identidadamigoniana

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ESPIRITU Y CARISMA AMIGONIANO
APLICADO A LO COTIDIANO
DE NUESTRO TRABAJO
Por Juan José Calderón
Depto. Pedagogía MIS.A.P

Contexto laboral:
Los centros urbanos densamente poblados son los que más necesidades y
problemas de socialización presentan en todos los segmentos de población,
entre ellos cobra la mayor atención e importancia para la Congregación, los
niños, niñas y jóvenes sometidos a presiones de marginación que en no pocas
ocasiones los abocan a la trasgresión social por infracciones y contravenciones a
la Ley.
No es tarea expedita
y simple ofrecer alternativas eficaces a los múltiples
problemas que de la marginación y delincuencia juvenil se derivan, ya que la
pedagogía reeducativa exige enfrentar de forma integral la recuperación del
sujeto de su quehacer. Así se expresa en el Manual Pedagógico de los T.C en
la página 153 cuando dice: “en el transcurso de su historia la Congregación ha
buscado la estructura más adecuada para realizar eficazmente su labor. El tipo
de estructura es uno de los problemas que más controversia despierta en el
campo de la reeducación. El criterio que ha guiado y guía a la Congregación en
la resolución de este problema es el siguiente: adoptar los tipos de estructura
pedagógica que sean más adecuados para atender a las necesidades del menor
desadaptado, teniendo en cuenta las circunstancias sociales y culturales de los
lugares donde se ejerce la misión”. Es esta sin lugar a dudas una posición
visionaria y abierta siempre a los avances de la pedagogía y a la constante
complejidad de los problemas de socialización que las condiciones sociales
generan.
Consciente de la importancia de su misión se organiza cada centro de
educación, reeducación y terapéuticos con métodos de aprendizaje y de
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enseñanza, ya que el fin es que el hombre no sólo cree su posibilidad de ser
libre, sino que aprenda a hacerla efectiva y a ejercerla.
Cada educador
convocado por este espíritu desarrolla en su interrelación con los sujetos de su
intervención los elementos amigonianos que sustentan su trabajo, ellos son:
 Entrega, servicio y solidaridad
 Progresividad o evolución
 Libertad y responsabilidad
 Equilibrio personal y social
 Constancia en el acompañamiento del proceso
 Favorecer la conversión o reeducación del hombre.
El principio evangélico de “he venido a curar a los enfermos y no a aquellos que
no necesitan curación” le da sentido al quehacer amigoniano. Que dedica toda
su capacidad y energía a recobrar en los niños, jóvenes y sus familias, actores
de problemas de socialización, esa capacidad y esos dones que en su
naturaleza el Creador ha puesto, y que por las circunstancias permanecen
ocultos. Los principios, elementos y técnicas que en los años de experiencia se
han venido aplicando y renovando con el progreso de las ciencias y las
disciplinas, apuntan siempre a una sensibilización de las personas como
invitación a ser constructores y dueños de su propio proceso vital, es esta la
connotación de la sentencia “joven a ti te lo digo, levántate”, en un claro
reconocimiento de sus potencialidades y virtudes, más que de sus defectos.

Entrega, servicio y solidaridad
Los grupos poblacionales a los que nos dedicamos son depauperados no sólo
en lo material, sino también en lo espiritual y afectivo; ello reclama entonces
amplias dosis de generosidad para asumir esa opción que da sentido a la vida
humana en realismo y certeza, ya que plantea la “complicidad” con el otro en una
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relación
de
respeto
y
reconocimiento
como
entrega
incondicional
de
conocimientos, experiencias, capacidades y tiempo que ponen en evidencia el
espíritu amigoniano de tratar a cada uno por su nombre, lo cual no es más que
personalizar la intervención y darle a cada quien la importancia que se merece.
Esa entrega que se reviste de servicio involucra la vida misma del amigoniano,
sirviendo como formador, amigo, líder y referente ejemplar, de esta forma
orienta, corrige, acompaña sin paternalismo y sin subestimar a quien le han
encomendado con lo cual entrega al servicio de quienes lo necesitan, toda su
capacidad como persona y como profesional.
La solidaridad social se hace manifiesta en quien labora con el espíritu y carisma
amigoniano.
En tanto su vida sirve desde las ciencias sociales a todo el
colectivo para dar respuesta a la complejidad de los conflictos con la intención de
crear poco a poco mejores condiciones de justicia y equidad y es desde la
solidaridad irrestricta con los jóvenes y sus familias por los conflictos, carencias,
necesidades, problemáticas y problemas relevantes, como logra proyectarse a la
sociedad para asumir el papel que sus propias micro y macro historias le han
asignado.

Progresividad o evolución:
Toda intervención educativa – reeducativa – psicoterapéutica se orienta a
ratificar la transformación de la persona en consonancia con la natural tendencia
a evolucionar desde cada etapa de la vida. El amigonianismo apuesta porque
esta evolución sea tarea principal y protagónica de los jóvenes que se sirven de
su acción, de ahí que el profesional convocado para esta misión se constituye en
acicate permanente que impulsa, anima y orienta las tendencias y capacidades
de los jóvenes para que se revolucionen desde sí mismos y no se subordinen a
las limitaciones a que son sometidos por sus propios errores o por situaciones
degradantes generadas en el medio en donde viven.
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Es por eso que todo el ambiente en la institución se diseña para que el individuo
desarrolle todo su ser en beneficio propio y de la comunidad y de esta manera
evidencie el progreso y los niveles de crecimiento en todos los aspectos. Una
evolución integral sometida a retroalimentación permanente por procesos
autoevaluativos, coevaluativos y eteroevaluativos, en los que el profesional
amigoniano tiene la mayor responsabilidad, pues también progresa a nivel
personal y profesional con los sujetos de su quehacer.

Libertad y responsabilidad:
Sólo es efectivo un proceso educativo – reeducativo y terapéutico si se
implementa y activa para la libertad, por ello el ser amigoniano reconoce y
defiende por antonomasia la posibilidad que tenemos como hijos de Dios de
optar y decidir sobre nuestra propia existencia. Más allá de todos los avatares de
la vida cotidiana nuestros muchachos evidencian esa condición humana y la
proyectan en sus actos con equivocaciones y aciertos, sin embargo porque todos
estamos involucrados en una sociedad de esquemas y parámetros determinados
que muchas veces nos niega la posibilidad de ser; las conductas y
comportamientos que se juzgan inadaptados o asóciales, son gritos de auxilio
que esperan una respuesta de ayuda y apoyo desde la misma realidad y
condición que implica relaciones de respeto y comprensión y sobre todo la
activación de ese reconocimiento de que mostrándole alternativas y caminos
diversos para construir una vida digna, él es quien debe decidir lo que hará. El
amigonianismo se fundamenta así en la profundidad de la antropología cristiana
que enseña que la felicidad está dentro de cada uno y se asume como una
opción única y personal de darle sentido a la propia existencia.
Implícita en este proceso de opción está la responsabilidad del joven que no
tendrá ya más motivos para culpar o endilgar a otros la responsabilidad sobre
sus propias acciones y sobre las situaciones que la vida misma que ha escogido
le proponen, pues no existe libertad sin responsabilidad que la haga válida y
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fructífera. La cita bíblica de: “¿en dónde están los que te condenaban?, pues
tampoco yo te condeno” ilustra fehacientemente el espíritu que debe animar al
profesional amigoniano que no condena a nadie, sino que ofrece oportunidades
para utilizar la libertad, sin coartar opciones desde la comprensión de la situación
del otro y la necesaria decisión personal.

Equilibrio personal y social:
La calidad de vida se plantea siempre como una motivación para los ciudadanos
de hoy, en ese sentido y como contribución a la dimensión personal en todos los
aspectos, los seres humanos reconocemos nuestros intereses personales y los
colectivos, nuestras limitaciones y nuestras potencialidades, nuestros defectos y
virtudes y siempre estamos buscando optimizar nuestro quehacer profesional
para proyectarnos socialmente, esto nos mantiene activos en el desarrollo del
equilibrio personal que cotidianamente involucra todas nuestras vivencias.
El profesional amigoniano de cualquier disciplina proyecta en cada intervención,
en cada acto pedagógico – terapéutico formal o informal, programado o casual,
toda su riqueza interior, todo lo que es como hombre, mujer, ciudadano y
facilitador, porque al interactuar directamente con el niño, joven y familia, se
expone a ser auscultado, a ser confrontado, a ser observado en la coherencia de
su discurso y su vida y no es que se le pida por parte de estos,
excepcionalidades o conductas absolutamente intachables.
El equilibrio
personal y social oscila entre lo correcto y lo equívoco y tiene todo el sentido de
su valor en el esfuerzo y la lucha cotidiana por la superación personal y esta
dinámica es la que ellos quieren descubrir en quien interviene en su vida con la
intención de ser un adulto – referente adecuado y válido para los procesos
vitales que se generan en las instituciones o programas que agenciamos.
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
Constancia en el acompañamiento del proceso:
Los amigonianos hemos sido convocados para una misión dura, difícil y de retos
permanentes, que no siempre entrega los resultados esperados; es más, que en
muchísimas
ocasiones
genera
efectos
sino
contraproducentes
si
muy
cuestionantes para todos, porque los jóvenes y niños por la misma vitalidad que
poseen son impredecibles y asumen por fortuna su vida como un descubrimiento
constante.
Lo indómito en la vida de un muchacho, la tendencia a dejarse manipular, la
facilidad para asumir el riesgo, el deseo de protagonizar su vida, el espíritu
contestatario e inconforme hacen que la labor sea ardua y poco reconocida por
quienes reciben sus beneficios, pero es justamente por ello que en el buen
sentido de la palabra tenemos que desarrollar cada día la obstinación, la
tenacidad y el mantenernos constantes aún sobre las dificultades que nos
plantea el trabajo. Casos hay en los que habiendo hecho infinitos esfuerzos por
recuperar del vicio y la marginación a quienes nos dedicamos, arriesgamos
hasta la integridad física y la armonía emocional y a cambio sólo se reciben
insultos y desaires, con lo cual se pone a prueba no sólo nuestra madurez, sino
también la grandeza y vocación con que construimos un mundo mejor.
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IDENTIDAD DEL PROFESIONAL AMIGONIANO EN SU VIDA PERSONAL,
FAMILIAR Y LABORAL
Por Juan José Calderón
Depto. Pedagogía MIS.A.P
La vida es una búsqueda constante que activa en los seres humanos la capacidad de
ser y hacer de acuerdo a los ambientes, motivaciones, recursos e influencias que se
reciben desde los primeros años de vida.
Cada uno en su fuero personal va
captando y optando por lo que más le conviene y lo que desea para su vida aunque
existan paradigmas y presupuestos de orden social, cultural, religioso, económico,
etc, que limiten las aspiraciones de ser o vivir de tal o cual manera, en nuestro fuero
interno pervive incansable esa libertad que como a ente individual el Creador nos
otorgó y ella puede esconderse o camuflarse a voluntad hasta pasar desapercibida,
pero siempre estará allí esperando ser usufructuada.
En efecto muy dentro de nosotros mismos nos negamos a ser encasillados
y
sometidos totalmente porque a veces por pasividad o facilismo aceptamos
condiciones sutiles abiertamente alienantes que limitan nuestra capacidad de ser y
hasta de pensar.
Pareciera que viajáramos por el mundo construyendo nuestra propia identidad a
partir de lo que se nos ha dado y en ese trasegar vamos consciente e
inconscientemente adoptando ideologías, comportamientos, maneras y ocupaciones
que posibilitan la inserción armónica en el grupo humano al que pertenecemos o
queremos pertenecer.
Aquí evidenciamos una ubicación particular alentada por
elementos especiales y únicos que determinaremos de la siguiente forma:
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
El humanismo cristiano que nos mueve:
Es ese que ha mostrado la dimensión del hombre en todos los aspectos de su
vida y que parte del bien supremo como atributo de la divinidad que nos ha sido
compartida y que en el Maestro Jesús cobra toda la fuerza mediante la
expresión: “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. El Amigoniano no
tiene otra alternativa más válida que personificar la verdad y no sólo a través del
lenguaje, sino y fundamentalmente con su vida, ésta tan humana y tan
demasiado humana que por ser imperfecta, sometida al acierto y al error,
enriquecida por las debilidades y potencialidades se muestra tal como es y no
fabrica simulacros, porque no oprime con la imperiosa imposición de no cometer
errores y de obrar siempre con absoluta rectitud por cumplir perfiles.
La identidad amigoniana entonces operativiza el amor comprensivo con uno
mismo en el reconocimiento y perdón de las propias falencias, liberándome de
neurosis y culpas que puedan destruir la posibilidad de proyectar la propia
superación personal como pre-requisito para poder ayudar a los otros.
El humanismo cristiano, base del espíritu amigoniano, nos enseña que el Reino
de Dios está dentro de nosotros mismos y es la fuerza expansiva del amor que
sensibiliza toda la experiencia personal en cada acto, con realismo, sin falsos
adornos, así nos valoran las niñas, niños y muchacha(os), así también se
reconocen en nosotros.

Mujeres, hombres y no Ángeles:
Los perfiles nos agobian, destruyen muchas veces nuestra creatividad, casi no
nos dejan ser, por tratar de montar esquemas y arquetipos, el deber se vuelve
contra nosotros y aleja a los niños y jóvenes de la acción pedagógica y de vida
que presentamos como alternativas de vida, no nos ven reales, nos ven utópicos
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y poco perceptibles, el discurso que esgrimimos está alejado de la realidad, no
corresponde a su sentir.
El sistema amigoniano vivenciado en cada detalle, en cada actividad, valora los
errores humanos y sobre ellos construye la visión integral del hombre porque
apunta a la transformación interior de la persona, es decir, por la propia acción
pedagógica hacia los jóvenes desarrolla en nosotros un proceso de reconversión
interior en el que la soledad, la tristeza, las angustias, los avatares de la vida; se
transforman si queremos en dinámica para proyectar optimismo y seguridad en
los que nos rodean, mostrándoles con la nuestra, que es posible una vida digna.
Desde las propias limitaciones. No tenemos todas las respuestas, pero sí la
disposición para buscarlas.

La propia familia, primer campo de acción:
Una sociedad perfecta, una familia absolutamente ejemplar son sofismas que el
ser amigoniano enfrenta, construyendo desde su propia familia extensa o nuclear
relaciones de respeto y convivencia armónica, en donde el aprecio por la vida y
la alegría de construir juntos no ocultan las naturales diferencias ni las normales
desavenencias de los gustos diversos generados en la individualidad y el
pensamiento autónomo. Por eso quien asimila y comparte este espíritu siente la
necesidad de prevenir con el ejemplo y con los hechos en su propia familia, los
graves problemas de socialización que atacan sin distinción a todos los grupos
humanos
expresados
en:
desestructuración
y
disfuncionalidad
familiar,
irresponsabilidad parental, alcoholismo y drogadicción, abandono e irrespeto,
apasionamientos mezquinos, rupturas afectivas y comunicacionales, etc. Todos
generados en una postmodernidad que pulveriza la identidad y la pertenencia al
mundo y a los otros.
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
La familia con identidad amigoniana:
Toda familia que tenga en su seno a un Amigoniano es susceptible de recibir la
influencia de una axiología particular que se bebe de las fuentes del quehacer,
de aquel que poco a poco introyecta los valores del carisma que orienta la misión
de la Congregación.
Ellos son el respeto por la libertad individual de cada miembro, una convivencia
franca y cordial, un diálogo abierto y sincero, una férrea unidad en los intereses
familiares, el amor, la cordialidad, el afecto y la capacidad de comprender y
sobrellevar los errores y limitaciones de los otros, así como se logra hacerlos en
el ámbito de la misión específica.
En pocas palabras el profesional Amigoniano está presto a distinguir actitudes
que le hagan ser: luz de la calle y oscuridad de la casa.

Un ambiente amigoniano para nuestro trabajo:
No se puede negar que el ambiente de trabajo en el que generalmente nos
desempeñamos, genera en sí mismo amplias dosis de tensión, en ocasiones
elementos de insatisfacción, motivos de impotencia y hasta desesperanza por no
percibir u obtener los resultados esperados; elementos estos y otros más que
contribuyen a que el ambiente si no es bien manejado y no se aprovechan
adecuadamente los espacios de descanso y recreación que el mismo ofrece,
afecten determinantemente a la persona en los demás frentes en que se mueve,
por eso el ambiente en nuestro sitio de trabajo es una construcción
colectiva que nos convoca a todos, que nos compromete para actuar
solidariamente, facilitando el desempeño del compañero, apoyando con sincera
dedicación lo que beneficia a toda la comunidad educativa, compartiendo
amistosamente las dificultades y logros, reconociendo con sencillez los límites de
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nuestra intervención, asumiendo plenamente las responsabilidades que nos
competen, sin buscar excusas o pretextos, construyendo día a día la
interdisciplinariedad, derrotando el egoísmo que por celos e inmadurez oculta el
conocimiento de saberes a los demás.

Relaciones humanas impregnadas de valores amigonianos:
El espíritu amigoniano se fundamenta también en la aceptación incondicional del
otro, con lo cual revitaliza cotidianamente el mandamiento del amor para hacer
posible la realización del hombre nuevo.
No somos ángeles, ni mucho menos espíritus que estén por encima del bien y
del mal, en todo grupo humano hay dificultades, asperezas y situaciones
conflictivas, pero son justamente estos componentes de las relaciones humanas
los que hacen la vida más digna de vivirse, dado que nos someten al necesario
crisol de depurarnos entre las dificultades y en el roce con los otros.
No somos ajenos a la envidia, el orgullo, los chismes, los comentarios
altisonantes, los desaires, las asperezas de carácter, la intriga, la disociación, la
subestimación, la hipocresía y en general muchos otros sentimientos y
comportamientos humanos que como en la caja de pandora escapan al menor
descuido para corroer poco a poco, pero muy efectivamente las relaciones
humanas en nuestra Institución. Es grandeza reconocerlo y nobleza aceptarlo,
pero nobleza obliga y ante esta variedad los principios amigonianos también
tienen su aplicabilidad y si permitimos que nos impregnen y que se vivan en
nuestro colectivo seguro es que tendremos relaciones humanas cada vez más
constructivas, solidarias, generadoras de empatía, promotoras de tolerancia,
ratificadas en la verdad, impulsoras de pensamiento crítico y reflexivo,
buscadoras del diálogo y el debate que construye, sinceras, libres y
espontáneas, porque el amigonianismo es eso, construir un mundo mejor, más
justo y más humano desde cada uno de nosotros.
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PERSPECTIVAS EDUCATIVAS - TERAPEUTICAS Y REEDUCATIVAS DE
NUESTRA MISION Y CARISMA
EN EL MUNDO DE HOY
Por Juan José Calderón
Depto. Pedagogía MIS.A.P
El necesario devenir de los tiempos exige una mirada auscultadora y descifradora en
torno a los problemas de relevancia social que tenemos en frente y con mayor razón
si nuestro quehacer y el ser que nos identifica (carisma) está dedicado por entero a
las niñas, niños, jóvenes y familias en circunstancias especialmente difíciles, así
como las condiciones sociales, legales y políticas cambian para todos y
especialmente para ellos por su situación de marginalidad, infortunadamente en
forma regresiva.
Nuestra disposición, capacidad profesional y perspectivas para
responder adecuada y efectivamente a sus necesidades, han de ir evolucionando en
saberes y conocimientos. Ello implica esfuerzo, dedicación y disciplina al más alto
nivel porque tanto ellos como nosotros merecemos la calidad de vida que nos
dignifique y nos proyecte cotidianamente a una sociedad mejor.
En estas medidas los referentes contextuales, culturales e históricos necesitan ser
revisados constantemente, pues son soportes invaluables en la misión.

El valor de la experiencia: 118 años de trabajo, haciendo realidad la difícil tarea
de unir hacia un fin específico el conocimiento empírico y el conocimiento
científico convalidan con creces la labor amigoniana que por ser reeducativaterapéutica y estar afincada en el humanismo cristiano que la inspira, goza del
reconocimiento justo que las sociedades y países que se han servido de ella le
profesan.
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Es el trabajo con jóvenes y familias desde las necesidades más apremiantes de
éstos, el que ha enseñado sobre el terreno como actuar. Los elementos y
componentes reeducativos y terapéuticos que las ciencias sociales y del
comportamiento desarrollan desde lo teórico y es este mismo el que impulsa
nuevas técnicas para enfrentar las situaciones problemáticas que los sujetos de
reeducación van presentando.
La intervención de carácter individual, tanto como la colectiva, el trabajo cada
vez más depurado desde lo interdisciplinario, el acto pedagógico, la psicoterapia
y en general todas las instancias formativas, se fundamentan en una experiencia
centenaria que no se ha enclaustrado para sí misma, sino que puesta a prueba
en el medio, ha asumido como tarea también fundamental la formación de
profesionales de las distintas ciencias sociales, que desde el primer contacto
amigoniano descubren el valor del espíritu y la misión que mueven a la
Congregación y la pertinencia y vigencia del carisma que da sentido a la labor
que realiza.
Nunca una experiencia se consolida y se transmite sólo por medio del discurso,
es absolutamente necesario que ella se respalde en acciones coherentes y
transformantes que la hagan revolucionaria, dinámica y pertinente; es de esta
forma como se optimiza en el tiempo y es así como accede a nuevas
perspectivas en todos los frentes que la ocupan.
La formación humana y espiritual, la formación académica y técnica, la formación
socio-familiar, la formación interna del individuo a nivel psicoterapéutico, la
formación en lo lúdico, recreativo y deportivo y en general la atención integral
que se dan en los centros reeducativos, terapéuticos y educativos; están
basadas en la experiencia adquirida y se fortifican y enriquecen para ser legados
válidos en el futuro.
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
La importancia de las técnicas:
La ciencia y la técnica por ser dinámicas e innovadoras, no sólo responden a
nuevos retos, sino que generan otros para los que es necesario abrirse, disponer
y exponer los esquemas y paradigmas, a fin de que con ellos todos
evolucionemos y respondamos efectivamente a los requerimientos de una labor
que está en continuo movimiento.
El sistema amigoniano ha favorecido siempre el necesario desarrollo de las
ciencias sociales al interior de sus programas, generando también el encuentro
entre las mismas a través de la interdisciplinariedad de los equipos
profesionales. No es extraño entonces que cada proceso educativo, reeducativo
y terapéutico encuentre en la antropología, el
derecho, la sociología, la
pedagogía, la psicología, la filosofía, la teología, la psiquiatría y demás
disciplinas y ciencias afines, los saberes y conocimientos necesarios para
desarrollar nuevas líneas de investigación y con ellas, técnicas más apropiadas,
que le permitan dar cuenta acertadamente de líneas de intervención en las
situaciones problemáticas de los sujetos de educación y reeducación.
Sin embargo es importante advertir que en muchos de los programas la enorme
riqueza de experiencias, conceptos y técnicas se pierde o pasa desapercibida
para el mundo académico y para otros programas del sistema amigoniano, por
carecer de sistematización y referencias teóricas que no se consignan, con lo
cual se llega al infortunado estado de funcionar como islas, muy separados entre
sí, aún perteneciendo al mismo engranaje.

Los amigonianos garantes de derechos universales:
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Por principios y por legado fundacional, la Congregación ha sido destinada a ser
voz de los que no la tienen, a ser guía en el camino de los que han perdido su
rumbo y fundamentalmente a ser la fortaleza de los más débiles.
Desde la
concepción cristiana del hombre, la libertad y dignidad son los insumos más
valiosos que aún ocultos o casi perdidos en los muchachos más necesitados la
Congregación potencia y revitaliza, porque sigue creyendo a pesar de todo en su
trascendencia, en sus capacidades, valores y fortalezas para ser el protagonista
de su propia vida.
Es desde esa posición frente al joven y su familia, interactuando directamente
con ellos como se erige defensora incondicional de los derechos universales en
un enfrentamiento pacífico y efectivo con las instancias de poder, con las
condiciones de marginalidad, con los mecanismos de opresión y alienación, con
los paradigmas negativos de la sociedad que excluyen y estigmatizan el
quehacer del sistema amigoniano desde todos los frentes; es absolutamente
garantista de derechos y en la defensa de ellos se identifica, forma y construye a
los sujetos de su labor y a los colaboradores en la misma, hace conciencia de los
necesarios deberes y actitudes correlativos para propiciar una sociedad más
justa y equilibrada, por ello en lugar de rechazar a aquellos jóvenes más
problematizados,
difíciles
y
necesitados,
defiende
hasta
las
últimas
consecuencias la oportunidad de recuperarse y el derecho que tiene a elegir su
propio destino. Un discurso incoherente con la realidad sería más funesto para
los muchachos y para la sociedad misma, que las propias situaciones
problemáticas que determinan su inadaptación o disociación, por ello el
pensamiento, el sentimiento y el hacer de cada amigoniano es una defensa
frontal contra toda situación de injusticia y de marginación.
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