969; nuevo Código de Derecho Canónico;
"Redemptoris Missio, de 1990; Congregación Plenario, de 1995)21. El esquema
que se va a seguir en la Instrucción: principios doctrinales, coordinar la
cooperación (CEP, Conferencias Episcopales, OMP), nuevas iniciativas de
cooperación.
Principios doctrinales:
1.- La misión "ad gentes", tiene dimensión trinitaria, cristológica,
pneumatológica y eclesiológica. La "missio Dei" es la "missio Ecclesiae"; es
misión que está todavía en sus comienzos y que es exigida por la humanidad
redimida.22
2.- Cooperación: deber de todos. Se indica el significado de la
"cooperación" como fruto de la "animación" (como hemos visto anteriormente).
también se enumeran los medios concretos (oración, sacrificio, vocaciones,
trabajo, ayuda...). Hay que tender a la animación y cooperación de toda la
comunidad eclesial, "formando una conciencia y una mentalidad misionera
orientada ad gentes", para un intercambio de bienes entre las Iglesias. "Tal
cooperación se fundamenta y se vive, ante todo, mediante la unión personal
con Cristo". Y aunque hay que tender a coordinar todas las iniciativas, "no
se impida a nadie realizar este intercambio de caridad eclesial y de
dinamismo misionero".23
3.- Organismos de cooperación: CEP en nombre del Santo Padre; Comisiones de
Misiones de las Conferencias Episcopales (y cada obispo en el ámbito local);
otros organismos relacionados con ambos estamentos: "Institutos de vida
consagrada,
sociedades
de
vida
apostólica,
asociaciones
laicales,
movimientos cristianos, grupos de voluntariado, etc.". Hay que tener en
cuenta los "estatutos propios" de cada institución, así como el modo de
utilizar "medios y métodos particulares con estructuras y organización
autónoma".24
Disposiciones prácticas:
Función de las OMP
Ver la nota 3 del presente estudio. Un estudio autorizado sobre su
trasfondo: S.E.R. CH. SCHLECH (Presidente de las OMP), Alcuni "background
remarks" concernenti l'Istruzione Cooperatio Missionali (Roma 1999).
21
Hay que relacionar los contenidos doctrinales de AG I, EN I-III, RMi
I-IV). "Redemptoris Missio" señala nuevos "horizontes" y nuevos "areópagos"
de la misión.
22
Se podría hacer un estudio comparativo con los contenidos de
cooperación según AG II-VI, EN IV-VI, RMi V-VI.
23
24
AG VI y RMi VII ofrecen algunas pistas de coordinación.
la
11
4.- Cuatro OMP, "con su papel primario y propio". Medios específicos de
animación y cooperación, que implican a sacerdotes, personas consagradas y
laicos (ver las cuatro OMP citadas anteriormente).
5.- Carácter prioritario (cfr. AG
iniciativas que surgen por impulso
los cristianos". Las OMP "tienen
espíritu misionero universal en el
las OMP, 1980.
38). Pero la CEP "estimula todas las
del Espíritu Santo y la generosidad de
en común el objetivo de promover el
Pueblo de Dios". Estatutos renovados de
6.- Dependencia de la CEP y de las Conferencias Episcopales, según los
Estatutos. "Ordenada programación... para alcanzar el único objetivo común".
Las OMP tienen "una justa autonomía".
7.- Director nacional. Nombrado por la CEP, previa presentación por parte de
Conferencia Episcopal y a través de Representación Pontificia (Nunciatura).
8-9.- Cometidos del Director nacional y diocesano (distribución de ayuda
para todas las misiones, en nombre de quien preside la caridad universal).
"Es oportuno que en cada diócesis, ordinariamente, el Obispo confíe a la
misma persona las tareas de Delegado Episcopal para la misión y de Director
Diocesano de las OMP". "Las OMP sean verdaderamente, también en las
diócesis, el instrumento privilegiado de animación y cooperación misionera".
Estructuras de las Conferencias Episcopales
10-11.- Se señala el cometido de la Comisión Episcopal (AG 38): "Incrementar
la evangelización ad gentes, la animación y la cooperación misionera en sus
varias formas, y mantener relaciones con la Congregación para la
Evangelización de los Pueblos y con la Conferencia Episcopal" (AG 38). En el
n.11 se detallan algunas iniciativas para la educación misionera del clero,
ayuda a los Institutos Misioneros, promoción de las OMP, orientación de las
ofertas, concretar la aportación económica de cada diócesis, coordinación
las
iniciativas
de
cooperación,
suscitar
la
colaboración
entre
Instituciones, suscitar la vocación misionera "ad vitam", etc. (ver la nota
16).
12.- Consejo Nacional de Misiones: se concreta su naturaleza, estructura,
miembros, funcionamiento... (ver lo dicho más arriba en la nota 2).
Coordinación de los organismos de cooperación
Conferencia Episcopal y OMP
13.- Directivas: acentuar la misión "ad gentes"; integrar los programas de
las OMP en la pastoral general; función de las OMP como "instrumento oficial
de la Iglesia universal"; encauzar bien los donativos; proporcionar "apoyo
efectivo" al Director Nacional de las OMP por parte de la Comisión Episcopal
("servicio integrado", no en oposición con el de otros responsables),
asistencia a encuentros por parte de todos, información mutua.
14.Relación entre las OMP y la Comisión Episcopal de Misiones. "Una
estructura precisa que regule las relaciones... no se puede determinar a
priori y de modo único para todas las naciones". Eventual asociación del
Director de las OMP como Secretario de la Comisión Episcopal de Misiones.
Otras posibilidades con tal que "no se creen confusiones entre las varias
responsabilidades".
Relaciones entre la CEP y las Conferencias Episcopales
15.
Sugerencias
para
potenciar
las
relaciones:
visitas
"ad
limina",
12
encuentros, información, intercambio de experiencias...
Formas especiales y nuevas de cooperación
16-17.- Envío de personal: criterios. 18.- Hermanamiento, no limitando la
acción a un solo objetivo. 19.- Situaciones actuales: turismo, visitas a
países, exigencias de estudio y trabajo, migraciones... 20.- Intercambio de
dones (sentido de la cooperación)
21.- Conclusión: La misión "ad gentes" continúa sin interrupción.
Experiencia positiva en los últimos años sobre aspectos prácticos para
coordinar la cooperación.
3. Pistas de solución para los Delegados Diocesanos de Misiones:
Por medio de una densa actividad de cooperación y animación misionera,
los Delegados Diocesanos (que ordinariamente asumen la dirección de las OMP)
tienden a hacer misionera a toda la comunidad eclesial, según las diversas
vocaciones (laicales, de vida consagrada y sacerdotales) y los diversos
servicios (proféticos, litúrgicos, diaconales). Hay que señalar principios,
ofrecer motivaciones y, especialmente indicar los caminos para hacer
efectivamente misionera a toda comunidad eclesial.
Tomar conciencia de esta realidad misionera y llevarla a la práctica,
supone un proceso de crecimiento apostólico armónico, "ad intra" y "ad
extra", por parte de toda la comunidad, con todos sus componentes,
ministerios y carismas. Es un proceso misionero que debe ser normal en toda
acción pastoral. Toda comunidad eclesial se ha de sentir "enviada a quienes
no creen en Cristo", realizando esta misión especialmente "con el testimonio
de la vida de cada fiel y de toda la comunidad" (AG 20; can. 781).
Las estructuras y servicios diocesanos (o de la comunidad particular)
serán viables y eficaces en la medida en que se abran a la única misión que
Cristo confió a su Iglesia: la de evangelizar a todos los pueblos. Por esto,
la pastoral misionera "ad gentes" debe impregnar todos los servicios de
organización,
administración
y
dirección:
la
curia
pastoral
y
administrativa, las parroquias y arciprestazgos, el consejo pastoral
(diocesano y parroquial), el consejo presbiteral.
La apertura "ad gentes" de estos servicios pastorales, respetando el
principio de subsidiariedad de personas y pequeñas comunidades o grupos,
tiene las siguientes características: universalismo geográfico, sociológico,
cultural; colaboración en la primera evangelización o implantación de la
Iglesia; ayuda a Iglesias hermanas más necesitadas. La apertura misionera es
una dinámica de comunión eclesial, de seguimiento de Cristo (perfección) y
de misión o disponibilidad para la evangelización de los más pobres,
especialmente de quienes no han recibido todavía la fe cristiana.
Toda animación misionera tiende a despertar la conciencia y mentalidad
misionera por medio de una adecuada formación doctrinal (AG 29, 36-39; RMi
83); suscitar la cooperación espiritual concretada responsablemente en la
oración, el sacrificio, el ofrecimiento sacrificial el propio trabajo (AG
36; RMi 78); promover las vocaciones misioneras, especialmente las de una
dedicación de por vida ala misión "ad gentes" (AG 23, 27; RMi 32, 65-66,
79); preparar e incentivar una justa distribución de los efectivos
apostólicos (LG 23; CD 6; RMi 68); contribuir económicamente a las necesidad
de las comunidades más necesitadas, especialmente por medio de las Obras
Misionales Pontificias (LG 38).25
25
La legislación indica especialmente cuatro puntos de actuación: "En
13
Uno de los "fines específicos" de la animación consiste en "informar y
formar al Pueblo de Dios" (RMi 83). De modo especial, esta formación
misionera deberá impartirse a los responsables y animadores de la comunidad.
"A esta formación están llamados los sacerdotes y sus colaboradores, los
educadores y profesores, los teólogos, particularmente los que enseñan en
los Seminarios y en los centros para laicos" (ibídem). La formación
teológica general tiene que orientarse hacia la misión universalista: "La
enseñanza teológica no puede ni debe prescindir de la misión universal de la
Iglesia, del ecumenismo, del estudio de las grandes religiones y de la
misionología" (RMi 83). Las comunidades apostólicas y el mismo personal
apostólico tienen necesidad de una formación misionera especializada para
poder responder a los desafíos del mundo de hoy (cfr. RMi 2).
Siguiendo las pautas de AG, EN y RMi, los niveles o áreas de formación
podrían resumirse en lo siguientes: doctrinal (naturaleza de la misión),
pastoral (acción misionera), espiritual (disponibilidad misionera y el
estilo misionero que deriva de cada vocación).
Es también necesario formar para aprender a cooperar, dando y
recibiendo. No se trata de proteccionismo, paternalismo o neocolonialismo,
sino de compartir con las hermanos los bienes recibidos de Dios y, de modo
especial, la fe en Jesucristo. En realidad, "hay mayor felicidad en dar que
en recibir" (Hech 20,35). De ahí deriva la tendencia a dar hasta "desde
nuestra pobreza" (Puebla n. 368; cfr. Lc 21,4). "La Iglesia misionera da lo
que recibe... La generosidad en el dar debe estar siempre iluminada
e
inspirada por la fe: entonces sí que hay más alegría en dar que en recibir"
(RMi 81).
Hay que "comprobar el espíritu con que se da; las misiones no piden
solamente ayuda, sino compartir el anuncio y la caridad para con los pobres"
(RMi 81). Cuando se da con este espíritu, se recibe mucho más. Todos pueden
y deben dar y recibir. "En virtud de la catolicidad, cada una de las partes
colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la
Iglesia" (LG 13). "Cooperar con las misiones quiere decir no sólo dar, sino
también saber recibir: todas las Iglesias particulares, jóvenes o antiguas,
están llamadas a dar y a recibir en favor de la misión universal, y ninguna
deberá encerrarse en sí misma" (RMi 85; cfr. EN 64). Dar con este espíritu
de compartir, no es humillar, sino vivir el misterio de la comunión
eclesial. Y el recibir no se hace atrofiante, puesto que se potencia para
ser Iglesia comunión.26
todas las diócesis, para promover la cooperación misional: 1º) foméntense
vocaciones misioneras; 2º) destínese un sacerdote a promover eficazmente
iniciativas en favor de las misiones, especialmente las Obras Misionales
Pontificias; 3º) celébrese el día anual en favor de las misiones; 4º)
páguese cada año una cuota proporcionada para las misiones, que se remitirá
a la Santa Sede" (can. 791).
Hay que ir motivando: por qué hay que dar, a quiénes hay que dar (a
todos sin discriminación y especialmente a los que no pueden pedir), cómo
hay que dar (compartiendo lo que es de todos), qué hay que dar, para qué hay
que dar. "No se puede dar una imagen reductiva de la actividad misionera,
como si fuera principalmente ayuda a los pobres, contribución a la
liberación de los oprimidos, promoción del desarrollo, defensa de los
derechos humanos. La Iglesia misionera está comprometida también en estos
frentes, pero su cometido primario es otro... Los pobres tienen hambre de
Dios, y no sólo de pan y libertad; la actividad misionera ante todo ha de
testimoniar y anunciar la salvación en Cristo, fundando las Iglesia locales
que son luego instrumento de liberación en todos los sentidos" (RMi 83).
26
14
Respecto a la multiplicidad de servicios de cooperación y animación
misionera, hay que recordar que casi siempre han surgido por iniciativa
privada, bajo la acción de algún carisma peculiar, reconocido por la
Iglesia. Esta diversidad es debida a los campos diversificados de la ayuda
misionera: escuelas, hospitales, pobreza material, catequesis, centros de
formación, publicaciones, evangelización directa, renovación del personal
apostólico, voluntariado... Muchos de estos servicios son cubiertos hoy
también por instituciones no directamente misioneras e incluso no
explícitamente religiosas. Ello es señal de vitalidad y, al mismo tiempo,
indica una necesidad de coordinación.
La coordinación por parte de la Jerarquía eclesiástica o de las
instituciones creadas por ella (como es la Delegación Diocesana de
Misiones), respeta el principio de subsidiariedad y, por tanto, fomenta la
iniciativa privada. En realidad, son animadores natos del espíritu misionero
los padres, educadores, sacerdotes, religiosos, formadores en Seminarios,
responsables de las instituciones apostólicas. Pero habrá que recordar que
se necesitan personas vocacionadas (y no simples empleados) para seguir
moviendo con eficacia estos servicios misioneros.27
Quienes trabajan en campo de la animación y cooperación misionera
deben
saber
presentar
las
situaciones
"ad
gentes"
(información,
estadísticas, experiencias, publicaciones) y, al mismo tiempo, exponer los
fundamentos teológicos de la misión, en vistas a suscitar mentalidad y
disponibilidad misionera sin fronteras. Tantos los individuos como las
instituciones (asociaciones, movimientos, etc.), salvando la identidad de su
propio carisma, deben insertarse en la pastoral de conjunto de la Iglesia
particular.
Ahí entra la acción de garantía y de coordinación por parte de las
Instituciones creadas por la Jerarquía, asumiendo la alta dirección y la
primera responsabilidad, y respetando la peculiaridad y la autonomía de
todos los servicios. "Para la orientación y coordinación de la actividad
misionera a nivel nacional y regional, son de gran importancia las
Conferencias Episcopales y sus diversas agrupaciones" (RMi 76).
Ante esta diversidad y multiplicidad de servicios de animación y
cooperación. habrá que salvar la peculiaridad de objetivos según lo que
podríamos llamar "carisma fundacional". Al mismo tiempo, se necesita
coordinar esfuerzos para no marginar la labor de los demás. Ordinariamente,
cuando los objetivos y medios están bien definidos, la coordinación es
factible.28
A nivel práctico, habrá que tener en cuenta tres servicios principales
de cooperación y animación: las Obras Misionales Pontificias, los Institutos
o Instituciones misioneras y la Diócesis misionera. Hay que distinguir entre
En el decreto conciliar Ad Gentes se armoniza la iniciativa privada
con la acción de la Jerarquía: "Aunque el Espíritu Santo suscita de muchas
maneras el espíritu misionero en la Iglesia de Dios, y no pocas veces se
anticipa a la acción de quienes gobiernan la vida de la Iglesia, con todo,
también este Dicasterio, en cuanto le corresponde, promueva la vocación y la
espiritualidad misionera, el celo y la oración por las msiones, y difunda
noticias auténticas y convenientes sobre las misiones" (AG 29).
27
Muchas dificultades se originan no tanto por las instituciones, cuanto
por el "personalismo" de algunos responsables y cooperadores. Ningún
servicio o institución puede arrogarse la exclusividad apostólica de la
animación.
28
15
la acción pastoral animadora
coordinación entre ellos.29
de
cada
uno
de
estos
servicios
y
la
Para evitar confusión de cometidos y marginación de carismas, cada
servicio de animación y de cooperación se realizará según la identidad del
propio carisma misionero, respetando el campo específico de los demás,
insertándose en la programación de la pastoral de conjunto de la Iglesia
particular, siguiendo las indicaciones del propio obispo, de la Conferencia
Episcopal y del Dicasterio misionero. Para evitar malentendidos, todo
servicio de animación misionera debe buscar principalmente que la Iglesia
particular y cada una de sus vocaciones y ministerios, recupere su dimensión
misionera.
Cualquier experiencia de coordinación habrá de basarse en la comunión.
"Los responsables y los agentes de la pastoral misionera deben sentirse
unidos en la comunión que caracteriza al Cuerpo Místico... En esta comunión
está el fundamento de la fecundidad de la misión" (RMi 75).
El Dicasterio Misionero tiene el cometido de "dirigir y coordinar en
todo el mundo la misma obra de la evangelización de los pueblos y la
cooperación misionera" (Pastor Bonus 85; AG 29). "Es de su competencia el
que forme y distribuya a los misioneros según las necesidades más urgentes
de las regiones..., haga la planificación, dicte normas, directrices y
principios para la adecuada evangelización y dé impulsos... tiene la
autoridad necesaria para programar y dirigir la actividad y la cooperación
misionera a nivel universal. La misma Congregación, que cuenta con una larga
y gloriosa experiencia está llamada a desempeñar un papel de primera
importancia a nivel de reflexión, de programas operativos, de los cuales
tiene necesidad la Iglesia para orientarse más decididamente hacia la misión
en sus diversas formas" (RMi 75; cf. AG 29; Pastor Bonus 86).30
Las Conferencias Episcopales (y la Comisión Episcopal de Misiones)
tienen su propio campo de acción, siempre en colaboración con el Dicasterio
Misionero. Se coordina la actividad misionera a nivel nacional o regional,
especialmente respecto a "los asuntos más graves y los problemas más
urgentes, pero sin descuidar las diferencias locales, así como el problema
de la inculturación" (RMi 76; cfr. AG 31 e 38). Los responsables de los
organismos misioneros, y de modo especial las Conferencias de Superiores
mayores, coordinan "esfuerzos e iniciativas... en contacto con las
Conferencias Episcopales, según las indicaciones y normas establecidas" (RMi
76; cfr. AG 32-33).31
Las Obras Misionales Pontificias se centran en su objetivo específico
de animación misionera (formación e información) de toda la comunidad
eclesial, para que ayude (oración, sacrificio, limosna, vocaciones) a todas
las misiones. Los Institutos o Instituciones misioneras realizan la
animación que corresponde a sus propias misiones, buscando las ayudas
necesarias y, de modo especial, las vocaciones específicas. Los servicios
misioneros de la diócesis (o de las Conferencias Episcopales) tienden a
cubrir un campo específico, como es el envío del personal propio (sacerdotes
"fidei donum", OCSHA, laicos voluntarios, etc.) y la ayuda entre Iglesias
hermanas. El Delegado Diocesano de Misiones asume la tarea de coordinar
todos estos servicios, en dependencia, según los casos, de la Comisión
Episcopal o de la Dirección Nacional de las OMP.
29
La Const. Apost. Pastor Bonus, art. 86-88, puntualiza también "los
estudios de investigación teológica, la espiritualidad y la pastoral
misionera" (art. 86), "la espiritualidad misionera" (art. 87), las
"vocaciones misioneras" (art. 88). Ver supra, nota 3.
30
31
Ver
Ecclesiae
sanctae,
II,
43:
AAS
58
(1966)
782.
La
encíclica
16
Puntos de estudio y cuestionario para los Delegados
- Para suscitar, discernir y respetar todas las iniciativas, habrá que obrar
con estilo o espiritualidad misionera de comunión y disponibilidad universal
(¿Cómo detectar y suscitar la misión "ad gentes" en toda iniciativa de
cooperación misionera?)
- Se necesita delimitar objetivos: animación y cooperación general (OMP),
iniciativas de la Iglesia particular misionera, animación y cooperación
según carismas particulares (Institutos), acción misionera directa, apertura
de todas las instituciones eclesiales a la misión "ad gentes", servicios
nuevos... (¿Cómo coordinar todas las iniciativas sin que se pierda ningún
objetivo peculiar: OMP, Diócesis misionera, Institutos, etc.?)
- A nivel diocesano, el Delegado diocesano dirige algunos sectores
(distinguiendo el objetivo de cada uno), coordina y anima todos los demás
(¿Cómo planificar la acción del Delegado diocesano respecto a las diversas
formas de cooperación y animación misionera?)
- A nivel nacional, en el marco de la Conferencia, existe la Comisión
Episcopal y su Secretariado, el Director de las OMP, otras direcciones y
secretariados o servicios (¿En qué grado podría caber la simultaneidad de
varios cargos nacionales en una misma persona, con colaboradores específicos
para cada sector?)
- A nivel de criterios fundamentales y líneas básicas de actuación, se
necesita la opinión del Consejo Nacional de Misiones en relación con la
Conferencia Episcopal (para aclarar la naturaleza de la misión "ad gentes",
detectar los nuevos horizontes, armonizar diversas posibilidades de
cooperación...). "Las OMP tengan su propio Consejo Nacional, conforme a los
propios Estatutos" (¿Cómo hacer llegar la formación misionera a todos los
sectores y hacerles participar en la misión "ad gentes"? ¿Qué sectores de
representatividad faltan actualmente en el Consejo Nacional de Misiones?).
4. Líneas de reflexión sobre el Consejo Misionero Nacional de Misiones
El Consejo Misionero Nacional puede y debe aportar indicaciones
básicas para lograr la animación y cooperación misionera en plena
coordinación de cometidos peculiares y en la perspectiva de la misión "ad
gentes". Pueden verse sus contenidos en "Ecclesiae Sanctae" III, 11 y en
"Cooperatio Missionalis" 12.32
Constitución: "La Conferencia Episcopal constituya un «Consejo Misionero
Nacional», del que se sirva para programar, dirigir y revisar las
Redemptoris Missio indica "encuentros y formas de colaboración entre las
diferentes instituciones misioneras, ya sea para la formación y estudio, ya
sea para la acción apostólica que hay que desarrollar" (RMi 76). Ver:
Ecclesiae sanctae, III, 22: AAS 58 (1986) 787. Las normas fundamentales de
acción misionera corresponden a los Pastores; pero hay que dejar margen a la
responsabilidad, iniciativa y generosidad de las instituciones y personas,
siguiendo el principio de subsidiariedad. La Comisión Episcopal de Misiones
tiende, en sus iniciativas de animación y cooperación misionera, a que la
Iglesia particular como tal asuma su responsabilidad misionera (envío,
formación, asistencia de misioneros; ayuda entre Iglesias hermanas, etc.).
32
Ver supra, la nota 2.
17
principales actividades de cooperación a nivel nacional" (CM 11).
Objetivo: "Conseguir mayor unidad y eficacia operativa en la animación y
cooperación y evitar competencias y repeticiones" (CM 12). "Corresponderá al
Consejo Macional de Misiones decidir sobre qué temas sea conveniente una
deliberación amplia a nivel nacional" (Normativa aprobada "ad experimentum"
para España, el 21/5/1992).
Miembros: Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones (dirige el
Consejo), Director Nacional de las OMP, Secretarios Nacionales de las Obras,
algunos sacerdotes diocesanos escogidos por la Comisión Episcopal, delegados
de los Institutos Misioneros y de vida consagrada (y sociedades de vida
apostólica), representantes de Superiores Mayores, delegados de asociaciones
laicales, etc. (Parece que entre estos representantes deberían estar quienes
actúan en sectores formativos como son los Seminarios y Universidades).
Cuestiones de estudio para ser propuestas luego a la Conferencia Episcopal:
Se pueden clasificar por estas líneas básicos: cuestiones doctrinales
fundamentales, acción pastoral "ad gentes", coordinación de los servicios de
animación y cooperación, formación misionera:
- Aclaración de criterios fundamentales sobre la misión "ad gentes": temas
de RMi I-III ("salvación", Cristo único Salvador, "Reino", las "semillas del
Verbo" y los "valores del Reino"...)
- Los nuevos horizontes de la misión: criterios a seguir en la relación
entre acción pastoral ordinaria, nueva evangelización, misión "ad gentes".
Nuevos horizontes de la misión "ad gentes": geográficos, sociológicos
(pobreza, justicia, migración, juventud...), culturales (RMi IV).
- Criterios para armonizar las diversas iniciativas de cooperación
animación (RMi V-VII): vías y agentes y expresiones de cooperación.
y
- Líneas de actuación para hacer llegar la formación misionera a todos los
sectores y conseguir la corresponsabilidad misionera efectiva de todos
ellos.
El Consejo podría reflexionar sobre estas preguntas:
¿Qué cuestiones
misionero?
doctrinales
y
prácticas
necesitan
un
discernimiento
¿Cómo hacer llegar la formación misionera a todos los sectores y hacerles
participar en la misión universal "ad gentes"?
¿Cómo hacer que toda cooperación sea verdaderamente misionera?
¿Qué sectores de representatividad faltan en el Consejo Nacional?.
Para una orientación más aquilatada sobre eventuales temas que podría
tratar el Consejo, cabría un estudio comparativo sobre los contenidos de los
tres documentos misioneros, "Ad Gentes", "Evangelii Nuntiandi", "Redemptoris
Missio":
AD GENTES:
I
Principios doctrinales (1-9)
II
La obra misionera
comunidad.
(10-18):
Testimonio,
predicación,
formación,
18
III
IV
Iglesias particulares (19-22)
Los misioneros (23-27)
V
VI
La organización de la actividad misionera (28-34)
La cooperación (35-41)
EVANGELII NUNTIANDI:
I
II
III
De Cristo evangelizador, a la Iglesia evangelizadora (1-17)
Qué significa evangelizar (17-24)
El contenido de la evangelización (25-39)
IV
Los caminos de la evangelización (40-48): Testimonio, predicación,
catequesis, mass media, liturgia, piedad popular.
Los destinatarios de la evangelización (49-58)
Los agentes de la evangelización (59-73): Papa, Obispos, sacerdotes,
religiosos, laicos, familia, jóvenes.
El Espíritu de la evangelización (74-82): Fidelidad al Espíritu,
autenticidad, unidad, verdad, celo apostólico, María.
V
VI
VII
REDEMPTORIS MISSIO:
I
II
III
Jesucristo único Salvador (1-11)
El Reino de Dios (12-20)
El Espíritu Santo protagonista de la misión (21-30)
IV
Los inmensos horizontes de la misión Ad Gentes (31-40): situaciones,
ámbitos, libertad humana, pobres.
V
Los caminos de la misión (41-60): testimonio, primer anuncio,
conversión
y
bautismo,
formación
de
las
Iglesias
locales
y
comunidades, inculturación, diálogo, promoción,desarrollo, caridad.
Responsables y agentes de la pastoral misionera(61-76): Jerarquía,
misioneros,
sacerdotes
diocesanos,
vida
consagrada,
laicos,
catequistas, Congregación.
VI
VII
VIII
La cooperación a la actividad misionera (77-86): oración, sacrificio,
vocaciones, limosnas, nuevas formas, animación y formación misionera
del Pueblo de Dios, OMP.
La espiritualidad misionera (87-92): Fidelidad al Espíritu, comunión
íntima con Cristo, amar a la Iglesia y celo apostólico como Jesús,
santidad. Cenáculo con María.
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