Primera página, La Dirección

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PRIMERA PAGINA
Aquí, entre nuestras páginas, — repito lo de nuestras
porque el lío llega ya a conjeturar si es que a « O A R SO »
le surgen ideas propias, o som os nosotros a quienes por
vinculante m im etism o de la obra con su hacedor nos
cuelgan páginas— , entre nuestras páginas, digo, tam ­
bién esta vez hay un poco de todo. Que este tom o no va
sólo de andantes y com pasillos, ni por trillados arpegios
y encendidas sonatas. La historia, lo anecdótico com o
así lo evocador y narrativo tienen su puesto en estas lí­
neas, junto con lo sim plem ente literario y novelesco y
am én de bilingües rimas que coronan, frágiles, el lugar
que pertenece a lo poético y espiritual.
Si la m úsica, en sus varias y diferentes form as, está
siem pre presente en la vida de las personas y de los pue­
blos, parece obligado que tam bién, de una m anera des­
tacada, lo esté en alguna ocasión en «O A R SO ». Y este va
a ser su año. Nuestra revista, en el correr del tiem po, ha
tocado tem as varios de indiscutible interés. Y no lo es
m enos, pensam os, este de la m úsica, de continua y
constante actualidad.
La m úsica nos rodea por todas partes. Y ha experi­
m entado cam bios y evoluciones notables en el transcur­
so del tiem po. Nuestro pueblo vasco es un pueblo aficio­
nado a la m úsica. Lo ha sido antes y lo es ahora. Ciñéndonos a Rentería, a lo que más de cerca nos interesa, po­
dem os presentar una trayectoria notable desde antiguo,
— coros, bandas, cantantes, bersolaris, intrum entistas,
algún que otro com positor...,— que ha venido a d esem ­
bocar en la actualidad en una actividad, ya con historia,
notabilísim a e interesante. La Coral «A N D R A M A R I» con
sus interpretaciones, y las realizaciones de su «M U SIK A S T E » y el A rchivo Provincial de Com positores V a s­
cos» (E R E S B IL ), son m agníficas realidades que han
alcanzado un gran nivel en el arte y en la investigación
m usical.
La gran tajada, eso sí, une ritmos, cadencias, chinchín
y patachunes. Serias citas y form ales investigaciones
que incum ben a nuestros im portantes com positores,
— los inventores de la solfa, que decía la jacarandosa tudelana a la que escuchó Jo s é M .a Iribarren, se entrelazan
con las rítm icas sonoridades que se difunden desde to­
das esas narraciones, esos evocadores relatos de cóm o y
cuanto éram os, — la nostalgia nos vigila desde dentro
m ás que nunca— , y tam bién se encuentran mezcladas
en sus afinidades con lo bullanguero y la charanga.
Cada cual cum ple su com etido y la asignada función
de cada uno se corresponde y materializa al plasm ar en
tinta legible su propia y singular proposición. Doctoral­
m ente y con la suficiencia que otorgan la profesionalidad
y los años, lo expresan quienes aprendieron a leer antes
en pentagram a que en catón. Cortos en técnica y en ca­
sos dudando al clasificar el contrapunto entre lo musical
o lo ortográfico, dejan su huella quienes llana y sencilla­
m ente alcanzan en su sensibilidad, a sentir y a vibrar con
el arte y la em oción, sin distinguirse de la m ayoría, en
abrazo espiritual y concordante en su pueblo, ese pueblo
vasco de fino oido e innato sentido de lo arm onico, que
en su popularidad más acusada, se expresa ferviente con
ritmo y sonoridad polifónicos.
Otras realizaciones, ya lejanas, tuvieron lugar en nues­
tro pueblo que, con el tiem po, se difum inan y m uchas
v eces se olvidan. Y no quisiéram os que ello sucediera.
« O A R S O » , en cierto m odo fedatario, o notario por libre
del quehacer renteriano, puede y debe dejar constancia
en sus páginas del papel que la m úsica ha tenido y tiene
entre nosotros. Y este nosotros, que no quiere ser redu­
cido y exclusivista, se extiende, si hay ocasión y espacio
para ello, a todo nuestro País Vasco.
Cuanto hasta aquí antecede, podría ir entre com illas
que indicasen su repetición, ya que su texto pertenece y
es parte de la com unicación que dirigim os a los colabo­
radores de nuestra revista, cuando hace m uy poco tiem ­
po todavía solicitábam os su ayuda para poder salir un
año m ás a la calle. Texto que nos sirve ahora para expli­
car a los lectores, las causas y los m otivos de la elección
de la M U S IC A com o tem a central de nuestra publicación
para este año.
Com o final podem os asegurar que se ha logrado entre
todos un conjunto al que nosotros m ism os, los que he­
m os prom ovido el jaleo, obligados com o estam os a si­
lenciar particulares opiniones y a ver las cosas desde
fuera y sin juzgar, nos atrevem os a calificar de meritorio
y relevante. Un «pot-pourri» que desgranado cuenta a
cuenta puede ofrecer horas de satisfacción y conoci­
m ientos a quienes son sus principales destinatarios, los
renterianos. S ó lo pedim os que esta pretensión nuestra
llegue a ser tan real com o es nuestro deseo de unas
m agníficas M agdalen as para todos.
Una vez m ás intentam os lo m onográfico. Otra vez bus­
cam os el estudio m últiple de algo que interesa, dicho por
cada uno con su visión y contento, que tanto vale la m i­
núscula pincelada del lego que escucha y se siente latir
al son, aún ausente de técnicas y pentagram as, que la
regla, dogm a y com pás que dirige la vida y consagración
del entendido.
LA DIRECCION
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