Vestido de André Courrèges, ca. 1970

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JUNIO
Vestido de André
Courrèges, ca. 1970
Por: Juan Gutiérrez
Sala: Alta Costura
Domingos: 12:30 h.
Duración: 30 min.
Asistencia libre y gratuita
Texto
Juan Gutiérrez es licenciado en Historia del Arte
por la Universidad de Santiago de Compostela.
Forma parte del cuerpo técnico del Museo del
Traje. CIPE desde 2007, dentro del Departamento
de Colecciones, donde está a cargo de los fondos
de Moda Contemporánea.
Coordinación
Mª José Pacheco
Maquetación
Amparo García
** Todas las imágnes de este folleto corresponden a piezas de
la colección del Museo del Traje CIPE, son imágenes de dominio público o están liberadas bajo licencias libres.
NIPO: 030-15-008- 9
VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970
“Perdóneme, pero la minifalda es una mala
forma de ver la cuestión”1, A. Courrèges.
los años 60. Sus formas puras de colores límpidos y su visión funcional del vestir le han
valido la comparación con Le Corbusier. Y, al
igual que el arquitecto definió en gran parte la
evolución de las ciudades contemporáneas,
Courrèges amplió las nociones de elegancia y
sofisticación al llevar al mundo de la moda el
“menos es más” de la escuela moderna.
Cuando se habla de la moda de los años 60,
suelen venir a colación la minifalda y el debate sobre quién fue su introductor, si la inglesa
Mary Quant o el francés André Courrèges.
Ambos participaron en su popularización
desde distintos frentes, haciéndose eco de
una tendencia que ya circulaba entre muchas
mujeres jóvenes. En líneas generales, a Quant
corresponde el mérito de haberla convertido
en la prenda más representativa de la revolución juvenil londinense desde su boutique
Bazaar, punto de encuentro ineludible para
los pioneros del nuevo modo de vida (y de
consumo). Ella comercializó las primeras minifaldas de diseño y concibió la combinación
con panties de colores y zapato plano que
haría furor durante los años siguientes. Courrèges, por su parte, consagró la prenda ante
un público diferente a través de la alta costura
parisina, pero sobre todo la incorporó a una
propuesta de enorme calado, tanto en lo funcional como en lo estético, cuya trascendencia llega a nuestros días.
Pucci, Gernreich, Courrèges: la vitrina Novedades del Museo del Traje
En la década de 1970, momento en el que
Courrèges diseñó el vestido que protagoniza
este Modelo del Mes, la fiebre por la estética
de la modernidad y la fe ciega en el progreso
tecnológico comenzaban a diluirse. La llegada a la luna en 1969 marcó el apogeo de la
carrera espacial, que a partir de entonces fue
perdiendo su halo épico. Tras la retransmisión
televisada del alunizaje, la conquista del espacio pasó a un segundo plano frente a cuestiones más terrenas, como la llamada crisis del
petróleo o la amenaza creciente de un conflicto nuclear que ponía en riesgo a la humanidad
y al propio planeta.
La obra de André Courrèges (Pau, 1923)
marcó en gran medida las líneas que definieron el estilo de la modernidad. Precisamente
la creación de un estilo, “la síntesis técnica,
funcional y estética de una época”, y no de
una moda, fue su gran conquista, según él
mismo ha declarado en repetidas ocasiones.
Courrèges diseñó todo un modo de vida para
la clase burguesa que crecía y quería mantener el pulso del desarrollismo imparable de
No es casualidad, por tanto, que algunos de
los diseñadores que mejor habían interpretado los cambios sociales tras la II Guerra
Mundial tuvieran problemas para incorporar
sus programas creativos al nuevo contexto,
dominado en materia de gusto por un cierto
rechazo hacia lo ostentoso y por la expansión
del sentimiento nostálgico que dio al traste
con las propuestas utopistas.
Junto al vestido de Courrèges, se exponen en
la vitrina Novedades dos modelos firmados
por Emilio Pucci y Rudi Gernreich, a quienes
ya hemos dedicado sendos números de esta
serie. Los tres forman una interesante terna
1
LEMOINE-LUCCIONI, Eugènie: El vestido.
Ensayo psicoanalítico. Entrevista a André Courrèges,
Engloba ed., Valencia, 2003. Salvo que se indique lo
contrario, las citas sucesivas de Courrèges proceden
de la misma fuente.
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MODELO DEL MES DE JUNIO
Vitrina Novedades. De izquierda a derecha, modelos de Gernreich, Courrèges y Pucci. Museo del Traje, Madrid.
de creadores con marcado espíritu visionario.
Ellos fueron los mejores representantes de
una moda funcional que persiguió a mediados
del siglo pasado romper definitivamente con
el encorsetamiento femenino y con la idea del
modista como simple artesano que produce
una belleza efímera. Desde distintas perspectivas, desde Francia, Italia y Estados Unidos,
aunque inmersos ya en el proceso de globalización, los tres desarrollaron una obra tan
coherente como revolucionaria, firmemente
asentada en la reflexión sobre el cuerpo femenino y su proceso de emancipación. Siguiendo en esencia la senda abierta por Chanel,
Courrèges, Pucci y Gernreich ahondaron en
la brecha para proponer una nueva feminidad
que se manifestaba en sus atrevidos estilos y,
sobre todo, en la movilidad, en la concepción
dinámica del cuerpo como signo inequívoco
de la modernidad.
El hijo del mayordomo en la corte de Balenciaga
El padre de Courrèges era mayordomo en
casa de una familia pudiente de Pau, al pie
de los Pirineos. Su empleo le obligaba a mantener una apariencia cuidada y los descartes
del guardarropa de esta familia iban a parar a
casa de los Courrèges, donde transmitió a su
hijo el gusto por la confección impecable que
caracterizaría el trabajo del diseñador. Con los
años, el joven Courrèges mostraría predilección por los estudios artísticos, pero terminaría por graduarse en ingeniería civil.
Son los años de la II Guerra Mundial y Courrèges participa como piloto aéreo, cometido
que también cumplía Emilio Pucci, aunque en
el bando contrario. Finalizado el conflicto, coquetea con la práctica de la ingeniería y hace
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VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970
Así pues, con un préstamo del mismo Balenciaga, que años después rechazaría cobrar,
establece su propia casa en el 48 de la avenida Kléber, en París, por supuesto, con solo
dos costureras y su esposa como equipo. Se
dieron cinco años para alcanzar el éxito, pero
su propuesta fue aceptada rápidamente. El
matrimonio gozaba de buenas relaciones y
los diseños de Courrèges fueron apreciados
de inmediato por personajes célebres como
Gianni y Marella Agnelli. En Italia, de hecho,
las líneas que trabajaba el diseñador eran entendidas a la perfección por su sintonía con
los planteamientos que estaban desarrollando, entre otras, la industria automovilística,
con la FIAT de los Agnelli al frente.
deporte asiduamente: juega al rugby y practica atletismo y escalada de montaña2. Entonces decide marcharse a París y tomar clases
en la prestigiosa Escuela de la Chambre Syndicale de la Couture, donde toma contacto
con el mundo de la moda. Su primer trabajo
será en la empresa de diseño textil Jeanne
Lafaurie, con la que pasaría solo unos meses
de 1950, porque al poco tiempo es admitido
en la casa Balenciaga.
Más de diez años con Balenciaga serían la
mejor escuela para Courrèges, aunque es
famosa la boutade del francés en una entrevista en 1965, según la cual los cinco primeros años aprendió una cosa cada día, pero
los cinco siguientes se aburrió. En cualquier
caso, tuvo la oportunidad de aprender y desarrollar las técnicas del mejor de su época,
lo que explica en buena medida la absoluta
depuración de su estética. En la casa Balenciaga llega a ser primer asistente (puesto en
el que le sucedería otro que se sumaría a la
corriente futurista con su propia firma, Emmanuel Ungaro) y ahí conoce a la que sería su
esposa, Coqueline Barrière. Así describía Barrière, figura fundamental en la vida personal
y profesional de Courrèges, los motivos de la
salida de ambos en 1961 para crear su propia
empresa: “André y yo teníamos la necesidad
de distanciarnos de la influencia de nuestro
mentor, Balenciaga. El objetivo fue continuar
su filosofía y su razonamiento, pero adaptarlo
a algo que pudiera ser accesible para la nueva y joven generación”3.
2
Al igual que Pucci, que era, entre otras cosas,
un esquiador consumado: ambos reflexionaron de primera mano sobre las carencias de la ropa tradicional
para el desarrollo de la actividad física moderna.
3
Entrevista en The New York Times Magazine,
19 de octubre de 2001.
Cazadora de vinilo de estilo automovilístico,
de André Courrèges, años 70.
Colección Museo del Traje, Madrid.
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MODELO DEL MES DE JUNIO
no tenían ligaduras con el pasado”, ha dicho
Courrèges. Ideó el vestuario de esa mujer en
construcción y la enmarcó en sus fábulas futuristas. Sintetizó las técnicas de corte y confección de Balenciaga y reformuló sus volúmenes (el trapecio del baby doll, los cilindros
de sus sastres) para componer un estilo nuevo en el que, como sucede con las obras de
Balenciaga, las prendas parecen levitar sobre
el cuerpo en una arquitectura que se “habita” más que vestirse. Así, el movimiento bajo
el tejido es libre y la piel transpira con facilidad con independencia del material utilizado.
Y así, el diseño gana cierta autonomía como
creación artística por derecho propio, camino
este que culminaría por esos años otro seguidor de Balenciaga, el también vasco Paco
Rabanne.
The Lord of the Space Ladies
En 1961, Kennedy es proclamado presidente de los Estados Unidos a sus 43 años, el
ruso Yuri Gagarin se convierte en el primer ser
humano que viaja al espacio y en Francia se
inaugura el aeropuerto París-Orly, anunciado
a bombo y platillo como uno de los más modernos del mundo. Ese año tuvo lugar también la primera actuación de los Beatles en su
Liverpool natal y Audrey Hepburn alcanzó su
máxima popularidad con su papel en Desayuno con Diamantes, película que la convertiría
en el icono de moda que sigue siendo en la
actualidad. Pasar de Marilyn Monroe a Audrey
Hepburn fue pasar de la curva a la recta, de
la belleza al estilo, de la sensualidad a la inocencia, de una mujer objetualizada a una que
está construyendo su identidad.
Al tiempo, para subrayar la alianza con la modernidad, el trabajo de Courrèges se fue llenando de guiños a la tecnología aeroespacial:
“Esas mujeres tenían el coraje de ponerse
esos vestidos que les iban muy bien, porque
Gafas de André Courrèges, 1965. Colección Museo del Traje, Madrid.
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VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970
el blanco nuclear y los plateados hicieron que
los cronistas hablaran de la llegada de la Space Age, la Era Espacial, y que el diseñador recibiera sobrenombres como el que titula este
epígrafe.
nuevos materiales como el vinilo o el PVC,
monocromías impactantes (con preferencia
por el blanco puro), soluciones tomadas de
los trajes de astronauta como gruesas cremalleras de plástico, las famosas botas planas,
tejidos experimentales… Sus colecciones
abrazaban los descubrimientos del presente
para generar esa impresión de futuro utópico
que aún hoy mantiene su vigencia.
Al año siguiente, presentó su primera colección oficial de alta costura e introdujo la minifalda en el escaparate más selecto de la moda
mundial. El diseñador no se salvó de las críticas, muchas llegadas desde el propio mundo
de la moda. Uno de los ataques más virulentos procedió de la mismísima Chanel, que había regresado de su retiro a finales de los 50
para contraponer sus funcionales sastres de
tweed al glamour hiperestético del New look.
Chanel acusaba a Courrèges de diseñar vestidos que restaban sensualidad y que serían
más apropiados para niñas de tres años que
para resaltar la elegancia de una mujer adulta.
El diseñador, consciente de que estaba respondiendo a una demanda de la sociedad,
El apogeo llegó con la colección para la primavera de 1964, Fille de lune: minivestidos
y trajes pantalón con tejidos gruesos con los
que estructuraba la silueta sin oprimirla, con
total dominancia de la línea recta; muchos
vestidos presentaban corte bajo el pecho y
estaban pensados para ser llevados sin sujetador, lo que demuestra el afán de Courrèges
por liberar el cuerpo femenino de ataduras.
Combinados con botas planas, gafas de protección y cascos tomados del equipamiento
usado por los astronautas, las formas rígidas,
Botas de André Courrèges, 1965. Colección Museo del Traje, Madrid.
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MODELO DEL MES DE JUNIO
respondía que sus prendas rejuvenecían a las
señoras sin necesidad de bisturí. “He querido
dar una silueta joven, moderna, para empezar
a liberar a la mujer de corsés en el pecho, en
la cintura, en las caderas, etc. He querido que
la mujer de una cierta edad pueda también
sentirse joven porque se trataba de un vestido con una arquitectura que podía convenir
tanto a una joven de dieciocho años, morfológicamente hecha de una cierta manera, como
a una mujer de cuarenta años”.
La democratización del estilo
“Las cosas no han vuelto a ser lo mismo desde que Courrèges tuvo su explosión”, afirmaba Yves Saint Laurent en 1966. En los años
60 la moda estaba redefiniendo sus líneas de
actuación. De repente la juventud se convirtió en un valor capital, literalmente un valor de
mercado. Diseñadores como Courrèges trasladaron el nuevo ideal al mundo adulto con su
interpretación de las necesidades indumentarias. Y con lo joven vino la aceptación de lo
novedoso, de lo cambiante, la ruptura con el
pasado que parece definir a la modernidad.
Y por encima de todo resultó victorioso el
confort, una aspiración propia de la sociedad
del bienestar en la que la moda ofrece su versión más democrática. “Discúlpeme, le había
tomado por un encargado de gasolinera”, le
espetó Pier Balmain a Courrèges en una fiesta en el mismo 1966. El diseñador vestía un
look casual que en el siglo XXI ya ha invadido
casi todos los ámbitos. Aunque a Chanel no
le gustara, la propuesta de Courrèges representaba el espíritu que iba a prevalecer en la
moda futura: el estilo se imponía a los dictados de la forma tradicional.
Esto llegó a ser así porque la firma no solo
ofrecía prendas de vestir, sino todo el modo
de vida que representaba el vestirlas. Bajo el
logo con la A y la C de las iniciales del diseñador (que, bien miradas, pueden hacer
pensar en la doble C de Chanel), se escondía
un modo de vida completo que los Courréges trataban de transmitir en sus desfiles y
en las cada vez más frecuentes apariciones
mediáticas. Barrière organizaba los pases de
modelos, que a veces se aproximaban en su
planteamiento a performances artísticas o
escenografías teatrales. Las chicas, de físico
atlético, se movían en cuidados escenarios,
Vestido nude look de André Courrèges, 1967.
Colección Museo del Traje, Madrid.
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VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970
Hyperbole
Así, el proyecto de difundir el estilo de la firma
se vio aplazado hasta el inicio de los años 70,
en que aparece la línea deportiva Hyperbole, bajo cuyo nombre se comercializó el diseño que protagoniza este Modelo del Mes.
Por entonces, 1971, ya casi todas las marcas importantes habían lanzado sus líneas de
prêt-à-porter, pero Courrèges trató de llevar
sus producciones a un nuevo público, conectando especialmente con el target más joven
gracias a un progresivo abaratamiento del
producto.
Logotipo de la firma André Courrèges en cazadora de
vinilo, Colección Museo del Traje, Madrid.
al compás de coreografías bien estudiadas
para las que tuvieron que aprender a desfilar
de nuevo, ya que ninguna estaba habituada al
calzado plano que imponía Courrèges.
Por entonces comienzan a llover las críticas
al diseñador, al que se acusaba de reproducir
sus líneas más exitosas y ser incapaz de superar el estilo que había definido con la colección Fille de lune. Efectivamente, algo de eso
se aprecia en el vestido que nos ocupa, una
pieza que reproduce aquellas líneas de corte
bajo el pecho que fueron uno de los leit motif de la colección de 1964. Sin embargo, la
aportación que supone un patronaje tan preciso y funcional, que permite no vestir sujetador, no puede desdeñarse como una creación
pasajera de la moda, sino que, como sostiene
Courréges, en ella se desvela todo un estilo
que se ha vuelto perdurable en el tiempo y
marca una evolución tipológica llamada a permanecer en la historia del vestir. En esta pieza nos encontramos la revisión definitiva del
traje camisa de estilo Imperio, que había sido
uno de los faros guía en la emancipación indumentaria del cuerpo femenino. Primero en
el período revolucionario, con los ligeros trajes
que Josefina Bonaparte puso de moda hasta
que el regreso del Antiguo Régimen volvió a
cubrir a las mujeres de armazones e infinitas
superposiciones de tejidos; luego a principios
del siglo XX, cuando los Poiret, Paquin y de-
Ante la extraordinaria acogida de sus colecciones de costura (muchos de los accesorios
“espaciales” se habían convertido en un fenómeno de masas), los Courrèges se concentraron en tratar de abaratar costes de producción para sacar al mercado líneas asequibles.
La profusión de réplicas e imitaciones dirigió la
atención de la firma hacia cuestiones más logísticas que creativas y enfrentó a Courrèges
con los medios de comunicación. A finales
del mismo año 1965 se produce la venta de
parte de la empresa a L’Oreal, uno de los gigantes de la moda francesa. Los Courrèges
se pasan los siguientes dos años recaudando
fondos para llevar su producto a la calle, que
ya se estaba convirtiendo en el epicentro de
la moda. Finalmente, en 1967, se produce el
sonado regreso del diseñador con una nueva
enseña, Prototype, bajo la que sin embargo
produjo solo encargos a medida, y poco después la línea Couture Future, un prêt-à-porter
de lujo con el que cosecha un gran éxito en
el mercado.
9
MODELO DEL MES DE JUNIO
en la forma como en el fondo, en el detalle
decorativo (y, especialmente, en su ausencia)
como en la construcción y la atención a la
funcionalidad.
más couturiers parisinos rescataron esa silueta para eliminar el corsé; y algo más tarde,
en los años 30, cuando aparecen ya atrevidos
vestidos que se emparentan con el traje camisa y que, como aquel, hacían pensar en la
ropa de cama.
Es cierto que una observación en detalle
nos ubica cronológicamente en la época en
que fue confeccionado: la utilización de tejidos “vinilados” fue muy característica de los
años 70, siguiendo la tendencia marcada por
el propio Courrèges; el color, un marrón bien
poco alegre, también responde a un determinado momento histórico, al igual que el largo
de la falda concuerda con la corriente dominante en ese mismo momento. En efecto, la
década de los 1970 marcó el fin del cromatismo agresivo del período inmediatamente anterior y dio paso a los tonos nude, pasteles,
colores oscuros, todos lejos de la vis optimista que se reflejaba en los colores shocking de
la moda de los 60. Y, paralelamente, el largo
de las faldas hubo de ser maxi, bien por las
exigencias de los fabricantes de tejido, como
Courrèges retoma aquella línea armando el
busto con un corte muy ajustado para a continuación desplegar el volumen de la falda,
que se despega del cuerpo con una solidez
arquitectónica. Con ello aumenta la libertad
de movimiento, que se ve favorecida con la
disposición de sendas aberturas en los costados. Y lo hace incorporando además elementos de su propio lenguaje futurista que redundan en el buscado efecto de modernidad:
el acabado del tejido en vinilo, la disposición
de la cremallera como elemento decorativo, la
aparición del logotipo de la marca sobre el pecho… de esta manera, la actualidad de este
vestido, que permanece casi intacta más de
cuatro décadas después, se encuentra tanto
Etiqueta del vestido vestido de André Courrèges, ca. 1970. Colección Museo del Traje, Madrid
10
VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970
se ha apuntado alguna vez, bien por el surgimiento de una corriente que rechazaba la
exhibición, solo en apariencia inocente, de las
piernas femeninas.
zó a través de la línea Hyperbole, en distintos
colores y siempre con la idea de combinarse con otras prendas de más “categoría”. En
cualquier caso, en esa foto se puede apreciar,
en el gesto, en el estilo, la indudable modernidad de la señora Ferrero, que no hace sino
verse reforzada por los diseños del modista
francés.
Pero, con todo, el estilo Courrèges se encontraba ya firmemente establecido e iba evolucionando hacia una moda completamente
deportiva con la que se construía un nuevo
canon de elegancia, lo que hoy se llama a veces sportwear chic. Así, aunque encontremos
rasgos que nos orienten hacia un período determinado, lo cierto es que la imagen del vestido, su esencia estética, por decirlo de alguna manera, se ajusta a la perfección al gusto
contemporáneo. Pese a sus cuarenta años,
este vestido no desentonaría en absoluto en
un catálogo de Marc Jacobs o Tommy Hilfiger. Hoy, en el momento álgido de la moda de
corte deportivo, con leggins y zapatillas deportivas convertidos en iconos de estilo, diseños como este de Courrèges se descubren
en su absoluta vigencia. Véase, por ejemplo,
el uso de la cremallera de plástico como componente decorativo, en color contrastado con
el tejido, tan común en el diseño actual.
En el Museo se conserva un buen número de
piezas de la línea Hyperbole que se comercializaban para España en la tienda que la firma
tuvo en la calle Orense de Madrid hasta inicios de los años 80. El éxito de su propuesta
ha permitido que en este momento el número
de courrèges que custodiamos supere el centenar y, a la vista de los muy variados modelos
que conservamos, puede entenderse la importante labor que el diseñador desarrolló en
relación al vestir cotidiano: jerseys, rebecas
o camisetas de distintos materiales; trencas,
parcas y bombers que tendrían vigencia hoy
día; faldas y shorts cómodos y sencillos, en
Detalle del vestido vestido de André Courrèges, ca.
1970. Colección Museo del Traje, Madrid.
Conservamos en el Museo una fotografía,
realizada por el fotógrafo Garrote, del Diario
Pueblo, de la donante, doña Rosana Ferrero González, en la que se la puede ver con
el traje en cuestión en una ocasión de cierto postín. Como era casi imperativo al vestir de Courrèges, el traje se combinaba con
otras prendas de la firma que completaban el
“estilo”: en su caso eligió un suéter en tejido
de punto transparente, con cuello de cisne
y puños en canalé, blanco y de manga larga
y ceñida, que se vestía por debajo del traje.
Este tipo de “jersey” (en realidad un híbrido de
camiseta y suéter con un tejido propio de medias) es uno de los básicos que se comerciali11
MODELO DEL MES DE JUNIO
distintos tonos; pantalones y chaquetas que
hacen pensar en aquello que le dijo Balmain
y que citábamos más arriba…, todos ellos
confeccionados en materiales ligeros, muchos nacidos de la investigación tecnológica,
con múltiples elementos de marcada funcionalidad como son la profusión de bolsillos, la
incorporación de cierres practicables, capuchas…
deriva del gusto no acompañó a la firma, que
veía como muchas de sus aportaciones se incorporaban al vestir cotidiano pero en cambio
la importancia de la marca se iba diluyendo
entre los muchos nuevos nombres que iban
a protagonizar el panorama de las tendencias
en la posmodernidad.
Lógicamente, dentro de esta línea de actuación los Courrèges introdujeron también
colecciones para hombre, desde 1973, y diversificaron la producción de la marca: perfumería, accesorios de piel, relojes, mobiliario,
maletas, equipamiento deportivo… Pero la
“Mi silueta más moderna ha sido esta: leotardos que partían del cuello y que llegaban hasta las botas, de una sola pieza. Y bien, eso era
mucho más moderno porque seguía el cuerpo. Después he intentado venderlas años tras
año… pero no funcionaba porque el mundo
Nunca fuimos modernos
Rosana Ferrero González donante del vestido de André Courrèges a la colección del Museo.
Foto: Garrote en Diario Pueblo, ca. 1971. Colección Museo del Traje, Madrid.
12
VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970
no está preparado”. Así hablaba Courrèges
en 1983 en referencia a la Segunda piel que
diseñó hacia 1967. Para él, como para Pucci
y Gernreich, la modernidad del vestir se encontraba en el perfecto acoplamiento con el
cuerpo, en la lectura no mediatizada de su
forma natural. Sin embargo, aún hoy resulta complicado establecer ese diálogo entre
el cuerpo y el vestido sin que se produzcan
todo tipo de interferencias. Cuando se liberó
a las prendas de volúmenes impracticables y
armazones internos, se sometió al cuerpo a
dietas estrictas y ejercicios altamente especializados en busca de la forma perfecta.
No parece en absoluto casual que Coqueline
Barrière se dedique en la actualidad y desde hace muchos años al diseño de vehículos
ecológicos, de los que ya ha registrado varias
patentes, alguna muy conocida en Francia.
“En mi caso me he sentido unido al mundo
en los años sesenta. Pero ahora…”, ha dicho
el propio Courrèges. La modernidad fue una
ilusión, la realidad es mucho más pacata y
nunca deja espacio para la utopía.
En 1983, el grupo japonés Itokin compraba el
65% de las acciones de Courrèges a L’Òreal
y el diseñador se iba apartando del mundo
de la confección para explorar nuevos ámbitos. La firma continuó en buenas manos y el
matrimonio aún mantendría el control de una
parte de la marca. Entre medias, diseñadores
como Jean-Charles de Castelbajac, en colaboración con el propio Courrèges, se han hecho cargo de dar continuidad a la firma y las
ganancias nunca han dejado de afluir, sobre
todo gracias a la fidelidad del mercado japonés. Quizás porque el Japón de las últimas
décadas ha sido, en muchos aspectos, el espejo en el que la sociedad occidental puede
contemplar su futuro y como dijo Courrèges:
“Yo no choco más que a las personas que
están con treinta años de retraso”.
El mundo no estaba preparado porque ciertas concepciones, casi siempre relacionadas
de algún modo con la sexualidad, con el fetiche que siempre tiene parte en cuestiones
de moda, han quedado en un segundo plano
frente a la entusiasta acogida de las revoluciones formales. Y lo cierto es que, como expresaba Bruno Latour en el título de su famoso
ensayo, nunca fuimos modernos, nunca se dio
la disposición real y profunda de la sociedad a
la ruptura con las convenciones más arraigadas. La sociedad todavía requiere de muchas
reflexiones sobre sus modos de actuación y,
más que nunca, sobre el destino a que nos
conduce la estructura actual del mundo.
13
MODELO DEL MES DE JUNIO
Bibliografía:
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BLACKAERT, P.: 1960’s. The swinging sixties, en Icons of vintage fashion, New York, Abrams,
2013.
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GUILLAUME, Valérie: Courréges, Paris & London, 1998.
•
LEMOINE-LUCCIONI, Eugénie: El vestido; ensayo psicoanalítico del vestir, [entrevista con André
Courrèges], París, 1983.
•
ORSENNA, E: Courreges. Xavier Barral, 2011.
•
SEELING, C.: Moda. 150 años. Modistas, diseñadores, marcas, Postdam, H. F. Ullman, 2011.
•
STEELE, V. (ed.): The Berg Companion to Fashion, Oxford, New York, Berg, 2010.
Artículos
•
SUÁREZ, Gonzalo: “Courrèges, blanco sobre negro”. En El País Semanal, nº. 1358, octubre 2002.
•
RIEZU, Marta: “La vuelta al futuro: hace 40 años André Courrèges presentaba su máxima aportación
al mundo de la moda: la colección Future Couture”. En Yo Dona, nº. 114, julio 2007.
Página Web:
www.courreges.com
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VESTIDO AÑOS 20
MODELO DEL MES. CICLO 2015
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes se
les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
Domingos:12:30 h.
Duración: 30 min.
Asistencia libre
ENERO
Bolso châtelaine, ca. 1880
Carmen Cabrejas
FEBRERO
Vestido de Pedro Rodríguez, ca. 1950
Clara Nchama
MARZO
Seda de Lyon, s. XVIII
Lucina Llorente
ABRIL
Vestido años 20
Rodrigo de la Fuente
MAYO
Vestido s. XIX
Elvira Gonzalez
JUNIO
Vestido de André Courrèges, ca. 1970
Juan Gutiérrez
SEPTIEMBRE
Vestido de Coco Chanel, ca. 1939
Beatriz Bermejo
OCTUBRE
Traje popular
Ana Guerrero y Américo López
NOVIEMBRE
Vestido de Isaura y Rosario, ca. 1950
Concha Herranz
DICIEMBRE
Pieza por determinar
Descubre más sobre la programación del Modelo del mes.
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códigos QR.
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
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