EL ESFÍNTER URINARIO ARTIFICIAL 201 urología general 3 Arch. Esp. de Urol., 53, 3 (201-210), 2000 El esfínter urinario artificial. FERNANDO GARCÍA MONTES, FERNANDO GÓMEZ SANCHA Y ANTHONY MUNDY. Instituto de Urología y Nefrología de Londres. Reino Unido. Resumen.- OBJETIVOS: Revisar la literatura sobre el esfínter urinario artificial para describir su funcionamiento, técnica de implantación, indicaciones, resultados y complicaciones así como el posible futuro de la prótesis en el tratamiento de la incontinencia de esfuerzo. MÉTODOS: Se consultaron dos bases electrónicas de datos, "Medline" (Index Medicus on line) y Embase (Excerpta Medica on line) para revisar la literatura sobre el esfínter urinario artificial publicada entre 1974 (fecha en que Foley describió el primer esfínter artificial) y Octubre de 1999. Se identificaron 352 artículos, pero sólo se consideraron los que especificaban los criterios de selección del paciente, el tipo de prótesis empleada, los resultados y complicaciones, y la mediana del tiempo de seguimiento. También se incluyeron las publicaciones de aspectos históricos y de nuevos prototipos. Se excluyeron los resultados publicados por los autores de este artículo para evitar los "sesgos del autor" (preferencias del autor) y se minimizaron los "sesgos de la torre de Babel" (pérdida de información por barrera lingüística) al revisar los artículos publicados en lengua española, inglesa y francesa. RESULTADOS: El modelo AMS-800 es el único disponible hoy en día. Los resultados son excelentes siempre que la indicación sea correcta y el peri-operatorio meticuloso. El candidato ideal es aquel con incontinencia de esfuerzo genuina y función vesical normal, pero la presencia de hiper o hiporreflexia no es contraindicación absoluta si se corrige antes, durante, o después de la implantación de la prótesis. La técnica quirúrgica es relativamente simple y la única dificultad consiste en elegir el manguito y reservorio adecuados. Las complicaciones incluyen atrofia uretral, erosión, infección e inestabilidad vesical y son menos frecuentes en mujeres con incontinencia de esfuerzo tipo III y en la incontinencia tras cirugía prostática y más frecuentes en pacientes con incontinencia tras traumatismo pélvico, incontinencia por malformación congénita y vejiga neurógena. Los fallos mecánicos de la prótesis han disminuido a medida que ésta ha ido mejorando. Hay nuevos prototipos hidráulicos y no hidráulicos que presumiblemente disminuirán la incidencia de complicaciones, pero habrá que esperar a que se comiencen a implantar para conocer sus resultados. CONCLUSIONES: Los pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo tienen, ahora más que nunca, grandes posibilidades de recuperar la continencia. Cuando la incontinencia persiste a pesar de haber utilizado todas las opciones terapéuticas medico-quirúrgicas disponibles aún queda una última esperanza: el esfínter urinario artificial. Palabras clave: Incontinencia de esfuerzo. Esfínter urinario artificial. Correspondencia Fernando García Montes Institute of Urology and Nephrology of London 48 Riding House Street London W1P 7PN (United Kingdom) Trabajo recibido el 30 de septiembre de 1999. Summary.- OBJECTIVE: To review the literature on artifical urinary sphincters, to describe their function, technique of implantation, indications, results and complications, and to analyze the possible utility of the prosthesis in the treatment of stress incontinence. METHODS: Medline (Index Medicus Online) and Embase (Excerpta Medica Online) were accessed to review the literature on artificial urinary sphincters published from 1974 (when the first artificial urinary sphincter was 202 F. GARCÍA MONTES, F. GÓMEZ SANCHA Y A. MUNDY described by Foley) to October 1999. Of 322 articles identified, only those that described the patient selection criteria, type of prosthesis utilized, results and complications, and mean follow-up were considered. Articles describing historical aspects and new prototypes were also reviewed. Papers by the authors of the present article were excluded to avoid the bias of author preference. The bias of the language barrier, which occurs when articles published in Spanish, English and French are reviewed, was minimum. RESULTS: The AMS-800 is the only model available today. The results achieved are excellent if the indication is correct and perioperative management is careful and exact. The ideal candidate is one with genuine stress urinary incontinence and normal bladder function, although hyper or hyporeflexia is not an absolute contraindication if corrected before, during or after insertion of the prosthesis. The surgical technique is relatively simple and the only difficulty consists in the choice of the appropriate cuff and reservoir. The complications include urethral atrophy, erosion, infection and bladder instability, and are less frequent in women with strress urinary incontinence type III and in men incontinent after prostate surgery, and more frequent in patients with incontinence following pelvic trauma, incontinence due to congenital malformation and those with a neurogenic bladder. The mechanical failures of the prosthesis have diminished with its improved design. New hydraulic and non-hydraulic prototypes have been designed to reduce the complications, but the results are as yet unavailable. CONCLUSIONS: Today, patients with stress urinary incontinence have more possibilities to recover continence. If incontinence persists after all the available medical and surgical options have been attempted, one possibility still remains: the artificial urinary sphincter. urinarias. De cualquier forma, cuando dichas opciones terapéuticas fracasan, y el paciente continua sufriendo las devastadoras consecuencias psicosociales de la incontinencia urinaria, queda una esperanza: el esfínter urinario artificial. Por otro lado, actualmente se tiende a tratar el cáncer localizado de próstata con cirugía radical y, a pesar de que diversos autores han publicado que la incidencia de incontinencia postprostatectomía radical (1, 6) varia entre el 4% y el 65% (dependiendo de lo que cada autor entiende por incontinencia), no cabe duda de que el número de pacientes que quedan incontinentes tras la intervención es elevado. Para estos pacientes con incontinencia tras prostatectomía radical, o para aquellos que quedan incontinentes tras una resección transuretral de la próstata, la mejor opción terapéutica es la implantación de un esfínter urinario artificial (7, 8). En 1947, Foley diseñó el primer esfínter artificial, que consistía en un manguito que se inflaba alrededor del pene y se podía desinflar accionando una bomba escondida en el bolsillo del paciente para orinar; poco después desarrolló una técnica quirúrgica para implantar el manguito alrededor de la uretra (9). La era moderna del esfínter urinario artificial comienza en Junio de 1972, cuando Scott, Bradley y Timm elaboran un prototipo complejo, el modelo AS-721, que desafortunadamente requería un acto quirúrgico laborioso y con frecuencia fallaba (10). Durante los años 3 Keywords: Stress urinary incontinence. Artificial urinary sphincter. 1 INTRODUCCIÓN Existen múltiples opciones terapéuticas para tratar la incontinencia de esfuerzo, entre las que se incluyen las pinzas para el pene, el sondaje permanente, los ejercicios del suelo pélvico, el tratamiento farmacológico, los procedimientos de "suspensión", las inyecciones periuretrales, la reconstrucción del cuello vesical, la neuromodulación y las derivaciones 2 Fig. 1: El modelo AMS-800 es el único prototipo de esfínter urinario artificial disponible en la actualidad. Está constituido por un manguito (1), un reservorio (2) y una bomba de control (3), conectados entre sí por un sistema de tubos de conexión (Cortesía de American Medical Systems). EL ESFÍNTER URINARIO ARTIFICIAL 203 Fig. 2: Posición del manguito del esfinter artificial en A) la uretra bulbar y B) en el cuello vesical. (Cortesía de American Medical Systems). sucesivos se produjeron múltiples modificaciones dirigidas a facilitar la implantación y reducir la frecuencia de fallos mecánicos. El proceso culminó en 1983 cuando American Medical Systems patentó el modelo que se utiliza hoy en día, el esfínter AMS-800 (11). Se estima que hasta la fecha se han colocado alrededor de 20.000 esfínteres artificiales en pacientes con incontinencia de etiología diversa, pero este número incluye no sólo el diseño actual sino todos los prototipos anteriores (12-16). Funcionamiento del esfínter artificial El modelo AMS-800 está constituido por 3 componentes básicos - un manguito, un reservorio y una bomba de control, conectados entre si por un sistema de tubos de conexión (Fig. 1). El reservorio se coloca en el espacio perivesical y la bomba de control en el escroto o labios mayores. El manguito se puede colocar alrededor del cuello vesical o de la uretra bulbar (Fig. 2). El esfínter artificial funciona porque el sistema se encuentra lleno de líquido, el cual se transmite desde el reservorio hasta el manguito pasando por la bomba de control. Por lo tanto, el reservorio determina la presión que se transmite al manguito, que permane- ce cerrado ocluyendo constantemente el cuello vesical o la uretra bulbar por lo que el paciente permanece continente. Cuando la vejiga se llena de orina, el paciente aprieta la bomba de control de forma repetida hasta que esta queda vacía; con ello, el líquido cambia de dirección y pasa del manguito al reservorio; el manguito se desinfla y el paciente puede orinar. Una vez desinflado, el manguito se vuelve a llenar de forma espontánea pero una resistencia retarda el llenado, que suele durar entre 3 y 5 minutos, con lo que la continencia se restablece tras haber dado tiempo suficiente para orinar (Fig. 3). Además, la bomba de control presenta un botón de desactivación que, una vez accionado, impide el paso de líquido e inhabilita el sistema. Dicho botón se utiliza para desactivar el esfínter en aquellas situaciones que se considere necesario como, por ejemplo, previamente a cualquier instrumentación endourológica por vía uretral. Indicaciones El esfínter urinario artificial esta indicado en todo paciente, varón o hembra, de cualquier edad (siempre que demuestren habilidad para manipular la bomba de 204 F. GARCÍA MONTES, F. GÓMEZ SANCHA Y A. MUNDY Fig. 3: Funcionamiento del esfínter artificial: A) El líquido se transmite desde el reservorio hasta el manguito pasando por la bomba de control. En condiciones normales el manguito se encuentra cerrado por la presión ejercida desde el reservorio. B) Cuando el paciente siente ganas de orinar acciona la bomba de control, por lo que el líquido se transmite desde el manguito al reservorio y el manguito se desinfla. El manguito se vuelve a inflar espontáneamente, pero tarda en hacerlo de 3 a 5 minutos, dando tiempo a que la vejiga se vacie de orina. (Cortesía de American Medical Systems). control) con incontinencia de esfuerzo genuina que no acepten otra modalidad terapéutica, o en los que otros tratamientos hallan fracasado. En un meta-análisis de la literatura que se ha publicado recientemente (16), se pone de manifiesto que las indicaciones de la prótesis son, en orden decreciente de frecuencia, incontinencia post-prostatectomía radical o resección transuretral de la próstata, incontinencia por malformación congénita (sobre todo espina bífida), incontinencia por traumatismo espinal, vejiga neurógena e incontinencia de esfuerzo de la mujer en la que otras técnicas quirúrgicas de reconstrucción han fracasado. Estos datos obtenidos a partir de las series publicadas por los cirujanos que implantaron los esfínteres concuerdan con los datos que American Medical Systems pone a disposi- ción del usuario (17). El resto de las indicaciones caen dentro del cajón de sastre de misceláneas o son anecdóticas [tras trasplante renal (18), en asociación a prótesis de pene (19) o el esfínter durante el embarazo (20, 21)]. El candidato ideal es aquel con insuficiencia irreversible del esfínter muscular y función vesical normal, por lo que la prótesis solo se debe implantar en aquellos pacientes con incontinencia de esfuerzo genuina, y sólo con este tipo de incontinencia. Colocar un esfínter artificial en otro tipo de incontinencia o en la incontinencia de esfuerzo con disfunción vesical asociada incontrolada constituye un error con repercusiones serias. Sin embargo, la presencia de hiper o hiporreflexia no es una contraindicación absoluta siem- EL ESFÍNTER URINARIO ARTIFICIAL pre que la función del detrusor se pueda corregir farmacológicamente y/o durante la implantación del esfínter (enterocistoplastia) para conseguir presiones intravesicales < 40 cm H2O con una capacidad mínima de 400 ml en los casos de hiperreflexia o recurriendo al auto-sondaje intermitente tras la colocación de la prótesis en los casos de atonía vesical (7, 22). Implantación de la prótesis El reservorio se coloca en el espacio perivesical y la bomba de control en el escroto o labios mayores. El manguito se puede colocar alrededor del cuello vesical o de la uretra bulbar (Figs. 2 y 3). El lugar ideal para colocar el manguito es el cuello vesical porque en esta localización la erosión es menos probable. Sin embargo, cuando el estado de la irrigación del cuello vesical se encuentra comprometido (como ocurre tras la cirugía a este nivel), la única opción posible es la uretra bulbar. En mujeres adultas la indicación más frecuente es la incontinencia de esfuerzo refractaria a otros tipos de tratamiento quirúrgico; el manguito siempre se coloca en el cuello vesical. Hoy en día, la indicación más frecuente en varones adultos es la incontinencia post-prostatectomia radical; en estos casos el manguito se debe implantar en la uretra bulbar. En niños, la indicación más frecuente es la incontinencia secundaria a enfermedad congénita y el manguito se debe implantar en el cuello vesical porque el sondaje intermitente (que la mayoría de estos niños necesitara) produce menos problemas en esta posición y porque este tipo de paciente pasa mucho tiempo sentado y la presión constante sobre el periné aumenta el riesgo de erosión uretral si el esfínter se encuentra en la uretra bulbar. Ocasionalmente el manguito se puede colocar en el segmento intestinal de derivaciones urinarias incontinentes para hacerlas continentes, pero no se debe olvidar que el segmento intestinal es muy susceptible a la isquemia y necrosis (12). La técnica quirúrgica es relativamente simple. La única dificultad estriba en la elección adecuada del tamaño del manguito y la presión del reservorio. Existen 12 manguitos de diferente longitud, pero todos tienen 2 cm de anchura. El de menor longitud tiene una circunferencia de 4 cm y el de mayor de 11 cm; entre ellos hay múltiples tamaños disponibles. El tamaño del manguito adecuado se determina intraoperatoriamente midiendo el cuello vesical o la uretra bulbar. En líneas generales, el de 4,5 cm es el 205 que mas frecuentemente se utiliza en uretra bulbar, mientras que en el cuello vesical de varones varia de 7 a 9 cm y en el de mujeres de 6 a 8 cm (22). Si se elige un manguito demasiado grande el paciente permanecerá incontinente; los demasiado pequeños dificultaran el acto de la micción y en casos extremos producirán obstrucción o favorecerán el desarrollo de atrofia y erosión uretral o del cuello vesical. El reservorio es el componente del esfínter que regula la presión oclusiva del manguito. Dependiendo de las características físicas de su pared cada reservorio transmite una presión determinada, pero el fabricante sólo especifica el rango de presiones entre las que se encuentra un reservorio en particular. Existen 5 rangos diferentes, pero los más utilizados son los de 51-60, 61-70, y 71-80 cm de H2O. El reservorio a elegir debe ser el que produzca continencia con la mínima presión posible ya que presiones demasiado bajas favorecen la incontinencia y presiones demasiado altas la obstrucción, atrofia y erosión de la uretra o el cuello vesical. Ello es especialmente importante cuando la viabilidad del tejido donde se va a implantar el manguito es dudosa, por ejemplo, tras traumatismos, cirugía local y/o radioterapia. En varones adultos se suele utilizar el de 71-80 cm de H2O para los de cuello vesical y el de 61-70 cm de H2O para los de uretra bulbar. En la mujer el manguito siempre se implanta en el cuello vesical; se suele utilizar el reservorio de 61-70 o el 51-60 cm de H2O. En niños el más utilizado es el de 61-70 cm de H2O. Cuando la perfusión tisular local está comprometida se deben utilizar presiones menores (22). Periodo postoperatorio y activación. La implantación en uretra bulbar no suele requerir la colocación de un drenaje perineal, que sólo se hace necesario cuando la disección retropúbica para la implantación alrededor del cuello vesical es laboriosa; en estos casos se aconseja utilizar sistemas cerrados de vacío e irrigación periódica con soluciones antibióticas. Sondas y drenajes se retirarán tan pronto como sea posible para minimizar el riesgo de infección de la prótesis. Una vez concluida la intervención, y antes de despertar al paciente, el esfínter se desactiva, y debe quedar desactivado durante un periodo de 4 a 6 semanas no sólo por el dolor que la manipulación de la bomba pueda ocasionar durante el periodo postoperatorio, sino para permitir que el edema local 206 F. GARCÍA MONTES, F. GÓMEZ SANCHA Y A. MUNDY TABLA I RESULTADO DE LA IMPLANTACIÓN DEL ESFÍNTER URINARIO ARTIFICIAL EN HOMBRES, MUJERES Y NIÑOS PUBLICADOS POR DIVERSOS AUTORES desaparezca y los tejidos se recuperen. El periodo de desactivación es imprescindible, ya que durante este tiempo los tejidos que se encuentran por debajo del manguito son muy susceptibles a la isquemia; a partir de la 4 a 6 semana el proceso de neovascularización es suficiente para soportar la presión del manguito (23). EL ESFÍNTER URINARIO ARTIFICIAL Algunos urólogos aconsejan la desactivación durante las horas de sueño en aquellos pacientes con continencia nocturna para disminuir el riesgo de atrofia y erosión (24, 25). Toda instrumentación uretral en un paciente con un esfínter artificial requiere su desactivación previa. Tras la activación se debe aconsejar que el paciente accione la bomba de forma regular de 4 a 6 veces diarias, incluso si no siente ganas de orinar, para aliviar la presión del manguito sobre los tejidos. Se advertirá a aquellos pacientes con implantes en uretra bulbar que sentarse en superficies duras o montar en bicicleta no solo provocara incontinencia al levantarse (al vaciarse el manguito de forma temporal por la presión), sino que aumenta el riesgo de atrofia y erosión. RESULTADOS Las Tabla I ilustra los resultados de algunas de las series más representativas en varones, hembras y niños. Se puede considerar que los resultados son excelentes siempre que la indicación sea correcta, se utilice el tamaño de manguito adecuado, el rango de presión del reservorio sea el suficiente para ocluir sin obstruir, y el preoperatorio, la cirugía y el postoperatorio sean meticulosos. Si se tienen en cuenta los datos de todos los artículos publicados hasta la fecha, se puede considerar que el 80% de los pacientes quedan contentos con la continencia adquirida y que en el 73% la continencia es total (16). De cualquier forma, se debe tener en cuenta que en estas cifras se incluyen pacientes con los prototipos antiguos, con mayor incidencia de fallos mecánicos y complicaciones así como pacientes con incontinencia de diversa etiología, pues el resultado de la intervención parece depender de la etiología de la incontinencia. Los mejores resultados se obtienen en varones con incontinencia tras prostatectomía radical o resección transuretral y en mujeres con incontinencia de esfuerzo genuina de tipo III en la que otras técnicas quirúrgicas han fracasado (22). Sin embargo, aquellas mujeres incontinentes en las que se utilizó el procedimiento de cabestrillo o que han recibido radioterapia pélvica presentan a una alta incidencia de complicaciones, por lo que se debería optar por procedimientos alternativos (7). Los pacientes con incontinencia por malformación congénita o 207 como consecuencia de un traumatismo pélvico presentan resultados aceptables siempre que se tome la precaución de mantener los componentes del esfínter lejos de las líneas de sutura de cirugías previas, que facilitarían la erosión, interponiendo un parche de epiplon entre el manguito y el cuello vesical si es necesario (8). Por último, parece ser que el grupo de pacientes con vejiga neurógena presenta los peores resultados (22). COMPLICACIONES La frecuencia de cirugía de revisión varia según los autores, pero el análisis de la literatura más exhaustivo que hasta ahora se ha realizado (16) ha revelado que el 32% de los casos publicados presentaron complicaciones que necesitaron reintervención. De los pacientes con el modelo AMS-800 que necesitaron cirugía de revisión, 91% fueron varones y 9% hembras; ello se debe en parte a que se ponen más esfínteres en varones que en hembras y en parte a que la indicación más frecuente es la incontinencia post-prostatectomia radical, con lo que el manguito se implanta en la uretra bulbar que es más susceptible a la erosión que el cuello vesical. El 86,6% de los pacientes requirieron un sólo procedimiento, el 10,9% dos y el resto más de tres reintervenciones para solucionar el problema. La mayoría de los pacientes se presentaron con infección de la prótesis, erosión de la uretra y fallos mecánicos y, con menor frecuencia, con reaparición de la incontinencia como consecuencia de atrofia uretral. INFECCIÓN DE LA PRÓTESIS Se ha calculado que la infección de la prótesis constituye el 12,9% de las complicaciones (16). De cualquier forma no se ha podido determinar si esta incidencia esta relacionada con el tipo de profilaxis perioperatoria, ya que no todos los autores especifican las medidas tomadas para prevenir la infección. De cualquier forma, la infección precoz suele tener su origen en un descuido en el ambiente estéril durante el acto quirúrgico o en septicemia postoperatoria, ya que las infecciones urinarias leves y las de la herida quirúrgica no suelen infectar la prótesis si se tratan adecuadamente. Si el cuadro remite con tratamiento antibiótico lo más probable es que la prótesis no estuviera realmente infectada. La infección verdadera sólo me- 208 F. GARCÍA MONTES, F. GÓMEZ SANCHA Y A. MUNDY jora con la extracción del esfínter, que se podrá reemplazar una vez que los signos de infección hayan desaparecido. EROSIÓN La incidencia de erosión publicada en las diversas series varia del 12% al 14%, con un promedio de 11,7%, y más del 70% se producen en varones con manguitos en la uretra bulbar (16). La erosión puede ser precoz, secundaria al trauma de la intervención quirúrgica y/o infección, o tardía, como consecuencia de la isquemia progresiva de los tejidos incluidos en el manguito. Se puede presentar como una erosión interna (del manguito a través del cuello vesical o uretra bulbar) o externa (de la bomba de control, reservorio y/o tubos de conexión a través de la piel). El tipo más frecuente es la erosión interna de la uretra bulbar y se supone que es debida a un exceso de presión en el reservorio, aunque muchas de las publicaciones no indican la presión del reservorio en los casos de erosión, al menos en un articulo (23) se reconoce que todos los casos de erosión tenían un reservorio de más de 80 cm H2O y que ningún paciente con reservorios con presiones menores a 70 cm H2O se presentó con erosión uretral. La presencia de erosión obliga a la extracción del esfínter, que se podrá reemplazar una vez que los tejidos se hallan recuperado. Los pacientes con atonía vesical e incontinencia urinaria en los que se coloca un esfínter requerirán auto-sondaje intermitente, pero la incidencia de erosión en estos casos es muy baja (26). FALLO MECÁNICO La literatura recoge una incidencia de fallo mecánico de la prótesis que varia del 7% al 53%, con un promedio de 13,8% (14-16), la mayoría de los cuales consisten en problemas con la bomba de control o en la perdida del líquido del sistema por perforación del manguito. Sin embargo, estas cifras incluyen los fallos mecánicos que se producían en los prototipos antiguos. Afortunadamente los avances tecnológicos de los últimos años hacen del esfínter artificial una prótesis duradera con poca probabilidad de fallos mecánicos. En 1983 se introdujo el denominado "tratamiento de superficie" del manguito para evitar el roce entre sus superficies internas, que era el responsable de la perforación; añadiendo un lubricante (fluorosilicona) entre ambas superficies del manguito se disminuía el numero de fricciones y la perforación se hacia menos probable. Hoy en día se estima que la vida media de la prótesis así tratada es de 10 años, lo que supone una "vida mecánica" aceptable. El resto de los problemas mecánicos suelen ser debidos a errores durante el acto quirúrgico: arañazos en el manguito o reservorio con instrumentos no protegidos que facilitan la perforación o introducción de aire, sangre o debrís al llenar el sistema con el líquido, acodadura de tubos (cuando son excesivamente largos) y rotación de la bomba de control que impiden la libre circulación del líquido por el sistema. INESTABILIDAD VESICAL La literatura demuestra que la exacerbación de la inestabilidad vesical no es infrecuentes tras la colocación de un esfínter artificial (27-32). Muchas veces no se puede establecer si se trataba de un problema que pasó desapercibido antes de implantar la prótesis (difícil de demostrar urodinámicamente cuando la incontinencia es total) o si es un problema secundario a la implantación. En cualquier caso, la inestabilidad se debe tratar adecuadamente no sólo para mejorar la sintomatología del paciente sino para evitar el deterioro del tracto superior (28, 29, 33, 34). ATROFIA URETRAL La atrofia depende varios factores, entre los que se incluyen el tamaño del manguito y la presión del reservorio, y progresa gradualmente hasta un punto crítico en el que el manguito no puede transmitir su presión hacia una uretra de menor calibre (35, 36); a ello hay que añadir los efectos de la isquemia en la mucosa y submucosa uretral, en virtud de los cuales la uretra pierde su capacidad de sellado (37, 38). El resultado final es la reaparición de incontinencia. En cierto modo, la atrofia uretral ocurre siempre que se coloca un esfínter artificial, pero sólo se considera como una complicación cuando el paciente requiere cirugía para solucionar el problema, que generalmente consiste en el cambio del reservorio del manguito por uno de menor tamaño (39-41). EL FUTURO El esfínter urinario artificial debe evolucionar hasta conseguir la continencia urinaria total evitando, a su vez, las complicaciones y reintervenciones que la implantación de la prótesis actual implica. A pesar de EL ESFÍNTER URINARIO ARTIFICIAL que el modelo AMS-800 es el mejor que existe en la actualidad, presenta varios problemas inherentes. El primero de ellos es su costo, que presumiblemente disminuirá tan pronto como aparezcan competidores de mercado. Otro problema es la incapacidad de controlar la presión del sistema; nunca se sabe si un reservorio de 61-70 cm H2O funciona en el límite de presión superior, medio o inferior. Si para mejorar la continencia se cambia por el de 71-80 cm H2O la diferencia puede ser de 19 cm H2O (suficiente para producir erosión) o de 1 cm H2O (y la operación no sirvió para nada). El cuarto problema es que con el diseño actual (en el que el manguito inflado presenta la configuración de tres almohadas) la presión de oclusión no es homogénea, dando como resultado tres puntos de presión elevada y entre ellos zonas de baja presión; ello favorece la erosión por un lado y la formación de crestas en la silicona por otro. Todos estos problemas son corregibles, y en ello esta el futuro de la prótesis. También existen problemas, como la formación una cápsula fibrosa alrededor del esfínter así como de los tejidos que se encuentran por debajo del manguito que puede alterar la transmisión de presiones, que, por el momento, presentan difícil solución. En la actualidad se esta investigando la forma de mejorar el diseño actual (38) así como la posibilidad de construir esfínteres que se basen en modelos no hidráulicos (42). **7. 8. **9. **10. *11. 12. 13. 14. **15. *16. 17. BIBLIOGRAFÍA Y LECTURAS RECOMENDADAS (*lectura de interés y **lectura fundamental) 18. 19. 1. 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