luego la muerte de Sócrates dio a la cicuta una gran celebri dad, e

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luego la muerte de Sócrates dio a la cicuta una gran celebri­
dad, e hizo que fuese mirada hasta últimos del siglo 18 como
un tóxico terrible; pero no es tanto como fué considerada,
luego a medida que se parte del mediodía es su actividad me­
nor llegando a ser casi inerte en las comarcas del Norte.
Por la observación se ha. visto que en los animales ejerce
efectos diversos, las cabras y los carneros la comen impune­
mente, los estorninos se alimentan de sus semillas, los cone­
jos que comen sin inconveniente la belladona, se envenenan
con algunos centigramos de cicuta bien preparado (extracto)
Los bueyes, lobos, perros, y en general los carnívoros, maní
íiestan síntomas de intoxicación grave y sucumben a su ac
ción, si l a cantidad que ingieren en el estómago es suficien­
te para ocasionarla muerte, 30-60 gramos bastan para pro­
ducir este resultado siempre que no vomiten el veneno en
cuyo caso se salvan
Dice Mathiolo que los asnos que la habían comido sufrie­
ron estado letárgico, del cual no salieron sino en el momento
que se les iba a desollar, al caballo le molesta, más no peli­
grosamente. ,
Julio Fontenelle refiere de uno que atacado de lamparo­
nes hacía próximamente 15 dias curó, después de haberla
comido con avidez, Su polvo es poco enérgico, un perro que
se le hizo tomar 80 gramos no murió hasta los tres dias. 500
gramos de zumo asociado a los 30 de la misma en polvo no
ocasionarían la muerte.
Vicart dio a conocer un caso de envenenamiento ocasio­
nado por ella a un matrimonio italiano que lo comieron an­
tes de acostarse y a media noche despertaron los dos com­
pletamente locos, empezaron a correr por la casa, y en un
excoso de furor se dieron contra las tapias hasta quedar ma­
gullados y ensangrentados; debido al tratamiento convenien­
te se restablecieron.
Devergie dice que el zumo de las hojas es más enérgico;
una gota de su principio activo, la cióutiná pura, mata un
conejo de indias, 50 centígrados de extracto de sus frutos
hacen morir rápidamente un conejo, con la mitad de e^ta can­
tidad la conicina pura a un perro. El hombre envenenado
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