Es bien conocido el carácter dinámico de un ecosistema, en el que se pueden encontrar muchos procesos, como la producción primaria, la fijación del Nitrógeno, o la formación de suelo que suelen traducirse en ciclos continuados. Algunos de los ciclos mejor conocidos y de gran relevancia en un ecosistema pueden ser los ciclos de macronutrientes como el Carbono, el Nitrógeno o el Fósforo. Por supuesto el agua, el Oxígeno o el Dióxido de Carbono son otros ejemplos de lo que podemos llamar funciones de un ecosistema La consideración conjunta de estas y otras propiedades de un ecosistema es lo que se denomina multifuncionalidad, que se define como “The joint effect of many ecosystem functions” (Gamfedt et al 2008) el efecto conjunto de muchas funciones de un ecosistema. La multifuncionalidad no es el promedio de las funciones que la integran, ya que por ejemplo la pérdida de producción neta no puede ser suplantada con la acumulación de Oxígeno por ejemplo. Como sabemos que los procesos que hemos mencionado se rigen en gran medida por la actividad de la biota, es de suponer que la abundancia de la misma determinará la salud multifuncional del ecosistema, ya no tanto en términos de Biodiversidad, sino más bien en riqueza de especies. Tomemos como ejemplo el Nitrógeno, el cual implica a varios organismos diferentes que en conjunto realizan procesos antagónicos y a la vez sinérgicos en su conjunto. Se entiende que la pérdida de uno de estos organismos implica la paralización del proceso. Sin embargo, la cosa no es afortunadamente tan simple. En realidad no suele ocurrir que cada función esté regida por una sola especie, sino que una sola especie actúa en varias funciones del ecosistema, y evidentemente se producen solapamientos, o la llamada redundancia de funcionalidad. Esta particular situación hace que la pérdida de una especie se vea amortiguada por otras que realizan junto a ellas tales funciones, y por lo tanto el ecosistema no se resiente tanto. Cuanta menos redundancia haya, o cuanta más específica sea la funcionalidad de una especie, mayor pérdida de multifuncionalidad tendrá un ecosistema. Así pues, cuanto mayor sea el número de especies y mayor sea el número de funciones que cubre cada una, menor es el riego que corre un ecosistema en perder funcionalidad.